Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15.-Deseo, Odio, Envidia


–Hija– dijo mi padre volviendo a abrazarme, pero yo no podía despegar mis ojos del General.

–Kurok no lo lleves tú, eres más alto que los demás.

–Pero me lo puedo.

–No, caerán al agua al pasar al otro barco– decía Cathal.

La expresión en su rostro, se veía tan asustado, un niño pequeño preocupado por su hombre.

Leo había perdido la conciencia y se veía tan tranquilo. Estaba cubierto en sangre, sangre que no sabía si era de él, bueno gran parte debería ser, pero deseaba pensar que no.

–Vamos hija, debes curar tu herida.

–Si Padre.

–Tengo que ver donde dejar a este hombre– dijo mientras meditaba.

–¿Piensas dejarlo en el barco de nosotros?

–Claro que si Helina, no sé qué paso, pero debo escucharle cuando despierte.

–Padre, detrás de mis aposentos hay habitaciones.

–Si Helina, estaba pensando en esas, pero el problema es que, unas son de tus doncellas...

–Ellas no les importara.

–Si bueno y dos, la única entrada a esas habitaciones es por tus aposentos, no me parece que tengas hombres dentro.

–Oh padre, entiendo perfectamente a que te refieres, pero si no tienes a donde más ponerlo confía en mí, pediré que mis doncellas se queden conmigo todo el tiempo para que estés tranquilo.

**********************************

–Leo– intenté despertarlo, pero no había indicios que lo haría.

Al final lo llevamos a los aposentos de la princesa, el Rey ordeno a Lands y Marcus cuidar desde adentro y estar en constante vigilancia a los otros soldados.

–Despacio, despacio– dijo Thiao mientas lo iban poniendo en una cama.

–Eiric, amor ve a curar esa mano también, no puede infectarse.

–Estoy agotado– dijo sentándose en una se las sillas que estaba a la entrada.

–Espera un poco, te traeré leche de amapola.

–No– dijo tomando mi brazo– ve a verlo, yo también estoy preocupado– ambos miramos a un lado y pudimos ver como los hombres comenzaban a rasgar la vestimenta de nuestro General.

–¿Dónde está el agua?– preguntó Kurok.

–Ten, aquí esta– dije al ver un barril.

–Gracias– tomo del barril y mojando unos trapos comenzó a limpiar el cuerpo de Leo– Ve y háblale– me ordenó.

–Espera– dijo Thiao– vendamos su mano mientras este inconsciente.

–No, necesitamos arreglar sus dedos, no podremos si esta inconsciente.

–¿Cómo sabes eso?

–Eiric lo dijo– contesto Thiao.

–Oye idiota– dijo Kurok acercándose a él, pero Eiric no estaba muy bien y a los pocos minutos tomo el barril ya vacío y devolvió todo lo poco que tenía en su estómago.

–¡Eiric!

–Oh, grandísimo idiota– dijo Kurok tomándolo de la muñeca y subió su brazo a sus hombros– vamos, te llevare a descansar, no eres tan fuerte como piensas ¿Lo sabes no?– dijo saliendo.

–Cállate Kurok– reclamo él.

–¿Qué paso?– dijo llegando Marlen junto con Luca

–Oh Marlen, llegaron justo– dije acercándome a él y juntamos nuestras frentes.

–¿Él está despierto?– pregunto Luca.

–No, aun no.

–Díganme ¿Como esta?– dijo Marlen. Uno de los eunucos del Rey levanto la vista y lo miró.

–Tiene variadas contusiones en su cuerpo, en especial su estómago, patadas lo más probable, un hombro dislocado con una herida que llega a su espalda, nada grave, y nada que no pueda sanar, pero me preocupa su mano derecha, 4 de sus cinco uñas las perderá ya que tiene bastantes contusiones.

–¿Martillo?– dijo Luca.

–Pensé que solo usaron los apretadores– dije aterrado. Los apretadores eran unas pinzas como las tijeras con una punta doblada formando un círculo donde se metían los dedos y al apretar estos rompían los huesos.

–No, mire– dijo tomando su mano y nos mostró su estado.

En las puntas de los dedos el color era un negro intenso y después estaban los dedos quebrados, el índice y el anular se podía ver el hueso al aire libre, toda su mano se encorvaba como si la estuviera empuñando y llena de sangre, piel rasgada y coágulos cubrían su totalidad.

–Vamos lavémoslo bien y comencemos a suturar– dijo el eunuco– tu– refiriéndose a Thiao– no dejes de hacer presión.

–¿Presión?, ¿Cómo puedo hacer más presión? Tiene el hombro dislocado, vuélvelo a su lugar ahora.

–Bien– dijo– deme un lado.

La habitación no era tan grande, era bastante pequeña, una mesa al fondo cubriendo todo el ancho del lugar, una cama, dos sillas y un pequeño pasillo que dejaba entre la cama y la pared. Todos metidos ahí, aun no sé cómo.

Thiao pasó hacia las sillas y el eunuco se ubicó en el pasillo de la mesa y justo cuando este iba a levantar el brazo de Leo, este despertó.

–Leo– dijimos a coro.

La realidad de la situación le llego como un fuerte golpe y comenzó a respirar fuertemente mientras se quejaba.

–¡Maldita sea!– grito mientras se sentaba y apretaba los dientes.

–Te traeremos leche de amapola.

–¡No!

–¡Tienes que beber!

–Leo, déjanos ayudarte– dije acercándome, pero me empujó golpeándose la mano y volvió a gritar.

–Hombre estúpido– grito Marlen mientras me alzaba la mano para ayudarme a ponerme de pie.

–¡Agárrenlo!– dije comenzamos a forcejear, comprendiendo rápidamente que no sería fácil hacer que su hombro vuelva a su lugar, se ponía tan estúpido cuando sufría alguna herida.

**********************************

–Eiric– dijo el Rey– mantengan a su General aquí.

–¿Qué dices Thion? no puede estar un soldado en los aposentos de la Princesa.

–Calla mujer, se lo que hago. Veo que ya has vendado tu herida, ahí leche de amapola para ustedes si el dolor se excede.

–Gracias, con respeto mi Rey, ¿Dónde está el barco...?

–Lo recuperamos, va hacia Cretos en estos momentos, preocúpate de tus hombres y de ti ahora, lo han hecho bien.

–Padre– dije ya con mi mano vendada– creo poder con esto, no creo que Leo haga problemas siempre ha sido muy gentil conmigo

–De eso, no hay duda querida, sé que te llevas muy bien con él, pero me preocupa la gente que entrara aquí

–Solo serán los comandantes señor– dijo Eiric.

–No, no quiero que todos estén al mismo tiempo, se irán rotando de tres personas, además, el general no tiene mal las piernas ¿O sí?

–No.

–Fadila– dijo mi padre y se puso a conversar con ella sobre sus decisiones.

–Eiric, ¿Te encuentras bien?

–Sí, no se preocupe.

–Deberías descansar no te ves bien.

**********************************

–Inmovilicen su mano– dijo Marlen mientras veía la herida del hombro.

–Déjenme tranquilo.

–Basta Leo– dijo Kurok que había llegado hace pocos minutos.

–¿Dónde está Eiric?– pregunté.

–Hablando con el Rey, pero se ve mejor, ya le han curado su mano, gritó como nena, pero ya entrará.

–¡Eso duele!– gritó Leo mientras que con su pie tiro al suelo a uno de los eunucos que vendaba su mano.

–Te noqueare Leo, ¿Eso quieres?– Kurok se hizo paso entre los soldados y llegó al pasillo de la mesa y se acercó a el– eres un cobarde– dijo mientras con su mano tomó el pelo de Leo y lo tiró haciendo un lado su rostro, mirándole con tranquilidad la herida en su hombro.

–¿Se ve mal?– pregunto Luca.

–No mucho.

–¿Quemamos con acero caliente?– pregunté.

–No, o talvez– dijo tocando la herida y apretando como si juntara la piel desprendida, hizo una pausa y dijo– no, habrá que suturar, manda a pedir aguja y ceda.

–Bien.

–Escúchame algo– dijo Kurok acercándose lo suficiente al rostro de Leo, sin soltar su cabello le hablo mirándolo a los ojos– sé que eres nuestro General, pero también eres mi hermano y si tengo que golpear tu linda cabeza para poder arreglar ese hombro o esa mano, créeme que lo hare sin pensarlo dos veces.

–Tranquilo Leo, sabemos que no estás acostumbrado a esto– dije acercándome a él, pero estaba tan enojado que dude que algo de mis palabras entraran a sus oídos– Eiric no podrá suturarte asique deberás aguantar a los eunucos.

Fue entonces que sentí la puerta abrirse y al voltear vi a la Princesa entrar, cubrí con la tela la entrepierna del General y nos quedamos mirándonos uno a otros.

–Princesa– bajamos el rostro.

–¿Cómo te encuentras General?– dijo acercándose– ¿Por qué aun no te han vendado esa mano?.

–Princesa– dijo uno de los eunucos bajando la cabeza– es imposible hacer este trabajo.

–¿Por qué?– pregunto fríamente mientras no dejaba de mirar a Leo.

–No nos ha permitido ayudarlo.

–¿No quiere ser ayudado?– dijo sorprendida mientras en su rostro se formaba una sonrisa leve– Bien, todos fuera ahora.

–Princesa, su padre.

–Eso no les compete, fuera ¡Ahora!

–Si princesa– dijimos bastante enojados mientras mirábamos a Leo.

–Estúpido hombre.

**********************************

Leo tenía una mirada como cansada y enojada a la vez, tenía sus ojos rojos y apretaba constantemente sus labios mientras sudaba. Al verme, este se relajó un poco y me observo tranquilo sin decir nada. Tenía su cuerpo malherido se mostraba con contusiones en su estómago, pectorales, brazos, muslos y su cara.

–Te ves tan indefenso– dije caminando a sus pies.

Gran parte de mi quería disculparme, su hombro y su herida en el, fueron a causa mía y aunque intentaba mostrarme fría e indiferente tenía unas ganas enormes de llorar, aún estaba asustada, aun me sentía incapaz de volver a ser yo misma y me sorprendía lo que mis palabras podían decir sin titubear.

–Dejaras que te ayuden con tus heridas, me debes una conversación y después de todo esto de verdad quiero conversar con– mierda, mis lágrimas deseaban salir y mi última palabra tembló cada letra de ella– contigo.

**********************************

Me sentía humillado con mis hombres estaba tan enojado, quería paz, mi dolor llegaba a mi cabeza haciéndola arder y me costaba enfocar mi mirada. Pero cuando llego Helina, me sentí más tranquilo, estaba tan preocupado por ella que si no estuviera herido me levantaría solo para abrazarla y sentir que era ella, la mujer que estuve a punto de perder.

–Dejaras que te ayuden con tus heridas, me debes una conversación y después de todo esto de verdad quiero conversar– si princesa, si me lo ordenas tu yo no puedo negarme– contigo– su última frase cristalizo sus ojos y me sorprendí.

–Princesa– ¿Ella estaba a punto de llorar?

–Obedece– dijo saliendo sin volver a mirarme– agárrenlo firmemente y póngale un paño en su boca para que muerda y no tarden– ordenó.

–Si Princesa, reubicaremos sus dedos también.

**********************************

Salí mientras apretaba los dientes, debía pensar en otras cosas o me derrumbaría como niña pequeña.

–¿Cómo está?, ¿Esta consiente?

–Si padre, el hombre es un tonto.

–Helina, ve a dormir junto con tu padre yo dormiré aquí– dijo Fadila.

–No Fadila, eres la Reina debes siempre estar con el Rey.

–Eso es cierta mujer, déjate de blasfemar, Helina sabrá cómo controlar la situación, es una mujer madura ya.

Mientras hablábamos comencé a escuchar los gritos de mi querido hombre, gritos sordos que aludían a que me había hecho caso mordiendo un paño. Solo cerré los ojos volteando a ver el pasillo que conducía a la habitación mientras que mi corazón latía fuertemente sabiendo que después de todo aún tenía que sufrir por mi culpa.

–Oye– dijo mi padre abrazándome– Tranquila, el hombre es fuerte.

–Padre, lo torturaron delante de mí.

–Lo sé, lo sé, tranquila, ya vas a ver que todo vuelve a ser como antes– dijo mientras acariciaba mi espalda consolándome– lo bueno es que estas bien y los soldados se recuperaran.

No podía decirle que uno de los soldados intento abusar de mi o que me había tocado, él se sentiría aún más enfadado y decepcionado de mí, pero llegara ese momento y con valor lo enfrentare.

–Princesa– dijeron mis doncellas llegando a mis aposentos.

–Bony, Clara– dije sonriendo.

–Ve con ellas– dijo mi padre sonriéndome mientras me miraba con unos ojos compasivos.

–Estábamos preocupadas por usted.

–¿Cómo está?

–¿Qué le ocurrió en su mano?, su mejilla esta roja también.

–No se preocupen, oye Bony– dije tomando sus manos– perdóname, tu mejilla también esta rojiza e hinchada por mi culpa.

–No Princesa, yo deseaba protegerla.

–Lo sé.

–Princesa ¿Qué está ocurriendo allí adentro?– dijeron asustadas mirando al pasillo.

–Le están acomodando los dedos al General.

–¿Los dedos?, Vimos que se lo llevaban los soldados, pero no supimos que le había ocurrido.

–Por los dioses, iré por leche de amapola para que tenga en su reserva.

–Bien, por el momento ustedes dormirán conmigo.

–Bien Princesa, un gusto estar más cerca de usted.

–Sí, y tampoco tendríamos problemas con dormir con el general.

–Oh Bony, el General es mío – ellas rápidamente rieron.

–Usted vuelve a ser la misma, con su permiso entonces– dijo Clara saliendo.

–Eiric, infórmame del estado del General, cuando se encuentre en condiciones de ser visto, mándalo a la sala de reuniones.

–Si mi Rey– dijo Eiric bajando su rostro y mi padre marchó.

–Es ridículo que tengas a estos hombres aquí– reclamó la Reina acercándose a mí

–Ellos se irán luego– dije caminando a una mesa y serví en un vaso el vino.

–Pero es el General, el no debería quedarse en tus aposentos, atentara contra ti.

–Y ¿Qué prefieres?, ¿Qué este en los tuyos?– volteé a mirarla atentamente mientras que di unos sorbos al vino y sonreí.

–Retracta tus palabras ¡Ahora!– dijo apretando su puño y hablando ente dientes. Sabía perfectamente cómo hacerla enojar.

–No lo haré, ¿Crees que no me he dado cuenta?

–Mira niña, no empieces una guerra que no puedas ganar– dijo acercándose, pero Eiric con lentitud intervino su caminar mirando al suelo y sin decir palabra se puso entre las dos.

Era primera vez que tenía más contacto con este hombre y aunque se había mantenido en silencio, supo de qué lado ponerse y en parte me protegió sin mirarme.

–El General se quedará aquí, te gusté o no– dije seriamente posando el vaso en la mesa.

–Eres muy joven para entender todo esto– reclamó la Reina abriendo sus ojos.

–¿Qué cosa?, ¿Qué te sientas con el derecho de acostarte con él? O– di una pausa y caminé a un lado de Eiric– ¿Que quieras tocarlo todo el tiempo, cuando estás sola junto a él?

–Niña entrometida ¡¿Eso te dijo el?!

–Te he visto, mis mujeres te han visto, los soldados te han visto, no tienes honor asique procura alejarte o mi padre hará rodar tu cabeza en la plaza central– la Reina solo me miro y sonrió.

–No soy la única que ha buscado su atención.

–Mi actuar es libre, tú eres la Reina, esposa de mi padre y eso tiene seberas consecuencias.

–Si tú hablas, yo también hablare y no dejare que te revuelques como prostituta– Sus palabras hicieron rápidamente presa a mí actuar y fuertemente le di una cachetada que la hizo mirar a un lado.

–Jamás seré como tú.

–Esto me lo pagaras– dijo marchándose mientras cubría su mejilla con su mano.

–Princesa– dijo Bony.

–Estoy bien– dije nerviosa y sorprendida, jamás había hecho algo así. Mis manos las llevé a mi frente y a mi boca aun impactada, pero en parte aliviada– Lamento que fueras parte de esto– dije volteando a ver a Eiric. Sus ojos y boca estaban abiertos y me miro un poco asustado.

–¿Es cierto?

–¿Qué cosa?

–¿Tu madre se ha entregado al General?

–No es mi madre– dije haciendo un pausa mientras miraba mi mano vendada– ¿Esta bien tu ojo?– dije al verlo con un derrame, completamente rojo.

–Sí, está bien, por favor– dijo acercándose a mí– deme respuesta.

–Veo que, siendo cercano a Leo, él no ha hablado sobre las incomodidades que ha tenido siendo General.

–¿Se lo ha contado a usted?

–Bien, él no ha intimado con la Reina, puedes quedarte tranquilo, pero me sorprendes que creas eso, conociendo a Leo por muchos años ¿Dudas de él?

–No Princesa, esto me ha llego de sorpresa.

–Debes saber que Leo es tan estricto con las normas. Se odiaría a si mismo si él y la Reina llegaran a algo, incluso podría imaginar que el mismo se ejecutaría ¿O no?

–Si Princesa.

–Yo solo he notado la incomodidad en su rostro cuando Fadila está cerca, las manos de esa mujer son bastante escurridizas, pero– dije dando unos pasos a la salida– la pregunta es ¿Qué es lo que sabe la Reina que tiene tan incómodo a nuestro General?, mis palabras solo fueron suposiciones, no hagas alboroto por eso.

–¿Cómo esta tan segura de sus palabras?

–Eiric no son ustedes los únicos que tiene ojos y oídos en cada rincón.

**********************************

–Por lo menos no te castraron– dijo Kurok cruzándose de brazos mientras se apoyaba en la pared al frente de mí.

–Cállate Kurok– estaba bastante agotado mi cabeza ardía y estaba todo mojado y caliente. A penas podía mantenerme despierto mirando y escuchando a mis hombres a mí alrededor.

–Bebe– dijo Cathal ofreciéndome una botella pequeña de leche de amapola.

–Te dolerá un poco el hombro en estos días, pero eso no te da el impedimento de usar tu mano, pero no cargues peso en ese brazo, se ira sintiendo mejor al paso de los días, en cuanto a su mano, iremos cambiado vendaje día a día, por favor manténgase saludable– dijo el eunuco y junto con los demás marcharon.

–Manténgase saludable– dijo Kurok burlándose– como si estuvieras enfermo, nosotros podemos cambiar tu vendaje.

–Leo– dijo Eiric entrando.

–Eiric– dijeron al verlo.

–¿Cómo estás?– susurre mirándolo.

–Te ves terrible– dijo mientras me mostraba sus manos. Dedo a dedo vendado.

–No más que tú.

–Hey, estas de humor por lo menos– dijo Cathal sonriendo mientras lo abrazaba.

–Vayan a fuera a hacer tonterías.

–¿Qué?, solo es un abrazo.

–Sí, y yo solo quiero descansar.

–Estamos bastante lejos de Cretos y de Liastian, tardaremos a lo más dos semanas en volver– dijo Eiric.

–¿Qué?– preguntó Luca– solo fueron dos días.

–Sí, pero no navegamos a nuestras tierras, el Rey ira a juntarse con unos barcos del Este y de ahí marcharemos a Cretos.

–¿Sean?

–¿Otro Rey loco?

–Si Marlen, es el Rey del Este.

–La Reina madre debería gobernar todas estas tierras.

–He, ¿Qué les he dicho de hablar estos temas tan libremente?– estúpidos hombres.

–Lo siento Leo.

–Recuerda– dijo Cathal acercándose a mí– las palabras de la Reina, "No hay soldado que luche con solo una mano"– rieron– podrás con esto.

–Tendrás que ocupar la otra– dijo Kurok cerrando su mano como un circulo y moviéndola de arriba a abajo repetidas veces.

–No necesito mi mano para eso– gruñí.

–Te mandaremos concubinas cuando estés mejor.

–A la mierda tus concubinas.

–Eunucos serán– dijo caminando a la entrada– o a la Princesa, ¡Princesa!

En mi estado pocos podrían soportar a estos hombres burlándose de mí, en especial Kurok, pero el destino siempre lo ha hecho pagar.

–Princesa– dijeron bajando sus rostros.

–¿Hablabas de mí?– preguntó ella entrando.

–Yo...yo...

–Kurok solo decía que usted cuidara muy bien a nuestro General – dijo Cathal sonriendo mientras que todos se aguantaban las ganas de reír.

–Váyanse– ordené mientras la observaba.

–Vendremos más tarde, trata de descansar– dijo Marlen.

–Princesa– prosiguieron marchándose.

Tranquilamente la observé sin decir nada, tenía su mejilla un poco morada y me miraba seriamente apretando los labios.

–¿Usted– dije haciendo una pausa mientras que ella se acercó a los pies de la cama– se encuentra bien?

–No– dijo bajando su rostro y pasó al pasillo junto a la mesa mientras se seguía acercando a mí. Me apoyé en mi brazo derecho y me senté más recto en la cama sin dejar de mirarla.

–Helina– pronuncie suavemente y ella de un momento a otro estiró sus brazos y me abrazo– Helina– volví a susurrar sorprendido, pero ella se largó a llorar– estoy sudado.

–No me importa– dijo entre balbuceos.

–Tranquila– dije poniendo mi mano izquierda en su espalda.

–Tenía miedo Leo, no sabía qué hacer, ¿Cómo podía saber lo que pasaría?, ¿Por qué?, ¿Por qué nos pasó esto a nosotros?

–Tranquila.

Era la primera vez que no solo podía escucharla llorar y balbucear como una niña pequeña, sino que también era nuestra primera vez de sentir nuestro calor corporal. Jamás la había tocado y tampoco estaban en mis planes sobrepasarme de esta forma con una princesa, pero, no tenía por qué negarme en esta instancia. Ella sufrió por mi culpa y fueron momentos difíciles, momentos que no debería vivir una mujer con su gran título.

–Perdóname, no sabía qué hacer, nunca pensé que te harían esas cosas, no supe que hacer, perdóname.

–Leo– dijo Cathal entrando, pero yo rápidamente subí mi mano vendada y lo miré.

Sus ojos y boca quedaron abiertos grandemente, estaba perplejo mirándonos. Sin duda, si yo no había previsto esto, mucho menos uno de mis hombres, ni siquiera Cathal. Entonces solo bajó su rostro y volvió a salir por la puerta.

Sin decir nada solo permanecí ahí, escuchando como se calmaba de a poco, no era una situación común y me sentía extraño. Más que eso estaba nervioso, podía sentir su piel, su lagrimas mojando mi hombro y aunque justo era el hombro que me dolía solo aguanté un poco, no estaría mucho tiempo así, y tampoco era algo que podía esperar que se repitiera.

–Lo lamento– dijo ya más tranquila, pero no se despegaba de mí.

–No Princesa, usted hizo bien, incluso hizo más de lo que yo mismo había podido imaginar.

Ella al escucharme levantó un poco su rostro, su mejilla estaba apegada a la mía y podía sentir su respirar en mi oído, si solo se separara un poco, podía estar tan cerca de ella. Lo que siempre había sido una fantasía me llevó a preguntarme ¿Sentirá lo mismo que yo siento por ella?

–Tu– dijo recobrando ya su postura de Princesa– tu corazón corre muy rápido.

–Si– dije sacando mi mano de ella y ella se sentó a mi lado dándome la espalda.

–Lo siento, olvidé que era ese hombro el que te dolía, perdón por acelerar tus palpitaciones– dijo mientras limpiaba su rostro.

–Oh, sí, mi hombro.

–Lamento acercarme así a ti, sé que eres reacio, pero lo necesitaba. En el momento que pensé que estaría sola, estuviste ahí y no diste marcha atrás.

–Oye, mírame.

–Oh Leo, mi rostro debe estar todo rojo.

–Hazlo.

**********************************

Si me ponía a pensar en las cosas jamás haría que mi cuerpo reaccionara, asique esta vez, aunque sabía que mi rostro se vería horrendo solo voltee a velo. Al igual que Eiric tenía un ojo completamente rojo hasta el iris, se veía malvado, pero estaba tranquilo mirándome con ojos medios adormilados, hermoso.

Lentamente llevó su mano izquierda a mi nuca pasando sus dedos entre mis cabellos y me acercó lentamente a él. A pesar de estar lastimado igual tenia fuerza, que intenté detenerlo reacia pero el hizo más fuerza en mí y me acerco más cada vez más.

¿Qué hace?, ¿Acaso se habrá golpeado la cabeza?, ¿Será el momento para dar un paso más?, espera, no le he contado nada, ni siquiera he hablado de lo que realmente siento por el ¿Entonces si siente algo por mí? Este será nuestro primer beso y mi corazón lo sentía, sentía venir ese momento tan excitante. Cuando sentí su respirar llegando a mi cerré los ojos instintivamente y solo dejé que él me siguiera acercando a él.

–Tenía miedo, debo admitirlo– dijo cuándo mi frente toco la suya. Abrí mis ojos y estaba con sus ojos cerrados, el mismo gesto que lo había visto hacer con sus Comandantes. Juntar su frente, cerrar los ojos y aguardar ahí como si las fuerzas se transfirieran por medio de este rose. Una forma de lazo hermanable, una forma de traer a sí mismo la confianza o la fuerza y el apoyo que necesitaba.

Oh, claro, un beso, ¿Quién dijo beso? Es tonto e inmaduro, pensar en esas cosas en la situación y el estado en el que estaba, ¡Que tonta! Esto solo me hace confirmar que me ve como una más de sus hermanos.

–No puedo perderte.

¿Qué?, espera, mi cabeza explotara, ni siquiera estaba segura si realmente estaba escuchando a ese hombre, me hacía confundirme, pensar en cosas sin sentido para ¿Después decir cosas como estas?

–Lo siento, creo que todos estuvimos muy asustados– sentí que sacó su mano de mi cabello y lentamente se recostó mirando el cielo.

–No me siento bien.

–Descansa, deberías descansar. Hablaremos cuando estés mejor.

–Sí– dijo lentamente mientras cerraba sus ojos y callo rendido.

–Eres un hombre extraño– dije y espere mirándolo, pero no me contesto– y me confundes – me puse de pie y caminé a los pies de la cama y lo miré.

Se veía tan tranquilo, su cuerpo bastante magullado, su mano envuelta en un sinfín de vendas, pero además de todo esto, lo seguía viendo de la misma manera que lo había visto el primer día, incluso podría decir, que me sentía más engatusada por él que ayer y estaba profundamente decepcionada de mi misma.

**********************************

–La Reina si se entera pedirá explicaciones.

–¿Explicaciones?, lo dudo. Ella sabe que riesgos tomó Leo al alistarse.

–Ella se dará cuenta. Si Leo no le manda cartas lo sabrá y si Leo le manda carta también lo sabrá, no podrá ni escribir ahora y ella reconocerá que no es su letra.

Sus voces, sus voces eran tan molestas que incluso en el medio de los sueños los escuchaba y comenzaba a despertar.

–Ustedes se lo buscaron.

–¿De qué hablas Cathal?

–Los dioses los castigan por todo lo que hacen, el sufrimiento de una persona no es algo grato de escuchar.

–¿Ya nos vas a sermonear?

–Yo nomas decía.

–Púdrete... Cathal– dije despertando.

–Leo– dijo Thiao acercándose– ¿Cómo te sientes?

–Terrible, mi cabeza.

–Si Leo, te hemos puesto mantas heladas.

–Marlen, Luca, ¿Se encontraron con ella?– pregunté mientras levantaba mi mano izquierda y con un poco de dolor sentí la manta.

–Si Leo, muy poco tiempo, pero la hemos visto.

–¿Cómo está?

–Yo la note un poco tensa.

–Sí, yo también, deberás mandarle una carta, ella creía que te iba a poder ver.

–Entiendo.

–También preguntó mucho por Eiric.

–¿Por mí?– preguntó este.

–Sí, y no se veía muy contenta al mencionar tu nombre.

–Te lo dije– dijo Cathal mirándolo atentamente– ella ya sabe dónde metiste tu nariz.

–Eso ya es pasado.

–Claro, claro.

Mis hombres se veían cansados, tenían una mirada lenta y ojos caídos y aunque me dirigía a ellos frio y brusco estaba agradecido de ellos y del esfuerzo que hacían.

–Te ha mandado esto– dijo Marlen acercándose a mi lado con algo envuelto en paños– Dijo que esta te protegería, está creada por piedras carbonizadas y metales– agregó sacando los paños y he aquí una hermosa espada enfundada en un cuero negro con rasgados metálicos– Sé que no la podrás desenvainar aun para ver su interior, pero cuando puedas te la entregaré.

–¿De verdad crees que podré usar esta mano nuevamente?

–Si Leo, tardaras un tiempo, pero lo lograras.

–Mírate Leo –dijo Kurok que estaba apoyando en la pared a los pies de la cama– sería una pena que las mujeres entraran y te vieran tan indefenso.

–Kurok, si vuelves a nombrarla...

–¿Quién? Oh– dijo sonriendo y caminando a mi lado mientras Marlen volvía a su sitio– a ella, la llamaremos tu flor, así, si entra no se percatará de que fue mencionada.

–¿Qué quieres?– dije intentando sentarme.

–Oh, oh, te ayudo.

–¡Suéltame!

–Como quieras– dijo levantando sus manos y sentándose a mi lado– pero hablando enserio.

–Kurok déjalo tranquilo.

–Cathal cállate– dijo mientras lo miraba– jamás podré verlo así, debo aprovechar– prosiguió volviendo a mirarme con esa sonrisa que solo se demostraba en un solo lado del rostro– vuelvo a decir, hablando enserio, que gusto que estés mejor y que todo terminara como lo habías planeado– se puso de pie y mirando al grupo volvió a mirarme sonriente– hagamos las paces ya no te molestare más mientras tú te relajes conmigo– dijo estirando su mano – Vamos General, no me dejes la mano estirada.

–Te mataré.

–¡OH!, es cierto– rio a carcajadas– no puedes estrecharla.

–Cathal, sácalo de aquí.

–¿Dónde está tu sentido del humor?– volvía a reír mientras que Marlen sonriente tomaba de su hombro.

–Déjalo por hoy.

–Si General, por hoy te dejare, pero no hay pacto que se cumpla sin estrechar las manos– todos rieron. En parte me agradaba verlos de humor, después de todo eran mis hermanos y entre todos nos apoyábamos con excepción Kurok, ese hombre es un tonto.

Juro que me las pagara en cuando pueda sentir la fuerza en mi otro brazo.

Sonrientes bajaron sus cabezas y comenzaron a salir junto con Kurok y Marlen. Cathal y Eiric por otro lado se mantuvieron sentados en las sillas observándome en silencio.

–¿Ha bebido?

–Sí– contesto Cathal– un poco.

–Díganme ¿Porque son los únicos que están serios?, ¿Ha pasado algo?

–Sí, pero, primeramente, ¿Cómo te sientes?, ¿Te traemos más leche de amapola?

–No, aún tengo el cosquilleo en mis pies asique aun no tengo tanto dolor, solo me arde la cabeza.

–Sí, eso lo sabemos, está bien me alegra que te sientas un poco mejor.

–Ella ha preguntado mucho por ti– dijo Eiric mirando hacia un lado.

–¿Te molesta hablar de ella?

–No Leo.

–¿Entonces?, ¿Por qué giras tu cabeza en descontento?

–Eiric, escucho una discusión de la Princesa y la Reina.

–¿Una discusión?– repetí. Sabía perfectamente que ellas nunca se llevaban bien, siempre tenían altercados de distintos tipos y muchas veces estuve ahí para hacer una especie de protección para ambas en especial Helina que siempre quedaba tan nerviosa– ¿Qué es raro de eso?

–Dime Leo, ¿Eres un soldado de Reina?

–¿Qué?– mi mente rápidamente quedó en blanco y mi corazón se estremeció.

–Ambas tenían conocimiento del tema, tema que nosotros no y queremos saber ¿Por qué?

**********************************

Al escucharnos, supimos al instante que Leo comprendió a que nos referíamos, levanto su rostro al cielo y no volvió a mirarnos.

–Veo que sabes a que nos referimos.

–¿Los demás saben?

–No.

–No les digan

–Estas consciente a lo que nos referimos ¿Cierto?– volví a preguntar para estar seguro.

–Si Cathal, la pregunta es– dijo mirándonos con esa mirada punzante– ¿Ya han asumido lo que ocurre?, sean directos, no me gustaría darle vuelta al asun...

–¿La Reina se ha entregado a ti?

–¡Mierda Eiric!

–Él nos ha pedido ser directos – respondió mientras se ponía de pie.

–Sí, siéntate Eiric– dijo Leo alzando su voz– pero no para ofenderme– carraspeó su garganta y relajó su mirada– pero no me sorprende que creas aquello conociéndome de tantos años, ¿Cathal que piensas tú?

– Creo que tienes tus explicaciones

–Solo les diré que, si en algún momento ingresa la Reina por esa puerta y me dejan solo con ella, los mato.

–Leo, por los dioses esto es enserio.

–Si Cathal– sonreí – Bien, he aguantado algunas cosas– dije llevando mi mano a mi cabeza con dificultad. Por minutos me ponía a pensar si era correcto abrir mi boca y por otro minuto pensé en las palabras correctas.

–¿Ella te trata distinto ahora?

–Si– conteste mirándolo seriamente– no estoy solo y les pido disculpas, pero hay alguien más que sabe de esto.

–¿Quién?

–Kurok.

–¡¿Kurok?! Pero ese hombre te trata como si fueras un bufón.

–Hay un hombre que trabaja para la Reina, y no es de nuestros soldados, aun no estamos seguros de quienes, pero la Reina al parecer tiene muchos oídos y una semana antes de partir su comportamiento hacia nosotros comenzó a cambiar.

–¿A cambiar?, ¿Será que tiene conocimiento de lo que ustedes saben?– pregunto Cathal.

–La Princesa aludía a que estabas consiente de la Reina.

–Escúchenme bien, si logro encontrar a estos oídos de ella, el Rey no estará contento con su Reina.

–¿Estás buscando la forma de culparla? La enjuiciaran– dijo Eric bajando la voz.

–No creare culpables, yo solo los hare emerger a la luz. La Reina es una mujer hermosa, opacada por la tiranía, la envidia y la codicia. Solo su nombre me detiene, solo su título me impide no cumplir con la orden de mi madre.

–Entiendo– dijo Cathal sorprendido mientras llevaba su mano a su mentón y lo apretaba una y otra vez.

–Dalia– susurro Eric– ¿Por qué ella querrá la cabeza de la Reina?

–Eso ni yo lo se Eric. Estoy cansado de darle vuelta al asunto y lograr entender las acciones de mi madre, pero es una orden que no puedo ignorar.

–Leo debes tener cuidado, lo que te ha pedido es bastante peligroso.

–Te has ganado al Rey, pero si algo de esto sale a la luz o si Fadila logra atraparte no será la cabeza de la Reina quien ruede por la plaza, serás tú.

–Lose, tendré– dije intentando acostarme sin dolor– cuidado.

–¿Qué más tienes para decirnos?, ¿Por qué has guardado tanto tiempo esto? ¿Tu madre sabía que lograrías ser General?

–No Eric, no puedo responder a tus preguntas.

–Entonces dime ¿Sabe de la Princesa?

–¿Saber qué?

–Oh, no te hagas el tonto, Cathal te vio abrazándola.

–Ella estaba conmocionada nada más.

–Leo, esta parte de ti nos interesa, pero ten cuidado.

–Tranquilos, que esta mano se sane primero.

–Tu madre no le gustara.

Mi madre, tan hermosa, tan pura pero tan temible, pareciera que todo lo que ocurriera en Cretos gracias a mí, es obra de ella, anticipándose a muchas cosas, preparando un escenario que ni yo podía imaginar. Neutral para todos menos, para la Reina Fadila.

Y esta es mi misión, aguantar el momento exacto mientras recaudo información para la ejecución más importante de Cretos y la traición, es la mejor de las opciones.



Próximo Capítulo 16.- El Poder de una Mujer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro