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🧚‍♂️🧚‍♂️CAPITULO II. EL INCENDIO DE TERRA🧚‍♂️🧚‍♂️

Por primera vez en mi larga vida como hada del Reino de Terra, sentí que el silencio de la noche fue perturbador. Un silencio terrorífico y aprensivo que me obligó a ser dueña total de mis emociones.

Debía tener una mente clara si quería salir de mi escondite y así poder salvar vidas al dirigirme al Reino para advertir sobre el peligro; debía tener mis pensamientos dominados para mantenerme viva en mi camino de regreso.

Sin embargo, sucede todo lo contrario. Soy una estatua de hielo, dura, inherte, sin la capacidad de expresar mi terror interior. Me encuentro tan espantada, que el shock interior es abismalmente profundo. Al haber sido testigo de una muerte tan violenta, mi ser se paralizó y no pude hacer nada para ayudar a que esa pequeña ardilla saliera viva, entonces, ¿¡cuál era mi razón de vivir!?

¡Soy un hada! Un ser mágico de un gran reino lleno de inmenso poder. Se supone que nuestro deber es ayudar a todo ser vivo, pero preferí salvaguardar mi integridad sobre la vida de esa pequeña ardilla; yo soy la que debería morir.

Soy un objeto dentro de otro más grande, sin voluntad, sin movimiento, un simple adorno que no interviene.

Y debido a esto, no puedo restablecerme de el impacto de toda la situación, la mancha de sangre sigue ahí escurriendo por la madera interior. Mi ropa sigue salpicada de la sangre de aquel animalito, y no puedo olvidar el sonido de los huesos de la ardilla romperse.

《Ya vete, ya vete, por favor...》

Suplico desde el fondo de mi ser por que estoy a punto de entrar en pánico y posiblemente haga algo muy tonto. Mi cerebro no funciona y soy capaz de salir corriendo imprudentemente delatando mi posición. ¡Me van a matar, voy a morir también!

《Calma, Dunkel...》

Me habla mi subconsciente tranquilo y calmado.

《Debes regresar a tu hogar...》

Me indica tratando de traerme de vuelta para actuar prudentemente.

《 Debes poner a todas las hadas centinelas en aviso...》

Mi yo interior me guía, no, más bien me ordena con tal pasividad y autoridad que es difícil creer que sea yo misma la que me hablo. Mi subconsciente paso a paso recupera mi ser aterrado para tener orden y tranquilidad de nuevo.

《Después debes llegar hasta donde se encuentra la Reina Avalón, debe expandir una vez más su enorme poder por todo el reino.》

No puedo creer que esa voz interna sea mía.

《Una vez que pongan la barrera mágica en Terra, debes hacer que avisen a los soberanos de cada reino en Revas, deben saber sobre el peligro que los acecha, deben alzar la Barrera de Sangre una vez más...》

¿Enserio soy capaz de pensar de esta forma? ¿Puedo ser como las hadas centinelas?

Tengo toda la intención de moverme, sin embargo, mi cerebro ordena una cosa, y mi cuerpo hace totalmente otra.

Intento, peleo por hacer caso a esa voz que me lleva por el camino correcto en tan peligrosa situación, pero ¡NO PUEDO!

Presa de la frustración, me dejo caer en el suelo. Abrazo mis rodillas contra mi pecho y suelto a llorar llena de pavor.

《¿Por qué no hago lo que ordeno?》

No entiendo.

Me encuentro en una contradicción muy fuerte. Mi mente, corazón y razón no trabajan como uno mismo. Los tres son independientes ahora mismo, y cada uno quiere hacer diferentes cosas.

Mi mente dice: "¡Muévete y pon a las hadas a salvo!"

Mi corazón indica: "¡Quédate, si sales morirás!"

Y mi razón, simplemente ha optado por bloquear las dos órdenes anteriores y me llena de temor para que sepa que haga, lo que haga, me encontraré perdida.

¿Alguna vez han sentido algo igual? ¿Donde mente y cuerpo no funcionan?

Yo quiero salvar a las hadas, no quiero que nadie muera, así, que con ese pensamiento me levanto mientras siento todo mi cuerpo temblar.

Al mismo tiempo, una luz color ámbar llama mi atención en el exterior. Conozco perfectamente que provoca esa tonalidad, por lo que hago un esfuerzo enorme para retomar el control de mi cuerpo y mente. Camino hacia la abertura por donde entré al tronco, y me asomo como animal aterrado al exterior siendo testigo de algo peor.

-¡Madre dadora de vida! -exclamo con profunda impresión.

La luz ámbar es provocada por llamas de fuego que vienen hacia mi dirección. Cada vez se hacen más brillantes, mas grandes, mas letales. El calor se siente terrible, como si ya se estuviera quemando esta parte del bosque. El humo comienza a filtrarse por todos lados y entonces, el lugar regresa a ser el mismo de todos los días así sin más.

Mis ojos buscan algo fuera de lo normal. Busco a aquel que esté causando todo lo anterior, pero no hay nadie. Todo rastro de perdición, hostilidad y muerte se fue; la única prueba que me quedó de lo que viví minutos antes fue la mancha de sangre de aquel pequeño animal.

Salgo de inmediato de mi escondite y analizo el entorno. Las llamas son demasiado rápidas para ser un fuego normal. Muy grandes como para que el incendio fuera reciente. Y muy mortales al causar que una sola partícula de ceniza pueda incinerar de manera inmediata lo que toca a su paso. Solo conozco a alguien que puede hacer esto, y ese es el Líder de Vatra, Dragen, el Señor de los Dragones, pero su flama es de tonalidad negra,no ámbar.

Ningún otro dragón tiene una flama tan poderosa como para atribuirle la catástrofe, además, ninguno de ellos posee una flama ámbar. Quien sea que esté incinerado Terra, no es un habitante de Revas.

El movimiento regresa al bosque en llamas, la fauna sale de todos lados tratando de ponerse a salvo. Todos los animalitos corren desde sus madrigueras para alejarse del fuego inusual; ellos saben que esto no se puede  parar con la lluvia.

-¡No dejen que las cenizas los toquen! -grito para ponerlos a salvo.

Las aves vuelan encima de las copas de los grandes árboles de hojas rosas y azules, tratan de escapar de la llamas enormes que han sobrepasado a estos gigantes florales y justo esto, es a lo que me refiero con "incendio extraño".

¿Cómo es que las llamas llegan hasta donde la aves vuelan? Ellas baten sus alas por muy arriba de cualquier árbol.

Y mientras pienso que causa esta situación, algo cruza a gran velocidad frente a mi llamando mi atención...

El tiempo corre lentamente, y no es que yo haya hecho algo para que así lo pueda percibir, simplemente es que aquello que justamente pasa a una pequeña distancia de donde me encuentro, es de la misma naturaleza que yo.

-¡No! -exclamó en un terror que no se puede medir-. ¡Las hadas se queman! -gritó al ver la terrible escena.

La piel de las hadas se calcina al querer ayudar a las criaturas del bosque cuando éstas tratan de cubrirlas con su poder. Los animales más pequeños son encerrados en burbujas para que las cenizas no los alcancen y logren escapar a un lugar seguro. Las hadas de agua provocan una lluvia con la intención de apaciguar el fuego y ganar tiempo para sacar a todos a salvo, pero, al hacer esto, observo que las llamas crecen de tamaño cuando las hadas usan su poder. Todo lo que está cubierto de la magia de ellas atrae el fuego y termina hecho cenizas.

-¡Dejen de usar su magia! -grito al entender lo que pasa, pero ninguna me escucha-. ¡Su magia atrae el fuego! -sigo gritando frenética al ver que me ignoran- ¡van a terminar calcinadas con todos los que tratan de salvar!

Ninguna hada me presta atención, o si me han notado, fingen no escucharme. Seguramente ellas creen que todo fue culpa mía, que la catástrofe se pudo haber evitado si yo hubiera cumplido con mi tarea, pero si hubiera salido volando al momento que inició todo, ya estaría muerta. Así que nadie se para a pensar por qué grito desesperada ordenándoles que no hagan nada; ellas ahora mismo me odian.

Debido a su terquedad de ignorarme, inevitablemente terminan calcinadas. Su piel se cae a pedazos entre gritos desgarradores de dolor. Sus hermosas alas tornasol se desvanecen y azotan en el suelo estrellándose con todo, rompiendo sus huesos hasta quedar como una masa deforme.

-¡Noooooo! -grito al ver lo que pasa.

Las lágrimas brotan constantemente de mis ojos, por que aunque la mayoría de ellas eran malas conmigo, nunca les desee una muerte como la que ahora están experimentando.

¿Quién nos había hecho esto? ¿Quién nos deseaba un mal como el que experimentamos? ¿Quién era tan vil para desearnos una muerte dolorosa y agonizante?

-¿¡Quien nos hizo esto!? -vocifero al no lograr entender.

Corro de inmediato a auxiliar a aquellas hadas que aún están vivas sobre el suelo. Las tomo con cuidado analizando su estado ,pero se encuentran tan en pánico, en shock, que dificultan mi tarea.

Sin embargo, hay algo que todas no dejan de repetir:

"El hada de la noche, buscan a el hada de la noche"

Causando cierta incertidumbre en mi interior, ya que hadas nocturnas, solo existe una en Terra; yo.

Otras hadas totalmente pérdidas en su cabeza gritan:

"¡Me van a comer !¡Se las comieron a todas!"

El terror con que gritan hace que empiece a entrar en pánico. Miro a todos lados, siento que también me espera el mismo final y que en cualquier momento alguien saldrá sorpresivamente con la intención de engullirme.

Trato de que las hadas me digan lo que ha pasado en el centro de Terra, pero es imposible; todas mis compañeras han perdido la cabeza.

Auxilio a cuantas hadas puedo sacándolas de la dirección del fuego, pero el humo empieza a sofocarme y el calor es terrible, así que tengo que tomar una decisión muy difícil, entre seguir salvando hadas, o salvarme a mi misma; egoístamente, decido retirarme para salvar mi propia vida.

Comienzo a volar hacia el lado contrario del fuego. No quiero voltear a mis espaldas, tengo un duelo interno. Me odio por no poder hacer algo más, y por no tener los grandes poderes que tiene la Reina Avalón. De haber sido así, habría podido sofocar el fuego salvando el reino.

En mi apresurado vuelo sin dirección alguna, escucho una voz muy cerca gritando, pidiendo ayuda.

-¡Auxilio! Alguien que me ayude, ¡por favor! -grita una hada desesperada.

-¡Amestria! ¿Dónde estás?- Reconozco la voz, tengo que gritar para ubicar el lugar exacto de mi amiga-. Te escucho, pero no te veo ¡por favor guíame! -Ordenó cuando la voz de Ame se pierde.

-¡Dunkel!¡Dunkel! -escucho mi nombre gritar y sigo el sonido de la voz dando con el lugar donde piden ayuda.

Sin embargo, me da un vuelco el corazón al observar el estado de el hada que me ha traído hasta aquí. Las alas de Amestria ya no existen, y todo su lado derecho parece carbón. Su largo cabello color miel ya no existe. Sus pestañas rojas no se ven mas y su piel arena ahora es un carbon encendido. Amestria está muy mal, así que me acerco, la tomo con cuidado entre mis brazos y le hablo.

-Ame... ¿qué paso? -pregunto, ya que no sé cómo ayudarla.

-Escucha con atención... -dice ante todo Amestria en un último aliento-. Ellos te buscan a ti, no dejes que te encuentren -me confiesa-. Se llevaron a varias hadas, las torturarán para saber donde estás, ¡no vayas a salvarlas o caerás en su trampa! -grita la advertencia, para después, suspirar y morir.

No proceso la información al instante. La hada ha prolongado su muerte sólo para advertirme que soy lo que buscan. ¿Pero quién me busca? No me dijo.

No entiendo nada. No creo que yo sea el blanco de quien ha causado toda la escena a mi alrededor. ¿Por qué destruirían todo un reino por alguien tan simple como yo? Alguien sin ninguna habilidad, sin ningún poder, así que ¿¡por qué me buscan!?

Durante siglos la Reina Avalon quiso enseñarme como hacer fluir mi energía en el exterior, pero jamás surgió algo que mostrara que tenía un flujo de energía. Entonces ¿por qué sería tan valiosa para alguien, como para causar tal catástrofe? Ahora ya no puedo preguntar a nadie, la única amiga que me había brindado su amistad desde que tengo memoria estába muerta.

Vuelo y vuelo hasta donde mis fuerzas me dejan, tratando de escapar del incendio, y tratando de apaciguar la culpa que me carcome en el interior.

《Yo las maté, fue mi culpa...》

Me digo una y otra vez.

Mi sentir es tal, que solo vuelo sin dirección alguna. Cuando al sentirme agotada, me percato de que he llegado a un camino que jamás había visto.

《¿Dónde estoy?》

Me pregunto en cuanto siento la pesada vibra del lugar y paro mi vuelo.

Me doy cuenta de mi error. Ahora estoy en un bosque olvidado. Un bosque que luce exageradamente tenebroso, tétrico, con arboles secos y muy viejos. Con una neblina de color verde muy pesada, en donde no veo más allá de mi nariz.

Bajo de los cielos y me paro sobre una rama seca de un árbol. Busco con mis ojos un refugio cercano. Estoy cansada física y mentalmente. Me encuentro muy exhausta al grado de que si intento volar una vez más, me estrellaré con el suelo. Así que me apresuro a encontrar un lugar para descansar.

Después de varios minutos de observar el sitio, encuentro una cueva, tal vez la madriguera olvidada de un animal. Me acerco, me aseguro de que no corra peligro, y entro en ella para poder dormir un poco, pues mi cuerpo me indica que ya no tarda en amanecer.

Me siento, cierro mis ojos dispuesta a dormir, esperando que cuando despierte, todo haya sido solo un mal sueño...

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