013
«Había una vez, un general que amenaza, asalta y secuestra» Parte 1
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—¡Gallina!
Brutacio tiró todo lo que sostenía y corrió con los brazos abiertos. Humano y gallina se reunieron en un dramático abrazo.
—¿Gallina? —Patapez se giró a mirar a quien la había traído, con una expresión de horror—. No me digas que...
Astrid lo ignoró y dijo: —Busca a Patán y dile que ponga a su equipo a trabajar. No me importa de quien es el día libre, que estén alerta.
—Ay Odín...
—Si hay un rostro desconocido, que lo encierren en un barril; si un mercante actúa sospechoso, que lo encierren en un barril; si hay un Berserker que no luce, come o grita como Berserker, que lo encierren en un barril.
—De acuerdo, de acuerdo...
—Sin escándalos, al menos hasta que termine la cacería. Si ven cualquier cosa que parezca humano en el lomo de un dragón, avisen de inmediato.
Patapez asintió torpemente y de inmediato se fue corriendo.
—Oye, ¿de verdad el General Dragón vino a impedir la cacería? —Cuestionó Brutilda.
—No lo sé —respondió con sinceridad Astrid—, pero dudo que haya venido hasta aquí simplemente a dejar un regalo.
El cuerno sonó por tercera vez, así que ya no perdieron el tiempo y se apresuraron al muelle.
En los años anteriores, Bocón liberaba a los dragones del Ruedo en el bosque y estos se convertían en las presas a atrapar en la cacería. Sin embargo, este año la cacería no se desarrollaría en los bosques de Berk, sino fuera de ellos, en una isla cercana que no estaba demasiado lejos. Alguien había ido a comprobarlo con anterioridad, así que estaban seguros de que tendrían muchos dragones para cazar.
—Ah, hoy es un gran día para firmar con sangre de dragón, ¿oh no...pequeño H? —Dagur de la nada arrojó un cuchillo.
Alián se había agachado a recoger una moneda, así que el cuchillo pasó de largo. Él respondió: —Ya tengo ocho, no puedes decirme pequeño Haddock, es ofensivo y podrías causarme un terrible complejo que me acompañaría por el resto de mis días.
—¿Quién te dijo que pequeño H es por Haddock? No todo es sobre ti, niño —Dagur dejó que Alián liderara el camino y le lanzó otro cuchillo.
Un vikingo rompió por accidente algo en un barco y un pedazo de madera salió volando, interceptando el cuchillo a espaldas de Alián. El niño distraídamente dijo: —Por cierto, Jefe Berserker, ¿por qué viniste tan temprano hoy? ¿Ya no duermes hasta el mediodía?
—¿Y qué si lo hago? Estoy ocupado haciendo cosas de Jefe, lo sabrás cuando cuelgues a tu padre y tomes su lugar —Dagur sacó dos cuchillos de su bota y los lanzó uno tras otro.
Alián pisó una tabla vieja y esta se levantó, golpeando el juego de cuchillos y enviándolos al cielo. El niño se lamentó por su bota atascada y tiró de ella mientras decía con dificultad: —El papá de Alián está muy grande para jugar en los árboles, ¿por qué querría colgarse de ellos? Jefe Berserker, yo jugaré contigo si quieres.
Dagur finalmente sintió que tenía una oportunidad y al verlo atascado, le robó la daga a uno de sus subordinados que pasaba y apuntó a la cabeza de Alián. Sin embargo, los dos cuchillos que antes habían sido desviados hacia el cielo, eligieron ese preciso momento para caer. Uno bloqueó la daga y el otro atravesó la tabla vieja, liberando la bota atascada de Alián.
Alián creyó que había tenido éxito en sacarla el mismo, así que se mostró muy contento.
Dagur, en cambio, después de ver toda esta serie de acontecimientos milagrosos y absurdos... Estaba sin palabras.
—De acuerdo, tú ganas esta vez niño, pero algún día le ganaré a la bendición de Odín. ¡La suerte no siempre estará de tu lado!
Alián lo miró con una expresión de: "¿?"
Un poco lejos de ahí, Astrid tenía una expresión similar.
—Oigan, ¿lo estoy malinterpretando o Dagur acaba de intentar matar al hijo de Estoico? —Consultó un poco inquieta por lo que acababa de ver.
—Ah, ¿eso? No le hagas caso, pasa todo el tiempo —contestó despreocupadamente Brutilda.
—Sep, todo el tiempo.
—Comenzó porque el Jefe Berserker intentaba poner a prueba que tan cierto era que Alián nació con la bendición de Odín. Desde entonces, cada vez que Dagur visita Berk, él y Alián tienen una ronda de tiro al blanco. Aunque creo que Dagur es el único que sabe que están jugando.
—Pero hoy parece estar de un humor diferente, normalmente trata de matar a Alián hasta el final de su visita...
—Ah, ¿no lo escucharon? —Un hombre que pasaba junto a ellos con una caja de madera en brazos habló de pronto—. Es por su prometida, de nuevo intentó visitar la Isla Berserker. Dagur está de malhumor por eso.
Los gemelos soltaron un "Aaah" como si ahora todo estuviera claro, pero Astrid abrió los ojos demasiado.
—¡¿Prometida?! ¡¿Dagur, el Desquiciado tiene una prometida?!
—...Inténtalo de nuevo Astrid, creo que en Sin Retorno no te escucharon.
Fue de camino a la isla en la que se llevaría a cabo la cacería, que los gemelos le contaron sobre el compromiso entre la reina de los Defensores del Ala y el Jefe de la tribu Berserker.
Resulta que cuando Oswald el Agradable vivía, conoció a un rey de cierta tribu con él que se topó en uno de sus muchos viajes de exploración. Ambos se hicieron amigos, y debido a su amistad, Oswald visitó su isla en más de una ocasión. Dagur era su hijo, así que era normal que lo acompañara al menos una vez, pero por cosas del destino, resultó que el día que Oswald lo llevó consigo, fue también el día que se llevaron a cabo las pruebas para ganar la mano de la hija del rey de la isla.
Naturalmente, Oswald no lo sabía, tampoco tenía prisa por conseguirle una esposa a su joven hijo, así que cuando Dagur le preguntó de qué se trataban esas pruebas, Oswald sólo agitó su mano y respondió: "Una competencia para seleccionar al candidato más fuerte y capaz, le darán un banquete o algo así. Baja esa oveja y siéntate bien"
Uno podría hacerse una idea de lo que pasó por la mente del energético y destructivo joven Dagur. Su padre sólo lo perdió de visto un segundo, pero cuando logró encontrarlo, ya había completado todas las pruebas y estaba celebrando sin tener idea de que acababa de echarse la soga al cuello.
Oswald se encargó de aclarar el asunto y todo pareció solucionarse, pero quién sabría que cuando la hija del rey se volviera reina, lo primero que haría sería pisar la isla Berserker y decir: "Anteriormente pasaste las pruebas. Serás mi rey"
Para entonces los padres de ambos ya habían muerto y Dagur era un jefe, por supuesto que la rechazó, pero esa mujer se negó a romper el compromiso por alguna razón y de vez en cuando visitaba la isla Berserker para recordarle que el matrimonio seguía en pie.
—Al parecer hoy fue uno de esos días, pero tan pronto a Dagur le avisaron que el barco de su prometida se aproximaba, él y toda su flota partieron de inmediato a Berk —comentó Brutacio.
—Querrás decir que huyeron a esconderse a Berk —le corrigió su hermana de forma burlona.
—En otras circunstancias diría que es grosero, pero un compromiso unilateral es terrible —comentó Astrid, la voz de la experiencia—. En su caso es aún peor porque involucra la amistad de años entre dos islas, así que le deseo suerte con ello.
—Huh, me pregunto cómo será la reina Mala...
—No debe ser tan bonita, digo, Dagur no parece ni un poquito interesado en ella...
Astrid echó un vistazo al barco del líder Berserker, quien parecía bastante contento con la cacería, y recordó algo: —Por cierto, ¿qué saben sobre Dagur recibiendo ayuda del Gene...?
—¡Es aquí!
La atención se desvió, la isla en la que se iba a realizar la cacería ya estaba a la vista y los Berserker empezaron a corear. Ante tanto ruido, Astrid decidió guardar silencio y echó un mejor vistazo a la isla
Tenía un bosque muy grande y denso, y la emoción de los Berserker venía justamente de que era conocida por su gran número de dragones salvajes y por las bajas posibilidades de salir con vida de su bosque. Dagur se jactaba de haber entrenado allí cuando era niño, así que era el más ansioso.
Una vez anclaron, Estoico dio un discurso breve de apertura y un amable recordatorio de las reglas. Cosas como robar la presa del otro y pelear entre ellos estaba prohibido, mientras que el ganador sería aquel que trajera más dragones a la playa. Después de eso, el cuerno sonó y los grupos destinados a participaron empezaron a correr bosque adentro.
Naturalmente, no todos los que viajaron participarían en la cacería, algunos conformaban el jurado, otros la guardia y los demás eran solo espectadores, así que una gran parte permaneció en la playa mientras muchos comenzaban a desaparecer en el bosque. Fue aquí también que Patapez, Patán, Astrid y los gemelos se separaron. El grupo de amigos se miró y tras asentir, cada uno se fue por su lado.
—...Tenemos que estar alerta por si el General Dragón aparece, no lo olviden —fue lo último que les dijo Astrid a algunos miembros de la guardia antes de alejarse.
La mayoría ya se había adentrado al bosque así que tuvo que darse prisa. Los miembros de la guardia también se dispersaron.
—¡Ah! ¿Qué pasó? ¿De qué me perdí? —Gustav casi chocó con Astrid al trotar de vuelta.
—¿Dónde estabas? La cacería ya empezó.
—Bueno, es que Patán me envió por una espada que dejó en el barco y había dos iguales, así que...
—Olvídalo, no importa —rápidamente lo piso al día—: El grupo de Patán se encargará de patrullar el norte, tú ve al sur con los otros y estén atentos al cielo; Patapez es el que más sabe de dragones, notará si algo anda mal de inmediato, así que estará con ustedes. Brutacio y Brutilda también los verán allá, si es que no mueren en el camino.
—¿Brutacio y Brutilda? ¿Por qué?
—Están cruzando el bosque. No pueden participar en la cacería debido a que están custodiando la carta del General Dragón, pero no quieren perderse de la experiencia de casi morir, así que irán al sur por el bosque. Ya les avisé a los demás miembros de la guardia para que esperen por ellos y la carta.
—¿Ellos la están custodiando? ¿Acaso ya la leyeron?
—No, el único que puede hacerlo es Estoico y él no la leerá hasta que termine la cacería. Vete ya.
Aunque lo echó, la que aceleró el paso fue ella. Originalmente quería permanecer en la playa, pero debido a que su abuelo la inscribió en la cacería, no tenía más remedio que adentrarse en el bosque junto con los demás.
O más bien, debido a que su abuelo la inscribió en la cacería, no tenía más remedio que fingir entrar para cazar y en silencio escabullirse hacia el oeste. Después de todo, patrullar por si cierto alguien planeaba sabotear la cacería era mucho más importante que participar en ella. No es que le importara demasiado la cacería, pero era un miembro de la Guardia de Berk, este tipo de cosas eran responsabilidad.
Y Astrid era alguien que ponía el deber, ante todo.
Sin embargo, se encontró con un problema...
—Un desconocido me dio este medio pan, ¿lo compartimos? —Alián Haddock se lo ofreció.
¡El amado hijo del jefe se había infiltrado en la cacería!
—Dos cosas. Uno: ¿tus padres no te dijeron que no aceptes cosas de extraños? —Se lo quitó y lo arrojó hacia un arbusto—. Dos: ¿por qué estás aquí? Este lugar es peligroso, no deberías estar aquí.
—Es aburrido esperar en la playa, así que le pregunté a mamá si podía ir a jugar a las cartas con Patapez. Ella dijo que sí, pero que fuera con un miembro de la guardia. Hola, miembro de la guardia.
—.... —Astrid pellizco su mejilla—. ¿Y no notaste nada extraño cuando me viste caminar hacia el interior del bosque en lugar de rodearlo como los demás miembros de la guardia?
—Tengo ocho años, no juzgo las malas decisiones, amiga.
—Está bien, está bien —se rindió con ese niño y se dio la vuelta—. Planeaba dejar esta cacería de todas formas, sígueme y no te alejes. Este bosque está lleno de dragones salvajes.
—Sí, señora —Alián se apresuró a su lado y extendió una mano, sosteniendo el borde de la blusa de Astrid mientras caminaba—. Por cierto, amiga, ¿has visto a un Berserker que no parece Berserker que es así de alto y tiene una marca en la barbilla?
—¿Berserker? —Astrid le dio una mirada de extrañeza—. No...
—Oh, eso es bueno. Sucede que hoy me topé con un fantasma, un auténtico vikingo fantasma. Al principio se veía normal, me sonrió y conversó conmigo, dijo que era un Berserker, pero cuando le pregunté a mi papá, me dijo que no había ni solo barco Berserker en la isla. El chico también desapareció cuando voltee. Fue muy extraño, seguro fue un fantasma.
—Alián —Astrid de pronto se detuvo—. ¿Qué clase de marca tenía ese fantasma en su barbilla?
—¿Huh? Como un rasguño, uno pequeño, casi no se veía, pero...
—¿Y estaba de este lado? —Astrid se señaló su propio rostro.
—Sí, ¿cómo lo supiste?
Pues...
Había una vez una mujer que cierto día cayó por la borda y aterrizó en un confiable abrazo. Al mirar hacia arriba, sus ojos cayeron en la barbilla de su salvador. Allí, había una línea blanca que sólo era visible para quien mirara de cerca. Probablemente nadie más lo habría notado.
Sólo ella.
—¿Se lo mencionaste a tu padre? —Preguntó Astrid en lugar de responder.
—Lo intenté, no me creyó.
—Entonces ya lo has mencionado dos veces, ¿sabes lo que pasa cuando llamas a un fantasma tres veces en voz alta?
—¡No! ¡¿Qué pasa?!
—Averígualo —siguió caminando
—¡P-Pero!
Alián probablemente no se atrevería a decirle a nadie más lo que vio, pero más que preocuparse por el pueblo armando un escándalo, Astrid estaba preocupada por la reacción de Estoico cuando se enterara de que un forastero estuvo paseándose por Berk.
No sería un día bonito para la guardia cuando la cacería terminara y convocaran una reunión.
—Amiga, ¿cuántos puntos consigues si la presa sigue viva? —Preguntó de pronto Alián, caminando detrás de ella.
—Los Gronckle valen 10 puntos, los Nadder 15, un Cremallerus suma 20 y los Pesadilla Monstruosa 30. Si lo capturas vivos, entonces vale el doble. ¿Por qué?
—Creo que acabo de ver una red por allá, aun se mueve.
—Bien por ellos.
—Pero no sabía que las presas humanas contaban.
—¿Huh?
El niño señaló hacia cierto lugar y Astrid se detuvo. Un momento después, separó las hojas de un arbusto y echó un vistazo hacia arriba.
El bosque de esta isla lucía aterrador incluso en el día, y de una de las ramas de un tronco torcido, colgaba la red de una trampa que sin duda había tenido éxito en su propósito.
—¡Bájenme! ¡Bájenme de esta cosa! —Gritaba el hombre atrapado.
—¿Cubeta? ¿Cómo terminaste ahí? —Astrid lo reconoció.
—¡No lo sé! ¡Sólo estaba caminando y de pronto todo se puso de cabeza! ¡Creo que me torcí la muñeca!
La red era de color verde y por su tamaño parecía estar destinada a atrapar un Nadder, no a una persona. No había nada de malo en que alguien usara trampas, pero Astrid todavía frunció un poco el ceño al mirarla, como si le resultara familiar.
Lo más extraño fue que además de los gritos de Cubeta, también parecía haber otros haciendo eco.
—¡...Tú culpa, cállate!
—¡No, es tu culpa!
—¡¿Quién puso la trampa, eh?! ¡¿Quién puso la trampa?!
—¡Es tu trampa! ¡Es tu trampa!
—¡¿Por qué pisaría mi trampa?!
Al mirar hacia abajo desde la cima de la colina, Astrid descubrió que había al menos una docena de personas capturadas. Tanto Berserker como Berkianos estaban atrapados de forma individual en diferentes redes y jaulas.
Personas atrapadas en trampas para dragones.
Una vista desconcertante.
—De acuerdo, creo que a alguien se le pasó un poco la mano —Astrid empezó a descender—. Alián, ¿puedes bajar a Cubeta? No debería de... ¡Wow!
Su hacha dejó su hombro lo suficientemente rápido como para evitar que la trampa de dientes que acababa de pisar se cerrara sobre su pie. Nunca esperó encontrarse con algo así, por lo que se sorprendió mucho al mirarla.
Afortunadamente su reacción fue rápida, de otra manera... Auch.
—Amiga, ¿estás bien?
—Sí, estoy bien, pero tú... Tú permanece ahí, ni se te ocurra... —Astrid sin querer miró hacia un lado y palideció—. ¡Alián!
El niño no sólo no la escuchó, sino que incluso corrió y saltó colina abajo de forma imprudente y torpe. Todas las trampas de dientes de metal que Astrid no había notado antes, las notó en ese momento y sin tener tiempo de separar la trampa de su hacha, corrió hacia delante y...
Se detuvo.
¿Pero qué...?
Alián Haddock estaba pasando por encima de las trampas.
Corrió sobre ellas y ni una sola se activó
Ninguna.
Incluso tropezó con una y esta fue pateada hacia las raíces de un árbol, pero sólo se cerró cuando estuvo sobre la madera. ¿Qué demonios?
—Lo siento, ¿me dijiste algo? —Alián había llegado a su lado.
—.... —¿Cómo estás vivo?
—¡Oigan niños! ¿Una mano? —Llamó alguien desde una red.
Astrid reaccionó por fin. Suspiró.
—Alián, camina a mi lado, ¿sí?
—¿Por si hay peligro?
No, porque si camino contigo, no me encontraré con trampas
Antes había creído que los gemelos sólo exageraban cuando hablaban de la buena fortuna de Alián, pero después de verlo salir sin un rasguño... Bueno, no perdía nada manteniéndolo cerca.
—Brutacio, Brutilda, ¿en serio? —Después de soltar algunas redes, acabó topándose con algunas caras familiares—. ¿Ustedes también?
—...Eh, creo que tomamos el desvío incorrecto —fue la respuesta de Brutacio.
—Eso veo.
—Te dije que giráramos a la izquierda en el ríooo —se quejó Brutilda, rodando los ojos.
—Vamos al sur, ¿por qué giraríamos a la izquierda? —Parecía que ya habían discutido eso muchas veces.
Mientras ellos discutían, Astrid se acercó al tronco y empezó a trepar. Se esforzó en preguntar: —De casualidad... ¿Saben de quién son estas trampas?
—¿Cómo lo sabríamos? Están por todas partes, ¡por todas partes! Quizás le pertenece a más de uno.
—Si es así, ¿dónde están? —Astrid llegó hasta la rama y usó uno de los dos cuchillos que siempre llevaba consigo para empezar a cortar. Comentó—: Cuando colocas una trampa, lo normal es mantenerte cerca de ella para evitar que alguien más robe lo que capturaste, ¿no?
—Un novato, evidentemen- ¡Ah!
La red cedió y los gemelos dieron quejidos dolorosos al caer al suelo. Astrid se deslizó de vuelta y sacudió sus manos.
—Como sea, poner tantas trampas debería ir contra las reglas. Tenemos que informar sobre esto —decidió Astrid.
—Bueno, no hay una regla que lo prohíba...
—¿En serio? ¿Ninguna?
—Quizás hay una sobre no comer tu presa, pero... Huh... —Brutacio hizo una pausa. Se palmeó los bolsillos y su propia camisa, pareciendo notar algo—. Ah... ¿Astrid? Quizás no es buen momento, pero...
—¿Pero? —Lo miró.
—Creo que finalmente perdimos la carta que debíamos cuidar.
—Alto, ¿qué? ¿Cuando?
—Bueno, la teníamos antes de quedar atrapados en esa trampa, debió caerse cuando fuimos arrastrados y colgados en ese árbol —hizo memoria Brutilda.
—Entonces, ¿la dejaron caer?
—Oye, dejamos caer muchas cosas cuando quedamos de cabeza de repente. No hubo preferencias.
—Exacto, yo no tengo ropa interior ahora mismo.
Astrid cerró los ojos, como queriendo borrar ese último comentario.
—Entonces, la carta del General Dragón, la que Estoico iba a leer delante del consejo cuando terminara la cacería... Estaba en tu ropa interior y se perdió.
—...Básicamente.
—¿Sin que vieran quien la tomó?
—Efectivamente.
—Bien, andando —curiosamente, Astrid no parecía molesta en absoluto. Se giró y dijo—: Alián, ¿puedes encargarte de liberar a las personas que faltan?
El niño estaba intentando sacar el hacha de Astrid de la trampa en la que había caído antes; esta cedió, pero salió volando por exceso de fuerza y cortó dos redes, una tras otra, liberando a dos grupos antes de clavarse en lo alto de un árbol. Alián se paró derecho, como si nada hubiera pasado y respondió: —Huh, claro, claro. Déjaselo a Alián.
Astrid le hizo un gesto de "más te vale bajar eso" antes de empujar suavemente a Brutacio y Brutilda para que caminen.
Cruzar el bosque llevó más tiempo de lo esperado, pero quizás no hubieran tardado tanto si los gemelos se hubieran concentrado más en caminar y no en quejarse de lo cansado que era caminar con tanto calor. Probablemente un cuarto del tiempo promedio de la cacería se perdió hasta que por fin vieron algo de la arena del sur.
—Hey, ahí están —Gustav corrió hacia ellos nada más verlos—. Astrid te complacerá saber que todo está en orden, lo manejé muy bien.
Ella asintió y preguntó: —¿Dónde está Patapez?
—Oh, él...
—¡Astrid! —Patapez también los había visto llegar y venía corriendo hacia ellos.
En lo que llegaba, Astrid miró a los gemelos y ellos parecieron recordar algo.
—Oh, cierto, creí ver algo sospechoso de camino aquí. Gustav, trae a la guardia.
—¿Ah, yo? Digo, sí, yo. Estoy a cargo.
Los gemelos y Gustav se fueron por su cuenta, hacia donde los demás miembros de la guardia se encontraban, y después de intercambiar unas pocas palabras todos empezaron a caminar hacia donde ellos señalaban.
—¿Huh? ¿A dónde van todos? ¿Pasó algo? —Patapez dudó en sus últimos pasos al plantarse frente a Astrid.
—¿Tienes todavía la bolsa que te di? —Preguntó ella en cambio.
—¿Bolsa? Oh, claro, aquí está —la bolsita colgada en el cinturón de Patapez fue descolgada y enseñada a Astrid.
—¿Nada extraño sucedió por aquí?
—No, todo tranquilo. Gracias a Odín no hay ningún indicio del General Dragón ni del Jinete Solitario. ¿Qué tal la competencia?
—Pues, alguien robó la carta que Brutacio y Brutilda custodiaban, la tomaron cuando ellos no veían.
—Oh...
—Sí, oh.
—¡Finalmente! —Exclamó alguien.
Patapez y Astrid lo miraron. Desde el bosque emergió Patán, quien evidentemente estaba de malhumor. Arrastraba una espada sin ganas y pareció por fin haber encontrado con quien quejarse: —Fui arrastrado a una pelea que ni siquiera empecé, golpeé y fui golpeado por desconocidos por horas, y cuando finalmente logré ganar, resulta que estábamos peleando por un Terror Terrible, ¡un Terror Terrible!
—No veo a ningún Terror Terrible contigo.
—¡Eso es porque me mordió y escapó! Cosa fea, espera a que te atrape... —Resopló malhumorado y se detuvo, por fin prestándoles atención—. ¿Y ustedes qué? ¿El plan funcionó? ¿Atraparon al espía?
—Qué bueno que lo preguntas, Patán, porque de hecho estábamos a punto de hacerlo —le hizo saber Astrid.
—¿En serio? Genial, muéstramelo entonces, déjame ver el rostro de esa pequeña rata traidora.
Astrid apoyó su codo en su mano y casualmente señaló hacia atrás.
—Ahí lo tienes.
No había pasado demasiado tiempo, pero los gemelos ya estaban de vuelta. El resto de la guardia ya no se podía ver, pero a quien sí se podía ver, era a la persona que venía con los gemelos.
Y esa persona era Gustav.
—Muy bien, la guardia ya está yendo a patrullar esa zona y si hay alguien sospechoso, definitivamente lo atraparan —sin tener idea de lo que hablaban, se detuvo delante de ellos con las manos en las caderas—. ¿Ahora qué sigue?
Astrid respondió: —Lo que sigue es que nos digas desde cuándo eres el espía del General Dragón.
La sonrisa de Gustav se congeló.
N/A:
Me disculpo por avisar que estaría desaparecida, su servidora empezó las prácticas y todo su tiempo está invertido en ello hasta que finalicen. Cálculo que dos semanas más y seré libre, entonces podré volver a escribir con normalidad.
Pero en compensación y hasta entonces, les dejo estas dos actualizaciones que de alguna forma logré terminar juntando todo el poco tiempo que he tenido. Esta parte terminó siendo más extensa de lo previsto así que decidí dividirlo, subiré el otro capítulo en unas horas, así que esperenlo~
Y gracias iluminibianca20 por siempre estar pendiente de esta historia, adoro mucho todos los comentarios que dejas siempre, lamento haber desaparecido!
• BONUS •
Carta para el General Dragón: Tu novia sabe lo nuestro, esta relación a distancia ya no puede continuar. Adiós. Att: Alguien que se muda a Paraguay.
Hipo: ???
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