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012

«Había una vez, un general que ayudó a matar al padre de alguien»

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—Oye, ¿lo escuchaste?

—¿Mmm? ¿Qué cosa?

—Dicen que anoche, los gemelos Torton atraparon un Terror Terrible que llevaba una carta en su pata.

—¿Qué? ¿Una carta?

—Así es, y ya sabes quién es el único que envía cartas usando dragones...

—Correcto, el General Dragón. ¿Significa que por fin envió una propuesta? Ha pasado casi un mes desde que Berk y Sin Retorno acordaron permanecer en un punto muerto, ¿por qué lo hizo hasta ahora?

—Quisiera preguntar lo mismo. De hecho, dicen que Estoico aún no la ha leído. Creo que esperarán a que todo este asunto de la cacería conjunta termine para reunir al consejo y leerla.

—Oh, cierto, todo esto de supervisar los preparativos para la cacería lo han tenido ocupado. Bueno, no es para menos, el Jefe Berserker viene para renovar el tratado de paz con Berk.

—Ajá, cómo cada año, renovaran la firma tras concluir el evento...

Berk se encontraba a inicios del verano, una de las pocas épocas calurosas que ese frío rincón del mundo experimentaba.

Normalmente, los Berkianos se estarían abanicando en el pórtico de sus casas, con nulas intenciones de hacer cualquier movimiento que les produjera más calor, pero eran fechas especiales, así que naturalmente, toda la isla estaba en movimiento.

—Esta cacería no solía celebrarse hace ocho años, ¿quién fue el de la gran idea? —se quejó Astrid, mientras cargaba un pesado barril lleno de espadas.

—Creo que fue el Jefe Berserker —contestó vagamente Patapez, llevando nada más que una lanza—, un tiempo después de que te fueras, él visitó Berk para la renovación del tratado y parecía tener una increíble sed de sangre; no dejaba de pedir que usáramos sangre de dragón para la firma, así que Estoico no tuvo más opción que organizar una cacería que pudiera entretenerlo. En el siguiente año hicieron lo mismo, pero le pareció muy aburrido que él y Estoico fueran los únicos cazando algo, así que sugirió una competencia y pues... Ahora es esto.

—Tengo problemas para imaginar a Olwald el Agradable actuando como un desquiciado con sed de sangre.

—¿Olwald? Oh, no, él ya...

Astrid le cortó: —¡Cuidado!

Le flecha de una ballesta zumbó en el aire y pasó justo por donde antes estaban sus cabezas, atravesando la pared de una casa y sacándole un grito a la persona que vivía allí. Aún agachados, Patapez y Astrid regresaron su vista al frente y miraron con mala cara a los gemelos.

Estos quitaron sus manos de la ballesta en la carreta.

—...¿Ves, Brutilda? Te dije que no estaba rota.

Astrid suspiró.

—¿Ya terminaron de jugar? —Se levantó y fue a dejar el barril en la misma carreta—. Aún tenemos cosas que hacer, no se distraigan.

—Descuida, Astrid, todo está bajo control. Nada de qué preocuparse.

—¿Incluido eso?

—En especial, eso.

Confía en nosotros, esta es nuestra especialidad —añadió Brutilda, muy segura de ello.

—Eso espero. Cuento con ustedes.

Patapez miró a Astrid inquieto.

—¿De verdad crees que hay un espía en Berk? —Consultó en voz baja.

—Pues hoy lo confirmaremos —contestó de forma despreocupada.

—Quizás deberíamos decirle a Estoico...

—No lo mencioné en esa reunión justamente porque crearía disturbios innecesarios. Las personas empezarían a desconfiar unas de otras si supieran que hay un espía entre nosotros, y ya conoces a Estoico, le desagrada mucho el General Dragón, quien sabe lo que haría si sospecha que hay un traidor trabajando para él. Es mejor tratar con esto nosotros solos, al menos por ahora.

—Oigan, y a todo esto, ¿en dónde está Patán? —Preguntó Brutacio, apoyando un codo en la carreta llena de armas—. No lo he visto últimamente.

—Ah, después de que el compromiso se canceló, los Hofferson y los Jorgenson discutieron hasta hartarse y actualmente no se hablan. Patán no tiene más opción que seguirle la corriente a su padre, así que me está evitando, al menos en público.

—Eso es terrible —soltó Patapez.

—¿Bromeas? Seguro son los mejores días de su vida —se rió Brutilda

—Lo son —Astrid suspiró con añoranza—. Atesoraré estos días sin Patán el tiempo que duren...

—¡Pss! ¡Astrid!

—...Y se acabaron.

Suspiró de nuevo y volteó. No muy lejos de allí, Patán se escondía detrás de una casa, asomando nada más que su cabeza mientras hacía señas.

—Sólo vine a desearte suerte en la cacería. Y no importa lo que pase allá, recuerda: no es personal.

—Gracias pero no gracias. No tengo interés en matar por deporte, no participaré.

—Mi padre me dijo que tu abuelo te inscribió

—¡¿Ah?! —Astrid volteó de inmediato—. ¿Mi abuelo hizo qué?

Patán se encogió de hombros y parecía que ya había usado demasiado tiempo en hablarle, porque se ocultó de vuelta y desapareció. Astrid se sintió frustrada.

—Agh, en serio, por qué tiene...

—Mírale el lado bueno, Astrid, nosotros no podremos participar este año pero tú podrás hacerlo en nuestro honor. Será divertido —la animó Brutacio.

—Hablaré con mi abuelo —agitó su mano, de malhumor—. Ustedes continúen llevando las armas para la cacería y sigan con lo acordado. Volveré pronto.

Ellos asintieron y ella se dio la vuelta, alejándose con un ceño fruncido.

Había pasado un mes desde que volvieron de Sin Retorno. Sorprendentemente, el General Dragón había cumplido su palabra y ningún disturbio suyo había ocurrido en Berk desde que Estoico aceptó sus condiciones, así que habían sido días tranquilos. Pero en medio de esos días tranquilos, el abuelo Hofferson se había negado a dirigirle la palabra a Astrid.

¿La razón? Astrid les había contado que había desafiado al General Dragón a una pelea por la cabeza del Furia Nocturna.

Normalmente, expresaba sus disgustos gritando y discutiendo, pero esta vez, Astrid lo había llevado a alcanzar un nivel de ira en el que ni siquiera quería dirigirle la palabra. Incluso cuando Astrid anunció que se había unido a la Guardia de Berk, el anciano fingió que no había escuchado nada y se alejó sin decir una palabra. Así había sido durante casi un mes.

Pero ahora, de repente la inscribía en una cacería...

Astrid no podía entender a ese hombre.

—Oh, miren, es el Jefe Berserker. ¿Cuándo llegó?

Caminando cerca de allí, Astrid escuchó esta oración y casualmente levantó la vista. Dos hombres que normalmente pastoreaban ovejas, estaban parados al borde del camino, desde donde se podía ver el muelle, y miraban con interés a lo lejos. Astrid sólo estaba pasando, pero por el rabillo del ojo ya había notado unos cuantos barcos que en la mañana no estaban allí, así que disminuyó su paso y sus ojos siguieron la línea de visión de los dos hombres.

En el muelle, la espalda de Estoico era inconfundible, y a su lado esa espalda parecía ser de Alián Haddock, resultando un poco gracioso lo similares que eran, siendo uno demasiado grande y el otro demasiado pequeño. Ambos estaban delante de otro hombre, el cual miraba hacia atrás mientras les gritaba algo a sus hombres. No fue hasta que regresó la mirada, riéndose por quien sabe qué, que Astrid finalmente pude verle el rostro.

Se sorprendió y dio unos pocos pasos más cerca.

—¿Ese es...?

—Dagur el Desquiciado —uno de los hombres que estaba parado junto a ella en el borde del camino, le contestó. La miró y pareció recordar algo—. Oh, cierto, eres la que estuvo fuera por ocho años, ¿no? Seguro no lo sabías, pero desde hace un tiempo que Oswald el Agradable falleció. Su hijo Dagur tomó su lugar y ha sido el líder de la Isla Berserker por los últimos cinco o seis años.

Astrid se sorprendió aún más.

No estaba muy familiarizada con Oswald el Agradable, pero debido a que en el pasado visitaba Berk cada año, no pudo evitar quedarse sin palabras ante la noticia de su muerte. Sin embargo, no sabía que le sorprendía más, si su muerte o que el lunático de su hijo —la persona menos calificada en el archipiélago— hubiese tomado su lugar.

—¿Cómo es que Dagur se volvió el Jefe? ¿Qué le pasó a Oswald? —Preguntó Astrid, sintiendo que algo era extraño.

—Nadie lo sabe, un día de pronto apareció Dagur en lugar de Oswald y le anunció a Estoico que él estaría firmando el tratado a partir de ahora.

—Las palabras que usó fueron que su padre se había "retirado" —añadió el segundo hombre, evidenciando con su expresión lo poco creíble que era eso.

—¿Mató a su padre? —Preguntó Astrid con sospecha.

—Eso es lo que todos dicen, y a decir verdad, yo también lo creo. Siempre está hablando mal de su padre, últimamente ya no lo hace tanto, pero deberías haberlo escuchado la primera vez que vino a firmar el tratado. Sino era algo sobre matar dragones, era sobre lo débil y fracasado que era su padre. Él realmente despreciaba lo amable que se había vuelto, no me sorprendería que lo hubiera matado sólo porque creía que no merecía el puesto de Jefe...

Astrid frunció el ceño.

Sabía que Dagur era algo inestable, lo había confirmado hace ocho años cuando se conocieron por primera vez. A Estoico se le había ocurrido invitar al hijo de Oswald para un entrenamiento en conjunto, así que ella y sus amigos se vieron obligados a convivir con él por varios días. Pero Astrid no recordaba que Dagur mencionara odiar a su padre.

Aunque bueno, en ese entonces la muerte de sus padres estaba muy estaba reciente, no es como si ella hubiera tenido cabeza para prestar atención...

—De hecho, por mucho tiempo estuvo circulando el rumor de que organizó una revuelta para derrocar a su padre —aseguró el primer hombre—. Dicen que reunió a todas las personas que pensaban como él para dar un golpe un de estado, y que incluso, recibió ayuda del mismísimo General Dragón.

—¿Qué? ¿El General Dragón? —Astrid volteó de inmediato.

—Sí, de acuerdo con algunos, sus dragones fueron los que ayudaron a Dagur a tomar el trono Berserker.

Eso... Eso fue un poco impactante.

—Pero... ¿por qué el General Dragón lo ayudaría? —No pudo evitar preguntar.

—Bueno, yo también quisiera saber eso.

—No sé si sea cierto, pero una vez escuché que en realidad...

—¡Oigan! ¿Qué hacen ahí parados? —Un hombre con una oveja bajo su brazo trotó hacia ellos—. ¡Los Berserker llegaron! ¡A ellos les encanta practicar sus lanzamientos con nuestras ovejas! ¡Hay que guardarlas rápido!

—¡Ay no, es cierto! —Las personas con las que Astrid había estado conversando se olvidaron por completo de ella y echaron a correr.

Astrid permaneció justo donde estaba, y aquella expresión difícil de describir se mantuvo mientras daba un último vistazo al muelle.

Así que el General Dragón había atacado la Isla Berserker...

Si alguien se lo hubiera dicho hace un mes, Astrid ni siquiera hubiera parpadeado ante ello, pero ya había conocido al General Dragón, él ni siquiera tenía interés en devolver el golpe a Berk, ¿por qué ayudaría a Dagur el Desquiciado a tomar una isla?

Es cierto que no estaban en un nivel de relación en el que pudiera decir con seguridad "él no haría esto" "él no haría aquello", pero por alguna razón, Astrid sintió que quizás... quizás había una historia oculta que nadie más sabía.

Bueno, al final no tenía cómo saberlo.

—¡Abuelo! —Tan pronto cruzó la puerta de la casa, Astrid lo llamó—: ¿Abuelo, estás en casa?

En la sala, el abuelo Hofferson estaba sentado frente a la mesa, limpiando esa vieja pala de la que era inseparable. Al escucharla, dijo indiferentemente: —¿Necesitas algo?

Ella posó sus manos en sus caderas, deteniéndose delante de él.

—¿Es cierto que me anotaste para participar en la cacería de hoy?

—Huh, sí. ¿Y qué?

—¿"Y qué"? Abuelo, no me has dirigido la palabra en semanas, ¿y ahora de la nada lo haces para decirme que debo participar en una cacería? ¿Es en serio?

—No es cualquier cacería. ¿No sabes que los Jorgenson pondrán a todos sus hijos a participar este año? No podemos perder, no después de que ese Patán te hiciera lo que te hizo, ¿cómo pudo dejarte? ¡Nadie desprecia a mi nieta!

—¿No estabas enojado conmigo?

—¡Lo estoy! ¡Pero esto es personal!

Astrid suspiró.

—Los Hofferson dicen que fue culpa de Patán, y los Jorgenson dicen que fue mía, aun cuando Patán y yo ya les dijimos cientos de veces que ambos lo decidimos así. ¡Nadie botó a nadie!

—¡Al diablo! ¡Vas a ir a esa cacería y traerás la mitad de las presas!

—¡Abuelo!

—Y es mi última palabra —regresó a su pala.

—...Sólo estás haciendo esto porque aún estás enfadado por mi pelea con el General Dragón, ¿no es así?

—.... —El abuelo Hofferson arrojó el trapo al suelo—. ¡Enfadado ni siquiera alcanza a definir como me siento! ¿Cómo pudiste hacer algo tan tonto como desafiarlo a una pelea?

Así que finalmente explotó...

—¿Piensas que no ganaré? ¿No crees que me estás subestimado demasiado?

—¿Lo ves? Ni siquiera sabes cuál es el verdadero problema aquí. Y no sé qué me molesta más, mi nieta arrojándose a una pelea sin sentido o los rumores de que el tipo con el que peleará quiere pedir su mano en matrimonio

—...¿Qué?

—¡Está en boca de todos! Sé sincera niña, ¿qué tanto estuviste haciendo en esa isla?

—¡Intenté cortarlo con mi hacha y le dije que mataría a su dragón! ¿Por qué demonios querría casarse conmigo?

—¡Tratas igual a Patán y hasta hace poco estaba llorando por ti!

—¡Es Patán! ¡Su lema es: si no duele no sirve!

—¡Eso no me tranquiliza! Si quieres hacer algo por este viejo, ¡participa en la cacería! ¡Qué se corra la voz de que mataste cien dragones! ¡A ver si así el General Dragón ya no te quiere de esposa y los Jorgenson esconden la cabeza en la tierra!

—¿Y es tu última palabra?

—¡Sí!

Astrid exhaló, frustrada. Como esperaba, el abuelo Hofferson era un necio. No le dejaba opción.

—¿Sabes qué? Le diré a la abuela.

—...¡Oye! ¡Vuelve aquí!

Pero Astrid ya estaba atravesando la cocina, hacia la puerta trasera.

—Abuela, ¿crees que puedas hacer entrar en razón al abuelo? Otra vez está siendo...

Antes de que pudiera terminar, sus ojos se detuvieron en cierto lugar en el patio. Tanto sus pies como su boca dejaron de moverse.

—Oh, As, ¿volviste tan pronto? —La abuela Hofferson notó su presencia en el patio y se levantó, quitándose los guantes llenos de tierra—. Qué bueno que estás aquí, te preparé unas galletas para la cacería, también hice unas cuantas para tus amigos. Los jóvenes no deben pasar hambre. —La mujer notó que su nieta no dejaba de mirar hacia cierto lugar. Volteó e hizo un gesto de comprensión—: Oh, me encontré con un muchacho Berserker cuando regresaba, me ayudó a cargar las bolsas y también estuvo ayudándome con el jardín. Era muy agradable, incluso dejó esta gallina para ti...

Astrid caminó un par de pasos y la recogió. Ambas se miraron, pero al escuchar eso último, regresó a mirar a su abuela.

—¿Para mí?

—Sí, sí. La dejó como agradecimiento por los consejos que le di para cultivar girasoles, le dije que no era necesario, pero insistió... ¡Oh! Incluso le enseñó a tu abuelo una técnica para pulir su pala, quién lo diría, los Berserker no sólo saben golpear cosas...

—¿Él entró a la casa?

—No podía dejar que se fuera sin al menos ofrecerle algo de agua, As, eso hubiera sido grosero.

Astrid corrió con todo y gallina de vuelta a la casa. Su abuelo ya estaba de camino para seguir discutiendo y reclamó en voz alta cuando Astrid casi chocó con él al pasar. Ella subió las escaleras hacia el ático —que hace mucho había dejado de serlo y ahora era su habitación—, y allí, lo primero que vio fue cierta cosa reluciente sobre su cama.

Lentamente, Astrid bajó la gallina y se acercó.

Al hacerlo, descubrió que en la cama también había una nota. Esta página, que parecía haber sido arrancada de algún cuaderno, tenía una frase corta garabateada de forma diagonal.

"No la pierdas de nuevo"

—¡Astrid! ¡No corras cuando llevas tu hacha!

Astrid ignoró a su abuela y saltó la cerca del jardín. Con la misma rapidez con la que había subido a su habitación, salió de casa y corrió hacia la playa.

Ella sabía. Como miembro de la Guardia de Berk, sabía que había un único punto ciego en la isla que podía ser abordado por intrusos. Un barco podría ser detectado, pero si volara...

Astrid aumentó la velocidad de sus piernas.

Detrás del pueblo había un bosque. Y detrás de este bosque había una playa mayormente rocosa por la que era difícil avanzar y tenía cuevas con suelos que se caían en pedazos. Allí, probablemente había una persona.

Una persona con una sonrisa amable que exageraba con sus disfraces.

Debería estar de pie en la playa, con su sombra reflejando en la arena mientras le daba la espalda al bosque y contemplaba el mar. También, debería haber un dragón negro que saldría perezosamente de una de las cuevas y se pararía a su lado, haciendo un gesto para que se fueran de una vez.

Sin embargo, cuando Astrid llegó, no había nadie allí.

Ese rincón de Berk, estaba en silencio. Lo había estado desde hace un rato y todo lo que quedaba eran huellas en la arena.

Cuando Astrid llegó, había mirado alrededor y buscado por un rato antes de bajar la mirada y darse cuenta de estas huellas. Resulta que sin darse cuenta, se había parado junto a ellas mientras miraba a su alrededor. Estas huellas eran de esa persona, y a juzgar por su profundidad, debió de permanecer allí por un rato largo antes de marcharse.

Finalmente, Astrid suspiró.

—Hipo, Hipo. Realmente eres...

En la lejanía, el sonido de un cuerno que anunciaba que pronto partirían a la cacería se escuchó a través del bosque. Este también era un recordatorio de que Astrid y sus amigos tenían un espía que atrapar. Así que incluso si quería quedarse, no podía. Por lo que cuando el cuerno sonó por segunda vez, ella ya estaba corriendo de regreso al pueblo.

En la arena, las huellas persistieron incluso cuando la sombra se alejó. Pero si alguien las viera en este momento, pensaría que hubo dos amantes que se pararon juntos a contemplar el mar.


















N/A:

Astrid todavía no explica el porqué piensa que hay un espía o de donde surgió esta sospecha, en el siguiente capitulo lo contará, así como también explicará cuál fue el plan que idearon (por si pensaron que sí lo había dicho y que se les olvidó)

Y pues, es de mi agrado informarles que ahora que se acabó el arco conocido como "Yo soy Carlos Santana", empieza uno al llamaremos "Sullivan, dame a la niña" jsjsjs ¿por qué el nombre? Lo averiguaremos.jpg

El siguiente capítulo es un especial, ya saben lo que pasa ahí. El último fue de Brutacio, esta vez es de alguien más. Pista tamaño salvajibestia: Ese alguien no es humano xD

En fin, me despido. Tomen agüita, revisen que el micrófono esté siempre apagado y recuerden que gracias a Sylvie, este fic ahora es canon (?)

Okno, hasta la próxima!

Bonus

Estoico: La seguridad en Berk es la mejor, nada pasa aquí sin que yo me entere.

General Dragón, almorzando en la casa de los Hofferson después de pasearse por todo Berk a la luz del día: Me estás retando?

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