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008

«Había una vez, el asesino que un general protege»

●○●○●○

—¿Puedo preguntar qué me delató?

Astrid lo miró.

—Sé que no soy bueno en esto, pero ¿cómo supiste quién era?

Ella se quedó en silencio. Después de una larga mirada de consideración, finalmente habló.

—Me llamaste "mi lady" —respondió—. Además del General Dragón, nadie más me ha llamado así.

Hipo parpadeó. —Oh...

—Y no es como si te hubieras esforzado en ocultarte —añadió, mirándolo inexpresivamente—. Una nota en la frente hubiera sido menos sospechoso.

—Jaja, sí, supongo que no fue una sorpresa...

Astrid no negó ni asintió, en su lugar preguntó: —¿Por qué nos salvaste?

Aunque Hipo seguía sonriendo, también desvió la mirada. Parecía que esperaba este interrogatorio, pero por la forma en la que jugueteaba con el borde de su capa, parecía secretamente nervioso.

—Los Terrores Nocturnos me alertaron de un barco que estaba entrando a nuestras aguas. Fui a echar un vistazo, pero cuando llegué ya habían molestado al Submaridestrozador así que, ¿se podría decir que les di una mano aprovechando que ya estaba ahí?

—¿Sabías que éramos gente de Berk?

—No en ese momento. Sus velas estaban un poquito quemadas.

Gracias, Brutacio y Brutilda.

—Entonces, ¿simplemente viste a un grupo de extraños a punto de ser arrastrados por un remolino de agua y decidiste que sería buena idea salvarlos y llevarlos a tu isla? —Preguntó, sólo para estar segura.

—Dicho de esa forma suena muy sencillo, pero en realidad fue muy complicado. Había lluvia, rayos y casi fui arrastrado por su barco cuando tratamos de tirar de él, fue tan... Ah, sí, lo siento por la mitad faltante, puedo jurar que estaba ahí la última vez que miré atrás, pero jaja, eh...

Astrid sólo lo miró. Hipo finalmente cerró la boca.

Bueno, Astrid ya había deducido por su cuenta que la razón por la que se salvaron, era porque Hipo los había encontrado en medio de la tormenta y los había arrastrado fuera de ese remolino hasta la playa más cercana, pero no había podido adivinar el motivo. ¿Era tan desinteresado? ¿De verdad?

No podía evitar sentir había algo más.

—Nadie le da un trato especial a nadie a menos que quiera algo a cambio. Mucho menos a su enemigo. Así que dilo, ¿qué es lo que quieres? Debe haber una razón de por la que el General Dragón sea tan hospitalario con gente de Berk.

—No sé qué te han dicho sobre mí, pero no tengo ningún rencor personal hacia Berk, quizás hacia su obstinado jefe, pero tú... digo, ustedes, no tienen nada que ver con eso. Sólo estoy haciendo lo que se siente... bueno, correcto. Es todo.

Astrid no respondió. Le sostuvo la mirada a Hipo por un largo minuto, y justo cuando parecía que iba a dar una respuesta, de la nada preguntó: —¿Tú y yo nos conocemos de alguna parte?

Hipo parpadeó. Una risa extraña salió de sus labios.
—¿De nuevo esa pregunta? ¿Por qué lo piensas?

—¿Y por qué no lo pensaría? —El ceño de Astrid ahora estaba fruncido—. La noche del banquete me reconociste, incluso sabías mi nombre, luego ayer ni siquiera mencioné que el arma que perdí fuera un hacha y aun así supiste exactamente cuál recuperar. Además te disculpaste, como si supieras lo importante que...

Quizás fue por la mirada que le estaba dando Hipo, pero se detuvo. Recobró la calma y continuó: —Es... evidente que esta no es la primera vez que nos encontramos, y no, no hablo de la noche del banquete, hablo de mucho antes. ¿Eres alguien de mi pasado? ¿Te conocí mientras viajaba, en algún muelle o...mucho antes?

Fue el turno de Hipo de quedarse en silencio. Su expresión era indescifrable, pero la forma en la que miraba a Astrid era...

Como si esperara que ella misma supiera las respuestas.

Suspiró.

—Bien, no lo digas.

—Astrid...

—General Dragón, gracias por todo lo que ha hecho por nosotros —expresó de pronto, colgando su hacha en su espalda, como si estuviera dando por terminada la conversación—. Mis amigos y yo nunca podremos agradecerle lo suficiente, con suerte le devolveremos el favor algún día. Hasta ese momento...

—N-No es necesario —se apresuró a decir Hipo, agitando sus manos—. Tampoco hay prisa, pueden quedarse y descansar un poco más. No hay cabañas extra, pero podríamos...

—Todavía es mejor si regresamos a Berk. 

Hipo se detuvo. Después de un momento sólo pudo suspirar, como si se rindiera en tratar de mejorar el ambiente.

—Creí que el corto tiempo que pasamos juntos había servido para demostrarte que no soy tu enemigo —expresó, en voz baja—. ¿El General Dragón es de verdad tan terrible? ¿Lo suficiente como para que el buen momento que pasamos frente a la fogata no signifique nada ahora?

Astrid había desviado la mirada desde hace varias oraciones atrás, pero algo en ese tono la hizo regresar a mirarlo.

...No es que él fuera terrible, es sólo que las personas que aman a los dragones y las personas que matan dragones sólo pueden compartir un tipo de relación.

Y aunque Astrid podía simplemente dejar las cosas así, todavía sintió que era incorrecto dejar que Hipo pensara que el problema aquí era él. Un sentimiento fugaz que hizo que su máscara inexpresiva se deslizó un centímetro.

—No es...

De pronto, los arbustos se agitaron.

Ninguna de las dos personas había estado prestando atención a los ruidos del bosque, pero desde hace un rato que algo había estado dirigiéndose hacia ellos a toda velocidad, y no fue hasta que salió de los arbustos y saltó hacia ellos, que voltearon a verlo.

Un dragón que era negro de la cabeza hasta la punta de la cola se arrojó sobre Hipo, derribándolo y lamiendo su cara, como toda una mascota que no ha visto a su dueño en años.

—¡Chimuelo, que...! —Hipo se había sorprendido, pero de inmediato su rostro cambió—. ¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que no vinieras, ¿por qué...?

Miró a Astrid desde el suelo y pareció ponerse más nervioso todavía mientras trataba de que el dragón dejara de lamerlo.
—Astrid...

Sin embargo, Astrid no lo estaba escuchando, tampoco lo mirada.

Todo lo que sus ojos podían ver era a ese dragón. Un Furia Nocturna. El dragón que... El dragón qué...

—¡Astrid, vete!

—¡No! ¡No voy a dejarlos!

—¡Nosotros saldremos por arriba, tú ve por ayuda! ¡Rápido, antes que el fuego se propague a otras casas!

El hacha pasó de estar colgada a ser sostenida. El dragón rugió, y el castaño gritó: —¡Astrid, detente! ¡No lo hagas!

—¡Raíz! ¡Raíz!

—¡Astrid, no puedes estar aquí, hay un Pesadilla Monstruosa cerca! ¡Ve con los demás chicos y ayuda con las cubetas de...!

—¡Raíz, mis padres están en problemas! ¡Nuestra casa se está quemando y ellos siguen adentro!

—¡¿Qué?!

Una serie de ataques quemaron el suelo, y ambas figuras rodaron por la tierra cuando una se arrojó sobre la otra. Lucharon un momento, pero al final el dragón aplastó el cuerpo debajo de él y abrió la boca, a punto de soltar otro disparo.

Hipo tiró de él con desesperación: —¡CHIMUELO, NO!

—¡Astrid, no!

—¡No me importa! ¡Ayudaré! ¡Vamos, la casa está justo...!

—¡FURIA NOCTURNA, A LA VISTA!

El hacha abofeteó la cara del dragón y tras una patada, este rodó hacia alguna parte, quitándoselo de encima. Ella se puso en pie, pero de la nada unas manos la sujetaron.

Ni siquiera pestañeó. Lo atacó y tras una serie de movimientos, se quitó su agarre de encima, pero todavía no pudo deshacerse de esa persona. Hipo la esquivó, trató de sujetarla, esquivó y continuó tratando de sujetarla, pero aunque demostró ser capaz de seguirle el ritmo, al final fue pateado y rodó por el suelo.

—Astrid... lo siento mucho. Ellos ya habían logrado llegar arriba, pero... el Furia Nocturna lanzó un ataque al techo y no... No hubo nada que hacer...

Astrid estuvo a punto de llegar de nuevo al dragón. Él también estaba esperándola, listo para responder. Pero una espada envuelta en llamas fue y se clavó delante de ambos.

—¡Basta! —A tropezones, Hipo se interpuso entre ambos, levantando sus manos—. Ya... basta.

Astrid estaba apretando fuertemente el agarre en su hacha.

—Quítate.

—Astrid, por favor baja eso.

—¡Qué te quites! —Gritó enojada—. ¡Esto es entre ese dragón y yo!

—Lo siento, no es la forma en la que hacemos las cosas aquí. Puedo ver que tienes un gran resentimiento, pero...

—¡Ese dragón asesinó a mis padres! ¡Esto no es algo que se pueda resolver hablando! —Declaró, sin darle tiempo a nada—. O muere él o muero yo, pero no pienso dejarlo ir. Si lo entiendes, no intervengas.

Intentó pasar, pero Hipo volvió a interponerse.

—No es asunto mío, eso lo sé. No puedo impedirte vengar a tus padres, eso también lo sé. Pero no es la única manera —le hizo un gesto—. Si me dejaras mostrarte...

—¡No pienso escuchar nada de lo que tengas que decir! —Señaló al Furia Nocturna con su arma, casi con burla—. ¿Yo no tengo que matar a tu dragón pero el sí tenía que matar a mis padres? ¿Esa es tu lógica?

—No es lo que quise...

—Si piensas que todos los dragones son inocentes sólo por ser dragones, si esto es lo que proteges, entonces...

—Astrid.

—¡Entonces tú y yo sólo podemos ser enemigos!

Hipo se quedó sin palabras.

...Por supuesto, las personas que matan dragones y las personas que protegen dragones sólo pueden compartir un tipo de relación. Si no se decidió entonces, se decidió cuando el Furia Nocturna de uno mató a los padres del otro.

Así era.

Sin embargo...

—Para ti, es el dragón que mató a tus padres, pero para mí, él es mi mejor amigo. La única familia que tengo además de Heather —le hizo saber, manteniendo un tono calmado—. No puedo sentarme y permitir que le hagas daño, aún si estás en tu derecho.

—¿Un dragón significa tanto para ti?

—¿Y una venganza?

Astrid entrecerró los ojos. De pronto asintió.

—Bien.

—¿Bien?

—Bien. —El hacha se movió hacia Hipo—. Pelearé contigo primero.

—¿Eh?

—Estaba lista para pelear con el General Dragón de todas formas. Toma tu espada.

—No voy a...

Astrid lanzó un corte.

Hipo se vio obligado a arquear la espalda y retroceder, al segundo tuvo que tomar la espada del suelo y bloqueó. El Furia Nocturna gruñó, con intenciones de intervenir. Hipo le hizo una señal con su mano para que esperara, y en menos de cinco segundos, él y Astrid intercambiaron toda una docena de movimientos de ataque-bloqueo.

A pesar de que eran sólo movimientos de defensa, fue suficiente para que Astrid pudiera darse cuenta de la gran diferencia que había entre ambos estilos de pelea. Quizás podría haberlo identificado y saber de que tribu venía Hipo, si de pronto este no hubiera presionado algo en el mango de su espada, liberando gas y creando una pequeña explosión que puso fin a los ataques de Astrid

Ella retrocedió, aturdida, y en seguida le lanzó mirada.

—Tú...

—¡Si vamos a hacer esto, entonces hagámoslo algo oficial! —Le dijo, antes de que hiciera otro movimiento—. Ya que atacaste primero ¿se podría decir que lanzaste el desafío? Y siguiendo las viejas reglas vikingas, la parte desafiada tiene derecho a elegir el lugar, ¿estoy en lo correcto?

—¿Qué tonterías...?

—¿Eso fue un sí?

—Agh, ¡sí!

—Bien, pues no quiero pelear aquí. Este lugar no... no está destinado para eso, no puede ser aquí.

Astrid casi se burló: —¿Y qué lugar preferiría el General Dragón?

—Te lo diré, pero tienes que prometer que lo cumplirás. No aceptaré pelear en ningún otro lugar que no sea ese, debe ser ese lugar sin importar que.

—Oye, en serio tú...

—Sin. Importar. Que.

—¡Bien, de acuerdo! —Astrid se movió, impaciente—. ¿A dónde quieres ir? Dilo rápido.

—Yo quiero... —Los ojos de Hipo se deslizaron por el lugar y tras considerarlo, soltó—: Quiero pelear junto a las flores de manzana.

Astrid pausó.

—¿Flores de manzana?

—Flores de manzana.

—Estamos a finales de primavera. Ya no hay flores.

—Entonces nuestra pelea será cuando vuelvan a florecer.

—¡¿Eh?!

—Sip, en la siguiente primavera del siguiente año. —Astrid abrió su boca, pero Hipo no la dejó protestar—: Prometiste que sería en el lugar que escogiera, yo escojo ese, no puedes oponerte.

—¡Un lugar! ¡No una época del año!

—Escogí un lugar. Dije "Quiero pelear junto a las flores de manzana", eso significa que cualquier lugar junto a un manzano lleno de flores es acto. Sin embargo... —miró a su alrededor con aparente desconcierto—, en esta isla hay tantos manzanos, pero ninguno tiene flores. Así que a menos que puedas encontrar en el archipiélago algún manzano que aún tenga flores...

¡La respuesta a eso era un rotundo no!

En primavera, los manzanos se llenaban de pequeñas flores de color rosa pálido, pero tan pronto eran polinizadas, estas perdían sus pétalos y lo que quedaba en la punta de su tallo era un regordete capullo que crecería hasta ser una manzana. Algunas flores incluso se caían sin dejar atrás un fruto, no había forma de que siendo casi comienzos de verano quedara alguna flor.

¡Y eso él lo sabía!

—Hiciste esa elección a propósito —acusó.

—Tu venganza ya ha esperado varios años, ¿qué es uno más? El resultado no cambiará incluso si es en diez años.

—Si no cambiará, ¿por qué esperar tanto? ¡Sólo estás posponiéndolo!

—Que sea en un año es mi única condición, y teniendo en cuenta que quieres matar a mi mejor amigo... ¿Escuchar mi petición no es lo menos que puedes hacer?

—Tú...

El General Dragón no debía ser temido por tener una isla llena de dragones. ¡El General Dragón debía ser temido por su inteligencia y astucia!

Claramente había manipulado la situación, y aunque estaba terriblemente tentada a no escucharlo y no esperar un año, mientras más lo pensaba, más se daba cuenta de que no tenía otra alternativa.

Antes no había pensado en las consecuencias, pero de hecho, si hería al General Dragón y mataba a ese Furia Nocturna, el Jinete Solitario y el Hijo de Eret jamás dejarían que se fueran con vida. Sus amigos y ella seguían atrapados en Sin Retorno, después de todo. Incluso Berk podría verse involucrado si actuaba imprudentemente.

...Y lo más probable, es que Hipo ya hubiera pensado en todo eso.

El muy astuto le estaba dando la oportunidad de volver a Berk, esparcir la noticia del duelo y explicar la situación a su familia. En una pelea oficial, era un tabú interferir y una regla respetar el resultado, así que si informaban de ante mano a ambas islas, no habría que temer que algún bando buscara venganza después. Era el mejor arreglo.

—¿Astrid?

La rubia tomó aire.

—Tu hermana dijo que nos llevarías de regreso —con serenidad, lo miró—. Necesitas a ese dragón para eso, ¿no?

—¿Uh? Oh, sí, por supuesto.

—Bien. —Finalmente, el hacha fue guardada, regresando a su espalda—. Hasta que llegue la primavera, no lastimaré a tu dragón, tampoco trataré de matarlo. A cambio, mantendrás tu palabra y sin importar que, pelearas conmigo el día que las flores florezcan.

—Lo haré.

—No huiras.

—No huiré.

—Y sin importar quien gane, el perdedor deberá concederle al ganador lo que pida.

—Es un trato —extendió su mano, ofreciéndosela—. Y ya que mantendremos un tipo de relación pacífica durante este año, ¿por qué no intentar ser...?

—Baja la mano.

—Bajo la mano —la retrajo.

—Créeme, si voy a matar a tu dragón, es mejor si tú y yo no somos amigos.

—Al menos sé que no es personal —intentó bromear.

—No hace falta que sea personal para que vikingos y dragones vayan por caminos distintos —Astrid dio un paso hacia un lado—. Pero la deuda que mis amigos y yo tenemos con el General Dragón no será olvidada, independiente de nuestro acuerdo.

Con eso, Astrid se dio la vuelta. Hipo la observó, y aunque dudó, justo como si tuviera algo que aún no había dicho, en un impulso estiró su mano.

—¡Espe...!

Pero Astrid ya se había detenido. No por Hipo, si no porque se había dado cuenta de algo que durante la discusión no notó.

Patapez, Brutilda y Patán estaban allí.











N/A:

Si todavía tienen dudas sobre porque Astrid se volvió tan fría con Hipo, sólo piénselo así: Astrid fue a esa misión con el objetivo personal de matar a un Furia Nocturna, pero de pronto descubre que el chico que le empezaba a agradar es, de hecho, el dueño de ese Furia Nocturna, sin mencionar el enemigo de su jefe, Estoico. Lo más natural sería poner distancia entre ambos y evitar construir una amistad, no sólo por el resentimiento entre vikingos y dragones, sino porque Astrid no va a renunciar a su venganza por alguien que recién conoce, y ser amigos ahora sólo haría complicadas las cosas después.

Nuestra Astrid siempre piensa con la cabeza fría TTwTT

Tardé taaaanto en escribir este capítulo, el Hiccstrid discutiendo es muy difícil, soy un bebé, ¡no discutan frente al bebé! (???). Pero no se preocupen, Hipo no consiguió un año por nada, debe aprovechar ese año y (¡enamorarla!) mejorar las cosas. Y que inteligente fue para conseguirlo xD

El siguiente capítulo es un especial, Brutacio me amenazó con una pluma de Gallina para escribirlo. Hasta entonces 👋👋

Bonus

Hipo un día atrás: Te quedarás en mi cabaña y no saldrás por nada del mundo.

Chimuelo: Que salga y llegue justo cuando estés a punto de arreglar las cosas con tu crush, lo tengo.

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