Noche XXVIII: Flores destrozadas
–No es bueno, están muy mal. –Informa Kureha, sosteniendo a Renelle, cuya sangre brota por sus múltiples heridas reabiertas que no se habían recuperado del todo, al igual que Luka, Samantha y Stella, quienes están siendo atendidos por Marianne, Carine y Yona. A pesar de la intensidad de la herida, esperaba sanar completamente en cuestión de días; Kureha había culpo el estrés y deshacer una vez más todo el trabajo que su cuerpo había estado realizando para detener la herida. Se había reabierto y ahora la nipo-francesa esta postrada en cama la mayor parte del tiempo. Lelouch aún está de pie, incrédulo ante lo sucedido.
–Si esa cosa fue traída por Ares, entonces debemos estar preparados... –Dice para sí, suspirando hondo.
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–¡Conde! ¡Ares-sama! –Road dijo con voz cantarina. Estaba de buen humor– ¿Adivina qué descubrimos?
El regordete conde se giró para mirar a los dos Noah entrantes con el ceño fruncido mientras Ares solo los veía de reojo por el rabillo del ojo.
–Será mejor que esto sea bueno, Road-chan. –Dijo Adam– ¡Lulu Bell está gravemente herida y quiero que alguien vengue su derrota por ella!
Tyki hizo una mueca al sentir que el aura amenazante del Conde aumentaba con ira. Ares solo suspira ante su incompetencia.
–La perseguimos toda la noche y ella no reveló nada. –Dijo Road, saltando al regazo del Conde Milenario– Sólo cuando descubrimos algo interesante.
–¿Y qué es?
–Descubrimos que el Decimocuarto engendro una niña con una humana. –Dijo Tyki.
–¿Un hijo? –Dijo interesado en la conversación Ares.
–Sí, Ares-sama. –Dijo Road consoladoramente, desenvolviendo otra paleta– Esa niña junto a la general serán inconveniente en nuestros planes.
–¡¿Un general y un mestizo?! –El Conde pareció contemplar la noticia por un momento– Hm. Bueno, esto nos dice mucho sobre la situación actual de la Orden y esos niños... y como no eliminamos a Cross y al Decimocuarto, estoy seguro de que la Orden lo hizo... ¿y las chicas son sus sucesoras?
Los dos Noah que escuchaban se encogieron de hombros.
–Ya veo, ya veo… –Dijo finalmente el Conde– Con que finalmente hizo su movimiento… Yo pensaba que tardaría un poco más.
–¿Y eso es bueno, Conde? –Pregunta Debbito, que con Jasdero aparecen en el salón, todos llenos de tierra.
–Para nosotros sí, para ellos no. Esta podría ser la última noche de ese Guardián que todos llaman: "Renelle". –Se estremecieron ligeramente al escuchar el rencor en sus palabras.
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Todos están reunidos en el salón de investigaciones provisional de Bak. Renelle, Samantha, Stella y Luka aún están vendados, pero ya se ven más recuperados. La única Exorcista presente, inconscientemente se sento en medio de sus tres compañeros, esbozando una gran sonrisa, ante las risas forzadas de los otros tres.
–Luka... –Le dice Stella entre dientes.
–No te fijes... –Responde con los párpados arqueados.
–¿Sucede algo, Stella-san, Onii-chan? –Mira de un lado a otro, de forma inocente.
–No, no pasa nada, Sam. –Dice él.
–Erh-hem... ¿Podrían ponerme atención? Estamos hablando de algo muy importante. –Señala la pantalla Marianne, donde imágenes de Nea y Renelle transformados están siendo proyectadas.
–Sí. –Responden los cuatro a la vez. Junto a Renelle está sentado Lelouch, que tiene los brazos cruzados y los ojos cerrados, y después de él está Cornelia, muy seria. En el extremo opuesto, junto a Samantha, está Carine, en la misma actitud. Yona y los demás se encuentran distribuidos alrededor de la sala, mientras un sirviente maneja la computadora con la que están trabajando.
–Como pueden ver, la transformación que Nea y Renelle-kun demostraron durante sus últimas batallas que sostuvieron, fue lo que les permitió agenciarse la victoria. –Muestran escenas de Renelle expeliendo el resplandor verde y morado a su alrededor, enfrentada con Chaser. En ese instante, Carine levanta la mano, curiosa.
–¿Sí?
–¿En qué momento tomaste video de todo eso?
–Ah, no se fijen, es que la cámara de Sodom es la mejor.
–Ohh… Sin duda es impresionante, el hermano de Luka-san. –Lo alaba ella, realmente sorprendida.
–Erh-hem... –Retoma la palabra Marianne– Por los análisis que hemos hecho en los cuerpos de ambos, así como de las partículas residuales del lugar donde sucedió, es más que seguro decir que esta transformación les da poderes de Noah, pero no suprime la sincronización con la Inocencia. –Explica mostrándoles un diagrama del cuerpo humano, mitad blanco y mitad negro. Todos se quedan recelosos ante la aseveración de Marianne. Nea asiente con pesadez mientras Renelle baja la mirada.
–Entonces, es verdad... Somos Noah... Nea y yo... –Dice la joven, nerviosa.
–Ellie... –Le llama él, un poco más consciente de su situación. Stella los mira a ambos y les muestra una sonrisa. Nea se la devuelve, tranquilo.
–Sin embargo. –Prosigue la baronesa– Lo que salió de ustedes en ese momento fue puro poder, una cantidad rebosante y espectacular de energía, pero nada más que eso. Es como si hubieran despertado el poder de la Materia Oscura, pero no así la voluntad del Noah de su interior. –Propone la teoría mirando algunos datos en la pizarra.
–Quiere decir... –Interviene Samantha– Que los Noah les dieron su poder...
–Se los prestaron. –Corrige Nea, mirando a Kureha.
–Los Noah tampoco están en la mejor disposición de permitir que el Caos se interponga en la batalla de la luz y la oscuridad, así que era de esperarse que tomarán esa decisión. –Agrega Kureha.
–En pocas palabras, ustedes, Vaughan, Ren y D. Campbell, serán capaces de controlar el poder de su Noah interno siempre y cuando este esté en equilibrio con el poder de su Inocencia. –Resume Marianne, neutral.
–Balance... –Repite Renelle.
–¡Exacto! –Exclamó Marianne– Es como si su transformación reflejara el equilibrio de fuerzas que existen en la vida... y al estar balanceadas aumentan el poder del usuario exponencialmente a tal grado que ni el más poderoso Exorcista ni Noah puede compararse con lo que se obtiene. –Luego baja el tono de su voz, menos alegre– Sin embargo...
–Un poder así de grande no puede ser tan fácil de obtener... –Infiere D. Campbell.
–Precisamente... se corren algunos riesgos si utilizas esta habilidad de manera precipitada. –Procede a enumerar mientras mira a Kureha, que asiente– Pone en riesgo su integridad física... tanto poder es una carga demasiado pesada para sus cuerpos, y eso debieron entenderlo cuando despertaron en este lugar.
–El tiempo de uso. –Prosigue Crosszeria– Si usan demasiado tiempo esa habilidad, el Noah que da su poder puede comenzar a despertar, y se adueñará del cuerpo hasta suprimir su propio ego en la oscuridad.
–Y el desbalance. –Termina Cornelia– En todo momento deberán estar concentrados en mantener el flujo de sus energías al mismo nivel. Si las energías no están igualadas, la Inocencia y la Materia Oscura podrían rechazarse, y entonces ustedes se harían pedazos en el instante. –Termina de hablar, procediendo a beber una taza de té. Cuando vuelve a verlos de nuevo, divisa las caras de Nea, Samantha y Renelle azules de miedo, con los ojos paralizados.
–Pero, con todos esos requisitos deberá ser casi imposible para Sam, Luna y Nea dominar esa técnica... –Interviene serio Luka.
–Es por eso que deben entrenar para utilizarla mejor. Aún así, he llegado a la conclusión de que es una técnica que puede usarse por un máximo de cinco minutos sin correr ninguno de estos riesgos. –Responde Yona, levantando el pulgar.
–Cinco minutos... –Musita Samantha, haciéndose a la idea.
–Con el poder que ganan durante ese nivel, cinco minutos deberían ser más que suficientes para derrotar a cualquiera que se les ponga enfrente. –Agrega confiada.
–Bueno, al menos nos da un poco más de seguridad. –Se burla Lelouch.
–Y eso era lo que tenía que decirles. Tengan cuidado, –Marianne los mira con seriedad– D. Campbell, Ren, Vaughan.
La puerta se abrió de golpe y un buscador entró con un teléfono, sin aliento. Todos en la habitación vuelven la mirada hacia él al verlo.
–Sí, sí. –Decía por el auricular– Estoy justo frente a ella, sí, le estoy entregando el teléfono...
Corrió hacia una desconcertada Renelle y le entregó el auricular.
–Una llamada urgente, General, lamento haberla molestado, pero la señora insistió...
Renelle tomó el teléfono en su mano y se lo acercó a la oreja.
–Lemercier. –Dijo con incertidumbre.
Podía oír una voz familiar, apenas perceptible debido a los sollozos.
–¿R-Renelle? –Tartamudeó– E-Es R-Riliane...
–¿Riliane-ajusshi? –Dijo ella, sorprendida– ¿Qué diablos está pasando?
–Renelle, –Dijo Riliane, llorando con fuerza– por favor ayúdanos
–¿Qué está sucediendo? –Exigió Renelle, presionando el auricular más cerca de su oreja.
–Ha-neul, Min Hwa... Ha-neul, Min Hwa, ellas— –Hubo una repentina inhalación de aire. Un grito.
–¿Riliane-ajusshi? –Dijo Renelle, ahora alarmada– Riliane-ajusshi, ¿qué diablos está pasando?
Una voz suave respondió en lugar de la mujer coreana, una voz que hizo que a Renelle se le helara la sangre en el momento en que la escuchó.
–¿Cariño? –Él dijo– Cariño, esa eres tú, ¿verdad? Escucha, tengo a las niñas Ha-neul y Min Hwa, y bueno, ahora tengo a los padres. ¿Te importaría venir a Seúl a jugar? Me encantaría verte de nuevo. Y bueno, si no lo haces... sabes lo que pasará, ¿verdad? Así que ven, cariño, estoy muy ansioso por verte.
Dejó escapar una profunda risa y colgó, dejando que Renelle escuchará sólo los tonos apagados de una línea desconectada reverberando en su oído.
–Ellie... –Dijo Nea pero ella no le escucho y salió del lugar como una máquina.
~
Renelle estaba corriendo escaleras abajo a toda velocidad, con la cabeza dando vueltas. Podía escuchar a Yona y Marianne llamarla, preguntándose de qué se trataba la llamada telefónica, pero no tuvo tiempo de responder. Ella era una idiota. Por supuesto, los Noah habrían rastreado sus tratos hasta la familia J. Loyard; era demasiado obvio, y ella, siendo la idiota desprevenida que era, no había hecho nada para protegerlos o borrar sus huellas. Idiota, idiota, idiota, y lo peor era que, por mucho que pensará, no podía idear un plan infalible para sacarlos de la situación.
Renelle era muy capaz de manejar a Tyki, especialmente si estaba solo, y especialmente si no había nadie más alrededor. Con Sairi Sakura, sería muy fácil enfrentarlo. Sin embargo, Renelle siempre había tenido problemas para proteger a las personas mientras luchaba, y con tres personas a las que proteger mientras luchaba probablemente contra más de un Noah, iba a pasar un muy mal momento. Parte de su corazón tiró de ella para dejar morir a Ha-neul después de todo lo que hizo para lastimarla en el pasado, pero ella sabía que no era así. Además, estaba en deuda con Riliane y Min Hwa, y a pesar de su aversión por Ha-neul, Renelle estaba más presionada para ponerlos a todos a salvo que para lidiar con discusiones insignificantes con una niña que ignoraba los peligros del mundo. ¡¿Qué demonios estaba haciendo en Seúl?! Habría pensado que Ha-neul se quedaría para conquistar a Kanda, pero claro, habían pasado... dos semanas desde la misión en Seúl, y a Ha-neul le habría gustado visitar a sus cariñosos padres.
Renelle se desliza por el paisaje encalado del Arca y entraba por la puerta que decía Seúl. Por una vez en su vida, podía perdonar a Cross por ser tan temerario como siempre, porque a pesar de sus esfuerzos por permanecer en la clandestinidad, la habían encontrado y en el proceso había puesto en peligro la vida de cuatro personas. Había cometido un error, un error grave, y no tenía idea de si podría rectificar la situación. Sin embargo, independientemente de lo que pensará que podía hacer, tendría que salvarlos y, por lo que parece, tendría que hacerlo sola.
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–¿Crees que ella vendrá? –Preguntó Tyki mientras inhalaba el aroma ahumado de su cigarro.
Road le dirigió una mirada evaluadora mientras se sentaba frente a los tres rehenes, jugando con una barra de caramelo.
–Alguien como ella obviamente vendría a salvar a estos tipos. –Dijo, señalando con un dedo en su dirección mientras le gustaba la paleta que tenía en la otra mano– Renelle es el tipo de persona que se culparía a sí misma y vendrá al rescate de inmediato. Pero ustedes, los humanos, son malos, malos, malos... probablemente sea culpa suya que ella se enterará de las reuniones en primer lugar.
La esposa de cabello castaño dejó escapar un gemido de dolor; tenían todas las manos atadas por encima de la cabeza, mientras las amenazadoras velas encendidas de Road colgaban siniestramente frente a ellos. Habían sido maltratados un poco cuando los dos Noah finalmente los capturaron, pero aparte de eso, estaban ilesos.
–Sin movimientos bruscos, –Advirtió la infantil Noah, moviendo su dedo índice– o los libraré de todos los agujeros. Oye, Tyki... no estaría de más matar solo a uno de ellos, ¿verdad? Quiero decir... Mientras tengamos un rehén, todo estará bien.
–Road. –Dijo Tyki con simpatía– Sé lo mucho que quieres matar gente, pero probablemente deberíamos esperar hasta que Ren llegue. Pero... supongo que un poco de tortura no hará daño.
–Maravilloso. –Dijo Road felizmente– Entonces, comencemos con un poco de información, ¿de acuerdo? –Una vela rayada se acercó a la adolescente, que parecía al borde de las lágrimas– No te haré daño si confiesas amablemente, ¿de acuerdo? Sería cruel de mi parte lastimar a una chica tan bonita... Honestamente, preferiría vestirte y jugar a la muñeca, pero dada la situación...
–Adelante, Road.
–Bien, bien. –hizo un puchero– Mire, soy amable, ¿no es así, señora? Porque si este tipo de aquí. –Señaló con el dedo a Tyki, que observaba atentamente la entrada– Fuera el que la interrogara, ustedes probablemente ya estarían muertos. Está irradiando tanta sed de sangre que da miedo. Pero yo también puedo ser muy mala, incluso si no quiero, así que responde amablemente a mis preguntas, ¿vale?
–Serine Ren. –Dijo la adolescente automáticamente.
–¡Ha-neul! –El hombre regordete lo regañó con voz retumbante– ¡Cómo pudiste simplemente—!
Su frase fue interrumpida por un grito de dolor cuando Road agitó una de sus velas en su dirección, perforándolo en el hombro. La esposa dejó escapar un grito y los ojos del adolescente se abrieron al ver la sangre.
–Cállate, viejo. –Dijo Road con frialdad– Ella está siendo muy inteligente al contarme todo, ¿sabes? Entonces, Ha-neul, ¿es así? ¿Cómo—
–No hay necesidad de preguntar más, Road. –Dijo Tyki de repente, enderezándose y mirando la entrada abierta– Ella está aquí.
Un silencio sepulcral cayó sobre ellos mientras todo el grupo esperaba con anticipación. Todas las luces estaban apagadas, por lo que las velas de Road eran la única fuente de iluminación en la habitación, proyectando extrañas sombras en las paredes y creando imágenes que fácilmente podían engañar a la vista. Ambos Noah se quedaron perfectamente quietos, esperando.
–La entrada. –Dijo Tyki.
Pasó un segundo.
–No. –Dijo Road rápidamente– No la entrada, ella es—
La ventana superior, de apenas dos pies de ancho y que conectaba con el techo, se hizo añicos cuando la Exorcista irrumpió, deslizándose perfectamente a través del estrecho espacio. No perdió ni un segundo, pateó la pared antes de siquiera tocar el suelo y pasó zumbando por Road, tomando a los dos rehenes más cercanos en sus brazos. Road reaccionó antes de atrapar al tercero y envió velas en dirección al último rehén. La Exorcista se alejó rodando, protegiendo a los dos humanos mientras lo hacía, y finalmente se giró para mirarlos, aunque el efecto disminuyó cuando se arrodilló en el suelo.
Tyki sonrío mientras analizaba a la intrusa.
–No te muevas. –Advirtió Road, acercando sus velas a la última rehén, Ha-neul– No te atrevas a moverte.
–Serine Renelle. –Dijo Tyki arrastrando las palabras, acercándose a ella– ¿Están bien los dos humanos?
Parecían bastante bien; los dos adultos miraron preocupados a Renelle, quien jadeaba pesadamente y se apretaba el pecho.
–Corriste todo el camino, ¿eh? –Reflexionó Tyki– Debe haber estado lejos... y estás sola. Perfecto.
–Déjalos ir. –Dijo, finalmente mirando a Tyki a los ojos– ¿Qué deseas?
–Tú. –Dijo Tyki simplemente, arrodillándose frente a ella y llevándose una mano a su mejilla– No puedo describir exactamente cuánto deseo matarte ahora mismo.
Ella soltó una carcajada que sonó más como un ladrido que una risa, y en una fracción de segundo, Tyki fue enviado volando a través de la habitación. Escuchó a Road llamarlo preocupado, pero simplemente agitó una mano y se sentó, lamiendo la sangre que goteaba de su frente, completamente imperturbable.
–¿Cuántas veces te he dicho que tienes que dejar de usar esa arma? ¡No es tuya! Como si no te hubiera enseñado lo suficientemente bien la última vez, cuando casi te arrancan el estómago... Debió ser doloroso, ¿no lo fue?
La pregunta fue respondida con una diatriba de balas; Tyki los esquivó casi con pereza.
–¿Sabes? –Dijo– Siempre me he preguntado si tenías novio. Déjame pensar... ¿quiénes son los Exorcistas masculinos de la Orden?
Una de las balas le alcanzó en el hombro durante su monólogo, lo que le hizo detenerse momentáneamente y prepararse para un ataque de balas.
Un grito agudo atravesó el aire y las balas dejaron de llegar. Road fruncía el ceño mientras estaba parada frente a Tanya, ahora herida; la Noah le había puesto una vela en el brazo.
–Por favor, evita pensar que puedes lanzar balas como quieras. –Dijo con desaprobación– Incluso si tienes dos rehenes, recuerda que nosotros tenemos la ventaja.
–Entonces. –Dijo Tyki amablemente, quitándose la carcasa metálica de su brazo– Unas cuantas preguntas. ¿Cuál es tu verdadera Inocencia?
–¿Quieres verlo? –Renelle dijo con una sonrisa irónica.
–Por favor.
–Tyki. –Dijo Road en tono de advertencia. Hizo a un lado la precaución de su hermano y sus ojos dorados observaron a Renelle con curiosidad.
Hubo un destello rosa y Tyki y Road se estrellaron contra las paredes. Se escuchó el sonido de una cuerda rompiéndose y Tyki supo que la Exorcista había capturado al último rehén. Reaccionó tan pronto como su cabeza dejó de girar, disparando a Tease hacia la única salida, pero ya no estaban.
–¡Ve a buscarlos, Tyki! –Road gritó mientras se levantaba y comenzaba a correr hacia la puerta.
Tyki la siguió, muy consciente del efecto que había causado el último golpe. Tenía un largo corte en el pecho que sangraba profusamente y tenía problemas para respirar. Maldita chica... Se arriesgó a mirar a Road. El rostro normalmente inocente estaba contorsionado por la ira mientras ignoraba la sangre que salía de su propio torso; parecía que estaba enfurecida por el hecho de que había dejado que le arrebataran todas sus cartas justo debajo de sus narices.
–Road, ¿adónde fueron?
–No lo sé. –Dijo lacónicamente.
A juzgar por su tono, Tyki sabía muy bien que ambos sentían mutuamente el deseo de destruir completamente al Exorcista una vez que la encontraran. Corrieron por los pasillos oscuros, donde había señales obvias de que la Exorcista junto con sus tres amigos humanos habían atravesado corriendo. Tyki sonrío torcidamente y soltó su provocación. Estaba muy ansioso por matar.
–Quiero llevarte a la iglesia justo al lado de Sommer Strasse. –Dijo Renelle mientras ayudaba a Riliane, Min Hwa y Ha-neul a correr por las calles vacías. Gejutel estaba detrás de ellas, resoplando mientras luchaba por mantener el ritmo. Soltó el brazo de Ha-neul y tomó el de Gejutel, tratando de empujarlo para que fuera más rápido. Dos de ellos resultaron heridos, pero Renelle estaba más preocupada por Gejutel, que había sufrido un golpe en el torso.
–Estamos en peligro. –Dijo, llevándolos a la iglesia– La mejor manera es llevarlos a través del Arca tan pronto como podamos, y haré que la sellen inmediatamente después de que desaparezcan.
–¿Qué pasa contigo? –Preguntó Riliane, casi tropezando con su falda larga.
–Los alcanzaré más tarde. –Dijo Renelle secamente– Ha-neul debería saber el camino de regreso después de que ustedes entren al Arca. Explíquenle a Komui lo que pasó. Lleven a Sodom con ustedes como verificación.
–¿Por qué?
–Porque es mejor que no tenga distracciones cuando lucho contra ellos.
Llegaron frente a la iglesia, sus puertas se abrieron de par en par después de que Renelle irrumpiera antes. Ella le había dicho al sacerdote que se apartara del camino y se alegró mucho de ver que lo había hecho, dejando que su grupo entrara sin obstáculos. Corrieron a la habitación que tenía la entrada al Arca. Renelle sintió un repentino aumento de sed de sangre detrás de ella y arrojó a la familia frente a ella mientras giraba, con Judgment amartillado en la mano.
–Te encontré. –Dijo Tyki, su Tease revoloteando detrás de él.
–Esa fue una broma realmente mala. –Dijo Road con frialdad. Renelle no podía decir cuál intención asesina era peor: la de Tyki o la de Road. La niña parecía más enojada de lo que jamás había visto.
–Entra en la habitación. –Le dijo Renelle a Min Hwa– Toma a Ha-neul, tus padres y váyanse.
Min Hwa no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Agarró a Riliane y Ha-neul por el brazo y abrió las puertas; Gejutel se quedó un poco atrás.
–No crean que los dejaremos escapar. –Gruñó Road, y les disparó sus velas justo cuando Tyki dejaba volar su Tease. Hubo un estallido, el sonido de un grito y un ruido sordo. El humo, emitido por las velas de Road, se elevó en el aire mientras Renelle, a través de ojos punzantes, intentaba ver qué había sucedido exactamente. Había levantado la barrera de Sairi Sakura, pero había sido en el último minuto y estaba a medio formar.
Ni la Exorcista ni los Noah se movieron mientras todos intentaban analizar la situación.
–Mabsosa... –Dijo Ha-neul, apenas respirando mientras el humo se disipaba. Ella miró la escena con horror y finalmente comenzó a llorar– Mabsosa...
El estómago de Renelle dio una desagradable sacudida mientras seguía la mirada de Ha-neul. Ella no había llegado a tiempo. Su escudo había protegido bastante bien a Ha-neul y Min Hwa, que eran las más cercanas a ella, pero parecía haber cubierto sólo la mitad de Riliane y nada de Gejutel en absoluto. Ambos estaban inconscientes; la mitad de Riliane que Renelle no había podido proteger era un desastre sangriento. Gejutel estaba en peor situación: el tono escarlata le había salpicado la cara redonda y bigotuda y el traje de seda. Parecía estar en estado crítico.
Renelle, con la sorprendente claridad mental que no había pensado que residía dentro de ella, agarró a los cuatro coreanos y los arrojó dentro de la habitación con el Arca. Sodom, conociendo la voluntad de su ama, entró rápidamente justo cuando Renelle cerraba las puertas. No tenía tiempo para los sollozos de Ha-neul, para sus preguntas, ni para pensar si Riliane y Gejutel estaban muertos. La Exorcista cerró las puertas detrás de ella y se preparó para el comienzo de otra batalla.
–El que se sacrifica, ¿eh? –Dijo Tyki burlonamente.
–No. –Dijo, girándose para mirarlo a él y a Road mientras un resplandor amarillo envolvió su cuerpo y sus ojos comenzaron a brillar.
El cabello largo se envolvió alrededor de ella como serpientes salvajes, azotó el aire mientras el viento violento lo sacudía. Un fuerte tornado de fuego gira a su alrededor, sin lastimarla o quedármela mientras se disolvia para ver a Renelle llevar un traje una blusa corta de color rojo violeta con forro de encaje rosa claro, pantalones cortos acampanados de color rojo violeta y botas hasta el muslo a juego. Ella luce más rojo violeta en sus brazaletes, gargantilla y liguero, ubicado en su muslo izquierdo. Además de un par de pulseras a juego. Obtiene grandes orejas de lupino de color marrón grisáceo y una cola. Lleva un pendiente unido a su gargantilla.
Alzo su mano y Sairi se transformó en su familiar forma látigo. Había pasado un tiempo desde que lo había usado de esta manera.
–Lo siento, estaba demasiado ocupado prestando atención a tu espada. –Dijo el hombre Noah en tono de disculpa– ¿Qué dijiste?
–Dije 'no'. –La ira se estaba apoderando de su pecho.
–¿No? ¿Qué no eres abnegado, quieres decir?
–Sí.
–Seguramente no. Podrías haber escapado fácilmente al Arca con ellos, pero sabías que te alcanzaríamos y tal vez te seguiríamos, causando estragos y matando gente a diestra y siniestra en el momento en que entramos en la Orden. Así que tú mismo nos estás deteniendo. ¿Cómo no es eso un sacrificio personal?
–Si fuera tan angelical, –Escupió sobre la palabra– habría usado mi verdadera Inocencia hace mucho tiempo, preocupándome más por los demás en lugar de revelarte mi identidad, sin dejar que Gejutel saliera lastimado o Nea preocupado—
–Mira, cariño, ahora estás arrojando nombres aleatorios con los que no estoy muy familiarizado. –Interrumpió Tyki– ¿Te importaría darme caras que coincidan con esos nombres?
Renelle cerró la boca, intentando con todas sus fuerzas mantener la cabeza despejada y nivelada. Fue difícil, ya que la rabia y el odio hacia los dos Noah corrían por sus venas como veneno; no quería nada más que borrar en pedazos la pequeña sonrisa poco entusiasta de Tyki.
–No te molestes en intentar escapar. –Dijo Road, su tono mucho más serio de lo que Renelle había escuchado antes– Te hemos dejado escapar más de una vez. Esta será la última vez.
~
Kanda se despertó abruptamente con el odiado sonido de los sollozos. Abrió lentamente sus ojos color obsidiana, sus sentidos embotados como resultado de su intensa lesión, mientras estudiaba su entorno.
Había estado en un estado febril durante las últimas... cuarenta y ocho horas, supuso, dados los intervalos de día y noche en los que se había despertado, y su mente estaba un poco más clara desde la última vez que despertó. La habitación estaba a oscuras salvo por la luz de la lámpara que venía del lado opuesto, lo que llevó a la conclusión de que era de noche. Todavía le dolía el estómago, aunque el dolor parecía haberse atenuado. Finalmente supo lo que era tener un agujero en el estómago; ¡qué experiencia tan iluminadora!
Se sentó aturdido mientras buscaba el origen del llanto. No necesitaba buscar muy lejos. Ha-neul lloraba fuertemente sobre el pecho de una chica, que el reconoció como Min Hwa mientras la enfermera se sentaba a su lado y le daba palmaditas en el brazo para consolarla. Kanda miró las dos camas al lado de la de Ha-neul; en uno había una mujer fuertemente vendada y en el otro un hombre. Ambos parecían dormidos.
–¿Qué pasó? –Dijo con voz ronca. Los rostros parecían algo familiares.
–Nos gustaría preguntar lo mismo. –Dijo la voz de Komui desde la puerta.
Komui entró, seguido por Bridget Fay. El Supervisor Jefe acercó un taburete y se sentó al pie de la cama de Ha-neul y Min Hwa.
–Enfermera, ¿sus condiciones?
–Su madre está inconsciente, tal vez en coma. Su padre... ha fallecido.
Ha-neul sollozó aún más fuerte ante la incómoda declaración de la enfermera mientras Min Hwa apretaba los nudillos intentando ser fuerte por las dos. Finalmente Kanda hizo clic: eran los padres de Ha-neul y Min Hwa, los que lo habían patrocinado para ese ridículo baile hace poco más de dos meses. Miró el cuerpo del padre y sintió una pequeña punzada de remordimiento.
–Ha-neul, Min Hwa, sé que esto es difícil, pero por favor cuéntanos qué pasó. –Dijo Komui suavemente– ¿Quién hizo esto? Obviamente, no fue Akuma, o tus padres estarían muertos... pero necesitamos saberlo.
–N-Noah. –Tartamudeó entre nuevas lágrimas.
–¿Noah? Pero... ¿cómo?
–Me estaban siguiendo cuando caminaba hacia casa. –Explicó temblorosamente– E-Entonces me llevaron y m-me obligaron a llevarlos dentro de la m-mansión, y mi m-madre se dio cuenta y ll-llamó a R-Renelle mientras Min Hwa trataba de defendernos...
–Así que ese era quien era... –Dijo Komui en voz baja.
–¿Qué está sucediendo? –Exigió Kanda ¿Qué pasa con Nieves?
Aún más lágrimas brotaron de los ojos de Ha-neul cuando preguntó por Renelle.
–El general Serine ha estado fuera de servicio durante los últimos dos días. –Dijo Nea– Cuando despertó hace unas horas, recibió una llamada de una persona anónima y, sin explicar nada, simplemente... se fue. Srta. Ha-neul, srta. Min Hwa, ¿dónde está Elle ahora?
–Ella se quedó atrás. –Respondió Ha-neul– Nos dijo que selláramos la puerta...
–¡Lo hicimos! –Dijo Komui, atónito– Pero... pero esto es ridículo, ¿cómo diablos va a regresar al Cuartel General desde Seúl si no tiene el Arca y tiene a Noah detrás de ella... ¿Cuántos habían?
–Dos. Uno es un hombre alto y el otro, una niña. –Dijo Min Hwa.
Se escuchó un crujido y todos los ojos se volvieron hacia Sodom que yacía pacientemente a los pies de la cama de Kanda. No lo había notado hasta que hizo ruido.
Algo más estático, y finalmente, una conexión.
–¿Komui? –Dijo la voz estoica de Renelle.
–Estoy aquí. –Dijo Komui, levantándose y caminando hacia el demonio para asegurarse de que escuchó cada palabra– ¿En dónde estás?
–Me están persiguiendo dos Noah: Tyki y Road. –Dijo rápida y tranquilamente– Estoy en las calles de Berlín ahora; de alguna manera hemos viajado hasta aquí después de una buena media hora de carrera. Yo... honestamente no creo que pueda vencerlos... estoy lesionada y la autoregeneración va más lenta de lo que recordaba.
–Voy a enviar ayuda de inmediato, voy a restablecer un portal—
–No lo hagas. Komui, escucha exactamente lo que digo. Consigue a todos los Exorcistas y devuélvelos al cuartel general. Detén completamente las misiones hasta que yo regrese.
–¿Para qué diablos?
–No envíes a nadie por mí. No intentes encontrarme. No intentes ayudarme.
–¡¿Qué estás haciendo?!
–Es mi culpa que esta familia haya quedado atrapada en esto. ¿Están bien Riliane-ajusshi y Gejutel?
–...La madre está inconsciente y el padre está muerto.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea.
–...Voy por Kang-Dae. –Dijo– Bajo ninguna condición enviarás gente para que me siga. Los Noah se toman muy en serio lo de matarme y saben muy bien dónde conseguir a su próximo rehén. Voy a regresar al Cuartel General tan pronto como tenga a Kang-Dae.
–Esto es temerario, ridículo, completamente innecesario—
–He fracasado como general. –Espetó– La anterior yo nunca habría dejado que transeúntes inocentes se involucraran; arruiné esto gravemente y voy a arreglarlo. Bajo ninguna condición vas a involucrar a otros también, Komui. Jura que no lo harás.
–Podrías morir, Su Alteza Renelle.
–Sólo lo juro.
–Supervisor. –Habló Bridget Fay– Esto es ridículo, envíe a alguien—
–Lo juro. –Dijo Komui.
–Gracias... Mierda, creo que me encontraron de nuevo.
–Su Alteza Renelle, no te dejes matar—
–Komui, si no logro superar esto... –Las palabras vinieron rápidas y seguras– dile a todos que lo siento por ser una perra y a Yu... dile que lo amo.
El rombo de la frente de Sodom se apagó, cortando la conexión, dejando a Kanda mirando, estupefacto, al demonio que acababa de darle la noticia que había querido escuchar durante tanto tiempo.
~
Había pasado un buen tiempo desde la última vez que Renelle contactó a la Orden. Todos los Exorcistas fueron llamados al Cuartel General, tal como ella lo había solicitado, y no se emitieron misiones hasta nuevo aviso. Sin embargo, todo esto dependía de la esperanza de que Renelle volviera con vida. Dadas las circunstancias, muchos pensaron que las posibilidades eran muy escasas.
El Supervisor Jefe estaba evitando deliberadamente a Kanda para que no pudiera encontrarlo y exigirle una explicación por las últimas palabras de Renelle. Alma, al conocer su amigo, no estaba dispuesta a dejar que Kanda se fuera para buscar una respuesta. El hecho de estar encerrado sin hacer nada y el loco deseo de descubrir la verdad lo acercaron a la locura.
De vez en cuando venían Exorcistas a visitar a Ha-neul, a Min Hwa y Riliane. El cuerpo de Gejutel había sido incinerado poco después de su muerte, dejando a su esposa en coma y a su segunda hija siempre llorando como la única compañía permanente de su hermana mayor Min Hwa.
Kanda estaba meditando en la sala de entretenimiento. No había ningún ruido en la habitación y no saber de Renelle lo estaba volviendo loco. La puerta se abrió de repente y entró Lavi, su cabello rojo notable como siempre y su único ojo visible más frío de lo que Kanda normalmente lo veía.
–¿Algo que necesites? –Preguntó Kanda.
–Quería escuchar tus teorías y reírme de lo tontas que eran. –Respondió Lavi brevemente.
–¿Teorías?
Lavi levantó una ceja –Seguramente has estado ideando razones por las cuales Renelle rompió contigo, ¿verdad? Quiero decir, considerando que no has tenido nada mejor que hacer en las últimas... tres semanas.
–…No precisamente.
Lavi le dio una mirada de pura incredulidad.
–¡¿En serio?!
–Lo haces parecer como si lo tuvieras todo resuelto.
–Lo tengo todo resuelto, idiota.
–Oh, ¿entonces me lo vas a decir o simplemente estás aquí para regodearte?
–Lo último. También vine a decirte que Ren esta arriesgando su vida por esta Orden.
–¿Qué?
–Su pasado y su presente estvieron atrapados en la Orden, pero ella no desea dejar atrapado su futuro aquí. –Dijo Lavi lacónicamente– Entonces sucedieron todas estas cosas locas, y ella piensa que está muy cerca de morir, y todas sus emociones salen como una especie de último recurso. ¡Se esta matando por ti! –Dijo la última frase con una mirada de disgusto– Se sincero con ella cuando regrese.
Kanda resistió la tentación de decir "si regresa". Él simplemente asintió brevemente.
–Lo que suceda después de eso depende de ti. –Continuó Lavi– Si volvéis a estar juntos o no... o si simplemente vais a ser engañados por sus mentiras otra vez. Todo depende de ti. Y de tu estupidez.
–Pasando por alto mi estupidez, –Gruñó Kanda– ¿qué se supone que... debo hacer?
–Descúbrelo tú mismo. –Respondió Lavi con frialdad– Encuentra una manera, Yuu-chan. Y hagas lo que hagas... –Le lanzó una mirada furtiva a Ha-neul y bajó la voz– no te involucres con ella.
Lavi se levantó y se estiró.
–Me voy; jiji y yo dejaremos la Orden por un par de días.
Kanda lo miró perplejo.
–Pensé que se suponía que todos los Exorcistas permanecerían aquí hasta que Renelle regresará.
–Jiji... no cree que lo haga. –Frunció el ceño Lavi– Pero él es sólo un viejo imbécil al que no le importa el mundo. Nosotros los Bookman tenemos privilegios especiales, por lo que la Orden no puede atarnos a este lugar... además, regresaremos en unos días. –Caminó hacia la puerta y se volvió hacia Kanda para decirle una última palabra– Recuerda, usa tu cabeza.
Con eso, Lavi cerró la puerta firmemente detrás de él, dejando a Kanda en una situación bastante incómoda con Ha-neul. La chica coreana lo miraba intensamente.
–¿Qué? –Dijo finalmente, molesto.
–¿Crees que Renelle realmente fue a buscar a Kang-Dae?
–Sí, ¿por qué no lo haría?
–...Ha pasado mucho tiempo, y ella no se ha puesto en contacto con la Orden ni una sola vez. ¿No... no crees que podría haber abandonado la Orden Negra y haberse ido, o... que está muerta?
–Si ella está muerta, entonces tu hermano seguramente también estará muerto. Así que te sugiero que dejes de ser pesimista.
Hizo una pausa por un momento, contemplando algo.
–¿De verdad vas a volver con Renelle?
–...¿Por qué te importa?
Parecía furiosa.
–¡¿Cómo es posible que todavía no lo sepas?! –Exigió– Acerca de mis sentimientos—
–Ya lo sé. –Dijo Kanda con impaciencia– Pero, francamente, no pareces entender que realmente no me importa. Tengo muchas más cosas en la cabeza que tus mezquinos sentimientos—
–¡¿Sentimientos mezquinos?! –Gritó Ha-neul– ¡¿Cómo es posible que digas eso?!
–¡Deja de gritar! Estás haciendo que me duela la cabeza.
–¡Que te jodan la cabeza! Eres un idiota, un tonto, desconsiderado, cruel—
–Sigue lanzando insultos; ya estoy bastante acostumbrado a ellos.
–Tú-
Lo que sea que Ha-neul dijo después de eso, Kanda realmente no escuchó. Sodom había entrado volando por la ventana abierta, aterrizando en las manos de Kanda.
–¿Qué deseas? –Le preguntó beligerantemente al demonio mientras Ha-neul continuaba despotricando.
El rombo de Sodom brillo y una imagen proyectada salió de sus profundidades. Vio una habitación blanca que reconoció como el de un consultorio médico. Había tres habitantes: Nea, una mujer y Renelle.
A Kanda le quedó muy claro de qué se trataba la imagen frente a él. Era la verdad que había estado buscando... la razón detrás de todo el desastre, la noche en que Cross Marian había desaparecido. Con un suspiro, se reclinó contra las almohadas y observó las imágenes que aparecían ante él como un disco.
~
Está científicamente comprobado que no importa cuán fuerte sea un individuo, es imposible para ella cruzar la mitad del continente europeo, subirse a un barco a Inglaterra mientras es perseguida por dos sanguinarios Noah, encontrar una oscura universidad para estudiantes extranjeros y aún así pasarlo bien. Por supuesto, nunca se había puesto a prueba hasta que Renelle realmente lo intentó, y nunca se había sentido tan presionada, tan agotada o tan frustrada en toda su vida.
Habían pasado tres semanas desde la última vez que se puso en contacto con la Orden. Hacer autostop, correr y viajar como polizón en un barco a Inglaterra fueron las peores experiencias por las que jamás había pasado, mucho peores que su infernal entrenamiento. Estaba muy cerca de su límite y lo sabía.
Encontrar a Kang-Dae había sido un fastidio. Habiendo desviado temporalmente a Tyki y Road, Renelle había irrumpido en la finca J. Loyard y barajado todos los archivos, solo para descubrir que Kang-Dae estaba en Inglaterra. Afortunadamente, su universidad estaba a sólo una hora en tren de la entrada oficial de la Orden.
Tyki y Road la habían estado persiguiendo implacablemente; Originalmente, Renelle había pensado que la infantil Noah daba más miedo que su hermano mayor, pero la sed de sangre de Tyki parecía haber alcanzado nuevas alturas desde el fiasco de Seúl, dejando a Renelle más que perturbada. Había sido herida constantemente en sus peleas y, debido a su agotamiento, su regeneración era insoportablemente lenta, dejándola lidiar con el dolor mientras viajaba.
Finalmente, después de tres semanas, encontró a Kang-Dae, y los dos estaban actualmente en un tren de regreso a la Orden. Por razones de facilitación, Renelle había noqueado a Kang-Dae y prácticamente lo había secuestrado cuando estaba cambiando de clases; el niño ahora estaba sentado frente a ella en la cabina, seguramente se despertaría en cualquier momento.
Renelle estaba a punto de quedarse dormida cuando Kang-Dae se movió y abrió los ojos. Miró a su alrededor, desconcertado, y sus ojos finalmente se posaron en Renelle.
–¡Renelle-nuna! –Él exclamó– ¿Qué… qué está pasando en el mundo? –Su inglés había mejorado significativamente desde la última vez que lo vio.
–Lamento haberte noqueado, –Dijo secamente– pero es por razones de seguridad. Yo... tengo una mala noticia para ti.
El miedo se apoderó de los ojos azules de Kang-Dae mientras se inclinaba hacia adelante en su asiento.
–Tu... tu padre está muerto. –Dijo Renelle sin rodeos– Y tu madre... tu madre, la última vez que revisé, que fue hace tres semanas, está inconsciente. Ha-neul y Min Hwa están bien, pero... lo siento, Kang-Dae.
–¿Cómo? –Respiró. Sus ojos se estaban llenando de lágrimas, aunque parecía lograr contenerlas.
–...Es mi culpa. –Dijo la Exorcista– He estado manteniendo mi identidad en secreto ante los Noah, y ellos... me rastrearon hasta tu familia y decidieron usarlos como rehenes para obtener información. Yo... debería haber dejado al menos algo de protección para tu familia... Todo un error de juicio de mi parte... lo siento.
–¿Abeojiga dol-agasyeoss-eoyo (Padre está muerto)? –Dijo, más para sí mismo que para ella– Mabsosa...
–Lo siento. –Dijo Renelle suavemente– Pero... tenemos que llevarte de regreso al Cuartel General con tus hermanas y tu madre. Es el lugar más seguro, y...
–¿Estás bien? –Preguntó de repente.
–¿Qué?
–Te ves... cansada. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que empezaste a viajar a Inglaterra desde Seúl?
–...Tres semanas, aproximadamente.
Kang-Dae se acercó y tomó sus manos manchadas de sangre entre las suyas, apretándolas con fuerza.
–Gracias por mantener a salvo al resto de mi familia. –Dijo– Lamento los problemas y el peligro que te hemos causado.
–¿Problema? –Dijo Renelle con incredulidad– Kang-Dae, todo esto es culpa mía, dejé a tu familia completamente desprotegida, yo—
–Gracias por tu ayuda. –Dijo con sinceridad– Te lo agradezco.
Lo que la dejó sin palabras y sin poder responder. Renelle simplemente sonrío brevemente y bajó los ojos, mirando fijamente sus manos sucias. Kang-Dae parecía haber madurado desde la última vez que lo vio; le preocupaba que él la culpara por la muerte de su padre...
Renelle de repente se puso rígida y miró hacia arriba, sus ojos escaneando el compartimento. Estaba vacío; la parada hacia Cuartel General fue la última que hacía el tren.
–¿Renelle-nuna? –Kang-Dae dijo con curiosidad– ¿Pasa algo?
–Están aquí. –Dijo con los dientes apretados, levantándose y empujando a Kang-Dae hacia la pared– Kang-Dae, quédate quieto.
–¿Qué ocurre?
La puerta frente a ella se abrió de golpe y Road entró, con los ojos entrecerrados pero los labios entreabiertos en una sonrisa mientras lamía la paleta que tenía en la mano. Renelle no esperó las presentaciones, levantó a Judgment y disparó inmediatamente contra la chica. Ella lo esquivó, con los ojos observando cada movimiento de Renelle; de repente, a Renelle le pareció extraño que Tyki no estuviera con Road. La Exorcista se giró justo a tiempo para que Tyki se acercara a ella por detrás y la golpeara por el cuello contra la pared, quitándole a Judgment de la mano. La Inocencia chocó contra la pared opuesta y se deslizó. Road los saltó a los dos y aterrizó frente a un asustado Kang-Dae.
–Hola de nuevo. –Respiró Tyki en el oído de Renelle, su agarre en su cuello era tan fuerte que le costaba respirar– Mucho tiempo sin verlo.
–Tres días. –Escupió.
–Es cierto. Pero lograste encontrar al chico en ese momento... –Tyki levantó su mano libre y tocó ligeramente la mejilla cubierta de polvo de Renelle– Te ves terrible, cariño. Debe ser una sensación horrible, ser perseguida por todo el continente y que te quiten el tiempo... Debo decir que realmente no puedes escapar ahora. Después de todo, –Señaló detrás de él. Road, que tenía velas apuntando peligrosamente cerca de la cara de Kang-Dae– tenemos un rehén.
–No hagas movimientos bruscos. –Dijo Road en advertencia.
–Por supuesto que no. –Canturreó Tyki– Dios mío, he estado esperando este momento...
Se volvió ligeramente hacia Road.
–Road, querida, dame algunas de tus velas, ¿quieres?
Road sonrío mientras algunas de sus velas rayadas flotaban hacia Tyki y Renelle; Tyki acercó sus manos a las de Renelle y las sujetó por encima de su cabeza.
–Quiero divertirme un poco. –Dijo, sonriendo, sus ojos dorados líquidos brillaban con anticipación.
–Te la dejo a ti. –Dijo Road, saltando de la mesa y arrastrando a J. Loyard con ella por el cuello– Hazlo rápido, Tyki... y Exorcista-san, asegúrate de no intentar atacar con esa Inocencia plateada tuya. Lo sabré cuando lo hagas, y no creo que quieras ver lo último de J. Loyard lleno de agujeros...
Renelle respiraba rápidamente mientras veía a Kang-Dae y Road desaparecer del compartimento; Debió haber hecho un movimiento para seguirla, porque Tyki la empujó con fuerza hacia atrás y deslizó una mano por su cuello, obligándola a mirar sus ojos dorados.
–¿Estás más interesado en él que en mí? –Preguntó fingiendo dolor– Cariño, me veo mucho mejor...
Su rostro estaba tan cerca del de ella que podía sentir su cálido aliento sobre sus labios. Tyki se acercó más; por un momento salvaje, pensó que él estaba a punto de besarla; lo siguiente que supo fue un dolor increíble en sus manos. Tyki se reclinó mientras la veía morder su labio para callar sus gritos.
–Las velas de Road duelen, ¿no? –Dijo con ternura, como si se dirigiera a un niño que llora– Es por eso que pedí usar sus armas en lugar de mi Tease... puede que la Tease no funcione contigo, pero quería infligir un poco de dolor inicial...
–Bastardo sádico. –Dijo con dureza, tratando de ignorar el hecho de que ahora tenía dos agujeros abiertos en la mano– Eres un monstruo, un loco...
Él la interrumpió tapándole la boca con la mano; cuando ella hizo el movimiento de morderlo, él puso la palma de su mano debajo de su barbilla y la obligó a subir, apretando su mandíbula con fuerza. No podía ver nada más que el techo marrón rojizo del compartimento en medio de las sombras oscuras de los dedos de Tyki. El Noah estaba murmurando algo, y Renelle podía sentir las velas atravesar sus brazos, la sangre empapando su uniforme; Tyki aflojó su agarre justo cuando las velas se conectaron, permitiendo a Renelle gritar de dolor. Saber que él disfrutaba al escuchar su dolor la enfurecía, pero era difícil no gritar cuando le atravesaban los brazos, cuando el dolor era tan insoportable mientras que toda una marea roja aparecía en aquel sitio. Intentó patearlo en su área vulnerable, pero Tyki anticipó perezosamente su movimiento y golpeó una pierna entre las de ella, bloqueando su movimiento.
–Es una... ¡lluvia de sangre! Dime cuándo fue que... –Tyki detuvo el proceso de torturarla por un momento, dejando caer su cabeza hasta su barbilla mientras miraba al suelo, jadeando– ¿Acaso ella...? –Se quedó sorprendido, mientras que Renelle revelaba su plan, había despertado del ataque y extendió su brazo, deteniéndolo a mitad de camino tan pronto como tres pares de huesos hechos de sangre se extendieron lentamente desde su espalda. Las alas sagradas comenzaron a formarse y brotaron hasta su tamaño completo, una buena longitud de 17 metros. La luna y el cielo se volvieron rojos tornados hechos de sangre comenzaron a golpear el suelo, sorprendiéndolo.
–¡¿Campo de sangre...?! –Exclamó en shock e incredulidad. Sus ojos se abrieron y rápidamente se puso en posición, apuntándole con su Tease. Sus ojos brillaron de ira, la rabia humeaba en su cuerpo y el calor corriendo por su cabeza.
La albina hizo temblar el suelo y de éste mismo brotaron cientos de miles de espinas.
–Eres patético, Joyd. –Exhaló la diosa, sus ojos brillaron ferozmente. Los bordes de sus labios se levantaron y una sonrisa se formó en su rostro.
–«¿Te quedan fuerzas para pelear?» –Preguntó Tyki para sí mismo, pero la albina comprendió aquel mensaje, mientras un aura dorada la rodeaba.
Renelle alzo su mano derecha hacia el cielo, redirigiendo sus espinas en contra de Tyki. Sus hermosos rasgos parecían severos, como si estuviera disgustada y enojada por sus palabras. Habló con dureza –Tu error fue subestimarme. ¡Crimson Thorn! –Lanzó su ofensiva, las cuales comenzaron a atravesarlo. Las velas de Road cayeron al suelo cuando las espinas de Renelle atravesaron todo por su camino.
–¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! –Gritaba, preso del terror, Tyki, quien cayo al suelo por aquel ataque– ¿Cómo lo hiciste? –Quiso saber mientras un hilo de sangre salía por sus labios.
–Soy afinidad a la sangre; es decir, puedo crear, moldear y manipular tanto como para atacar o defenderme. Tu error fue al herirme. La afinación de sangre se utiliza mejor cuando estoy herida, ¡por eso, lo que tenía que hacer era enviar el ataque directamente a tu cuerpo! –Explicó Renelle su plan mientras un pétalo de rosa bailaba como mecida por una suave brisa, dos de sus tres pétalos flotaban hacia abajo con delicadeza hasta caer en la pila con los demás, mientras que Tyki arrastraba los pies, como si fuera un zombie, para luego tose sangre y caer derrotado al suelo.
–¡Tyki! –Gritó Road, todavía ocupado con los pétalos de rosa. Ya era tiempo suficiente para que ella recogiera a Tyki– Pagarás por esto... –Juró.
–Lo sé... –Murmuró Renelle.
Usando sus poderes de Noah, Road escapó rápidamente a una de las dimensiones de sus sueños.
~
Kanda ahora sabía todo lo que había sucedido. Hasta el último detalle. Y estaba enojado.
No entendía exactamente por qué no se le había ocurrido que ésta era la razón, y una razón muy obvia lo era. Todo reconstruido: por qué Lavi y Alma lo sabían, todo el asunto del "trato" del que todos habían estado hablando, y lo que él no se había molestado en descubrir... y el hecho de que no había sido capaz de ver a través de su acto, incapaz de atraparla...
Y le irritaba al pensar que Renelle no confió en él. ¡¿Desde cuándo?! Le tuvo paciencia, comprensión... Ella era la razón por la que había sobrevivido Alma hace nueve años, así que no había mucho que decir acerca de que ella fuera capaz de protegerlos...
~
Nea suspiró mientras pasaba los dedos por el cabello de su hija mayor mientras la niña cubierta de sangre, con la ropa hecha jirones y desgarradas dormía en su regazo después de haber regresado y salvado a Kang-Dae y a ver vomitado sangre por haber usado el tabu. Ambos estaban en la sala del piano, y Renelle casi se desplomó tan pronto como regresó al Arca. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que vio una mirada tan pacífica en el rostro de su hija mayor? Demasiado largo. Todavía no podía perdonar a Ares por hacerle esto a Renelle. La misma Renelle que se hizo amigo de ellos ese fatídico día llegó a su casa con el otro regalo de Noah. Mientras quitaba algunos flequillos del cabello de su hija mayor, se quedó mirando sus rasgos. Era tan difícil de creer que este fuera la misma Renelle que prometió encontrarse a sí misma y salvarlo a él.
Solo era cuestión de tiempo para que iniciara una nueva riña entre los Exorcistas y la familia Noah. Para entonces, todas las respuestas que estaba buscando debían de estar resueltas.
Renelle había salido difícil de la enfermería. El grito de Ha-neul había causado una gran conmoción cuando buscador tras buscador entró para descubrir qué estaba mal mientras Min Hwa intento tratar de calmarla, pero no pudo. Era como si nadie hubiera visto a Renelle, quien había desaparecido inmediatamente después. Para cuando Kanda salió de la enfermería, ella ya no estaba, aunque había dejado un rastro de sangre poco sutil detrás. Él la siguió y llegó al Arca.
Caminó por las calles y callejones del Arca. Alcanzó el mango y empujó. Cuando la puerta fue lo suficientemente ancha, la habitación blanca estaba apenas iluminada por la luz fosforescente de las lámparas.
Le fallaron las palabras. Cualquier demanda de respuestas murió antes de que llegara a su garganta. En cambio, sus ojos recorrieron su figura... ella estaba mostrando mucha más piel de la que él consideraba cómoda, sus botones estaban abiertos y su chaqueta de uniforme no se veía por ninguna parte, las mangas de su blusa estaban rasgadas de la misma manera que sus botas... su pantalón estaba extrañamente desgarrado y sus lágrimas de pura tristeza que brotaban de los ojos de Renelle eran algo que a Kanda le costaba ver... algo terrible había sucedido, pero no se atrevía a preguntar qué había pasado exactamente. ¿Debería irse? No era el momento apropiado para bombardearla con preguntas... y como él ya no estaba "saliendo" con ella, quedarse parecía fuera de discusión...
–"La Inocencia no es la bendición que tu Vaticano te da. Este llamado 'Cristal de Dios' es una maldición que se adhiere a los humanos para asegurarse de que sobrevivan. Esa es la verdad". –Nea recito sin verle.
–¿Qué? –Exclamó Kanda.
–Eso dijo la anterior Selene. Yo la conocí mejor que Él y aun así mi amor por ella nunca fue suficiente para ella que terminó por escogerlo a Él. –Le relato como si se tratara de una vieja historia.
–¿Eso que tiene que ver con la Nieve? –Dijo Kanda en un tono acerado, sus ojos taladrando su nuca.
–Porque si estás aquí es porque ya sabes del trato. –Le dijo con calma.
La mención del trato avivó la ira de Kanda y sorprendentemente le aclaró la cabeza.
–¿Lvellie sigue despotricando fuera del Arca?
Kanda levantó una ceja, ¿cómo sabía que estaba interrogándolo? –Sí.
–Ya veo. –Dijo monotono.
Kanda miró fijamente a Nea –¿Fuiste tú quien monto todo este circo? ¿Qué papel tienes en esta guerra para traicionar a los tuyos y volverte un traidor?
Nea dejo de cepillar el cabello de Renelle y permaneció de espaldas en silencio.
–¿No querías deshacerte de todas sus preocupaciones? –Nea retiró a Renelle de su regazo y se levantó.
Un largo silencio cayó entre ellos y Nea sintió como si su mente estuviera en blanco por un par de segundos.
–Entonces, debería simplemente destruirte, ya que ustedes dos son una de sus preocupaciones. –Dijo con dureza mientras un aura morada lo rodeaba.
En un rápido movimiento, agarró a Kanda por el cuello y lo estrelló contra la pared. Mientras Kanda le apuntaba con la Bloody Rose que había tomado del suelo.
–Hazlo... ¡y en ese momento te dispararé! –Dijo Kanda a la defensiva.
–Dudo mucho que sepas soltar el gatillo y disparar. –Dijo tranquilamente mientras su aura incrementaba.
–Si esa Nieve pudo, ¿crees que yo no?
–Acerca de ti, las personas creadas por Selene deberían temer y respetar a los Dioses. Sin embargo, tú muestras tus colmillos sin vacilar. –Aclaró Nea– Yo realmente... –Cerró los ojos por un momento para luego abrirlos y mostrarle una mirada seria– ¡Te odio, Crosszeria! –Incremento su poder, rompiendo la pared detrás de Kanda, tirándolo al suelo mientras se oía el ruido de un disparo salido de Bloody Rose mezclado con el derrumbe de la pared.
Kanda se encontraba tirado en el suelo aun con la pistola apuntándole mientras Nea le seguía apretando el cuello hincado mientras gotas de sangre de la herida caía en el rostro de Kanda, manchandole el rostro.
–¿Y bien? –Respondió con impaciencia– No que ibas a matarme para liberar a Selene de mí, ¿o sí?
–Si no consigo la verdad y te mato por accidente. Ella estará devastada. –Dijo Kanda, la sospecha nublando sus ojos.
Kanda abrió la boca furiosamente al verlo, pero Nea se le adelantó.
–¿"Ella"? –Sonrío Nea con burla– ¿A cuál de las dos te estás refiriendo?
Kanda cerró la boca, pensando que no había oído correctamente, luego la abrió de nuevo.
–¿Qué?
–Incluso si tú pudieras hacer algo... –Respondió, dejándolo en el suelo– no eres nadie en su vida. Solo eres otra marioneta bajos los hilos de Central que se niega a recordar.
Kanda sintió un peso caer en su estómago.
–¿Cómo? –Dijo con voz ronca.
–La razón por la que te he dejado vivir hasta ahora es que tú tienes algo que terminará con esta guerra. Porque sé que jamás traicionarías a ella.
–Eres tan engreído como siempre.
–Lo sé. –Le dio la razón– Porque mis sentimientos por Ellie y tus sentimientos por ella probablemente sean los mismos.
–¿Por qué me dices todo esto? –Le cuestionó.
Un constante movimiento interrumpió abruptamente el estado de somnolencia en el que Renelle se encontraba. Aturdida, Renelle intentó incorporarse del sillón en el que estaba recostada, pero su cuerpo reaccionaba demasiado lento. Sus extremidades pesadas y el profundo cansancio que le envolvía dificultaron aún más la tarea de incorporarse. Después de varios intentos torpes, logró abrir ligeramente los ojos.
La extrema blancura de la habitación del piano le cegó por varios segundos, obligándola a entrecerrarlos y volverlos a abrir en cuanto el ardor inicial se desvaneció casi por completo.
–Para impedir que la detengas. Nadie puede evitar que tendrá que sacrificarse por el bien de la humanidad. Ese el destino de la diosa desde la era de las deidades. –Con ese último, se retiro cerrando la puerta de su habitación.
–¿Quién se cree que es para decir eso? –Kanda accidentalmente murmuró su pensamiento en voz alta y no se dio cuenta de que alguien también escuchó este comentario.
–El Noah más sobreprotector que conozco. –Dijo ya cambiada por un hadajuban.
Fue entonces cuando Kanda finalmente se dio cuenta de que era la voz que quería escuchar desde que regresó a la Orden.
–¡Nieves...! Estás despierta. –Inmediatamente gritó el nombre de su antigua amante mientras se acercaba a la chica. Kanda se arrodilló a su lado.
–¿Qué pasó? ¿Usaste el tabu? ¿Cuántos pétalos te quedan? –Preguntó, su voz un poco áspera.
Se lanzaron numerosas preguntas a Renelle, quien respondió con una suave sonrisa en sus labios. Una sonrisa que también podría calmar al preocupado Segundo.
–Yu, estoy bien. Por favor, no te pongas ansioso por mí. –Dijo Renelle, pero esto ciertamente no satisfizo al otro.
–No te atrevas a decir eso, estúpido gato suicida. –Espetó, la ira superó su preocupación. Él la tomó por los hombros y la sacudió pidiendo respuesta; ella hizo una mueca ante su toque e inmediatamente lo empujó.
Kanda vislumbró algo debajo de su camisa manchada mientras movía sus manos hacia él. Él sin esfuerzo apartó sus brazos y deslizó una mano debajo de su cuello, tirando de él ligeramente y reveló...
Escuchó una fuerte inspiración y momentos después se dio cuenta de que era él mismo.
–Hay un agujero en tu hombro. –Dijo con voz ronca.
Él la miró cuando ella no respondió, e inmediatamente movió sus manos hacia su otro hombro, apartando el cuello y revelando una herida simétrica a la de su derecha. Se estaban curando muy lentamente, aunque parecía que había pasado suficiente tiempo para que la pérdida de sangre disminuyera.
–¿Dónde más? –Él demando– ¿Dónde...
Kanda vio sus manos y las colocó frente a él, sus dedos temblaban mientras tocaban la herida suavemente. Era un círculo rojo casi curado, la piel aún en carne viva a medida que avanzaba el proceso regenerativo... por qué no los había notado antes, no tenía idea...
–Era la niña Noah, ¿verdad? Estas son marcas de sus velas... Nieves... Renelle, ¿qué diablos pasó? Te vi derramar lágrimas mientras murmurabas algunas cosas. –Kanda no se dio cuenta de que su mano ya estaba acariciando ligeramente la mejilla de Renelle– A mí también me gustaría algunas respuestas. –Susurró, acercando su rostro al de ella– ¿O vas a huir de nuevo?
–... –Ahora fue el turno de Renelle de quedarse en silencio mientras el rubor de sus mejillas se hizo más profundo cuando sus labios rozaron los de ella. La sincera en su voz con esa última pregunta... ¿cómo podría la Luz de Dios aguantar otra sonrisa de póquer y mentir diciendo que todo está bien?– Yo... no lo sé.
Renelle respondió con un tono de murmullo mientras la voz desconocida hacía eco en su cabeza cuando estaba luchando contra Noah. Era como si algo estuviera tratando de apoderarse de ella y fue entonces cuando las imágenes de sus amigos, no... los miembros de su familia muriendo frente a ella pasaron por su mente. La escena de la sangre salpicando por todas partes en una batalla entre Nea y Ares también atormentó la memoria de Renelle una vez más. Sabía que eso no era real y nunca sucedió, pero era demasiado realista. Como si Renelle estuviera viendo el futuro. Espera... ¿era este realmente el futuro? ¿El uso de este nuevo poder de alguna manera abre la puerta a ver un lado oscuro del futuro? Si ese fuera el caso entonces... entonces...
–Está bien, Renelle.
Los ojos de Renelle se abrieron ampliamente cuando la voz llamó su atención.
–No necesitas tener respuestas para mí ahora mismo. Todo lo que quiero recordarte es que estoy aquí para ti. Tomaré tu dolor y tus preocupaciones porque no quiero que seas tú quien termine llevando la mayor parte de la carga de nuevo.
...
...
Un largo silencio cayó entre ellos y Renelle sintió como si su mente estuviera en blanco por un par de segundos. Todas esas horribles imágenes fueron borradas por completo, borrosas cuando escuchó la declaración de Kanda.
Y esto fue todo.
Renelle sintió como si algo muy dentro de ella se activara cuando sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. La culpa de no querer contar su secreto desde que comenzó cuando rompió con él y no informarle a Kanda sobre su estado de salud decaído la estaba devorando. Lo mantuvo en secreto porque Renelle odiaba sentirse demasiado dependiente y necesitada. Odiaba el hecho de no poder ocuparse de sus propios conflictos. Se odiaba a sí misma por ser demasiado inútil en momentos como este, por no poder luchar junto a otros amigos y solo causar más problemas.
Se mordió la base de sus labios para mantenerse bajo control, pero parecía que Kanda también se dio cuenta de su comportamiento.
–Renelle... ¿necesitas algo de tiempo a solas? –Preguntó Kanda, pensando que era su propia culpa por hacer que la Luz de Dios respondiera de esa manera.
–¡No...!
La repentina voz fuerte de Renelle, algo que ni siquiera Kanda está acostumbrado a escuchar, inmediatamente llamó su atención.
–Lo... siento por levantar la voz. Yo... no sé qué me pasó y...
Con la voz de Renelle temblando, fue una gran puñalada en el corazón de Kanda cuando él se inclinó hacia adelante para abrazar a su antigua amante.
–Nieves, no te disculpes.
–¡Yu, no estoy siendo de ayuda...! Me asusto fácilmente, lloro como una niña, pierdo el control y...
–Tus lágrimas son un símbolo importante de que te preocupas profundamente por las personas que quieres. No es vergonzoso sentir miedo.
Renelle se mantuvo en silencio mientras escuchaba. La suave voz de Kanda fue muy efectiva mientras Renelle hacía todo lo posible para no dejar caer las lágrimas. Aprovechando esto como una oportunidad, Kanda continuó consolándola con lo mejor de sus propias habilidades.
Ella agradecida con él por no presionarla con contarle todo lo que le ocultó meses atrás. Tal vez ocultarle a la persona más importante no fue la idea más inteligente. La oleada de culpa se hundió en su corazón ya que le había estado mintiendo a Kanda todo este tiempo acerca de que estaba bien y que todo estaba bajo control.
Renelle sin decir nada más, colocó suavemente su mano en el costado de la mejilla de Kanda, girando lentamente para que ambos estuvieran uno frente al otro. Se inclinó hacia él y golpeó sus labios con la de él. Le tomó unos segundos recuperarse de su sorpresa inicial por su cambio de comportamiento; una de sus manos estaba detrás de su cabeza sosteniendo su rostro cerca de su rostro mientras la otra mano le desataba el nudo del hadajuban que llevaba y exploró su cuerpo mientras que Renelle se encontraba horcajada sobre las piernas de Kanda.
Sus labios estaban contra los tuyos, su lengua bailaba con la suya en una lucha por el dominio de la otra mientras ella jadeaba en busca de aire, explorando sus profundidades en un baile exótico mientras Renelle le quitaba la chaqueta negra de los hombros y la arrojó al suelo. Sus dedos juguetearon con los botones de su camiseta para abrirsela y con sus manos exploraron su pecho. Ella sacó el resto de su camisa de debajo de su cinturón, deslizando sus manos sobre su cuerpo musculoso y satisfaciéndose. Las manos de Kanda rozaron sus costados arriba y abajo, las puntas de sus dedos un susurro desnudo intermitente contra la parte inferior de sus senos. Renelle podía sentir su miembro endurecerse de sus pantalones presionando la parte inferior de su abdomen e hizo que un poco de calor líquido se acumulara profundamente dentro de su núcleo.
Kanda la rodeó con sus brazos, la levantó y la llevó a la cama. Renelle rodeó las caderas del azabache con sus piernas mientras se besaban apasionadamente, golpeándola sin ceremonias contra las paredes mientras se dirigían a la habitación. Llegaron al lado de la cama a un ritmo mucho más lento del que debería haber sido, la acostó en la cama y trepó sobre ella, con las piernas presionadas a cada lado de sus caderas. Renelle levanto una mano hasta el lazo de su cabello y lo desabrocho, dejando que sus dedos se deleitaran con los sedosos mechones que ahora caían libremente por su espalda como tinta derramada; ella acarició sus mejillas, su cuello, su cabello, profundizando los besos y presionándose más contra su cuerpo mientras él miraba su cuerpo debajo de él, con la piel ligeramente sonrojada y los pechos erguidos y más voluminosos de la última vez que le hizo el amor, y el cuerpo expuesto, hizo que sus pantalones se sintieran muy, muy apretados.
Kanda se echó hacia atrás y se sentó de modo que todavía se inclinaba un poco sobre Renelle pero todavía podía equilibrarse lo suficiente como para no caer encima de Renelle, se desabrocho la hebilla de su cinturón, se desabrochó el botón y la cremallera del pantalón. Él se levantó de la cama, se bajó los pantalones, se los quitó y expuso su virilidad para regresar a la cama. Se inclinó hacia adelante para presionar un beso en sus labios hinchados antes de que los suyos comenzaran a vagar.
Ella gimió en medio del beso cuando él agarró su seno derecho y lo apretó suavemente antes de que pellizcara su pezón endurecido entre su índice y pulgar.
–Déjame tocarte de nuevo, amor. –Murmuró Kanda contra su mejilla mientras rozaba su nariz contra su suave piel– Solo quiero asegurarme de que sigas aquí conmigo... Asegurarme de que no me despertaré de repente encontrándote ido.
–No te dejaré. –Le aseguró ella, sus manos rascaron la espalda de Kanda.
Ella soltó otro grito ahogado cuando él mordió su garganta y ella automáticamente inclinó su cabeza hacia un lado para darle más acceso mientras él bajaba su mano lentamente por su estómago.
Sintió cada mordisco y lamido en sus senos y pezones con tanta fuerza que le hizo pensar que estaba tratando de tomar su leche. Pasó la mano por su dolorida feminidad y hundiendo sus dedos en sus pliegues. Arqueo la espalda con profundo placer mientras él frotaba su clítoris con su dedo medio. Empujó y frotó su clítoris más rápido, haciéndola gemir y jadear su nombre.
Ella se sonrojó y gimió mientras estaba sexualmente complacida en dos frentes, pero su placer se vio interrumpido cuando de repente él sacó los dedos y gimió ante la repentina pérdida de calidez que lo hizo sonreír al dejar marcas de mordiscos apenas visibles y cubiertos de saliva en sus senos. De repente se inclinó, le dio un beso rápido y luego descendió por su cuerpo. Lo miro fijamente, agarrando las sábanas oscuras entre sus dedos mientras él beso el valle entre sus senos, moviéndose lentamente hacia abajo. Pasó su lengua por su estómago, provocando escalofríos por su columna. Dejó ligeros besos alrededor de su ombligo.
Sus manos agarraron sus jugosos muslos mientras los separaba para poder tener suficiente espacio para tumbarse entre ellas, él se posicionó y se sumergió en su ingle, y comenzó a darse un festín con su coño. Casi grito cuando sintió su lengua húmeda recorrer su resbaladizo túnel, saboreando cada centímetro a su alcance. Agarró las sábanas tan fuerte como pudo, arqueando su espalda con impaciencia mientras hacia una mueca cuando la sobrecarga de placer amenazó con freír su cansado cerebro. Su lengua hacía todo tipo de movimientos y trucos la estaba volviendo loca, sus piernas comenzaban a fallar y no podía soportarlo más. Era mucho placer lo que estaba recibiendo, pero ni siquiera estaba dentro de ella todavía. Todos estos juegos previos la estaban calentando y sudando, como era evidente por la ligera capa de sudor que cubría su cuerpo. Para empeorar las cosas, sintió gotas de sudor correr por su escote, provocándola mientras viajaba por el valle entre sus pechos.
Ella gimió y le clavó las uñas en los hombros. Su lengua se arremolinaba para recoger cada rastro de su dulce y delicioso jugo, y a lo largo de sus pliegues, ocasionalmente empujando su lengua con más fuerza sobre su clítoris. Ella gemía y luchaba contra gritos de placer. La forma en que retorcía su lengua en su coño fue suficiente para llevar a la chica a otro orgasmo.
–¡M-Me vengo! –Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas de placer cuando alcanzó otro orgasmo en un lapso de dos minutos. Se agachó, tomando puñados de su suave cabello, gimiendo su nombre mientras él comenzó a beber sus fluidos mientras su coño le chorreaba en la cara.
No dudó en beber los jugos que le cubrían la boca y la barbilla. No dejó de beber de ella hasta que su clímax se calmó y se apartó un poco, limpiándose la boca. Se acostó en la cama, quedándose quieta, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras jadeaba pesadamente. Estaba más que saciada por el tratamiento, pero Kanda tenía otra opinión cuando se empujó sobre ella y apuntó con su pene todavía duro y babeante a sus rosados labios inferiores y presionó su dolorida punta en su centro y la empujaba sin remordimientos, hundiendo su dura pene profundamente dentro de su húmeda entrada, provocando que ella se despertara sobresaltada y gritara de placer.
–¡Ah! –Gimió Renelle, su cabeza se disparó hacia atrás para gritar en el aire almizclado con aroma a sexo de la habitación al sentir que su estómago se hinchaba ligeramente por el gran intruso en su coño.
Y para empeorar las cosas (desde su perspectiva), él ni siquiera le dio tiempo para descansar cuando comenzó a follarla con fuerza. Cada uno de sus fuertes embestidas parecía hacer que el ahora muy sensible coño de Renelle se corriera. Renelle gritó hasta quedar ronca mientras él se lo daba violentamente, manteniendo sus feroces embestidas y haciendo que todo su cuerpo e incluso la cama temblaran.
Los golpes de carne golpeando la carne resonaron en la habitación mientras la golpeaba contra su pelvis con bofetadas carnosas que coincidían con sus fuertes embestidas en su coño. Por los sonidos de sus fuertes gruñidos y su respiración dificultosa, él se estaba divirtiendo tanto como ella. Renelle rodea su cintura con sus piernas mientras la golpeaba vigorosamente contra su pelvis con bofetadas carnosas que coincidían con sus fuertes embestidas en su coño, notando el creciente enrojecimiento de la parte interna de sus muslos por sus constantes golpes mientras capturaba sus labios en un beso, sofocando sus acalorados gemidos en un beso mientras disfrutaba la forma en que sus pechos y pezones duros presionaban contra su pecho con sus brazos alrededor de él para mantenerlo cerca. Todo el tiempo manteniendo su ritmo implacable mientras su cuerpo se balanceaba hacia adelante y hacia atrás sobre la cama, escuchando la cama crujía y gemía, temblando y deslizándose mezclándose con los resbaladizos chapoteos de su erección partiendo su coño. Su follada salvaje antes rompería la cama que su propio cuerpo. Pero por supuesto no lo notaron, sus gemidos eclipsaron el crujido y sus embestidas superaron el temblor. Renelle no tenía idea de cuál era cuál, pero lo único que le importaba era el pene sobre la que se estaba corriendo en ese momento.
–Joder. –Gruñó Kanda con cada embestida mientras hacía rebotar a Renelle en su pene. Todo el tiempo su apretado coño enfundó su pene como una espada, la fricción envió maravillosos cosquilleos a través de su cuerpo, así como el agarre húmedo de su coño frotándose constantemente contra su pene en esa dulce fricción. Si Renelle pudiera sentir algo más que placer y un ligero matiz de dolor, ciertamente sería capaz de sentir las sábanas mojadas adheridas a su cuerpo tanto por el sudor como por los jugos del orgasmo que se escapaban de su coño. Pero eso sólo la excitaría, por improbable que pareciera.
–Ah... –Los ojos de Renelle se cerraron cuando sintió que su coño goteaba como un grifo roto y sintió unas gotas de su dulce néctar corriendo por sus piernas– Oh, joder... –Gritó de repente. Su sexo de repente comenzó a volverse loco cuando sintió que su cuerpo alcanzaba el clímax. La cara de Renelle se arrugó tiernamente cuando alcanzó su orgasmo por el fuerte empujón, haciendo una mueca de placer cuando él tocó fondo dentro de ella. Sus jugos salieron a chorros violentamente y cubrieron el regazo de Kanda mientras ella se sacudía y temblaba sobre Kanda.
Finalmente Kanda no pudo contenerse más y se sentó, arrastrando a Renelle con él. Agarrando la cintura de Renelle, los embates de Kanda se hacían más fuertes y sus caderas golpeaban las de ella con más fuerza. Los sonidos del semen resonaron por toda la habitación con sus gemidos de placer. Sintió que su sexo se apretaba con fuerza alrededor de su erección y apretó los dientes al sentir un hormigueo en sus bolas. Renelle estaba a punto de sentir su carga muy pronto.
–No pares... No pares... –Jadeó Renelle, rebotando sobre su pene mientras la atraía hacia él con más fuerza que antes. Ella sabía que él estaba cerca y se aseguró de apretar sus pliegues para crear más fricción. Ella quería que él sintiera como si su alma estuviera siendo succionada de su cuerpo. Las embestidas se volvían más duras entre sí.
Kanda gruñó y agarró sus caderas con tanta fuerza que dejó moretones y sus uñas se clavaron en sus caderas mientras se presionaba bruscamente hacia abajo contra el suave y voluptuoso cuerpo de Renelle para descargarse dentro de ella, profundamente en su coño. Efectivamente, sus bolas sintieron una sensación de ebullición antes de que lentamente su humeante semen comenzara a salir disparado de su punta hacia el pasaje rosado de Renelle. Renelle jadeó al sentir la sensación de calor en lo más profundo de ella. Ella se estaba acabando sólo por la sensación de su semilla fertilizando sus entrañas.
Kanda continuó soltándose dentro de Renelle, dejándose llevar dentro de ella. Renelle sintió la sensación de su semilla llenando su útero, bombeando constantemente grandes gotas de crema que se sentían celestiales dentro de su estómago que comenzó a hincharse por la cantidad excesiva de espogo que la llenaba. A pesar de que su cuerpo se inflaba, él continuó descargándose en ella. De repente sacó su pene aún chorreando de Renelle y levantó su pene, como una boquilla, y Renelle esperó la inminente lluvia de semen. No fue decepcionante, porque sintió la última ráfaga de semen esparcirse por todo su cuerpo. Entonces Kanda se deslizó en la cama para unirse a ella.
Metiéndose un mechón de cabello detrás de la oreja, Kanda le dio una pequeña sonrisa antes de acariciar su mejilla sonrojada con los dedos.
–Prométeme que no me alejarás de nuevo, Renelle. –Le dijo suavemente pero con firmeza– No lo toleraré.
–Lo prometo. –Respondió Renelle en voz baja mientras lo miraba a los ojos– Prometo que trataré de no dejar que el miedo me controle nuevamente. Prometo luchar por nosotros, por lo que sentimos el uno por el otro.
Kanda se alejó de ella para poder agarrar el cobertor tibio al pie de la cama antes de volver a sentarse a su lado. Cuando frunció el ceño ante la pérdida de su calidez y tacto, la tomó otra vez en la protección de sus brazos antes de que él se cubriera con la manta. Él se acurrucó protectoramente a su alrededor y suspiró suavemente mientras dormía.
Una sensación de paz y satisfacción que nunca antes había sentido se asentó sobre Kanda mientras sostenía a su esposa dormida en sus brazos. No pasó mucho tiempo antes de que el sueño lo reclamara también.
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