
Noche XXVI: Vivir es como un soplo de viento
–Conde, eres tan malo, ¿sabes? –Road juntó las manos debajo de la barbilla mientras yacía boca abajo, leyendo un libro. Ella balanceó sus pies hacia adelante y hacia atrás juguetonamente.
El Conde estaba sentado en su mecedora, tejiendo –¿Qué hice, querida?
–Le mentiste a Chaser. –La Noah más joven inclinó la cabeza hacia el Conde– ¿Olvidaste que solo Chaser sobrevivió... de los pocos miles que te lo probaste?
El Conde tejía casualmente. Una linda bufanda color pastel emergió lentamente de sus manos. –La sangre de Chaser fue el catalizador. Su cuerpo se asimilará, estará bien. –Lentamente, el conde colocó las agujas– Sin embargo, no esperaba que ella fuera esa maldita diosa...
–De cualquier manera, ella no sobrevivirá. –Road sacó una piruleta y se la metió en la boca– A veces no te entiendo, Conde. Prácticamente le estás dando a la Orden lo que querían. Si la ven, lo sabrán.
El Conde se río –Está bien. La Orden lo intentó primero. Solo comencé a experimentar después de verlos hacerlo.
–Deben estar encantados... –La chica sonrío– Les diste una respuesta perfecta.
–Los humanos que lideran la Orden no tienen ni idea. Intentarán cualquier cosa, incluso si eso significa caer en la depravación. Bueno, no podemos quejarnos. Después de todo, nos están ayudando.
Road suspiró –Pobre Chaser. Ser usado así...
La gran sonrisa del Conde permaneció intacta –Estoy tratando de protegerlos a ambos.
–Eso también es una mentira, ¿no es así?
Sacudió la cabeza –Él la amaba y quería protegerla, por eso yo también necesito protegerlos.
Road puso los ojos en blanco.
El Conde miró hacia abajo, un rastro de lágrimas corría por su mejilla izquierda –Yo lo amaba tanto...
–... –Road lo observó con ojos fríos mientras chupaba su piruleta.
–Pero lo odiaba aún más... Quiero verlos atormentados, como él me atormentó a mí.
~
–¡Yona! –Nea irrumpió a través de la puerta del Arca, llevando a la niña inconsciente en sus brazos. Su corazón se aceleró por el miedo y la angustia. Podía sentirse a sí mismo temblando. Toda la parte inferior de su cuerpo estaba empapada en su sangre. El sangrado no se detiene...
Link iba detrás en el Arca. La sangre de las chicas manchaba las manchas blancas puras del Arca carmesí.
Al ver a Nea y Renelle, los mucamas cercanas entraron en acción de inmediato. Le despejaron el camino a Nea, mientras alguien agarraba a Luka, quien empezó a llamar a Kureha.
Dos sirvientes llevaron una camilla, que Nea rechazó –La llevaré yo mismo, será más rápido. –Se volvió hacia Luka– ¡Por favor, dile a Kureha que vaya a la habitación de Elle!
Luka asintió mientras hablaba por el teléfono que tenía en la mano.
Saliendo corriendo de la sala, Nea rápidamente se dirigió a las escaleras. Sostuvo a la chica con fuerza contra sí mismo, tratando de no sacudirla demasiado. Bajó la mirada momentáneamente y frunció el ceño con ansiedad. Estaba anormalmente pálida, y su cuerpo lentamente se volvió más frío contra su piel.
–«Es mi culpa...» –Nea apretó la mandíbula– «Yo no la protegí...»
Al subir corriendo las escaleras, Nea vio a la Kureha con otras dos enfermeras esperando junto a la puerta de la habitación de Renelle. Otras dos enfermeras corrieron hacia Nea, empujando una cama de hospital. Sin problemas, trasladaron a la niña a la cama suavemente desde los brazos de Nea.
–¡Detén el sangrado! ¡Toma dos paquetes del banco de sangre, prepárate para la transfusión! ¡Consigue agua tibia! ¡Eleva la temperatura de su cuerpo! –Kureha disparó una serie de órdenes con un comportamiento tranquilo, las enfermeras actuaron en consecuencia. Llevaron a la niña a la sala de emergencias y cerraron las puertas detrás de ellos.
Kureha se volvió hacia Nea.
–¡¿Qué pasó?!
Nea jadeó, se sintió tan mareado –¡Chaser volvió, la ataco y empezó a sangrar por el lugar donde la cortó!
Kureha no podía entenderlo –Nea-sama, cálmate. –Ella notó su respiración irregularmente superficial, y no era por su carrera: estaba hiperventilando. Sostuvo las manos de Nea, cubiertas de sangre, y él se dio cuenta de que estaban tan entumecidas que no podía sentirlas– Nea-sama. Cálmese.
–Es mi culpa... –El chico bajó la cabeza y cerró los ojos con fuerza, sus lágrimas cayeron al suelo– Por favor... sálvala...
Los ojos serios de Kureha se suavizaron y abrazó cálidamente al niño –Ella estará bien... Ahora, toma una respiración profunda y mantén la respiración durante cinco seg...
–¡¿Dónde está ella?! –La voz de Marianne retumbó en el pasillo, seguida por Yona y los demás cuando aparecieron en una esquina. Kureha soltó a Nea y le indicó a Marianne y Yona que la siguieran. Las tres entraron rápidamente a la habitación que era usaba como una sala improvisada de Emergencias y la puerta se cerró una vez más.
Nea escuchó vagamente a una enfermera informar –Señor, la hemorragia abdominal ha sido controlada. Sin embargo, detectamos una hemorragia interna grave...
El adulto se derrumbó contra la pared. Apoyó la cabeza entre sus manos ensangrentadas y la sacudió. Inhaló hasta que sus pulmones no pudieron expandirse más, contuvo la respiración durante unos segundos y exhaló. El mareo no desaparecía.
Miró la sangre fresca en sus pantalones y mangas, y los charcos a lo largo del corredor y las escaleras donde la llevó...
Dios, si estás ahí... por favor, sálvala.
~
–Duele.
Cada célula del cuerpo de Renelle está ardiendo.
–Ayúdame.
–Vive...
–Zero...
Renelle abrió los ojos. No podía moverse... Es tan doloroso...
Algo frío y metálico la envolvía. ¿Cadenas? Inhaló, pero le resultó difícil. Más cadenas estaban apretadas alrededor de su cuello.
Ante ella, una tenue luz blanca apareció a la vista. Apareció una silueta luminosa. Parecía ser una mujer alta con una capa larga... su rostro estaba borroso.
Pero Renelle lo reconoció.
–¿Cuál es tu decisión? –La voz familiar de Zero sonó en su cabeza.
La chica jadeó, una ola de dolor más fuerte la golpeó. Bajó la cabeza cuando su fuerza se agotó. Mirando hacia abajo, vio oscuridad subiendo por su cuerpo, envolviéndola lentamente.
–No puedes quedarte así. Te destruirá.
La niña cerró los ojos con fuerza. Su corazón latía dolorosamente contra su pecho.
–Ayúdame...
~
–¡Maldita escoria! –Grito el hombre hasta que su enorme tripa se tensó y se encogió por el esfuerzo. Con el rostro lleno de manchas, el cabello con entradas apelmazado alrededor de su sien reluciente, el caballero con una levita muy elegante pero empapada en sudor se tambaleó hasta detenerse, la risa de los niños que corrían enroscándose en sus oídos y mezclándose con la multitud apresurada de las calles. Se dobló sobre sí mismo, con las manos enguantadas aferrándose a las rodillas, y le lanzó la mirada más sucia al policía jadeante que estaba a su lado.
–¡Daos prisa! –La voz de Renelle rebotó contra sus tímpanos y exprimieron las últimas gotas de energía que quedaban de sus músculos ardientes.
Su sangre rugía victoriosa y una risa delirante brotaba de tu pecho sin aliento. El viento les azotaba en la cara, pero no le prestaron atención y pisaron de lado un charco en el adoquín abollado. Con un hábil juego de pies, hicieron un vertiginoso y torpe intento de hacer una pirueta que hizo que Renelle soltara carcajadas encantadas.
Se agacharon en un callejón, golpeando la espalda contra la pared de ladrillo y las piernas cansadas finalmente cediendo. La frialdad del suelo ofreció un poco de alivio, pero sus cuerpos todavía estaban siendo bombeado con adrenalina por su corazón acelerado. Por un momento, solo respiraciones irregulares llenaron el silencio, el sudor rodando por su piel caliente.
–Bueno. –Dijo Ji Hoo con voz ronca, el pecho todavía palpitante- Eso podría haber ido mejor.
Respondieron con una risa rasposa.
–No pensé que nos perseguiría tan lejos. –Admitió Renelle, levantando el brillante reloj de pulsera y escudriñándolo bajo la tenue luz de la tarde.
–¿Crees que estará satisfecho con esto? Estoy muy atrasado con la cuota semanal... –Otra niña guardo silencio, los dedos rozando contra el costoso metal.
–Solo hay una forma de averiguarlo. –Se quejó Ji Hoo, apretando la mandíbula.
Un mal sabor se extendió por su boca, los dientes rechinando con lo que sabía que le esperaba.
–Me muero de hambre. –Las palabras la tomaron por sorpresa, con los ojos muy abiertos aterrizando en la sonrisa de los otros dos niños.
–Tú siempre tienes hambre, Lei. –Se burló Ji Hoo.
–Esta noche, Melanie está cocinando. –En esa misma frase, Sodom casi se le come el chaleco a Renelle. Solta al golem y siguió mirándolo estupefacto. Zero se acercó, revolviéndote el pelo y saliendo a la calle. Antes de eso, sin embargo, se había detenido, girando la cabeza hacia atrás– Todo lo que digo es que cuanto más rápido nos ocupemos de Chaser, más rápido estaremos paleando la legendaria ensalada de patata con mayonesa de Melanie.
–¿A qué esperamos? –Apresuro la otra niña a su lado.
–Hai, hai. Lei. –Dijo divertido ante la infante.
Y por alguna razón, la idea de compartir una comida con Ji Hoo, los pequeños, Erika, Melanie, todos... hizo que su corazón latiera un poco más tranquilo y que su respiración fuera un poco más fácil.
Troto ligeramente para alcanzarlo.
~
La razón de la afinidad de Chaser con las botas pesadas no era un misterio.
Sin embargo, cada vez que derribaban, se encontraba mirándolo con miedo renovado.
–No tiene sentido ensuciarme las manos contigo. –Había escupido una vez.
Un pie pesado descansaba sobre los dedos de los pies de tu estómago cavando en tu diafragma. Gimoteaste un poco, tratando de enroscarte en ti mismo y hacer que se detuviera, pero él aplicó más fuerza y te ahogó.
–Ya es suficiente, Lotus.
Cruzó la habitación, agarrando los antebrazos de Chaser, las uñas desafiladas dejando una profunda media luna sobre la piel desnuda. Chaser resopló burlonamente y la agarró del brazo, apartando a Renelle. La presión de su cintura se eliminó, pero no antes de que Chaser se frotara el talón como si apagara un cigarro.
Renelle se sentó, la tos seca desgarro su garganta maltratada.
–Fuera de mi vista. –Ladró el hombre, Ji Hoo y Leila la ayudaron a ponerse de pie– La próxima vez no seré tan misericordioso.
–Misericordioso, mi culo. –Renelle murmuró y cerró la puerta, las bisagras gimieron y la pesada madera traqueteó.
Se limpio la nariz. La furia en sus ojos se calmó, dedos gentiles apartaron su mano e inspeccionaron el daño. El dorso de su palma había comenzado a hincharse y podías sentir los moretones floreciendo sobre tu torso. Se lamio el rastro metálico sobre su labio ardiente, la sal se mezclaba en el medio.
Los atrajo más cerca, su brazo los envolvió alrededor de sus hombros en un abrazo suelto. Golpeo sus caras contra su clavicula, pequeños gemidos sacudieron todo su cuerpo. Balbucearon sobre prepararse para la cena y ella lo tomó como una señal para comenzar a moverse, tirando de ellos suavemente. Tragó saliva, presionando los labios en una línea sin sangre.
–Un día. –Dijo entre dientes– Huiremos y nunca miraremos atrás.
Y le creyeron.
~
Ji Hoo y los demás niños dormían la mayor parte de la noche y Ji Hoo los despertaba al amanecer.
Todo comenzó cuando unos dedos urgentes sacaron a Renelle de la bruma sin sueños.
Parpadeó adormilada ante su cara manchada de lágrimas, el castañeteo de sus dientes era demasiado malo para que él también entendiera las palabras.
–¿Ceres? –Se aclaró los restos de sueño de su garganta ¿Qué pasa? –Se frotó la cara, los dedos de su mano libre alcanzaron ciegamente su cuerpo tembloroso.
–Melanie... –Susurro con voz ronca y los ojos de Renelle se dirigieron instintivamente al montón de cuerpos dormidos, al lugar vacío de sus amigos más queridos.
Tiró las mantas, tropezando en su prisa por levantarse. Lo siguió vacilante, los pies descalzos golpeando contra la piedra dorada de los pasillos oscuros.
Sus respiraciones sonaban lejanas a sus propios oidos, los desesperados resoplidos por oxigeno se mezclaban con los angustiados gritos de su tembloroso corazón.
Su alma misma cayó al suelo al verlo.
–¡Melanie! –El rugido ensordecedor hizo que los escalofríos te cosquillearan la piel. Una brillante capa de sudor brillaba en la sien de Renelle, el cabello enmarañado y los ojos desorbitados.
Cargó contra Chaser, su agarre en el dobladillo de su camisa se deslizó como si se estuviera enhebrando a través de la seda más fina.
Las lágrimas corrían por tus mejillas, la mirada fija en los dedos huesudos que apretaban el hombro de Melanie, las venas moradas y la piel arrugada y manchada entrelazadas en el despiadado agarre de hierro de la propiedad.
Chaser golpeó a Renelle, como lo haría con una molesta mosca, su cuerpo se estrelló contra la piedra. Chaser se giró para golpearla de nuevo, pero Melanie se arrojó sobre su brazo, abrazándola aún y rogándole que se detuviera. Leila golpeteó contra el suelo y observo congelada cómo Renelle se puso de pie y se dispuso a abalanzarse, pero esta vez, se engancho a su camisa, la tela se estiró y se desgarró. El rostro manchado de lágrimas y sangre de Renelle se volvió hacia Leila, con los ojos hinchados suplicando una oportunidad para pelear.
–Suéltame. –Se atragantó, las manos iban a separar sus dedos pegados, pero la voz tranquila de Melanie la detuvo.
–Ren, está bien. –Su mano se cernía inestablemente sobre la de Leila y ella, la cabeza girando hacia ella.
Las palabras murieron en su garganta en el momento en que vio su sonrisa húmeda.
La mano del hombre ahora se deslizó suavemente hasta la parte baja de su espalda y empujó hacia adelante, convenciéndola para que se dirigiera a las puertas.
–Vamos niña, el carruaje está esperando. –Y Melanie obedeció.
Sus pasos sonaron claros en el lúgubre silencio del oscuro pasillo. Chaser caminó constantemente detrás de ellos, medio girado hacia Renelle con un fuego atrevido, girando en charcos de tinta. Al llegar a las puertas, escuchó su tono grave llevándola hasta el interior de su cráneo y picando fríamente en su cerebro.
–Por tu ojo. –Murmuró, deslizando los dedos sobre el flequillo demasiado grande de Leila– Nunca pensé que te vendería. Pero supongo que incluso las cosas más dañadas tienen una pizca de valor. –Su mano cayó y las lágrimas de Leila brotaron de nuevo.
–¿Qué... –Leila se volvió sin decir palabra hacia Renelle, quien ahora miraba a través de Leila, con los dientes apretados y las manos cerradas en puños, todo el cuerpo temblando y espasmódicamente por la impotencia y la rabia– ¿Qué estás esperando? –Gritó, la voz rebotando contra el silencio de respuesta– ¿Por qué... –Gruñó, con la cabeza caída y las lágrimas oscureciendo la piedra.
Renelle se disparó pero no le prestó atención, solo Leila se estremecia cuando Roover la tiró al suelo y Leila sollozó, antes de que las puertas se cerraran de golpe y el eco sacudiera sus huesos.
No podía apartar los ojos de la masa de cuerpos encogidos, acurrucados en la esquina, simplemente mirando. Los repugnantes ruidos de las botas de Chaser resonaron, sus uñas arrastrándose contra la piedra y recogiendo la mugre, la sangre y las lágrimas.
Tontos inútiles.
Se puso de pie, sus pies la llevaron a una neblina hacia la forma enfurecida de Chaser y los restos de Renelle en la piedra empapada de sangre.
–Si tu... –Le una patada– vuelves... –Le da otra patada, y luego Chaser se agachó en el suelo, hundiendo los dedos en mechones blancos y tirando con fuerza de su cabeza inerte, encontrando el azul frío y húmedo que lo miraba fijamente. sin miedo sino con ardiente desafío– a meterte en mis asuntos otra vez, te mataré. –Y la soltó, la cabeza de Renelle cayó al suelo con fuerza.
Leila pasó por alto como una tormenta furiosa y un tiempo después, el portazo de las puertas de su oficina señaló su retiro para pasar la noche.
Renelle se levantó como pudo –Maldito vividor de mierda... –Su respiración sonaba dolorosa, ahogada por sollozos espontáneos.
Renelle se puso de pie con ayuda de Leila y juntos cojearon de regreso al ahora. Las débiles bocanadas de su aliento hicieron más pesadas tus lágrimas, deslizándose hacia abajo y dejando despiadadas huellas saladas de recuerdo. El dolor que se retorcia en sus entrañas se hizo más fuerte, se enganchó más ferozmente...
~
El tiempo transcurría implacable, promesas latentes en la calma del día a día. Pero tarde o temprano se rompieron las rutinas y se exigió un cambio.
Uno de esos días marcó el final de la primavera.
Observó el cálido sol filtrándose a través de las polvorientas ventanas de la oficina de Chaser, la mirada y la mente vagando lejos de las abrasadoras negociaciones de precios.
Sus uñas desnudas se clavaron en sus rodillas, las cruces verdes aparentemente agregaban valor como rareza extrema. Renelle intento no escuchar, trato de desaparecer pero que desgraciado el alma estaba atada al cuerpo.
Leila trago saliva cuando un toque frío se posó en su nuca y charcos de tinta inundaron su vista, tragándose la cálida luz.
–Leila. –Ella se estremeció, deseando que la mano desapareciera.
A todo lo que acaba de dejar de existir.
–Este caballero está ofreciendo un muy buen precio, uno que está por encima de su entrada semanal durante al menos ocho años. –Una sonrisa se estiró en el rostro de Chaser, todo dientes y sin remordimiento– Creo que es hora de que nos separemos, ¿no estás de acuerdo?
Su boca se abrió pero su lengua se negó a moverse, los ojos muy abiertos y los nudillos palideciendo por el agarre mortal en la suave piel sobre sus rodillas.
Chaser se río, el sonido bajo pero resonando a través de todo su cráneo. Al ver que no tenía intención de responder, una mano se colocó debajo de su mandíbula y la cerró con un ruido metálico. Por alguna razón, eso la sacó de la ensoñación en la que se había hundido y tiro la silla en tu prisa por levantarse. Pero un puño de hierro se cerró sobre su codo y no se movió ante ninguna de sus luchas y gritos de súplicas, lágrimas y garras despiadadas.
Chaser chasqueó la lengua y la apretó lo suficientemente fuerte como para que todo el aire saliera de sus pulmones.
–Peligroso. –Trató de reírse, con los ojos fijos en el otro hombre– Nada que un poco de firmeza no pueda arreglar. –Gritó y logró morder su antebrazo.
Maldijo de todo corazón tirándola de espaldas a la silla, golpeando la cabeza contra el respaldo. Gimió, las palmas de las manos amortiguando su palpitante cabeza y su respiración sonando lejana. Todo nadaba, los colores luchaban por enfocarse, pero el rugido de tu sangre hacia aún más difícil darles forma. Un pequeño sonido tembloroso salió de tu garganta y Chaser se arrodilló para inspeccionar su rostro, las yemas de sus dedos lucharon contra tus manos y las cejas se arrugaron por la sensación húmeda.
–Mira lo que hiciste. –Se quejó, poniéndose de pie y asegurándole al hombre que regresaría enseguida.
Oyo el gemido de las pesadas puertas.
Luego, pasos rápidos.
El agarre de Chaser sobre Leila se eliminó y sintió más que oyo el golpe de un cuerpo contra la madera sólida. Otra mano, más pequeña y más cálida, se envolvió alrededor de su muñeca y tiró de Leila hacia adelante, todo seguía siendo borroso pero con una mancha roja prominente.
Ji Hoo.
Sus ojos picaron pero deseo que sus piernas se movieran, persiguiendo su sombra y sintiendo la ráfaga de aire fresco y el calor del sol golpeando su piel expuesta.
–Cambio de planes. –Resopló.
–¿Qué?
Los labios de Leila temblaron, los ojos muy abiertos por la sorpresa y el rostro más pálido que una sábana. Un brazo la agarró y la destrozo violentamente, pero se detuvo inmediatamente cuando el cañón del arma presionaba directamente la cabeza de Ji Hoo.
–¿Qué os dije, niños estúpidos? –Preguntó Chaser en voz baja, con el pecho todavía agitado y las venas protuberantes. Sus ojos se arremolinaron con furia, apretó la mandibula con tanta fuerza que escuchó un chasquido– No soy un hombre que perdona.
–No lo hagas. –Rogo, atragantándose con la sola palabra.
–Cállate. –Rugió y la tiró al suelo.
Ahora ambas manos sostenían el arma, lucen salvajes. Se humedeció los labios, respirando aún más pesado.
–Fuiste una excelente herramienta. –Un pequeño y tembloroso intento de reir resolló más allá de su nariz y dientes castañeteantes– Pero es tiempo de decir adiós.
Los ojos de Ji Hoo estaban desorbitados. Las lágrimas llenaban sus ojos frenéticos. Cada respiración que respiraba sonaba como un sollozo, pero seguía mirando a Chaser. Se lanzó hacia adelante y el dedo indice de Chaser se movió sobre el gatillo, los gritos de ruego y suplica de Leila se oyeron junto a sonidos ahogados de terror y dolor rompiendo el silencio.
Chaser vaciló.
Renelle apareció en el lugar.
Y se tomó una decisión.
Se lanzo contra él, golpeando sus piernas con la fuerza suficiente para hacerlo caer. Sodom ya se había colocado sobre el cañón abierto y, después de que Chaser había caído, le quitó el arma de las manos de un mordisco. Chaser gritó, luchando contra el golem, pero el daño ya estaba hecho. Sodom dejó caer el arma brillante a sus pies, gotas de sangre salpicando sus zapatos.
Chaser estaba de pie, apretando una mano ensangrentada contra su pecho, maldiciones entremezcladas con gemidos de dolor.
–Da un paso más y te mueres. –Dijo fríamente, tomando el arma. Cerró sus dedos alrededor de su textura áspera. Apuntó con el arma a Chaser y la sonrisa maníaca del hombre desapareció.
–Siempre fuiste mi preferido. Nunca dudas en mancharte las manos.
–Corred. Y no mireis atrás. –Ordeno justo cuando Chaser se abalanzaba hacia ella. Y entonces el sonido de un disparo rompió el silencio de la habitación.
–Mocoso estúpido... –Inclinó la cabeza mientras más sangre escapaba de sus labios– Si hubieras disparado mejor, nadie tendría que morir hoy.
Chaser apunto hacia Renelle y una lluvia de balas cayo donde estaba parada. Renelle giro y esquivo las balas. Su mano se apretó alrededor del mango de la espada y la hundio sin piedad en su pecho. Hubo un grito ahogado rápido, pero un giro brusco aseguró la muerte instantánea de la víctima. Sangre caliente se derramó, no, brotó de la herida sobre la silla, el piano, la alfombra y Lotus, brillando y luego volviéndose de un negro opaco mientras que la luna se escondía de tal desgracia.
Ojos sin vida, en las dos personas en la habitación.
Lotus le entrego el arma a su mentor ahora muerto en medio en la habitación. La mujer entrecerró los ojos ante el hombre muerto, y salió por la puerta. La joven lo siguió sin mirar atrás.
~
Yona se sentó con un suspiro, apoyando los codos en las rodillas.
–Mme Vaughan. –Una voz profunda acompañó el repiqueteo de los zapatos de cuero sobre las baldosas.
La chica miró hacia arriba.
Marianne estaba de pie con Link a su lado. Observó a Yoona con ojos condescendientes –Informaré de la situación.
Luka se levantó. Su mirada era seria –Aun sigue en cirugía. En cuanto tengamos algo, se lo diremos.
–Entiendo. –Dijo en un tono serio, pero comprensivo– Esperaremos. Pero, ¿qué me dices de su escolta? –Ella miró a Link, que miraba al frente con una expresión inexpresiva.
Link frunció los labios –Como parte de mi trabajo es informarle...
–No, si un alto cargo a tu director, te lo ordena. –Dijo Marianne severamente ante esta situación.
–¡No puede hacer eso, Baronesa Lemercier! –Espetó Link molesto.
Yona exhaló –No puedo dar mucho. Pero si puedo darle un breve informe. Pero no más. –Le dijo a Link.
–Eso sería genial. –Acordo Link.
Yona frunció el ceño mientras miraba la sala improvisada de emergencias –Su condición es crítica... Hay una alta probabilidad de que no supere esto...
–¿Cuál fue la causa? –Link pidio con calma.
Yona pensó en los hechos en su mente –Tiene un gran corte en el abdomen, que fue donde Nea-sama la cortó accidentalmente. Sin embargo, no tiene sentido, su oz solo afecta a la antimateria.
–¿Antimateria? ¿Eso es posible? –Le pregunto ante la información desconocida.
–Sí, si su cuerpo es expuesto a materia extra universal que destruye material al contacto. Eso es la antimateria. –Explicó.
–Dejando eso de lado... –Interrumpió Marianne.
–Sí, claro. –Volvió al tema principal– También sufre una gran cantidad de hemorragia interna en casi todos los órganos, lo que provoca una anemia aguda. Están tratando de lidiar con esto mediante una transfusión de sangre. Sin embargo, su hemorragia no se detiene ante la exposición de la antimateria...
–¿La causa? –Preguntó Marianne.
Yona bajó la cabeza –Los médicos drenaron la sangre acumulada en las cavidades de su cuerpo. Kureha tomo algunas muestras y realizó algunas pruebas... fue lo más aterrador que ha visto en su vida.
–¿Qué quieres decir?
–Antimateria. –Fue directa– Había una alta concentración de Antimateria en su sangre, así como una gran cantidad de células Noah... Por eso la oz de Nea-sama la lastimó.
Link frunció el ceño –¿Cómo es posible eso?
Yona inhaló –Por la batalla que tuvo con Nea-sama hace años atrás. Y por los químicos del proyecto Segundo. Eso modifico sus células, convirtiéndola en la demonio que todos conocemos.
–En pocas palabras, ¿la convirtió en una... que? –Preguntó Link sin saber como formular la pregunta.
–Ni siquiera nosotros lo sabemos. –Dijo falsamente, cuando en realidad si lo sabían.
Con esto solo le estaban dando más excusas a los Exorcistas y menos información para ayudar. Y sin más, Link se fue para hacer el informe para Lvellie.
–No les dijiste todo, ¿cierto? –Le cuestiono Marianne, una vez a solas.
–No. –Sincero Yona– Usted sabe lo que haría Lvellie si sabe más de los informes perdidos que Luna tomó aquel día.
–La utilizaría como siempre. –Reconoció Marianne– Bueno, os dejo el resto a vosotros. De Lvellie y sus estúpidos juegos de Dios a mí. –Sentenció antes de irse.
~
Renelle jadeó cuando abrió los ojos. Tosió levemente, el mareo se apoderó de ella. Sus pulmones estaban ardiendo.
–Hnng... –Ella apretó sus mandíbulas. Una ola de dolor agudo atraviesa su cuerpo con cada latido de su corazón. Miró hacia abajo, el vacío oscuro que se arrastraba se había arrastrado hasta su cintura.
La criatura blanca se paró frente a ella estoicamente. Su luminiscencia se destacaba de los alrededores negros.
–¿Qué quieres de mí? –Renelle salió a la fuerza, mirando fijamente la materialización de su Inocencia.
–No se trata de lo que quiera de ti. –La figura negó con la cabeza– ¿Qué deseas?
–Sé lo que quieres. –Una voz familiar habló detrás de ella.
–Zero... –Ella respiró cuando él miró por encima de su hombro.
Zarcillos de oscuridad envolvieron al francés, pero no intentaron engullirlo, ya que están con ella.
–Sé lo que quieres. –Zero repitió– Quieres paz, ¿no?
–¿Paz...? –Ella repitió. ¿Quería ella la paz?
–No quieres pelear en esta guerra. No tienes que... –Zero siguió adelante– Puedo llevarte.
–¿Dejar... la guerra? –La mente de la chica se sintió nublada. Ella estaba luchando por comprender todo mientras soportaba el dolor.
–¿De verdad puedes irte? –La Inocencia inclinó la cabeza.
–Puedo ayudarte, Ren. –Zero caminó detrás de la chica, abrazándola suavemente– Déjame entrar... Me desharé de tu Inocencia por ti. Vete conmigo...
–Si me traicionas... –La figura blanca dio un paso adelante– No puedo dejarte vivir.
–Por qué... –La chica cerró los ojos con fuerza– ¿Por qué tuviste que elegirme a mí? No quería pelear... No quiero pelear más... –Ella bajó la cabeza. Sintió que la pesada oscuridad alrededor de la parte inferior de su cuerpo se movía, casi como si tratara de absorberla. Sin embargo, no sintió ninguna motivación para luchar contra ella.
La Inocencia dio un paso adelante de nuevo –¿Quieres vivir?
–Estoy cansada. –Las lágrimas de Renelle la traicionaron cuando comenzó a sollozar– ¿Por qué está Zero... Todos...? No quiero pensar más... Déjame descansar.
Zero le acarició el cabello lentamente –No te preocupes. Estarás a salvo conmigo...
–¿En verdad estará bien?
La chica frunció el ceño –Por favor deja de usar la voz de Isabelle.
–¿No estás simplemente huyendo? –Negó con la cabeza– Siempre tuviste miedo. Nunca me aceptaste de verdad. Por eso eres débil... Por eso somos débiles.
–No tengo por qué pelear...
–¿Estás segura de que quieres que termine así? –La figura colocó una mano en la mejilla de la chica– Esto no es lo que tus padres querían...
–¡¿Haha-ue, chichi-ue?! –Renelle levantó la vista alarmada– ¿Qué quieres decir?
–No lo escuches. –Zero apretó su agarre– Sabes lo que quieres, no dejes que nada dude de ti.
Ella frunció el ceño y trató de moverse, pero las cadenas la aseguraron en su lugar –¿Qué sabes de Isabelle, Sage, Yoona o Nea? ¿Por qué sacrifican sus vidas por mí?
La figura asintió –Es hora de que te muestre todo...
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Nea esperó con impaciencia junto a los demás en una de las habitaciones del palacio. Apoyó los codos en las rodillas y apoyó la frente en las manos. Mientras tanto, su pie derecho golpeaba rápida y continuamente, incapaz de quedarse quieto.
La culpa de Nea se amplificó al ver la angustia de los Britania-Lemercier y su familia e amigos. Prometió protegerla, pero fracasó... sin mencionar que fue su oz la que la cortó.
Esperó con ellos durante unas horas a Kureha, quien finalmente apareció para hablar con ellos.
Yona parecía estar exhausta y no dejaba escapar ninguna información útil. No les dijo qué le dieron de comer o inyectaron a la niña, y tampoco tenía claro cómo planeaba lidiar con eso.
Nea notó la extraña palidez en el rostro de Yona y su incapacidad para mantener contacto visual con sus amigos o los niños.
Después de las súplicas desgarradoras de Cornelia y los dos pequeños para ver a la niña, Yona les permitió ver a Renelle a regañadientes a través de una ventana de vidrio fuera de la sala de emergencias. Nea y los demás la siguieron, sintiendo la necesidad de verla. Sin embargo, tomó más de él de lo que esperaba.
La aislaron en una habitación blanca, con 5 paquetes de sangre roja fresca que se le transfundieron simultáneamente. Mientras tanto, más tubos drenaron sangre más oscura de su cuerpo. La piel pálida de Renelle parecía sin vida, y el pitido constante del monitor del corazón rápidamente se volvió insoportable.
Stella, Samantha y Carine lloraron dolorosamente y Nea se sintió impotente.
Yona estaba ansiosa por enviar a todos a descansar. Stella insistió en quedarse, pero Yona prometió un contacto constante y presionó para que se fueran a descansar.
Nea despidió a los demás, momento en el que Stella le dio a Nea un abrazo inesperado –Tienes que mantenerte fuerte. –Le dijo mientras sollozaba– No te culpes. Tienes que mantenerte fuerte...
–Nea-sama.
Nea fue devuelto a la realidad por la fría voz de Yona. Levantó la cabeza y vio a su esposa. Parecía absolutamente exhausta.
–Le esta haciendo daño la antimateria. –El tono de Nea fue firme.
–Sí. –Afirmó la Archiduquesa– Esto es cosa de Ares para matar a la muñeca...
–Y así matar más fácilmente a la verdadera Selene. –Finalizo molesto, e liberando un poco su gen Noah.
Nea rechinó los dientes con frustración. La mano de Nea tembló: estaba enojado, pero también indefenso. Él era impotente para ayudarla.
–Anata... –Llamo levemente para calmar a su esposo.
–Lo siento, si te asuste. –Se disculpo con ella.
–Está bien. –Le dijo sincera– Lo importante es Luna y evitar que Central meta más sus narices en nuestra familia. –Le dijo preocupada por sus tres hijos.
~
–¿Sabes lo que estás sosteniendo? –Mana se alejó de Nea, el miedo y la incredulidad evidentes en su tono.
–Por supuesto. –Nea jadeó mientras se apoyaba contra la pared, su cuerpo cubierto de heridas. En su mano derecha, sostenía algo luminiscente; su luz verde se filtraba entre sus dedos– ¿Por qué crees que me esforcé tanto para conseguirlo?
–¿Qué vas a hacer con él? –Mana miró a su hermano con cautela, incapaz de adivinar sus pensamientos.
–Ella está durmiendo. –Nea sonrío mientras enderezaba la espalda– La despertaré.
–¿Por qué? –Mana se acercó a Nea y sacudió su hombro– ¿Por qué estás tomando todos estos riesgos?
Los ojos de Nea se volvieron dorados de repente. Mana retrocedió, la frialdad en los ojos de Nea lo sorprende cada vez. Lentamente, la piel de Nea se oscureció –Debo matar al Conde. Terminaré con todos ellos. Para así salvar a la Selene de esta era.
Mana negó con la cabeza consternado.
–Ella tiene el poder que necesitamos. –El Noah colocó una mano firme sobre el hombro de Mana– Ella comparte nuestro objetivo.
–¡Eres un Noah! –Mana frunció el ceño– ¡Ella también te matará!
–¡Ya no tengo que darme el lujo de pensar en eso! –Nea se alejó de Mana abruptamente– Nos estamos quedando sin tiempo.
Mana bajó la cabeza.
Nea había cambiado.
Mana apenas podía reconocerlo más.
~
Mana viajaba junto a Nea en un carruaje, que se balanceaba de lado a lado mientras atravesaba un camino de tierra. Mana miró y encontró a Nea mirando por la ventana, absorto en sus pensamientos.
–Me recuerda a mi madre. –Nea de repente habló.
–¿Quién?
–Yona. –Nea se volvió hacia Mana con el ceño fruncido– ¿Sientes lo mismo?
Mana inclinó la cabeza pensando, pero luego negó con la cabeza –No me parece...
–¿En serio? –Nea bajó la mirada.
–No lo sé... –Comenzó Mana– Pasé demasiado tiempo de mi infancia inconsciente... Pasaste más tiempo con mamá, lo sabrías mejor que yo.
Nea negó con la cabeza. –Siento como si estuviera confundiendo recuerdos.
~
–¡Mana! –Nea corrió a través de la pequeña posada. Abrió una puerta para encontrar a su hermano alcanzando la manija al mismo tiempo.
–¿Qué pasa? –Mana estaba alarmado.
Nea entró en la habitación y cerró la puerta detrás de él. Su rostro estaba pálido y el sudor brillaba en su frente –Están cerrando sus garras sobre nosotros...
–¿Qué?
–Están matando a todos nuestros aliados, uno por uno. –Nea agarró su cabello con estrés– El Conde los está rastreando y matando para despertar a Ares.
Mana contuvo la respiración. El Conde, que no logró capturar a Nea, está tratando de cortar su suministro de sangre.
–Esta mañana vi a tres Akumas de Nivel 1 acechando alrededor de la mansión Vaughan... –Nea suena aterrorizado– Son el próximo objetivo.
–Tenemos que irnos, ahora. –Mana se giró y comenzó a empacar su pequeña cantidad de posesiones.
–¡No! –Nea se agarró la cabeza– ¡No puedo dejarlos aquí para que mueran!
–¡No tenemos el lujo de proteger a la gente! –Mana arrastró su equipaje de debajo de su cama, tirando pedazos de pertenencias en los espacios entre la ropa– Apenas nos sobrevivimos a nosotros mismos.
–No puedo dejarla morir. –Nea se apoyó contra la pared, débil por la impotencia– Necesito protegerla, al menos.
Mana frunció el ceño a Nea. Esto es muy diferente a él –¿Por qué estás tan preocupado por ella?
–¡No lo sé! –Nea tiró de su cabello con frustración– No lo sé... solo quiero protegerla...
–¿Solo porque se parece a mamá? –Mana levantó las cejas con incredulidad.
–... –Nea se quedó en silencio, antes de jadear– ¡Madre!
Mana terminó de empacar, levantó ambas maletas y se preparó para irse –Ya ni siquiera te entiendo. Vámonos ya.
Sin embargo, Nea corrió hacia el escritorio, sosteniendo un cubo luminiscente en sus manos.
–Madre puede protegerla...
~
–Nea, date prisa... –Mana esperaba en la puerta de una casa común, dentro de la cual estaba Nea, de pie frente a su piano en la habitación del Músico.
–Solo un momento más. –Dijo mientras sus dedos se deslizaban expertamente a lo largo de las teclas.
–¿Por qué estás atando al Arca también?
–La Inocencia la protegerá. Al mismo tiempo, protegerá mi llave. Confío en ella.
–¿Por qué la mitad de la Inocencia, entonces?
–... –Nea se quedó en silencio por un momento– No dejaré que se haga cargo de Yona.
~
–Escúchame. –Nea miró intensamente a los ojos de la chica euroasiática– Mantén el collar contigo. Es importante para mí.
Yona asintió confundida. Estaba nerviosa por haber recibido el regalo de su amado, pero sus ojos inusualmente ansiosos la inquietaron.
–Vete de Francia mañana. Tu padre ha hecho los preparativos. –Nea se puso de pie para irse.
Yona trató de acercarse a él, pero se alejó tan rápido.
Observó su espalda mientras salía de la mansión. Tenía la sensación de que nunca lo volvería a ver.
~
A lo lejos, las explosiones perturbaron una noche tranquila. Gritos espeluznantes acompañados de gritos de dolor, el caos asoló la ciudad.
Un grupo de Akumas liderados por un Nivel 2 en forma de conejo sangriento y otro con cara de cañón, aparecieron sobre el cielo momentos antes. Sin previo aviso, comenzaron a atacar a la gente del pueblo, lloviendo balas sobre el pueblo. Cada persona que fue tocada remotamente por los monstruos se convirtió en polvo mientras los guerreros luchaban para proteger la ciudad y a sus Señores.
~
En el castillo, un hombre vestido con una armadura roja, una espada y una lanza se dirigía a la sala de partos donde la dama estaba de parto. Su cabello negro estaba recogido en una especie de moño mientras caminaba.
–Por favor, espere un poco señor Takemaru. Hime-sama está a punto de dar a luz. –Una criada al azar gritó.
–Hime-sama dará a luz a quien será el Dios de la Guerra. No hay tiempo que perder. –Dijo Takemaru caminando, casi ignorando a la mujer.
–Este no es un lugar para usted. –La mujer volvió a gritar– ¡Señor Takemaru!
Aun así, siguió ignorándola. Takemaru se dirigió a la sala de partos y se detuvo antes de entrar, girándose hacia la luna.
–¿Eclipse lunar? Esta es la noche perfecta para eliminar a la portadora del Corazón. –Susurró Takemaru antes de entrar en la habitación.
Allí estaba Isabelle, respirando pesadamente detrás de unos paños para cubrirla.
–¿Quién es? –Ella preguntó.
Takemaru se sentó a la luz de la vela encendida, colocando su lanza a su lado.
–Setzuna-no-Takemaru.
–¿Takemaru? –Repitió débilmente– Justo a tiempo. Por favor, reune a todos fuera del recinto y ve tú también. Todos tendrán asuntos personales que atender.
–Princesa Isabelle-sama...
El silencio cayó sobre los dos por unos momentos y luego Takemaru lo rompió.
–Yo siempre quise saber todo acerca de usted. Sin embargo, su corazón y su mente fueron apoderados por un demonio. –Dijo recogiendo la lanza, dispuesto apuñalar a Isabelle con ella, pero fue detenido por una bala que hizo que soltará el arma al suelo mientras su sangre gotaba contra el suelo, por la herida que le propino la bala.
Con un grito, salió solo para escuchar el llanto de un bebé.
–Isa, jamás esta sola. –Dijo una nueva voz en el lugar.
–General Exorcista. –Solto al ver su Cruz en su pecho brillando ante las velas.
–¡Ve! ¡Yo los detendré! –El joven Cross gritó mientras luchaba contra Takemaru.
Isabelle sostuvo a la recién nacida cerca de ella –¡Cross-sama!
–Ese mocoso de Sage no tardará en buscadles. Así que... ¡escondeos hasta que os encuentre alguno de los dos! –Le ordeno mientras esquiva un ataque de Takemaru.
Isabelle, como pudo, se dio la vuelta y echó a correr. Ella protegió a la bebé dentro de su capa. Mirando ligeramente hacia atrás, vio a su amigo matando a los Akumas, pasando de lado a los Niveles 2 y lanzándose al grupo de Niveles 1 para comenzar a dispararles.
Afuera era igual. La lluvia de balas caiga del cielo, destruyendo todo a su paso. Los buscadores que custodiaban el recinto se apresuraron a escapar, pero la mayoría no lo logró. Muchos grito de dolor y agonía rompían el silencioso lugar. Muchos recibieron tirados en diferentes zonas de sus cuerpos. Rápidamente, los pentáculos negros emergieron en su piel. Cada pentáculo creció en tamaño hasta que, gradualmente, cubriendo sus pieles de negro. Luego, estallaron en polvo.
Un nuevo personaje salio a esa, una vez que llego al lugar de la pelea. Dibujando a Tsukuyomi, usó el Kaze no Kizu para intervenir en la pelea. Los Akumas de la zona fueron destruidos. Takemaru logró salir y se enfrentó al General que tanto despreciaba.
–Finalmente ha llegado, Su Majestad. Un poco más, y ella no estaría aquí, en este mundo. Pero ahora que están ustedes dos, los enviaré al infierno. –Se río sacando su propia espada.
–Pobre iluso. –Se burlo corriendo hacia Takemaru con la espada Tsukuyomi lista.
Corriendo el uno hacia el otro, Takemaru perdió su brazo izquierdo por un rápido choque de Tsukuyomi. En eso, son rodeados por más Akumas.
–Ve. –Le ordeno sin verle el pelirrojo.
–Marian... –Le ve sorprendido.
–Eres padre de la diosa actual, ¿o no? –Lo contrario, sacando un cigarro y fumándolo en el acto.
–Arigato. –Con eso, salió corriendo hacia el castillo, ignorando al guerrero sangrante.
–¡Quemen todo! ¡Purifiquen el lugar junto con el demonio usando el fuego! –Takemaru gritó con su propia sangre en el rostro.
–Menudo problema... –Se quejo Marian.
Corriendo a través de las horribles llamas hacia la habitación de Isabelle donde solo se escuchaba el llanto de un bebé.
–¡Wahhh Wahhhhhh!
Isabelle acunó al bebé que lloraba en sus brazos –Shh... shhhh... –Meció sus brazos cariñosamente de un lado a otro, calmando al bebé.
–Wa... –Olfateando, el bebé lentamente dejó de llorar y comenzó a sonreír.
–¡Isabelle! Isabelle.
Cuando la encontró, estaba sentada escondida en un rincón de una habitación con su bebé en brazos. Isabelle sostenía a la recién nacida con fuerza.
–Anata... –Isabelle jadeó al verle.
Envainando la espada, sacó la túnica de la rata de fuego (prácticamente de la nada) y la colocó sobre su cuerpo. Takemaru apareció y caminó a través de las llamas con un solo brazo y listo para pelear un combate con espadas.
–Mientras pueda eliminarte no tendré de que arrepentirme. Aun si eso significa volver juntos al mismo infierno. –Dijo Takemaru preparándose para pelear e revelando su verdadera identidad, la de un Akuma Nivel 4.
–Date prisa. –Dijo, agarrando a Tsukuyomi de su espalda.
–Anata... –Isabelle grito mientras su compañero se preparaba para pelear.
–Renelle...
Takemaru miró con odio a través de las llamas.
–¿Qué?
–El nombre de esta niña... Su nombre será Renelle. –Explicó el General.
–Renelle... –Susurró Isabelle en voz baja.
–¡Vete! ¡Rápido!
–Sí.
Isabelle se dio la vuelta y echó a correr, escapando del castillo con una bebé Renelle tranquila en sus brazos. Ella protegió a Renelle dentro de su capa. Mientras tanto, el General luchaba contra los Akumas junto a Cross en las llamas ardientes. Todos los pilares finalmente cedieron y se partieron, provocando que el techo del castillo se derrumbara sobre ellos. Esto causó que el Akuma Takemaru fuera horriblemente aplastado y que Sage sobrevivirá gracias al campo que Cross puso a tiempo gracias a su segunda Inocencia, de lo contrario habría quedado atrapado bajo todos los escombros.
~
–¡Esta niña... Selene...! Quiero que la cries como a una niña normal y humana. Ellos... definitivamente vendrán tras de mí, ¡así que tienes que llevarte a Selene! –Isabelle acunó contra su pecho a la bebé. Movió a la bebé a un brazo, revolviendo el cabello de Renelle hasta que estuvo todo enredado. Tenía el pelo corto y castaño rojizo, el flequillo a los lados de la cara más largo que el resto del cabello debido a su corte de pelo desordenado, pero le sentaba bien. Ella todavía era solo una niña– Quiero que escape del fatal destino de ser la diosa de la Guerra que liderará esta Guerra. Quiero que sonría. –Olió Isabelle y acarició suavemente la mejilla del bebé, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro mientras era observara en silencio por Nea y Cross.
~
Renelle abrió los ojos sobresaltada y el sudor le corría por la frente. Miró a su alrededor, ¿dónde estaba?
Suelo de tierra... escombros por doquier...
Así es, esta es antigua mi casa, ¿no?
Pero algo está mal...
¿Por qué no hay sonido?
Renelle negó con la cabeza. Caminó lentamente hacia la tienda en la que vivía su familia hace tanto tiempo. Al acercarse a la entrada de la tienda, la niña escuchó una voz resonante desde adentro...
–Por favor, escúchame.
¿Haha-ue?
Renelle entró rápidamente en la casa y vio a su madre arrodillada junto a su cama, sosteniendo su colgante en sus manos. Su cuerpo parecía ser semi-opaco... como si ella no estuviera realmente allí. Sus labios no se movían, pero la niña puede oírla hablar.
–¿Haha-ue?
La mujer no reaccionó.
–Por favor, escucha mi oración. –La voz de su madre continuaba en su cabeza, Renelle fruncía el ceño mientras miraba a su madre desde atrás– Me protegiste tantas veces, y ahora, continúa protegiendo a mi hija. Mantenla a salvo... Mantén a la reencarnación de Selene a salvo.
–Haha-ue... –Volvió a intentarlo Renelle, pero su madre seguía sin reaccionar– ¿Puedes oírme?
–Esta es mi memoria. –Con un destello de luz, la figura blanca apareció junto a la chica– Estas fueron las últimas palabras de tu madre para mí.
–¿Las últimas palabras de Haha-ue? –La chica sintió que se le oprimía la garganta– ¿Ella sabía lo que era el colgante?
La figura sacudió la cabeza y miró al frente. Renelle volvió a mirar a Isabelle.
–Perdí a todos los que me importaban: mis padres, mis amigos, mis camaradas, mis seres queridos... No pude protegerlos... –Isabelle vaciló– No, no era impotente... Tenía tu poder tan cerca de mí, pero no pude proteger a los que amaba. –Agarró el báculo con fuerza en su mano– No quiero que Ren sienta el mismo tipo de arrepentimiento y culpa, no quiero que ella sienta la misma impotencia que yo. Por favor, concédele tu poder, para que pueda protegerse a sí misma y a quienes la rodean...
–No pude... rechazar la oración de una madre por su hija. –La Inocencia habló de repente.
–¿Es por eso que soy compatible? –Renelle se volvió hacia él– ¿Por qué Haha-ue te pidió que me eligieras?
La Inocencia negó con la cabeza –Fuisteis compatibles desde el principio.
–Especialmente Nea y Yona...
La chica se congeló.
Isabelle continuó –Siempre les he dicho a Nea y Yona que protejan a Renelle, pero habrá algunas cosas que solo ella podría hacer por ellos... Si por alguna razón tengo que dejarlos, espero que siempre se cuiden y se protejan...
–¿Proteger a Yona y Nea...? –Renelle negó con la cabeza– Así no funciona... –Recordó su reencuentro con su explotador, a quien creía muerto. No solo estaba sano y salvo, sino que está del otro lado de la guerra... ¿Qué puede hacer ella?
¿Debería irse? ¿A eso se refería con mantenerse unidos?
–¡Ah! –Un rayo de dolor atravesó la cabeza de la niña y sus piernas cedieron, haciéndola caer al suelo. Ella tembló mientras empezaba a sudar frío, las imágenes de su memoria pasaron ante sus ojos. El alma de Chaser... su alma distorsionada y atormentada...
Sus recuerdos eran tan vívidos que sintió que la misma náusea se apoderaba de ella. Un dolor sordo y palpitante en el pecho la dejó sin aliento. Ella jadeó, de repente se dio cuenta de algo descaradamente obvio que nunca antes había tenido la oportunidad de darse cuenta.
Chaser... El verdadero Chaser... está en agonía.
...
Algo que solo ella podía hacer por él...
–Yo...
La Inocencia miró a la chica.
–Sé lo que tengo que hacer ahora...
–¿Has tomado tu decisión? –La figura blanca hizo un movimiento de barrido con el brazo y el circo se disolvió. Su mundo era una vez más simplemente negro hasta donde sus ojos podían ver. Sus sentidos regresaron a su cuerpo, encadenado y devorado lentamente por la oscuridad.
–No puedo dejar que esta oscuridad me engulla. –Ella apretó su mano en un puño– No dejaré que se apodere de mí.
La Inocencia dio un paso hacia la chica. Su luminiscencia arrojó una luz verde sobre la negrura que rodeaba a la chica, e inmediatamente, comenzó a derretirse y desvanecerse –Solo puedes luchar si me dejas entrar. Acéptame, puedo prestarte mi poder.
–No... –La chica negó con la cabeza.
–Si me rechazas, no puedo dejarte vivir.
–No sucumbiré a ninguno de ustedes. –Renelle levantó la barbilla y miró directamente a la cara de la criatura, aunque estaba demasiado borrosa para que ella la viera.
–Esa no es una opción viable.
–Cállate. –Con un fuerte crujido, las cadenas alrededor de su cuerpo se rompieron una por una– No te estoy rogando que me perdones, ni te estoy permitiendo que me monopolices.
–... –La Inocencia pareció sorprendida.
–Yo... –Liberando sus brazos, agarró las cadenas de su cuello y las aplastó en sus manos– Te exijo que me des tu poder.
La Inocencia se quedó en silencio por un rato, parecía estar tomando una decisión. Luego, inclinó la cabeza –Si ese es tu deseo...
–Debo vivir. –Renelle liberó sus piernas y comenzó a caminar hacia la figura blanca– Hay algo que todavía tengo que hacer.
La figura levantó los brazos y se abrió la capa –Esta vez, pelearé contigo.
Renelle se detuvo frente a él y cerró los ojos.
Con un rápido movimiento, la figura cerró sus brazos alrededor de la niña, envolviéndola dentro de su capa. Una luz brillante emergió, ahogando la oscuridad.
Despertaré contigo, Selene.
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