Noche XLIII: La madriguera del conejo blanco
Juuri, de cuatro años, caminaba detrás de su madre mientras los otros miembros del clan los rodeaban mientras se dirigían a su destino. Todos ellos, menos Juuri, visten capas blancas para ocultar sus identidades.
Juuri miró a su madre y le preguntó –Mami, ¿a dónde vamos? –Estaba nerviosa, aunque no sabía realmente por qué, pero confiaba en que su madre la mantendría a salvo.
Su madre giró la cabeza hacia su inocente hija y sonrío tranquilizadora mientras seguían caminando –No hay nada de qué preocuparse, es un lugar especial que estaremos visitando.
Juuri, aunque no estaba convencida, asintió con la cabeza en señal de comprensión mientras miraba hacia adelante para ver que se acercaban a una montaña.
Se acercaron a una escalera y arcos rojos que sostenían linternas japonesas, que conducían a la montaña, en la distancia, en lo alto de las escaleras, vio algún tipo de santuario. Juuri pensó –«¿Qué negocio querría mamá aquí?» –Miró a su madre mientras subían las escaleras.
Cuando llegaron a la cima, sus piernas se sentían entumecidas y doloridas por la interminable escalera del infierno. Su madre se acercó al santuario, se sacó una horquilla del pelo y se pinchó el dedo índice antes de realizar señales con las manos. Con el último signo de la mano, golpeó el suelo con la palma de la mano, el santuario se partió por la mitad y se alejó uno del otro para revelar la entrada de una cueva.
Juuri miró con asombro la entrada mientras su madre se levantaba en toda su altura y se giraba hacia su hija. Ella sonrío y le hizo una seña a la niña para que se acercara a su lado. Juuri corrió hacia su madre y agarró con fuerza su mano mientras miraba temerosa el camino oscuro.
Su madre le apretó la mano con seguridad y le susurró –Todo va a estar bien, pero no me sueltes la mano. –Su voz era cálida como la miel mientras miraba con tristeza pero con amor a su hija.
Juuri asintió con la cabeza mientras los otros miembros del clan sacaban antorchas para iluminar el túnel mientras avanzaban por el sendero del túnel.
Juuri agarró con fuerza la mano de su madre mientras se alejaban de la entrada. Luego vio una abertura justo delante de ellos y se alegró mucho al saber que no estarían en el túnel por mucho más tiempo.
Cuando llegaron al final del túnel, Juuri quedó encantada con la vista que tenía ante ella. Era una caverna con estanques redondos que se derramaban sobre los que estaban debajo de ellos hasta llegar al centro de la caverna donde tenía un símbolo antiguo en el medio.
Juuri se inclinó para ver más de cerca la vista mientras sostenía con fuerza la mano de su madre. Su madre miró fijamente el rostro lleno de encanto de su hija. Suavemente jaló a Juuri hacia su persona antes de levantarla, Juuri instintivamente envolvió sus pequeños brazos alrededor de su madre.
Su madre se volvió hacia los miembros de su clan –Hagan los preparativos. –Ella ordenó y los miembros del clan saltaron al fondo para hacer lo que ella les ordenó.
Juuri estaba fuertemente abrazada en los brazos de su madre mientras descendían las escaleras –¿Mami? –pero su madre no respondió ni dio ningún indicio de haber escuchado a su hija mientras seguía bajando las escaleras.
Una vez que llegaron al final de las escaleras, el símbolo en el suelo comenzó a brillar con un azul siniestro cuando una mesa de piedra se levantó en medio del símbolo del suelo mientras la pareja de madre e hija se acercaba a dicha mesa.
Juuri fue colocada suavemente sobre la mesa de piedra mientras miraba a su madre, preguntándose qué pasaría después.
Su madre acarició suavemente el cabello de Juuri mientras miraba los ojos inocentes de su pequeña hija –Sabes que te amo, ¿no? –Juuri asintió mientras tomaba la mano de su madre entre las suyas, sin romper nunca el contacto visual. Su madre sonrío con tristeza y dijo– Después de hoy, comenzarás tu viaje para terminar lo que se inició mucho antes de que nacieras. Dentro de unos años, cuando este mundo tenga la mayor necesidad de esperanza, tú serás quien Poner fin a la oscuridad que amenaza a este mundo como su Corazón. –Hablaba como si le estuviera hablando a su hijo por última vez.
A Juuri se le llenaron los ojos de lágrimas ante lo que su madre estaba diciendo –¿El Corazón? –Preguntó mientras su madre derramaba una lágrima– El verdadero propósito de la existencia de nuestro clan... proteger la última esperanza para el futuro. Hemos esperado lo suficiente y finalmente ha encontrado su alojamiento... tú. –Explicó, encontrando difícil hablar con su hija menor, sabiendo que básicamente está destruyendo la vida de Juuri.
Los ojos de Juuri se abrieron, ha escuchado historias sobre el Corazón y cómo en el momento en que elige a su anfitrión, tendrían que dejar atrás a las personas que aman, sin importar lo que quiera el acomodador.
Ella sacudió la cabeza en señal de negación, no deseando que su madre le impusiera ese destino. Ella soltó sus manos del agarre de su madre y trató de bajarse de la mesa de piedra para evitar que el poder del Corazón fuera colocado dentro de ella, pero su madre anticipó esto y envolvió sus brazos alrededor de su niña que luchaba y suavemente colocó una mano en la parte posterior de su cuello y pasó su poder a través de Juuri para inmovilizarla. Juuri cayó inerte en sus brazos, pero aún estaba lo suficientemente consciente para ver y sentir mientras su madre la recostaba suavemente sobre su espalda.
Vio a su madre hablándole, pero no podía oír las palabras que salían de su boca. Luego sintió que se acercaba una fuerte oleada de poder y supo lo que era cuando un miembro del clan le presentó el cofre a su madre, quien asintió y le agradeció antes de abrir el cofre para revelar el Corazón brillante que se encontraba dentro.
Sostuvo el Corazón en su mano derecha sobre Juuri y con su mano izquierda hizo una señal mientras murmuraba un hechizo que permitiría que el Corazón entrara en el cuerpo de su hija. Los miembros de su clan los rodearon fuera del símbolo para proporcionarle más poder en caso de que lo necesitara. El Corazón en su mano comenzó a brillar más mientras procedía a bajarlo al cuerpo de Juuri, donde se encontraba su corazón palpitante. Cuando el Corazón hizo contacto con Juuri, brilló con su máxima intensidad cuando la joven Juuri gritó ante el poder que se le estaba imponiendo. Una vez que el Corazón estuvo firmemente sellado en su cuerpo, se quedó en silencio mientras las lágrimas corrían por su rostro. Miró a su madre que le hablaba, pero no podía oírla mientras dejaba que la oscuridad del sueño la reclamará.
En el momento en que Juuri abrió los ojos, vio que estaba en un bosque en las afueras de una aldea. Se sentó confundida y trató de recordar lo que le pasó, pero descubrió que no podía recordar nada, sólo su nombre.
Sintió una presencia encima de ella y miró hacia arriba para ver a un hombre enmascarado en un árbol mirándola, observándola mientras intentaba orientarse. El guardián saltó frente a la chica para ver si estaba bien. Se apretó la cabeza con dolor mientras intentaba recordar su vida antes de despertar mientras el hombre intentaba calmarla. Cuando ella cayó inconsciente, él la levantó y corrió de regreso a su hogar.
~
Unos momentos después, Johnny comenzó a escuchar murmullos frente a él.
–¿Te despertaste, Mana?
Un estremecimiento le despertó, los ojos de Nea se abrieron muy lentamente tratando de no causar una conmoción por lo que había visto y miro al frente, lo primero que comprendió era que aquella vista no era una a la que estuviera acostumbrado después de despertar, sostuvo la mirada hacia el frente apenas recordando por qué se encontraba allí. Levantó la cabeza y vio a Johnny jadear cuando despertó.
–Qué bien. Has despertado. –Dijo con un suspiro de alivio mientras Nea levantaba toda la parte superior de su cuerpo desde su lugar en el costado de la cama. Anneliese todavía estaba ddormida– ¡Bien, bien, bieeen! –Él lo agarró por el hombro y lo giró, luego lo rodeó con sus brazos y lo abrazó con fuerza contra él.
Después de unos momentos, le solto y fue a su bolsa para buscar algo de comer para él y Anneliese cuando despertara.
–Un Akuma los ataco y escaparon bajo un puente, ¿recuerdas, Nea? Allí os desmayaste. Ah, tranquilo, Kanda eliminó a todos los Akumas. A propósito de Kanda, ¿a dónde habrá ido...? –Le conto lo sucedido.
Al verle, lo primero que vio fue a Johnny con Sodom.
–He pensado que querías comer algo cuando te despertaras, por eso les he comprado un montón de sándwiches. ¿Vas a comer, verdad?
–En cierto modo... tengo... mucha sed...
–Ah, claro. –Toma una jarra de agua y un vaso, y se lo sirve– Estuviste corriendo con Renelle por toda la ciudad. Es normal que tengas sed. Toma. –Le entrega el vaso.
Nea le sonríe falsamente mientras toma el vaso –Gracias, Gill.
–¡Ah, sí! –Johnny se volvió a girar para buscar nuevamente en su maleta– ¡Por fin les he comprado un analgésico! Sé que lo odias, aunque sea solo una inyección... Veamos... –Rebusco entre sus cosas la medicina sin percatarse de que Nea estaba detrás de él, lo noquea con un golpe rápido en el cuello, dejándolo inconciente y sangrando.
–¡Oye! –Dijo una voz a sus espaldas.
Al girarse, ve a Anneliese sentada en el borde de la cama con un sencillo vestido blanco y vendas que le llegaban hasta los muslos, tenía el cabello corto suelto.
–¡No debiste golpearlo demasiado fuerte! –Le reprendió su diosa al ser él quien hirió a Johnny.
Nea sin decir nada, se toma el agua de un tirón y después dice –Es su culpa por dejarse engañar por tu apariencia al no cambiarte a la de un Dios. –Anneliese iba a protestar, siente dolor donde Apocryphos la golpeo y ve la sustancia parecida a una pluma en su pecho con estupor– Esto es malo.
–Sanara de forma doloso, pero sanara. –Le recordó con algo de dolor por la herida.
Nea se volvió hacia Sodom –Sodom, muéstrale las memorias de Renelle.
~
Kanda quita su espada del cuello de Link y la guarda en su vaina, dispuesto a dar la vuelta y avisar de la situación. No podía permitir que Link los vigilara, aun había una pizca de desconfianza, y la idea de que éste informando de sus movientos a Lvellie comenzaba a preocuparlo –En cuanto decida que no eres digno de confianza, te mato. –Amenazó– Recuerda eso, maldito perro guardián.
–Deberías volver a la Orden pronto. –Responde, haciendo que los pasos del nipon se detuvieran. Kanda lo miró de soslayo– De los comentarios que has hecho, deduzco qué has recuperado en esencia para mandar tus accione contra ellos dos. Pero ahora que la has recuperado, deberías cumplir tu papel como discípulo de Dios. Si fuerzas demasiado las cosas, te convertirás en un Caído.
Sus palabras calaron en lo más profundo, su inocencia ya daba las primeras señales y presentaba un ligero escozor en la zona de sus brazos en donde los estigmas se ubicaban.
–Será una molestia si ese par se ve arrasado por tu culpa. –Link comentó con un poco de incomodidad, asombrando al ojiazul quien parecía no demostrarlo en su mirada regia. Link no iba a mencionar que además de su nombre, Anneliese mencionada a un tal "Nian" del que no han podido recabar información. A Lvellie le preocupaba Nea por unirse a Selene, pero el pasado de la joven albina era también motivo de su extraño interés. Cross debió encargarse de borrar cierta información, ya que en los documentos de Central, poco o nada se sabía de Renelle Lemercier Serine antes de la llegada a la Orden Negra.
–Tsk… –Kanda no pudo impedir chasquear su lengua con dejé de intriga. El ex-cuervo tenía un punto. Fue un tonto y un ciego al no notar el sufrimiento de Renelle antes, pero ahora que las dudas de ambos estaban claras, una nueva preocupación nacía en su pecho... algo que había considerado incluso antes de tomar la decisión de aceptar la Inocencia cristalizada, siendo eso la posibilidad de convertirse en un Caído. Su vista se perdió por un instante en el mango de Mugen, y cuando volteó nuevamente notó que el rubio había desaparecido bajo sus narices, haciendo que varios improperios salieran de su boca en murmullos.
Por el momento no era buena idea alertar a los demás de la presencia de Link y dejar que Anneliese descubra lo que sucedía con él. Ahora más que nunca, se encargaría de protegerla, aun si eso significaba convertirse en un Caído. Con las manos hechas puño, caminó de regreso al hostal. Estaba seguro que Johnny estaría preocupado por haber desaparecido un par de horas.
Cada paso resonaba en eco y el pasillo se encontraba inusualmente silencioso. Los pensamientos del nipón estaban enfrascados en la fugaz conversación con Link, sin percatarse de que había murmullos proviniendo del otro lado de la puerta en donde Nea, Anneliese y Johnny estaban.
Dudó un instante al posar la mano en el pomo de la puerta, pero una sensación extraña recorrió su cuerpo y le indicó que algo peligroso estaba dentro de la habitación.
Entró sin dudarlo y con una rapidez sobrehumana, tenía sobre el cuello de Anneliese el filo de su espada, presionando la suave piel hasta tornarse un poco rojiza. Sus ojos examinaron su entorno durante todo el camino hablando con él para distraerlo. Ver a Johnny en su inconsciencia hizo que se encendiera una bandera roja y lo hizo mirar a 'Anneliese'.
La mirada fúrica del ojiazul se conectó con los ojos ambarinos del Noah. Kanda sabía bien que ese no era Allen, en la persona frente a él había un aura peligrosa y una sed de sangre inexplicable; sus ojos brillaban y en sus manos estaba Sodom, aterrado por la actitud de ambos... Kanda analizó la situación sin dejar de apuntar su Inocencia al cuello.
–Tú... ¡¿Quién eres?! –Cuestionó con voz grave y la frente oscurecida por la ira.
Los ojos bicolor se escondieron tras el flequillo blanco y pronto una lúgubre risa se dejó oír, crispando los nervios del azabache.
–Igual de desconfiado, no es así... ¿Nian? –Canturreó la diosa, llevando la mano hasta el borde de Mugen mientras jugaba con el filo.
Kanda no podía creer que estaba frente a la Noah mitad diosa tan de cerca, se sentía irreal. Pero igual de rápido, Nea se levantó y agarró a Kanda por el cuello y lo envió con fuerza a lo alto de la pared justo delante de él. La fuerza del lanzamiento le provocó una fuerte conmoción en la cabeza. La tremenda fuerza con la que la había arrojado fue suficiente para provocar un cortocircuito en sus sentidos. Su visión se volvió borrosa y su oído quedó ensordecido por un fuerte zumbido. El entumecimiento de sus extremidades fue sorprendente, pero aún así logró evitar que su cuerpo caído cayera de la pared.
Saori miró a Anneliese y Nea, a quien apenas había notado que estaban despiertos, y los miró a los ojos. Ella se estremeció ante el sentimiento que le enviaron. No tenían la calidez que solían tener, que ella sabía. Eran diferentes, simplemente no eran iguales. Soltando a Kanda, una pregunta lentamente surgió en su mente.
Si ambos estaban despiertos... ¿dónde estaba Johnny?
Los repentinos gritos furiosos de ellos no la distrajeron de su pregunta mientras exploraba la habitación. Los murmullos hicieron que su atención se dirigiera a la otra cama donde estaba la figura semiconsciente de Johnny.
–Explícate en este instante. –Interrogó el azabache luego de oír ese nombre de la boca de la princesa. No era la primera vez que lo escuchaba. Pero para su desgracia, algunos recuerdos aún seguían bloqueados por una neblina mental.
Nea soltó una risa escueta –Aún si fuera en el mismísimo infierno, me encontraría con ustedes dos juntos ¿por qué no me sorprende? –Espetó asqueado, viendo a Kanda a los ojos. Este se sentía inquieto con la mirada ambarina– De todos los aliados que pensé encontrar en esta época, tú eras el último que pasaba por mi lista. Tengo que decirte que me has sorprendido y has superado mis expectativas. –Mencionó pensando en Cross, luego vio a Kanda de pies a cabeza analizándolo.
–No deberías considerarme un aliado. –Kanda apretó el agarre del mango de su espada– Le prometí a Renelle que acabaría con su vida si tú la traicionabas. –Nea soltó otra risa lúgubre, molestando al nipón, quien respondió con claro tono irritado mientras Anneliese veía todo en silencio– Tsk, sigues sin darme una respuesta. Lo diré sólo una vez más: ¡explícate! ¿Por qué me llamaste Nian?
Ante la pregunta, el ojiambar pareció meditar sus palabras por un segundo, que le pareció eterno al estoico Exorcista.
–¿Seguro que no sabes por qué? A estas alturas ya te habrás hecho una idea, ¿no es así? –Nea encaró al ojiazul, poniéndose de pie.
Kanda nunca hubiera titubeado en atacar al Noah en otra situación. Pero se le hacía difícil pensar en cortar el cuello de ese ser despreciable en el cuerpo de la persona que amaba. Haciéndole entender lo mucho que tendría que prepararse para llevar a cabo su promesa, eso y que, además le intrigaba en gran manera lo que el contrario ocultaba y el aire de misterio alrededor del problema de las memorias del Noah que tanta mala espina le daba.
Volvió a chasquear la lengua y dio un paso atrás, bajando su espada con algo de duda y dejando que la peliblanca merodeara la habitación sin bajar ambos la guardia, en un ambiente demasiado tenso y pesado. Kanda no pasó por alto la respiración entrecortada de Johnny, que aun seguía inconsciente en la cama de al lado.
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