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Noche X: Operación baile

Lavi se tumbó sobre la cama mientras Kanda se sentaba junto a la ventana. Lenalee, Saori y Allen intercambiaron miradas, perturbados por el pesado silencio. Estaban esperando en la habitación del hotel de Kanda a que Selene y Nea regresarán.

–Cuándo volverán ~ Me aburrooo~ –Se quejó Lavi.

–Shisho y Nea-san volverán pronto. Ten paciencia, Lavi-san. –Le aconsejo la pelilila que tuviera paciencia.

–Ya la oíste, ahora cállate. Si es que quieres seguir aquí. –Dijo bruscamente.

Lavi se giró al ver a la griega y una sonrisa risueña apareció en su rostro.

–¡Cierto! –Dijo alegremente, sorprendiendo a los demás– Saori es su alumna. ¿Cómo no pensé en eso...? Saori. –Le llamo.

–¿Sí? –Dijo la pelilila.

–Tú eres la discípula de Ren, por lo tanto debes conocer a Nea y su extraña amistad. –Dijo Lavi, sentándose.

–Lo soy, pero el hecho que fuera entrenada bajo su tutela, no me hace su amiga íntima o confidente. Además, los conocí cuando yo tenía diez años y eso fue hace 4 años atrás. –Explicó.

–¿Eh? –Dijeron Lenalee y Allen al escuchar su conversación.

–Saori, ¿dijiste que Renelle-san te entreno cuando tenías diez años? –Preguntó Lenalee.

–Así es. –Respondió la chica.

–Entonces... diez años + los 4 años son... –Hizo cálculos Lenalee.

–¿Eh? ¡¿Saori-san eres menor que yo por un año?! Es decir... ¡¡¡¿tienes 14 años??!! –Dijo Allen sorprendido por saber su edad.

–Así es, Allen-san. Soy menor que tú por un año. –Dijo algo ruborizada por el grito que solto.

–No lo pareces, Saori. –Comento Lavi.

–Zapatos de plataforma. –Dijo.

–Así que otra enana, eh... –Se burló Kanda de su edad y estatura.

–¡Oye! –Le reprochó Allen.

Saori lo detuvo –Kanda-senpai le pido de favor que no se burle de mi físico o mi edad. Y le pido de favor que se abstenga de cualquier comentario sarcástico o burlón de ello, ya que yo no mido a la gente por su estatura, edad, nacionalidad, cultura o país, sino de su fuerza y tenacidad en el campo de batalla. –Le dijo suavemente.

–Al menos Nieves supo como educarla bien. –Hizo un cumplido a la maestra de Saori.

La puerta se abrió de golpe y Selene entró como un vals. Tenía una arruga entre las cejas y sus labios se curvaron en una mueca.

–Al menos están quietos. –Dijo al verlos tranquilos y sin deseos de matarse entre sí.

–Sí, es un milagro. Hasta incluso podría decir que es el fin del mundo al veros tranquilos. –Dijo burlón mientras entraba a la habitación.

–¿Estás buscando pelea, maldito Decimocuarto? –Kanda gruñó.

Nea lo ignoró para no seguirle la cuerda y solo se quito la máscara mientras bajaba la capucha de su capa.

–Yo los tuve a raya como me enseñaste, Shisho. –Dijo Saori.

–Así veo. Y también de ti, Nea.

–Tenemos cosas mucho más importantes que lidiar que estar cayendo en las tontas y absurdas provocaciones de un mocoso. –Dijo.

–¿Qué dijiste? –Dijo ofendido de sus palabras.

–Basta. –Detuvo a Kanda, poniendo su brazo en su camino– Nea tiene razón. –Le dio la razón haciendo que Nea le saque la lengua, provocando al espadachín– Y tú, Nea, no lo provoques. –Se giro al ver su acción.

–Lo siento. –Se disculpo con ella y guardo la lengua.

–Estás poniendo esa sonrisa falsa... Eso significa que estás enojada.

–Y tú eres brillante. –Dijo Selene con frialdad.

Kanda no quiso seguir para no ser la víctima de su enojo y se sentó en el suelo en silencio. Nea no quiso seguir y solo se quedo arrecostado en una de las paredes de la habitación sin mirarle.

Selene solto un suspiro pesado –Eso esta mejor... –Se giro a Lenalee, Lavi, Allen y Saori– ¿Por qué están aquí? Creí haberles dicho que se quedarán en sus habitaciones. –Preguntó.

–Sí, bueno, nos aburrimos. –Sonrío Lavi– Quiero decir, nadie nos vio, así que está bien, ¿verdad? Además, creo que todo esto de 'mantenerse alejados el uno del otro' es un poco sobreprotector e innecesario.

–Lavi... –Dijo Lenalee con una advertencia– Es una orden...

–No, creo que también es innecesario. –Dijo Selene– Hablé con la familia J. Loyard y no hay Akumas en esta ciudad

–¿Qué? –Dijo Lenalee, boquiabierta.

–Pero... –Le siguió Saori.

–La mayoría de los Akumas se reúnen en Suiza y, a veces, asisten a las reuniones sociales de aquí. Pero, ¿por qué vienen aquí cuando la mayoría está en la capital? Así que estará bien si nos relajamos un poco en el hotel. Aunque no en el baile... Los Akumas seguirán allí.

–¿Y la Inocencia? –Preguntó Lavi– ¿Qué te dijieron sobre la Inocencia?

–La Inocencia está en manos de una de los nobles. Es un collar... y es una reliquia familiar. Sin embargo, aún no estamos seguros de que si hay un Acomodador. La familia J. Loyard conoce nuestro grupo y creen que lo mejor para Saori, Allen-chan, Lena y Lavi es encontrar a la noble y contarle la historia de su collar. Nea, los acompañarás.

–Bien. ¿Pero Nea no se sentirá solo? –Dijo Lavi.

–No me importa. Es solo trabajo. –Dijo tranquilo.

–¡Tan antipático como su dueña! –Acuso con el dedo Lavi.

–Deja de molestarlo, Lavi. –Lo regaño Selene– Las hijas de la familia, Min Hwa-unni y Ha-neul estarán con ustedes. Ha-neul será la pareja de Nea. En el caso de que estalle una batalla, seré su respaldo.

–¿Qué pasa con Kanda? –Allen la miró con curiosidad.

–Él también será suplente. –Dijo Selene brevemente.

La cabeza de Lavi se volvió hacia Kanda, luego hacia Selene y luego de nuevo hacia Kanda. Su sonrisa se ensanchó.

–Ren, ¿paso algo cuando fuiste a la mansión de la familia J. Loyard? Te ves enojada.

–No es nada. –Dijo restando su enojo.

–Pues lo pareces.

Kanda vio de nuevo esa sonrisa falsa suya, así que intercedio.

–Déjala, usagi. Sí te dice que está bien, es porque está bien. –Dijo haciendo que la chica le viera y le agradeciera con la mirada para luego continuar con el resumen de la misión.

–Allen-chan, cuando llegues allí, asegúrate de cuidar a Nea y decirle quienes son los Akumas... Como sabéis, el Conde no sabe que Nea es aliado nuestro y cree que lo asesino en su última pelea, por eso irá con su disfraz de siempre. Al igual que yo.

–¿En quién?

–En uno de los hermanos J. Loyard, que parece estar fuera del país.

–Oh...

–Y dado que mucha gente querrá saludar a SeoJoon J. Loyard, no podré tratar con la Inocencia. Lo siento. –Se disculpó falsamente.

Saori fue la única que se percató de su tono, supo que usará la ilusión para estar en dos sitios a la vez en la fiesta.

–No hay problema. –Dijo Lenalee afablemente– Nos encargaremos de eso. Solo tenemos que convencer a la dueña de que lo entregue, ¿verdad? Quiero decir, podríamos ofrecer una buena suma para comprárselo... y si no lo entrega... –Hace una mueca– Supongo podríamos tratar de tomarlo por la fuerza...

–Ofrece una buena suma a nombre de la familia Lemercier y no dudo que aceptará. –Agregó Selene, sacando su caja de cigarrillos y un encendedor. Saca uno para encenderlo entre sus labios.

–Ese encendedor... –Murmuró Allen viendo su encendedor.

–¿Uh? –Lo ve para luego ver su encendedor– Ah, me lo regalo Marian-san como regalo de cumpleaños. –Dio una calada al cigarrillo, soplando el humo por la comisura de su boca, alrededor del cigarrillo mientras guardaba el encendedor.

Kanda sintió una oleada de ira al escuchar que el General Cross le regalo ese encendedor.

–Lo suponía. Ese tipo de encendedor es del shisho. ¿No te dijo algo inapropiado cuando te lo dio?

–No... Bueno, sí, pero no lo entendí muy bien y no quise seguir preguntándole ya que no me dira. Así que lo deje por la paz. –Dio una calada, luego sopla el humo.

–¿Y qué dijo? –Preguntó Saori intrigada.

–¿Soy su maldito conejos de indias o qué? –Preguntó irritada por sus interrogatorios y su desconfianza mientras se pasaba una mano por el cabello.

Kanda vislumbró la escama rosa en la parte trasera de su nuca, y la incomodidad se mezcló con su furia.

–Perdón. –Se disculpó triste.

–Como sea. –Le resto importancia al tema– Lena, Saori, prepárense. –Dijo con cansancio– Riliane-ajusshi esta muy ansiosa por arreglarlas... y nos ha pedido que lleguemos a su casa a las tres y media. -Dio otra calada.

–Bien. –Asintió Saori.

–¿A las tres y media? –Lenalee repitió, confundida– ¿A qué hora empieza el baile?

–A las ocho... –Selene parecía disgustada ante la perspectiva mientras soltaba una fuerte calada.

–Wow... ¿Los chicos también? –Preguntó.

–Sí. –Dijo tomando el cigarrillo entre sus dedos, ya consumido.

–¡No necesitamos cuatro horas y media para ponernos los trajes! –Allen dijo indignado.

–Lo necesitan. Y más ustedes dos, Allen-chan, Yu. –Dijo viendo a los mencionados.

Kanda gimió.

–¿Por qué no podemos simplemente ir con nuestros uniformes? –Se quejó.

–Si te lo explicó, me tomará horas para que aceptes, así que me abstengo de hacerlo.

–¿Y eso qué significa?

–Significa que es una operación encubierta. Eso es lo que trata de decirte, idiota. –Allen sonrío.

–Exacto. –Segundo Nea.

–Basta. –Espetó Selene mientras Kanda golpeaba a Allen– Lena, Lavi, Allen-chan, Saori, deberían volver a sus habitaciones. Arreglen todo y vayan a almorzar. Ya son las doce y media.

–Supongo que no podemos comer juntos... –Dijo Lenalee, decepcionada.

–Así es. –Dijo Selene con un deje de disculpa– Lo siento, Lena, Saori.

–Está bien... –Dijo Lenalee mientras ella y compañía se dirigían a la puerta– Nos vemos en la mansión de la familia J. Loyard.

Selene esbozó una sonrisa forzada -Sí.

–Nos vemos, Renelle-nee. –Dijo Allen mientras seguía a Lenalee y Saori.

–Yo tengo que hacer unos asuntos. Nos vemos en la mansión de la familia J. Loyard. –Se despidió Nea mientras se ponía la máscara y la capucha para irse de la habitación.

Lavi se levantó de la cama lenta y perezosamente. Cuando llegó a la puerta, se detuvo y se dio la vuelta para ver a la albina.

–Sea lo que sea que te tenga molesta, puedes hablarlo conmigo. –Le dijo.

–Lo tendré en cuenta, pero no hace falta. -Le agradeció por su amabilidad con el más leve rastro de una sonrisa.

–Nos vemos. Ah, Yu, no olvides de cuidar a nuestra princesa. –Dijo Lavi mientras salía.

–Ya lo sé, idiota. –Gruñó Kanda, cerrando la puerta detrás de él.

Después de ver desaparecer al último invitado, Selene inmediatamente se acostó en la cama y se dio la vuelta, dándole la espalda a Kanda.

Kanda exhaló y se dirigió a la cama. Selene no hizo ningún movimiento para reconocer su existencia mientras se sentaba a su lado.

–¿Ya vas a decirme por qué estás enojada? –Preguntó, fingiendo indiferencia.

–No es nada, Yu... –Respondió Selene, sin darse la vuelta.

Kanda soltó otro suspiro, calmándose. Su flequillo voló ligeramente hacia arriba, luego cubrió su rostro nuevamente.

Él sabía que ella no le diría que tenía a menos que se lo sacará a la fuerza. Se levantó de la cama, la volteo, se puso encima de ella, la tomo bruscamente de las manos, las puso encima de su cabeza, y vio que su expresión no era feliz. ¿Exasperada? ¿Enojada? ¿Molesta? Kanda pudo detectar cierta condescendencia entre el conglomerado.

–Eres pésima ocultando tu enojo conmigo. –Dijo mientras Selene giraba la cabeza hacia la derecha para no verle, escondiendo los ojos tras su flequillo mientras recordaba lo que paso entre Ha-neul y ella.

《Flash Back》

Estoy seguro de que a Sir Kanda no le importaría un poco de... sabor a su vida con una verdadera mujer. –Dijo haciendo explotar la bomba.

El sonido de su mano sobre la mejilla de Ha-neul hizo eco, la mirada atónita de Nea y la sorprendida de la coreana fue una escena poco peculiar, difícil de olvidar.

¡Yu no es como te lo imaginas! –Ha-neul toco su mejilla– Él podrá ser lento en algunas cosas, pero eso es porque nadie se lo explico o le enseño hacerlo. Él no tuvo una vida fácil ni mucho menos el resto de nosotros. Y eso es lo que nos une... Porque compartimos el mismo sentimiento. ¡Así que no vuelvas a decir que eres mejor partido para Yu que yo, cuando ni siquiera lo conoces como yo si lo hago!

《End Flash Back》

-¿Paso algo cuando estuviste con esa familia? -Dijo tentativamente.

-Tú... ¿Tú eres feliz conmigo? -No había una pizca de aliento en su tono.

-Entonces es eso... -Kanda se levantó de ella, se sentó en el colchón, tomando el brazo de Selene y la sentó sobre su regazo- Sí, soy feliz contigo, Ren.

-Pues no lo parece. -Selene alzo la mirada y lo miró fijamente- Digo, siempre te he visto fruncir el ceño y tu malhumor. Y las cosas veces que te he visto relajado es cuando nadie te molesta. A veces pienso que Ani-ue y yo somos una molestia para ti y que te retenemos en tu búsqueda de encontrar a esa persona...

Los labios de Selene se separaron ligeramente, sus ojos rosa vacilaron bajo la mirada sólida de Kanda.

-¿Todavía amas a esa persona, Yu?

Kanda se sorprendió. ¿De qué demonios está hablando? ¿Quién diablos está hablando con él? No hay forma de que la mocosa que conocía sea esa persona. Tan molesta como puede ser, no es alguien que deliberadamente invadiría su pasado sin su permiso. Pero lo que más le sorprendió es cómo ella hizo la misma pregunta que lo estaba molestando.

La misma pregunta que se había olvidado de responder porque estaba demasiado ocupado con ella.

Por supuesto, todavía amaba a esa persona. Quería conocer a esa persona. Quería estar con esa persona una vez más. Fue precisamente lo que lo mantuvo vivo todos estos años.

Es su propósito... Su único propósito.

-...¿Por qué preguntas eso? -Kanda desvió la mirada hacia otra parte, su expresión se volvió oscura.

-Nada, de verdad. Será mejor que me vaya. -Por un momento, Selene frunció los labios con aprobación al notar cuán conflictivas eran sus emociones- Vamos a comer.

Selene se puso de pie y caminó hacia la puerta. Hubo un silencio.

-Lo último, entre esa persona y yo, ¿a quién quieres ver más?

Los ojos calculadores de Selene captaron la total incomodidad y la expresión preocupada de Kanda, sus ojos la miraban salvajemente en un intento desesperado por enmascarar la sorpresa en sus ojos cuando ella dio prácticamente en el clavo. En lugar de confrontarlo más, Selene lo consideró suficiente para confirmar la posición que se encontraba el corazón de Kanda para encontrar a esa persona, es decir, a ella misma. Después de todo, si ella lo presionaba más, habría una posibilidad de que Mugen la cortará por la mitad.

La Inocencia de Selene sabe y cree que el deseo de Kanda Yu de ver a esa persona es mucho mayor que cualquier otra cosa, incluso mucho mayor que su voluble afecto hacia Selene.

~

Saori apretó los dientes mientras agarraba con fuerza el poste de la cama frente a ella. Podía sentir su pecho contraerse, y jadeó. ¿Por qué demonios le dolía tanto?

En algún lugar detrás de ella, Lenalee gimió. Pobre Lenalee... pero, de nuevo, Saori estaba pasando por lo mismo. Pobre Saori también. Mientras Selene estaba como si nada, porque ya llevaba puesto el corsés.

La criada apretó aún más las cuerdas, al punto que Saori no pudo soportarlo más.

-¿Qué demonios es esto? -Exigió- ¿Por qué diablos tenemos que usar corsés?

Ha-neul estaba apoyada contra la pared.

-Todas las mujeres los usan. -Dijo Ha-neul de una manera increíblemente molesta y superior- Es sorprendente ver que vosotras dos nunca lo habéis usado...

-¡Eso es porque los Exorcistas no van a fiestas! -Lenalee se lamentó.

-Nunca creí que los corsés dolieran tanto. -Saori hizo una mueca.

-Siéntete feliz de no tener que usar faldas de aro. Así que deja de quejarte. -Dijo Ha-neul mientras Selene veía todo en silencio- ¿Y tú por qué no te estás quejando? -Le cuestionó a la albina.

-Porque llevo 13 años fajandome los pechos, esto no es nada. Así que no le veo la diferencia. -Dijo normal como si hablará del clima.

Las criadas apretaron aún más las cuerdas de Saori y Lenalee. Cuando terminaron, las chicas dejaron escapar un suspiro al ver que las dejaban ir.

Riliane volvió a entrar en la habitación, seguida de dos sirvientas que llevaban los vestidos que Lenalee y Saori usarían esa la noche mientras otras dos sirvientas seguidas por Min Hwa llevaban el vestido y traje que Selene y su ilusión usarían esa noche.

–Señorita Lenalee, esto es para usted. -Dijo Riliane.

Le tendió un vestido rojo oscuro, con una cantidad atroz de encaje, adornado con perlas y hecho con la muselina más fina. Lenalee se quedó boquiabierta.

–Eso es hermoso. –Dijo ella, sin aliento– Increíble.

–Me alegro de que te guste. –Dijo Riliane con cariño– Es uno de los vestidos que diseñé cuando tenía tu edad... es bastante viejo, pero nunca lo usé. Crecí demasiado para usarlo, pero es algo hermoso, ¿no?

–Mucho. –Asintió Lenalee, muy cautivada por el vestido y dejando el lado de Saori, para su alivio. Fue patético colapsar repentinamente debido a un corsé.

–Señorita Saori, –Dijo Riliane amablemente volviéndose hacia ella– este es para usted.

Le tendió un vestido largo de color naranja suave con volantes y lazos de color naranja brillante, el lazo más notable está en el pecho con encaje blanco en los bordes y una rosa naranja más suave en el medio. Su vestido llega hasta el cuello.

–Muchas gracias. –Dijo Saori, sin poder contener su admiración por el vestido.

–¿Lista para ver el tuyo, Renelle-nuna? –Preguntó Min Hwa, guiñandole un ojo divertida.

–Dispara. –Dijo siguiéndole el juego.

La sirvienta detrás de ella levantó un vestido morado echo de seda. Era sin tirantes y de mangas en los hombros con encaje puntiagudos en los bordes, para sorpresa de Selene. Con el vestido había un par de guantes blancos de seda, del tipo corto. Y una boa blanca. Era, en una palabra, elegante.

El vestido era más sencillo que el de Lenalee y Saori, con menos adornos, pero tenía una elegancia sencilla que a Selene le gustaba perfectamente.

–¿Qué dices? –Le pregunto pidiendo su aprobación.

–Es lindo. Y más sencillo. Aceptado. ¿Y el otro? ¿Lo tienes? –Le dijo.

–Sí. Aquí lo tengo. Cuando termines de arreglarte, vamos a dárselo.

–Bien.

Ha-neul frunció los labios –Onni, ¿no crees que esos vestidos son un poco... caro para que lo usen extrañas? Quiero decir...

–Harías bien en cerrar la boca, Ha-neul. –Dijo Riliane con un poco de ira– Extrañas o no, estas mujeres están protegiendo a nuestra familia y nuestra ciudad. Es lo menos que podemos hacer para proporcionarles cosas que nunca antes habían tenido la oportunidad de tener.

–Y aparte, ella es mi amiga y nuestra familia tiene una alianza con la compañía Funtom. Y también te recuerdo que Renelle-nuna no solo es una condesa, sino que es la próxima reina de Francia. –Dijo Min Hwa harta y cansada de la actitud de su hermana menor.

Aunque a Selene no le gustaba demasiado Ha-neul, Riliane y Min Hwa son otra historia. La forma en que cuidaba cada pequeño detalle de Saori, Selene y Lenalee, como niñas, le recordaba a Selene a Klaud. El amor maternal era diferente, pero agradable estar expuesto de vez en cuando.

–Ahora, haremos que todos se pongan los vestidos. Ege, ¿le importa si le doy una peluca a la señorita Lenalee? Su cabello es un poco corto para que lo peinemos...

–Oh, no, está bien. –Dijo Lenalee enérgicamente– Me encantaría volver a tener el pelo largo...

Saori y Selene sonrieron ante su entusiasmo por un detalle tan pequeño como ese pero importante.

–Sinceramente, lamento mucho haberles pedido que vinieran tan temprano. –Se disculpó Riliane– Pero me temo que Renelle estará aquí para un extenso maquillaje y transformación. Srta Lenalee, Srta Saori cuando hayan terminado, irán al salón de baile para aprender a bailar el vals.

–Yo también iré, omoni. –Ha-neul lanzó una mirada significativa a Selene– No hay suficientes mujeres con las que practicar.

Selene no dijo nada, deslizándose obedientemente en el vestido que la criada le ofreció. El vestido le quedaba perfecto, ni demasiado sofocante, ni demasiado ajustado. Ha-neul la estaba observando en busca de una reacción a su comentario. Selene se contuvo para no darle gusto a Ha-neul. Ha-neul la molestó; eso era un hecho. Ella indirectamente le había dicho a Kanda que fue buena idea haber iniciado su relación, dándole posibilidades de que Kanda se sintiera atraído hacia la coreana. Sin mencionar que Ha-neul es bastante hermosa, con un vestido blanco con volantes que no encajaba con el gusto de Selene con la piel desnuda adornada con joyas caras.

Cuando la criada terminó de abotonar el cinturón alrededor de su cuello, Selene se dio la vuelta para escuchar la crítica de Riliane. Sus ojos se posaron en Lenalee y Saori. Se veían hermosas, sonrojadas de placer mientras examinaba su propio vestido. Al ver a Selene sonreír por su obsesión con el vestido, se sonrojó y sonrío levemente.

–¿Tan mal nos vemos? –Lenalee preguntó.

–Todo lo contrario. –Dijo Selene alentadora– Sois hermosas.

Riliane asintió con la cabeza.

–Mabsosa, las asiáticas y las griegas, tienen una figura maravillosa. –Dijo celosa Riliane– Nunca me veía tan espléndida cuando tenía su edad.

Selene puso los ojos en blanco.

–Riliane-ahjumma exagera. Usted siempre está espléndida.

–Vaya, vaya, qué adulación para una anciana.

–¡Ni siquiera es vieja! -Dijo Lenalee con incredulidad.

–Es verdad.

–Gracias, queridas. Ahora, ¿un poco de maquillaje?

Selene estaba sentada en una silla frente a un espejo. Riliane hizo señas a las criadas para que ayudarán a Lenalee y Saori.

–Yo me ocuparé de Renelle. –Dijo– Conozco mejor las características de SeoJoon.

Riliane tomó el rostro de Selene entre sus manos, analizando sus rasgos.

–Prefiero dejarte ir al baile como estás, en realidad. –Dijo Riliane, secándose la cara con un material hinchado– Eres toda una belleza.

–Exageras. Tú y tu hija sois mucho más atractivas.

–Apacigua a la leona con sarcasmo. –Ha-neul dio una sonrisa venenosa– Así que la aversión era mutua.

Selene pudo sentir que Riliane le untaba una sustancia fría en los labios y volvía a mirar al espejo. El tono de la barra de labios era de un rojo intenso, que contrastaba demasiado con la tez pálida de Selene. Parecía un fantasma.

–Sé que es demasiado rojo. –Dijo Riliane como si conociera los pensamientos de Selene– Pero pondremos un poco de bronceador y base en tus mejillas para que luzcas más coreana. Estarás bien.

Las criadas estaban de repente chillando en la esquina.

–Sugnyeo. (Chicas) –Dijo Riliane con severidad, girándose hacia ellas– Chimmug-eul jikida. (Guarden silencio)

–¡Hajiman J. Loyard-ajumma, uli sonyeoga neomu yeppeoyo! (¡Pero, Lady J. Loyard, nuestra chica se ve tan linda!)

–Por favor, date la vuelta, Srta Lenalee. –Dijo Riliane.

Lenalee se dio la vuelta tímidamente. Saori y Selene sonrieron. Parecía una muñeca de porcelana, con su tez naturalmente más pálida debido a su etnia, y su cabello negro oscuro elegantemente trenzado. Un collar de perlas colgaba alrededor de su cuello, con aretes para complementar el conjunto. El rojo se veía real en ella, haciendo juego con el tono de sus labios y sus mejillas sonrojadas.

–Ahora entiendo por qué Komui está tan preocupada de que alguien te lleve. –Dijo Selene en broma– Te ves hermosa.

–Tan hermosa que dejarás boquiabierta a Lavi-san. –Dijo Saori.

–Sí, muchísimo. –Dijo Riliane.

–Y lo mismo va para ti con tu amor platónico, Saori-unni. –Dijo Min Hwa peinando su pelo e haciéndole un peinado– Ya esta. Ya puedes darte vuelta.

Saori se dio la vuelta atado en un lazo marrón suave y esponjoso y un lazo naranja flexible en la parte posterior de la cabeza con volantes, su flequillo lateral tiene dos clips de bronce uno de ellos. En sus muñecas tiene dos pulseras de oro y uñas pintadas de amarillo. Sobre los hombros lleva una gran pieza blanca irregular unida por su lazo que, una vez más, tiene muchos volantes para completar el conjunto.

–Ha-neul, Min Hwa por favor, llevad a Lenalee y Saori al salón de baile. ¡Trabajad duro, queridas!

–Por supuesto. –Dijo Lenalee alegremente mientras Ha-neul, Min Hwa y las sirvientas las sacaban de la habitación– ¡Nos vemos en un momento, Renelle-san!

–Nos vemos. –Dijo Saori, dejando a solas a Riliane y Selene.

–Siento haberte hecho quedar sola. –Dijo Riliane.

–Está bien.

Un momento de pausa.

–¿El vestido que te dio Min Hwa es demasiado expuesto para tu gusto? Quiero decir, el vestido sin tirantes es bjastante atrevido hoy en día, pero es lo que le hoy en día las Señoritas de tu edad.

–No me importa. Me he puesto peores trajes...

Riliane entendió su doble sentido e empezó a empolvar los pómulos y el cuello de Selene. Cuando terminó, Selene miró su reflejo en el espejo. Ya casi no parecía japonesa. Piel dorada y labios rojos... si no hubiera sabido que era ella misma, Selene habría pensado que la chica que se miraba en el espejo era una chica asiática.

–Todos los hombres Exorcistas son muy guapos. –Comentó Riliane mientras comenzaba a sujetar el cabello de Selene– ¿El japonés estará contigo todo el baile?

–...Sí.

–Maravilloso. Es muy atractivo.

–Eso he oído. –Coincidió Selene en silencio– Su hija también lo cree.

–Ustedes dos se ven absolutamente hermosos juntos. –Continuó Riliane mientras terminaba de envolver el cabello de Selene en un moño apretado. Dejó de hablar por un momento y Selene sintió que sus dedos delgados tocaban la nuca.

–Esto... ¿Qué es? –Riliane inquirió suavemente viendo su tatuaje y las escamas.

–...Algo de mi pasado.

Riliane frunció los labios –¿No lo conseguiste tú misma?

–No. Eso... sucedió hace mucho tiempo... Digamos que es mi maldición.

Riliane no prosiguió con el tema, para alivio de Selene. El tatuaje era tan oscuro para Selene... solo lo usaba para contar cuánto tiempo le quedaba.

–Dado que serás SeoJoon esta noche. –Riliane continuó hablando– Simplemente presenta a tu acompañante como uno de tus amigos del extranjero. Los tatuajes son bastante... extraños en la alta sociedad, así que pondré maquillaje para ocultarlo. Cierra los ojos un momento, no quiero que te entre pelo en los ojos.

Selene cerró los ojos obedientemente y sintió que el pesado peso de una peluca se colocaba firmemente sobre su cabello. ¿Las mujeres realmente tardaron tanto en prepararse? La idea de Ha-neul y Kanda en la misma habitación, posiblemente bailando, le dio una sensación repugnante en el estómago.

~

Kanda odiaba las fiestas. Odiaba socializar con la gente, odiaba los trajes y, sobre todo, odiaba bailar. Entonces, en general, las fiestas fueron solo una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo.

Lavi obviamente no lo creía así. Estaba extasiado con los trajes perfectamente confeccionados y las corbatas de seda, todo el look de peinarse hacia atrás, irradiando la personalidad de la nobleza.

–¡Jo, jo! –Gejutel retumbó– ¡Os veis muy espléndidos, caballeros!

–Gracias por dejarnos usar estos trajes. –Dijo Allen cortésmente– Es muy amable de su parte.

–¡Oh por favor! –Dijo Gejutel, haciendo a un lado el agradecimiento de Allen– Es un placer. ¡Es lo mínimo que podemos hacer!

Kanda miró su reflejo con desagrado. Parecía un mocoso rico y mimado. Lavi le dio una palmada en el hombro.

–Ne, Yu. –Dijo bromeando– Te ves muy bien, ¿no crees?

–No me llames por mi nombre de pila, usagi. –Espetó Kanda– O te mataré.

–Kanda, sé más amable. –Dijo Allen.

–¿Por qué debería hacer lo que dices, moyashi?

–Mi nombre es Allen.

–Oh, los jóvenes se llevan tan bien. –Dijo Gejutel con simpatía.

«¿Nos llevábamos bien? ¿Esta ciego el anciano?»

–Me veo muy bien. –Dijo Kang-Dae en la esquina, sin prestar atención al argumento de los Exorcistas.

–Naturalmente, ya que eres mi hijo. –Respondió su padre.

Hubo un golpe en la puerta.

–Aboji. –Llamó una voz cuando la puerta se abrió– Estoy aquí con la srta Lenalee y srta Saori. Mamá quiere que les enseñes a bailar.

Ha-neul entró en la habitación, seguida de Lenalee y Saori. Sus respectivas parejas sonrieron al ver a la asiática y griega.

–Os veis increíble. –Dijo.

–Hermosas. –Intervino Lavi– No le digas a tu hermano que dije eso, Lenalee.

Lenalee se río –Vosotros os veis muy bien.

–Sí. –Dijo Saori.

Kanda se estaba poniendo incómoda bajo la mirada boquiabierta de Ha-neul

–Ha-neul, ¿qué estás mirando? –Dijo Gejutel.

Salió de su estupor y volvió la mirada hacia su padre.

–N-Nada. –Dijo ella.

–Vamos al salón de baile. –Dijo Min Hwa ignorando la escena.

Kanda refunfuñó y todos siguiendo a Min Hwa al salón de baile. Ha-neul, se puso al lado de Kanda. Apenas miró en su dirección.

–Te ves guapo. –Dijo tímidamente.

–...Gracias.

¿Se suponía que debía decir algo más? El rostro de la chica cayó un poco ante su brusquedad mientras Min Hwa reía discretamente de Ha-neul.

–¿Dónde está Ren? –Preguntó.

Los labios de Ha-neul se convirtieron en un ceño fruncido.

–Mamá todavía está arreglándola.

–Pero no desesperes. Ya pronto podrás ver a Renelle-nuna. –Le informo Min Hwa.

Llegaron a un gran salón. Candelabros colgaban del techo mientras elaborados tapices cubrían las paredes.

Kanda hizo una mueca –Gente rica...

Gejutel irrumpió en la habitación.

–Ahora, emparejemos. Nos falta una dama...

–Me quedaré fuera. –Ofreció Lavi– Ya sé bailar.

–Yo también. Pero no os preocupeis, solo soy la escolta de Hime. –Dijo Nea.

–¿Justo ahora? –Allen dijo con escepticismo.

–Solo confía en mí, ¿de acuerdo? Soy un bailarín consumado.

Kanda puso los ojos en blanco, mirando hacia abajo de repente cuando sintió que alguien deslizaba un brazo en el suyo. Era Ha-neul.

–¿Te gustaría practicar contigo? –Ella sugirió.

Kanda hizo una mueca al no estar Selene ahí. Así que decidió esperarle...

–Tu compañera tardará un poco más. –Dijo Ha-neul, como si interpretara sus pensamientos– No quieres perder el tiempo, lo sabes.

–Bien. –Espetó Kanda.

Min Hwa suspiro ante su táctica y aunque quisiera interceder, no podía, ya que debía ayudar a Lenalee a bailar para el baile o al menos enseñarle lo básico.

Allen y Saori ya estaban frente a Gejutel, quien les hacía señas a Kanda y su pareja de baile para que se acercaran.

–Dios mío, supongo que debería haberte mirado más de cerca en la habitación. –Comentó Gejutel mientras se acercaban– Kanda, ¿verdad? Eres bastante atractivo.

Allen resopló.

–Por favor, trate bien a mi hija.

–Claro. –Fue todo lo que Kanda necesitó decir.

–¿Segura que no te molesta enseñarle a Lady Lenalee? –Preguntó Gejutel, viendo a su otra hija.

–No, appa. –Dijo Min Hwa.

–Ahora, aquí vamos.

Ha-neul deslizó su brazo sobre el cuello de Kanda y colocó el otro alrededor de su cintura. Él gimió por dentro. Él no quería bailar...

Torpemente, Kanda colocó sus manos enguantadas en las posiciones adecuadas; uno en su cintura, el otro en su hombro. Podía escuchar la voz monótona de Gejutel en la parte posterior de su cabeza, y Ha-neul comenzó a moverse. Lidió con eso, apenas, durante unos minutos, luego accidentalmente pisó su pie.

–¡Ay! –Ella gimió.

–Lo siento. –Dijo de inmediato.

Kanda pudo escuchar a Lavi reír mientras Ha-neul le sonreía.

–Estoy bien. –Dijo ella. Se acercó a su pecho– ¿Empezamos de nuevo?

Una vez más, Kanda lo soportó durante unos minutos más, esta vez en un intervalo más largo, antes de volver a pisar sus diminutos pies. Antes de que tuviera tiempo de expresar su dolor, Kanda se disculpó nuevamente. Desafortunadamente, una simple disculpa no fue suficiente y Ha-neul cayó en sus brazos. Ella agarró su camisa con fuerza mientras se tomaba su tiempo para recuperarse. Lavi parecía haber dejado de reír, y Kanda notó que tenía un ojo entrecerrado.

–Ay... –Gimió Ha-neul.

–Lo siento. –Dijo Kanda apresuradamente, tratando de empujarla, pero fue en vano.

–Déjame quedarme aquí un rato, ¿de acuerdo? –Ella dijo– Deja pasar unos minutos y el dolor desaparecerá.

¿Y qué podría decir Kanda a eso? Después de todo, fue culpa de Ha-neul que se doblará por el dolor en el pie.

–Yu, ¿qué estás haciendo? –Lavi llamó desde el otro lado del pasillo. Él no estaba sonriendo.

–Ella... le pisé el pie. –Explicó Kanda.

–Yu, eres un idiota.

–Bueno, lamento no poder bailar.

–Eso no. –Dijo Lavi– Maldita sea, Yu, eres un idiota.

–No tienes que reiterar lo mismo. –Espetó Kanda.

Lavi abrió la boca para replicar, pero Min Hwa tomó el hombro de Kanda, llamado la atención de los dos hombres.

–Unni es una pésima instructora cuando tiene la cabeza en las nubes. Si gustas, yo puedo guiarte. Claro, si quieres. Pero si no quieres, no importa. No te obligare a que te enseñé a bailar, aunque sea lo básico. –Dijo sincera y modesta Min Hwa.

–Espero que tú si sepas enseñar mejor que tu hermana.

–Min Hwa J. Loyard. Pero solo Min Hwa esta bien. No me importa sino no lo recuerdas, yo te lo repetiré las veces que sean necesarias. Ya que en eso se parecen Renelle-nuna y usted, Sir Kanda. –Le respondió las preguntas no dichas.

Min Hwa da un paso delante de él y lo mide, mirando a sus ojos oscuros. Sonrío cuando entraron en el cuadro. Min Hwa da un paso atrás y él no se mueve; sus brazos simplemente caen.

–Necesitas un marco mejor. Si me muevo, tus manos están pegadas a mí y tus brazos necesitan permanecer rígidos. Además, tienes que guiarme. Voy donde tú quieras que vaya. Así que cuando estés listo, empieza. –Dijo sonriendo.

Kanda la ve y asiente, haciéndole retroceder. Min Hwa asintió con la cabeza y lo sigo unos buenos pasos y luego le piso el pie.

–¡Oh, Dios mío, lo siento mucho! –Dijo Kanda rápidamente.

–Está bien. Tienes que asegurarte de que tus pies estén entre los míos. Tenemos que estar compensados para que no me pises los dedos de los pies y yo no pise los tuyos. –Dijo Min Hwa, deslizándose un poco hacia su izquierda. Luego deslizo su pie derecho entre el suyo– Listo, ahora estamos bien.

Kanda sonrío una sonrisa invisible y está un poco sonrojado, haciéndola sonreír a cambio, ya que Kanda le recordaba a Selene como era antes cuando salían, pero lo suyo nada más fue cariño de hermanas, ya que ella ama a su pareja e Selene al saberlo, les hacia de escolta e incluso fue su cómplice cuando ellos querían verse a solas.

Kanda empujo a Min Hwa hacia atrás y comenzaron a bailar el vals.

Se detiene y dice –Gracias por la ayuda. Tú sí sabes de esto.

–De nada. Además, no deberías de avergonzarte por no saber bailar. Nadie nace aprendido de las cosas. Para ser un profesional, debes aprender a levantarte una y otra vez hasta lograrlo. –Dijo sincera.

–Suena a algo que Nieves diría.

–¿Quién? –Preguntó, pero luego recordó que así llama a Selene– Ah, cierto, Renelle-nuna. Bueno, ya ve. Así como usted aprendió a bailar, yo aprendí a tolerar el complicado humor de Renelle-nuna. Pero eso fue hace años...

Mientras seguían practicando, la puerta a su lado se abrió con un crujido. Entraron dos figuras, una de las cuales Kanda reconoció como su anfitriona, Riliane J. Loyard. La otro...

La chica coreana tenía piel clara y labios de un rojo intenso, cabello largo y castaño rubio que se rizaba alrededor de sus hombros desnudos. Sus ojos rosa eran visibles bajo el flequillo perfectamente peinado, el color combinaba con el tono de su vestido de seda. Un largo y elaborado collar de diamantes cubría su cuello, con aretes a juego colgando de los lóbulos de sus orejas. Ella era impresionante.

–Es increíble el parecido. –Contemplo Min Hwa al detenerse e ver a Selene en la apariencia de SeoJoon.

–Maldia sea. –Susurró Ha-neul– Se ve exactamente como ella.

–¡SEOJOON! –Kang-Dae gritó, corriendo hacia ella, con los brazos extendidos– SeoJoon, jamae...

–Kang-Dae, no soy Seojoon-agasshi. –Kanda reconoció la voz familiar que emanaba Selene.

–Mabsosa. –Suspiró Gejutel, caminando hacia Selene– Riliane, se ve exactamente como ella...

–Es el maquillaje. –Dijo Selene– Lamento tener que usar la imagen de alguien que era tan querida para ti, Riliane-ajumma. –Hizo una suave reverencia– Es muy cruel de mi parte usarla de esta manera.

–No, está bien. –Dijo Riliane, dándole palmaditas en la espalda– Pero en serio, Gejutel, no fue solo el maquillaje. Los contornos de su rostro... los arcos, la estructura ósea, todo era muy parecido al de SeoJoon. Por eso pude terminar tan rápido.

–Nollaun il. –Coincidió Gejutel– Un milagro.

Lavi sonrío mientras la reconocía lentamente.

–Sigues siendo Ren, ¿no? –Dijo, caminando hacia ella– Te ves increíble.

–SeoJoon era muy hermosa. –Dijo Selene, con una leve sonrisa en los labios ante la caballerosidad de Lavi– Así que es principalmente su efecto, no el mío. Pero independientemente, gracias.

–Todavía te veo como Renelle.

–Gracias. ¿Cómo lo llevais? ¿Con la práctica?

–Pues... hasta ahora Yu era el más pésimo de todos, pero ahora creo que ya lo lleva mejor.

–Entiendo.

Sus ojos se posaron en Kanda y Min Hwa. Ella caminó hacia ellos.

Ha-neul le dedicó una sonrisa desagradable cuando la vio pasar –Te pareces mucho a SeoJoon.

–Ya he oído eso unas cuantas veces. –Dijo Selene– Pero no lo dices como un cumplido.

–¿Por qué debería ser? –Ha-neul escupió– Tomando la personificación de mi hermana muerta, es...

–Tan estúpida como siempre. –Dijo Selene con sinceridad para luego ignorarla– Veo que Min Hwa-dongsaeng te enseño bien.

–Solo lo básico. Si le enseño más, es capaz de marearse con tantos pasos.

–Ya veo.

–Yo ya tengo eso cubierto. –Gruñó Ha-neul.

–¿En serio? –Selene dijo con una sonrisa venenosa– Porque en vez de enseñarle a bailar, le estabas enseñando a cómo pisar cucarachas mientras te aferrabas a él de manera bastante seductora. Mientras Min Hwa-dongsaeng si le enseñaba a bailar.

Las palabras fueron pronunciadas en voz baja y rápida, y Gejutel, que estaba cerca, no las escuchó. Él, sin embargo, notó la falta de voluntad de Ha-neul para dejar ir a Kanda.

–Tochter. –Dijo en tono de advertencia.

Con el ceño fruncido, Ha-neul se retiró, para alivio de Kanda. Allen se acercó a la pareja con Saori y Lenalee, y sonrío.

–Hola, Renelle-nee.

–Te ves bien. –Notó Selene mientras examinaba a Allen y Saori– Espero que no hayas lastimado demasiado a Saori mientras practicabas.

–En realidad, soy bastante bueno bailando... Shisho me enseñó un poco.

–Por supuesto...

–¿Y Lenalee? ¿Cómo lo llevas?

–Increíble. La srta Min Hwa es una excelente maestra.

–Ya casi hemos terminado y, sinceramente, me muero de hambre. –Allen dio una mirada de culpabilidad.

Selene se río. Al menos algo que irradiaba de la figura de Selene seguía siendo la misma.

–¿Estás hambriento? –Preguntó Gejutel– ¡Qué terribles anfitriones somos! Venga, déjenos darle de comer en el comedor. Srta Lenalee, ¿usted también?

–Un poco... –Admitió Lenalee.

–¡Ha-neul, Kang-Dae! ¡Vamos a comer! ¿Qué hay de ustedes, señorita Renelle, señor Kanda?

–Tengo algo que hacer con Min Hwa-dongsaeng. –Respondió Selene.

–Sí.

–Muy bien, ¡únanse a nosotros cuando hayan terminado!

El grupo salió del salón de baile. La puerta se cerró con un boom, dejándolas solas.

–Vamos. No hay tiempo que perder.

–Sí. –Dijo abatida de aspecto coreano frente a Min Hwa.

–Él te quiere. –Sonrío Min Hwa– Así que no estés celosa. Tú eres mucho más hermosa que Ha-neul-dongsaeng.

–Lo sé. –Dijo triste.

–¿Qué dijo, Ha-neul? –Dijo al ver su molestia.

–Se que no debería tener celos de Ha-neul por esas cosas, pero no puedo evitarlo cuando se pone así de interesada...

–Pues no deberías. Tú lo dijiste. Solo es así cuando ve alguien más hermosa que ella. Y esa eres tú, Renelle-nuna. –Dijo Min Hwa brevemente– ¿Ahora me vas a decir que tienes? Has estado triste y muy pensativa últimamente.

La mirada de Selene se suavizó –Yo... Cuando me fui de aquí al mediodía, Ha-neul dijo algo que me hizo enojar.

–¿Qué dijo?

–Ella... quería saber si realmente estábamos juntos o si solo lo estaba utilizando. –Selene hizo una mueca y Min Hwa pudo ver a la nipon-francesa que conocía tan bien detrás de la fachada coreana– También dijo... que no le importaría tratar de conquistarlo... Me enojé, la abofetee y le dije sus verdades.

–Sí, yo también actuaría así, si me dijeran eso. Sin importar qué sea un miembro de mi familia o no.

–Sí, las etiquetas sociales son un asco... –Dijo Selene secamente.

–Bien, a lo que vinimos.

Selene le vio sorprendida.

–No te preguntaré más, porque eso es algo que deben hablarlo entre ustedes dos. Yo solo te ayudo para que Ha-neul no se meta entre ustedes. –Dijo comprensiva.

–Gracias. –Le agradeció.

Selene activa a Sairi haciendo que su cuerpo se ilumine de una luz de tono rosado, las pupilas de sus ojos se afilan como las de un gato. La luz del tono rosado empezó a formar un abanico rosa con corazones rojos.

–¡Brisa de Pétalos! –Mueve su abanico, creando pétalos de cerezo e creando una ilusión de sí misma.

Cuando la ilusión aparece delante de ellas, Min Hwa le da la ropa a la ilusión y se cambia por el traje que le consiguieron. El traje consiste en un abrigo largo morado oscuro con un cuello, adornos dorados, gemelos y botones, puños con volantes blancos, una camisa de vestir blanca con un pañuelo blanco, un chaleco grisáceo claro con estampado de copos de nieve, guantes blancos, pantalones morados oscuros sujetos y botas negras hasta la rodilla.

~

–Kang-Dae, tú ve con Kanda y Renelle. –Ordenó Riliane– Ha-neul, con Lavi y Lenalee. Y Min Hwa, con Nea, Allen y Saori. Los presentamos juntos y nos separamos.

Entraron juntas en el gran salón, acompañadas de mucho ruido y jovialidad, música y comida, un alboroto de faldas y trajes almidonados. En cada centímetro de la sala, damas nobles escoltadas por sus maridos o prometidos saludaban a sus iguales sociales, alzando la cabeza y riéndose de los últimos chismes. Selene se arriesgó a mirar a Kanda e hizo una mueca. Su rostro perfecto no coincidía con la total molestia y condescendencia que expresaba. Sin embargo, a pesar de su expresión facial, Kanda se veía elegante. El traje oscuro de seda, complementado con una camisa de cuello blanco, puños dorados y una corbata azul claro, no obstaculizó los gestos suaves y la actitud relajada de Kanda. Caminaba con la destreza y la superioridad de alguien que usa constantemente ropa tan costosa, encajando perfectamente con la nobleza. Selene estaba nada menos que complacida.

Consiguiendo apartar los ojos de su escolta, Selene se dirigió a Allen en un esfuerzo por comenzar el trabajo.

–Allen-chan. –Dijo Selene en voz baja– ¿Cuántos Akumas hay?

Allen bloqueó su ojo de la vista casualmente y escudriñó la habitación.

–Diez. –Dijo, contando rápidamente– Tres individuos... la señora de rojo brillante, con el sombrero de fieltro, y su escolta también... y el hombre sentado solo a lo largo de la pared con las gafas y el sombrero negro alto... y los siete restantes están agrupados... alrededor de... esa vieja dama de púrpura real. Pero ella no es un Akuma.

–Allen-chan... –Reflexionó Selene mientras sus ojos se posaban en la mujer de la que Allen estaba hablando– Cuida tu lenguaje... Sé refinado. Un falso caballero, como Marian-san. No digas anciana.

–Oh, cierto, lo siento. –Sonrío Allen– ¿Crees que ella tiene la Inocencia?

–Tal vez... es eso o ella es una negociadora. –Dijo Kanda en voz baja– De cualquier manera, no lo arruines, moyashi, Decimocuarto.

–Tch, dice la persona/el payaso que ni siquiera puede pelear.

–Basta. –Aconsejó Selene antes de que Kanda pudiera responder con un comentario mordaz propio– Allen-chan, Saori, Lena, Nea y Lavi no se descubran, ¿de acuerdo?

–Solo relájate. –Dijo Lavi fácilmente– Tenemos esto en la bolsa.

–Si la cagas, te mato. –Murmuró Kanda.

–No lo haremos. –Respondió Lavi con confianza mientras los chicos se dividían.

Kang-Dae, ajeno a la conversación de los Exorcistas, se giró hacia Selene y Kanda, quienes observaban la figura de Lavi, alejándose de ellos.

–¿Te presento? –Dijo, radiante, mientras señalaba a una mujer joven en bígaro escoltada por alguien que parecía lo suficientemente mayor como para ser su padre, pero probablemente era su esposo.

–Ji Sun Hee, Mrs. Ji. –Dijo Kang-Dae, inclinándose ante la pareja– Nae yeodongsaeng, SeoJoon. (Mi hermana, SeoJoon)

–¡SeoJoon! –La mujer sonrío generosamente– Dangsin-i seuwiseue issdago deul-eossseubnida. (Escuché que estabas en Suiza.)

Selene sonrío amablemente –Naneun myeoch dal hue seuwiseulo dol-agal geos-ida. Gajog-eul bangmunhago sip-eossgi ttaemun-e hangug-e myeochil deo meomul yejeong-ibnida. (Volveré a Suiza en unos meses. Quería visitar a mi familia, así que me quedaré en Corea unos días más.)

Los ojos de Ji Ailiseu se posaron en la escolta de Selene, que no estaba haciendo un trabajo para ocultar su ceño fruncido. Sin embargo, sus ojos se iluminaron por su hermosura y se volvió hacia Selene con una sonrisa astuta.

–¿Dangsin-ui namja chingu? (¿Tu novio?) –Preguntó.

–Ne (Sí.) –Respondió Selene.

–Mm hm... –La expresión de Ji Ailiseu era cínica– Annyeonghaseyo, jeoneun, Mrs. Ji. ¿Dangsin-ui ileum-eun mueos-ibnikka? (Hola, soy la Sra. Ji. ¿Cómo te llamas?)

Kanda, al darse cuenta de que se dirigía a él, se volvió hacia Selene, desconcertado.

–Joesonghabnida. (Lo siento). –Dijo Selene– Geuneun hangug-eoleul moshanda. Yeong-gug chulsin-ibnida. Geuui ileum-eun Kanda. (No habla coreano. Es de Inglaterra. Su nombre es Kanda.)

–Ah. –Dijo Ailiseu, entendiendo– Geuleom jigeum gagessseubnida. Jeulgeoun sigan bonaeseyo, yaedeul-a. tto mannayo, Kang-Dae, SeoJoon, Kanda-ssi. (Entonces me iré ahora. Diviértanse, niños. Nos vemos de nuevo, Kang-Dae, SeoJoon y Sr. Kanda).

Con un giro de sus faldas, Ji Ailiseu desapareció entre la multitud de nobles que socializaban.

–Ah. –Dijo Kang-Dae, al ver a otro de sus amigos- SeoJoon, otra amiga quiere conocerte.

Selene dejó escapar un suspiro –«¿Cuánto más van a durar las sutilezas sociales? Necesito encontrar más información sobre los Akumas actuando como noble...» Miró a Kanda.

Kanda, que podía aguantar horas y horas de arduo entrenamiento físico y misiones, se veía cansado después de menos de cinco minutos de socializar.

–Deja de parecer muerto. –Dijo Selene, pellizcándole el brazo.

–No puedo evitarlo. –Bostezó– Esto es aburrido como el infierno.

–Cuida tus modales. –Murmuró mientras saludaba al siguiente grupo de nobles, un grupo de solteras que parecían ser buenas amigas de Kang-Dae. La miraron con entusiasmo, pero sus miradas cayeron cuando sus ojos se posaron en Kanda, cuya indiferencia perezosa se adaptaba a sus rasgos llamativos, y no intentaron quedarse mucho tiempo.

Pasó una hora, o tal vez fue una hora y media, Selene no podía decirlo, y finalmente Kang-Dae anunció que le había presentado a Selene a todas las personas que SeoJoon había conocido antes. Selene le agradeció sinceramente por ayudarlos.

–Kang-Dae-ssi, ¿conoces a la mujer de púrpura, al otro lado de la habitación?

Kang-Dae escudriñó el pasillo y vio de quién estaba hablando.

–Ah, esa es Chii Eun-ji. Las personas que la rodean son sus ayudantes. Se está haciendo vieja, así que... –Su voz se apagó.

–Esa no es la persona con la Inocencia, ¿verdad? –Preguntó Selene.

–No, no, no. La joven con la que está hablando Ha-neul en este momento lo es. Ha-neul se encargará de eso.

Selene vislumbró la vista a Ha-neul con su amiga, que tenía más o menos su edad. Ella gimió interiormente. Sería más difícil pedirle a una joven señorita que renuncie a una baratija que a una anciana. Selene volvió a agradecer a Kang-Dae, y Kang-Dae se fue saltando en brazos de otra joven invitándolo a bailar. Selene al ver su actitud, espero con un poco de suerte que Ha-neul superará fácilmente su enamoramiento; o eso esperaba.

–Estoy agotado. –Dijo Kanda, sentándose en una silla y tirando de su cuello y aflojándose la corbata.

–Dímelo a mí. –Concordo con él.

–Habla la que se viste así a diario.

–Ser Ren o Renelle no diferencia mi situación. En fin... –Movió su mano de un lado a otro– Necesito un trago para sobrevivir esta noche. ¿Quieres uno? –Ofreció.

–¿Y si alguien empieza a farfullarme en coreano?

–Dudo mucho que lo hagan. A lo único que te se acercarían es para ligarte. –Bromeo.

–Ja, ja. Muy graciosa.

–Pero ya enserió, una bebida sin alcohol para el Mr. Kanda Yu. –Sonrío divertida.

Kanda le fruncio el ceño por su mal chiste –¿De verdad lo estas disfrutando?

Se río levemente –Solo un poco. No siempre puedo estar con vosotros, ya sea haciendo el tonto o divirtiéndome. Mi deber no me lo permite. –Dijo triste, frotando levemente su brazo.

–Es duro ser tú, "hime".

–Ni que lo digas, "Mr" Yu. Ahora vuelvo.

–No sé cómo diablos soportas el alcohol, niña. –Le grito.

–Práctica. –Le grito de vuelta al escucharle mientras lo dejaba solo y se deslizó entre las parejas para llegar a la mesa de recepción.

Vio a Chii Eun-ji y su banda de Akumas mirándola mientras sacaba el ponche del tazón. Selene estaba casi segura de que Eun-ji era una negociadora, y si SeoJoon la Akuma era tan importante en el movimiento en Suiza, a Eun-ji definitivamente le resultaría peculiar estar aquí. Selene movió los brazos lentamente para servir otro vaso. ¿Debería acercarse? ¿O debería esperar? ¿Parecería sospechoso si ella se dirigiera a ellos primero?

Eun-ji se deslizó hacia ella, sola, ahorrándole a Selene el tiempo para debatir su próximo curso de acción.

Casualmente tomando su lado –¿Por qué estás de vuelta en Seúl? –Le susurró.

Selene se sorprendió por su inglés –Estoy aquí para ver a mi familia, por supuesto. –Respondió sin problemas.

–¡Pero tu 'familia' sabe que eres un Akuma!

–No, no lo saben. –Mintió Selene– Ya sabes, los humanos... cualquier adversidad que se les presente, tratan de olvidarla. Sus mentes simplemente simularon que todo era un sueño, una pesadilla... Me mantuve alejada de ellos por un tiempo, ayudando a nuestro querido Conde en Suiza. Hace unos días, el Conde decidió que revisará tu progreso aquí y mi familia estaba más que dispuesta a permitirme regresar.

–¿Qué? ¿Estás diciendo que el Conde no confía en mí? –Espetó Eun-ji– ¿Y envió a un patético Akuma para que viniera y examinara el progreso aquí? No...

–Mi querida Chii Eun-ji. –Entonó Selene, adoptando un aire altivo– No soy uno de esos patéticos Akumas con los que te rodeas. Una negociadora humilde como tú no debería atreverse a dirigirse a mí de esa manera, para que no te importe ser decapitada.

Eun-ji parecía desconcertada, pero se recuperó.

–Mis disculpas. –Dijo dócilmente– A veces olvido lo rápido que avanzaste a un Nivel 4.

«¿Nivel 4? ¿SeoJoon es un Nivel 4? ¡Imposible!» Selene cuidó que su rostro no mostrará ninguna sorpresa.

–Con respecto a su actualización de estado, me temo que Seúl es un país más grande que Suiza, por lo que está tomando un tiempo movilizar nuestras tropas.

–¿Cuánto tiempo tomará hasta que termines?

–...Alrededor de dos meses.

Selene arqueó una ceja –...Estás bastante atrasada...

–Mis disculpas, sé que el Conde dijo que teníamos que reunir a todos los Akumas en Berlín y las ciudades circundantes en un mes, pero...

La negociadora estaba dando tanta información desconocida que Selene apenas podía ocultar su satisfacción.

–No importa. –Dijo ella, agitando una mano– Estoy de muy buen humor en este momento, estando de regreso en Seúl. Te veré en dos meses. ¿En el lugar de siempre y a la misma fecha? –Preguntó como si sabía el lugar y el día de su reunión.

–Sí. Te recogeré en la mansión J. Loyard... dentro de dos meses... Eso sería... el 5 de diciembre.

–A las 12:00.

Selene supo instintivamente que no obtendría más información de Eun-ji, no hasta la hora señalada. Tomó los dos vasos llenos de ponche en la mano y se volvió para irse.

–No llegues tarde. –Dijo con arrogancia, y dejó a la negociadora, sintiendo a la mujer perforando la parte de atrás de su cabeza. Se encogió de hombros y volvió al lado de Kanda.

–¿Retenida por otro tonto noble? –Sugirió mientras Selene le pasaba el ponche. Lo bebió agradecido.

–Sí, ella era una bocazas. –Lo cual fue algo bueno. Selene había tenido más suerte de lo que esperaba.

Kanda apuró el resto de su bebida y se limpió delicadamente la boca con una servilleta.

Los dos Exorcistas se sentaron a lo largo de la pared, observando a Allen, Saori y Lenalee por el rabillo del ojo. Min Hwa estaba con Nea y su doble para evitar sermones de su madrastra. Allen parecía estar explicando algo pacientemente a la amiga de Ha-neul... ¿Estaba ella negando con la cabeza? Selene no podía decir... ¿y dónde estaban Ha-neul y Lavi? Seguramente Ha-neul podría ayudar a convencer.

–Hola, mis amigos japoneses. –Dijo Lavi, sonriendo mientras aparecía ante ellos. Ha-neul estaba en su brazo con una expresión indescifrable plasmada en su rostro.

–Te recuerdo que soy doble nacionalidad.

–Pero Yu no.

–Ya, deja. ¿No se supone que no debemos conocernos? –Le recordó Selene.

–Bueno, en realidad lo somos, porque si no lo hicieras, entonces Ha-neul y sus hermanas tendrían una comunicación horrible.

–El punto es que se supone que no debemos agruparnos, usagi. –Dijo Kanda con frialdad.

–Eso ya lo sé, Yu.

–Entonces...

–Ren, ¿por qué creaste una ilusión? ¿Tiene que ver con tu madrastra?

–Eso no te incumbe. Limítate solo apegarte al plan. Y ya que estás aquí de todos modos, ¿cuál es la actualización del estado de la misión?

–Oh, cierto. Allen es un verdadero caballero, y Lena es lo suficientemente dulce como para derretir el corazón de cualquiera, por lo que parecen estar convenciendo bastante bien a la dueña de la Inocencia. Y Saori cuida de Nea.

–¿Ella es una Acomodadora? –Preguntó Kanda.

–No lo creo. No estaba al tanto de ningún poder extraño que tuviera.

–Entonces debe haber sido la Inocencia actuando. –Dijo Selene– ¿Está dispuesta a venderlo?

–Creo que ella quiere regalarlo.

–¿Asustada?

–¿Y quién no cuando desconoce algo que no entiende? –Dijo sarcástico.

–Era de esperarse. –Dijo terminando su bebida para luego levantarse e buscar más.

–¿No le hace daño el alcohol? –Preguntó Min Hwa cuando se acercó a ellos por detrás junto con Saori y Nea.

–Que va. A ella no le hace efecto emborracharse. –Conto Lavi.

–¿Es que ya la has visto antes, usagi?

–Sí. Es como Allen. Solo que ella bebe de más para ocultar sus miedos.

Selene se apoyo en una pared escondida del bullicio que hacían las personas mientras era cubierta por los grandes cortinajes del ventanal.

En su mano izquierda tenía un copa lleno de nuevo. Bufo un poco molesta y tomo un sorbo de su copa.

Una suave melodía cubrió el salón, mientras las luces bajaban con lentitud.

Selene salió un rato al balcón, donde seguro no había nadie ya que todos comenzaban a bailar. Se escabulló de manera lenta.

Las cortinas se movieron levemente mientras pasaba y abrió la puerta de vidrio y saliendo a la noche que con calma la recibía. Camino algunos pasos hacia el balcón deteniéndose a algunos centímetros y soltó un suspiro cansado.

Pero no se había dado cuenta que una silueta estaba apoyada al lado de la puerta de entrada y que era cubierta por las sombras.

–¿Ya te cansaste fingir algo que no eres? –Dijo una voz masculina detrás de ella.

La ojirosa estuvo a punto de dar un salto al verse asustada por aquella voz, pero volteo lentamente hacia donde había salido.

–Quizás... Pero es mi trabajo. Ser algo que no eres... -Dijo mientras Kanda caminaba hacia la tenue luz.

–¿Dejarías de poner esa estúpida sonrisa de poker?

–Es la única que tengo. –Le dijo irritada– Si solo viniste a molestar, mejor vete. No tengo deseos de pelear y más si tengo la ventaja de ganarte. –Vio de reojo su cintura, donde se suponía que debía estar Mugen, pero no esta.

Caminó algunos pasos más cerca del balcón mirando el gran jardín, y la hermosa fuente de agua que hacia un cristalino ruido en la bulliciosa noche que había dentro del salón, sintiendo su cercanía.

–Por una vez me gustaría ser solo una chica normal... Solo por una noche... –Solto al aire mientras miraba hacia la oscuridad del jardín.

–Eso es imposible. Y lo sabes, Ren.

Fue entonces cuando lo miro directamente a los ojos, ella pareció un tanto sorprendida por aquella cercanía.

–Y dije "solo una noche". Por una sola noche me gustaría ser como las demás chicas normales que solo se preocupan por lo que vestirán, qué chico te invitará a salir, despreocuparte de que es lo que pasará mañana... Ese tipo de triviales.

–¿"Solo una noche"?

–Sí. Y mañana preocuparme por ser el soldado de la Orden, la herramienta de Dios e destructor de Akumas.

Una brisa la hizo temblar levemente, hecho que el peliazul se percato.

Él dejo de apoyarse en el barandal para dar un paso hacia el salón.

–Entremos... esta comenzando a hacer frío acá afuera.

–Pero...

Él la miro de reojo mientras ella llevaba sus manos a su pecho, no negaría que se veía adorable con aquel vestido de hombros descubiertos, de un lila oscuro.

La joven sin decir más, lo seguía mientras estaba entrando, lo observo mientras le ofrecía caballerosamente el brazo.

Caminaron juntos algunos pasos cuando él se adelanto, quedando frente a ella, tomó con firmeza la cintura de Selene para atraerla hacia su cuerpo, provocando que ella apoyará la mano en su hombro izquierdo. Entonces, lo entendió, captando casi al milisegundo sus verdaderas intenciones. La chica comprimió una sonrisa al darse cuenta y sonrojada, mientras buscaba entre tanteos la mano restante de él para unirla con la suya hasta entrelazar sus dedos dócilmente.

La música aún no comenzaba por lo que se encaminaron al salón donde otras parejas estaban también.

El rostro de Kanda estaba torcido por la concentración.

Uno. Dos. Tres. Uno. Dos. Tres. Un suave giro. Un elegante ademán. Uno. Dos. Una sonrisa. Un rostro sonrojado. Tres. Uno. Dos. Tres. Los trajes moviéndose suaves alrededor de sus cuerpos. Uno. Un pequeño traspié. La risa sincera de uno y el rostro avergonzado del otro.

–Lo siento. No volverá a suceder.

–No te preocupes. A parte, llevo las botas del traje de Ren. Es por eso que no duele tanto. –Dijo– No lo pienses, solo déjate llevar por el ritmo de la música mientras yo te guió... –Murmuró.

Uno. Dos. Tres. Ambos cuerpos describiendo círculos en aquella pista de baile. Uno. Dos. El peliazul aferró con más fuerza la cintura de la menor. Tres. Uno. Dos. Tres. La melodía comenzaba a ser más lenta, más calmada. Uno. Dos. Tres.

La chica sintió un cosquilleo recorrer su cuerpo y las ganas de llorar picaron en sus ojos; no pudo evitar sonreír nuevamente con extrema dulzura, haciendo que él rodará los ojos para disimular los nervios que lo carcomían al verla tan sincera y preciosa. Porque sí, ella era su precioso mundo y haría cualquier cosa con tal de hacerla inmensamente feliz.

–Gracias. –Murmuró ella con timidez, luego de haber contenido las lágrimas lo mejor que pudo.

Kanda no era fanático de los bailes y estaba lejos ―muy lejos― de acercarse a serlo. Eso mismo volvía mucho más especial el momento, confirmando una vez más que él era la persona indicada.

–Tch. –Fue lo único que él profirió.

En medio del improvisado baile, Kanda se acercó ágilmente a su rostro con el fin de robarle un sutil beso en los labios, indicando un «de nada» sin necesidad de emitir palabras. Selene no alcanzó a corresponder y se mordió el labio inferior, molesta porque lo que más le gustaba a ella era besarlo.

Él la acerco aun más a su cuerpo, provocando que por su columna le recorriera un escalofrío.

El giro fue un poco más rápido debido a que otra pareja se había interpuesto en su espacio.

Ella lo miro, mientras seguía el suave vaivén de la música que cambiaba.

Se dejo llevar nuevamente, dándose cuenta que el tiempo se detenía mientras sus pies volaban junto a él.

Se dio cuenta que los ojos oscuros de su acompañante se cerraba mientras giraban.

Él también disfrutaba.

La música se calmo...

Se apoyo en su hombro mientras suspiraba levemente, estaba un poco cansada. Pero no deseaba separarse de él.

Se sentía tan bien...

Aunque no estaba bien que fuera tan atrevida para... hacer eso, iba a retirarse cuando él la rodeo con su brazo, atrayéndola hacia su pecho.

Pudo sentir su masculino perfume...

Y el bajo su cabeza apoyando su mejilla en su frente, también descansando.

Entonces también sintió el palpitar de su corazón, a través de la tela de la camisa. Y el calor que se desprendía de él.

Las parejas cambiaban, pero ellos seguían aun bailando lentamente. A pesar de que estuvieran todos a su alrededor girando.

Kanda la tomó del cuello, acariciándolo con suma delicadeza para no dañar la fina gargantilla oscura que lo decoraba. Incrustó con intensidad sus hermosos ojos rosa que lo miraban atenta a cada movimiento que realizaba. Ella era una ninfa, tan bella y encantadora ―a su peculiar manera― que no podía resistirse a cumplir su deseo. La amaba. La amaba tanto que no se imaginaba una vida sin ella, sin sus insultos cuando nunca concordaban en las misiones, sin sus dulces caricias, sin su silenciosa y grata presencia. La estrechó contra sus labios, besándola despacio para degustar su apetecible boca teñida de rojo.

Selene no podía contener su felicidad al corresponderle con afán al hombre que adoraba con todo y mal genio incluido. Sin dudas, nunca olvidaría ese momento tan maravilloso que guardaría en su memoria por siempre.

Kanda envolvió sus brazos alrededor de su pequeña figura y se perdió, saboreando nada más que los labios de Selene, sin oler nada excepto el olor más allá del perfume. Selene... siempre suya.

Selene cerró los ojos mientras lo atraía sujetando suavemente de la camisa. Selene sentía que sus mejillas ardían. Y que en su estómago, las suaves alas de cientos de mariposas chocaban contra sus paredes.

La última nota se escuchó, y con ella, la música fue apagándose con las luces.

Kanda rompió el beso y se alejó de sus labios mientras Selene se quedó allí estática, mirando fijamente al peliazul, sin nada que decir, aún avergonzada y embelesada por lo que acababa de ocurrir.

Todos miraron la escena felices por la pareja y más sus amigos.

Ha-neul miró la escena con desdén. Disgusto. Asco. Se estaban besando. Ella frunció el ceño.

–¿Ahora si te convences de que están juntos y que se aman demasiado? –Le dijo Min Hwa detrás de ella.

Ha-neul se dio la vuelta para ver a su hermana.

–No sé de qué hablas.

–Conmigo no juegues. Lo sé todo. ¿Es qué no te cansas de fastidiar a los demás, sobretodo a ellos dos? –Dijo molesta.

–¿Y tú de ser la niña perfecta? –Dijo Ha-neul, con ojos cada vez más fríos.

–No lo soy. Y aunque lo fuera, no soy una resentida e amargada como tú. Se que le guardas odio hacia SeoJoon, pero Renelle-nuna no es ella. Y es más, ella te lo dijo. Así que déjala en paz a ella y Kanda-hyung.

–Perdóneme, pero ¿puedo tomar prestada a la protagonista de la noche? –Dijo rompiendo su burbuja e volviéndolos a los pies sobre la tierra– Claro, si su pareja lo permite.

Selene sintió que la mano de Kanda se apretaba alrededor de su cintura cuando alguien extendió su mano hacia ella.

Sin esperar una respuesta, la agarró, liberándola del agarre de Kanda y la arrastró a la pista de baile mientras comenzaba un vals. Kanda solto un "che'd" y se fue.

Selene vio por el rabillo del ojo a Ha-neul esperando ansiosamente que él se sentará a su lado, cuando su compañero la atrajo hacia sí, colocando su mano en la parte baja de su espalda suavemente y entrelazando sus dedos mientras levantaba la mano que sostenía en el aire.

Cuando dio el primer paso, Selene lo siguió de inmediato sin necesidad de pensarlo, apartando la cara del pecho de su compañero con un suave suspiro y dejándose llevar con elegancia por el suelo.

–Han pasado 7,000 años desde la última Guerra Santa, ¿no es así, Selene?

Selene se puso rígida, con los ojos muy abiertos. Ella conocía esa voz, de algún lado la conocía...

–¿Eh? –Selene murmuro, mirándolo lentamente. Sus ojos se abrieron aún más...

El hombre con quien bailaba le sonrío, levantando la mano de su cintura para ahuecar su mandíbula mientras dejaban de bailar.

–Selene...

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