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Capítulo 2: Reclusión

Mane Rosh es el nombre del complejo militar. No sabía que más decirle, creo que eso sería todo. Solo escuché un bufido de ella, al parecer se había rendido.

¿Está todo bien, Joshua? —preguntó John por el auricular cortando mis pensamientos.

—Sí, solo necesito unas esposas.

La miré fijamente y se cortó la comunicación. Me preguntaba en donde había sacado esas habilidades, no era nada fácil que alguien me sacara sangre, por lo que eso me intrigó bastante.

En menos de un minuto llegó Kya con unas esposas, me ayudó a ponérselas, la levanté para que pudiera caminar y salimos del cuarto lentamente. Veía su cara de dolor y de verdad me había pasado con la paliza que le di.

Cuando salimos había dos soldados esperando, se la entregamos y empezaron a caminar con ella hacia el elevador, Kya y yo los seguimos de cerca.

—Sí que te dio una buena paliza —comentó Kya sonriendo.

—Cállate.

La miré mientras se reía un poco. Me dolía un poco la cara, en serio esa chica me las iba a pagar, aunque creo que, con la paliza, la deuda estaba saldada.

Escuché a uno de los soldados que se quejó, volteamos inmediatamente y vi a uno de ellos en el suelo, C21 estaba atacando al otro, le dio un cabezazo y luego una patada en su entrepierna, el soldado solo se encogió de dolor.

—Ve por ella —dijo Kya.

Di un suspiro y asentí con la cabeza, la chica corría hacia el elevador e inmediatamente la seguí, estando a unos pocos metros de ella me barrí, como en el fútbol, uno de mis pies se enredó entre los suyos y cayó, como no pudo meter las manos porque tenía las esposas se pegó en la cabeza contra el suelo.

—Auch —dijo Kya mientras caminaba hacia mí, mientras me levantaba del suelo—, eso debió doler, aunque, ¿por qué hiciste eso?

—Bueno —me encogí de hombros—, soy muy bueno en el fútbol y tenía que utilizarlo para algo.

Kya solo rodó los ojos, agarré a C21 que estaba inconsciente y la levanté del piso, Kya ayudó a los dos soldados caídos, yo me la llevé a la sala de interrogatorio cargándola como un costal de papas.

Tomé el elevador y esperé hasta llegar al piso correcto, cuando salí del ascensor caminé hasta la puerta, el soldado que estaba al lado de la puerta me abrió. La sala de interrogatorio solo es un cuarto con una mesa de metal en medio de dos sillas metálicas. La deposité en una silla con cuidado apoyando su cabeza sobre la mesa.

Mis técnicas eran poco ortodoxas, pero efectivas, algo por lo que me gané fama aquí. No le tomé mucha importancia a la chica, deducía que despertaría en poco tiempo, por lo que no hice un movimiento más.

Salí de la habitación, tomé el elevador y pasé al piso médico, llegué hasta donde se expenden las medicinas.

—¿Qué necesita? —dijo un hombre con bata detrás del mostrador.

—Algo para un dolor de cabeza.

El hombre buscó y me dio un frasco con pastillas adentro, al igual que una botella de agua. Me curé la herida en mi labio y volví al elevador hasta que llegué de nuevo a la sala de interrogatorio, puse el frasco y la botella encima de la mesa, me senté en una silla y esperé a que la chica se despertara.

La chica tenía más menos mi edad, de piel blanca, un cabello lacio negro largo, de ojos verdes, unos pómulos bien definidos, una chica muy bonita y bella, era un Anggelos, por lo que ellos generalmente son bellos.

Pasaron como unos 15 minutos cuando vi que la chica se empezó a mover, se levantó y se sentó bien, vi que puso una cara de dolor.

—Te golpeaste la cabeza —dije rompiendo el silencio—, se te quitará en un par de horas, o también puedo darte unas pastillas para el dolor de cabeza, C21.

—Mi nombre es Nancy Davies —respondió de mala manera.

Nancy, wow, hasta sus nombres eran bellos. Ya sabía que estos seres existían, solo que jamás había tratado con una mujer.

—De acuerdo, Nancy —asentí con la cabeza—, ¿quieres que te dé las pastillas?

—No quiero nada de ustedes —respondió irritada.

En ese momento se abrió la puerta y era el teniente Wilson quien entraba, me levanté inmediatamente, él solo asintió con la cabeza y se sentó en la silla en la que me había sentado, por lo que me recargué contra la pared.

—Soy el teniente Wilson —empezó—, me imagino que te estarás preguntando qué haces aquí.

—Lo que me imagino es como matarlos lenta y dolorosamente.

Realmente me impresioné, la chica era muy sádica, eso para mí se me hacía muy sexy. Miré al teniente quien solo rodó los ojos.

—La organización te considera una amenaza, por lo cual estarás aquí hasta que decidamos que ya no lo eres —comentó—. Él —señalándome— es el agente Joshua Diggory, será tu guardia, estará contigo en todo momento, y así evitará que logres escapar.

—El guardián de un ángel, que irónico —dijo Nancy.

—No —comenté—, irónico sería que un camión de bomberos se incendiara —sonreí.

Nancy me miró con cara de confusión con una sonrisa débil, realmente le dio gracia lo que había dicho, pero lo ocultaba. El teniente Wilson me miró desafiante.

—Mira —el teniente se giró a ella—, queremos evitar los mayores problemas posibles, el agente te explicará las reglas.

—Las reglas son básicas —empecé—, te quedarás en la habitación que ya se te asignó, en ocasiones saldrás a diferentes lugares junto con mi guardia, no tienes opción de oponerte. Saldrás conmigo al comedor para proporcionarte tus alimentos. Puedes hacer lo que quieras en tu habitación, y lo único que tienes que evitar hacer es intentar huir. Son simples reglas.

—Preferiría estar muerta que estar en este lugar —dijo malhumorada.

El teniente Wilson solo rodó los ojos y negó con la cabeza. Demonios, esta chica sería muy difícil de tratar.

—Agente —dijo el teniente—, llévala a su habitación, luego se le darán más órdenes.

Asentí con la cabeza. El teniente se levantó de la silla y se fue de la habitación. Me acerqué a Nancy y por si sola se levantó de la silla, la agarré del brazo para guiarla, pero inmediatamente se zafó de mi agarré.

—No me toques —dijo irritada.

—Como quieras —rodeé los ojos.

Caminé hacia la puerta. Cada una del complejo necesita un código para entrar y salir. Egresamos al pasillo en donde Kya y otros dos soldados esperaban afuera, los mismos a los que Nancy les había hecho trizas. Caminamos hacia el elevador mientras le decía a Kya lo que el teniente Wilson me había dicho. A medio camino uno de los soldados agarró por el brazo a Nancy.

—No me toques —le advirtió.

El soldado ni se inmutó, incluso hizo su agarre más fuerte. Pensé que esto acabaría mal, y no me equivocaba.

Nancy se zafó inmediatamente de su agarre, de un momento a otro le dio un buen cabezazo, el soldado cayó al suelo, el otro soldado en un intento por ayudar a su compañero agarró por detrás a Nancy, ella con su pie lo alzó y le dio una buena patada en sus partes nobles. Eso hasta a mí me dolió. Empezó a patear a este último en el suelo, realmente la chica era muy agresiva. Me volteé a Kya.

—No puedo creer que esté haciendo esto —rodeé mis ojos—, pásame el arma tranquilizante.

Kya sacó una pequeña arma de su bolsillo y me la entregó, la cargué con un cilindro pequeño y le apunté a Nancy, presioné el gatillo y la munición llegó hasta su hombro.

Nancy al sentir el pinchazo, me volteó a ver inmediatamente, en menos de dos segundos cayó inconsciente al suelo, al no poder meter las manos porque seguía esposada se dio un buen golpe en la cabeza contra el suelo.

—Auch —dijo Kya viéndola y luego volteó hacia mí—, tú y tu manía de hacer que se golpeé en la cabeza.

—¿Qué? —me encogí de hombros y le devolví el arma— Yo no la mando a que golpeé a tus soldados.

Kya negó con la cabeza y rodó los ojos, se acercó a ayudar a sus soldados y yo me acerqué a Nancy, como la vez anterior la cargué como un costal de papas, tomé el elevador, fuimos al piso en donde estaba su cuarto.

Entré con ella cargándola a su habitación, dejé la puerta entreabierta porque me daba flojera volver a teclear el código y la deposité lentamente en su cama. Me aparté unos cuantos metros y empecé a admirar su belleza, realmente era muy hermosa, una chica que podía enamorar a cualquiera con su encantadora mirada. Escuché la puerta abrir y volteé inmediatamente, era Kya quien entraba.

—Traje las pastillas y la botella —comentó dejándolas en la mesa—, creo que las necesitará.

—Sí —asentí con la cabeza—, ¿y cómo están tus soldados?

—Se recuperarán, quieren matarla.

—Bueno —me encogí de hombros—, no los culpo. Quería pedirte que te quedaras para vigilarla y hacer algo para evitar que intente escapar.

—Sí, claro, no te preocupes.

—Gracias, ahora vuelvo.

Salí inmediatamente de la habitación, tomé el elevador y llegué al piso en donde estaba el comedor, creí que tendría hambre. Salí del ascensor y entré al comedor.

El comedor no era más que unas 10 mesas metálicas acomodadas con sillas metálicas, una barra metálica en donde se sirve la comida y a lado una pequeña bandeja en donde se agarra los platos y los cubiertos, estos últimos de plástico. Cuando entré me encontré con Félix Hawk, un chico de 16 años, alto de piel blanca, cabello corto pelirrojo, ojos rojos intensos y muy fornido.

—Hola, Joshua, ¿cómo estás? —preguntó contento.

—Bien, ¿y tú, Félix?, ¿cómo va tu rehabilitación?

—Muy bien, he estado practicando nuevas cosas.

—Espero verlas pronto.

Asintió con la cabeza y se retiró a sentarse a una mesa, me acerqué a la barra y pedí una orden y en menos de 20 segundos me la dieron.

Salí con la orden del comedor y me dirigí hasta el elevador. En el camino me encontré a Yukiko Suzuki, una chica adolescente de ascendencia asiática, un poquito más baja que yo, de cabello azul oscuro corto y ojos azules intensos, era bella, a decir verdad.

—Hola, Joshua, ¿y esa orden? —miró la bandeja.

—Es para una chica nueva.

—Oh, te deseo éxito.

Asentí con la cabeza y Yukiko siguió caminando hacia el comedor. Yo tomé el levador y volví al piso en donde estaba Nancy. Cuando estaba a punto de llegar a la habitación Kya salió.

—Listo, ya no creo que se pueda escapar en un tiempo —me guiñó el ojo—, que te diviertas —sonrió divertida.

—¿Qué hiciste? —entrecerré los ojos.

—Míralo por ti mismo.

Kya se alejó hacia el elevador, dejó la puerta entreabierta por lo que la abrí, al entrar observé a Nancy esposada a la cama de pies y manos, me sorprendí mucho. Había visto esta escena de una película erótica.

Ladeé la cabeza, cerré la puerta y dejé la bandeja en la mesa. Me senté en la silla de enfrente de la mesa y esperé a que despertara. Me preguntaba qué había pasado o que había hecho para que la capturaran y la trajeran aquí.

Pasaron alrededor de 20 minutos cuando ella despertó. Volvió a hacer una cara de dolor, después de unos cuantos segundos se dio cuenta que estaba esposada y luego de otros segundos se dio cuenta que yo estaba allí. Inmediatamente me paré.

—Deja de hacer estupideces —dije enfadado.

—¿Por qué estoy esposada? —preguntó confundida.

—Para evitar que hagas una idiotez.

—Desearía estar en estiércol en este momento.

—Bueno —me encogí de hombros—, podemos arreglar eso.

Me dirigí hacia la puerta, tecleé el código y la abrí, no estaba de un buen humor para aguantar sus enojos.

—Espera, ¿me vas a dejar así? —preguntó.

Solo me encogí de hombros, salí y cerré la puerta. Me recargué en la pared y empecé a reír en voz baja. Esto me daba tanta gracia.

Joshua, ¿por qué C21 está esposada a la cama? —dijo por el auricular John.

—Para empezar, se llama Nancy, y está así para evitar que haga una locura.

¿No crees que eso es un tanto exagerado?

—Hizo trizas a dos soldados, dos veces, además también me golpeó, aun me duele la cara.

Joshua escuché que se reía—, claro, como eres guapo —dijo sarcásticamente.

—Soy muy hermoso, y no voy a permitir que le haga daño a mi bello rostro.

John se empezó a reír, empecé a escuchar como Nancy gritaba para que la liberara, se dio cuenta que estaba del otro lado de la puerta.

—Ya libérala, no seas cruel.

—Está bien —rodeé los ojos—, solo porque tú me lo pides.

Se cortó la comunicación con él, volví a teclear el código, como odiaba hacer eso, entré y Nancy paró de gritar. Cerré la puerta detrás de mí.

—Ya cállate, casi me dejas sordo, además dañaras tu voz.

Nancy me miró con cara de extrañeza, fue idiota decir eso. Me acerqué a ella hasta que estuve a un lado de la cama.

—Te voy a liberar con la condición de que no empieces a golpearme.

—No prometo nada.

Busqué la llave y estaba a un lado de la cama, primero empecé con su brazo izquierdo, luego empecé a rodear la cama y liberé a su brazo derecho, luego su pierna derecha y después la izquierda. Guardé la llave y las esposas. Ella se sentó.

—Merezco al menos un "gracias" —dije mientras me alejaba de ella.

—Nunca te diré eso —contestó irritada.

Solo rodeé los ojos, en serio esta niña como me irritaba. Me acerqué a la mesa, tomé la bandeja y se la llevé hasta su cama. La miró y luego a mí.

—Come, necesitaras fuerzas —le entregué un cubierto.

—No quiero nada de ustedes —dijo molesta.

—No te pregunté, vas a comer —respondí con firmeza.

—No me pueden obligar.

—De hecho, sí podemos, pero prefiero evitar llegar a esos extremos —di un suspiro—. ¿Qué es lo que tengo que hacer para que comas?

—Dejarme ir —finalizó con rabia.

Di un gran suspiro, me acerqué a la mesa y me senté en la silla. Nancy solo se me quedó viendo. parecía no comprender lo que hacía.

—Te diré algo —comencé—, en la habitación hay una cámara, en la puerta de tu derecha está el baño, el buró de la izquierda es para que guardes cosas personales, el armario es para que guardes tu ropa, la mesa es para que escribas, dibujes, para lo que sea que quieras hacer, arriba se pueden colocar unos libros para que leas y no te aburras. Obviamente los teléfonos celulares están prohibidos y no hay servicio de Internet.

—¿Y qué quieres?, ¿te aplaudo? —dijo sarcástica.

—Agh —rodeé los ojos—, solo come.

Me levanté de la silla, Nancy negó con la cabeza. Realmente eso ya me molestaba, que la chica no cooperara era irritante. Me dirigí hacia la puerta y la abrí.

—Haz lo que quieras, necesitaras fuerzas —sentencié.

Salí por la puerta y la cerré detrás de mí. Me dirigí al elevador, puse el piso de la sala de entrenamiento y en menos de un minuto ya estaba ahí. Salí del ascensor y cuando estaba a punto de entrar, me encontré a Kya y Atenea saliendo.

—¿Y cómo les fue? —pregunté curioso.

—Bien, hemos progresado mucho —respondió Kya.

Asentí con la cabeza y saludé a Atenea. Ella era una chica joven, de mi edad, estatura mediana, de cabello rubio, ojos azules y bella.

Ellas se fueron y entré a la sala de entrenamiento. utilizaba este lugar para practicar mi puntería, mis habilidades, mi condición física, mis técnicas de combate— Ya que sería el guardia de Nancy, era muy probable que tuviera que contenerla seguido. En eso escuché el llamado de John.

Ya le avisé a Sofí que estarás ocupado un tiempo —dijo por el auricular.

Cierto, Sofí preguntaría por mí, le agradecí a John que le avisara, no quería que se preocupara por mi ausencia.

Estar de guardia comprometía estar día y noche a lado de Nancy, y eso significaba estar con ella en todo lo que fuera, dentro y fuera del complejo, y aunque pudiera estar con Sofí ahora, si ocurría alguna emergencia debía de estar con mi protegida.

Fue pasando el tiempo hasta que era la hora de la cena, bajé hasta el comedor, me dieron la comida y subí hasta donde estaba Nancy.

Cuando entré tecleando el código, ella estaba acostada en su cama de lado, mirando un punto fijo en la pared. Inmediatamente se dio cuenta de mi presencia y se puso derecha en un instante intentado secarse unas lágrimas que caían por su rostro. Estaba llorando, y, bueno, eso lo comprendía.

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