Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15: Sin retorno

Desperté en la mañana, después de unos sueños que tuve con Nancy, que poco a poco se hacían más comunes, vi mi comunicador y tenía una llamada de John, como eso también se hacía costumbre.

—Dime —dije somnoliento.

—El teniente Wilson quiere verte, de nuevo, al igual que la directora Brooke, en su oficina.

—Voy para allá —corté la comunicación.

Este tipo de cosas me empezaban a fastidiar, ya se convertía en rutina y eso aburría bastante, aunque me preguntaba qué era lo que quería esta vez.

Sali de mi habitación sin esperar mucho, caminé hasta la oficina del teniente, me revolvía el estómago su puesto, y entré sin siquiera tocar.

Él estaba sentado enfrente de su escritorio, y a un lado, sentada de igual forma, estaba la directora. Al parecer estaban hablando alegres, ya que cuando entré, se callaron por completo.

—Al fin llegas —dijo el teniente.

—Solo dime que tengo que hacer —respondí sin expresión.

—La agente Kya me informó de lo sucedido en Moscú, hiciste un buen trabajo, por lo que te recompensaré teniendo 24 horas libres, a partir de... —miró su reloj de mano— ahora.

—¿Hablas en serio? —pregunté extraño.

—Sí, así es, habla muy en serio —secundó la directora.

La miré con confusión, pero asentí, realmente necesitaba un descanso de todo esto, y que mejor pasando un día en libertad.

Salí de la oficina y caminé directamente y sin escalas a mi habitación, necesitaba buscar lo necesario para salir.

—¿Qué fue lo que te dijo el teniente Wilson? —preguntó cortando mis pensamientos.

—Me dio un día libre, iré a la cabaña con Sofí.

Que bien. Te deseo un lindo día.

Corté la comunicación con John y llegué hasta el pasillo de mi cuarto, y por obra del destino o por pura casualidad, me encontré a Kya que salía de la suya.

—Arreglaste las cosas con Nancy, ¿verdad? —preguntó divertida.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté confundido.

—Tienes una gran sonrisa.

—¿Por qué todo el mundo dice eso?

—Porque tú no eres así, Joshua, en serio te ves muy feliz —dijo con una ligera sonrisa.

Eso era verdad, normalmente no era así, tampoco me comportaba como si estuviera feliz o por algo de que alegrarse, pero por lo que en verdad me sentía así, era por la libertad que se me fue otorgada.

—Me dieron 24 horas libres, por lo que saldré inmediatamente a la cabaña —dije alegre.

—Eso es muy bueno, que se diviertan tú y Sofí... y Nancy —alzó las cejas de manera sugestiva.

Podía notar en su voz un tono de malicia, por lo que negué por la cabeza. Reí y rodeé mis ojos, realmente amaba mucho hablar con ella.

Nos despedimos y continué mis planes a través de mi habitación, recogí y metí mis cosas en maleta, me cambié de ropa quitándome el usual traje por una ropa más casual, tomé las llaves de mi auto y salí rápidamente hacia beta 18. Realmente quería sacarla de este lugar, y pasar un tiempo de calidad con ella, al igual con la pequeña y tierna Sofí.

Llegué hasta su habitación, estaba tan concentrado en salir de aquí, que el tiempo del trayecto se me pasó volando, como si nunca hubiera ocurrido, quizás a eso le llamaban relatividad. Entré a su cuarto y estaba sentada en la cama, pensativa, pero ahora ya sin una tristeza tan notoria.

—¿Ahora adónde vamos mi capitán? —preguntó ansiosa.

—Fuera de aquí —dije acercándome a su armario.

—No entiendo —dijo confundida.

—Iremos a un lugar especial —continué sacando un poco de ropa.

Fui hasta el lugar en donde estaba su maleta, ella se levantó de la cama y se me acercó, tratando de adivinar lo que quería hacer.

—¿Y en donde es ese lugar? —preguntó desconcertada.

—En vez de que preguntes, busca tu ropa.

Seguí sacando y metiendo ropa al equipaje, ella seguía sin comprender y al notar que no le diría nada hasta que me ayudara, así lo hizo.

Terminamos de poner todo lo necesario en su valija y salimos de su habitación. Me seguía mirando confundida, pero yo aun así no le decía nada, y tampoco le daba pistas con que guiarse.

—Iremos por Sofí —dije apurado.

Me miró extraña, pero no le di una oportunidad de decir algo, ya que proseguí mi avance hacia el elevador. En el camino a pediatría, hablamos de diferentes temas, que ya ella sabía que no le diría nada porque era una sorpresa.

Llegamos hasta el tan esperado lugar aquí en Mane Rosh, abrí las puertas y me encontré a la recepcionista muy metida leyendo unos papales, pero al escuchar la puerta abrir, sus ojos se fijaron en nosotros.

—Sofí está jugando —dijo sin interés.

Nos señaló el lugar y lo que dijo era cierto, la pequeña estaba jugando en las mesitas con un gato de peluche color rosa y un oso color blanco, también de peluche.

Me acerqué a ella, y antes de que pudiera estar a una distancia considerablemente cerca, Sofí sintió mi presencia, me miró inmediatamente y cuando una gran sonrisa se dibujó en su rostro, salió corriendo hacia mí, en donde yo la atrapé entre mis brazos.

—Joshua —dijo con gran alegría.

La cargué y la mantuve abrazándola, realmente la extrañaba demasiado, y estar con ella ahora me hacía sentir demasiada paz.

—Hola, pequeña —dijo Nancy sonriente.

—Hola —la saludó.

Le entregué a Sofí entre sus brazos para que pudiera cargarla, y la niña la abrazó con mucha energía y euforia.

—Sofí, iremos a la cabaña, ve por tus cosas —dije cálidamente.

La pequeña se emocionó tanto que bajó rápidamente y, corriendo con unos pequeños saltos de felicidad, se dirigió por su pequeña mochila.

—La cabaña es un lugar muy especial para ella, ama estar ahí —dije sonriente.

A los pocos segundos regresó Sofí, ya con su mochila color rosa en su espalda, la vi con una gran sonrisa y nos dispusimos a salir.

—Sofí regresará mañana —dije a la recepcionista.

Ella ni se inmutó, solo registró algo en su carpeta que traía a la mano y continuó leyendo. Me sorprendía un poco que la dejaran trabajar aquí.

Salimos de la instancia y caminamos rumbo al ascensor, Sofí iba agarrada de mi mano derecha, y Nancy estaba a mi izquierda.

Llegamos hasta el elevador y subimos hasta la sala general, en donde caminamos de nuevo hasta el ascensor con paredes de cristal, pasamos todas las compuertas que debíamos de pasar para salir de este caótico lugar, y por fin estábamos afuera.

Pude ver como Nancy cerraba los ojos sintiendo la briza veraniega alzar ligeramente su hermosa cabellera, Sofí me miró sonriente, así que le devolví la sonrisa.

—¿Ahora a dónde? —preguntó Nancy.

—Sígueme —guiñé un ojo.

Ella me miró extraño, caminé dando la vuelta por detrás al complejo, para encontrar unas pequeñas bodegas de color blanco y una cortina metálica que se debía levantar. Tomé las llaves que había guardado anteriormente y abrí la bodega quitando todas las notas de seguridad. Cuando hice eso se pudo dejar ver un auto, un hermoso auto. Era un Camaro, un auto deportivo que hacía derretir el corazón de cualquier amante de los autos. Era de color azul rey con un par de líneas blancas que cruzaban de capó a maletero. Nancy me miró alzando sus cejas, muy sorprendida.

—Tengo mis propios gustos —sonreí.

Abrí la cajuela para que pudiéramos poner las maletas allí, posteriormente abrí la puerta del auto para que Sofí pudiera entrar y sentarse en la parte trasera, Nancy se sentó en el copiloto, y yo tomé el volante. Amaba sentir eso entre mis manos, mis dedos recorriéndolo, era como estar en el Partenón.

—¿Estás lista, Sofí? —pregunté sonriente.

—¡Sí! —respondió con mucha emoción.

—¿Estás lista, Nancy? —pregunté en el mismo tono.

—Sí, supongo —sonrió confundida.

Asentí, encendí el auto, juro que casi me da un orgasmo, y comencé a manejar. Conduje por un camino de asfalto color gris, como si fuera concreto industrial, hasta que llegamos a la entrada de Mane Rosh, en donde estaba una caseta de paso y un cerco de seguridad. Allí había varios soldados en las puertas, les enseñé mi identificación de agente, no me revisaron el auto y sin decir nada, nos dejaron salir.

Conduje por la carretera que conducía a la ciudad más cercana: Des Moines, que quedaba a no más de 30 minutos.

El alrededor de Mane Rosh era básicamente un bosque, con pinos y varios tipos de árboles más, además de varios animales que podían rondar la zona. En el camino hablábamos de cosas varias, muchas sin importancia, otras divertidas y alguna que otra anécdota por parte mía y de Nancy. Me encantaba ver el rostro de fascinación de la pequeña, ya que se le hacían graciosas muchas cosas que decíamos, además que esperaba emocionada llegar a la cabaña, su lugar favorito en la tierra.

A mitad de camino entre el complejo y la ciudad, giré a la izquierda, para comenzar a manejar por un camino de diferente asfalto, pasando demasiados árboles, hasta que llegamos a un espacio abierto, el césped que empezaba desde la entrada, unos pequeños jardines en ambos costados, y una cabaña en el fondo.

La cabaña era de un tamaño considerable, era completamente de madera, con troncos cortados a la mitad que hacían parte de las paredes, una estancia pequeña en la entrada bajo un techo, en donde había una mecedora y una pequeña mesa blanca con un par de sillas del mismo color, aparqué a lado de la camioneta roja que estaba estacionada cerca de la casa. Apagué el motor y con mucho gusto y fascinación bajamos del auto.

—¿Cómo es que una persona como tú puede tener un lugar así? —preguntó Nancy expectante.

—Soy una persona con muchos secretos —le guiñé un ojo.

Ambos sonreímos y sacamos las cosas del maletero, entregué la mochila a Sofí y corrió rumbo a la entrada, bajé mi maleta al igual que la de la ojiverde.

Sofí abrió la puerta, que justamente estaba sin seguridad, la seguimos de cerca y entramos subiendo un par de escalones. Lo primero que vimos al entrar fue la sala de estar, en donde estaban 3 sofás de diferentes tamaños de color negro puestos de tal manera que formaban un semicírculo, una mesa pequeña de cristal en el centro, una pantalla plana de un tamaño considerable fijada a la pared, debajo de este un reproductor de discos, y un par de pequeñas bocinas a un lado. De lado derecho de la televisión estaba un mueble con varios libros, la mayoría de historia, otros de ciencias como física y química, y otra sección más de las grandes obras de la literatura clásica. Y del lado izquierdo de la pantalla, una chimenea.

En la cabaña había un olor muy peculiar, era un olor demasiado exquisito, que provenía de la cocina, por lo que Sofí al percatarse de eso mismo, dejó la mochila en la sala y fue corriendo hacia ese lugar. Ambos la seguimos de cerca. Pasamos por el comedor, que era una mesa de cristal con esquinas curvas y sillas madera de color rojo.

—¡Emma! —dijo la pequeña feliz y sonriente.

Abrazó a una mujer de pelo oscuro un tanto largo, piel no tan blanca y de ojos cafés, un par de centímetros más baja que yo y que traía puesto un delantal de color blanco. La cocina, aunque no tan grande, tenía todo lo necesario para preparar cualquier comida, una estufa de color negro, un horno del mismo color, varios espacios en donde guardar los utensilios, un refrigerador, horno de microondas, etc.

—Hola, pequeña —contestó alegre acariciando la cabeza de la pequeña.

—Lamento haber llegado de improviso, Emma —dije un poco apenada.

—No te preocupes, Joshua, John me avisó de que vendrían —respondió con una ligera sonrisa.

De cierta forma me alegraba ver de nuevo a Emma, su nombre significaba cabaña, y ese era un sinónimo de un lugar de zen y paz. Miré a Nancy, que estaba escaneando a la mujer, no sé por qué hacía eso constantemente con cada mujer que me conocía.

—Nancy —empecé—, ella es Emma Sheeran, la ama de llaves. Emma, ella es Nancy Davies, una amiga.

Ambas se saludaron, aunque Nancy fue un poco más reservada, eso me confundió un poco. Sofí salió de la cocina por su pequeña mochila.

—La comida estará en un par de horas —dijo Emma concentrada en lo que cocinaba.

Asentí y salimos de nuevo a la sala de estar. Noté como Nancy estaba de un diferente humor, a comparación del que tenía cuando llegamos al lugar. La pequeña jaló un poco la blusa que tenía mi protegida para llamar su atención.

—¿Me ayudas? —le preguntó con ternura mostrando su bañador.

—Claro, pequeña —sonrió con calidez.

Sofí tomó la mano de Nancy y la guio hasta una de las habitaciones que estaba en el pasillo a lado del comedor.

—¿Pasó algo con Nancy? —preguntó Emma cuando llegó a mi lado.

—No —la miré confundido.

—Creí que sí, como me miró con mirada asesina creí que tenían algo —encogió los hombros.

No le dio más importancia al tema y regresó a la cocina. Lo que dijo me había aturdido, yo no me había dado cuenta que esa la expresión con la que había visto a mi ama de llaves, que raro.

Salí por la puerta trasera de la casa, la fachada era exactamente que la entrada, y si no fuera por la piscina que estaba en la parte de atrás del recinto, uno se confundiría con facilidad. La piscina era de un buen tamaño, con azulejos de color azul cielo, y el borde era de color blanco, con un pequeño trampolín del mismo color. Revisé el estado del agua y por fortuna estaba en perfecta temperatura, el sol estaba en lo alto y hacía calor, por lo que era el mejor momento para refrescarse.

Sofí regresó acompañada de Nancy, la pequeña traía puesta su bañador de una sola pieza color azul. Nancy estaba asombrada de encontrar aquí una piscina, y su fascinación me encantaba.

—Eres una caja de sorpresas, Joshua —dijo Nancy sonriente.

—Lo sé —dije en el mismo tono.

En ese momento me quité la ropa, que era una camisa y el pantalón, para solo quedarme en bóxer negros, adecuados para el agua. Nancy se me quedó viendo alucinada, y noté como sus ojos me recorrían de pies a cabeza, incluso yo tenía que admitir que mi cuerpo no le envidiaba nada a ningún otro.

—¿Qué?, ¿nunca habías visto a un verdadero hombre en tu vida? —pregunté divertido.

—¿Disculpa? —respondió ofendida.

En ese momento se empezó a quitar la ropa, que era su blusa y su jean, para solo quedar en ropa interior, que era un bikini de color verde. Me quedé embobado con su figura, sinceramente esas piernas blancas, hermosas caderas anchas, un vientre perfectamente plano, unos preciosos pechos curvos, además que tenía un trasero extraordinariamente redondo, un cuerpo mejor que cualquier modelo, me encantaban sus curvas.

—¿Qué?, ¿nunca habías visto a una verdadera mujer en tu vida? —preguntó divertida.

—Bien jugado —asentí.

Me acerqué a ella maliciosamente, hasta que estuve a una distancia considerablemente cerca, en donde la miré fijamente, ella me miró atenta, y pude apreciar como sus pupilas estaban ligeramente dilatadas. En ese momento la tomé, la cargué y la lancé a la pileta, por suerte la pulsera era a prueba de agua. Ella gritó durante la caída hasta que impactó contra la piscina, se sumergió por completo y en pocos segundos sacó. Parecía muy molesta.

—Eres un maldito —dijo enfadada.

Sonreí y me reí ligeramente, en serio me gustaban sus expresiones y más cuando estaba enfadada, por alguna razón eso se me hacía sexy. Nadó hasta la orilla en donde estaba.

—Está bien, te ayudo a salir.

Alcé mi mano para que tomara esta, y cuando así lo hizo, antes de que pudiera jalarla, ella me jaló con fuerza, mi propio peso me ganó y caí al igual. Realmente eso no me lo esperaba, cuando pude recobrar el sentido de la situación, la miré quitándome el agua de la cara, estaba riendo.

—Se llama venganza, cariño —dijo con malicia.

Sonreí y reí un poco, amaba cuando me devolvía las cosas malas que le hacía, y poco a poco nos acercamos. Una pequeña pelota de playa me impactó en la cabeza, Nancy en ese momento estalló en risa y noté como Sofí rio inocentemente. La pequeña fue hasta el pequeño trampolín y empezó a correr.

—¡Ahí voy! —dijo emocionada.

Corrió por todo el trampolín y se lanzó como si bala de cañón fuese, nos salpicó a Nancy y a mí cuando impactó contra el agua, y después de eso, nos reímos.

Sofí ya sabía nadar, aunque todavía no muy bien, por lo que el tiempo que la pasamos en la piscina fue para perfeccionar su nado, además de jugar con ella, todos riendo y divirtiéndonos. Era un momento que no cambiaría por nada en el mundo, simplemente era perfecto.

Salimos del agua y la pequeña Sofí estaba jugando en el jardín, persiguiendo una mariposa monarca que se paseaba por el lugar. Nancy y yo estábamos sentados en la orilla, metiendo solo nuestros pies en el agua.

—Es muy linda —dijo cuando vio a Sofí.

—Lo es —sonreí—, no dejaría que le pasara algo, otra vez —dije mohíno.

—¿Otra vez? —preguntó confundida.

—Antes de que tú llegaras, fui guardia de un Anggelos hombre, deseaba tanto su libertad que amenazó con hacerle algo a Sofí con tal de salir, y cuando estuvo a punto de lograr su amenaza, tuve que matarlo. No dejaré que nada ni idea se interponga ante eso, mataré a quien quiera hacerle daño, y eso te incluye —la miré directo a los ojos.

—Eres una maravillosa persona —dijo sonriente.

—Ah, ¿sí?, ¿por qué? —pregunté confundido.

—Porque darías tu vida por proteger a quienes amas.

—Tal vez por eso estamos aquí —sonreí.

Acerqué mi mano a la suya, apenas nuestros dedos se tocaron, me miró fijamente a los ojos, para después reposar su mirada en mis labios, se veía tan bien y perfecta, sus preciosos ojos y eso deliciosos labios, que, sin esperar más, la besé.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro