Capítulo 13: Despedida
La mañana era un poco extraña, ya que no entraba rayos de luz por la ventana, sí se podía ver en la habitación, pero la iluminación era tenue, al parecer estaba muy nublado.
Félix seguía dormido, la alarma no lo había despertado, por lo que prefería que eso siguiera así. Después de mirar un par de cosas en el suelo, ventilarme y quitar la somnolencia que traía encima, salí de la habitación.
Al parecer todo estaba un poco movido y ya varios estaban despiertos, porque Kya entraba a su habitación y después salía, al igual que Atenea y Jolie. Encontré a Yukiko que prácticamente estaba haciendo lo mismo, por lo que me acerqué a ella, necesitaba saber qué es lo que había pasado en la noche.
—¿Cómo pasó Nancy la noche? —pregunté de una.
Yukiko hizo un gesto que no pude descifrar y solo agachó la mirada, ligeramente triste, temía muchas cosas y no quería que lo peor se cumpliera.
—Mal —dijo en voz baja—, estuvo llorando casi todo el tiempo.
—No me digas eso —negué con la cabeza afligido.
—Se siente dolida, molesta, traicionada, herida. En serio lo siento Joshua.
Curvó el labio y posteriormente se retiró. Yo solo me quedé ahí, en ese lugar del pasillo, parado, sin decir o hacer nada, solo pensando en que tan mal estaban las cosas, y encontrar una solución para arreglar tantos malos que azotaban en este momento.
—Nos vamos en 15 minutos —dijo Kya cortando mis pensamientos.
No pude notar exactamente de donde me lo había dicho, ya que cuando quise encontrarla con la mirada, solo pude ver como entraba de nuevo a su habitación.
Llegué hasta donde estaba Félix, intenté moverlo un poco para despertarlo, pero cuando mis manos se reposaron en la cobija que traía encima, se sentía caliente, no tanto para quemarse, pero sí como para sentir como el calor irradiaba por esos lugares, eso era un poco extraño.
Lo moví hasta que se despertó por completo y le di la indicación que alistara todas sus cosas, ya que estaba a punto de partir.
Pasaron los minutos y con una valija con todas mis cosas salí del hotel. Afuera ya me estaban esperando todos, al parecer era el último y el que más se tardó en alistarse.
Caminamos hasta el auto, que ya estaba afuera del hotel. En todo el camino Nancy, no solo me evitó, sino que me ignoró por completo, como si yo no existiera, como si me hubiera tragado la tierra.
Conduje hasta el aeropuerto, y a pesar de que, en todo el camino, las únicas personas que estaban hablando todo el tiempo eran Félix, Kya y Atenea, y ocasionalmente Yukiko y Jolie. Me desconecté por completo de esa conversación, mi mente seguía fijada en Nancy, el dolor y la traición, en ese orden. Las cosas obviamente no estaban bien, pero como me había dicho Jolie, el tiempo era la mejor solución por ahora, dejar que las cosas se enfríen y ver cómo va evolucionando todo, así tal vez tendría una oportunidad de arreglarlo.
Llegamos hasta el aeropuerto, en donde me dolió en el alma dejar tan hermosa camioneta que había manejado. Subimos al avión y cada quien se mantuvo en sus respectivos lugares, se tomaba la misma rutina que las veces anteriores.
—Primer destino: Marsella —dijo Jolie por el altavoz desde la cabina.
Era cierto, teníamos que dejar a Jolie en su casa, o bueno, mansión en lo alto de Marsella, por lo que cuando el avión empezó a levantarse y a ponerse estable en el aire, y al corroborar que no habría ningún peligro para la tripulación de moverse dentro de la aeronave, me deshice de mi cinturón de seguridad, para poder hacer algo, quizás hablar con alguien.
—¿Está todo bien, Atenea? —pregunté curioso.
—Sí. ¿Por qué preguntas? —respondió confundida.
—Nada más, es que te noté pensativa.
—Es lindo el amor que se tienen Félix y Yukiko, ¿no crees?
—Lo que me sorprende es que estén durando, a pesar que son de mundos completamente diferentes, no se separan, porque saben perfectamente que no podrían vivir el uno sin el otro.
—Me gustaría un amor así —respondió con una ligera sonrisa.
Continuamos hablando, más que nada sobre su vida, la que ella quería tener. No era la única persona que quería salir de este mundo peligroso, la paz no se consigue en una vida como esta, se deben sacrificar muchas cosas, incluso tu propia libertad, y eso era algo que añoraba Atenea, liberarse por completo.
Pasaron las horas, hasta que aterrizamos en el aeropuerto de la ciudad portuaria de Francia. Salimos y aun sin nada importante que relatar, entramos en una camioneta blanca, adoraba como la pelirroja se las arreglaba para conseguir un excelente auto para conducir.
Manejé hasta la residencia oficial de Jolie, y cuando entramos, estaba su maravilloso Porsche cerca de la entrada, al parecer estaba recién lavado.
Salimos del auto e inmediatamente caminé hasta el hermoso deportivo, el cual lo recorrí con las yemas de mis dedos el capó.
—¿Cuándo me regalarás tu Porsche, Jolie? —pregunté divertido.
—Cuando muera —respondió en el mismo tono.
Ambos reímos un poco y asentí con la cabeza, me parecía un trato justo. Caminamos hasta la entrada de su casa y entramos, todo estaba exactamente igual a como lo habíamos dejado, no encontramos señal de vida del mayordomo, quizás estaba en alguna de las habitaciones del recinto. Al que sí encontramos fue a Alim, que estaba en la sala quitando el polvo a unos jarrones chinos color esmeralda.
—¿Hiciste lo que te encargué? —preguntó Jolie.
—Sí, claro —respondió seguro.
El chico estaba poniendo su atención en Kya, Atenea y Yukiko, a las cuales miraba fijamente, en especial a la última, a la cual le sonrió de una forma un tanto brillante.
—Te extrañé mucho, Yukiko —sonrió con malicia.
Justo cuando terminó de decir esa oración, temí con todo mi ser que las cosas acabaran mal, y realmente no me equivoqué. Miré inmediatamente a Félix que soltó la mano de su enamorada, miró al adolescente Alim y en menos de un segundo se prendió.
—Ya estoy harto —dijo de una.
El pelirrojo creó un par de esferas con sus manos, la cuales lanzó inmediatamente al aprendiz de Jolie, el desafortunado Alim apenas pudo esquivarlas, y justo cuando estaba a punto de lanzarle una segunda ronda de proyectiles, Yukiko sacó toda el agua de la pecera más cercana y bañó con agua fría a su enamorado, el cual se apagó al instante.
Cayó medio inconsciente al suelo, estaba realmente temblando y sus ojos poco a poco se hacían atrás, eso era malo, muy malo. La peli azul se acercó a él inmediatamente, lo tomó entre sus brazos y en serio se veía muy preocupada.
—¡Una manta caliente! —dijo con desesperación.
Jolie ordenó a su mayordomo, que no había notado que estaba a su lado, que trajera con la mayor rapidez posible lo que Yukiko había pedido.
Justo cuando estaba a punto de hacer algo, Nancy se me adelantó, se acercó al Félix moribundo y lo tocó con sus manos, estás empezaron a brillar, y con su tacto, tranquilizó al pelirrojo, que dejó de temblar, y todo eso sin decir ni una sola palabra.
Aun así, Félix estaba mal y si no era calentado de inmediato, le pasaría algo muy malo. Kya se acercó a Alim y sin que él lo esperase, le dio un golpe con puño cerrado directo en su mandíbula, le dio con tanta fuerza que este cayó al suelo tocándose la barbilla ligeramente confundido.
Realmente se veía molesta, muy molesta, de esas veces en las que ella era capaz de intimidar. Atenea apareció a un lado de Yukiko con una manta en mano, para posteriormente cubrir al pelirrojo con ella, para que se empezara a calentar.
Yo me sentía molesto, lo que había hecho Alim fue estúpido, él ya sabía que un comentario fuera de lugar iba a ocasionar una pelea, y aun así no le importó. Me acerqué a Jolie, que también estaba furiosa.
—Si Alim vuelve a hacer una tontería como esa, yo mismo lo mataré —dije firme.
Jolie sin decir una palabra, se acercó a su aprendiz, lo tomó del brazo y lo sacó a rastras del lugar, realmente se veía enojada y eso llegaba a temer un poco.
Atenea, Yukiko y Nancy se llevaron a Félix a una habitación, guiados por el mayordomo que lo cubrió con otra manta. Y yo me quedé solo con Kya en la sala.
—Quería matarlo —dijo con ira.
—Créeme que yo igual —respondí sentándome en un sofá.
—Tanto me costó que el mismo pudiera controlar su carácter, como para dejar que un idiota viniera a arruinar un trabajo de años.
—Pero lo bueno es que ya pasó todo eso —dije intentando tranquilizarla.
—Aun así, cuando tenga la oportunidad lo golpearé —di un bufido.
—¿Más del que le diste? —pregunté extrañado.
—Sí. Cambiando de tema, no has hablado con Nancy, ¿verdad?
—No. ¿Por qué preguntas? —cuestioné confundido.
—Porque...
Justo cuando me iba a decir la razón, nos percatamos de la presencia de Nancy, que llegaba a la sala.
—Kya, Yukiko quiere verte —dijo sin expresión.
La pelirroja asintió y caminó rumbo a las escaleras, Nancy la siguió muy cerca detrás, yo me paré al instante y llegué lo más rápido posible a ella, tomándola del brazo y volteándola hacia mí.
—¿Qué quieres? —preguntó malhumorada.
—Quiero hablar contigo —dije suplicante.
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar, solo jugaste conmigo, me utilizaste.
Intenté buscar su mano para tomarla, pero cuando se percató de ello, se alejó de mí. No dije ni una sola palabra, no tenía cara con que hacerlo, ella tenía sentido y razón de sentirse así, y de tratarme así. Continuó su caminar y al poner el primer pie en el escalón, me miró.
—Para mí tu estas muerto —dijo de una.
Y continuó su caminar. Eso me había roto por dentro, me rompió demasiado, eso fue un golpe tan duro que no me repondría, me quedé solo, completamente solo, oficialmente, todo había acabado.
Pasaron las horas, incluyendo la hora de comida, Félix se había recuperado satisfactoriamente y todos estábamos sentamos en la mesa, comiendo deliciosos platillos que Jolie había preparado, Alim estaba igual sentado, solo que se veía muy roja su barbilla, en poco tiempo se convertiría en un moretón demasiado evidente.
Las veces que pude, vi a Nancy, pero la vi como algo lejano, algo que no sería fácil recuperar. Cuando la ojiverde terminó de comer, que por cierto fue muy poco, se levantó de la mesa.
—Tengo que hablar contigo —le dijo Jolie.
Ella la miró confundida, igual yo lo estaba, no sabía porque le había dicho eso, pero no dije nada, y se la llevó fuera de la casa, en el hermoso jardín con estatuas.
Me quedé en la mesa, y cuando Alim se retiró, Kya se llevó a Félix fuera del lugar, ellos tenían que hablar, la actitud y explosividad del pelirrojo pendían de un hilo, y sería demasiado riesgo no poder controlar la situación cuando teníamos la oportunidad.
—¿Cómo está Félix? —pregunté curioso a Yukiko.
—Bien, ya está mejor. Lo que hizo fue lindo —dijo sonriente.
—¿Que casi matara a Alim fue lindo? —pregunté confundido.
—No, me refiero a que se pusiera celoso. Me hace sentir querida y amada. Me hace sentir que le importo —dijo con la misma sonrisa.
—Nunca entenderé porque eso les gusta —dije divertido.
—Son cosas de mujeres —secundó Atenea.
Reí un poco y continuamos hablando de cosas diferentes y variadas, hace tiempo no tenía una conversación con ellas dos, y, a decir verdad, fue una conversación demasiado buena.
Pasaron las horas y estaba en la sala, contemplando como prendía el fuego de la chimenea. Sentí una presencia detrás mía y giré mi cabeza para saber quién que me había asustado.
—Necesito hablar contigo —dijo Jolie seria.
Se me hizo bastante extraño, y antes de que pudiera responderle, caminó dejándome atrás, no me quedó más remedio que seguirla, para saber qué era lo que quería hablar conmigo.
Me guio hasta una puerta, a lado de la escalera principal, de color de azul cielo, la abrió y dejó ver una pequeña biblioteca, libros y libros tapizaban todo el lugar, en medio había una mesa de madera, con un par de sillas negras.
Cerré la puerta detrás de mí y me senté delante de donde ella lo hizo, me sirvió un vaso de vodka y me miró fijamente.
—¿Hasta cuándo lo mantendrás oculto? —preguntó sería.
—No sé de qué me hablas —respondí de la misma manera.
—Joshua, no soy idiota, yo misma te enseñé todo lo que sabes. ¿Cuándo les dirás la verdad?
—Ellos solo saben lo que deben saber. Sabes que siempre fui muy bueno manteniéndolo en secreto.
—Me sorprende que Kya no haya dicho nada aun, y hablando de ella, ¿qué has sabido de los demás?
—¿Quiénes demás? —pregunté puntual.
—Sabes que tú y Kya no fueron mis únicos aprendices. ¿Dónde están tus compañeros?
—No lo sé, y tampoco me interesa —mentí.
Escuchamos una puerta tocar, que posteriormente se abrió, entró con cautela y poco curiosa Kya, nos miró fijamente.
—Joshua, nos vamos pronto.
Asentí y Kya salió sin decir más, me levanté de mi asiento terminándome mi vaso de alcohol y justo cuando estaba a punto de retirarme, Jolie me detuvo.
—Antes de que te vayas, dile a Wilson que el maletín igualmente fue destruido.
—¿Por qué?, ¿qué piensas hacer? —entré cerré los ojos.
—Solo hazlo —rodeó sus ojos.
Me extrañé, pero acepté, por algo le tenía excesiva confianza. Salimos de la oficina, y caminamos hasta la entrada de la casa, el maletín se había quedado en la oficina de la rubia, y siendo sincero, no sabía para que lo quería o que es lo que iba a hacer con él.
Afuera ya estaban todos esperándome, Nancy muy apartada del resto, Kya y Atenea hablando, y el par de tortolos besándose. Alim estaba arriba de las escaleras viéndonos y nos despedimos de Jolie de una forma emotiva al pie de los escalones, no la había visto desde hace años, y ahora que la volví a ver me hizo recordar viejos tiempo y de dónde vengo, eso siempre era bueno.
—Gracias por todo —dijo Kya triste.
—No se preocupen, chicos, siempre serán bienvenidos, fue un gusto ayudar.
—Nos veremos otra vez —dije sonriente.
—Eso ni lo dudes —sonrió de igual manera.
Nos dimos un abrazo, un fuerte y efusivo abrazo, después de la despedida, en la que también veía como a Félix, Atenea y en menor medida Yukiko, les dolía despedirse de ella. Noté algo muy extraño, Nancy se acercó a ella, la abrazó y ambas se dijeron algo al oigo, cuando terminaron volvieron a abrazarse y después se separaron.
Cuando el sol se ocultó, conduje hasta el aeropuerto saliendo de la residencia de Jolie, la nostalgia me estaba empezando a invadir, y era algo con lo que tenía que luchar.
Llegamos hasta nuestra hermosa aeronave, dejando la maravillosa camioneta atrás, si fuera por mí, conduciría todos los autos que utilicé en Europa. Subimos y dejamos las maletas guardándolas, Kya se fue a la cabina y cada uno tomó su asiento.
—Nuestro destino final: Mane Rosh. —dijo Kya desde la cabina.
El avión empezó a subir, el vuelo sería de varias horas, y como ya era de muy noche el sueño me estaba ganando. Veía de reojo a Nancy, que me dolía con toda mi alma lo que pasaba con ella, ella solo veía a través de la ventana, como si recordara algo. Intenté mantenerme despierto lo más que pude pensando en mi protegida, pero casi 48 horas de no haber dormido estaban pasando factura. Me dormí.
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