Capítulo 12: Consecuencias
Me sentía atemorizado, tenía un pánico y miedo impresionantes, el tiempo pasó demasiado lento para mí. Nancy estaba recostada, intentando cubrir su rostro, al parecer había recibido daño, y Niklaus sonrientemente arrogante. Tenía que hacer algo de inmediato.
Había una silla enfrente de mí, la pateé hasta el perseguido antes de que pudiera lanzar sus esferas, el asiento impactó con su pierna, doblándolo unos cuantos centímetros, me volteó a ver irritado, y por fin tenía lo que quería: su atención.
Empezó a lanzarme esferas, me esquivé un par y logré cubrirme detrás de un librero, contrataqué empezando a dispararles. El rubio se cubrió también detrás de una pila de mesas. Poco a poco empecé a acercarme, cubriéndome con lo primero que veía y en ocasiones que podía contraatacaba. Quería socorrer a Nancy.
—Vete —dije a la ojiverde.
Estaba a un par de metros de ella y cuando extendí mi mano para ayudarla, ella la evitó para levantarse sola, aún seguía molesta y dolida, y me lo demostró con su gesto.
Nancy salió a medio correr del lugar, mientras yo distraía a Niklaus para que no la atacara. Él, para seguir luchando, creó una explosión lumínica que me aturdió bastante, caí al suelo por la onda expansiva, miré a mi alrededor intentando reponerme, cuando sentí un par de manos que intentaban levantarme, era Kya quien me ayudaba, como también pude ver como Yukiko y Félix se enfrentaban a Niklaus.
Él empezó a lanzar esferas de fuego contra el buscado, este las repelió creando sus propias esferas, y en un movimiento casi desesperado para evitar que eso sucediera, Yukiko controló su poder para enviar una masa de agua a ambas manos de él, para posteriormente cristalizarlas y así neutralizando sus poderes.
—¿Estás bien? —preguntó Kya viéndome angustiada.
Antes de que pudiera responder a su pregunta, llegó Jolie empapada y agitada, al parecer había hecho un esfuerzo físico de importancia.
—¿En dónde demonios estabas? —preguntó la pelirroja furiosa.
—El idiota con quien estaba bailando se llevó mi bolso, pero aquí está por lo que me tardé.
La rubia sacó de su bolso un arma, pero no un arma cualquiera, era un arma cristalina en un ligero tono azul.
—Jolie —empecé—, sabes que esa arma, aunque no está prohibida, es muy peligrosa.
—Solo es un arma no letal —dijo restándole importancia.
—Por eso es peligrosa —enfatizó Kya.
Jolie giró los ojos para después hacer una mueca de parloteo, posteriormente caminar hasta Niklaus, caminó imponente, mientras veíamos con la peli azul enfriaba el hielo haciendo sufrir a nuestro perseguido que luchaba sin cansancio para poder liberarse.
—¿En dónde está el maletín? —preguntó Jolie.
Inmediatamente disparó el arma con él, el proyectil era una esfera de color blanco pálido, que cuando impactó, lo hizo caer en un segundo, su cuerpo empezó a pulsar lentamente del mismo color que el proyectil y se podían notar sus facciones de dolor.
—No lo repetiré de nuevo, ¿en dónde está el maletín?
Él rubio siguió callado, luchaba contra sí mismo para no decir ni una sola palabra, eso me empezaba a irritar un poco, al igual que a Jolie. Ella le disparó una segunda vez, al impactar el proyectil su cuerpo pulsó con mayor intensidad, empezó a retorcerse de dolor, realmente veía como sufría por dentro, su dolor parecía insoportable y podía ver como en sus ojos suplicaba que parara su tortura.
—Una última vez. ¿Dónde está el maldito maletín? —preguntó furiosa.
Ella le apuntó para dispararle, pero cuando estaba a punto de pulsar el gatillo, Niklaus di un grito de dolor, que poco a poco se ahogaba.
—Está bien, el maletín está bajo un grupo de libros, en una de las esquinas derechas del lugar —dijo sufriendo,
Kya chasqueó los dedos, no me di cuenta que Atenea estaba a su lado, y cuando la pelirroja hizo el gesto, Atenea desapareció para buscar.
—¿Que te inspiró para traicionar?, ¿el dinero? —pregunté curioso.
—Interés —respondió quejándose.
Atenea regresó para entregar el maletín ya encontrado a Kya, ella se acercó a mí y me lo entregó, lo abrí quitando un par de piezas de seguridad, y cuando lo analicé sí era el maletín que tanto estábamos buscando, una pequeña computadora central con todo el hardware y software que se requería para funcionar.
—Este es —dije a Jolie asintiendo.
Cerré el maletín para después cargarlo con una mano, Jolie asintió sonriente y triunfante, para después regresar su atención a Niklaus.
—Gracias por tu colaboración —dijo soberbia.
Creó una esfera en su mano izquierda, le apuntó a la cabeza del rubio y disparó impactando contra su cráneo. Dejó de quejarse y de moverse, además de que su cuerpo se volvía de un color grisáceo, oficialmente había muerto.
Vino unos segundos de silencio absoluto, nadie dijo nada y el ruido de fondo empezó a invadir el lugar, vimos por unos segundos el cuerpo inerte, hasta que Jolie di un gran bufido.
—Las cosas que se tienen que hacer —dijo de una.
—¿No debemos de buscar a su comprador también? —preguntó Félix intrigado.
—No es necesario, tenemos el maletín, eso es lo más importante —respondió segura.
Asentimos y empezamos a caminar hacia la salida, todos en una fila, como si fuera una peregrinación, solo que, en lugar de celebrar la vida, era la muerte.
—¿En dónde está Nancy? —pregunté a Kya.
—No lo sé —encogió los hombros—, la vi salir de la bodega.
Asentí y seguimos nuestra peregrinación. La encontré sentada en una silla, pero ya sin las alas de ángel que tanto la identificaban, sintiendo el aire recorriendo su rostro con los ojos cerrados, como si estuviera pensando o..., recordando.
Caminé hasta ella acercándome lo más que pude, pero al percatarse de mi presencia se levantó de inmediato y empezó su caminata hasta la entrada de los arcos, quise acercarme aún más ella, pero Kya me lo impidió agarrándome del hombre, la vi suplicante y ella negó con la cabeza.
Me dolía, me dolía demasiado en el alma, no quería aceptarlo, pero la indiferencia de mi protegida dolía, se convirtió en algo que me pesaba demasiado.
Caminamos hasta la camioneta, subimos y conduje hasta el hotel. Jolie tenía que cambiarse y quizás festejar, aunque yo no estuviera mucho de ánimos. El camino era un poco silencioso, pero si no fueran por los comentarios de Félix, Yukiko y Jolie para liberar la tensión, hubiera chocado por la distracción del momento.
Cuando llegamos a nuestro hospedaje, Nancy se quedó en el jardín, quise ir de nuevo con ella, pero esta vez Jolie me lo impidió.
—Dale un tiempo, es lo mejor —dijo tranquila.
Asentí y dejé que estuviera en el jardín, sin que nadie interrumpiera sus pensamientos. Llegué a habitación, cerré la puerta y empecé a golpear la almohada más cercana, la golpeé con tanta furia y enjundia que creí que se destruiría en millones de pedazos, y aunque no fue así, aun no podía desquitar y desahogar todo lo que sentía, grité en ella hasta dejarme casi sin aliento y me recosté en la cama sin esperar más que mi muerte.
—¿Puedo pasar? —preguntó Kya abriendo la puerta.
—Sí —contesté apenas oíble.
Cerró la puerta detrás de ella y se acercó al sillón más cercano para sentarse. Yo me repuse en la cama y puse una almohada en mis piernas.
—¿Quieres hablar? —preguntó preocupada.
—Me duele, en serio me duele, no se lo merecía.
—Nadie se merece muchas cosas.
—Lo sé, pero menos ella, siendo tan dulce, linda, gentil... —di un bufido—, no se lo merecía.
—Dale tiempo —dijo cálida—, se pondrá mejor, solo necesita procesarlo, ¿estás seguro que no te enamoraste? —preguntó curiosa.
—No lo sé —negué con la cabeza.
Puse mi rostro en la almohada, quizás si dejaba de respirar este infierno acabaría. Kya se sentó a mi lado y me dio un par de palmadas en la espalda, quizás para darme ánimos o para que dejara de sentir tanto dolor.
Pasaron un par de horas hasta que llegó a ser de noche, salí de mi habitación después de pensar tanto, incluso me dolía la cabeza por eso. Caminé hasta el cuarto de Jolie, entré y me la encontré sentada en una computadora examinando el maletín.
—¿No interrumpo? —pregunté ligeramente tímido.
—No, para nada, pasa —dijo sin mirarme.
Entré cerrando la puerta detrás de mí, para llegar a una silla a lado de ella, y admirando su colección de peces.
—¿Encontraste algo? —pregunté curioso.
—Esto es fascinante. Según su código, tiene una inteligencia similar a la de un humano super dotado, además que puede aprender por sí mismo, es muy increíble.
—Se ve que te gustan las computadoras —dije riendo ligeramente.
—Todo lo tecnológico y digital —corrigió.
Terminó de checar unas cosas en su computador, que yo sinceramente no entendía, y se alistó para salir a festejar, sacándome de la habitación.
Caminé por el pasillo hasta la recepción, en donde me encontré de nuevo a Atenea, con su libreta clásica de dibujo, pero en esta ocasión no delineaba la figura de Alim, sino la de Kya.
—Te gusta demasiado dibujar a las personas, ¿verdad? —pregunté curioso cuando me acerqué.
—Siempre, es mis hobbies —respondió sin mirarme.
—¿De quienes tienes dibujos?
—De todos, incluyéndote.
Me sorprendí un poco, ya que no tenía noticias sobre que tenía dibujos de mí, aunque de cierta forma me dio curiosidad por saber cómo Atenea me había dibujado, esperaba que bien.
—¿Ya superaste a Alim? —pregunté indiscreto.
—No —negó con la cabeza sonriendo—, tal vez en un futuro lo intente.
Asentí sonriente y después de unos segundos de admirar su obra de arte, llegaron Yukiko y su enamorado agarrado de la mano, bastante felices, a decir verdad.
—Por lo que veo, están bien —dije alegre.
—Mejor que nunca —dijo contenta la peli azul.
—Claro, contando que tuvieron sexo —dijo divertida Atenea.
—El cuerpo lo que pida —respondió en el mismo tono Félix.
Todos reímos un poco y llegamos a la conclusión de que los problemas con los tortolos habían terminado, eso era muy bueno, ya que no habría la preocupación de que nada malo pasara a causa de eso.
Llegaron también Kya y Jolie, la última vestida con un vestido corto rosa de varios pliegues, e igual como sus demás vestidos, casi no dejaba nada a la imaginación.
—¿Listos? —preguntó la pelirroja.
Todos asentimos y salimos del hotel. Lo primero que hice al egresar del recinto fue encontrar a Nancy, ya que no sabía nada de ella desde hace un par de horas, pero cuando la busqué con la mirada, la encontré sentada en una banca, viendo fijamente hacia un charco que estaba en el suelo en donde se reflejaba perfectamente la luna llena, me preguntaba qué es lo que estaba pensando.
—No vayas con ella —me dijo Jolie antes que pudiera hacer algo.
Acepté y permanecí inmóvil, viendo como Kya se acercaba a mi protegida, y después de decirle unas palabras, la ojiverde asintió y se levantó, arribó al grupo y caminó junto a la pelirroja sin mirarme, como si yo no existiera, y con todas mis fuerzas evité que se notara que eso me dolía.
Caminamos hasta el auto, tomé el volante y conduje hasta un lugar al que Jolie me señaló, y cuando llegamos, era un restaurante, no tan lujoso, pero si muy recomendable.
Bajamos y noté como Félix se moría de frío, a pesar que traía puesto una chamarra bastante gruesa. En verdad sí hacía frío, ya que yo llevaba una gabardina, pero no tanto como para morirse de lo mismo. Yukiko estaba caminando campante solo con un suéter ligero de color verde con un par de líneas cafés a los costados.
—¿Cómo puede ser que no te mueres de frío? —preguntó Félix confundido a su enamorada.
—Porque amo este clima —respondió sonriente dando unos pequeños saltos de alegría por la acera.
Caminamos hasta la entrada del restaurante, en donde ya habíamos reservado. Nos condujeron hasta nuestra respectiva mesa, en donde Nancy se sentó lo más alejada de mí, eso me seguía doliendo, y no sabía cómo afrontaría lo peor.
Nos sirvieron nuestra comida, que era la más típica del país, y juro que era una de las mejores que había probado, sabía tan deliciosa que no me iba a permitir a negarme una segunda ronda. Félix comió como si no hubiera un mañana, y Nancy apenas tocó su plato.
—Felicito a todos por el éxito de nuestra misión —dijo Jolie alzando su copa de vino.
—Todos tuvimos una participación importante, cada uno fue la clave del éxito —secundó Kya.
No sabía qué hacer, así que solo me delimité a recordar cosas básicas y comer, aunque aún seguía viendo cada unos cuantos segundos a mi protegida para notar sus acciones, y quizás encontrar algo que me ayude a acercarme más a ella.
—El tiempo es la clave —dijo Jolie guiñando un ojo al notar mi preocupación.
Sonreí ligeramente y me concentré en comer, la única cosa que me distraía estaba en mis papilas gustativas, que se deleitaban en un baile de sabores y consistencias nunca antes probadas.
Continuamos hablando y comiendo hasta pocos minutos antes de medianoche. Regresamos al hotel, en donde cada quien se dirigió a su respectiva habitación, aunque me quedé por un momento con Kya en la recepción.
—Necesito que te tranquilices —dijo apenas auditable.
—¿Cómo quieres que lo haga si duele? —dije pesaroso.
—He pasado muchas veces por esto, es normal —dijo Jolie interrumpiendo.
—¿Te ha funcionado? —pregunté curioso.
—No siempre, también me ha tocado ver como perdía a personas completamente por eso —curvó el labio.
—Jolie, con eso no lo ayudas —dijo ligeramente irritada.
Di un fuerte bufido y negué con la cabeza, quizás el tiempo lo decidiría todo, aunque yo no era muy fan de confiar en esperar.
Aún tenía la duda de saber en dónde dormiría, ya que ni muerto Nancy me permitiría dormir con ella.
—¿Quieres que cambie habitación contigo? —preguntó Yukiko.
—Por favor —respondí aliviado.
Ingresé a la habitación de Félix, donde él ya estaba dormido, por lo que me tocó dormir en el sillón.
Dormir fue relativo, ya que en toda la noche y madrugada estuve pensando en Nancy, en que pasaría al llegar a Mane Rosh y si algún día me volvería a hablar. Todo eso me carcomía por dentro, ardía en un hueco de mi pecho que no recordaba que tenía, cada pensamiento estaba ligado a ella, y así sucedió hasta que sonó la alarma para despertarse.
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