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40: Sacrificio

A través de un gigantesco ventanal, unas oscuras nubes cubren el hermoso resplandor de luna llena, logrando desaparecerlo; mientras una brillante gema, muestra lo sucedido en la ciudad.

Jordán ha atacado a sus amigos rodeándolos de fuego, para evitar se acercan a los cristales de tierra, trueno y espacio; aprovechando esa distracción, para tomarlos y hacerse con su energía.

—¡Estén preparados!, porque vendré por ustedes y reclamaré mi premio; es mejor se cuiden las espaldas —son sus últimas palabras, antes de desaparecer saltando entre los edificios.

Gerardo invoca a su defensor que se eleva hacia el cielo, creando una torrencial lluvia que los libera y le permite acercarse a un aterrado Alfredo, temblando y absorto en sus pensamientos por haber presenciado todo lo sucedido; una desmedida crueldad que nunca ha experimentado y ni siquiera pensó sus amigos manifestarían.

Una vez que lo ha puesto a salvo, decide ir detrás de su único mejor amigo, con la intención de darle fin a esa guerra desatada.

Esas son las últimas imágenes que muestra la gema de la oscuridad, dando vueltas en círculos, sobre la mano de su elegido.

—¡Vaya!, me sorprende que tus escogidos hayan sido un blanco tan fácil —una gruesa voz irrumpe el silencio de la oscura habitación, en donde se mantienen cómodamente dos presencias.

—Solo bastaron unos cuantos pinchazos para tenerlos en mis manos, haciendo todo lo que planee. Además, es todo un honor que ahora el más fuerte de ellos, este viniéndome a buscarme —se escucha su siniestra sonrisa retumbar en cada rincón del aislado lugar, mostrando sus enormes ojos con un característico brillo violeta—. ¡Es hora de ir a divertirnos!

Rei en compañía de Exitium, se dirigen a las afueras del edificio que les ha servido de escondite durante este tiempo, a la espera de los últimos guardianes, para acabar con esa aburrida batalla; que en su opinión, se ha prolongado demasiado.

Esperan que sus esfuerzos, les brinden los resultados que han estado esperando por años, obtener finalmente su ansiado premio; el poder supremo del legendario cristal de los deseos.

—Esta generación resultó más divertida que las anteriores, espero el final también sea bueno —la voz del felino púrpura, se pierde como un eco en los rincones de la habitación, combinándose con el incesante tintineo que lo caracteriza.

Mientras tanto, nuestros muchachos corren junto a Spero, quien los dirige hacia las afueras de la ciudad, por dónde se ha marchado Jordán en busca de su enemigo final. Gracias a su habilidad telepática, aún puede enterarse de los movimientos del elegido del fuego, sin que pueda enterarse o detectarlos.

—¡El combate ha iniciado!, debemos apurarnos para evitar otra masacre innecesaria —indica el felino, apurando a los chicos que intentan correr con mayor rapidez, para llegar a tiempo. Porque sigue creyendo que no importa cuántos cristales tenga fuego, no es rival para oscuridad, cuando su poder es superior, al haber absorbido toda la maldad de las batallas.

Sintiendo los fuertes temblores que van en aumento y las ondas de energía que se expanden por el aire; Alfredo y Gerardo se percatan que están a unos cuantos pasos de su objetivo, sorprendiéndose cuando esquivan por instinto, una esfera de energía que estuvo a poca distancia de impactarlos.

—¡Estuvo demasiado cerca!, de no habernos entrenado bien en las batallas anteriores, ahora seríamos carne asada —Gerardo ríe divertido, observando a un gracioso Alfredo tirado a un costado de la arena, con Spero sobre la cabeza. Quizá, esa la última graciosa imagen que pueda observar.

Y como su acompañante les ha advertido, el combate que es decisivo para revelar la verdadera identidad, del elegido que se convertirá en el Guardián de los Deseos; finalmente ha iniciado entre fuego y oscuridad, desplegando grandes cantidades de energía contra el otro, intentando demostrar quién es el guerrero más fuerte.

Jordán busca acorralar a su oponente, lanzándole enormes bolas de fuego, una detrás de otra; utilizando conjuntamente, su habilidad de viento, para crear circuitos de ráfagas que acorten toda posibilidad de escape. Sin embargo, oscuridad utiliza hábilmente su guadaña en forma de remolino para esquivarlo, desapareciendo el ataque antes que llegue a alcanzarlo y cortando toda esencia mágica que lo rodea.

—Emboscada del sable de la calidez —pero el guardián del fuego piensa derrotarlo, no interesándole que deba utilizar todo su poder al máximo. Así que golpeando el suelo, hace aparecer el mango de un espadón, tomándolo entre sus manos y jalándolo con todas su fuerzas.

Un látigo es extraído desde las profundidades, levantándose contra su enemigo que con solo unos susurros, provoca que su guadaña se mueva ágilmente protegiéndolo de cada golpe, sonriendo triunfante al notar la irritada expresión del contrario al sentirse burlado.

—¡Toque de la oscuridad!

Con un solo truene de dedos, hace que desde el subsuelo aparezcan unas sombras, rodeando a un desprevenido Jordán y encerrándolo en una esfera negra sin oxígeno. Muestra una gloriosa sonrisa, cuando lo ve sufrir del dolor, buscando desesperado un poco de aire.

Utiliza sus manos para disminuir el tamaño de la esfera, buscando generarle mayor pánico a su contrincante, quien va perdiendo las fuerzas para oponerse. Mostrándose divertido, de un segundo truene, genera que la esfera disminuya tan rápido, hasta crear una explosión.

—Furia del dios del trueno —unos rápidos rayos, disipan la nube de polvo que se había creado; aunque no consiguen atrapar a su objetivo, porque es cortada por el arma de oscuridad, haciéndola estallar.

—¡Eres bueno!, pero no tanto como para vencerme —Rei se muestra confiado e insolente, mientras Jordán utiliza la misma mirada de desprecio, apuntándolo con el enorme cañón que se ha adueñado de su brazo derecho.

—Creo es mejor aumentar un poco la emoción —eleva su gema hacia el cielo, susurrando unas palabras que despiertan un intenso brillo—. Parca representación de la oscuridad —provoca que detrás de él, aparezca una calavera siendo rápidamente cubierta por una túnica negra, no permitiendo distinguirlo y tomando su guadaña como arma propia.

Rei le ordena a su defensor atacar y apoderarse de los cristales que necesita, resaltándole que también, debe tomar la vida de su oponente; no sin antes causarle el mayor sufrimiento.

Sin embargo, aunque Jordán es consciente de los riesgos que implica, utilizar su energía al máximo para invocar a los tres defensores que posee; Nemea representante del fuego, Grafo dueño del viento y Goliat que es protegido por las dimensiones personificando al espacio; no le interesa arriesgarse, si esa estrategia le da una posibilidad de obtener la victoria que está buscando.

—Entrégame el triunfo que estoy buscando —con las órdenes de sus guardianes, las bestias sagradas inician su batalla.

El primer defensor en atacar, es la tenebrosa parca que intenta acercarse al guerrero oponente, aunque antes debe enfrentarse a las tres imponentes invocaciones. Su primer contrincante, es Grafo que lo amenaza desde los aires; así que salta sobre su descuidado lomo, clavándole la punta de su arma; para de un puntapié, arrojarlo contra el único edificio cercano.

Al caer sobre la arena, detiene con el mango de su arma la emboscada de Nemea, aventándole un golpe certero en el rostro y centrando ahora su atención en los brazos de Goliat, utilizando su guadaña para detener el ataque que amenazaba con aplastarlo. Momento oportuno, para soplar dentro de una de las aberturas, provocando un desgarrador grito que muestra intenso dolor; de un hábil movimiento, toma nuevamente su arma para escapar, antes que las dimensiones colapsen en una explosión.

—La única ventaja que Jordán podría tener para vencer a Rei, es tenerlo inmovilizado; aunque sea por unos breves segundos —Alfredo observa incrédulo a Gerardo, rogando que no esté pensando en lo mismo.

—Intentaré aproximarme lo más que pueda para detenerlo, si Jordán no puede atacar por la batalla de los defensores —señala hacia las bestias que intentan derrotar a la parca de la oscuridad, sin éxito a pesar de su mayor número—. Entonces deberás hacerlo tú, para acabar con esta innecesaria masacre; eres nuestra única oportunidad —muestra una mirada llena de confianza, quiere evitar que su compañero se niegue.

Alfredo no quiere aceptar esa propuesta, teme que algo se les pueda escapar de las manos y pierdan el control, resultando en un desastre mayor; no obstante, ¿qué otras opciones tienen?, ¿pueden quedarse a seguir mirando a la espera del resultado final?

La verdad que ninguna, porque la batalla está demostrando que las palabras Spero eran correctas; puede que fuego se haya hecho con una increíble cantidad de poderes y habilidades, todo gracias a los diversos cristales que ha obtenido. Pero eso no ha sido suficiente para convertirse en invencible, sobre todo, ahora que está mostrando un evidente cansancio y no puede evitar la irreversible perdida de energía, por mantener a tres defensores; todo lo contrario a oscuridad.

Observa como Rei, sonríe triunfante cuando su protector está barriendo con sus rivales, donde uno acaba de desaparecer, dejando a otros dos al límite de su resistencia. Solo es cuestión de tiempo para que oscuridad derrote a su amigo y luego ir detrás de ellos; eso sí sería un verdadero problema, porque todos sus esfuerzos habrían sido inútiles.

Aunque no muy convencido, pero sin otra alternativa; asiente y se levanta preparándose para el combate, al cual ha estado negándose participar.

—¡Confío en ti! —son las últimas palabras de Gerardo, antes de correr hacia su objetivo; mientras convoca a su dragón que se une al combate de defensores.

«Debo darle una oportunidad, solo una oportunidad tenemos para acabar con esto», se anima a sí mismo, invocando unas largas cadenas que salen desde las profundidades; dirigiéndose a velocidad contra oscuridad buscando distraerlo, para que no note la presencia del muchacho del agua. Sin embargo, la parca se coloca entre el ataque, para de dos rápidos movimientos hacerlos desaparecer.

—Veo que más inútiles se han atrevido a salir de su escondite —Rei con una mirada llena de odio, arroja una oscura energía contra Alfredo; enterrándolo bajo los escombros de unos árboles.

Con un truene de dedos, hace que su defensor salte sobre Amaru, clavándole su arma en la cabeza y desplazándose con rapidez hasta la cola; mientras va arrastrando en sus manos la enorme guadaña empuñada, desgarrando el cuerpo de la invocación que desaparece en un estallido de luces.

Su siguiente víctima, es el representante del aire, montado sobre el lomo del animal, utiliza nuevamente su arma para rebanarle las alas; dejándolo caer sobre una duna y hacerlo desvanecerse, al atraparlo en una sombra que ha provocado una explosión; levantando una cortina de arena que utiliza en su ventaja, para arrojarse contra la última bestia.

Utilizando el extremo de su guadaña, golpea a Nemea por un costado, para luego de un salto posicionarse frente a su rostro; propinándole un bum igual de intenso y arrojando al animal contra otra duna.

Elevándose por los aires, dispara un rápido ataque con el mango de su arma; cinco, quizá quince o pueden ser más de cuarenta; pero todos son demasiado veloces que un ojo humano no podría contarlos. Solo se observa como unas luces rojas, se pierden entre la cortina de arena que se ha levantado por el impacto de la pelea.

Oscuridad suelta unas burlescas carcajadas, mostrándose victorioso, al observar como su defensor amenaza con el arma, a un desprotegido Jordán; quien muestra evidentes signos de cansancio, por la pérdida de una enorme cantidad de energía. O al menos, eso le indica el escaso brillo del ajeno cristal.

—Es momento de acabar con esto y obtener mi recompensa —una esfera de energía aparece en la palma de su mano, mostrando una expresión desquiciada al sentir el miedo de su oponente—. ¡Desaparece!

No obstante, antes de disparar su ataque, es detenido por unos brazos que lo sujetan con fuerza, imposibilitándole moverse.

—¡Amaru!, envuelve a tu enemigo y no le permitas escapar —las palabras de Gerardo, hacen aparecer a su defensor; saliendo desde el suelo, para rodear a la pareja de muchachos, formando un espiral que les impide moverse—. ¡Hazlo ahora!, ¡guardián de la luna! —suplica en un grito, intentando no ceder a la presión del contrario.

—¡Múltiple lazo de la esperanza!

Alfredo no ve la forma de atacar sin lastimar a su amigo, pero entiende, no tiene tiempo para dudas; así que, envía su técnica más rápida contra oscuridad, aunque no advierte la interferencia de la tenebrosa parca que recibe el impacto directo; mientras utiliza la guadaña, para cortar las cadenas restantes que intentaban alcanzar a su objetivo.

—Grifo representación del aire —pero Jordán aprovecha esa oportunidad para invocar y ordenarle al protector del viento, convertirse en un potente tornado que impacta en el vientre de Rei—. Viento cortante de la vida —es su mandato final, con la intención que Grafo atraviese a su enemigo.

—¡Gerardo!, debes alejarte rápido —al ver como oscuridad es inmovilizado por el fuerte impacto, Alfredo le pide a su amigo apartarse para evitar el daño.

Sin embargo, el guardián del agua solo sonríe susurrando gracias; aunque cambia su expresión, cuando nota como el cuerpo de oscuridad se convierte en plumas, esparciéndose por el cielo y dejándolo desprotegido, recibiendo el impacto de forma directa.

Alfredo y Jordán se encuentran aterrados, observando como esa poderosa técnica en pocos segundos, atraviesa el vientre del contrario; arrojándolo por los aires. Las plumas negras rodean el debilitado cuerpo de Gerardo, creando una explosión que lo hace desaparecer en luces azules, dejando su cristal a la merced de una oscura aura.

—Realmente me da pena, ver lo patéticos que son ustedes —la voz de Rei, les hace saber a los dos últimos guardianes que su enemigo sigue ileso; apareciendo nuevamente, al juntarse un grupo de plumas con el aura negra que le ha otorgado un nuevo poder—. En serio, ¿creyeron que me acabarían con una estrategia tan simple?

Las palabras de oscuridad, no llegan a los oídos de los muchachos. Alfredo se ha dejado caer sobre sus rodillas, observado con lágrimas en los ojos, como las últimas luces azules desaparecen. ¿Y Jordán?, ha perdido el control de sí mismo, sintiendo un profundo dolor de por haber perdido a su mejor amigo; pensando es un castigo, por tomar la vida de una persona igual para Iván.

«¿Hasta cuándo deberé pagar mis errores?», se pregunta a sí mismo, mientras su mirada se va apagando y pierde esa voz de la razón que lo ha mantenido en pie.

«Deberías acabar con el culpable de tu sufrimiento, ese guardián de la luna, ha acabado con toda la esperanza de tus amigos, arrebatándoles lo más importante. Por él, has perdido a una persona tan querida; solo por él, se inició todo este macabro juego. ¿Es justo que sigas protegiéndolo?», una extraña voz le susurra al oído, haciéndolo obviar el agudo pinchazo que siente en el cuello, provocando que pierda el juicio de la razón y bloqueando todos sus sentidos.

Jordán sin estar consciente de sus actos, se acerca hasta Alfredo, observándolo desde arriba, bajo la atenta mirada de oscuridad que sonríe triunfante.

—Jord... —tomándolo con fuerza del cuello, lo eleva hasta su altura, mientras sigue ejerciendo presión en el agarre; utilizando ambas manos para provocar mayor dolor.

—¡Siempre has sido tú!, el único considerado importante; por ti hemos tenido que sacrificar sentimientos y personas queridas —no responde a las súplicas del contrario—. Acaso, ¿es justo que no sacrifiquemos por una banalidad como la esperanza? —suelta una sonrisa seca—. ¡Tú nunca entendiste! —dice estrujándolo en el aire, para de un zarandeo, arrojarlo contra los restos de un edificio; enterrándolo bajo los escombros que ha provocado su más poderosa técnica.

—Si quieres salir vivo de esta batalla, es mejor que despejes esas dudas que te bloquean y pelees con todas tus fuerzas —el muchacho intenta acercarse, cegándose por esa desconocida voz que le susurra al oído, recordándole todo su sufrimiento—. De lo contrario te mataré y luego iré por las personas que amas, incluyendo al idiota que llamas novio —enviando una bola de fuego, detrás de otra.

No obstante, repentinamente varios rayos de luz aparecen en su dirección, defendiéndose con un remolino para evitar el golpe directo.

—No quiero pelear contigo, no quiero hacerle daño a un amigo; pero..., pero... —Alfredo aparece entre el fuego, protegido por un campo de energía—. Pero no puedo permitir que sigas lastimando más personas, prometo que te recuperaré y regresaré esa esencia de bondad que siempre me has mostrado.

«Debes escuchar la voz de tu corazón, recuerda que solo existe una opción», Spero le susurra en sus pensamientos, explicándole que debe confiar en su propio poder de purificación, para obtener una ventaja en ese inevitable combate.

—¡Múltiple lazo de la esperanza!

Y con un primer ataque, acepta para iniciar la pelea, enviando sus cadenas a incrustarse en el suelo, creándole caminos que le permiten moverse con facilidad; acercándose hacia su oponente y saltando con agilidad de un lado a otro, esquivando las bolas de fuego que explosionan cerca de él.

«¡Evita en dudar!, tienes el poder para conseguir ese cambio que desde el inicio ha sido tu verdadero deseo; ahora lo entiendo y puedes convertirlo en realidad», se pierde en esas palabras que lo animan a continuar y a mostrar ese oculto potencial en el que muchos confían.

—Destello fulminante de la luna llena —intentando acercarse lo más posible, arroja varios rayos de luz que chocan contra el otro; algunos desviados hacia el cielo, mientras otros caen en el suelo, levantando una cortina de polvo y escombros que no le permiten verlo.

—Saeta del ángel de la luna —e invocando a su defensor, dispara una flecha que se abre paso entre la arena, dando contra su objetivo.

Pero una ráfaga, muestra como Jordán ha detenido su más poderosa técnica, sosteniéndola en una de sus manos y devolviéndosela en un solo movimiento; generando una explosión, cuando choca contra el campo de energía que ha creado para defenderse.

—Final explosivo de tierra —aprovechando esa oportunidad, provoca que varias piedras se levanten en un rápido ataque, golpeando las cadenas y destruyendo lo restante de su defensa, tomando como blanco el cuerpo del muchacho. Una segunda técnica es liberada, un torbellino de arena, termina por desaparecer las demás cadenas en un solo corte.

—Distorsión del espacio —crea aberturas que rodean a su contrincante—. Furia del dios del trueno —envía una energía de relámpagos a través de una dimensión, entrando y saliendo una de otra; con tanta rapidez y teniendo a Alfredo como centro intermedio, recibiendo descargas eléctricas con cada golpe. Dos, cuatro, hasta siete esferas han sido lanzadas, impidiéndole moverse.

Pero susurrando débilmente unas palabras, Alfredo hace aparecer desde el subsuelo otras cadenas que se enredan con las dimensiones, creando una segunda detonación que no le permite crear una defensa para evitar el impacto. Spero intenta advertirle del daño, no llegando a escucharlo al quedar inconsciente.

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