39: Última actuación
Hace unas horas, la tranquilidad de Jordán fue irrumpida cuando recibió una inesperada llamada, quedando asombrado y sin habla; cuando escuchó aquella voz detrás de la línea, esa que pensó nunca volvería a oír. Sin embargo, eso no era un buen presagio.
Iván se ha atrevido a llamarlo, para preguntarle qué busca enviándole una nota, pidiéndole encontrarse en el parque de siempre, donde intercambiaron palabras por última vez.
Suelta una risa seca, porque entiende el mensaje de la invitación, pidiéndole a la persona detrás de la llamada, lo disculpe por las molestias.
—Ha sido un mal entendido, no debí enviarte esa nota —pero el castaño conoce bien a ese terco chico que sabe está mintiéndole, porque su voz demuestra una evidente preocupación que comprende. Intenta articular una frase, cuando es interrumpido con una despedida y un bip bip indicándole el final de la comunicación.
Por ese motivo, el guardián del fuego ahora se encuentra observando los alrededores, en busca de esa persona que le ha pedido encontrarse, comprendiendo qué sucedería si rechazara el encuentro. Sin esperárselo, gracias a sus rápidos reflejos, ha logrado esquivar una bola de energía que ha impacto cerca de él.
—¡Vaya!, nunca pensé que te gustaba atacar desde las sombras —utiliza un burlesco tono, observando hacia el lugar de dónde provino la emboscada.
—Creo eres la persona menos indicada, para hablar de cobardes —se escucha la voz de Fernando, viéndolo salir detrás de unos árboles y disimulando su sorpresa al observarlo acompañado de Jerson; pues no sabía que el pequeño, se había unido a su ahora enemigo—. No te ves muy sorprendido de vernos juntos.
—No me interesa lo que hagan, a las finales tendrán el mismo destino —responde bajando a la altura de sus compañeros, sabiendo es inevitable el combate que está por iniciar—. ¡CAMBIO!
Otra batalla entre los guardianes ha iniciado, voluntaria o involuntariamente, el destino de esos muchachos se encuentra ligado a un constante enfrentamiento, con resultados catastróficos: la muerte; pues su verdadero deber, es formar el artículo mágico más poderoso y perfecto que haya sido creado.
Este pensamiento lo tiene en claro el elegido del fuego, entiende que su tregua con viento y tierra, fue saboteada por fuerzas externas que tienen otros propósitos. Pero sin interesar el resultado y todo el dolor que deba cargar, se ha propuesto a proteger su única esperanza que ayudará a cumplir su verdadero deseo.
Concentrados en el resultado final del combate que están por iniciar, sin importarles que los resultados sean iguales a los anteriores; ninguno de ellos se entera que, alguien desde las penumbras se mantiene observándolos, mientras una bola de energía brilla en todo su esplendor.
Si Jordán siempre ha reconocido algo, es que Fernando es el guardián con más agilidad dentro del grupo; a pesar de cargar con un arma tan pesada, sus movimientos son rápidos y certeros. Por ese motivo, se encuentra en desventaja, bajo los rápidos movimientos de esa enorme guadaña que amenaza con golpearlo.
Por su parte, el chico de la tierra disfruta ver a su oponente en aprietos y saber que no es tan veloz como él o como el desaparecido David. Esa sensación de poder, de sentirse más fuerte, es una motivación que llena de energía su cuerpo, para disfrutar el combate y mostrarse sin arrepentimientos por adueñarse de los cristales; sin percatarse que su verdadera esencia, está desapareciendo.
Jordán es sorprendido por una lluvia de truenos enviada por Jerson, haciéndole perder el equilibrio y ser golpeado por la guadaña de su atacante. Un golpe en la pierna y otro en el estómago, han sido suficientes para ser arrojado a pocos quilómetros.
—¡Jordán! —no obstante, una reconocida voz lo asombra, encontrándose con la aterrada mirada de Iván, asustándose cuando observa a Fernando preparándose para atacar.
—Final explosivo de tierra —reacciona tarde para proteger a su persona amada, viéndose atrapado en un ataque de piedras que vuelan a velocidad contra él, lastimando cada parte que golpean y dejándolo sin posibilidad de defenderse.
—León representación del fuego —invoca a su furioso defensor, enviándolo a detener a su contrincante, antes que las piedras causen un daño más severo o terminen lastimando a quien busca proteger.
Sin embargo, Fernando esperaba esa estrategia y golpeando el suelo con el mango de su arma, contraataca creando una ráfaga de piedras que se levanta a velocidad contra el temible animal, golpeándole tantas veces hasta lograr desaparecerlo.
El tembloroso cuerpo de Iván, le hace entender una realidad que había estado negándose, «pensé que sería odio y con el pasar del tiempo, quizá podría entenderlo»; enterándose que esa persona, a la cual siempre buscó cuidar y por quien entregó su alma; siente terror de él, en quien ahora se ha convertido.
Y no puede culparlo, él mismo siente pánico del poder que tiene, de ese nombre que ambos felinos pronuncian con orgullo, guardián; un monstruo de acciones despreciables, encubierto bajo la justificación de, salvar el mundo. Pero a pesar de todo eso, fue su decisión convertirse en un elegido, sin importar qué acciones tomara para cumplir con esa misión y mantener el resplandor de su deseo.
—¡Lárgate! —le grita pidiéndole se marche, pues con él a su lado, no puede concentrarse en la batalla y no se atreverá a liberar su poder al máximo. No obstante, el muchacho se niega a abandonarlo, necesita decirle algo que ha estado callándose por mucho tiempo.
—Te he dicho que te largues, aquí solo estorbas —no son las palabras que quería utilizar, aunque por protegerlo, está dispuesto hasta en convertirse en su peor pesadilla.
Una punzada invade su cuerpo, poniéndolo en mayor desventaja, de continuar bajo el ataque contrario, está seguro que perderá el combate y consigo su cristal. Esa realidad no piensa permitirla, va a resistir porque dejarse vencer, no está entre sus planes.
—Grifo representación del viento —una segunda invocación aparece y que gracias a su habilidad de controlar los aires, ha esquivado con facilidad la técnica originada desde la tierra.
En una sola orden, el defensor del viento toma la forma de un gigantesco y potente torbellino que cae sobre Fernando, deteniendo su ataque e imposibilitándolo de moverse.
—¡Nemea!, ahora debes acabar con tu oponente, no tengas piedad —vuelve a utilizar su energía con firmeza, regresando a su llameante león que arroja bolas de fuego contra el tornado, generando un enorme remolino abrasador que amenaza con destruir a su víctima.
—Jordán se ha vuelto un guerrero demasiado poderoso —Spero en compañía de Alfredo y Gerardo, acaban de llegar al lugar del combate; observando aterrados la pelea que está desatándose y que también, está destruyendo otra gran parte de la ciudad.
—Para que un guardián pueda convocar a un defensor, debe utilizar una gran cantidad de energía; siendo también una desventaja, por perder ciertas habilidades que le ayudarían en la batalla —el felino resalta su interés, al ver como el muchacho no demuestra ni una gota de cansancio—. Para que él convoque un defensor detrás de otro, significa que está aprovechando la vitalidad de los dos cristales al máximo; y al mismo tiempo, está controlándolos. Quizá..., podría ser el guardián que estamos buscando.
Saber que Jordán podría ser el elegido para convertirse en el Guardián de los Deseos, asombra a ambos chicos, porque al compararlo con el anterior amigo que conocieron, en pocas semanas su comportamiento e idealismo han cambiado bastante.
«Acaso, ¿a esto se refería Exitium con sed de poder?», Alfredo recuerda como el minino le había resaltado que tomada una vida, el guerrero buscará continuar, hasta obtener un poder absoluto; llevándolo a veces, al borde de la misma locura.
Gerardo también se muestra preocupado por las consecuencias derivadas que fuego se convierta en el guardián supremo y con el idealismo de estar a tiempo para recuperar a su anterior amigo; ese alegre y desconfiado muchacho, con quien siempre compartía buenos momentos y decidían ayudar a quien más lo necesitaba. Aunque muchas personas creyeran lo contrario de ellos, tachándolos de orgullosos y despreocupados.
«Esta vez, sí utilizare todo mi poder para salvar a un amigo, no dejare que desaparezca como la primera vez», Gerardo ha decidido intervenir en la batalla, confiando en su propio cristal para invocar a su defensor, un glorioso dragón que se alza sobre él, gruñendo a toda potencia.
—¡Amaru!, utiliza sondas de agua para interrumpir ese desastre —ordenándole a su sagrada bestia, utilizar todas sus fuerzas de ser necesario, para detener la terquedad que demuestra fuego.
La majestuosa invocación se alza sobre el cielo, arrojando desde lo alto unas ondas de energía contra Jordán, que tienen el efecto de entorpecer su conciencia por segundos. Dos, cuatro, siete ondas son arrojadas sin detenerse, disminuyéndole su concentración en el combate. Nemea intenta contraatacar para defender a su guardián, pero su elemento no es suficiente para enfrentarlo; con solo una esfera de energía, es aventando contra un edificio, desapareciendo.
Con una segunda orden y valiéndose de la distracción de su oponente, Amaru se enreda alrededor del torbellino de fuego, apretando con su propio cuerpo formado de agua, hasta desaparecerlo; aunque esto también le ha costado desvanecerse, no sin antes provocar que Grafo, regrese a su verdadera forma.
Un malherido Fernando cae de un movimiento al suelo, dejando al descubierto las graves heridas ocasionadas por el abrazador fuego que estuvo por consumirlo. Aunque todavía tiene un problema, el defensor del viento lo observa desde lo alto, tomando nuevamente la forma de un gigantesco torbellino por mandato de su guerrero.
—Ha llegado tu final —Jordán con una sonrisa, observa como su invocación vuela hasta el cielo, para caer a velocidad contra su desvalido contrincante.
Sin embargo, en cuestión de segundos aparecen dos dimensiones alrededor del torbellino, saliendo con rapidez unas imponentes manos que interrumpen su estrategia; porque de un solo palmazo logran desaparecerlo, creando una fuerte onda que arroja a los chicos contra lo primero que sus cuerpos se estrellan.
Sin oportunidad de levantarse, Jordán es sorprendido por unos finos hilos que se enredan alrededor de su cuerpo, apretándole con tanta intensidad, que siente como gotas de sangre empiezan a resbalar por sus extremidades; mientras su respiración se vuelve difícil. Intenta defenderse arrojando bolas de fuego, pero unas dimensiones se posicionan delante de Jerson que acaba de aparecer, protegiéndolo y desapareciendo sus técnicas; entendiendo como el muchacho ha obtenido esa nueva habilidad.
Con la mirada perdida y no siendo consciente de sus propios actos, el guardián del trueno solo obedece las indicaciones de Fernando, quien le pide acabar con la vida del muchacho de fuego y obtener los cristales que necesita para su propio beneficio.
—¿Por qué estás haciendo esto?, acaso... ¿no fuiste tú quien una vez me dijo, buscaría la forma de proteger el planeta donde viven sus personas amadas? —Alfredo suelta las palabras que el menor utilizó en aquella ocasión, cuando le confió su despertar.
Y sucede, le resulta imposible creer que sus amigos hayan olvidado su principal motivación. «No importa si buscamos proteger a alguien que amamos, a nuestra familia o amigos cercanos; no importa si somos egoístas o sacrificados, solo interesa que todos compartíamos...», sacude la cabeza con fuerza. «¡No!, seguimos compartiendo un mismo objetivo y debemos cumplirlo», se dice a sí mismo, recordando todas las secuelas que se esparcen por la ciudad.
—Olvidar porque realmente peleas, es igual de doloroso que ser olvidado —Alfredo se aferra a la esperanza que Jerson, sigue siendo el mismo inocente chico que conoció; obviando los reclamos y la furiosa mirada de Fernando—. Prometer proteger a alguien y luego hacerlo a un lado, eso es realmente cruel y demuestra que tus sentimientos nunca fueron sinceros.
Esas palabras hacen que el muchacho detenga su ataque, provocando que los hilos comiencen a aflojarse; aprovechando Jordán para tomar desesperado una bocanada de aire y recuperar el aliento.
—¿Dime si es verdad?, ¿has olvidado tu deseo?
Y con esta última pregunta, logra recuperar la consciencia del menor, liberando su raciocinio para que enfrente la cruel realidad. Jerson balbucea intentando hablar, no puede evitar que sus lágrimas se desborden al percatarse de todo el daño que ha causado.
—Y-yo..., n-no quería esto. En realidad lo siento, en realidad lo siento... —repite con una voz quebrada, mirándose las manos y sintiéndose la peor de las personas; mientras deja caer todo su peso sobre sus rodillas, liberando a su oponente y desapareciendo las dimensiones.
Luna puede mostrarse satisfecho, porque al menos por ahora, ha logrado su objetivo; detener la batalla que estaba por tomar más vidas sin sentido. Animándose a pensar que quizá, puedan volver a unirse y buscar otra forma de detener esa masacre.
—¡¡DETENTE!!
Pero el grito de Gerardo lo alerta, impactándose cuando observa como un tambaleante Fernando, ha utilizado sus pocas fuerzas para incrustar su arma, en la espalda de Jerson; provocándole una profunda herida que empieza a sangrar rápido.
—No permitiré que chiquillos estúpidos como ustedes, arruinen mis planes de venganza —el menor intenta moverse, provocando que el guardián de la tierra ejerza más presión, haciendo más dolorosa y profunda la herida.
—Prometiste ayudarme a acabar con estos inútiles, sin embargo, te detuviste en cuanto escuchaste hablar a ese inepto —suelta una sarcástica risa, mostrando su poca cordura—. Si ese es el caso, entonces me encargaré de utilizar sabiamente tus poderes para cumplir con mi objetivo.
Sus palabras muestran como su piedad ha desaparecido y sus acciones son igual de despreciables, porque zarandeando su guadaña, arrojando el cuerpo herido del castaño a unos quilómetros de distancia.
—Final explosivo de tierra —sacude el suelo con el mango de su arma, dirigiendo una onda subterránea que crea un levantamiento de tierra y despliega varias piedras, golpeando a velocidad el cuerpo de su contrincante.
Jerson intenta defenderse cubriéndose con los brazos, no obstante, las pesadas piedras impactan con tanta rudeza, contra todo su pequeño cuerpo; pudiendo escucharse el romper de sus huesos.
—Pensé que realmente me querías, creí eras sincero conmigo —intenta hablar entre esa avalancha y abrirse paso entre las descontroladas risas del contrario, mientras concentra lo último de su energía.
—No seas tan infantil, si me acerqué a ti, es porque sabía que en algún momento te necesitaría; como cuando asesinaste a David —un descontrolado Fernando, sonríe ante las lágrimas del otro, al negarse recordar ese cruel acontecimiento.
Mostrándose satisfecho y agitando su guadaña con esa habilidad que lo caracteriza, provoca que los pedruscos dejen de golpear a su rival, para ahora rodearlo por todos lados, sin posibilidad de escapar.
—Y como en estos momentos no me sirves, déjame obtener lo que realmente sí me importa.
Y generando que esa técnica tome un mayor tamaño, similar a medianas rocas; en un solo movimiento, las dirige contra el chico del trueno.
—¡Lo siento! —son las últimas palabras que susurra el menor, tomándolo desprevenido y atrapándolo entre dos dimensiones, siendo sometido por los finos hilos que lo envuelven con brusquedad.
Las enormes rocas chocan entre sí, llevándose en medio, el frágil cuerpo de Jerson que se desvanece en pequeñas luces naranjas; al igual del cuerpo de Fernando, porque termina deshaciéndose en luces marrones, por la violencia de los delgados filamentos.
Ambos guardianes desaparecen, dejando sus brillantes cristales flotando en el lugar del combate, a la espera de un nuevo dueño.
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