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36: ¿Tregua temporal?

El comportamiento irascible de Fernando logra su objetivo, fastidiar a Jordán; quien no tiene otra opción que aceptar el enfrentamiento. Entre suspiros y sabiendo qué sucederá, decide actuar de la misma manera y convertirse en el representante del fuego.

—¡Vaya!, esto se está poniendo candente —murmura David ante la impulsiva conducta de los dos muchachos, decidiendo alejarse del lugar para no verse involucrado.

Los demás chicos también empiezan a alarmarse, porque el plan no era reunirse para enfrentarse; todo lo contrario, conversar de manera calmada, para al menos llegar a una tregua momentánea y sin agresiones. Porque Gerardo y Jerson entienden que Fernando nunca perdonará el comportamiento de Jordán; pero esperaban que, al menos acabado el problema con el guardián de la oscuridad, pudieran solucionar sus diferencias de una manera socializada y poco a poco curaran sus heridas. Porque después de todo, las pérdidas no se recuperaran.

—Será mejor te prepares, porque de aquí no te marcharas con vida —el elegido de la tierra, agita su guadaña sobre la cabeza, para de un solo golpe enterrarla en el suelo.

—Final explosivo de tierra —creando una explosión en la superficie y provocando que varios restos de piedras se levanten, rodeando a gran velocidad a su oponente y explotando sobre él a un trueque de dedos, alzando una cortina de polvo y escombros.

Sin embargo, de un solo soplido desaparece la nube de despojos, mostrando a un ileso Jordán siendo protegido por unas hermosas alas amarillas, apareciendo desde su espalda. Furioso al percatarse de la estrategia, vuelve a agitar su arma y corre hacia el contrario, esquivando las bolas de fuego que intentan alcanzarlo y manipulando con sutileza su siega para desaparecerlas de un solo corte.

Logrando acercarse lo suficiente, da un salto mientras susurra unas palabras que hacen aparecer una energía en la punta de su guadaña, para de un movimiento rápido, dirigirlo hacia su adversario; quien es protegido por un escudo formado de las plumas que acaban de desintegrarse de sus alas, creándose una segunda detonación por la fuerza del impacto.

Sin esperarlo, una ráfaga toma por sorpresa a Fernando, lanzándolo por los aires para seguido recibir el golpe de una esfera de fuego, consiguiendo enfurecerlo más.

—Eres el peor de todos los guardianes, mucho peor que oscuridad —se muestra furioso, volviendo a tomar su arma para ayudarse a levantar—. ¿Cómo te atreves a utilizar la esencia de Nicolás, después que lo mataste?

—¡Tú no entiendes!, desde el principio supe que era un error confiar en ti —responde el muchacho de cabellera chocolate—. Es mejor te prepares, porque quien no saldrá vivo de esta batalla, será otro —responde creando en sus manos unas esferas de fuego, empezando a aumentarlas en tamaño.

La mirada de ambos guerreros, muestra la determinación de continuar con esa batalla, hasta la muerte de ser necesario. Pues los dos están decididos a ganar y a obtener el cristal del otro, si con eso, pueden conseguir un nuevo deseo; aunque esta vez, sin límites y sin sacrificios. Eso no suena mal, al menos, se podría volver a ser egoísta, si es por una buena razón, ¿cierto?

—¡Basta!, no más por favor —pero cuando estaban dispuestos a atacarse, son detenidos por Alfredo que se interpone entre ellos; enfrentando la mirada del guardián del fuego, porque sabe que algo esconde, como si un sufrimiento estuviera consumiéndolo.

—¡Quítate de en medio!, si no quieres que también barra contigo —Fernando no mide su comportamiento, está decidido a continuar con ese combate, sin importarle los demás; pues de intervenir, no dudará en acabarlos.

—Será mejor te alejes, tu turno llegará pronto; así que no te impacientes —Jordán se muestra firme y apunta hacia el frente, con Alfredo de intermediario—. ¡Ya no hay vuelta atrás!

«¡Eso es mentira!», porque si algo ha aprendido el representante de la luna, es que la esperanza nunca se pierde, sin importar lo difícil o desastroso que pueda verse una situación. Es cierto, parece que su única solución es batallar entre ellos y matarse unos a otros como todos repiten; no obstante, confía en los chicos y sabe que detendrán esta innecesaria guerra. ¿De qué manera?, ni él mismo lo entiende, o quizá sí. Solo está seguro que deben permanecer juntos, porque la unión de todos, es la luz que necesitan para salir victoriosos, sin involucrar a más inocentes.

«Prométeme que darás lo mejor de ti, pero sin exponer tu vida; promete que antes de actuar impulsivamente, te acordaras que existen personas esperándote».

Recuerda las palabras que Enzo siempre le repite, los ánimos de sus amigos, las risas de sus compañeros de escuela y la calidez que su propia familia le brinda cada día; personas y motivos que lo alientan a seguir adelante, sin perder ese optimismo que siempre lo ha caracterizado.

En el primer encuentro con los otros guardianes, parecía que nunca se llevarían bien y solo se dedicarían a matar a las personas convertidas; a pesar de eso, a las finales encontraron la forma de ser los mejores amigos, aunque con sus diferencias, siempre seguían apoyándose. Y no olvidar, crearon una manera de salvar a muchos.

—Puede no parecerlo, pero todavía existe una posibilidad, estoy seguro que podemos acabar con esta maldición y salir victoriosos. En honor a Miguel y a Nicolás, quienes creían ciegamente en esa esperanza —son esas palabras y esa mirada llena de confianza, como el primer día que combatieron juntos; quienes logran que Jordán deshaga sus poderes y decida dar por finalizada la batalla.

Pero Fernando no está dispuesto a ceder, no piensa dejar una pelea a medias, sin antes haber conseguido su objetivo; blandiendo su guadaña, piensa en continuar hasta las últimas consecuencias.

—¡No seas terco!, entiende que no tienes oportunidad de ganarme —fuego lo enfrenta enseñándole las dos pulseras que trae en su muñeca izquierda—. Ahora tengo la habilidad de invocar dos defensores, fuego y aire; mientras tú, ni siquiera has logrado despertar al tuyo. Eso te pone en clara desventaja, ¿aun así quieres continuar?

A pesar de su obstinación, tierra entiende las palabras de su adversario y es obvia la desventaja en la que se encuentra; pues si el otro quisiera, en cuestión de segundos tomaría su vida y también su cristal, acabando con el combate.

Sabe que necesita una estrategia y por el momento debe doblar su orgullo; así que, sin estar convencido, decide bajar su arma en señal de derrota.

—Que esta victoria no se te suba a la cabeza, porque no te durará por mucho —y comienza a caminar sin mirar atrás, sin interesarle las preguntas de sus amigos—. Pero no crean que lucharé junto a ustedes, porque a partir de ahora, seguiré mis propias reglas; correctas o no, voy a cumplirlas —deshaciéndose de su ropa de batalla y perdiéndose entre las extensas calles.

—Pienso lo mismo que Fernando —la voz de Jordán irrumpe el incómodo momento que estaba formándose. En un solo movimiento de su pulsera, desvanece su transformación para mostrar una vestimenta más casual—. Equivocados o no, es mejor que cada quien siga su propio camino.

Sin embargo, Alfredo trata de detenerlo, convenciéndolo que la mejor estrategia es permanecer juntos; porque separarse, indicaría que en algún momento determinado, deberán cumplir con el designio de enfrentarse en una batalla a muerte.

—Deja de ser tan ingenuo, este no es un juego para convertirnos en los mejor amigos —intenta controlarse para no perder la calma—. Nuestro propósito personal desde el inicio, ha sido proteger este lugar, nuestro hogar. Y debemos cumplirlo, sin importar que solo uno deba hacerlo.

Las palabras del muchacho son crueles, pero directas y enfrascan una verdad que no puede seguir ocultándose; porque de seguir negándose a esa realidad, muchas vidas inocentes se verían involucradas, causando un mayor desastre.

—Es mejor aceptar nuestro destino y enfrentarlo, entre más rápido lo reconozcan, mucho menos dolerá —observando las expresiones de miedo y confusión en los demás, decide marcharse, perdiéndose entre los arbustos y desapareciendo de la vista del grupo.

Alfredo ya no sabe en qué creer, pues Jerson y Gerardo también han decidido irse, cada quien por su camino y siguiendo sus propias convicciones. Después de todo, si tienes un deseo que proteger y personas a las que quieres hacer felices; aunque sea egoísta e incorrecto para los demás, muchos se arriesgarían a continuar, ¿o no?

—¡Vaya!, creo que todo está dicho —David se levanta del césped y observa a su atónito compañero—. Es mejor que a partir de ahora te vayas con cuidado, nunca se sabe cuándo tus propios amigos, irán detrás de ti para asesinarte —son sus palabras finales, marchándose antes de recibir una respuesta.

A pesar de la impotencia que siente y de las fuertes ganas de llorar, el chico de la luna ha decidido no derramar una lágrima más; porque a partir de ahora, debe prepararse para enfrentar el inminente futuro que amenaza con alcanzarlo en algún momento, y al que se está resignando a enfrentar, por más que se oponga.

Al caer la noche en la ciudad, muchas personas deciden refugiarse en sus hogares para escapar de la fuerte ventisca que está azotando los alrededores, junto a un frío preocupante por no estar en la época correcta del año.

—Es como si los cuidadores de las estaciones estuviesen de fiesta, y por lo tanto, su trabajo es todo un fracaso —o esa es una las tantas creencias entre los ciudadanos, justificando los cambios repentinos en el clima, como sucede ahora.

No obstante, eso parece no importarle a una persona, mientras camina frotando y soplándose las manos, en busca de un poco de calor.

David pensaba regresar a casa más temprano, pero realmente prefiere estar caminando por las oscuras calles, buscando despejarse un poco de tanta tensión en las últimas semanas. Sobre todo, cuando se ha percatado que desde hace un par de horas, una inusual pareja ha estado siguiéndole de cerca, manteniéndose lo más alejados para evitar ser descubiertos. Sin embargo, olvidan su habilidad dimensional, permitiéndole mirar en otros lugares lejanos, aunque no esté presente.

—¿No creen que es aburrido estar siguiéndome el paso?, intentando vanamente mantenerse ocultos —suelta una risa, cuando recuerda como ha hecho sufrir a la pareja, por atreverse a caminar en zonas para una persona de mediana estura; donde al menos uno de ellos, ha sufrido por su larga contextura—. En mi opinión, deberían estar adoloridos por haber pasado por todos esos lugares.

El muchacho de pequeñas gafas, voltea con una sonrisa en el rostro, enfrentando a sus acosadores; escuchándolos maldecir por lo bajo, al verse descubiertos. En un pasaje a poca distancia, Fernando sale de su escondite en compañía de Jerson, este último cabizbajo y mostrándose como niño arrepentido por haber sido descubierto en una travesura.

—¿Qué hacen siguiéndome?, ¿acaso no dijeron que tomarían sus propios caminos? —espacio cambia su cálida expresión a una más desafiante, pues no piensa dejarse intimidar por la penetrante mirada del larguirucho—. ¿Se les perdió algo conmigo?, o es que acaso... —hace tronar sus dedos como si recordara algo—. ¿Quieren que juguemos a los mejores amigos viviendo en un mundo color rosa? —suelta en tono sarcástico, ganándose una mirada de desprecio.

—¡No es exactamente eso!, aunque suene interesante. Más bien, veníamos a proponerte una tregua temporal —tierra se apoya contra una pared, manteniendo su fija mirada—. Necesitamos derrotar a Jordán y a los otros dos, porque estoy seguro lo defenderán; luego iremos por oscuridad y le arrebataremos su cristal —intenta sonar convincente—. Tus poderes nos ayudarían a vencerlos.

—Y después de eso... ¿qué?, ¿me traicionaran como Jordán lo hizo con ustedes? —David utiliza su tono más neutral para no herir susceptibilidades, aunque su intención sea realmente otra. Quiere ver las reacciones de los chicos que tiene en frente, porque sabe que solo están jugando a comportarse como los traicionados.

—Después decidiremos entre los tres, quien es el ganador —pero Fernando decide ignorar sus preguntas y responderle con total descaro—. O tal vez, encontremos una forma de acabar con la maldición, sin llegar a extremos; porque lo importante, es acabar con nuestro mayor enemigo y así quitarnos la presión de encima, ¿o me equivoco?

—¿Necesitamos?, ¿nuestro rival? —suelta un suspiro de resignación, tratando de calmar la tensión que amenaza con agobiarlo—. ¡No te equivoques amigo!, no estoy interesado en dejarme arrastrar a una batalla infantil —muestra una sonrisa burlesca, señalando a ambos—. ¡Solo mírense!, no están siendo sinceros con ustedes mismos y eso los hace patéticos. Así que, olvídense de esa tregua que no van a cumplir.

Sin esperar una respuesta, gira sobre sus talones con la intención de marcharse y dejar atrás todas esas tontas palabras sin sentido, porque sabe que el larguirucho no está utilizando su razón para actuar con cordura. Sin embargo, escuchar su nombre en un grito, lo hace detenerse, presintiendo lo que está por suceder.

—Es una lástima entonces —Fernando hace brillar su pulsera—. Si no te vas a unir a nosotros, no me dejas otra alternativa que tomar prestado tu poder por un largo tiempo —extiende las dos últimas palabras con sarcasmo, liberando su esencia y convirtiéndose en guardián.

David se resigna al ver como Jerson, aunque inseguro, actúa del mismo modo; liberando a su elemento protector para encararlo. Entendiendo que es inevitable hacerlos retractarse de su decisión, decide convertirse para iniciar un nuevo combate; sabiendo de sobra que terminará con malos resultados y también con algunas vidas.

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