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33: Primer movimiento

Con la erradicación de los kirai, nuestros siete guardianes pensaron que su misión llegaría a su final y podrían empezar a disfrutar las experiencias que la vida le ofrece a un adolescente. Sin embargo, se han dado cuenta que la situación, solo continua empeorando y aunque han intentado continuar de la manera más tranquila, no pueden negar que sigue afectándoles lo sucedido esa noche; porque no interesa el tiempo, aún no logran asimilarlo.

No han sabido de Exitium, quien decidió marcharse junto a Rei; este último desapareciendo, luego de tomar de la forma más vil, la vida de Miguel y adueñarse de su cristal. Aunque sus palabras siguen retumbando en todo momento, haciéndoles recordar la verdad a la que se niegan enfrentarse.


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Flashback

—Si se rehúsan a pelear, sus cristales perderán su esencia y terminarán llenándose de un odio irreversible, provocando efectos catastróficos. Por ejemplo, convertirlos a ustedes en esas criaturas que tanto han destruido —la expresión de Rei es indescifrable, no se sabe que puede estar sintiendo, alegría o preocupación; aunque esto último, es imposible. Mientras los muchachos, experimentan diferentes emociones que resaltan en sus rostros—. Además, perderían la esperanza a la que tanto se han aferrado; quiero decir, el deseo concedido se revertirá.

En sus últimas palabras, utiliza un tono sarcástico, disfrutando internamente del coraje de Jordán y Nicolás al sentirse burlados; a diferencia de los demás, quienes parecen no saber cómo reaccionar, sorprendidos o confundidos.

—Explícate bien, ¿qué quieres decir con eso? —Jordán empuña sus manos, tratando de controlar la furia que siente, para no aventarse a una pelea con pocas probabilidades de salir victorioso.

—¡Vaya que son lentos! —en cambio Rei, en un solo movimiento los apunta con su afilada arma, sonriendo al verlos desprotegidos ante su amenaza—. Conceder un deseo, implica ofrecer algo del mismo valor; sentimientos compartidos, la vida de alguien cercano, los recuerdos de una amistad o que se yo —su mirada pasa por cada chico, como si estuviera viendo dentro de sus memorias—. Ustedes cumplieron con ese designio, pero sus deseos siguen existiendo gracias a la energía de sus cristales; sucediendo que si llegaran a desparecer, la esperanza concedida también lo hará.

—En palabras entendibles, para que el milagro siga existiendo, no basta con el sacrificio que hicieron, también deben cumplir su misión. Evitar que sus cristales sean robados, o en otras probabilidades, desaparezcan por la impureza del odio —Exitium toma la palabra, acicalándose al mismo tiempo y mostrando su indiferencia ante el enfado de sus elegidos.

Nicolás no puede soportar, tanta palabrería sin sentido por parte de esos dos; acaso, ¿no comprenden sus sentimientos?

—Cada uno de nosotros, ha sacrificado algo realmente valioso al inicio de su despertar, nos vimos presionados por la situación y tuvimos que soportar tanto dolor —con ojos llorosos, observa a la pareja que parece no inmutarse con su dolor.

—Hemos tomado la vida de muchos inocentes, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿qué están buscando realmente? —pues recordar como muchas personas, aún no superan la pérdida de sus seres queridos o como los kirai solo intentaban proteger algo preciado; sentir las manos manchadas de sangre, es un dolor que hasta ahora los carcome en culpa.

Y resulta ilógico, pero recién en estos momentos se han percatado, recibir un deseo les ha traído muchos problemas; quizá si tuvieran la oportunidad de regresar en el tiempo, pensarían dos veces antes de aferrarse a una esperanza tan difusa. Sacrificios, ser marionetas para exterminar a un enemigo que no involucraba una amenaza y vender su alma a cambio de una segunda vida. Parece que la verdad detrás de su misión, todavía esconde muchos secretos.

—Nosotros no buscamos nada de ustedes —Exitium responde con el mismo descaro que lo caracteriza, con la misma inexpresión que solo causa repudio—. Solo necesitamos que maduren sus cristales del alma, para juntarlos en uno solo y crear el cristal del deseo.

—¡Son unos estúpidos!, si creen que perder a alguien amado es tan importante, como para estar lamentándose todo el tiempo —Rei interviene —. En cambio, tomar la vida de alguien o ver cómo te suplica para que no lo desaparezcas, eso sí es realmente interesante. No saben el poder que uno desarrolla, al observar la preocupación del otro, al arrebatarle su única esperanza; ese es el valor de un verdadero guardián —riendo a carcajadas y demostrando porque es el elegido de la oscuridad.

Los chicos ahora entienden a la perfección, cuando los felinos les decían que cada uno había sido elegido por un cristal, dependiendo de la intensidad y desinterés de su deseo. Pues el comportamiento de Rei demuestra su poca sensibilidad y su empatía con las tinieblas.

—¿Qué sentido tiene ser un guardián, si tenemos que tomar la vida de otro?, ¿por qué estamos peleando entonces? —Alfredo interviene, deteniendo las lágrimas que amenazan con salir sin su permiso, hacerlo es verse débil antes sus oponentes.

—Se supone que guardianes como nosotros, nacen con el objetivo de proteger la vida, proteger la esperanza; no acabar con su existencia. Es mejor si nos unimos y buscamos otra forma de cumplir con esta misión, una opción en donde nadie salga lastimado.

Sin embargo, oscuridad suelta unas carcajadas al escucharlo, cambiando rápido su expresión a una llena de odio.

—Realmente eres el guardián más estúpido, deberías escucharte para saber lo patético que suenas —suelta un bufido sarcástico—. Pero, ¿qué puede esperarse del representante de la esperanza?, solo ideologías sin sentido e idioteces que no existen —lanza una repentina bola de energía, arrojando al mencionado contra la reja de la azotea—. El reloj ha empezado a avanzar y es mejor te muevas, si no quieres ser solo un estorbo.

Jordán y Nicolás no pueden contener su enfado, utilizando sus cristales se convierten en guardianes, invocando a sus defensores y ordenándoles utilizar toda su furia para acabar con ambos enemigos.

El gigantesco león ruge para lanzarse por los aires, mientras el impresionante grifo, suelta un gruñido para elevarse a velocidad, iniciando el combate. No obstante, Rei en un solo movimiento, esquiva esas emboscadas y con ayuda de su guadaña, evita que las técnicas lo golpeen.

—Parálisis temporal del tiempo.

Utilizando la gema de Miguel, detiene el tiempo por una fracción de segundos, oportunidad que aprovecha para blandir su arma y desaparecer en pequeñas luces a sus atacantes, haciendo que ambos guerreros pierdan sus transformaciones y caigan adoloridos de rodillas

Tic-toc, será mejor se apresuren y elijan el orden de su muerte, porque estoy ansioso de enfrentarme, al que decida mancharse las manos con la sangre de "sus amigos" — hace resaltar estas últimas palabras, haciendo comillas con los dedos, observándolos divertidos.

—Es momento de iniciar el juego —suelta en una macabra sonrisa, arrojando una bola de energía contra los desprotegidos muchachos y saltando desde lo alto, junto a Exitium; desapareciendo en la silenciosa oscuridad de la noche.

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Al menos, desde la desaparición de los kirai, no se han vuelto a registrar incidentes de conversiones o ataques. Todo lo contrario, los ciudadanos están trabajando animadamente para reconstruir su ciudad, intentando distraer la mente para evitar recordar las desapariciones que sucedieron y por falta de pruebas, han terminado archivándose.

—Es mejor no actuar hasta tener un mejor plan formulado, para contraatacar en caso que Rei se atreva a querer tomarnos por sorpresa; por ahora, nos encontramos en desventaja —Jordán piensa que es mejor mantenerse comunicados, pues la amenaza del guardián de la oscuridad, era tomarlos desprevenidos—. Si damos un paso en falso, terminaremos cayendo en sus planes.

—Pero recuerda, no debemos esperar mucho tiempo —David lo interrumpe, recordándole las palabras de Spero—. Porque si la energía de nuestros cristales comienza a debilitarse, no solo nuestros deseos se revertirán; también las gemas estallaran, liberando una energía maligna que destruiría toda la vida que conocemos.

Los chicos entienden las palabras de su amigo, recuerdan que esa misma noche, el gato de largo pelaje plateado les había comentado que, sus cristales están conectados con la energía de sus almas y se purifican con cada batalla. Por eso, si no combatieran en un largo tiempo, ellos mismos se pondrían en peligro; porque sus gemas empezarían a debilitarse hasta perder su vitalidad, autodestruyéndose. Trayendo consigo, muchas consecuencias desastrosas.

—Tomémonos unos días para descansar y pensar bien las cosas, creo nos merecemos eso después de tanto agobio —Gerardo coloca su mano en el hombro de Alfredo, llamando su atención y sonriéndole para animarlo; pues el muchacho ha estado ido en toda la conversación.

—Tomemos esto como unas pequeñas vacaciones y aprovechemos en divertirnos —Jerson se muestra demasiado animado, poniéndose de pie y observa a cada uno—. No podemos estar decaídos todo el día, eso nos haría bajar la guardia y también es malo para la salud.

El grupo ríe por los diferentes y poco relacionados mensajes que el pequeño menciona en una sola frase, resultando para algunos a veces confuso, seguirle la corriente. Aunque es cierto lo que menciona, a pesar que cada uno está intentando manejar la situación como puede, es mejor mantenerse concentrados y dejar de pensar en cosas innecesarias; al menos, a partir de ahora deben estarlo para evitar más tragedias.

Así que, inyectándose energía que esperan los mantenga alegres por largos días, los siete jóvenes se despiden dirigiéndose a sus respectivas clases, antes de ser regañados por el comité de disciplina.

El día transcurre con mucha cotidianidad que llega hasta aburrir, por eso al término de las clases, Alfredo se marcha a casa para intentar descansar y despejar un poco sus pensamientos; porque hasta ahora, no ha podido olvidar la última batalla. La muerte innecesaria de los kirai y la desaparición de Miguel.

—Darle muchas vueltas a un mismo asunto no va a arreglar la situación, solo logras agobiarte innecesariamente —Spero se coloca sobre uno de las mesas de noche, observando como el mencionado, esconde el rostro en la almohada.

—Sé que no hay palabras para animarte, pero es mejor centres todas tus energías en estos momentos, no sabemos cuándo oscuridad volverá a atacar —no recibe respuesta por parte del muchacho, quien desde aquella noche ha ido decayendo en ánimos, llegando a preocupar a su familia y amigos.

Spero desde su despertar, ha tenido en claro el verdadero motivo de su misión, no siendo muy diferente a los propósitos de Exitium; después de todo, ambos siempre han trabajado juntos.

Sin embargo, no ha podido evitar tomarle algo de cariño a su elegido, sabe no es correcto, porque va en contra de sus verdaderos planes; poniéndolos en peligro de no cumplirse. No obstante, siente en el chico una calidez que le gustaría proteger y que por nada desaparezca. Por eso, sabiendo es incorrecto, decide revelar algunas verdades.

—Ustedes no son los primeros chicos con quienes he tratado, puedo decir que ya he perdido la cuenta, de cuantos elegidos he conocido a través de los siglos —esas palabras captan la atención del contrario, aunque no lo demuestre por seguir con el rostro escondido.

El felino suelta un suspiro por su terquedad, pues puede llegar a comportarse demasiado infantil, cuando se siente decaído

—Desde hace milenios, existen muchachos elegidos para proteger el universo de amenazas que intentan conquistarlo y acabar con toda forma de vida existente.

Spero observa a través de la ventana, como la luna está en su fase menguante, aunque brillando con el mismo cálido resplandor que la caracteriza.

—El cristal místico, el cristal azul, las gemas de la vida y la muerte, el cristal de los deseos... —su apacible tono, ayuda a calmar un poco la preocupación que está atravesando su acompañante—. Cada uno con designios diferentes y con el mismo propósito. Por eso, no debes sentirte tan mal, es parte del destino lo que está sucediendo.

—No entiendo cómo pueden tomarse las cosas a la ligera —Alfredo alza la mirada para encontrarse con un tranquilo gato mirándole—. Si el destino tiene planeado que nos enfrentemos a muerte, ¿no se puede hacer algo para cambiarlo?, ¿por qué debemos obedecer sin al menos intentar algo?

—Son palabras muy bonitas, pero la realidad no es tan fácil como los buenos deseos —Spero intenta decir algo, cuando es interrumpido por Exitium, apareciendo frente a ellos con la misma inexpresión de siempre—. Si realmente quieres cambiar el destino, debes dejar de estar lloriqueando como niño y mejor ponerte a trabajar en una solución.

Para Alfredo, el felino de largo pelaje púrpura, ha resultado todo lo contrario a lo que pensaba; parece no estar de ningún bando, mientras consiga lo que está buscando. Pero la intriga es, ¿qué está buscando exactamente?

—¿Por qué nosotros? —se sienta con las piernas cruzadas, sorprendiéndose cuando su compañero plateado salta sobre su regazo, observando a su inesperado visitante.

—No es que ustedes tengan algo especial para nosotros, ni que los odiemos; con nosotros, me refiero a ese gato y a mí —Exitium suelta un pesado suspiro, centrando su mirada en el muchacho—. Es solo parte de nuestra misión, formar el cristal de los deseos, a través de la unión de las nueve gemas que ustedes poseen.

La incredibilidad de su receptor, le hace entender que necesitará algo más que simples palabras; ir más allá de la verdad, para que al menos pueda entenderlo.

—Los planes de Rei difieren bastante de los míos. Spero y yo necesitamos la energía pura de esa gema creada, la vitalidad de un alma tan poderosa que, mantenga nuestra existencia por largos milenios.

—¿No hay otra forma de conseguirlo?, ¿por qué matando a otros? —Alfredo intenta buscar con cuidado sus palabras, para no sonar ofensivo; sin embargo, en estos momentos, pensar es lo que menos hace su cabeza—. Es una forma cruel cómo quieren cumplir su misión.

—No pienso lo mismo que tú, solo buscamos mantener nuestra existencia —pero Spero refuta esos comentarios—. Nosotros no somos como los humanos que poseen un alma, permitiéndoles experimentar y vivir en su albedrío; nuestra existencia es gracias a una poderosa fuente de energía, brindada por el objeto mágico que hemos prometido proteger.

Exitium lo observa fijamente, conoce tan bien esa mirada, intenta infundirle miedo, debilitarlo para controlar sus pensamientos; no obstante, el muchacho ha aprendido a no temerle más.

—Podemos comparar, es la misma situación que usan los humanos para sobrevivir, ustedes necesitan tomar la vida de seres que consideran inferiores para subsistir. Es lo mismo para nosotros —Alfredo se muestra confundido, aunque comprende por dónde se dirigen las palabras de su acompañante plateado.

—Toda raza superior necesita tomar la vida de otra inferior para un propósito: vivir, aprender, desarrollarse. Para nosotros es lo mismo, necesitamos unir diferentes almas puras, para obtener una cantidad de energía que nos permita vivir por muchos milenios; ¿con qué propósito?, mantener el equilibrio de este universo.

—Es parte del ciclo de la vida, la existencia del más fuerte —añade Spero para completar la idea de su semejante felino.

—Y no existe otra forma, si es lo que estabas pensando. Si puedes crear una fuente de energía casi inagotable para nosotros, entonces su misión podría cambiar y afectar a otras generaciones —Exitium empieza a acicalarse, mostrando su desinterés en la conversación, este gesto lo realiza cuando está por terminarla—. Es mejor prepararse, porque a las finales uno de los ocho iniciará la batalla; voluntaria o involuntariamente, alguien cederá. Por más que hayan prometido no actuar hasta tener un plan.

O también, serán emboscados por el representante de la oscuridad, porque Alfredo aún recuerda sus duras palabras, con aquella mirada cargada de odio.

—¡Prepárense!, porque si ustedes no deciden iniciar esta misión, entonces seré yo quien se encargará de arrebatarles la esperanza. Uno a uno iré cazándolos, hasta apoderarme de sus cristales, sin importar cuanta sangre y lágrimas deba derramar —hasta ahora, no logra comprender cuál es la verdadera ambición de aquella persona; después de todo, él también debe estar protegiendo algo valioso.

Pero un fuerte temblor lo trae obligadamente a la realidad, percatándose como las ventanas comienzan a temblar y como algunos objetos caen por las fuertes vibraciones. «¿Un kirai?, ¿acaso alguien ha sido convertido?», se pregunta con temor, acercándose a la ventana y viendo a lo lejos una explosión, levantándose una cortina de fuego combinada con humo.

La aparición del defensor de Nicolás le hace presentir lo peor, tomando lo primero que tiene a la mano y saliendo a toda prisa, sin responder las preguntas de su preocupada familia, ni percatándose que sus mejores amigos estaban cerca.

Corriendo con todas sus fuerzas en compañía de ambos felinos y presintiendo lo peor, ruega que nada malo esté por suceder.

Con paso que va acercándose, puede observar la aparición de dos defensores que parecen estar enfrentándose. «¡Imposible!», piensa al distinguir de quienes se trata. Sin embargo, su mente queda nublada y su cuerpo petrificado al chocar con aquella escena; viendo como el defensor del fuego, tiene la cabeza de Nicolás atrapada entre sus dientes, mientras su cuerpo no responde a ningún movimiento.

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