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31: Batalla final

Mientras los ocho guardianes unen energías para derrotar a sus enemigos y proteger la ciudad donde viven felices, Exitium mantiene informado al elegido de la oscuridad sobre cada detalle, quien no se muestra conforme con los resultados de la batalla.

—Nunca creí que ese grupo de novatos pudiera desarrollar tan rápido sus habilidades, como para enfrentarse con esas criaturas al mismo nivel —el cristal que flota sobre la palma de su mano, vibra con cada movimiento que realiza.

—Creo estamos siendo muy amables con esos niños, recuerda que aún no han madurado lo suficiente para nuestros propósitos —el felino lo observa sin desviar su penetrante mirada—. ¿Qué piensas hacer al respecto?

El ambiente donde se encuentran, está inundado en la completa oscuridad, llegando un escaso claro de luna a través del ventanal que observan con atención. Una mezcla de sentimientos de amargura y tristeza, puede percibirse en el entorno, generando un profundo escalofrío que eriza hasta el último vello del cuerpo; pero que ambos parecen disfrutar.

—No puedo esperar más tiempo, tendré que obligarlos a jugar un poco más conmigo antes de... —la voz del misterioso muchacho, activa su gema que deja de moverse para resplandecer con potencia.

Por su parte, Jordán no comprende porque sus técnicas no funcionan, desde hace un momento parece que sus contrincantes han adquirido más resistencia y han desarrollado capacidad para multiplicarse a gran escala.

—Aliento del león de fuego —su mayor ataque hace desaparecer una barrera de kirai que vuelven a reponerse rápidamente, como si se negaran a dispersarse.

Frustrado por sus fallidos intentos, comprende no tiene otra opción que invocar su mayor estrategia, utilizando su energía a la máxima potencia.

—¡Nemea!, aparece ante mi llamado para acabar con tus enemigos y destruye todo lo que oculten —observando como su imponente león formado de fuego, corre a gran velocidad, arrasando con todo a su paso. Sin embargo, sus oponentes comienzan a huir al sentir el abrazador elemento, retrocediendo y uniéndose en una sola masa.

Sin darle tiempo a reaccionar, la gigantesca creación amorfa, empieza a disparar bolas de energía a gran velocidad, golpeando al furioso defensor que recibe el impacto directo. Jordán siente como cada ataque, replica provocándole un intenso dolor en el cuerpo, mientras su invocación ruge adolorida y parece caerá rendido en cualquier momento.

Clap.

Para en cuestión de segundos, verlo atrapado entre unas grandes garras que le presionan con fuerza el cuello; teniendo el mismo efecto en él, al sentir como el aire amenaza con dejar de llegar a sus pulmones.

—Múltiple lazo de esperanza —pero la voz de Alfredo irrumpe en el lugar, apareciendo unas largas cadenas, atravesando todo lo que golpean y haciendo desaparecer a varios kirai; también a las enormes garras que liberan al herido defensor, desapareciendo y dejando un profundo alivio en su cuidador.

—Llegas tarde como siempre, no quieras ser otra vez el centro de atención —fuego sonríe con sarcasmo, intentando regular su respiración.

—¡Lo siento!, tuve unos contratiempos en el camino —el pelinegro le devuelve la sonrisa, ayudándolo a levantarse y observando hacia sus enemigos que sin cansancio siguen multiplicándose.

Alfredo se sorprende cuando nota como sus oponentes lo observan con sus rojas y frías miradas, denotando un profundo odio. Esas criaturas no se parecen a los dos pequeños kirai que conoció meses atrás, «quizá no sea odio, tal vez...»; pero comprende que no puede seguir dudando en una situación crítica, así que junto a su compañero deciden darle fin a ese combate.

—Aliento del león de fuego —el primero en atacar es Jordán, arrojando dos potentes energías que impactan contra la gran barrera que amenaza con aplastarlos.

—Destello fulminante de la luna llena —para luego Alfredo, utilizar su poderoso resplandor que sale a gran velocidad desde la punta de sus dedos, moviéndose de un lado a otro y arrasando con toda presencia.

Las pequeñas criaturas comienzan a retroceder para juntarse en dos enormes masas, tomando la forma de las feroces bestias que los chicos conocen y a quienes han venido enfrentándose. Así que, separándose y corriendo en diferentes direcciones, cada muchacho aprovecha su diferencia de tamaño para escurrirse de sus gigantescos oponentes que intentan atraparlos.

—León representación del fuego —Jordán vuelve a utilizar su energía al máximo resplandor—. ¡Nemea!, aparece y encárgate de debilitar a tu adversario —grita con fuerza, subiéndose al lomo de su defensor y ordenarle atacar con furia.

Soltando llamaradas, el enorme león salta y atrapa entre sus colmillos a uno, estrujándolo con violencia hasta derribarlo. Dándole ventaja a su guardián, para lanzarse y arrojar una poderosa bola de fuego contra su otro adversario.

—Múltiple lazo de esperanza — oportunidad que Alfredo aprovecha, para lanzar su ataque más rápido que atrapa a sus víctimas, incrustándose en sus piernas para subir por sus cuerpos y salir por sus extremidades superiores, clavándose por último entre las paredes del lugar.

—Saeta del ángel de la luna llena —susurrando unas palabras que iluminan el lugar y hacen destellar a cada kirai que ha formado a la criatura, el guardián lanza varias flechas que impactan contra cada uno, haciéndolos estallar en pequeñas luces grises.

—¡Sí!, ¡lo conseguimos! — ambos chicos gritan satisfechos al notar los resultados; no obstante, el asombro vuelve a invadir su rostro, cuando observan como las pequeñas luces, rápidamente se vuelven a juntar; hasta tomar forma de las dos monstruosas bestias de hace unos momentos.

Una de ellas, arroja rápidamente un manotazo que estrella a Alfredo contra una pared; mientras la otra, toma al defensor del fuego entre sus garras, apretujándolo con tal intensidad hasta hacerlo desaparecer y provocando en su guardián, un profundo dolor que carcome su cuerpo; para finalmente terminar siendo lanzado de una patada contra otro de los muros.

Sus enemigos ahora parecen encontrarse furiosos e incontrolables, lanzando gruñidos y destruyendo todo el interior de la caverna. Y esto también, ha complicado a los otros guerreros que empiezan a encontrarse en desventaja en sus batallas; pues sus energías están llegando al límite y en cualquier momento, sus contrincantes podrían aprovecharse de esa desventaja para destruirlos.

Spero intenta proteger a David para que no desconecte sus dimensiones, pero su habilidad no es tan fuerte para enfrentar a su rival.

Y como si las bestias supieran de su cansancio, en cada lugar donde se está dando una batalla, una de las presencias comienza a brillar, al mismo tiempo que su cuerpo va hinchándose.

—Deben salir rápido de ese lugar, antes que... —sin embargo, Spero no completa su frase, porque las monstruosidades han tomado desprevenidos a los muchachos, explotando junto a ellos y provocando fuertes temblores que se expanden por la ciudad.

Los guardianes se encuentran malheridos, algunos sepultados bajo los escombros que han dejado las detonaciones.

Solo Jordán y Alfredo han recibido parte del impacto, porque gracias a la rápida intervención de David, han sido tele-transportados hasta la plaza central; en dónde está creciendo una esfera de energía, alimentándose del odio de los kirai y de la maldad de dos entidades que, buscan desaparecer toda esperanza de este mundo.

Una bestia de incomparable tamaño a sus predecesores y de inmensas alas negras, aparece protegiendo el cúmulo de energía. Así que, Jordán utiliza sus últimas fuerzas para crear un poderoso rayo de fuego; desalentándose, cuando al impactar contra la esfera, es absorbido ayudándole a aumentar su tamaño.

—¡Es nuestro fin!, no hay más que podamos hacer —dice dejándose caer sobre sus rodillas, señalando el eminente desastre que se ha creado.

El panorama de la ciudad es lamentable. Lo que hace unos meses era un lugar completamente hermoso, ahora se encuentra sumido en una profunda oscuridad; con lugares destruidos, como consecuencia de las difíciles batallas que se han realizado y con personas gritando por ayuda, al encontrarse gravemente lastimadas porque fueron utilizadas como bombas, cuando se encontraban manipulados por los kirai.

Y la nueva amenaza, sigue destruyendo lo que quedaba intacto; lanzando energías desde su boca, derribando edificios y sepultando a quienes intentan escapar.

—No deben rendirse tan pronto, deben confiar en que aún queda esperanza para esta ciudad, para este lugar donde viven felices con las personas que aman —Spero les habla a través de sus pensamientos, intentando animarlos, a pesar del notable cansancio que muestra cada muchacho—. Deben buscar la forma de unir sus poderes para vencer a esa criatura, ustedes han sido elegidos para eso.

—No veo la forma de ganar esta batalla — Fernando responde, tratando de apoyarse en su guadaña para levantarse y hacer frente a su enemigo; pero su cuerpo no responde como quisiera—. Creo es obvio que estamos en nuestro límite, no queda esperanza para este mundo, ni para nadie.

—¡Eso no es cierto!, claro que queda una oportunidad —la voz de Alfredo se escucha en los pensamientos de sus amigos, pues gracias a la habilidad del felino, pueden comunicarse telepáticamente—. Existe una forma de acabar con esto y necesitamos aferrarnos a esa posibilidad.

—¿De qué estás hablando? —Jordán lo observa confundido, pues nota una mirada llena de confianza y seguridad.

—Necesitamos salvarlos, necesitamos regresarlos a la normalidad; darles una nueva oportunidad —las palabras del guardián de la luna, sorprenden a quienes lo escuchan—. Esas criaturas no quieren lastimarnos, ellos solo están protegiendo su tesoro más preciado, como hacemos nosotros con nuestros seres queridos; ellos solo buscan ser libres —responde con una mirada llena de determinación, ante el rostro sin expresión de su acompañante, quien en otro momento le hubiese apodado de mil maneras por su falta de seriedad. Pues al igual que él, nadie entiende su mensaje.

Sin embargo, Alfredo se niega a decirles que desde hace unos momentos está escuchando unos lamentos y la voz de alguien suplicando por ayuda; estando demasiado seguro, se trata de esas criaturas que están siendo controladas por alguien superior.

Es la misma situación, a cuando descubrió su energía de purificación y sabe no puede hacerse el desentendido. Además, él quiere confiar en aquellos dos pequeños kirai que conoció meses atrás, está confiado que realmente no son criaturas malvadas y que han estado enfrentándose a los enemigos incorrectos. O al menos, esa es la esperanza a la que quiere aferrarse.

—Este desastre sucede, cuando se empecinan en salvar vidas que no valen la pena y se desvían de su verdadera misión —pero una voz aparece en el lugar de la batalla, sorprendiendo a Alfredo y fastidiando a Jordán, cuando notan a Exitium aparecer frente a ellos, desde lo alto de un edificio.

—Se los advertí desde un inicio, no pueden jugar a ser héroes y querer salvar a toda alma en desgracia; no todos quieren obtener esa redención —la rojiza mirada del gato de largo pelaje púrpura, brilla con más intensidad con esas palabras—. Qué importa si se sacrifican unas cuantas vidas humanas o a algunas criaturas, mientras ustedes y los suyos estén bien; lo importante es uno mismo, ¿verdad?

Jordán lo hace callar dándole una mirada cargada de odio, pues sabe que aquel felino es el culpable de todas sus desgracias; porque no los ha bendecido con una segunda vida como siempre ha presumido, sino que ha maldecido su existencia con un destino peor o mucho más cruel que su primer designio.

Porque saber que has tomado la vida de otras personas con tus propias manos, haber perdido o ganarte el odio de alguien realmente importante; los chicos saben que eso, es peor que la propia muerte.

—¿Cuál es su determinación para sacrificarse por otras personas?, ¿qué beneficios obtienen al salvar a otros? —Exitium agita su cola en señal de satisfacción ante el silencio de sus elegidos, deleitándose ante sus expresiones de sufrimiento—. No se consigue nada productivo sacrificándose por alguien más.

—¡Estás equivocado!, realmente estás equivocado al pensar que nosotros buscamos obtener algo —Alfredo lo observa con determinación, apretando sus puños con fuerza—. Si tienes el poder de ayudar a alguien, no debes dudar en hacerlo.

A pesar que Exitium intenta asustarle con su penetrante mirada color sangre, el muchacho de la luna decide no volver a temerle, porque está seguro de cada una de sus palabras.

—¿Qué consigues?, la satisfacción de haber sido parte del cambio —sin percatarse que su pulsera ha empezado a reaccionar—. No estoy seguro si el mañana será mejor que hoy. Pero mientras pueda luchar por mi felicidad, por mis amigos, por mi familia y por ayudar a otras personas; no importa si no obtengo recompensa, con verlos sonreír es suficiente para mí.

—Entonces..., demuéstrame esa determinación —exige el gato púrpura, sin desviar su escalofriante mirada.

Una repentina luz capta la atención del grupo, observando como el oscuro cielo ha comenzado a despejarse, devolviéndola el resplandor a una ciudad que promete recuperarse.

—¡Todo saldrá bien! —Alfredo les susurra a sus amigos, mientras es iluminado por el claro de una hermosa y resplandeciente luna plateada—. Te demostraré esa determinación —responde con una tierna mirada y una cálida sonrisa que sorprenden a Exitium.

—Múltiple lazo de esperanza.

Y como si una fuerza desconocida lo impulsara a moverse, invoca a su técnica más rápida incrustándola en el suelo, creando caminos que le ayudan a moverse con facilidad, saltando de un lado a otro para esquivar los ataques de su enemigo. No pueden alcanzarlo ni las agiles sombras en forma de garra, apareciendo repentinamente desde las profundidades. Es como si toda su energía se hubiese renovado, o al menos, el claro de luna eso le hace sentir.

No obstante, puede tener una dificultad, cuando una extensa barrera de kirai se alza a pocos metros, bloqueándole el paso hacia su objetivo principal y dificultándole seguir.

—Fuego de destrucción infernal —sin embargo, siente una rápida ráfaga de aire caliente pasar cerca de él, derribando a sus oponentes que amenazan con volver a juntarse—. Me encargaré de lo que este adelante, pero para la próxima, busca un mejor plan que solo lanzarte a una muerte segura —Jordán aparece montado sobre su defensor, sonriéndole y extendiéndole una mano para ayudarlo a subir—. Recuerda que somos un equipo y estamos juntos en esto —sorprendiéndolo con un cocacho y riendo cuando comienza a quejarse al quemarse el trasero.

—Si la estrategia es atacar por arriba, solo déjenlo en nuestras manos, nos encargaremos de demostrarles a esas bestias de que estamos hechos —el defensor de Nicolás aparece a través de un túnel dimensional, con su jinete montado en una de sus patas—. No se quieran llevar todo el protagonismo —expresa en una sonrisa, dándole unas órdenes a su protector para tomar la forma de un gigantesco torbellino, propinándole un golpe directo a su adversario.

—Espero no hayan pensado dejarnos fuera, de lo contrario, cuando terminemos recibirán una paliza de nuestra parte —Gerardo se aleja de su defensor, al enviarlo a convertirse en un espiral alrededor de su contrincante para inmovilizarlo.

—Es imperdonable que se olviden de los más pequeños, aunque Jordán no puede presumir eso —Jerson cae del cielo junto a Gerardo, utilizando su lado sarcástico y sonriendo satisfecho al notar la expresión de enfado del mencionado—. Furia del dios del trueno —para de un fuerte golpe en el suelo, crear rápidos trueno que inestabilizan a la criatura.

—Dejen de promocionarse como si a alguien le interesara —Fernando aparece corriendo a velocidad, arrastrando su enorme guadaña—. Es mejor que te apresures y apuntes bien hacia dónde vas a atacar —utilizando su habilidad para crear irregulares montañas que le permiten a Alfredo acercarse hasta su objetivo, oportunidad perfecta para estar lo suficientemente cerca.

Elevándose por los cielos y con el resplandor de la luna llena sobre él, invoca una poderosa técnica combinada.

—Luz de purificación de los guardianes —los cristales de los demás empiezan a vibrar, expulsando un rayo de energía que se unen sobre Alfredo—. Saeta de esperanza de los guardianes —grita con determinación, creando una gigantesca flecha que se dispara a velocidad contra su enemigo, impactándole en el pecho.

Un enorme agujero en el cuerpo de la bestia, deja ver como el ataque ha golpeado directamente, contra una gema verde que estaba siendo protegida por los kirai. Sin entenderlo, Alfredo siente recorrer en su cuerpo una extraña sensación, pues los gruñidos del contrario vibran dentro de él, haciéndole sentir tristeza y dolor; como si intentarán comunicarle algo.

«¡Ha sido un error!, desde el principio ha sido un error», se dice a sí mismo recordando esa sensación, es la misma que experimentó cuando descubrió su técnica de purificación. Y sintiéndose la peor persona, no puede controlar varias lágrimas que recorren sus mejillas.

«Hemos estado equivocados y hemos lastimado a quien no lo merecía, pero no existía otra alternativa», observando como la bestia empieza a deformarse, provocando una repentina explosión que desaparece por completo la plaza central de la ciudad y algunas edificaciones cercanas.

Gracias a la ayuda de sus defensores, los guardianes han logrado escapar a través de los túneles dimensionales antes que desaparezcan y Spero se ha encargado de proteger a su elegido. El hermoso claro de la luna llena, ilumina los desastres ocasionados por la dura batalla; sin embargo también muestra los rostros llenos de satisfacción de los ocho muchachos, sonrientes y disfrutando de un merecido descanso en la azotea de su escuela.

Pero en otra parte escondida, en la misma oscura habitación llena de amargura y odio, dos presencias parecen no estar conformes con el resultado; aunque con ellos, nada es seguro.

—Creo esta vez tus planes no han salido como esperabas —Exitium se muestra impaciente ante la tranquila reacción del guardián de la oscuridad, quien solo se mantiene observando el enorme ventanal—. ¿Qué harás ahora?, porque tus títeres han sido eliminados y no hay nada que podamos hacer.

—El juego ha resultado mejor de lo que esperaba, nunca pensé encontraría a una generación tan poderosa —responde el muchacho con una sonrisa torcida, haciendo girar una gema al movimiento de su mano—. Creo es momento de marcharnos —se levanta de su lugar y se aleja de la tétrica habitación, siendo seguido por su acompañante felino.

—Solo espero no hayas olvidado tu promesa, debes cumplir mi deseo —son las últimas palabras del gato de largo pelaje púrpura, antes de desaparecer junto a su enigmático elegido.

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