29: Uniendo fuerzas
—Me alegra que Nicolás esté de mejor ánimo, quizá le tome un tiempo, pero sé que logrará superarlo —los muchachos acaban de alejarse de casa de su amigo y ahora se acompañan camino abajo, dirigiéndose a sus hogares.
—No sé cómo, pero encontraremos una solución para todo esto —Jordán piensa existe alguna manera de recuperar las vidas perdidas, o al menos, esa es la esperanza que quiere mantener. Después de todo, Spero les dijo alguna vez que nunca deben perderla, palabras que Alfredo demostró eran ciertas. Esa indiscutible confianza, de cierta manera, lo hace sentir tranquilo.
—Es tan difícil ser estudiante, buen amigo y un guardián al mismo tiempo. Estoy pensando seriamente, en tomarme un descanso... —aunque en ocasiones, el comportamiento del mencionado, provocan dudas y temores para depositar todas sus expectativas en él.
Alfredo camina gesticulando una adolorida expresión y sobándose por el cocacho que Jordán le ha propinado.
—Del grupo, eres el más relajado y el que menos ha peleado, no sé porque te quejas tanto, cuando tienes una vida demasiado tranquila —menciona ante las risas de los demás; pues detrás de esa fachada gruñona, existe una verdadera preocupación y aprecio por quien está regañando.
Sin embargo, un ligero temblor interrumpe su conversación y provoca que casi tropiecen hasta caer, poniéndolos en alerta por el mal presagio que están presintiendo. El aumento de intensidad empieza a preocuparlos, porque ahora es difícil mantenerse en pie.
—¿Qué está sucediendo? —un intrigado Fernando pregunta, buscando con la mirada a alguna criatura o kirai que pueda estar causándolo, aunque nada encuentra por los alrededores. Repentinamente, el fuerte temblor cesa.
—¿Qué ha sido eso?, ¿un terremoto? —Jerson se levanta observando la oscuridad y tranquilidad de las calles, mostrando sus amigos la misma preocupación.
Aunque no tienen tiempo para pensar en los detalles, porque escuchan una explosión a la distancia, sorprendiéndose cuando observan, como un torbellino de kirai es liberado desde las profundidades, extendiéndose hacia el cielo con gran rapidez.
De pronto, todo se detiene y en un estallido, las pequeñas criaturas comienzan a esparcirse por la ciudad, escuchándose aterradores gritos que los hacen reaccionar. Decididos, corren en aquella dirección, temiendo lo peor.
Como dicen, piensa mal y acertarás; apropiado refrán, porque quedan petrificados cuando voltean en una esquina y ven como a lo largo de la calle, se extienden los cuerpos de varias personas inconscientes. Unas veinte, quizá treinta o mucho más.
—Pero... ¿qué significa todo esto? —un aterrado Jordán, se adelanta y camina entre las personas que parecen haber perdido vitalidad; pues sus grisáceas pieles, demuestran que sus energías han sido robadas.
—¡Esto es demasiado cruel! —Alfredo es el más desconcertado, porque del grupo, es quién menos ha experimentado la maldad de aquellos que están detrás de su despertar.
Pero no es momento de buscar respuestas, los grotescos gruñidos de cinco enormes bestias, les hacen saber qué está sucediendo y qué deben hacer para detener todo eso; perder tiempo, no está en su planes.
Sin embargo, cuando se disponen a hacer brillar sus cristales, son rápidamente interrumpidos por sus oponentes que se abalanzan sobre ellos; aunque de un ágil salto logran esquivarlos.
—Debemos convertirnos para detenerlos y regresarlos a su verdadera forma —fuego entiende que sus palabras son fáciles de decir y difíciles de intentar; sobre todo, cuando no dejan de ser acorralados y atacados.
—¡¡CUIDADO!! —escucha la advertencia de Fernando cuando se distrae por un segundo, encontrándose con la gigantesca figura de uno de los monstruos que está por tomarlo de la espalda.
—Furia..., mortal del tiempo —pero un ataque es más veloz para desaparecer las extremidades de su oponente, haciéndolo tambalear hasta caer.
Los chicos se sorprenden, al notar en lo alto de una casa, un par de sombras; unas penetrantes miradas de color azul y marrón que, con el resplandor de la luna llena, muestran la imagen de Miguel y David transformados en guardianes.
—No hay necesidad de ordenárselos, deben convertirse, ¡ahora! —puede que no haya sido la mejor forma de pedirlo; no obstante, comprenden que David tiene razón, mirándose con determinación entre ellos.
—Descendiente del león, guardián de la recuperación...
—Descendiente del dragón, guardián de los sentimientos...
—Descendiente de los genios, guardián de la voluntad...
—Descendiente de los gigantes, guardián de la abundancia...
—Descendiente del ángelus, guardián de la esperanza...
Cada muchacho menciona su elemento representante, gritando al unísono las palabras CAMBIO, haciendo resplandecer sus pulseras y liberando una cálida energía que rodea enteramente sus cuerpos; entregándoles la vitalidad necesaria, para enfrentar ese destino que les ha sido impuesto.
Un fuerte destello invade la oscuridad de las calles, combinándose con el resplandor de la luna llena y mostrando a los cinco elegidos del oráculo, los guardianes del deseo.
—Aliento del león de fuego —como en toda oportunidad, Jordán es el primero en adelantarse, cuando siente la presencia de uno de sus contrincantes demasiado cerca; fallando por poco centímetros, pero logrando defenderse a tiempo para derribarlo.
—Es mejor debilitarlos, sin sus extremidades están vulnerables contra nosotros —Fernando agita con facilidad su guadaña, para de un solo corte, desmembrar los brazos de una de las bestias que cae al suelo, gruñendo de dolor.
Los chicos coinciden en esa estrategia, pues es el mejor plan para ahorrar tiempo y recorrer la ciudad en busca de posibles oponentes; además, de esa manera, Alfredo podrá regresarlos a su forma original.
—Ráfaga acuática del silencio —Gerardo lanza hileras de agua que corren a velocidad como navajas, rebanando en partes pequeñas los brazos y piernas de otro de sus oponentes.
—Furia del dios del trueno —mientras Jerson utiliza la potencia de sus manos para golpear el suelo y crear un camino de electricidad que inmoviliza a los restantes.
—Saeta del ángel lunar —finalmente Alfredo brilla bajo el resplandor de la luna llena, disparando varias flechas contras esas criaturas, para de un solo golpe perder esa horrible apariencia y recuperar su figura humana; cayendo debilitados junto a las demás personas, a quienes se les ha arrebatado su energía.
Con el peligro desaparecido y sin más presencias cercanas, los chicos sonríen entusiasmados y celebran su rápida victoria.
—No se emocionen demasiado, este grupo es uno de los tantos que han aparecido en la ciudad —sorprendiéndose al confirmar sus sospechas con las palabras de David—. Algo inusual está sucediendo, los kirai parecen haberse descontrolado y están atacando de forma masiva a cualquier persona —quien les indica deben ir hacia la plaza central, donde encontraran más criaturas.
«¿Qué está sucediendo?», esa pregunta está retumbando en sus pensamientos, al no entender el reciente comportamiento de sus oponentes; parece como si algo o alguien los hubiese descontrolado. «¿Con qué intención?», ni siquiera ellos pueden imaginárselo.
Corriendo detrás de ese nuevo par que dicen que querer ayudar, pues Jordán todavía se encuentra dudoso sobre sus verdaderas intenciones. «¿Realmente quieren ayudarnos?, o solamente, ¿están teniéndonos una trampa para oscuridad?»; su mayor preocupación está, en llegado el momento, carecer de la fuerza necesaria para proteger a sus amigos.
Sin embargo, a pesar de esas ideas, comprende no es momento para discusiones innecesarias o peleas que terminen enfrentándolos; sobre todo, si en algo está relacionado Exitium. Tal vez, en realidad necesiten unir fuerzas con aquellos muchachos, aunque sea solo por esa noche.
Convencidos, los siete elegidos se dirigen hacia la zona mencionada, donde una fuerte presencia maligna puede percibirse; pues conforme se van acercando, un incontrolable odio logra distinguirse en los alrededores.
Aunque no se han percatado de un detalle, algo está sucediendo en el lugar de la primera batalla; porque las personas que han ayudado, repentinamente están siendo rodeadas de unas luces negras, empezando a sacudirse con tal brusquedad que, sus cuerpos se desgarran para convertirse nuevamente en esas horripilantes bestias; pero esta vez, hay algo distinto en su tamaño y mirada.
Tin, tin.
Unos fuertes gruñidos son liberados con furia por las oscuras calles. La situación es peor de lo que pensaron, la ciudad parece haber sido infestada por esas bestias con una furia descontrolada, solo atacan cada rincón y lastiman a las personas que intentan ponerse a salvo.
—Final explosivo de tierra —Fernando intenta crear una superficie inestable, buscando obtener ventaja.
—Saeta del ángel lunar.
No obstante, sus esfuerzos son realmente inútiles, aunque logran inmovilizar a sus oponentes para que Alfredo los regrese a su verdadera forma; los kirai siguen saliendo desde el subsuelo, junto a una extraña energía oscura que vuelve a convertirlos en bestias, con una fuerza descomunal que los chicos no pueden igualar.
—León representación del fuego —Jordán no puede quedarse de brazos cruzados—. ¡Nemea!, utiliza todo tu enojo y destruye a tus oponentes —utiliza al máximo la fuerza de su defensor para tomar ventaja; sin embargo, el resultado sigue siendo el mismo.
Las personas continúan convirtiéndose en monstruosidades, igual como sucedió con Diane. «Acaso... ¿esto significa que todos tendrán el mismo final?, ¿ha desaparecido nuestra esperanza?»; los pensamientos de fuego le traicionan empujándolo a la desesperación, cuando observa como el chico de la luna empieza a agotarse por utilizar de forma descontrolada su técnica más poderosa, sin obtener resultados.
Empeorando la situación, cuando una gran explosión los toma por sorpresa, viendo como una de las bestias ha atacado cerca de ellos, impactando contra los edificios cercanos y enterrando a varios ciudadanos bajos los escombros.
—Debe haber alguna forma de detenerlos —un impotente Jerson mira como las criaturas parecen ser controladas, mientras destruyen todo a su paso.
—Deben utilizar sus poderes en su máximo esplendor si realmente quieren vencer a sus enemigos —la repentina voz de Spero, asombra a los siete guardianes que lo observan con diferentes expresiones.
—Puede que estén confundidos, pero en estos momentos es mejor que hagan todo lo que les digo —el felino salta desde lo alto de un edificio hasta quedar frente a ellos—. Ha llegado el momento que unan sus poderes, deben erradicar todo este mal que ha invadido el planeta; es mejor que nos organicemos y que Nicolás se una a la batalla —volteándose para empezar a caminar.
—Debemos organizarnos y encontrar su punto débil, de lo contrario, estarían peleando hasta encontrar la muerte. ¿Me siguen o prefieren ver como más personas son lastimadas?
Solo con esas duras palabras, observando como muchas personas aclaman por ayuda e intentan proteger inútilmente a sus seres queridos; solo de esta manera, los siete muchachos deciden detenerse para obedecer las órdenes del personaje que más desconfían y sienten los ha traicionado.
Sin embargo, si en algo están seguros, es que los siete comparten un mismo destino; un pasado de sacrificios, un presente comprometido y un incierto futuro que sinceramente les causa temor.
—¡No queda de otra!, Spero no es de mi total confianza, pero creo es mejor seguirle a quedarnos siendo juguetes de estos monstruos —Jordán entiende que seguir peleando es derrochar sus poderes, mostrándose decidido a aceptar la ayuda del gato de largo pelaje plateado.
—Nunca perdamos las esperanzas, si nos mantenemos juntos, estoy seguro que podremos proteger a quienes son importantes para nosotros —Alfredo muestra ese optimismo que lo caracteriza, alentando de cierta manera a sus amigos.
—Aunque muchos no confíen en nosotros, demostrémosle quienes somos en realidad. No nos vamos a amedrentar por más difícil que parezca la situación —Jerson es el más risueño y podría decirse, despreocupado del grupo; siempre animando a los demás.
—Protejamos el lugar que nos ha visto crecer, no podemos permitir que unas criaturas de otro mundo vengan acabar con la hermosa vida que conocemos —Gerardo observa fijamente a sus amigos, transmitiéndoles confianza.
—Después de todo, prometimos no perder a nadie más, ¿cierto? —y Fernando, sabe que los siete comparten el mismo sentimiento.
David y Miguel solo se limitan a observarlos, aún no quieren intervenir porque no se sienten parte de ese inusual, pero cálido grupo. No obstante, están igual de decididos y saben qué deben hacer.
—¡Nicolás, te necesitamos!, debes encontrarnos en menos de diez minutos —son las palabras del representante de la tierra a través de su comunicador, para luego seguir los pasos de sus amigos que van detrás de Spero.
Tin, tin.
Sin entender por qué, nuestros ochos guardianes se encuentran en la azotea de su escuela, desde donde puede apreciarse una reluciente luna llena, mostrándoles las explosiones causadas por sus enemigos y cómo se expanden por su amada ciudad.
—Aquello que controlaba a los kirai ha desaparecido, están buscando su preciada protección; ahora se encuentran furiosos y descontrolados —Spero explica la gravedad de la situación.
—No solo están controlando a la persona que ha caído en desesperanza, también están dejándose impresionar por los sentimientos negativos de los humanos —afirmando las aseveraciones de David, toda persona se encuentra en peligro.
—Ellos absorberán la energía de su huésped, hasta que no quede vitalidad en sus cuerpos. Quiere decir, la persona controlada terminará desapareciendo como lo hizo Diane; su esencia será consumida —sorprende a los muchachos, cuando reluce su penetrante mirada celeste.
Los guerreros entienden la gravedad de la situación, deben actuar rápido para evitar más desapariciones; aunque no comprenden cómo enfrentarlos, pues han demostrado adquirir más fuerza, siendo más resistentes a sus técnicas.
—Deberán separarse y debilitarlos hasta que uno de ustedes encuentre su punto de concentración, es ahí donde está la fuente de su poder que debe ser destruida para acabar con toda su existencia.
Aunque tampoco piensan quedarse de brazos cruzados, pues la única forma es desarrollar sus poderes a su máximo esplendor, como menciona el felino; porque trabajando juntos, encontrarán lo que tanto han deseado, proteger a sus personas queridas.
—David puede guiarlos a través de sus dimensiones, dándoles ventaja para acorralarlos y atacarlos. Se separaran en parejas para combatirlos, mientras Jordán encuentra su verdadera fuente de poder para aniquilarla.
Quizá no están convencidos de esa estrategia, pueden suceder muchos acontecimientos que no tenían previsto, llevándolos a una derrota con severas consecuencias; pero dudar en este momento no los llevará a ninguna solución, entienden ha llegado el momento de su última actuación.
Es la primera vez donde David deberá concentrarse para utilizar su técnica especial, tratando de transportar personas y comunicarlos el mayor tiempo posible. ¿Cuánto?, lo necesario como para mantenerlos a salvo, un preocupante pedido cuando otras vidas dependerán de su determinación.
—Distorsión del tiempo —es una tarea difícil, pero piensa esforzarse hasta conseguirlo. De su pulsera extrae una gema en forma de huevo, rodeada por una especie de armadura marrón que brilla en su máximo esplendor.
—Debes esparcir tus dimensiones por toda la ciudad y mantenerlas conectas una con otra. Al mismo tiempo, deberás manejarlas todas para evitar que ingresen intrusos —Spero invade sus pensamientos, ayudándolo a conectarse con su verdadero potencial.
Confiando en la fuerza de su corazón y aferrándose a la esperanza de proteger su deseo, David distorsiona la realidad creando diversas dimensiones a su alrededor. Un mapa mental de la ciudad aparece en sus pensamientos y sabe qué debe hacer. Su poder se extiende, distorsionando el espacio de otros lugares.
—¡Lo has logrado!, has conectado por primera vez tus dimensiones a una distancia mayor —Miguel salta de emoción, cuando observa en uno de los agujeros la plaza de la ciudad.
—Solo debes mantenerte concentrado para que estén comunicadas y evitar colisionen —Spero señala los lugares con mayores invasiones de kirai, separando a los chicos—. Gerardo y Jerson irán a la zona norte, cerca del acantilado que conecta con el mar; utilicen ese recurso como ventaja para acorralarlos —comprende bien que la combinación de ambos poderes los pondrá en cierta ventaja, como en batallas anteriores.
—Nicolás se encarga de todos aquellos que han aparecido por el centro de la ciudad, con su defensor será más que suficiente para detenerlos —y es que a pesar de recién haber despertado a su protector, confía en las habilidades del chico del viento.
—Fernando y Miguel tendrán que enfrentarse al grupo que se está acumulándose alrededor de las afueras de la ciudad, donde inició el temblor que los ha liberado —el minino entiende que es la primera vez que esa inusual pareja unirá fuerza, pero por sus miradas percibe que han empezado a confiar en el otro.
—Jordán irá a la plaza dónde se siente la mayor cantidad de energía maligna, ahí debes encontrar la fuente de su poder y destruirla antes que sigan fortaleciéndose. Alfredo se quedará con nosotros, ayudándonos a mantener alejados a los kirai invasores; porque si llegarán a acercarse demasiado, nuestro plan estaría en riesgo —son las instrucciones que Spero les entrega antes de desearles suerte, saben de sobra que la necesitarán a partir de ahora.
—No nos desees suerte, solo confía en nuestras habilidades —Jerson muestra su inquebrantable confianza y junto a sus amigos, atraviesan las dimensiones depositando su confianza en David y también en Spero. Porque pueden decir con certeza, su verdadera misión ha iniciado.
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