22: Problemas
—¿Quieres conocer a un Jerson diferente?, uno que no se arrepiente de lo que ha conseguido; la felicidad de la persona que ama —comenta trueno conectando su mirada con luna, sorprendiéndolo para responder asintiendo.
Sin embargo, un repentino temblor provoca que los dos muchachos se observen intrigados, cuando van notando que la intensidad va aumentando; generando que las personas salgan despavoridas del local para evitar una tragedia.
En las afueras del gimnasio, Jerson se sorprende cuando reconoce a un chico que es atrapado por un grupo de kirai, envolviéndolo en un abrasador torbellino e imposibilitándole moverse.
—¡Ricardo! —grita con evidente preocupación, corriendo en su ayuda cuando nota como su piel comienza a cambiar de color.
Quiere liberarlo de esa prisión, pero la energía negativa emanada por sus oponentes, lo arrojan por los aires hasta chocar contra su amigo que intenta atraparlo; decepcionándose cuando su persona más preciada, se convierte en una grotesca bestia cubierta de púas.
Esta situación despierta su frustración por no haber cumplido su promesa, proteger a quienes ama; porque después de todo, ese es el verdadero motivo de su conversión en guardián.
Observando a la imponente criatura que gruñe furiosa, se deja caer derrotado cuando el recuerdo del muchacho que intentó ayudar, se reemplaza con la imagen de su ahora oponente. Pero estar perdido en esas preocupaciones, no le permiten percatarse que la monstruosidad se ha abalanzado sobre él, sintiendo solo un empujón que logra apartarlo a tiempo.
—¿En qué estás pensando?, ¿acaso quieres morir?, ¿ya olvidaste tu verdadero propósito? —las palabras de Alfredo hacen que reaccione, encontrándose con esa optimista mirada que desde su primer encuentro, se ha vuelto su fortaleza.
—No debo volver a dudar y tú tampoco debes hacerlo, confía en la esencia de Ricardo y recuerda que nuestros miedos no pueden detenernos —sonríe con esa inocencia que lo distingue, consiguiendo un asentir como respuesta.
Y aprovechando todo el alboroto que se está generando, los dos chicos se muestran decididos observando a su enemigo que parece reconocerlos; porque es como si las criaturas manipuladas por los kirai, sintieran la energía emanada por los cristales de los guardianes, enloqueciendo cuando es liberada.
—Descendiente de los genios, guardián de la voluntad —Jerson hace resplandecer su pulsera—. Transmutación del trueno —siendo cubierto por un brillo naranja.
—Descendiente del ángelus, guardián de la esperanza —Alfredo choca la energía acumulada en su mano izquierda, contra el reloj que trae en la muñeca derecha—. Transmutación de la luna —liberando un resplandor plateado.
¡CAMBIO!
Son las palabras que se pronuncian desde sus corazones, permitiéndoles convertirse en los guardianes protectores del deseo, mostrando esa determinación que siempre los ha caracterizado.
—Ayúdame a regresarlo a su verdadera esencia, no permitamos que salga lastimado, ¡por favor! —trueno muestra seguridad en su mirada, pero también una preocupación es evidente.
—¿Es la misma persona? —pregunta con curiosidad, aunque la respuesta es obvia.
—¡Sí!, y es una persona realmente importante —responde observando esos profundos orbes rojos conquistados por el odio, mientras recibe una sonrisa de su amigo como respuesta—. Y esta vez me encargaré de protegerlo, a toda costa y sin importar qué suceda —susurra más para sí mismo, lanzándose al combate que acaba de iniciar.
Alfredo les informa a los demás muchachos lo sucedido, advirtiéndoles que deben apurarse para ayudarlos; pude que no lo haya mencionado, pero viene escuchando un incesante tintinear desde que salieron del gimnasio, presintiendo que algo malo podría suceder. Sin embargo, ahora eso no es tan importante, porque en estos momentos su preocupación está en ayudar a su acompañante, siguiendo sus pasos.
Jerson corre intentando acercarse a su oponente que ruge descontrolado, tomando la forma de una pelota con púas para lanzarse a velocidad contra ellos.
—Furia del dios del trueno —golpea el piso con furia, creando un camino de relámpagos que detienen a la criatura, rodeándola e inmovilizándola.
—Destello de la luna llena —es el segundo en atacar con un poderoso y veloz rayo de energía, logrando embestir a su objetivo que recupera su forma para caer sobre su espalda, levantando una enorme cortina de humo.
Pero su primera estrategia no ha resultado como esperaban, porque unas repentinas ramificaciones traspasan con violencia el polvo generado, intentando atrapar a los desprevenidos guerreros que saltan buscando esquivarlas.
Una, dos, catorce, veinte y muchas más, empiezan a aparecer dejándoles cada vez menos espacio para escapar; cuando sorpresivamente, el chico de la luna por querer proteger a una familia que estaba en el lugar equivocado, es atrapado por un enorme puño que lo arroja con furia contra el suelo, enterrándolo bajo escombros.
—¡Alfredo! —Jerson observa preocupado a su amigo, aunque nada puede hacer por ayudarlo—. Si tan solo pudiera convocarlo, tendríamos una ventaja —pues su oponente sigue haciendo aparecer ramificaciones que, de distraerse, se vería envuelto en severas consecuencias.
Sin embargo, su vista detecta una zona libre donde podría escabullirse para arrojar un ataque directo que detenga esa descontrolada táctica. Decidiéndose, aprovecha una oportunidad fallida para saltar sobre una ramificación y de otro brinco caer en el lugar correcto.
—Furia del dios del trueno —vuelve a crear un camino de electricidad que envuelve a la criatura, descargando potentes rayos que la detienen—. Fragilidad mortal del trueno —despliega una segunda técnica más poderosa, creando unas agujas naranjas alrededor de su objetivo, chocando con fiereza una detrás de otra para generar una explosión que detiene las ramificaciones.
—¡Es momento de regresarlo!, debes hacerlo ahora —menciona llamando a su amigo que se levanta con dificultad, asintiendo decidido para terminar el combate.
Alfredo se conecta con su defensor para crear un resplandor sobre sus manos, mencionando su más poderosa estrategia, saeta del ángel de la luna; creando una gigantesca y resplandeciente flecha.
Tin, tin.
Aunque un peculiar sonido junto a una oscura energía, lo rodean haciéndolo perder su táctica y sintiendo como su cuerpo es cortado por miles de invisibles navajas que lo hacen caer debilitado.
—¡Alfredo! —trueno corre en su ayuda, observando el lastimado cuerpo de su amigo y sorprendiéndose cuando unas risas retumban en el lugar.
Tin, tin.
Un segundo eco advierte a la pareja, escuchando también unas sonoras carcajadas que los llevan a encontrarse con tres presencias sumergidas en las sombras, mostrándose solo unas penetrantes miradas que luna reconoce.
—Son ustedes... —menciona con evidente preocupación, intrigando a Jerson que no comprende la situación.
Un tercer ruido de cascabel puede percibirse, combinándose con los furiosos rugidos de la bestia que parece haberse recuperado, tomando desprevenidos a los dos guerreros para atraparlos entre sus manos.
Liberando gritos de dolor, ambos jóvenes intentan liberarse mientras sienten como sus cuerpos son aplastados y como sus huesos crujen, amenazando con triturarse por la presión.
Tin, tin.
Las risas del desconocido trío, generan la descontrolada rabia de la monstruosidad que los arroja con rudeza contra el suelo, haciéndolos rebotar para de una sola patada, enterrarlos bajo los escombros de un edificio.
Tin, tin.
Un quinto y molestoso sonido ahora retumba en sus cabezas, advirtiéndoles del desmedido odio que alimenta a su contrincante, otorgándole un poder casi invencible.
Repentinamente, el monstruo empieza a crear unas extrañas dimensiones a su alrededor, donde unos cañones sobresalen, apuntando hacia sus dos objetivos.
—Es demasiado peligroso si no lo contenemos —Jerson se levanta con dificultad, extendiendo sus brazos hacia el cielo—. Es mejor trasladarnos a un lugar más seguro —murmura unas inentendibles palabras que activan su pulsera, alejándolos de la realidad que conocen para encerrarlos en una desconocida dimensión.
Alfredo recuerda esa técnica que les permite proteger la cuidad que aman, aunque también es la culpable de disminuir drásticamente sus energías, evidenciándose en el cansancio que su compañero está demostrando.
—Debemos mantenernos a salvo de ese ataque masivo y acercarnos lo más que podamos —trueno capta su atención, señalándole los pies de la bestia—. Una vez cerca, tendremos una oportunidad para debilitarlo y regresarlo a su verdadera forma —diciendo que se encargará de lo primero, para que luego utilice su poder de purificación.
Comprendiendo el mensaje de su amigo, ambos guerreros se observan con determinación, arrojándose nuevamente al combate, mientras saltan buscando esquivar las rápidas energías que arrojan los cañones y amenazan con alcanzarlos.
A pesar de sus graves heridas, se mueven ágilmente de un lado a otro, tratando de encontrar la forma de acercarse para poner en marcha su plan y dar por finalizada esa batalla. Sin embargo, cuando están aproximándose, Jerson vuelve a escuchar esas enigmáticas carcajadas, junto a los gritos de su compañero que ha sido atrapado por otra extraña aura negra, interrumpiendo nuevamente sus movimientos y convirtiéndolo en un blanco fácil para unas ramificaciones que lo han atrapado en un mortal abrazo espinado.
Pero esa distracción también le ha costado, pues se ve rodeado por dimensiones y envuelto en un inminente ataque de cañones, creándose una rápida explosión que termina por lastimarlo gravemente y dejarlo casi derrotado.
Unas carcajadas se esparcen por la dimensión, aunque en esta ocasión no se puede reconocer de dónde o de quién proviene.
—¡Debes matarlos!, es momento de acabar con la existencia de esos estorbos —Alfredo se preocupa cuando escucha aquella voz, notando como eso enfurece al monstruo que vuelve a activar sus cañones, dirigiéndolos hacia un desvalido Jerson.
—¡No pienso rendirme!, me encargaré de proteger a Ricardo, le regresaré esa alegría que siempre me ha ayudado —observa como su amigo se levanta utilizando las pocas energías que mantiene, decidiéndose a atacar.
Buuum, pero una detonación arroja el frágil cuerpo del chico del trueno, pues no ha podido esquivar los casi veinte cañones que se han disparado, dejándolo con un sangrado y unas lesiones que no le permiten levantarse, porque con cada intento solo consigue caer sobre sus propias piernas.
Nuestra luna se aterra con la escena que está presenciando, porque lo cañones están volviendo a activarse y dirigiéndose al mismo objetivo, comprendiendo que un tercer ataque sería fatal para su amigo.
—¿Por qué te preocupas? —reconoce esa voz, es la misma que escuchó cuando tuvo que revelarse frente a Enzo.
—Déjalo morir tranquilo, a las finales, ese es el verdadero destino de todo guardián; la inminente muerte —se preocupa por el significado de esas palabras que no logra comprender.
De un solo gruñido, su oponente activa los inmensos cañones que se disparan contra su debilitado oponente que no advierte el peligro. Sin importarle el dolor de las espinas enterradas en su piel, nuestro pelinegro forcejea con las lianas; logrando liberarse tras varios cortes que desgarran su piel, para interponerse a tiempo entre su amigo.
Jerson escucha su nombre, observando como su acompañante se coloca frente a él, recibiendo una potente descarga que lo arroja lejos, levantando una cortina de humo que cubre la dimensión.
—¡ALFREDO! —grita aterrado para encontrar a su amigo inconsciente a unos pasos, reviviendo recuerdos de la noche que conoció a Exitium y cambió su destino.
Gritos de ayuda, una vida perdida y el doloroso precio de un deseo; provocan que no pueda contener su rabia, soltando toda esa impotencia en un grito que activa su pulsera, liberando una brillante energía naranja que destruye la dimensión que los contenía y despierta una habilidad que creía perdida.
—Odei representación del trueno —menciona con valentía, levantándose para enfrentar a su contrincante—. Conéctate con mi llamado y ayúdame a terminar con este combate —observando como unas nubes violetas se forman en el cielo, oscureciéndolo por completo.
Una suave melodía puede escucharse, generando descargas de relámpagos en las nubes que caen cerca de la criatura, inmovilizándola. Repentinamente, un humanoide aparece descendiendo mientras toca una flauta.
—Fragilidad mortal del trueno —menciona el guardián con las últimas energías que posee, provocando que su defensor se arroje contra la bestia, liberando potentes rayos que crean un estallido y levantan una cortina de polvo con escombros.
—¡Confío en ti!, debes regresarlo, ¡por favor! —observa a un lastimado Alfredo, cayendo inconsciente y perdiendo su transformación.
Se encuentra realmente lastimado y cansado, pero no puede permitir que los esfuerzos de su amigo terminen en derrota.
—Luz de purificación —menciona haciendo brillar su pulsera, escuchando el dulce canto de su defensor que le brinda un poco de fuerzas para resistir—. Saeta del ángel de la luna —son sus últimas palabras para liberar una flecha que se desintegra en varias, impactando directamente contra su enemigo y rodeándolo de un resplandor que en cuestión de segundos lo libera de la maldad de los kirai, para convertirlo en un adolescente de dieciséis años que cae inconsciente.
—Creo..., creo que lo hicimos bien —comenta dejándose vencer por el cansancio, perdiendo también su transformación para caer inconsciente cerca de su acompañante.
La batalla ha finalizado con buen pronóstico, aunque deja a dos lastimados guardianes y a un desmayado joven que necesitara de unos días, para recuperar la energía absorbida por los entes que lo han invadido.
Tin, tin.
—El verdadero destinoestá cerca, pronto deberán despertar los guardianes faltantes, para escoger al elegido final —se escucha una tétrica voz resonar, combinándose con el sonido de un cascabel que retumba perdiéndose en la lejanía de la ciudad, junto a esas carcajadas del enigmático trío.
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