Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

21: Jerson

—Hoy pienso aprender de una vez por todas esas coreografías, no puedo seguir complicándome con el mismo paso —con aquellas palabras, Jerson intenta inyectarse toda la buena energía y entusiasmo para iniciar su mañana, con el propósito de cumplir su más ansiado objetivo.

Y sucede, a primeras horas de la mañana de todo fin de semana, se marcha hacia el gimnasio a practicar algo de zumba para mantenerse saludable; a la par de otro beneficio, entrenar su cuerpo para hacerlo más flexible, «este año pienso convertirme en el capitán del equipo de teatro», pues la competencia está cerca y necesita de bastante entrenamiento.

—Además, el concurso de baile está cerca y si quiero ser escogido, debo esforzarme mucho más que otros años. Así tendré la oportunidad de ser reconocido y conquistar el corazón de un guapo muchacho —bueno, admitamos que también tiene otros fuertes motivos para hacerlo.

Cogiendo todo lo necesario, arregla su maleta y baja corriendo hasta la primera planta, saludando a sus padres y a su primo, con esa alegría que lo caracteriza. Pues nuestro chico, es hijo único y desde pequeño se ha criado con un primo cercano; con quién mantiene una relación demasiado cercana, como la de dos hermanos.

—¿A dónde vas tan arreglado?, no sabía que el gimnasio era un lugar para ligar —comenta el adolescente, fingiendo desinterés mientras da un sorbo de su taza.

—¡Calla tonto! —responde propinándole un cocacho, consiguiendo que el contrario suelte un quejido y en un solo instante, se levante para corretearlo; acorralándolo contra un mueble para lanzarse sobre su cuerpo, buscando las zonas más vulnerables para darle cosquillas.

—¡Ya, está bien!, ¡lo siento! —comenta entre gritos, demostrando su derrota para verse liberado de ese dulce tormento.

—¡Ya, en serio!, ¿por qué tan arreglado? —vuelve a pregunta el joven, sentándose nuevamente para continuar con su desayuno.

Y sucede que Jerson al igual que sus amigos, es de los muchachos que le gusta verse bien, sin interesar al lugar que vaya. "La vestimenta habla bien o mal de una persona, uno siempre debe estar arreglado porque las primeras impresiones cuentan", son las palabras que se repite a cada momento, cuando le cuestionan su obsesión por verse bien hasta para ir al supermercado; porque en ocasiones, sí exagera un poquito.

Además, aprovecha su físico para intentar destacar, apoyándose también en su personalidad dulce y coqueta. Recordemos que nuestro chico es el más bajito entre los seis guardianes, para su edad puede decir que está quedándose pequeño y su futuro no es prometedor; aunque se lema es: "ser chato tiene sus ventajas".

Pero bueno, lo importante de todo, es que sigue siendo un joven bien parecido; de corta cabellera lacea color caoba que le entregan un brillo especial a esos orbes marrones, resaltándose en su blanca piel. Y con un cuerpo que está formándose, como resultado de sus constantes prácticas de zumba.

—¿Te quieres ganar otro golpe por estar molestándome? —pregunta mostrando su puño que va acercándolo hacia su primo.

—¿Y tú quieres ganarte otra ronda de cosquillas? —contraataca el contrario, descubriendo el punto débil de nuestro protagonista que decide rendirse.

Ambos se observan graciosos, soltando unas carcajadas que los ayuda a mantener ese buen ánimo y disfrutando de un agradable desayuno, mientras se entretienen en las noticias.

En menos de media hora, Jerson termina de limpiar su servicio para despedirse de su familia y salir hacia su destino; porque pasada las doce, tiene planes de visitar algún mall y comprar unas cosas que necesita en la escuela. Además, el camino desde su casa hasta el gimnasio no es tan largo, en caminata solo demora quince minutos; por eso, no puede quejarse demasiado.

Aunque al llegar, se asombra al encontrar a un distraído Alfredo en la sala de espera, perdido en uno de esos libros que el muchacho disfruta leer. Movido por la curiosidad y aprovechando que no ha sido descubierto, se acerca cautelosamente para darle un pequeño susto.

—¡¡ALFREDO!!, ¿qué haces aquí? —grita con ese agudo tono de voz que crispa los nervios de quienes lo conocen, incluyendo al mencionado que da un ligero salto en su asiento, pues ha estado demasiado absorto en la lectura.

—¡Je-Jer-Jerson!, me has asustado —responde el pelinegro, colocándose una mano en el pecho, intentando regular su respiración.

Suelta unas pequeñas carcajadas, demostrando la satisfacción de su maldad; mientras toma asiento junto a su amigo, intentando descubrir qué estaba leyendo.

—¿Y Spero?, es extraño verte sin ese gato que anda pegado a ti como chicle —comenta gracioso, recordando cómo son pocas las ocasiones, donde ese par anda separado.

—Ha preferido quedarse en casa, le dije que aquí no encontraría nada entretenido —responde luna cerrando su libro, colocándolo sobre sus piernas.

—¡Oh, cierto! —se muestra curioso al acordarse de una situación—. ¿Qué sucedió la semana pasada?, nos llamaste el sábado demasiado tarde y te notabas preocupado; ¿es culpa de alguna criatura? —pues en ese momento, su acompañante parecía realmente angustiado cuando realizaron la video-llamada.

Y sucede, hace una semana aproximadamente, luego del incidente donde tuvo que revelar su identidad frente a Enzo para salvarlo; el chico de la luna llamó a sus amigos muy angustiado, comentándoles que se habían presentado unos problemas. Quedaron en conversarlo en la escuela, pero con los exámenes encima más las constantes batallas, sumándole que no han logrado reunirse todos; esa anécdota ha quedado pendiente.

—¡Ah!, en realidad creo que exagere un poco —responde el pelinegro, apretando sus manos contra el libro y mostrando inconscientemente cierta inquietud.

—Prefiero que lo hablemos mañana en la escuela, cuando estemos los seis reunidos —con la mirada señala los alrededores—. Además, muchas personas merodeando cerca, no son buenas para conversar de nuestro secreto —agrega con un guiño, fingiendo inútilmente estar calmado.

Jerson puede leer la expresión de su amigo y descubre que está ocultándole algo importante, parece preocupado por alguna situación que ellos desconocen y conociéndolo bien, eso puede convertirse en un problema para sus enfrentamientos contra los kirai; porque Alfredo, es el resplandor que les ha devuelto la esperanza, también necesaria para purificar la maldad que amenaza con destruirlos.

Pues ahora entienden que sus poderes nacen de la intensidad de sus corazones, de sus buenos deseos por proteger a alguien; convirtiendo a la duda en su mayor enemigo, al no permitirles utilizar sus destrezas de forma adecuada.

Sin embargo, su acompañante en algo sí tiene razón, no pueden arriesgarse a conversar cerca de demasiadas personas que siguen temiéndoles.

—¡Tienes razón! —responde con una de sus características sonrisas, revolviendo el cabello ajeno.

—¡Por cierto!, ¿qué haces por aquí? —luna utiliza un tono gracioso—. Se me hace raro verte con ese maletín tan grande y usando ropa deportiva —riéndose de su propio comentario, para ganarse una mirada de desconfianza.

—Aunque no me creas, suelo venir después de la escuela y en mis días libres por la mañana; por eso, tengo esta esbelta escultura envidiable para muchos, incluyendo a Jordán que está engordando.

Responde demasiado orgulloso, inflando el pecho como un pavo real en época de celo; provocando de seguro, un estornudo en el mencionado que teme resfriarse.

—Más bien iba a mencionarte, lo extraño es verte a ti por estos lares, ¿a quién esperas? —pregunta mirando en los alrededores, intentando descubrir a alguien.

—Acaso... ¿no me veo como un chico de gimnasio? —el pelinegro comenta sarcástico, intentando jactarse de sus frágiles brazos.

—¿Quieres la verdad o seguimos siendo amigos? —suelta una risita que le hace merecedor de una enojada mirada—. Si soy franco, estás sin músculo y tu cuerpo se ve todo flojo; de esa forma, nunca conseguirás un atractivo enamorado —esa sinceridad ha provocado el desánimo del contrario y cierto rubor en sus mejillas.

—Bueno, es normal para alguien que es perezoso con los ejercicios —expresa en una risa avergonzada—. Solo vine acompañando a mi hermano, le prometí que luego iríamos al parque de diversiones. Y como el gimnasio no es lo mío, prefiero estar esperando mientras me pierdo en un libro —le enseña la portada a trueno, quien en realidad no está interesado en eso, porque está pensando en algo más divertido.

—Entonces, para que no estés solito, mejor vente conmigo a clases y nos divertimos juntos —expresa tomándolo de la mano, a pesar de su negación—. ¡No te preocupes!, aquí no alzaras peso ni harás ejercicios, solo te moverás para endurar —añade dándole una fuerte palmada en el trasero, provocándole vergüenza ajena.

—Además, te vas a divertir porque nos enseñará Felipe, el mismísimo coreógrafo del BL801 —sin escuchar las objeciones del otro, decide arrastrarlo contra su voluntad hacia los vestuarios.

Como Alfredo no iba preparado para la ocasión y con su amigo no coinciden en estatura, aunque no muy de acuerdo y con el rostro completamente rojo, se encuentra vistiendo una combinación que considera demasiada pequeña e invasiva por captar algunas indiscretas miradas. Un polo sin mangas, junto a un short un poco más arriba de las rodillas.

—Solo te falta este detalle para identificarnos dentro de la sala, porque es muy importante que sepan del equipo que somos —Jerson le coloca una banda en el cabello que se destaca por ser demasiado llamativa, con varios colores como el arcoíris.

Con solo abrir la puerta y estar en la entrada de la enorme habitación, donde varios espejos cubren las paredes, similar a los cuartos de ensayos de bailarines profesionales; luna se incomoda porque percibe más miradas sobre ellos, con algunas expresiones que quiere descifrar como sorpresa.

—¡Oh vaya!, veo que has traído a alguien más del gremio, cada día estamos creciendo —uno de los instructores se acerca hablando en un tono demasiado fuerte, llamando la atención de los demás que observan a nuestra inusual pareja.

El pelinegro no entiende la situación ni lo que sucede, porque su atención está en la ropa que trae puesta y considera demasiado exhibidora; al contrario del muchacho del trueno, pues se muestra demasiado complacido por la mirada de muchos curiosos, quienes parecen estar encantados con verlos.

—Con esas palabras, nos ha querido decir que somos parte del colectivo... —nuestro protagonista susurra cerca del oído contrario ante su interrogativa expresión, terminando por sonrojarlo al extremo cuando entendió las palabras del coreógrafo y se convirtió en el centro de atención por soltar un inocente grito de sorpresa.

Más a la fuerza que por su propia voluntad, a luna no le quedado de otra que seguir las locuras de trueno, intentando concentrarse en imitar la coreografía que están realizando. Bueno, los primeros pasos sí han sido un completo desastre, porque mientras unos se movían hacia la izquierda, él caminaba hacia el lado contrario o accidentalmente chocaba contra alguien.

—Acaso, ¿tienes dos pies izquierdos?, debes aprender a utilizar tus encantos para este ritmo —sigue ganándose fuertes reclamos del extraño maestro, como lo ha bautizado; pues se muestra empecinado en enseñarle cómo bailar al ritmo de los demás.

—Debes moverte con pasos elegantes, combinando sensualidad y coquetería. No bailar como si estuvieras caminando sobre un campo minado —son los constantes regaños que continúan recibiendo por dos largas horas de intenso ensayo.

A pesar de terminar completamente agotado y con las piernas tambaleando, se puede decir que el pelinegro ha obtenido algo bueno de ese momento, porque al menos ha logrado medio aprender dos coreografías; prometiéndose perfeccionarlas en casa. Y aunque le avergüence admitirlo, le ha parecido divertido.

Mientras que Jerson sonríe satisfecho observando orgulloso en uno de los espejos, pues ha conseguido perfeccionar los pasos que tanto deseaba.

—El maestro parece alguien renegón, pero puedo asegurarte que es muy apasionado cuando quiere enseñar. A mí me ha tomado casi tres meses, moverme a la soltura de ahora —con unos simples pasos, termina en una espectacular pose, ante su cansado acompañante.

—Pensé que nunca iba a terminar de ser perseguido por ese profesor. En verdad, es demasiado extraño y no me imagino a Jordán en una clase suya, creo que terminarían en golpes —con ese comentario, ambos ríen por lo gracioso que sería esa situación.

Mientras tanto, un inusual cuarteto que desde hace unos días ha invadido la tranquila vida de nuestros protagonistas, se encuentran caminando en dirección a los baños.

—Sé que los he visto pasar por aquí, estoy segura que iban a los servicios —Lucero camina junto a Martha, siguiendo los pasos de los dos amigos.

—Estaban saliendo de clases, completamente sudados; apuesto que van a tomar una ducha juntos — la trigueña suelta un ahogado grito, empezando a secretearse con su acompañante; mientras los dos muchachos, caminan arrepentidos siguiéndolas.

Y sucede, desde aquel día cuando ambos grupos se conocieron, este par de señoritas no ha dejado de andar detrás de los seis guardianes, mismas fanáticas acosadoras; causándoles algunos problemas en la escuela. Aunque lo más importante, han hecho rabiar a Jordán y Nicolás que estuvieron a poco de utilizar sus poderes para alejarlas.

—Esta vez no harán nada extraño y se disculparan con ellos. Si en realidad quieren ser amigas de esos chicos, es mejor actuar con mucha cordura y no como dos locas obsesivas —Andrés las regaña, haciéndolas sentir culpables por todos los problemas que han rodeado al sexteto.

—Solo será un lo siento y de ahí nos marcharemos sin más —menciona en un tono severo, recibiendo la aprobación de ambas jovencitas.

Sin embargo, al llegar a los baños de varones, las muchachas escuchan las voces de quienes estaban buscando.

—No debes moverte demasiado, sino no podré sacarlo —aunque se detienen de improviso, haciendo que sus compañeros choquen contra ellas. Andrés intenta reclamarles, pero Martha le hace señas para que escuche.

—Para haber sido tu primera vez, puedo asegurarte que sí ha hecho efecto; estar todo mojado, es una prueba de ello. Quizá ahora está un poco grueso, pero verás como con la práctica que tendremos, quedará en el grosor perfecto —se escucha la voz de Jerson en tono muy sensual, mientras que Alfredo con una voz mucho más apagada, le pide detenerse.

—Si no usaras esto alrededor, no se calentaría y no tendría el mismo efecto. Aunque al inicio apriete, verás que a las finales te acostumbraras —Andrés intenta mencionar algo ante la inusual conversación.

Sin embargo, sus dos amigas parecen estar más que complacidas; por sus miradas y sus ahogados gritos de emoción, no quiere imaginarse que está pasando por esas alocadas cabezas.

—Eres muy sensible aquí y eso realmente me gusta —escucha como los muchachos cambian su conversación, por una extraña combinación entre risas y sollozos.

Esto ocasiona que las chicas sigan soltando apagados gritillos, mencionando unos roles y posiciones que solo consiguen confundir a sus dos acompañantes. Porque ellos tampoco saben qué pensar de lo que están escuchando.

—¿Qué hacen ustedes cuatro aquí afuera?, ¿qué están esperando? —pero la repentina aparición del profesor de zumba, causa pánico y vergüenza en el cuarteto que no saben cómo reaccionar.

—Si me dan un permiso, debo entrara para ir a cambiarme —intentan detenerlo entre forcejeos y murmuraciones, aunque solo consiguen empujarlo, para ellos también caer dentro del baño.

Y el panorama es el siguiente, Jerson está ayudando a Alfredo a quitarse una faja que trae ajustada; aprovechando también, para hacerle algunas cosquillas cerca a la cintura, mientras el otro intenta zafarse, pidiéndole entre sollozos se detenga.

Pum, ese sonido detiene el momento, alertando al pelinegro para encontrarse abordado de varias personas que ahora no dejan de observarlo, despertándole un rápido calor que invade sus mofletes y soltando un fuerte grito para nada cauteloso; provocando que el cuarteto salga corriendo, pidiendo disculpas por la intromisión.

Cuando ambos acaban de ducharse y cambiarse, salen de los vestuarios para notar como Andrés lleva a rastras a sus amigas, con unos rostros que muestran evidente arrepentimiento por andar pensando en cosas equivocadas.

—No sé cómo me han metido en esta confusa situación —con una seria expresión, las obliga a disculparse con nuestros chicos, quienes prefieren olvidar ese bochornoso momento, quedando en iniciar las cosas desde cero.

Aunque solo una persona se mantiene distante a la conversación, Enzo que al chocar miradas con Alfredo, simplemente lo rechaza como ha venido haciéndolo durante la semana, fijando su atención en cualquier otro punto.

Esa realidad, provoca que luna recuerde aquella noche donde tuvo que convertirse delante de ese muchacho y como este mencionaba una equivocada realidad. «No entiendo por qué me está afectando tanto», suelta un cansado suspiro, despidiéndose del cuarteto para dirigirse a la sala de espera junto a su amigo; mientras intenta ignorar esa punzada que sigue golpeándole el pecho, dándole un mal presentimiento.

—¿Por qué todos piensan que nosotros somos los culpables de las desapariciones?, cuando en realidad solo estamos intentando ayudar —pregunta a nadie en especial, dejando escapar un largo sollozo y dejándose caer sobre uno de los asientos.

Nuestro chico del trueno, lo observa extrañado porque no comprende, por qué sigue dándole vueltas a ese asunto; «hagamos lo que hagamos, a nadie parece interesarle, seguirán juzgándonos por el temor que les causamos», pues desde hace tiempo, ha decido ignorar todos esos comentarios que solo provocan desagradables recuerdos.

—De las personas atacadas por los kirai, muchos piensan que los guardianes son los culpables; creen que nosotros creamos a esas bestias para asustar la ciudad, manipularlos y luego matarlos cuando no nos sirven. Al menos, eso dicen todos los noticieros —recuerda el gesto de desprecio de Enzo hace unos instantes, desmotivándose por completo.

—No tienes por qué preocuparte, los humanos siempre pensamos muchas tonterías que nos brinden seguridad ante lo desconocido. Y realmente, no creo que realmente nos odien —intenta motivarlo, a pesar de sus constantes suspiros.

Sonríe tiernamente, porque ese muchacho de azabaches cabellos que parece derrumbarse, se muestra raramente decaído. Siempre lo ha cautivado ese sentido inquebrantable de optimismo que no duda en mostrar. Sin embargo, entiende que estas situaciones son nuevas y no comprende cómo enfrentarlas; a diferencia de los cinco primeros guardianes.

«Estar encerrado por demasiado tiempo en ese hospital, ha tenido ciertas ventajas; ha hecho que mantenga la inocencia que nosotros perdimos ante Exitium», suspira ante esos recuerdos, agitando la cabeza para no caer en un pasado que no puede cambiar; en momentos que pensó haber superado, pero en realidad siguen siendo su tormento.

—He oído a algunos decir que somos una amenaza, es como si nos temieran. Creo que hasta han llegado a odiarnos, como Exitium siempre nos repetía.

—¿Estás otra vez con lo mismo? —se ha propuesto a no vivir de malas memorias y de miedos, comprende que prestar oídos a comentarios innecesarios, solo lo obligaran a retroceder en sus decisiones—. Pensé que el encuentro con los chicos de la Triple Luna, había cambiado tu perspectiva; aunque veo que sigues con las mismas ideas —agrega en un pesado suspiro.

Alfredo se sorprende de esas palabras y de cierta manera, se siente culpable por considerarse una molestia; además, no es usual notar tanta seriedad en Jerson, quien siempre se ha caracterizado y mostrado como alguien bastante despreocupado, llegando a percibirse como infantil.

—¿Y qué importa si nos temen?, ¿qué si nos odian?; después de todo, ninguno entiende por las cosas que hemos atravesado y no tienen el derecho a juzgarnos —parece como si trueno estuviera buscando las palabras correctas.

—Has caso omiso a esas ideas, no tienen nada de importancia, no deben tomar nuestro tiempo ni nuestro interés; tampoco bloquearnos porque tenemos un importante misión por cumplir —añade mostrando su mejor sonrisa, intentando sonar convincente; mientras da unas palmadas en la espalda ajena.

—Eres un chico demasiado radiante y parece que no tuvieras preocupaciones, a veces me gustaría ser como tú —Alfredo observa como la animada expresión de su acompañante, cambia rápido a una más seria, tornándose de cierta manera decepcionada.

—¡Eso ni lo digas!, no puedes pensar en parecerte a los demás, es realmente fastidioso —se muestra serio e intenta sonar reprochador.

—No puedes andar preocupándote por aquello que no puedes solucionar, las personas cuando algo les aterra, prefieren calificarlo de malo o prohibido, aunque no sea así. Tú sabes que no estás haciendo nada malo, ¿así que para qué preocuparte?

A pesar de su comportamiento infantil, este pequeño demuestra cuán maduro es, cuando la situación lo amerita. Además, seguir lamentándote de acciones ajenas que no podrás cambiar, ¿te beneficia en algo?

—Lo importante, es seguir el deseo de tu corazón, pelear por aquellos que prometimos proteger —revolviéndole el cabello, le pide aferrarse en todo momento a esas palabras—. Esos tres guerreros que conocimos, tienen razón, debemos preocuparnos más en nosotros mismos, eso hará brillar nuestra esperanza.

Alfredo se muestra sorprendido, aunque rápido sonríe de forma sarcástica; se percata que sus preocupaciones son realmente innecesarias, llegando a sonar tontas. Sin embargo, a veces necesitamos de unas palabras que nos impulsen a continuar, ¿cierto?

—Ya he vivido demasiado tiempo limitado, todo por andar pensando en el porqué de muchas cosas o intentando cambiar situaciones que estaban fuera de mi alcance — extiende los brazos para dejarse caer completo sobre el asiento—. Ahora solo quiero vivir lo más libre que pueda, para luego no tener arrepentimientos —fija su mirada en cualquier punto en el techo, mientras mantiene su radiante sonrisa.

—Yo..., siento mucho ser tan impertinente —dándose cuenta de su error, luna se disculpa con su amigo que sigue reconfortándolo y sonríe al escuchar lo que considera una tontería.

—Es gracioso cuando te disculpas por algo que no has hecho —ambos se observan sinceramente, transmitiéndose la calidez de esa amistad que los une.

De cierta manera, como los demás chicos, tienen cosas en común que los convierte en cómplices, con un mismo propósito que piensan cumplir sin interesar las circunstancias.

—¿Quieres conocer a un Jerson diferente?, uno que no se arrepiente de lo que ha conseguido; la felicidad de la persona que ama —comenta haciendo que sus miradas se conecten, sorprendiendo al otro que responde asintiendo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro