17: ¡Gracias!
Después de ese incidente, para bien o para mal, nadie lo sabe; la situación de nuestro protagonista ha cambiado, porque los días siguientes han sido de mejores noticias. Nadie se explica cómo o qué ha sucedido para que Iván, que según los médicos no pasaría de aquella noche; y Jordán que a pesar de mantenerse fuerte, el tratamiento no mostraba los resultados que esperaban. Sin entenderlo, ambos se están recuperando de forma lenta y con buen pronóstico médico. Extrañamente, los últimos exámenes muestran que la enfermedad se ha desvanecido de sus cuerpos.
—La verdad aun no logro entender qué ha sucedido, ¿un milagro o suerte?, quién sabe. Pero mamá dice que a veces, situaciones como está ocurren sin avisar, algunos le llaman "ser bendecido con un milagro" —el castaño se encuentra emocionado, arreglando la maleta y mostrando su impaciencia por marcharse de ese lugar.
—Cualquiera pensaría que estás ansioso por salir, como si no fueses a extrañar esta habitación —en cambio Jordán, aunque también está emocionado, una extraña sensación le ha invadido, un irracional miedo que no logra entender.
—¿Y quién extrañaría un hospital?, no estoy tan loco como para llegar a ese momento —Iván entiende las palabras del otro; por eso se acerca sigilosamente a él, mientras concentrado está arreglando su maleta y dándole cariño al extraño gato de pelaje púrpura, sorprendiéndolo por la cintura.
—Lo único que voy a extrañar de esta habitación, son los recuerdos que hice contigo —le susurra al oído, enviándole una agradable sensación por todo el cuerpo—. Aunque luego de tu sí, sé que estaremos más juntos que antes —y con un casto beso, borra el puchero que Jordán traía en los labios; lanzándose ambos a la cama, en una batalla de cosquillas.
Sin embargo, el encuentro con Exitium, el inusual felino púrpura, no es la situación más difícil por la cual nuestro muchacho ha tenido que atravesar. A pesar que las siguientes semanas han estado llenas de alegrías, donde la convivencia con su familia ha regresado a la normalidad, ha retomado sus entrenamientos, las salidas con sus mejores amigas y los buenos momentos que comparte junto a Iván, con quien ahora está saliendo de forma distinta.
Hay situaciones que están cambiando su personalidad inocente y despreocupada, como las batallas que ha enfrentado con unas deformes criaturas que nacen del odio de las personas. Recordar como dos pequeños hermanos desaparecían frente a su llorosa madre, es una situación que le ha hecho perder la esperanza.
—No existe otra forma de detenerlos —fueron las palabras de Exitium para resignarse al destino que le ha tocado. Sabiendo que eso, es solo el principio de lo que vendrá; o al menos, tiene ese presentimiento.
Aunque ahora su preocupación está en Iván, con quien ha tenido algunas dificultades, porque en los últimos días, ha ido sintiéndolo distante; como si estuviera perdiendo interés en la relación que él mismo propuso cambiar.
—No entiendo el comportamiento de los humanos, amar y no ser correspondido es muy confuso —las palabras del felino han ido directo a la herida, haciéndolo enojarse.
Pero a una corta distancia de dónde se encuentran, escucha una conocida voz, emocionándose y buscando con la mirada a su dueño, hallando entre los arbustos a un escondido Iván que para su suerte, no se ha percatado de su presencia.
Susurrándole a su acompañante, le pide hacer silencio, mientras se acercan cautelosamente.
—Te he dicho que mejor termines con ese chico, no encontraras nada bueno en el futuro estando con él —una segunda voz detiene sus pasos, escuchando como el castaño se rehúsa—. No estás enamorado, solo estás confundido porque fue la persona que te acompañó toda tu enfermedad. ¡Vamos hermano!, a eso no le puedes llamar amor, es solo gratitud y no te confundas —aunque un muchacho de cabellera rubia, persiste en su intento, aconsejándole acabar con la relación.
—¿Salir con un hombre?, ¿qué de bueno puedes sacar de eso?, puede que un buen sexo y nada más. Mejor termina con él y consíguete una linda chica que pueda darte todo lo que un hombre necesita —son las duras palabras que logra escuchar, sintiendo como las lágrimas escapan sin avisar.
En un intento por marcharse, pisa unas ramas e interrumpe la conversación, causando asombro en uno. El rubio parece no entender la situación, en cambio Iván siente una presión en el pecho, cuando ve a su novio con lágrimas en los ojos, corriendo buscando escapar al saberse descubierto.
Tin, tin.
El castaño intenta alcanzarlo, pero se detiene al escuchar unos desgarradores gritos, aterrándose al observar como su mejor amigo, está convirtiéndose en un deforme monstruosidad.
Sin poder creerlo, Iván repetidamente se frota los ojos, buscando con la mirada al rubio por cada rincón del parque, guardando la esperanza que todo sea una mala broma.
—¡Cuidado! —Jordán salta sobre él empujándolo y evitando que sea alcanzado por el fuego que la criatura ha lanzado, aunque su pierna izquierda no ha corrido con la misma suerte, ni el parque que ha empezado a arder.
El inusual gato púrpura se acerca y observa a su lastimado cuidador, transmitiéndole algo con la mirada que solo ambos comprenden.
—Descendiente del león, guardián de la recuperación —sin pensárselo, se levanta y cruza sus brazos, liberando un fuerte resplandor desde la pulsera que trae en la muñeca derecha—. Transmutación de fuego —una luz roja lo rodea, convirtiéndolo en alguien distinto.
Quería mantener ese cambio en secreto, revelar esa nueva identidad que ha adquirido, no estaba entre sus planes por temor a ser odiado; pero la situación ha necesitado de su rápida intervención, mostrando un semblante de tristeza por haber revelado en quién se ha convertido, observando a un Iván que sigue en estado de pánico.
—¡Cuídalo, por favor! —se dirige a su mascota antes de lanzarse contra la descomunal bestia, a quien con unos simples movimientos, ha logrado inmovilizarlo; sometiéndolo a sus golpes y encerrándolo en su misma trampa, el fuego que ha expandido por todo el lugar.
El castaño no puede decirlo, pero está escuchando la voz de su mejor amigo dentro de sus pensamientos; cada golpe que recibe la bestia, es un grito de lamento que está atormentándolo.
Tin, tin.
Además, un extraño sonido que parece querer volverlo loco, anda resonando dentro de su cabeza; impulsándolo a reaccionar e interrumpir la batalla, cuando observa como Jordán ha invoca a un gigantesco león de fuego que ruge furioso.
—¿Es que acaso no escuchas que está sufriendo?, no le hagas daño, ¡te lo suplico! —responde ante las dudas del guardián que intenta apartarlo—. Él es una persona muy importante para mí, es mi mejor amigo. ¡Por favor!, no lo lastimes—son suficientes palabras para hacerlo detener su técnica.
Tin, tin.
Pero un peculiar sonido, provoca que la bestia enfurezca y se libere de su prisión, impulsando a que nuestro guerrero reaccione, lanzándole una gigantesca bola de fuego que lo empuja sobre su espalda.
—Eso ya no es quien tú conociste, ahora solo es un monstruo que amenaza nuestra tranquilidad —es la severa afirmación de Jordán, al pedirle que se aleje; porque puede no entenderlo, pero intenta protegerlo aun en contra de su voluntad.
—¿Cómo quieres que lo olvide?, no me puedes pedirme dejar de lado a la persona que ha estado siempre conmigo —no puede contener las lágrimas, al suplicarle a su novio detenerse—. Sé que debe existir otra forma.
Son esas palabras que provocan una sonrisa sarcástica en el guardián, porque le recuerda su obstinación de querer ayudar a los convertidos, cuando recién entendió su misión. Sin embargo, las palabras del felino retumban en sus pensamientos, al igual que el dolor de sentirse abandonado por la persona que ama; piensa que de tenerlo a su lado, no estuviera agobiándose con tantos recuerdos amargos.
Entendiendo que todo cambiará y no con buen pronóstico, hace caso omiso a las súplicas de su persona amada.
—¡Nemea!, utiliza toda tu furia y acaba con esa amenaza —ordena a su defensor para verlo lanzarse contra su oponente, presionando su mandíbula contra el cuello contrario.
Los gruñidos se hacen más fuertes y las palabras de ayuda retumban en la cabeza de Iván, que a pesar de su llanto observa como la bestia desaparece en pequeños fragmentos negros que se elevan al cielo, escuchando también el último lamento de su mejor amigo. Nada, no queda nada a su alrededor, todo ha desaparecido.
La persona que el castaño alguna vez conoció, con quien compartió buenos y malos momentos, le ayudó en las situaciones más difíciles; todo eso acaba de desaparecer, junto con al sentimiento que guardaba hacia la persona que tiene enfrente, aunque los recuerdos aun retumben en sus memorias.
Dejando escapar toda la impotencia que siente a través de sus lágrimas, no se contiene en reclamarle a nuestro muchacho por la crueldad de sus actos, no se mide al tacharlo de asesino, sin importarle que tan duras o ciertas puedan ser sus palabras. Pero una confesión ha terminado por desmoronar al guardián, porque Exitium ha decidido confesar el sacrificio que realizó por la persona que ahora parece odiarlo.
—Hubiese preferido morir, antes de saber que la persona que amé, se convirtió en esta clase de monstruo. Personas con tu maldición, merecen el desprecio de otros y vivir en la soledad —Iván se coloca de pie y decide abandonar el lugar, dejando atrás a un adolorido Jordán, sintiendo como esas palabras golpean su pecho con dolor.
Una repentina lluvia comienza a caer, aminorando el fuego de la batalla y borrando el rastro del castaño que se pierde en la oscuridad. Nuestro protagonista se deja caer al lado de Exitium, sollozando por lo sucedido; mientras que alguien lo observa a la distancia, escondido entre los arbustos.
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—En realidad has pasado por cosas demasiado tristes, creo que la vida no ha sido justa contigo. Sacrificarte por alguien que no ha sabido agradecer, ¡es injusto! —se sorprende al ver la reacción de Alfredo que no deja de llorar desde hace buen rato. Y es que en un primer momento, llegó a pensar que su reacción sería todo lo contrario.
—El querer evitar acercarme a ti, era porque en realidad me recuerdas mucho a esa persona —reclamarle como lo hizo Iván o quedar aterrorizado como Isabela; cualquiera de las dos reacciones que tuviese, estaba seguro que igual llegaría a odiarlo. Pero nada de eso ha sucedido.
—Tenías mucha razón cuando decías que no conozco nada sobre ustedes, en lo tonto que suena ser optimista, sin saber qué cosas dolorosas han atravesado. En realidad, es como si hubiésemos vivido en distintos mundos, porque yo no he tenido nada que sacrificar —con estas palabras, siente un nudo en la garganta; pues la culpa le invade cuando recuerda las duras respuestas que ha tenido con la persona que ahora llora por él.
—En realidad eres un chico demasiado extraño —susurra lo más bajo posible para no ser escuchado, mientras con una sonrisa le revuelve el cabello a su amigo.
A veces, la primera impresión que tenemos de una persona no es correcta, porque solemos juzgarla anteponiendo nuestras experiencias, en ocasiones las malas que hemos vivido. Y eso sucedió con Jordán cuando conoció al pelinegro, pensó que no llegarían a compenetrarse, porque esa alegría que irradia y ese optimismo inquebrantable, le hacían recordar a quién lo lastimó, teniendo miedo de volver a ser rechazado.
Sin embargo, ahora se ha dado cuenta que puede confiar en ese muchacho llorón y atolondrado que tiene a su costado, porque puede no mencionarlo; pero le transmite cierta tranquilidad cada vez que lo tiene cerca.
—Pensé que te asustarías como aquella muchacha o que terminarías odiándome como Iván. Ahora conoces la clase de monstruo que soy —Alfredo lo observa sorprendido—. Aun no entiendo como alguien que tiene las manos manchadas de sangre, puede convertirse en un héroe, ¿es algo ilógico no crees? —confundiéndose cuando su acompañante le refuta con un fuerte estás equivocado.
—No eres un monstruo ni te has convertido en uno, de eso estoy seguro —la mirada de seguridad del chico de la luna, hace que sus mejillas tomen un color rojizo—. Solo hiciste lo que tu corazón te pidió, proteger a tu persona más importante. Eso no puede considerarse malo —entiende que intenta animarlo, aunque también comprende que esa palabras no son del todo ciertas.
—Si hubiese mantenido la misma esperanza que tú, si no me hubiese dejado cegar por mi dolor; quizá las cosas ahora serían diferentes, tal vez...
—No digas más esas cosas. ¿Por qué buscas culparte?, ¿por qué sigues arrastrando un pasado que no cambiaras?, ¿quieres que los demás sientan lastima por ti? —las preguntas del otro son tan directas que logran dejarlo sin respuesta—. Tú no sabías que existía otra forma de salvar a esas personas, tal vez tuve suerte de encontrarla; de lo contrario, hubiese tenido que acabarlos como lo han hecho ustedes.
La mirada fija que su acompañante mantiene con él, hace que en su pecho albergue una extraña, pero agradable sensación.
—¿Y por qué lo hiciste?, si esa noche atacaste, fue para proteger a tu persona más importante y evitar más desapariciones. Si hubieses dejado que lo atacaran y terminara lastimado, si yo permitiría que algo así les sucediera a ustedes, eso sí me convertiría en un despreciable monstruo.
—Además, recuerda lo que te dijimos cuando despertó Alfredo —Spero que se ha mantenido callado hasta el momento, interviene en la conversación—. Cada guardián tiene una habilidad que otro no puede reemplazar, eso los convierte en un equipo. Sus inicios fueron parte de su camino a la madurez como guerreros y arrepentirse ahora, demostraría que nos has aprendido y no valoras el esfuerzo que has demostrado.
—El dolor y la traición son inevitables, las malas experiencias son también parte del paquete; solo recuerda mantenerte firme con tu propia esencia, sin interesar las heridas que hayas recibido —Alfredo sonríe junto a Spero—. A eso se le llama esperanza.
Y con esa cálida sonrisa que lo ha cautivado desde su primer encuentro, Jordán se da cuenta que sus lágrimas están cayendo, sintiendo como cada una de esas palabras, calan en lo profundo de su corazón.
—¡Todo está bien!, puede que Iván no lo entienda, pero tú sabes que actuaste de la manera correcta para protegerlo; porque la forma de querer o de tener esperanza, no es igual para todos. Somos humanos, ¿cierto?
Nuestro engreído favorito, entiende que ha estado siendo demasiado duro consigo mismo, cargando con una culpa incorrecta y castigándose innecesariamente por recuerdos que le hicieron verse como una de las peores personas, mereciendo solo el desprecio y abandono de los demás. Así que más animado y revolviéndole el cabello a su amigo, susurra un sincero gracias.
Luego de un agradable momento de sincera amistad, ambos deciden que es hora de regresar a casa; pero una repentina explosión, acompañada por gritos de una persona, les hace entender la importancia de su misión y la responsabilidad que cargan sobre sus hombros, proteger la vida de sus personas amadas. Sin importar los malos recuerdos, ellos siempre deberán gritar ¡CAMBIO!
—Yo me encargaré de cuidar a la muchacha, ustedes regresen a ese chico a su verdadera apariencia —Spero forma una barra de energía alrededor de una desmayada Isabela, mientras Jordán con la mirada pide la ayuda de su amigo, para salvar a Iván que se ha convertido en una criatura. Asintiendo ambos, se lanzan al combate.
La enorme monstruosidad de dos cabezas, ruge con furia al sentir la energía que emanan nuestros guardianes; descontrolándose hace crecer sus brazos intentando atraparlos, sus largas extremidades se mueven de un lado a otro, estirándose como si no tuvieran un final.
—Hagamos que su propia técnica sea su perdición —menciona fuego transmitiéndole su plan a luna a través de la mirada, aprovechando la ligereza de sus cuerpos para correr a velocidad, saltando entre las casas de un lado a otro.
Los dos jóvenes intentan mantenerse cerca, cruzándose constantemente uno con otro y provocando que la atolondrada bestia, termine enredando sus brazos en un complicado nudo. Aunque esto despierta más su enfado, lanzando una bola de energía contra una edificación cercana, siendo raídamente interceptada por Jordán que lo desvía. Alfredo realiza la misma maniobra, pero valiéndose de ese momento, el enemigo lanza otra técnica, saliendo de su espalda varias proyecciones de sombra en forma de lanzas.
Viéndose desprotegidos, los guardianes intentan contraatacar; sin embargo, esa estrategia es más rápida. Aunque un solo tras, hace que la sombra de la criatura sea separada en dos, desapareciendo aquella que impactaría contra ellos.
—¿Acaso nos extrañaron? —Fernando agita su guadaña cortando la otra parte del ataque de su oponente, escuchándolo rugir de dolor.
—¡No se preocupen!, se las pondremos fácil está vez —Nicolás se convierte en un enorme torbellino, envolviendo a su adversario que, en desesperación lanza bolas de fuego buscando romper su prisión. Pero mala estrategia, eso provoca que su propia técnica golpee contra sí mismo.
Con la intervención oportuna de sus amigos y viendo debilitada las defensas de su adversario, Jordán le pide a Alfredo que se apresure en regresar la esencia de Iván, antes que algún inesperado incidente pueda complicar la batalla.
—Pero..., esa persona ha sido quien más te ha lastimado —responde luna ante la petición del otro en borrar ese odio que ha convertido al muchacho en una víctima de kirai. Aunque esas palabras lo han sorprendido, entiende perfectamente el mensaje.
—A pesar de eso, es el chico que me ha regalado los mejores momentos y no quiero perderlo. Somos humanos, ¿cierto? —lo observa fijamente transmitiéndole su verdadera determinación—. Regrésale su verdadera esencia, ¡por favor!
Con esas palabras, recibe un de acuerdo por parte del pelinegro que invoca su técnica más poderosa, creando un fuerte destello que ciega a su adversario.
—Saeta del ángel de la luna —dispara una flecha que se separa en dos e impacta en las dos cabezas, arrebatándole los kirai que desaparecen en pequeñas luces negras y liberan al joven de su maldición.
La batalla ha finalizado e Iván es auxiliado por su enamorada que con la mirada, agradece al guardián del fuego por su ayuda. «Aquella expresión no es de miedo, tal vez en algún momento, tú también lo comprenderás», se anima a sí mismo, marchándose junto a sus amigos cuando escucha los sonidos de las sirenas acercarse y al notar como los vecinos comienzan a salir.
—Jordán está actuando muy extraño desde esta mañana, ¿no creen que le haya sucedido algo malo? —Jerson observa preocupado a su amigo que admira el atardecer.
—¿No creen que debemos hacer algo para animarlo?, por estas fechas suele deprimirse —y Gerardo recibe la afirmación de los demás, a excepción de una persona.
—No creo que sea necesario, Jordán es mucho más maduro que todos nosotros. Estoy seguro que a partir de ahora, comprenderá mejor muchas cosas, es lo que necesitaba —Alfredo muestra una tranquilidad que asombra a los chicos, como si supiera algo que ellos no.
Nuestro elegido suspira al ver desparecer el atardecer, recordando el día que conoció a Iván, observando el mismo paisaje desde la ventana de aquella habitación. «A pesar de todo, seguirás siendo alguien especial», siente como el frío viento de invierno juega con sus cabellos; aunque ahora sabe que a pesar de todo, contará siempre con el apoyo de sus amigos.
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