11: Desconfianza
Terminando la última clase de la mañana, los alumnos se estiran en sus asientos, intentando desperezarse de las cansadas clases que han dejado a más de uno exhausto; a excepción de una persona que mantiene las mismas energías, Alfredo está cogiendo su almuerzo para ir al encuentro de los chicos con el entusiasmo que lo caracteriza.
Aún no puede creer que haya pasado un poco más de cuatro meses desde su salida del hospital, donde muchos acontecimientos inexplicables han cambiado el rumbo de su vida. «Tener una segunda oportunidad después que tu alma haya sido rescatada de la muerte, convertirte en un guerrero que pelea contra criaturas desconocidas y hablar con dos gatos parlantes; nada de eso parece real», piensa mientras observa la pulsera que lo ha acompañado desde sus inicios, donde una gema plateada resplandece.
Pero preocuparse por esas trivialidades, no le otorgaran todas las respuestas que está buscando, ¿o sí?; por eso, mueve la cabeza con rapidez para deshacerse de todos esos pensamientos y centrar su atención en apresurarse para llegar a tiempo, antes que la campana de inicio de clases vuelva a sonar.
—¿Hoy no almorzaras con nosotros?, mira que te nos estas escapando seguido —Erika infla sus mofletes en un puchero para mostrar su enojo, pues considera que su mejor amigo ha estado evitándola en los últimos días.
—¡No es eso!, es solo que debo presentar unos apuntes que me ha solicitado la maestra de matemática —responde nervioso, resaltando que aún se le complica seguirles el ritmo, por el retraso que tiene al empezar la escuela dos meses después—. Solo deben tenerme paciencia, unos cuantos trabajos adicionales y estaré libre —agrega con una sonrisa, no siendo del todo una mentira; aunque aprovecha para escabullirse con los chicos para cumplir con su misión.
—Te complicas la vida porque quieres —César lo rodea en un abrazo para atraerlo hacia su pecho—. Ya te dije que puedes contar conmigo cuando quieras, soy un excelente tutor y lograré que recuperes esos dos meses en un par de semanas —sonríe engreído ante un avergonzado Alfredo, no por nada se le conoce como el mejor estudiante.
—Deja de presumir que nadie quiere saber lo obvio —Karin intenta restarle importancia, interponiéndose en el abrazo de los muchachos—. Mejor dejemos que nuestro pequeño pelinegro vaya con la maestra para que entregue los apuntes a tiempo —haciéndole un gesto con la mano, indicándole que debe marcharse.
—¡Está bien!, nos vemos luego —responde con una sonrisa, para enrumbarse por los pasillos de la escuela, donde accidentalmente tropieza con un chico de tez trigueña, disculpándose con el carisma que lo caracteriza para continuar con su camino.
—Ese chico me está preocupando, sé que está dando su mejor esfuerzo, pero pienso que hay algo que no nos quiere contar y que está preocupándolo —Erika resalta su ausencia para ciertas clases o donde termina retirándose junto a Gerardo sin razón aparente.
—He conversado con Vanessa y me dice que también le preocupa su amigo —Karin resalta que ese mismo comportamiento, está presente en otros cuatro chicos de las escuela.
—Dejen de pesar tanto y de meterse en la vida ajena —César les revuelve el cabello, desviándolas del tema antes que se apresuren a sacar conclusiones erróneas—. Confiemos en nuestro amigo, si algo está molestándolo, pronto nos contara —empezando a caminar hacia el comedor, haciéndoles recordar que los mejores platillos son los primeros en acabarse.
Sin embargo, puede que sus acompañantes no comprendan su preocupación, o simplemente, no quieran darle importancia porque nada fuera de "lo común" está ocurriendo; pero Erika sospecha qué puede estar pasándole a su mejor amigo, pues una persona le pidió en su momento, guardarle un secreto porque podría traerle graves consecuencias.
—Solo cuídate, por favor —susurra para nadie en particular, siguiendo el camino de sus amigos hacia el comedor.
Mientras tanto, Alfredo se encuentra reunido con nuestros otros cinco muchachos, en una zona de la escuela que nadie visita, un hermoso jardín que está prohibido para los estudiantes. A pesar de las quejas de algunos, han decidido encontrarse en la hora de almuerzo para conversar, porque Jordán ha estado actuando extraño en los últimos días, indicándoles que necesita hablar de urgencia con todos.
—Es mejor que sea en horas de estudio, donde Exitium ni Spero se encuentran cerca —resaltando su desconfianza en ambos felinos—. No quiero que terminen confundiéndonos con sus habilidades mentales o que terminen sospechando de nosotros por contrariarlos —preguntándoles a Nicolás y a Alfredo si no han notado alguna conducta extraña.
Y sucede que estos dos chicos, pueden tener un mejor panorama del comportamiento de los gatos; porque ambos se han convertido en sus inquilinos, conviviendo con ellos casi las veinticuatro horas.
—Exitium conmigo o con ustedes es como siempre, sarcástico y molesto —Nicolás resopla fastidiado, mencionando que piensa dárselo a Fernando para que cuide de su mentor.
—Spero es muy amable conmigo, es divertido vivir con él —en cambio Alfredo, se muestra complacido con su acompañante—. Es interesante ver como aprende nuestras costumbres y como se interesa por conocer más de nuestro planeta —añadiendo que siempre busca su bienestar, ayudándolo a entender sus poderes y los cambios que ha atravesado.
Esta última confesión causa una extraña expresión en Jordán, esperaba otro tipo de respuesta que confirmará sus sospechas, o que al menos, le indique que va por el camino correcto. Pero, ¿y si está exagerando?, ¿si solo son ideas suyas?
—¿Qué sucede?, ¿para qué nos hemos reunido si no hay ninguna criatura? —pregunta Jerson interesado, porque es muy extraño que los seis se reúnan, si no es para una batalla o cuando están en compañía de los felinos.
—Sucede que Jordán desconfía de Exitium y Spero —responde Gerardo, soltando un pesado suspiro—. Piensa que no están siendo sinceros con nosotros y que no debemos confiar en ellos —resaltando que esa historia de chicos elegidos para salvar el mundo, no termina por convencerlos.
—¡No entiendo!, ¿por qué no deberíamos confiar en ellos? —los demás sonríen ante el inocente comentario de Alfredo, pues los cinco llevan mucho más tiempo conviviendo y conocen las mañas del felino púrpura; coincidiendo en algo con el muchacho del fuego, aunque no lo hayan mencionado.
Jordán se frota la sien para calmar su temperamento, se conoce tan bien y entiende puede soltar alguna tontería ante tanto cuestionamiento. No quiere piensen que está preocupado por ellos, solo cree que estando todos en la misma situación, es mejor apoyarse y andar con cuidado.
—Pienso que ambos nos están ocultando información, porque no me cuadra en nada que nuestra misión esté centrada en salvar este mundo de esos "kirai" —hace énfasis en el nombre de su enemigo—. Nadie actúa por puro instinto o bondad, creo están buscando conseguir algo más y nosotros solo somos una herramienta —preocupando a los presentes con esta afirmación.
—Entiendo que nosotros nos preocupemos por nuestros semejantes, porque nos conectamos a ellos por sentimientos —Gerardo resalta que las intenciones de los felinos no es tan convincente—. Quizá los planes de Exitium y Spero, no estén tan relacionados con sus palabras —menciona que desde su despertar como guardianes, vienen cuestionándose ese comportamiento; pero pensaron en dejarlo esclarecerse con el paso del tiempo.
—¿Y qué pueden estar buscando?, ¿más poder del que tienen? —Fernando añade que tampoco confía en ninguno de los dos gatos—. No creo que nos estén utilizando, estamos buscando la sinrazón a una situación que no existe.
—Y si están buscando conseguir algo más, ¿a nosotros qué? —Nicolás sorprende con esa pregunta—. Mientras nos permitan proteger a nuestras familias y amigos, si buscan más poder u otro beneficio, no creo que debamos quejarnos. Es cierto que nadie actúa por bondad, pero si no nos estorban, todo está bien. Mejor centrémonos en mantener a salvo esta ciudad —restándole importancia a la reunión.
—Concuerdo con Nicolás, hemos perdido demasiado tiempo arrepintiéndonos de nuestro pasado, mejor aprovechemos quienes somos hoy, esta oportunidad para convertirnos en los adolescentes que siempre quisimos ser —Jerson muestra esa despreocupación que es parte de su personalidad, centrando su interés en la carne que se rehúsa a dejarse cortar.
Sin embargo, la situación no es tan sencilla como los demás quieren creer, al menos no para Jordán que sigue teniendo un mal presentimiento. Al menos hasta ahora, no entiende el significado de segunda vida; ¿por qué exactamente ellos seis tuvieron que nacer elegidos?, ¿qué los distingue de sus demás compañeros?
—Los cristales eligen a sus guardianes, están conectados desde su nacimiento o su madurez —Alfredo suelta unas palabras que recibió días atrás de Spero, cuando le preguntó sobre las mismas dudas que ahora atormentan a su amigo—. Si algún elegido muriese o rechazase ese poder, el objeto mágico quedaría inutilizable, porque moriría la energía que habita dentro de la gema. Por eso, Exitium comentó que desde su llegada, ha intentado mantenernos a salvo, hasta que podamos conectarnos con nuestro destino —resaltando que ese motivo explica, el por qué ellos seis han sido escogidos.
—Y es como Spero nos dijo cuándo nos reunimos todos, somos un equipo y cada uno porta algo de valor. La inexistencia de uno, pondría en desequilibrio nuestros poderes —concluye Gerardo.
—Por eso necesitamos estar los seis, porque solo juntos podremos derrotar a esos kirai que amenazan nuestra ciudad —concluye Jerson con una sonrisa, aunque esta afirmación sigue sin convencer a Jordán.
—De todas maneras, sigo sin confiar en esos dos —menciona provocando las quejas de algunos que lo consideran demasiado terco—. No se olviden que para convertirnos en guardianes, cada uno de nosotros tuvo que sacrificar algo valioso que ellos no consideran importante, ¿eso es justo? —pregunta con cierta culpa, generando el mismo sentimiento en los otros cuatro; a excepción de Alfredo que se muestra confundido.
—Creo que fuimos inducidos por las circunstancias, no lo considero como nuestro verdadero deseo —Gerardo suelta un suspiro, dejándose caer sobre un árbol—. Pero seguir pensando en el pasado, con eso no lograremos cambiar nada —observando el claro cielo que les sonríe desde lo alto.
—Es mejor dejar todo eso atrás y olvidarnos de esas dudas, continuemos siendo los guardianes que prometieron estar juntos para vencer a los kirai —Nicolás cierra la conversación con esa afirmación, está cansado de estar pensando en lo mismo,, sin conseguir una respuesta más objetiva.
—Pero, aun no está claro quiénes son los kirai, lo único que sabemos es que son criaturas que se alimentan de emociones negativas —Fernando saca otro tema que sigue preocupándolos.
Nuestros seis protagonistas se ponen a pensar en todas esas preguntas que se encuentran sin resolver, dejando escapar varios suspiros, porque ni siquiera pueden entenderse ellos mismos.
En su momento, llegaron a pensar que sus enemigos eran extraterrestres como sus acompañantes gatunos, otros propusieron que eran almas de personas que murieron en sufrimiento, por eso se compenetran tan bien con los humanos; pero nada es cierto y sus guías se muestran reacios antes tantas incógnitas.
—¡Oigan, oigan!, dejen de atormentarse con tantas ideas que a las finales, correctas o incorrectas, no lo sabremos hasta enfrentar nuestra misión —Alfredo intenta animar al grupo—. ¡Vamos!, debemos darles un voto de confianza a ambos, si sus planes fuesen malvados, no creo que ninguno de nosotros estuviera aquí. ¿Para qué salvar un planeta si tienes otras formas de conseguir poder? —pregunta con una extensa sonrisa, provocando que algunos sientan un poco de calma.
—Eres demasiado tonto que me llegas a irritar, siempre ves el lado bueno de las cosas, ¿nunca te has puesto a pensar que también existe la maldad? —Jordán no puede seguir conteniéndose, se muestra furioso y entiende que está siendo demasiado severo; sin embargo, hay algo en el chico de la luna que logra impacientarlo.
El ambiente se pone tenso entre nuestros protagonistas, pues cada uno se encuentra preocupado a su manera e intenta manejarlo lo mejor que puede; sus temores van creciendo con cada encuentro que tienen contra las criaturas, quienes han demostrado mayor resistencia y fuerza. Muchos quisieran renunciar, pero recordar las consecuencias de sus pasados, no les permite arriesgarse nuevamente.
Los cinco primeros chicos han sido lastimados cuando obtuvieron sus poderes, Alfredo es el único que parece desconocer la maldad de Exitium y el terrible pago detrás de sus poderes. Su ingenuidad no es mala, solo que Jordán la considera innecesaria, cuando el verdadero enemigo puede estar conviviendo con ellos; además, ciertos recuerdos empiezan a atormentarlo.
—Bueno..., bueno..., bueno... —Jerson cierra un recipiente que tiene entre las manos—. Seguir discutiendo sobre este tema no nos llevará a nada, me estoy aburriendo de escucharlos —buscando captar la atención de todos—. Discutiendo solo conseguiremos más problemas, confiar o no hacerlo en ellos, dependerá de cada uno de nosotros; solo debemos manejarnos con cautela y recordar que somos un equipo, lo importante es confiar en nosotros y estar juntos, ¿verdad? —agrega con ese entusiasmo que termina por calmar las inquietudes de los demás, tomando las manos de Jordán y Alfredo, juntándolas en un apretón.
—¡Lo siento!, soy algo brusco cuando estoy molesto —el chico de fuego esquiva la mirada, fingiendo la rudeza que quiere lo caracterice.
—¡Todo está bien!, ¡te entiendo! —pero nuestro chico de la luna minimiza la situación, lanzándose en un abrazo que lo sorprende, empezando las bromas del grupo.
Las risas no se hacen esperar, convirtiendo la conversación en un momento más agradable que es interrumpido por unas repentinas gotas; el cielo está oscureciendo y amenazando con soltar una abrasadora lluvia.
—Regresemos a nuestras aulas, estamos a pocos minutos de empezar las clases de la tarde —comenta Fernando, levantándose cuando el cielo comienza a descargar con más fuerza, combinándose con las campanadas de la escuela.
Los seis amigos corren hacia los interiores del enorme instituto, donde muchos jóvenes de su edad están reuniéndose y quejándose por el repentino cambio de clima.
Sacudiéndose y quedando en encontrarse a la salida para acompañarse hasta casa, empiezan a despedirse y marcharse a sus respectivos salones; cuando un ligero temblor los hace detenerse.
Los alumnos se asustan preguntándose qué sucede, porque desde hace semanas, varios temblores inexplicables por los expertos, han invadido la ciudad; aunque nuestros protagonistas entienden su verdadero significado.
Un movimiento más fuerte, provoca que muchos no puedan mantenerse en pie, preocupando a los maestros que intentan evacuar a los estudiantes. Pero una sorpresiva explosión en uno de los edificios cercanos, hace que entren en pánico, comprendiendo los seis elegidos que está sucediendo y escabulléndose entre la multitud para gritar ¡CAMBIO!
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