08: Defensor
Sorprendidos al observar a dos kirai dirigirse a velocidad por la carretera, siguiendo el camino por donde se han marchado sus compañeros; Gerardo y Alfredo se han comunicado con los demás, para indicarles el lugar de la explosión. Porque parece que una de esas criaturas ha atacado el bus escolar, destruyéndolo y convirtiendo al chofer en su víctima.
—Descendiente del dragón, guardián de los sentimientos —Gerardo invoca el poder de su cristal—, transmutación de agua —golpeando el halo de energía contra el reloj que tiene en la mano contraria.
—Descendiente del ángelus, guardián de la esperanza —Alfredo también hace resplandecer su gema—, transmutación de la luna —llenando su cuerpo de una calidez que lo convierte en un guardián protector.
Convirtiéndose y mostrándose decididos, ambos guerreros corren hacia el lugar donde se levanta una cortina de fuego, mezclándose con humo. Sus sonrisas regresan cuando notan que sus compañeros han escapado a tiempo, aunque no todos se encuentran ilesos. —¡Vanessa! —porque algunos se han lastimados, necesitando atención rápida.
El monstruo se muestra furioso, mientras lanza bolas de energía hacia cualquier lugar, provocando potentes explosiones que destruyen el bosque cercano y acorralando a las víctimas sin posibilidades de mantenerse a salvo. Los demás guardianes llegan en el momento exacto, uniéndose a sus amigos que están iniciando el combate.
—Los médicos están por llegar, nuestra preocupación ahora debe centrarse en acabar con esa criatura —Nicolás junto a Jerson, arrojan un ataque que es absorbido por el cuerpo de su oponente.
—Debemos regresarlo antes que cause más destrozos, asegurarnos que nadie más salga lastimado —y Jordán lanza una bola de fuego que también termina engullida, sin dejar estragos o alguna lesión.
Para mayor sorpresa, gracias a las energías que han utilizado, su oponente ha aumentado de tamaño y se ha triplicado, como si se alimentara de sus poderes para potenciarse; teniendo ahora que enfrentarse contra tres rivales.
—Será mejor que nos separemos en grupos de dos —recomienda Jordán señalando a sus oponentes—. Nicolás y yo formaremos un equipo, porque nuestros poderes logran combinarse con facilidad; al igual que Jerson con Gerardo. Solo Fernando y Alfredo deben buscar la forma de contraatacar.
Resalta que su estrategia consiste en destruir a las dos apariciones falsas, para enfrentarse a la original y lograr debilitarla; porque de esa manera, podrán regresarla a su forma original. Y con un plan en marcha, los seis guardianes escogen a su contrincante e inician el combate.
La habilidad de Nicolás para manipular el viento, junto a la energía del fuego de Jordán, son combinación perfecta para disminuir la resistencia de su rival que se muestra en aprietos. Sucediendo lo mismo, con la destreza de Gerardo para controlar el agua, combinándose a la perfección con los potentes rayos que invoca Jerson. Ambas uniones de energías, crean poderosos ataques que logran debilitar a los monstruos, dándoles la oportunidad para acercarse e iniciar una batalla cuerpo a cuerpo.
Parece que ambos equipos están logrando su objetivo, a diferencia de Fernando y Alfredo que tienen problemas, por no encontrar una forma correcta de combinar sus técnicas.
El primero en atacar es Fernando, —deformación masiva de tierra —utilizando su guadaña para perforar el suelo de un fuerte golpe, provocando irregularidades que alcanzan directo al contrario.
Alfredo se le une en una segunda técnica, —destello de la luna llena —logrando derribarlo con una sola técnica.
Pero eso no es motivo para celebrar o bajar la guardia como están haciéndolo, porque la criatura enfurece más de la cuenta y utiliza sus largos brazos para contratacar, intentando golpearlos. Como única opción, deben esquivarlo; aunque el final de la carretera, les hace saber que huir no es la solución.
—¡Maldición! —Fernando refunfuñe al notar como la habilidad de su oponente, empieza a rodearlos sin posibilidades de escape, buscando atraparlos en un abrazo mortal.
Pero antes de ser capturados, Nicolás le desmiembra las extremidades superiores con su mejor técnica, aprovechando para derribarlo de una sola embestida; —deben concentrarse, de lo contrario, serán blancos fáciles para esas bestias —regresando a su propia batalla.
Sin embargo, esa acción solo ha enfurecido a la abominable monstruosidad que de un rápido manotazo, golpea a un distraído guardián para arrojarlo contra el destrozado bus y sepultarlo bajo potentes bolas de fuego; generando una explosión que se extiende por los alrededores, amenazando a los indefensos alumnos que no tienen un lugar para resguardarse.
Con cada elegido en su propio combate y buscando la forma de disminuir los destrozos; Alfredo se percata que su oponente está perdiendo la cordura, centrándose ahora en atacar a los aterrados y acorralados estudiantes. Quedándose sin opciones y sin pensarlo, decide lanzarse para interponerse entre una bola de energía y sus compañeros, recibiendo el golpe de manera directa.
—¡Ten cuidado! —un lastimado Fernando salta contra el otro, blandiendo con agilidad su guadaña que logra partirlo a la mitad, para luego desaparecerlo con una técnica. Jordán y Nicolás también han conseguido su propósito, destruyendo a otra falsa presencia; encargándose Gerardo y Jerson de derribar al verdadero.
Preocupados por lo sucedido, los cinco muchachos observan la cortina de humo desvanecerse, sintiendo un profundo alivio regresar a sus cuerpos, cuando aparecen Exitium y Spero, quienes han protegido a los jóvenes creando un campo de energía.
—¡Ya me estoy enojando! —Alfredo aparece apuntando su dedo pulgar hacia el cielo; —destello fulminante de la luna llena —arrojando varios destellos contra la bestia que amenaza a sus amigos desde atrás; aunque por enojarse y actuar de forma impulsiva, casi ha terminado golpeándolos.
—Creo que eso ha sido todo por hoy —Jerson me muestra satisfecho, señalando hacia la cortina de fuego que se ha levantado, cuando su oponente ha caído sobre el incendiado bus—. Solo un ataque más y la batalla será nuestra.
Pero ese exceso de confianza y su falta de atención, son puntos en contra que deben mejorar porque puede costarles el combate y arruinar todos sus esfuerzos; como ahora que están escuchándose unos potentes gruñidos desde la zona del impacto, fuertes chillidos que asustan a más de uno, corriendo algunos estudiantes a refugiarse dentro de lo queda intacto del bosque, mientras ayudan a los heridos.
De pronto, el fuego comienza a disminuir y la sombra de una gigantesca bestia aparece, aumentando rápido de tamaño, conforme va absorbiendo los daños del combate.
Los seis guardianes se ponen alerta, pero un poderoso grito crea veloces ondas que los sorprende y les impide acercarse; terminando siendo lanzados hacia lo primero que impacta contra sus cuerpos. De un solo movimiento, aparecen unas esferas negras que flotan cerca de su contrincante; mientras que otras caen sobre ellos, generando una poderosa detonación.
—Ventisca de aire ascendente —la técnica de Nicolás, es desviada hacia las bolas de energía, minimizando el impacto.
Fastidiados por la evolución de su enemigo, Nicolás y Jordán unen nuevamente sus técnicas, creando un enorme remolino de fuego que se levanta desde el suelo, hasta lo más alto del cielo; logrando atraparlo para imposibilitarle moverse a libertad. Sin embargo, las explosivas bombas que flotan cerca, han intervenido impactado contra el ataque, ayudándole liberarse.
—¡Maldición! —gruñe el chico del fuego cuando su estrategia ha sido anulada, sin provocar los daños esperados.
Un segundo grupo entra en acción, Gerardo que crea un camino de agua hasta los pies de esa monstruosidad, para encerrarlo en una espiral formada por su elemento; y que al combinarse con la electricidad de Jerson, ha generado una enorme nube de polvo, provocada por el fuerte estallido.
Pero unos conocidos gruñidos, les hace saber que el golpe no ha tenido el efecto esperado. Todo contrario, los dos muchachos son sorprendidos por unas enormes garras que los atacan por la espalda, para luego ser golpeados uno con otro, rostro contra rostro; y terminar siendo lanzados contra sus amigos, recibiendo también el impacto de más bombas que caen sobre ellos.
—Intentar acercarnos o lanzar nuestros ataques desde la distancia, no nos servirá en esta ocasión como estrategia, mientras esas esferas que lo rodean no desaparezcan —Jordán señala el suelo, marcando un camino—. La única oportunidad que tenemos es distraerlo con un ataque desde abajo y enviar a alguien que sea inmune a esas cosas.
—¿Y qué propones? —interviene Nicolás saliendo entre los escombros.
—Porque ni juntándonos los seis, tendremos ventaja —un adolorido Gerardo intenta detener el sagrado de uno de sus brazos—. Ni siquiera Alfredo con la saeta del ángel de la luna, tendría oportunidad para convertirlo.
Los demás se encuentran en la misma situación y tampoco parecen tener una idea de cómo enfrentar a su enemigo. Sus técnicas están siendo desviadas y no generan daño; además, ya están surgiendo los efectos de la batalla, sus cuerpos empiezan a sentirse pesados. Pero Jordán tiene una estrategia, está confiado que solo una invocación podría darles esa oportunidad que buscan.
—Fernando puede provocar inestabilidad en el lugar donde se encuentra, pudiendo darme una ventaja para invocar mi mayor técnica —responde el guardián del fuego con un tono de seguridad—. Creo que solo él, podrá debilitarlo para terminar con este combate.
—Entonces... —Fernando agita su guadaña sobre él—, déjame el primer ataque a mí.
Y corriendo hacia el contrario, esquiva ágilmente las bombas que intentan alcanzarlo, para de un salto enterrar su arma en el suelo. —Deformación masiva de tierra —creando la formación de pequeñas montañas que van tomando un mayor tamaño y se dirigen a velocidad contra su adversario, dándole un golpe directo y atrapándolo en una abertura del suelo.
—León representación del fuego —menciona Jordán haciendo aparecer detrás de él una barrera de fuego, de donde sale un imponente león formado por su elemento, rugiendo a toda furia.
Alfredo observa impresionado a la majestuosa invocación que se mantiene al lado de su amigo, quien sonríe triunfal y con completa seguridad.
—Fuego de destrucción infernal —ese grito es una orden que mueve a la aparición, provocando que arroje grandes llamaradas contra su objetivo; corriendo a velocidad y destruyendo las bombas, algunas que al impactarle le generan más calor y aumentan su tamaño.
El monstruo ruge e intenta liberarse al quedar atrapado en un torbellino de fuego, siendo sometido por el impresionante león que lo mantiene debilitado contra el suelo.
—Eso es un defensor, es el protector de cada elemento dentro de los cristales que ustedes poseen —Spero habla dentro de los pensamientos de Alfredo, al percibir su confusión; porque parece ser el único del grupo en encontrarse asombrado, pues los demás guardianes también se muestran satisfechos.
—Ellos nacen de las almas de sus elegidos, porque están conectados en un solo vínculo; la determinación de ustedes indicará el nivel de fuerza y las habilidades que poseerán —menciona que también las armas que utilizan, nacen de esa conexión.
Esas palabras logran que la expresión de nuestro protagonista, cambie a una de emoción cuando observa como la inmensa invocación parece debilitar a su presa, sin realizar ningún esfuerzo.
—Aunque también debes considerar, llamar a un defensor implica una madurez en el cristal del guardián; porque se usa demasiada energía para mantenerlo en esta realidad —son las últimas palabras que escucha en sus pensamientos, cuando la voz de Jordán hace que despierte de su ensoñación.
—Es momento de regresarlo a la normalidad.
Sacude la cabeza para despejar su distracción y percatarse que es momento de actuar; —luz de purificación —menciona provocando que su gema expulse una brillante esfera de luz, tomando la forma de una saeta al entrar en contacto con sus manos.
Corre esquivando las bombas que intentan atraparlo, busca acercarse lo más que puede, dando un salto para estar cerca y evitar errores.
—Necesitas ubicar la posición del kirai para extraerlo y acabar con ese monstruo —le susurra Spero en sus pensamientos, concentrándose en esas palabras.
Y una pequeña luz destella desde el cuerpo de su rival, entendiendo a dónde debe apuntar.
—Es ahora o nunca, regrésalo a la normalidad —asiente antes las palabras del felino, invocando a su defensor que crea una poderosa flecha y de un solo pam impactado contra la frente del otro, logra cambiarlo a su verdadera esencia, dando fin al combate.
—Dragón representación del agua —Gerardo convoca a lo que también parece un defensor y que está formado por su elemento. Asciende a velocidad hacia el cielo, impactando contra las oscuras nubes y generando una torrencial lluvia, apaciguando el fuego que amenazaba con expandirse.
Con todo en más calma, nuestro chico del agua corre en ayuda de su amiga, mientras desvanece sus vestimentas para regresar a su verdadera apariencia. Se pueden oír sirenas de las ambulancias, entendiendo que la ayuda está acercándose.
—Han vuelto a hacer un buen trabajo —Spero los felicita al notar sus rostros de satisfacción.
—Aunque aún no demuestran que pueden combatir sin nuestra ayuda, todavía van a necesitar que estemos cerca para cuidarlos —agrega Exitium con un guiño, provocando la risa de los muchachos.
Pero no todo queda ahí...
—La culpa de este desastre, la tienen esta pareja de tontos, por no coordinar sus ataques —Nicolás coge de la oreja de Fernando, dándole un fuerte tirón que provoca que los quejidos del susodicho.
—Y la próxima vez, debes estar más concentrado en la batalla, un momento de distracción puede ser crucial para ganar o perder —Jordán hace lo mismo con Alfredo.
—Y recuerda, debes tener más cuidado al apuntar, porque casi y nos llevas con esa técnica tan extraña —y Jerson coge la otra oreja de su amigo, quien pide por favor se detengan, disculpándose con su habilidad secreta, ojos de chico tierno.
Aunque sus compañeros son personas difíciles de convencer, porque esa mirada que muchas veces funciona con otros, no tendrá efecto en ellos; pues no están dispuestos a dejar de darle un buen tirón de orejas como castigo.
Nuestros guardianes se muestran más calmados cuando las ambulancias llegan y auxilian a las víctimas, disfrutando del gracioso "escarmiento" que recibe aquella pareja de descuidados.
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