04: Amistad
Después de la última reunión con Exitium y Spero, cada muchacho ha continuado con su rutina, frecuentándose nada en los últimos días; y es que aún es difícil para ellos entender, lo que les ha sucedido en la última semana.
Al menos para Alfredo que hace menos de cinco días, ha estado dependiendo de una cama de hospital para sobrevivir, viendo pasar el tiempo sin ningún sentido y pensando que no tendrá una vida normal como cualquier adolescente, porque su cuerpo se debilitaba con cada día que pasaba. Ha tenido eso muy presente por más de cinco años y que de pronto, dé un momento a otro, le digan que está completamente recuperado y puede llevar una vida como cualquiera de sus amigos; en realidad, es una noticia poco creíble y difícil de asimilar, ¿no creen?
Y todo va empeorando cuando dos seres de otro planeta o galaxia, aparecen diciendo que te han salvado de una muerte segura; pero a cambio, debes pelear contra unas criaturas que roban almas. «¡Wao chico!, esa es un historia que confunde a cualquiera y pensaría solo se trata de un mal sueño; quizá de una entretenida broma para algún programa». Pero no, todo está pasando y a cada uno le ha afectado a su manera.
Nuestro chico aún no conoce del todo a los otros cinco jóvenes, pero sabe que a partir de ahora estarán peleando juntos, aunque no todos estén de acuerdo. No le parecen malas personas, imagina que cada uno ha sufrido a su modo y tienen su propia batalla interior. Así que apoyarse entre todos es la mejor opción, «solo espero que podamos llegar a ser buenos amigos».
Además, desde ahora tiene nueva mascota, porque Spero ha decidido quedarse con él, mientras que Exitium vivirá con Nicolás. A decir verdad, nunca ha tenido un gato de mascota, recuerda que desde pequeño era alérgico; sin embargo, olvida que ahora todo ha cambiado, porque según el médico, no habría ningún problema con una alergia que también ha desaparecido.
Lo que sigue preocupándole y no logra comprender, es sobre el deseo. Porque según ambos felinos, repetían a cada momento que a cada muchacho se le ha cumplido una petición del corazón que está ligada con una nueva oportunidad de vivir. No sabe cuál habrá sido el deseo de los demás, pero en su caso, «¿cuál es mi verdadero deseo?, ¿acaso se ha hecho realidad?».
De lo único que puede estar seguro, es que tiene una nueva oportunidad en esta vida y aunque no esté de acuerdo con las condiciones de Exitium y Spero, sabe que debe seguir hacia adelante; «porque eso hacen los humanos, ¿cierto?».
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Flashback
—Con el resplandor de sus dijes ustedes obtendrán energías para combatir a los kirai. Se convertirán en magníficos guerreros que serán capaces de controlar un poder elemental para su propio beneficio o destrucción. Como lo utilicen depende de cada uno de ustedes —menciona Exitium despertando el interés de los muchachos, sobre aquella pulsera que tienen incrustada en sus muñecas izquierdas.
—Solo deberán mencionar el elemento que los representa, para hacer resplandecer sus cristales que, al golpearlos con el reloj que traen en la otra mano —indica Spero señalando el mediano reloj negro que traen en la muñeca derecha—. Lograran convertirse en los guardianes protectores —termina por decir para comenzar a acicalarse.
—¿Y cuáles son nuestros poderes? —pregunta Jerson cuestionando a sus mentores, por así decirles.
—Solo deberás repetir las palabras que escuchas dentro de ti, son un susurro del cristal para que hagan uso de sus técnicas —responde Exitium alertando a los muchachos a transformarse—. Cuando sus cristales brillen es porque un kirai ha aparecido y está infectando a un humano —señalando al exterior de la esfera que los mantiene aislados, alertándose al notar como tres jóvenes se convierten en deformes criaturas, comenzando a atacar a las personas cercanas.
Sin dudarlo un instante, los seis muchachos gritan a toda voz los elementos que representan, para crear una poderosa luz que destruye la dimensión donde están encerrados. Una cálida energía recorre sus cuerpos, llenándolos de vitalidad y una inexplicable sensación de fuerza. Cada chico tiene una emoción diferente, sintiendo el elemento recorrer dentro de sí. En cuestión de segundos sus vestimentas cambian, encontrándose frente a sus enemigos, listos para combatir.
La batalla no es fácil, en especial para Alfredo porque no controla del todo su nuevo poder. Aunque según las quejas de sus compañeros, las extrañas bestias parecen estar haciéndose cada vez más resistentes.
—Es como si conocieran nuestras técnicas —opina Fernando que con su desconocida arma, ha provocado que el suelo se levante y destruya a uno de los enemigos, quedando solo dos.
Sin embargo, para sorpresa de todos, uno de los monstruos empieza a quejarse, soltando gritos y aullidos como si estuviese sufriendo. Asombrando a Alfredo que piensa no es correcto matarlos, porque dentro de ellos aún está la esencia de una persona que sufre. Oponiéndose a pelear como los demás.
—No puedes pretender salvar a quien no quiere. Esos humanos han perdido el sentido de la vida y por eso han sido cazados por los kirai. No todos los seres de este mundo tienen una segunda oportunidad —son las palabras de Exitium en respuesta a su oposición. Pero aun así, cree que algo puede hacerse y no pierde la esperanza de que exista una forma de ayudarlos.
—Ventisca de aire ascendente...
—Aliento del león de fuego...
Aunque sus compañeros no parecen pensar de igual manera, porque Nicolás y Jordán han juntado sus poderes para crear un enorme torbellino rodeado de fuego; tan grande que ha atrapado a otro de esos monstruos, escuchándose un extraño sonido y haciéndolo desaparecer en pequeñas luces negras.
—¿Lágrimas? —se pregunta viendo como el kirai se convierte en polvo.
—Aunque te opongas, es el destino de esas bestias —expresa el felino púrpura, desafiándolo con la mirada.
El último oponente es destruido por un ataque combinado de Gerardo que, ha formado un camino de agua atrapándolo en un espiral; con Jerson que ha arrojado fuertes descargas eléctricas, haciéndolo estallar en diminutas luces que se esparcen entre sus dos pulseras.
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Alfredo suspira al sentirse inútil por no lograr oponerse a sus compañeros, «tal vez..., sé que existe la posibilidad de no estar matando a esas bestias, porque estoy seguro que siguen siendo como nosotros», se dice a sí mismo, cuando ve algunas fotografías de personas desaparecidas, esparcidas por la ciudad.
«Tenemos que encontrar otra solución; claro, si es que los chicos quieren volver a verme», se intenta animar al recordar como la noche pasada terminaron peleando por oponerse; en su opinión, a asesinar personas. Eso había desatado el enojo de Jordán que lo había llamado ingenio, también de Nicolás.
—No todos hemos vivido en una burbuja de fantasía, como lo has hecho tú que no conoces el sacrificio. Despierta que este es el mundo real y no la habitación donde estabas encerrado —fueron sus duras palabras antes de marcharse.
—¡No te sientas mal!, cuando uno está enojado suelta las palabras sin pensar —Spero intenta consolarlo, mientras camina a su lado.
Aunque esa no es su principal preocupación, su aflicción está al observa a familiares preguntando a todo transeúnte por las personas desparecidas. Algunos llorando desconsoladamente al recibir un no por respuesta.
—¿Tú también estás de acuerdo con matar personas?, ¿en serio no existe la posibilidad de recuperarlos? —pregunta con la pequeña esperanza de que su compañero gatuno, le brinde la respuesta que está buscando.
—No lo llames matar a alguien, porque realmente no es así. Más bien, diría que están salvando el alma de un humano que ha perdido la esperanza; es más de lo que otra persona haría por ellos —responde el felino intentando sonar convincente—. Como dijo Exitium, no puedes intentar proteger vidas, si la misma persona no está dispuesta a ayudarse. No eres un salvador ni nada de eso, solo eres un guardián con la misión de evitar que los kirai tomen el control de este mundo, ¡nada más! —y con esas palabras, toda expectativa que mantenía se ha esfumado, resoplando de resignación.
Spero al verlo decaído, le propone disfrutar del hermoso día que les sonríe, de un brillante sol que ilumina las calles de la ciudad, dándole vida y alegría.
—Mejor aprovechemos tu primer día oficialmente fuera del hospital y hagamos algo divertido, no cualquiera tiene una segunda oportunidad para disfrutar a pleno de todo lo que ves —son las palabras que le hacen darse cuenta que había olvidado algo importante. Un deseo que ha mantenido en su corazón, desde que fue internado en el hospital.
—¡Tienes razón!, si existe una solución la encontraremos en el camino, ¿cierto? —pregunta sonriendo y animándose a recorrer la ciudad, en compañía de su nuevo amigo felino. Además, de ser una buena oportunidad para conocer un poco más, a uno de esos extraños seres con forma de gato. La curiosidad siempre ha sido una de sus más resaltantes características.
Y como era de esperarse, su primer punto de diversión es el centro de videojuegos, —aquí puedes ser lo que quieras, desde un policía hasta un exterminador de zombi. O tal vez, deseas ser un corredor profesional de autos —menciona lanzando unas monedas a la nueva máquina del lugar, colocándose los lentes 3D y cogiendo el arma para iniciar el juego.
A decir verdad, es la primera vez que se enfrenta a unos zombis virtuales, por eso los gritos y sobresaltos que tiene cada vez que uno lo sorprende. Sin contar las cinco veces que va reiniciando el juego.
—A estas extrañas criaturas no puedo leerles el pensamiento, ni utilizar mi telepatía —expresa Spero mientras se le erizan los pelos con cada mordida de sus atacantes.
—A ellos no puedes hablarles porque son parte de un juego, ninguno es real. No tienes nada de que temer —responde dando un sobresalto, cuando es acorralado por un grupo de muertos vivientes, saliendo en la pantalla en letras grandes, la palabra game over.
Su intención es mantenerse en ese juego hasta ganar al menos el primer nivel, este muchacho es de aquellos que no acepta una derrota tan fácil. Sin embargo, la larga fila y silbidos de los demás jóvenes, le hacen retirarse prometiendo volver.
El dancing brake y el atrapa el ratón son algunos de los otros juegos que llaman su atención y en donde el gato plateado ha demostrado desconocer las costumbres del mundo humano.
Un descanso cae bien después de tanta agitación, así que ahora han invadido una panadería, viéndose rodeados de una larga fila de distintos postres que nuestro chico ha prometido devorar.
—Me es difícil creer como los humanos pueden comer tanto dulce, sin que no les cause daño —menciona Spero llamando su atención—. A nosotros, el azúcar nos hace bastante mal. Los síntomas son demasiado molestos, empezando por una alegría desinhibida, pasando por ligeros mareos y terminando en pérdida de consciencia. Podemos pasar largas horas durmiendo —añadiendo que los síntomas son similares al alcohol en exceso en los humanos.
—Creo que ustedes son bastante extraños, se pierden de lo más delicioso de nuestro planeta —se muestra emocionado mientras muerde una trufa—. Creo que no hay persona que pueda vivir sin los dulces, son una obsesión para el paladar —expresa con una sonrisa para volver a su batalla contra la comida.
Luego de pagar la cuenta, se dirigen al siguiente lugar de visita. Y nuestro protagonista ha decidido venir a la biblioteca, una mala idea en opinión de Spero, porque no hay nada divertido para jugar o por conocer; aunque su acompañante refuta esa idea.
—Porque en los libros está todo el conocimiento de este mundo y otros lugares del universo que deberías conocer —son sus palabras sonando convincente y asombrando al pequeño gato que no entiende, como en unas hojas se encuentre tanta sabiduría.
Aunque Alfredo no está interesado en comprar libros de geografía ni parecido, más bien, tiene en mente comprar algunos libros de ficción para renovar su biblioteca; porque los que tiene en casa, los ha releído más de tres veces. Ya saben, cuando estaba en el hospital, necesitaba leer algo para matar el tiempo.
Recuerda que su madre y el doctor le han regalado varios de los libros que ahora atesora. Puede asegurar que ambos son los culpables de su afición a la lectura; aunque ahora con tantos ejemplares distribuidos entre los estantes, no está seguro con cuales debe iniciar. «Una saga no estaría mal para iniciar una colección», piensa mientras camina entre las estanterías.
—¿Qué buscas exactamente?, ¿quizá pueda ayudarte? —Spero se lanza a uno de sus hombros, frotándose contra su rostro como en los últimos días. Parece que es un hábito que disfruta.
—¡No sé!, quisiera algo de terror psicológico; sin embargo, romance o ciencia ficción también entran entre mis favoritas —responde buscando con la mirada entre las grandes colecciones.
—Entonces, deberías empezar con los libros de las películas que están ahora en pantalla —escucha una conocida voz susurrarle cerca al oído—. En lo personal, prefiero las versiones escritas al trabajo de los directores de cine. No se les menosprecia, pero en realidad les falta mucho para igualar la imaginación sin límites de los escritores —chocando miradas con el médico que lo atendió en los últimos años.
El doctor Bruno o simplemente Bruno como siempre ha pedido que lo llame, saluda con una extensa y coqueta sonrisa, junto a su típico guiño sensual. En opinión de Alfredo, no parece un saludo, sino una invitación a quedar cautivado. Es como, «¡mírame bebé!, soy irresistible y estoy aquí para ti», faltándole solo la mordida sensual de labio para completar el trabajo.
Una sonrisa se escapa de sus labios, al cruzarse estas ideas por su cabeza, sintiendo también como sus mejillas comienzan a aumentar de temperatura.
—No sabía que cuando me preguntabas por tu alergia, era porque adoptarías una mascota —Bruno se acerca a Spero y le hace cariño debajo del mentón, empezando el gato a disfrutarlo, al grado de lanzarse sobre el hombro contrario.
—Mamá pensó que sería bueno una mascota para alegrar la casa, a Luka y a los pequeños les ha encantado —intenta sonar lo más tranquilo posible, porque en realidad tiene una emoción descontrolada en el pecho que quiere empujarlo a gritar a viva voz, mientras se lanza contra Bruno en un abrazo. Es una sensación que no entiende, pero es consciente de ella, desde que conoció a quien ha sido su doctor por más de año y medio.
«¡Lo sé, lo sé!, es una acción muy repentina, descontrolada y no apta para un adolescente de quince años», se dice a sí mismo, sacudiendo fuertemente la cabeza. «Pero he aprendido a controlarla desde que me enteré, tengo un cariño especial por quien me ha cuidado por tanto tiempo», busca controlar sus nervios y concentrarse en el rumbo de la conversación. Aunque intentar ignorar tus pensamientos en ese nivel, no es nada sencillo, ¿no creen?
Sin embargo, sin percatarse, desde unas tres estanterías atrás, mientras Alfredo conversa con Bruno y Spero parece estar pasándosela bien con los cariños que recibe; tres muchachos están observando sus movimientos muy atentos. Más bien, llevan espiándolo a escondidas desde que ingresó en la librería.
—No sabía que Alfredo tenía un novio guapo —comenta Jerson mientras muerde un pañuelo—. Puedo decir que no tiene mal gusto para andar con alguien mucho mayor que él.
—No creo que sean novios, más bien el rostro de ese hombre se me hace familiar, creo que lo he visto en algún otro lugar —Gerardo intenta recordar a aquella persona para afirmar su teoría, cubriéndose el rostro con un libro de cocina para no ser descubierto.
—No quieras darme falsas esperanzas, con esta escena creo que mi amor por él acaba de ser enterrado y debo dejarlo ir para no lastimarme más —y el otro comienza a hacer un drama, como si realmente estuviese dolido.
Gerardo ríe ante ese comportamiento, aunque Jordán rodea los ojos mostrándose fastidiado. —Deja de actuar tan infantil, pareces un niño a quien le han quitado su chupetín favorito —lanzándole un libro que logra acertarle en la cabeza y provocando que empiece a reclamarle, aunque decide ignorarlo—. Debemos concentrarnos en lo que realmente nos importa, no sabemos quién es ese chico y si podemos confiar en él. Quizá, resulte alguien peligroso —pero sus compañeros no comparten la misma opinión.
—¡Oye!, Exitium dijo que con él habían despertado los seis elegidos —y señala en dirección a Alfredo que sigue sin percatarse de su presencia—. Somos un equipo y desde ahora debemos trabajar juntos. Y eso significa confiar uno en el otro —refuta el chico del agua.
—Ese gato puede decir misa, pero no pienso seguir órdenes como si fuese su esclavo. Nosotros decidimos qué hacer con las habilidades que nos ha dado, salvar o no el mundo —Jordán se muestra decidido en sus palabras y no piensa retractarse hasta estar seguro que el nuevo, en realidad es alguien en quien puede confiar.
Sin embargo, sus planes se ven interrumpidos por unos repentinos gritos fuera de la librería. Las personas corren desesperadas por el repentino temblor que ha empezado, derrumbando algunas de las estanterías. Y broom, una parte del techo se desploma, sorprendiendo a algunos de los compradores que han quedado sepultados.
Bruno junto a un grupo de personas corren para rescatar a los heridos y Alfredo es guiado por Spero que le indica deben marcharse. Los otros muchachos entienden la situación que confirman con el resplandor de sus pulseras; aunque el chico del fuego tiene en mente otro plan y no va a permitir que sus amigos salgan a pelear.
—El nuevo puede encargarse de la situación, después de todo, es un elegido como nosotros y tiene las mismas habilidades, ¿cierto? —responde ante la duda de Jerson del por qué los detiene, en vez de transformarse para ayudar.
—¿No estarás pensando dejarle esto al nuevo?, sabes que es una locura, podría salir lastimado con mucha suerte —Gerardo comparte la misma opinión que el chico del trueno.
—No creo que salga lastimado, tiene a Spero de su parte y seguro él sabrá guiarlo —Jordán se muestra seguro y mantiene la calma—. Además, esto es por el bien del muchacho; tal vez no es la forma correcta, pero solo enfrentándose a esas cosas, sabrá qué son realmente. Nosotros ya pasamos por esto y él también debe hacerlo, solo así dejará de lado, esas tontas ideas de querer salvarlos —y son esas palabras las que calman a los otros dos, saliendo del lugar para observar desde lejos la batalla que ha iniciado.
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