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02: Deseo

—Te estábamos buscando y finalmente te encontramos —son las palabras de un misterioso muchacho, mostrándose frente a un aturdido y confundido Alfredo.

Con una extraña vestimenta, donde se destaca el color verde y de brillantes orbes marrones; porque el resplandor esmeralda que distinguía su mirada, ha desaparecido. Sostiene en una de sus manos, una impresionante arma, similar a una guadaña; mientras con la otra, le brinda ayuda para levantarse. Porque no tiene sus cinco sentidos disponibles, debido a la falta de oxígeno.

—Aliento del león de fuego —una persona se pronuncia y una segunda bola de fuego, se dispara a gran rapidez; impactando contra la criatura más débil, quien aprovechando la distracción del joven de vestimenta verde, pretendía atacar.

El descomunal monstruo, desaparece en pequeñas luces negras y la diminuta entidad parecida a un teru teru bouzu, se convierte en tierra; desapareciendo al compás del viento.

—Te dije que no debes jugar con los demonios, es mejor acabarlos de un solo golpe; así nos evitamos retrasos innecesarios —se escucha la molesta voz del chico del ataque, mostrándose ante la luz y perdiendo su mirada, ese característico resplandor rojo.

—Sabemos te gusta demostrar tu fuerza para impresionar a los nuevos, pero no es momento de estar jugando a convertirse en el héroe —otra voz masculina se pronuncia y aparece la figura de un sonriente joven, en compañía de dos más.

La extraña aparición de aquellas personas que parecen, estar discutiendo sobre algo relacionado a la palabra fuerza; confunde mucho más, a un desconectado Alfredo, sintiendo la cabeza a punto de estallar.

Esa sensación de buscar aire, para satisfacer a tus pulmones, no es nada satisfactorio; sobre todo, cuando tu propio cuerpo, se encuentra en mal estado y necesita urgente, la ayuda de aparatos para lograr recuperar la calma.

Sentir el pecho cerrarse, provocando que tu corazón se acelere, como si estuviese a punto de estallar; que tu mirada no te ayude a distinguir la realidad y te cree alucinaciones; todas esas sensaciones, combinándose con la desesperación de no poder ayudarte a ti mismo, es una mezcla de frustración que lo está consumiendo poco a poco.

—Creo esto ayudara a que el dolor alivie un poco, debes intentar calmarte si quieres sentirte mejor —y un aliento frío invade sus fosas nasales, recorriendo lentamente hasta sus pulmones; provocando un alivio que desde hace mucho tiempo, no había sentido.

Y valiéndose de su único sentido intacto, escucha un fuerte estruendo, seguido de un gruñido que alerta a los muchachos que lo acompañan.

—¡Maldición!, nos hemos confiado de esas bestias —aún no puede distinguir a los dueños de aquellas voces.

—¡Déjenmelo a mí!, está vez acabaré con él de un solo golpe —aunque ese timbre, es más reconocible y la gigantesca arma que da vueltas, confirma su teoría.

—¡No!, dijimos que está vez me tocaba a mí obtener ese poder, ustedes siempre se llevan a los mejores —una infantil voz, se mueve cerca de su campo de visión; distinguiendo solo, el color naranja de la vestimenta.

El grupo de cinco chicos, de un salto se arrojan contra su descomunal oponente que parece estar fuera de control. Nuevamente una bola de fuego, es arrojada por uno de ellos; mientras que otro, ha creado un enorme huracán que ha sometido al monstruo. «¿Acaso estoy viendo bien?, ¿no será otra ilusión?», se pregunta dudoso, aprovechando que su vista empieza a mejorar.

Los cinco chiquillos que deben estar entre su edad, se enfrentan a una enorme bestia y parecen estar tomando el control de la batalla. Sin embargo, ese molesto ruido de cascabel, vuelve a resonar; apareciendo frente a él, ese aterrador gato de largo pelaje púrpura que no deja de observarlo fijamente.

Por alguna extraña razón, relacionada con aquel sonido, o esa percepción se ha creado, por culpa del temor hacia ese minino; la criatura comienza de nuevo a enloquecer y a gruñir fastidiada, con una evidente sed de sangre en su mirada y en esos atemorizantes colmillos. Quizá solo sea una suposición de su parte, pero también parece, hacerse más fuerte. «¿Por qué?», se pregunta desconcertado.

Perdiendo el control y con un odio inexplicable en sus facciones, la descontrolada bestia arroja golpes, destruyendo todo lo que toca y poniendo en aprietos a sus atacantes.

—¡Maldición!, está evolucionando como lo hicieron otros —dice uno de los hombres, lanzando un remolino de agua que envuelve a su oponente; pero no ayuda mucho, porque logra liberarse de un solo movimiento.

Con un fuerte gruñido y unos golpes, la enorme deformidad logra capturar a dos de sus atacantes; mientras los demás, son arrojados por los alrededores. E inesperadamente, se abalanza, sobre un todavía aturdido Alfredo; quién dominado por la desesperación, trata de levantarse sin medir sus movimientos. ¡Grave error! Porque es traicionado por sus torpes pies, haciéndolo caer de bruces y provocando que nuevamente vuelva a agitarse.

Un intenso bum se escucha en todo el lugar, como el sonido de un balón a velocidad, impactando contra una pared de concreto; generado por un extraño escudo que lo ha protegido de un impacto directo. Aprovechando lo sucedido, los muchachos vuelven a la batalla y bloquean a la criatura, para que no se acerque al atemorizado joven que intenta escapar.

La desesperación ha vuelto a dominarlo y su cuerpo comienza a debilitarse con cada sobreesfuerzo. Sin haberse recuperado por completo, se deshace del respirador y fuerza a sus pulmones a inhalar oxígeno por sí solos.

«Aprieta, duele, quema, ¿cuánto más me va a consumir este dolor por dentro?», su mirada vuelve a nublarse y sin energías cae agotado. Aunque algo puede distinguir moviéndose, más bien, a alguien observarle.

—Tu destino está llegando a su final, debes aceptar que tu vida está por consumirse —escucha resonar una desconocida voz dentro de su cabeza. «¿A quién le pertenece?, ¿por qué me está diciendo eso?», sonriendo por pensar que está alocándose.

Para este adolescente, es imposible suponer que ese timbre, le pertenece al felino púrpura que parece acosarlo; aunque con todo lo sucedido en las últimas horas, sumadas las alucinaciones que suele presentar, ya ni siquiera sabe en qué creer. No se siente capaz de distinguir qué es real y qué no.

Si bien es cierto, suena extraño que un animal esté hablándote y rondándote, eso ahora no es importante para él; si no, aquellas palabras que recién está asimilando. «Mi vida... ¿acaso este es mi final?», es el pensamiento que ronda su mente.

—Pero tienes una opción, puedes cambiar tu destino si aceptas el precio —vuelve a mencionar esa sobria voz, confundiéndolo y sintiendo la cabeza a estallar.

Sin entender de dónde proviene o si es como las leyendas que transmiten los abuelos a sus nietos, donde una cegadora luz, significa la amable visita de la muerte; un fuerte resplandor aparece frente al misterioso gato, liberando una intensidad que cubre todo el lugar.

Una sensación de bienestar invade su cuerpo, junto a una agradable calidez que se expande; desde su pecho y desapareciendo toda molestia, todo dolor. Los síntomas extrañamente se han esfumado y su cabeza comienza a sentirse más liviana; en sus pulmones entra y sale el oxígeno, sin ninguna dificultad. Hasta su mirada se ha aclarado, percatándose del extraño lugar, en donde se encuentra flotando.

—Eres el último de los elegidos que hemos estado buscando, el dueño del sexto cristal —otro desconocido tono, puede escuchar en sus pensamientos; aunque este, tiene una inexplicable ternura que tranquiliza su corazón.

Una repentina bola de luz aparece frente a él, tomando la forma de un hermoso gato de largo pelaje plateado, destellante como el brillo de luna.

—¿Cuál es tu deseo?

La misma voz, resuena nuevamente en su cabeza; mientras los ojos celestes del animal, chocan con su mirada, transmitiéndole una sensación de armonía que hace mucho creía haber perdido.

—Todos desde pequeños, tienen un deseo que guardan en lo profundo de su corazón —responde el animal, ante las dudas que muestra.

—Si depositas toda tu confianza en mí, sin importar que seamos dos desconocidos, podría evitar que tu esencia desaparezca; tu vida no tiene por qué terminar aquí y de esta manera —menciona su tierno acompañante, señalando el hermoso cristal que ha aparecido cerca de su pecho. Una gema con un misterio brillo que ha conseguido cautivarlo.

—Solo debes decirme el deseo que has guardado en tu corazón, no importa que tan egoísta pueda sonar; es la oportunidad de escucharlo y verlo hacerse realidad, a cambio de un sacrificio.

Cada una de esas palabras, calan en lo más profundo de sus pensamientos, «¿mi deseo?, ¿cuál es el anhelo de mi corazón?», generando una idea detrás de otra; acompañada de muchos tristes recuerdos, de una infancia que nunca volverá. Momentos de alegría y llenos de risas, en donde realmente podía vivir; disfrutando a pleno, del amor que le brindaban sus seres queridos.

—Mi deseo..., mi más anhelado deseo..., es tener el coraje suficiente para hacer felices a las personas que amo —responde sin titubear, sintiendo un profundo calor recorrer su cuerpo.

—Entonces tu deseo... ¿es tener salud para que nadie sufra con tu enfermedad? —pregunta el curioso animal, recibiendo una negativa como respuesta.

—¡No me malentiendas!, la salud no siempre trae felicidad —responde, generando más dudas—. Solo quiere tener la convicción necesaria, para provocar una sonrisa de verdadera felicidad, en el rostro de las personas que son importantes para mí.

—Pero..., podría darte salud e inmunidad ante cualquier enfermedad; o tal vez, recuperar el dinero que tu familia ha gastado. ¡No sé!, quizá podría ser una posición importante, dentro de todos los humanos; o también que, tu madre recuperé el amor que perdió por culpa tuya.

El ahora confundido gato, intenta leer las intenciones que transmiten la mirada del muchacho que tiene enfrente.

—Porque estoy seguro que tu bienestar, les dará la felicidad que estás buscando para ellos, ¿verdad? —no piensa permitirle, esconder su verdadera ambición.

—No estoy seguro de tus palabras.

Alfredo sonríe con ternura, al notar la confusa expresión en la mirada contraria; recordándole a sus pequeños hermanos, cuando en el pasado, no entendían sus inventadas historias de superhéroes que les leía antes de dormir.

—Lo que una persona querida busca para ti, es verte en todo momento feliz, sin importar las condiciones en las que te encuentres. Es cierto, una enfermedad es triste y dolorosa para la familia; pero es en ese momento, cuando conoces el significado de esa palabra —agrega con total seguridad, acordándose de los comentarios que su madre le dijo por última vez a su padre, antes de abandonarlos—. Además, pensar solo en mí, es realmente egoísta y estaría demostrando que no he aprendido nada en estos cinco años.

—Tu deseo... ¿es la felicidad de otras personas? —la hermosa criatura de largo pelaje plateado, se muestra contrariado—. ¿Por qué? —pregunta, enfocando esos orbes que muestran desconfianza.

—Porque sé lo difícil que ha sido para ellos, tal vez, mucho más que para mí —responde con una mirada llena de convicción—. Si pudiera darles un poco de felicidad..., estoy seguro, realmente seguro que yo también lograría ser feliz. Poder protegerlos como ellos lo han hecho conmigo, creo es una forma de agradecerles lo mucho que se han sacrificado por mí en todo este tiempo, ¿no crees? —aunque termina con su típica frase, o eso creo.

Esas acotaciones, provocan que su tierno acompañante, comience a rascarse la oreja, haciendo sonar el cascabel que trae atado en la pata derecha y que en una sola fracción de segundo, lo ha regresado a una realidad de la cual quiere despertar.

—El anhelo de la existencia, esa es la calidez que he estado buscando, para eso he despertado —no entiende a qué está refiriéndose—. Debes aceptar el cristal de tu alma, porque solo él, te dará una nueva oportunidad; aunque no olvides, el precio a pagar puede ser más doloroso que tu situación actual.

Son las últimas palabras que escucha resonar en su cabeza, antes de ser atacado nuevamente, por todos los malestares de su enfermedad. Dolores insoportables que parecen consumir sus pocas energías y sintiendo como su corazón pierde fuerza para latir. Una constante tos ha invadido su garganta y sus pulmones van quedándose sin aire.

—Debes aceptar tu nuevo destino o perecer en este lugar, tu esencia está por desaparecer. La decisión está en tus manos y no habrá oportunidad de volver a retroceder —son las sobrias frases del gato de pelaje púrpura, antes de desaparecer del lugar y dejando resonar por todos los rincones, el sonido de su cascabel.

Y esa acción complica todo alrededor, los gritos de los desconocidos muchachos, combinándose con los gruñidos descontrolados de aquella criatura; muestran un mal presagio en ese combate. El dolor que consume su cuerpo, unas fuertes pisadas acercándose hacia él, haciéndole saber que no hay marcha atrás.

Solo hay una decisión y aunque siga sin entender el significado de todas esas palabras, ¡ten cuidado!; es la advertencia que logra escuchar y empuja a su cuerpo por impulso, a atrapar entre sus manos, el brillo de esa llamativa gema; desatando un resplandor que atraviesa la oscuridad y debilita la maldad de los corazones.

—Ventisca de aire ascendente —es lo último que alcanza a escuchar, antes de caer inconsciente.

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