Capítulo 6 ¿Tú cortaste mi llamada?
Le había pedido su número a aquella chica, mi mayor objetivo era molestar un poco a Lennon como ella siempre lo estaba haciendo conmigo, pero cuando vi que ya no estaba allí, mi corazón se volvió loco, pensé que todo se había arruinado, que ella había huido y que próximamente sería despedido.
No solamente es por el trabajo, la idea de que alguien le quisiera hacer daño, como aquel día que la encontré aterrada en el parque donde había estado corriendo, también me causaba pánico. La empecé a buscar por todo el lugar, creí que tal vez se podría haber ido a comprar a alguna de las tiendas, entonces desde la lejanía la vi, sentada en una banca y aquel dicho le estaba colocando un tenis.
Quise pensar en primera instancia que solamente se trataba de un chico siendo amable, pero le tomaba el muslo mientras se relamía los labios, la miraba fijamente a los ojos y ella sonreía, como si aquello fuera divertido.
Estaban coqueteando y ahora entendía el cómo se había sentido Lennon, estaba celosa, aunque no fuera a admitirlo nunca, mientras había estado sentada, mientras yo me levantaba para ir a pedir aquel número, había notado sus celos.
La furia me llevó a interrumpirlos, a hacerle una escena, a olvidarme por completo que soy su guardaespaldas, que no tengo derecho de reclamarle absolutamente nada y me había quedado furioso.
Cuando fuimos al estacionamiento por el coche, vi la frustración en su rostro, me dijo algunas palabras y cuando me enseñó que alguien la había dañado porque no estuve allí, me hizo sentir un inútil. No tendría que haber hecho lo que hice, no la tendría que haber dejado sola, no debería de haber tratado de darle celos ni debería de haber dejado que los míos me dominaran.
Toqué su brazo por encima de las vendas, mi garganta ardía, deseaba dejar salir todo aquello que tenía atorado, pero no podía permitirme llorar, mostrarme débil. Sus ojos se encontraron con los míos, no estaba pensando ni razonando, en un movimiento brusco estampé mis labios sobre los suyos y esperaba sentir una bofetada seguido de ello.
Sin embargo, sus brazos se rodearon en mi cuello y pude sentir sus labios sobre los míos que le seguían el ritmo, ella también lo deseaba tanto como yo lo hacía.
Perdí la cuenta del tiempo que estuvimos besándonos contra el coche, hasta que me distancie, lo hice porque al fin mi consciencia comenzó a razonar que lo que estábamos haciendo no estaba bien.
Ella no dijo ni una sola palabra, abrió la puerta del copiloto y subió, yo por mi parte me quedé algunos segundos parado como un idiota, con la erección que me dolía, pensando en que carajos había hecho.
...
El camino a la mansión fue en pleno silencio, creo que ambos necesitábamos hablar de esto, pero que ninguno se atrevía a hacerlo y quizá lo mejor era olvidarlo, no remover lo que acababa de suceder jamás.
Al llegar a la mansión y entrar nos encontramos con su padre, él no fue tan distraído como yo, en cuento la miró se dio cuenta de su herida en el brazo.
—¿Qué fue lo que le sucedió? —preguntó un poco más nervioso de lo usual.
—Nada, padre, fui descuidada y sin querer me tropecé, caí al suelo, me lastimé con el filo de un adorno del shopping, pero no fue nada grave —se apresura a explicar.
—Tienes que tener más cuidado con ella, la quiero en casa sin ningún rasguño —me pidió con severidad a lo que asentí.
—No lo puedes culpar por un descuido, iba caminando —gruñó ella de brazos cruzados— No va a ir cargándome por el Shopping, no sea cosa que me vaya a caer.
—Lo siento, solamente me preocupo por ti hija —se frotó la frente y se dejó caer sobre el sofá con cansancio.
Lennon se marchó a su habitación y yo fui detrás de ella con todas las bolsas de las compras, ella se lanzó sobre la cama como suele hacer cada vez que entra en su habitación, se quedó mirándome algunos segundos, solamente pude pensar en que estaría pasando por su mente mientras me veía.
—Deja las bolsas allí —señaló un sofá— Luego toma la ropa que te compre, ve a darte una ducha y luego colócatela.
—No puedo dejarte sola —le recordé.
—Te prometo que no iré a ninguna parte, pero si no confías en mí —me lanzó una llave de la mesa de noches— Me puedes encerrar.
Asentí, no vi la necesidad de cerrar la puerta con llave, si quería salir, de todos modos sabía bajar por el balcón, así que solamente hice lo que me había pedido, me llevé la ropa y me metí a duchar.
Mientras estaba bajo el agua caliente, regresó a mi mente el recuerdo del beso, traté de alejarlo, de no pensar en sus labios sobre los míos, tan cálidos, carnosos y que besa de puta madre.
Me decidí a salir del agua, había estado tiempo suficiente y aunque me haya dicho que no saldría, no puedo arriesgarme demasiado en confiar en su palabra. Me apresuré a secar todo mi cuerpo, me coloqué la ropa, que al ser tan ajustada me dio un poco de trabajo y cuando estuve listo salí de la habitación.
Encontré a Lennon sentada sobre su cama, con un álbum de fotos, cuando se dio cuenta de que había salido, levantó la mirada con sus ojos brillosos y me estaba escaneando de pies a cabeza.
—Todo te quedó tal como lo había imaginado, te ves hermoso —murmuró a lo que negó con rapidez— Me voy a alistar, puedes quedarte por aquí en mi habitación, pero debo de advertirte que voy a tardar.
Asentí tras sus palabras, me lancé sobre su cama en cuanto ella entró con sus bolsas al baño, hasta que pasó un buen rato desde que había parado de escuchar la ducha, todo estaba tranquilo, pero luego vino el aburrimiento.
Tomé el álbum que Lennon había dejado encima de la mesa de noches, lo abrí y empecé a pasar las fotografías familiares, entonces me di cuenta de que ella tiene un gran parecido a su madre, solamente que heredó los ojos azules de su padre y su cabellera rubia también.
El sueño se empezó a apoderar de mí, estaba pasando aquellas fotos cuando se me borró el mundo.
De repente sentí que me sacudían, me desperté sobresaltado y me encontré con los labios sonrientes de Lennon. Me quedé algunos segundos procesando que había sucedido, cuando ella se dio una vuelta lenta delante de mis ojos, estaba despampanante, con un vestido rojo que apenas le tapaba el trasero, un escote que dejaba ver sus prominentes pechos, su cabello recogido en una coleta larga que rozaba su espalda.
—Estás preciosa —las palabras salieron de mi boca con mi voz adormilada, ni siquiera me había detenido a pensarlo.
Pero al parecer el que se lo haya dicho le había gustado, sus mejillas se ruborizaron un poco, me extendió su mano para ayudarme a levantarme y entonces notó que tenía su álbum a mi lado.
—¿Lo estuviste viendo? —preguntó apenada.
—Sí, lo siento, sé que no debería haberlo tocado, pero hoy cuando te vi con él me dio mucha curiosidad —murmuré.
—No, está bien, no tiene nada de malo —negó y recuperó la sonrisa.
Entonces tomé su mano, me puse de pie y me estiré bostezando a lo que ella se empezó a reír.
—Espero que esa siesta haya sido suficiente para que aguantes toda la noche mi ritmo, vamos a ir a comer algo y luego nos encontraremos con mi mejor amiga, ella irá con otro par más de personas, espero no te sea demasiado incómodo —dijo encogiéndose de hombros.
Negué, aunque en realidad sí lo sería, pero la vi tan feliz que no quise arruinarle la ilusión, solamente me dediqué a seguir sus pasos en silencio.
...
Fuimos a un restaurante, que me asombraba que no fuera uno de esos sitios lujosos a los que ella acostumbra frecuentar, allí nos sirvieron, comimos y estuvimos hablando un poco sobre lo sucedido la primera vez que nos vimos, luego nos marchamos.
Nos encontramos con su amiga afuera del club al que al parecer pensaban entrar y que me arrastrarían con ellas, un sitio que se notaba de personas con dinero. Se saludaron como si no se hubieran visto en años, luego ella me miró de pies a cabeza con cierta curiosidad y Lennon le dio un codazo.
—Él es Kenneth —me presentó a lo que extendí mi mano y ella la estrecho.
—Bastante guapo Lennon, tienes buen gusto —bromeó a lo que ambos sonreímos sin decir nada.
Lennon no lo dijo con palabras exactas, pero sé que no quiere que sus amigos me vean como su guardaespaldas, porque eso significaría tener al padre de ella vigilando todo lo que hacen y aunque no sea de ese modo, les cortaría el rollo.
—Es un placer —dijo sonriente.
—Lo mismo digo —respondí a lo que ella arrugó el ceño.
—¿Tú fuiste quien cortó a mi llamada esta mañana? —preguntó confundida.
—Lo lamento por eso, tengo que asegurarme de que no haga locuras, no quiero que nada malo le suceda —comenté a lo que ella recuperó la sonrisa.
—Un poquito tóxico —guiñó el ojo— Lo dejaré pasar, solamente porque sé que Lennon está en riesgo, pero donde seas una amenaza para nuestra ami...
Estaba a punto de terminar su frase cuando de repente un par de chicos se acercaron, eran tras chicos y dos chicas más, aquí era justamente donde todo se volvía incómodo.
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