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Capítulo 4 No seré tu niñera

Aguanté las ganas de burlarme de ella, me arrebató el celular de las manos cuando logró reaccionar y trató de hablarle a su amiga, pero ya había cortado su llamada, era un esfuerzo en vano.

—¿Por qué hiciste eso? —me preguntó presionando su entrecejo.

—Querías escaparte con tu amiga, tengo que prevenir que hagas locuras y luego pagues las consecuencias —me encogí de hombros.

—No iba a hacer tal tontería, le iba a decir que no —se justificó con las mejillas amanzanadas.

Me quedé en silencio, sabía que eso era una maldita mentira, pensaba escaparse como ya había hecho con otros guardias, pero no iba a permitir esas locuras, no mientras fuera yo quien estuviera cuidando de ella.

Le hice una señal para que saliera de la habitación, salió, aunque lo haya hecho a regañadientes y yo detrás de ella.

—Sé que no estás conforme con las decisiones de tu padre, pero cuando esa persona loca que te quiere matar esté cerca de ti, vas a estar más que feliz de que yo esté tan cerca como lo estoy todo el tiempo —terminé por decir— Ahora cámbiate de ropa, tu padre te debe de estar esperando.

—¿Esperando? ¿Para qué? —preguntó relamiendo sus labios.

—Ya lo sabrás —terminé por decir.

Salí de la habitación, porque aunque fueran esos segundos, lo mejor era no volver a provocar una situación como la anterior, Lennon es una mujer jodidamente hermosa y aunque sepa que solamente trata de librarse de mí, todo se puede transformar en segundos.

Hay razones por las cuales acepté poner en riesgo mi vida, cuando cosas como esas pasan, trato de recordar cuáles son, trato de centrarme en ello para no perder el enfoque y cometer errores de los que me pueda llegar a arrepentir.

El señor Oscar fue muy claro conmigo, tengo que cuidar todo el tiempo de Lennon, sea día, noche o madrugada. Está claro que tengo que dormir, en ese lapso de tiempo que yo estaré durmiendo, tendrá que haber un reemplazo, pero de todos modos tengo una habitación pegada a la suya.

De repente salió caminando en dirección a las escaleras, ni siquiera volteó a mirarme, era como si su rabia hubiera recaído sobre mí y que ni siquiera quisiera sentir mi presencia.

Al llegar a la sala, su padre estaba sentado junto a un hombre de traje, yo ya sabía de quién se trataba, solamente pensaba que él se lo tendría que haber dicho en el momento que le dio a elegir si me quería cuidándola.

—¿Qué está sucediendo padre? —preguntó un tanto desganada ante su presencia.

—Él es Marco, estará cuidándote en los horarios que Kenneth como cualquier otro ser humano esté dormido —un gran silencio se formó ante sus palabras, Lennon parecía haber visto un fantasma.

—No, tengo suficiente con Kenneth, no quiero a nadie más que él a mi cuidado —comentó furiosa.

—Era parte del trato Lennon —le respondió en un tono severo su padre.

—No, el trato era que me quedaría si aceptaba a Kenneth cuidándome y lo hice, no me dijiste que sería alguien más —se cruzó de brazos inconforme con la actitud de su padre.

—¿Cuál es la diferencia? Es un guardia más —terminó por decir.

Lennon se quedó con un gesto pensativo, al parecer no tenía ninguna intención de decirle nada, por un momento mi corazón se apiadó de ella, una chica con tanto dinero que no está acostumbrada a que la vigilen, que la cuiden y que hasta no hace tanto tiempo podía hacer con su vida lo que quiere, debe de ser algo difícil de digerir.

—No, en Kenneth puedo confiar mi vida, me salvó una vez, pero que me asegura que este hombre es de suficiente confianza —sonríe con tristeza— No me interesa si Kenneth tiene que poner un sofá en mi habitación, si le debes instalar una cama pegada a la mía, pero no está a discusión, si tienes desconfianza de que me vaya a escapar, no pienso dejar que alguien más me cuide.

—Lennon, no pued...

No le importó que su padre estuviera hablando, lo ignoró por completo y se dio la vuelta en dirección a las escaleras.

—Lennon, te estoy hablando —le insistió poniéndose de pie.

—Yo ya terminé de hablar contigo —espetó en un tono irritado desde la escalera.

La estaba viendo marcharse cuando su padre me dio una mirada, no tuvo que decirme ni una sola palabra para saber que debía ir detrás de ella, pero cuando estaba a punto de hacerlo colocó una mano sobre mi hombro.

—Si mi hija quiere que tú la vigiles todo el tiempo, lo harás Kenneth, no me importará pagarte el doble mientras cambia de opinión, ella no va a soportar tenerte en su habitación todo el tiempo, que te duches en su baño, que duermas en su sofá, sé lo que te digo —asintió sonriente— Será tal vez uno o dos días.

—Entiendo señor, usted manda —asentí por último.

No pensaba discutir con respecto a la locura que estaba cometiendo, metiendo a un completo extraño en la habitación de su hija, que duerma a su lado y que la cuide en todo momento, como si Lennon siguiera siendo solamente una niña.

Me da igual, no soy el que tiene el dinero, así que solamente me toca guardar silencio y soportar para poder cumplir con mis objetivos.

...

Al llegar a la habitación encontré a Lennon recostada sobre su cama y giró su rostro con cierta diversión reflejada, no sabría decir que estaba tramando esta vez, pero algo en mi interior me gritaba que no sería algo del todo bueno.

—Parece que mi padre terminó por acceder a mi petición —se sentó sobre su cama con cierta emoción reflejada— No tengo ninguna intención de llevarme bien contigo Kenneth, volveré tu vida, un infierno hasta que renuncies.

—Pues hará falta un poco más que decirle a tu padre que quieres que me la pase pegado a ti día y noche —sonreí de brazos cruzados, pero mi sonrisa desapareció cuando sus ojos brillaron de maldad.

—Pensé que dirías algo como eso, por la misma razón, esta noche nos vamos de fiesta —relamió sus labios.

—Oh, no, por supuesto que no lo haremos —gruñí.

—Sí, porque tú tienes que estar pegado a mí todo el tiempo, así que tendrás que acompañarme a donde vaya y a mí da la casualidad que se me antojó salir a bailar —usa un tono desbordado de inocencia.

Maldije internamente, no quería ir a un sitio como esos, no me interesaba verla alcoholizada y tener que hacer de su niñera. Las cosas poco a poco comenzaban a volverse más pesadas, ella solamente es una niña caprichosa que cree que puede conseguir lo que quiera, yo no voy a caer en sus juegos, no lo haré.

—No seré tu niñera Lennon —volví a gruñir.

—Eso me da lo mismo, será mejor que vayamos de compras, porque no pienses que vas a ir así vestido, no voy a permitir que espantes a cada persona que se me acerque —sentenció.

La observé caminar hasta su armario, eligió ropa y pasó por mi lado con la misma sonrisa que llevaba desde que me había dicho sobre su decisión.

...

Estuvimos en el shopping, nunca había visto a una persona malgastar tanto dinero en ropa que probablemente no utilizaría, pero no le dije nada, solamente me dediqué a observar en silencio y hacer todo lo que ella me pidiera.

Me eligió la ropa, me eligió las típicas prendas de chicos malos, me pareció lo más tonto de la vida. Una chaqueta de cuero, una camiseta ajustada, unos jeans de igual manera, tonterías, eso me haría ver ridículo y probablemente llamaría la atención de alguna chica tonta.

—Esto será estupendo —festejó desbordando de felicidad— Mira, como un gesto de tregua, te puedo invitar un café.

—No quiero tu café, lo único que quiero es ir a la mansión —sentencié.

—Qué mal, quería ser un poco amable contigo, pero bueno, de todos modos iremos por un café —me guiñó un ojo.

Ahora entendía por qué había gente interesada en matarla, es una chica prepotente, siempre puede hacer lo que quiere, no mide las consecuencias de nadie y sobre todo se divierte al ver el sufrimiento ajeno, tal vez debería dejar que acaben con su vida, sería mejor para el mundo entero no tener a una persona tan insoportable.

La molestia me ganó, bueno, la molestia siempre me ganaba y me hacía pensar en cosas que no debería.

Nos sentamos en la mesa de un café, de repente una chica, bastante guapa para mi gusto, nos trajo el menú y ella lo empezó a revisar. Mientras lo hacía, la chica no apartaba su mirada aún sonriendo de mí y Lennon pareció percatarse.

—Nos trae dos cafés, quiero un pastel de fresas con crema, ¿y tu cariño? —me preguntó a lo que alcé una ceja.

La chica bajó la mirada apenada y respiré profundo antes de fulminar con la mirada a Lennon.

—Un pastel de chocolate —respondí entre dientes.

—Estupendo, enseguida les traigo su pedido —pronunció a duras penas la chica avergonzada.

—¿Qué crees que haces? —le pregunté a Lennon en cuanto vi que la chica se había alejado.

—Estás trabajando, no tienes derecho de coquetear en mi cara —respondió con esa petulancia característica de ella.

—Verás como si lo tengo —gruñí mientras decía aquello entre dientes.

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