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Capítulo 21 Un padre astuto

Kenneth se marchó y mi padre estaba mucho más preocupado por qué se marchaba que porque estaba a punto de perderme, porque a menos que me diera una respuesta sensata a todo lo que había pasado a lo largo de mi vida, lo haría.

Esperé unos momentos a que volviera a mirarme, porque pensaba seguir preguntando, no estaba dispuesta a posponer aquella conversación ni un momento.

—Lennon, mira, puede que te hayas confundido, yo entiendo que extrañas a tu madre, pero ella está muerta, murió y no hay vuelta atrás —dio algunos pasos para aproximarse a mí, pero retrocedí.

Me mentía, no quería fallar a lo que me había pedido aquella mujer, no quería decirle a mi padre que había hablado con ella, no quería meterla en un problema, no quería que mi padre volviera a arruinar su vida, solamente quería un poco de verdad de su parte.

No la tendría, su mirada, su postura, todo de él me decía que jamás en la vida me diría una verdad concreta, había algo más, algo que no estaba diciéndome, pero que tarde o temprano terminaría averiguando.

—Me mientes, eso es lo que más me duele, que me veas a la cara y seas capaz de mentirme como si nada, me hace cuestionarme cuantas cosas más habrá en mi vida que no sé —mis ojos se llenaron de lágrimas— Continuaré estando aquí, pero a partir de ahora no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra y deja en paz a Kenneth.

—Te guste o no continuaré siendo tu padre para siempre y Kenneth tendrá problemas cuando vuelva, no le pago para que se marche en medio del horario de trabajo por orden tuya, no tienes derecho de decirle que puede irse.

—No lo entiendes, las personas que están trabajando aquí adentro también tienen problemas, también tienen una vida—le respondí molesta.

La realidad es que estaba descargando mi frustración, la de no poder decirle que estuve hablando con aquella mujer, que me dijo toda la verdad, deseaba acorralarlo.

—Son empleados Lennon, ¿por qué jamás aprendes a diferenciar entre el trabajo y la vida personal? Siempre terminas por involucrarte demasiado con las personas —se cruza de brazos.

—Tal vez porque yo sí tengo sentimientos, quizá no soy tan parecida a ti como pensabas, quizá soy parecida a la mujer que me dio a luz, esa de la que jamás has querido hablar, no volveré a decirte que dejes a Kenneth en paz —sentencie furiosa.

—Quizá lo mejor sea que despida a Kenneth y consiga a alguien que lo remplace —dice a modo de amenaza.

—Hazlo —lo incité— Crees que de ese modo vas a perjudicarme, pero incluso si lo corres puedo seguir viéndolo fuera de estas cuatro paredes.

—Una temporada con tu tía no te vendría mal —gruñó furioso ante mi altanería.

—No puedes enviarme si no quiero, porque ya soy una adulta, es mi decisión y ni siquiera intentes amenazarme con que me vas a echar de casa, si algo termina por sucederme estando fuera, estoy segura de que no podrías vivir con la culpa.

Luego de decir esas palabras entré a la mansión, no quería ver a nadie, a nadie que no fuera Kenneth, desde mi habitación me asomé por la ventana, me quedé mirando a mi padre, que se quedó allí en la misma postura, como si no pudiera creer mi reacción.

Me quedé vigilando para asegurarme si se marchaba o se quedaba, pasó un tiempo en el cual estuvo hablando por su celular, luego de eso salió de la mansión, fue entonces cuando tomé la decisión, incluso de ser necesario revisaría toda la mansión, pero quiero saber que es lo que oculta.

Quiero saber quién es mi madre, que es lo que está detrás de todo este misterio, por qué no quiere que sepa de esa mujer, no entiendo nada, pero voy a averiguarlo.

Salí de mi habitación, recorrí los pasillos de la mansión con bastante cuidado, después de todo nada me aseguraba que no se arrepintiera y regresara a la mansión. Aun así de volver no podría entrar con tanta facilidad al despacho, después de pasar me aseguré de cerrar la puerta, pero dejé la llave puesta para que nadie pudiera entrar.

Comprobé algunas carpetas que estaban en un estante, luego los cajones del escritorio, no había más que un montón de papeles de la empresa, papeles y más papeles, pensaba que iba a encontrar algo allí, porque es su sitio más habitual en el que pasa gran parte del día, pero no había nada.

Me quedé inconforme, mirando cada rincón de aquel sitio, miré nuevamente las carpetas del mueble, mire entre los libros y me aseguré de dejar todo como estaba. Me puse en puntillas de pie para alcanzar a poner un libro en el estante, entonces un jarrón que se alojaba en la parte superior del mueble estuvo a punto de caer sobre mi cabeza, pero me percate a tiempo.

En la misma postura que estaba lo sostuve con la mano, quedó inclinado y de adentro cayeron unos papeles, no sabía que mi padre fuera tan astuto, había guardado papeles en un florero con unas feas flores secas.

Me agaché para recoger aquellos papeles, me encontré con una fotografía, era bastante vieja, había sido doblada al parecer varias veces, pero aquello no era todo, había más ahí dentro. Desdoblé los papeles, empecé a leer, al parecer era un acuerdo, De acuerdo con este contrato, "La menor Lennon Winchestar quedará a cargo de su progenitor, Óscar Winchester, siendo este su único tutor legal, desvinculando por completo a Mabel Villin, dejando por escrito que no tendrá relacionamiento de ningún tipo con la menor, perdiendo por completo sus derechos de ejercer sus derechos sobre ella y dejando en claro al firmar el documento que no desea que la criatura tenga conocimiento sobre su existencia."

Aquel documento mantiene una firma, una que debe de ser mi madre biológica, lo que deja en claro que no me quería, que me dejó en manos de mi padre porque no deseaba verme nunca, pero debe de haber una razón para que no quiera tenerme en su vida y me lo tendrá que explicar, dado que ahora tengo su nombre real, haré lo que esté en mis manos para averiguar por qué me abandonó.

De repente trataron de girar el pomo de la puerta, me apresuré a dejar todo como estaba, la foto en el jarrón, aunque no pude evitar volver a mirar la foto de mi madre una vez más, sí, me parecía a ella, de eso no quedaba duda.

Coloqué ese absurdo papel también en su sitio, luego tomé un libro de la biblioteca, era uno que solía siempre robarle de niña a mi padre, lo coloqué encima del escritorio abierto varias páginas más avanzado de donde lo había dejado la última vez que lo había tocado, abrí la puerta y me encontré con el rostro furioso de mi padre.

—¿Desde cuándo te encierras en mi despacho? —lo miró todo como si fuera un perro sabueso, tratando de descubrir si había tocado algo.

—Eso pasa cuando no quieres estar cerca de tu padre, ¿tienes algo que ocultar en el despacho? Necesitaba leer un rato para despejar la mente —mentí, le mentí mirándolo a los ojos como él tantas veces había hecho.

—No tengo nada que ocultar Lennon, es todo producto de tu imaginación, ahora te pido que vayas a leer a otro sitio, necesito trabajar —comentó con pesadez.

—Sí, las mentiras son una carga muy grande —murmuré mientras recogía el libro y lo colocaba en su sitio.

Me marché con una pequeña satisfacción de saber que ahora tenía algo, un pequeño inicio para averiguar en donde se encontraba mi madre, que era lo que había sucedido con ella y por qué no quiso quedarse conmigo.

En cuanto iba caminando en dirección a las escaleras, me topé con Kenneth, me quedé paralizada, mirando su rostro, magullado, le habían dado una paliza o tal vez él se la había terminado dando a alguien.

—¿¡Qué te sucedió!? —le pregunté apresurándome a aproximarme a él.

—Le di su merecido, te lo juro, no voy a permitir que te haga daño —me rodeó entre sus brazos con fuerza.

—Kenneth —murmuré su nombre— No debist...

—Debía Lennon, porque te amo, porque no quiero que vuelvan a hacerte daño y le demostré lo que estoy dispuesto a dar por ti, de todo esto saldremos juntos, pero si tengo que dar mi vida para que tú puedas encontrar la felicidad lejos de todo esto, lo haré —susurró acariciando con una de sus manos mi mejilla— No permitiré que te suceda nada.

—No va a sucedernos nada, Ken, saldremos de todo esto, entiende, la vida no puede quitarte dos veces lo que más amas —murmuré tratando de calmarlo.

Kenneth se veía con verdadero miedo, se veía como alguien que está a punto de perderlo todo, quizá tiene miedo con toda la razón, ni siquiera sabíamos como íbamos a solucionar los problemas con su familia, ni como lidiaría con mi padre luego de lo que me sucedió a mí.

Lo llevé a mi habitación para curar sus heridas, se quejó un poco, pensaba que los héroes no se quejaban, pero al parecer Kenneth sí.

Luego de que estuviera más calmado, tomé el celular, contuve la respiración, no sabía si esto que iba a hacer era lo correcto, pero era lo que me parecía en estos momentos más conveniente. Así que marqué a la única persona capaz de ayudarme, la tía Fran.

Hace años mi tía se mudó del país, se quiso ir a Rusia, me pareció una decisión un poco precipitada, después de todo ella siempre fue muy unida a mí, pero lo tuve que aceptar, porque no hubo poder sobre la tierra que la hiciera cambiar de opinión y mi padre tampoco me quiso ayudar

Ellos fueron cercanos, pero las cosas entre ellos en el último tiempo cambiaron, cuando se decidió mudar fue una de las razones, su mal relacionamiento. Ahora le tenía que pedir que me contara con respecto a mi madre, algo que podía terminar mal, ella podría decirle a mi padre y sabría que vi los documentos, aunque a estas alturas poco me importaba.

Mi tía debía saber algo sobre ella, porque estaba viviendo en la mansión cuando nací, ella ayudó a la mujer que se hizo pasar por mi madre en mis primeros años de vida, así que ella tiene que saber la verdad, me facilitaría si me dijera en donde la puedo encontrar.

El teléfono sonó varias veces, llegué a pensar que mi tía no iba a responder cuando de repente escuché un silencio al otro lado.

—Tía —me apresuré a decir con alegría.

—Lennon, cariño, vaya, ya se me había olvidado como se escuchaba el sonido de tu voz, últimamente ya no me llamas —se quejó un poco con un tono de tristeza.

—Lo siento, sabes que han pasado muchas cosas últimamente —me justifiqué, aunque en el fondo me sentía culpable de no haberle hecho una llamada.

—Dime cariño, si me estás llamando es por una razón, ¿no es así? —preguntó con un tono de preocupación.

—Así es tía, quiero que me hables de mi madre, ya supe la verdad, sé que estoy corriendo el riesgo de que llames a mi padre, que le digas que estoy intentando averiguar al respecto, pero necesito saber por qué me abandonó, por qué no quiso quedarse conmigo cuando nací —un nudo se formó en mi garganta ante mis palabras.

—Lennon, sé que tienes muchas preguntas al respecto, yo no voy a hablar con tu padre, siempre supe que en algún momento descubrirías que esa mujer no era tu madre, pero porque te quiero Lennon, te pido que dejes de buscar, lo que vas a encontrar detrás de todo eso va a ser demasiado doloroso para ti, no sigas.

—Tía, pero, necesito saberlo —insisto.


—Lennon, hay secretos oscuros que es mejor quedarse sin saber, el alma duele menos cuando no sabes ciertas cosas —se limitó a responder.

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