Capítulo 19 No somos responsables de esto
Me desperté por la conversación que provenía desde la sala, no me parecía correcto quedarme escondida escuchando una conversación que no era conmigo, pero tampoco tenía alternativas, desde la cama podía escuchar como hablaban y el acercarme solamente me daba una mejor audición.
La realidad es que no me puedo engañar a mí misma, quería saber de qué se trataba, sobre todo cuando escuché que se trataba del padre de Kenneth, estaba intentando darle una explicación sobre algo, pero él se negaba a escucharlo.
De repente otra voz interfirió en la conversación, una voz que de la nada me pareció familiar, un fuerte dolor de cabeza se apoderó de mí, de repente era como si toda una noche volviera de la nada a mi cabeza.
Alcohol, un chico guapo, risas, mi vista borrosa sobre aquel rostro, un automóvil, un sitio que no podía reconocer, sus manos sobre mi cuerpo. Aquella voz, era la voz del chico que me había dejado en el descampado, el mismo que me golpeó por oponerme a él y es el hermano de Kenneth.
Las lágrimas brotaron sin parar, no podía ser, nada de lo que estaba escuchando podía ser real, mi padre no podía ser de ese modo, no podía haber contratado a Kenneth con las intenciones de hacerle daño, no podía ser enemigo de ese hombre, mi padre jamás había tenido enemigos.
De repente estaba la puerta abierta, estaba tan traumatizada que había abierto aquella puerta sin siquiera percatarme, la mirada de todos estaba sobre mí, aquellos ojos azules me hicieron abrir los míos lo más que podía.
Mi cuerpo no respondía, de haberlo hecho me hubiera marchado, hubiera corrido del sitio tan lejos como me lo hubiera permitido, habían venido por mí, me querían acabar, ese era el objetivo por el cual estaban en el apartamento.
La hermana de Kenneth me había entregado, ahora quedaba más que claro, entendía que no le agradara, pero a estas alturas no sabía si se debía a que tenía miedo por su hermano o si el motivo era el odio familiar.
Kenneth me tomó de la mano tan rápido que ni siquiera me dio tiempo de abrir la boca, no... no podía abrir la boca, las palabras no saldrían de todos modos, al igual que mi cuerpo seguiría sin responder, solamente me quedaban los pensamientos que me estaban comiendo viva.
Me colocó detrás de su cuerpo, retrocedimos juntos y él tomó la pistola que mi padre le había entregado para protegerme. Necesitábamos salir de allí, yo había estado en manos de su hermano y algo me decía que su padre podría llegar a detenerse por Kenneth, pero ese chico, él lleva la maldad en el alma, no se rendiría nada fácil.
Miré la ventana mientras que la puerta era golpeada, miré el pequeño balcón que quizá era demasiado inestable, no era la primera vez que salía por uno, pero dudaba que a su lado hubiera una enredadera para pasar.
—Kenneth, tenemos que salir por la ventana —susurré.
—Eso es una locura, van a entrar —me respondió en un murmuro.
Miré los alrededores, me acordé de las películas, de como ponían un mueble para ganar un poco de tiempo y me acerqué a aquel mueble, él con una mirada pareció entender que debía de ayudarme a moverlo.
Con el peso de nuestros cuerpos logramos ponerlo sobre la puerta, aguantaría un poco más, de eso estaba segura, me apresuré a tomar las llaves del coche que estaban en la mesa de noches, miré a Kenneth que estaba a punto de abrir la ventana y asentí.
Cuando me acerqué me di cuenta de que era demasiado alto, saltar desde allí sería un suicidio, aunque en estos momentos me parecía una mejor alternativa que morir en manos de esas personas al otro lado de la puerta, entonces miré el balcón de la habitación vecina, no sé si allí habría alguien, tampoco sé si estaría dispuesta a escondernos en su apartamento.
—Tenemos que saltar a la habitación continua Kenneth, es la única alternativa que tenemos para poder escapar de ellos, ¿crees que la persona que viva allí nos permita salir? —me atreví a preguntar con cierta duda.
—No lo sé, no recuerdo haber visto a alguien en ese sitio —me respondió.
—Lo tendremos que averiguar...
Fui la primera en subir, no miré hacia abajo, tampoco me importó en esos momentos la distancia, solamente salté. Fue el salto justo para llegar al otro extremo, aunque me tambaleé al llegar al pisar el borde del otro balcón pude retomar el equilibrio.
Luego esperé a que Kenneth saltara, tampoco se lo pensó demasiado, al parecer yo no era la única con experiencia en los balcones, ya que él llegó mucho mejor que yo en su salto.
El balcón estaba abierto, como si fuera obra del destino o el dueño del balcón nos estuviera dando la bienvenida a su hogar.
Eso fue lo que pasó por mi mente hasta que entramos y nos percatamos de que el sitio estaba prácticamente vacío, quedaban algunos muebles, pero pocos.
—¿Qué se supone que vamos a hacer?, estamos encerrados en este apartamento —se desesperó Kenneth mirando los alrededores.
—Tenemos la opción de saltar al siguiente apartamento o buscar aquí con la esperanza de encontrar una llave —suspiré.
—Cualquiera de las dos opciones me parece un riesgo, pero no quiero verte saltar nuevamente, vamos a buscar, si crees en dios reza, porque las probabilidades de que haya una llave son bajas —comentó.
Buscamos, quizá entre tanto nervio se nos había olvidado algún cajón o alguna de las cajas, pero de cualquier forma, no teníamos mucho tiempo, quizá ya se habían percatado de que nos habíamos saltado aquel balcón.
Prefería creer que no se imaginaban que vinimos a este apartamento, de todos modos, se me ocurrió una solución, no quería que Kenneth pensara en que soy una delincuente, pero es mi vida o la de su familia y en estos momentos no estoy dispuesta a abandonar mi vida.
Tomé dos horquillas, las había visto en una caja, había probado una vez abrir una puerta de este modo y agradecía que la puerta hubiera cedido, ahora solamente faltaba ver si podría con esta. Estuve varios minutos, Kenneth me miraba de un modo que conocía, de ese defraudado, de uno que gritaba que no podría hacerlo.
Entonces golpearon el vidrio del balcón, sí, era su hermano que lo había descubierto, eso solamente me decía una cosa, que su padre debía de estar dentro de la habitación y que si no lo lograba ahora nos atraparían en cuanto ese vidrio se rompiera.
Pasé saliva con dificultad, cerré los ojos y recordé aquella vez, como había abierto la puerta, con mi corazón que prácticamente latía en mi garganta, hice un poco de fuerza. De repente escuché el sonido, aquella magia de una puerta abierta, me puse de pie temblorosa y giré el pomo sin perder un segundo.
Salimos corriendo por el pasillo hacia las escaleras de emergencia, cuando las empezamos a bajar me sentí un poco más ligera, tal vez porque ya no sentía mi cuello en riesgo.
—Joder, no pensaba que tuvieras tantos secretos ocultos Caprichitos —sonrió levemente.
—Dejemos las explicaciones para luego, quiero seguir conservando mi vida —aseguré bajando un poco más de prisa.
Logramos llegar al coche, me subí y por primera vez en mi vida desde que mi padre me regaló aquel coche, empecé a conducir a toda velocidad sin el cinturón.
...
Me detuve cuando estuvimos en el otro extremo de la ciudad, joder, todo mi cuerpo parecía hecho de gelatina, juro que esto es lo más espantoso que me sucedió después de ese descampado horrible.
Kenneth me estaba mirando, con ese rostro lleno de preocupación, pero yo estaba más preocupada, ¿cómo iba a decirle que su hermano...? No podía decirle, no podría mirarlo a la cara y decirle algo como eso, lo rompería.
—¿Qué es lo que te preocupa Lennon? Yo sé que todo lo que escuchaste es muy fuerte, pero te lo juro, no tengo ninguna intención de entregarte a mi padre, espero que con esto haya quedado en claro que no soy como él, yo sería incapaz de poner la vida de personas inocentes en jue...
—Ken, lo tengo en claro, en ningún momento he dudado de ti, no es eso —me apresuro a decirle sin mirarlo a la cara.
—Entonces lo que te preocupa tiene que ver con tu padre, mira, yo sé que el hecho de enterarnos de que nuestros padres son enemigos complica muchas cosas, pero este tiempo que hemos compartido juntos, para mí, es lo más real que me ha sucedido en mucho tiempo y Lennon, no quiero perderte —pone su mano encima de la mía.
¿Esa es su manera de decir que me quiere en su vida? Joder, no puedo mentirle, no puedo mirarlo a la cara si no sabe la verdad, me rompería el corazón si se entera por su hermano después de todo y sé que no me perdonaría que le oculte algo así.
—Kenneth, te tengo que decir algo —aclaro mi voz y las lágrimas amenazan con salir.
—Por favor, no me digas que consideras el ya no verme, eso me rompería en mil pedazos, quiero cuidarte hasta que encontremos una solución a todo esto y si en el proceso es necesario daré mi vida para que estés a sal...
—Kenneth, tu hermano fue la persona que me abusó, que me dejó en aquel descampado en el cual me encontraron, no lo recordaba, pero hoy, cuando escuché su voz, me volvieron los recuerdos —dije tan rápido como mi lengua me lo permitió.
Tal vez debí de decirlo de manera más sutil, pero no hay manera para explicar que tu hermano le hizo daño a la persona que te gusta, no hay una manera para decirle a alguien que la persona con la que creciste hizo algo horrible.
Pude ver como se rompía, no, no lloró, simplemente su alma se volvió añicos. Traté de aproximarme, quería abrazarlo para ser un consuelo, sin embargo, pude ver que de repente cambió, se alejó de mí y me miró con los ojos acuosos.
—Dime que no es verdad, dime que él no fue capaz de hacerte daño, dime que él no tocó a la mujer que amo —me pidió con un gesto de súplica.
—Lo siento Ken, no puedo mentirte sobre algo que aún sigue siendo tan doloroso para mí —sollocé— Incluso cuando no lo recordaba, me sentía como si no fuera yo misma, sentía como si algo dentro de mí estuviera verdaderamente roto.
—Lennon, no puedes estar conmigo, no puedes estar cerca de mí, no puedo ser el hermano del hombre que te hizo tanto daño, cada vez que me veas sabrás que él te destruyó aquel día, que mi familia trató de acabar contigo —empezó a sollozar hecho trizas.
Volví a intentar abrazarlo, intentó resistirse, pero lo jalé hacia mí y lo rodeé en mis brazos, sabía que se sentía desdichado, que se sentía condenado por ser parte de una familia que para nada era parte de él.
—Ninguno de los dos tiene la culpa de esto, tú no eres como ellos Kenneth —le susurré al oído.
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