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Capítulo 18 El único culpable de todo esto

Me desperté de repente un poco sobresaltado, había tenido un mal sueño, uno en donde mi hermana era llevada lejos de mi lado, mi padre la secuestraba y la alejaba para siempre, no importaba en donde la buscara, no la podía encontrar.

Ese siempre ha sido mi mayor sueño, perder a Adira, que algo realmente malo pudiera llegar a sucederle por culpa de mi padre.

Todos estos años saber que llevo la sangre de ese hombre me ha hecho dudar sobre mí, sobre mis sentimientos, siempre pensé que por llevar sus genes podría terminar haciendo algo jodidamente malo, que podría lastimar a las personas que quería. Quizá solamente ese fuera un pensamiento que creció en mí porque en algún momento de mi vida mi padre nos hizo creer que nos amaba, pero siempre, en cada oportunidad que tenía nos dañaba.

Miré a Lennon que estaba durmiendo a mi lado, a diferencia de mí se veía demasiado en paz, como si no hubiera nada que pudiera perturbarla. Sentí la puerta de la habitación abrirse, el rostro de Adira se asomó y su mirada se encontró con la mía.

Aún es demasiado temprano, así que me levanté con cuidado de no despertar a Lennon, creo que mi hermana y yo nos debemos una conversación ante lo sucedido, algo extraño estaba sucediendo con ella.

Caminé hasta la sala siguiendo detrás a Adira, que se dejó caer en el sofá con tanto cansancio que tuve dudas de si había podido dormir algo en toda la noche.

—¿Me podrías explicar que es lo que te está sucediendo Adira? —le pedí tomando asiento a su lado.

—Han pasado muchas cosas Ken, no es fácil toda la situación, este tiempo en el que no hemos estado juntos me has hecho falta, he tenido miedo —explica con la mirada fija en el suelo.

No está siendo honesta, es decir, puedo entender el miedo, vivo con él desde hace mucho tiempo, pero algo en mi interior me dice que esa no es la verdadera razón de por qué se encuentra de ese modo.

—No estás siendo sincera, no creo que el miedo o la situación por la que hemos estado viviendo tanto tiempo sea la verdadera razón de tu actitud de ayer —suspiré y le tomé la mano para frotarla con cariño— Adira, yo nunca en la vida te había visto ser hostil con nadie, nunca te vi siendo grosera con otras personas y si lo eres es por una razón en específico.

—No es una chica apropiada para ti, Kenneth, tú mereces alguien que te quiera de verdad, que te mire con amor, que haga por ti lo mismo que estás dispuesto a hacer por ella —su rostro se desfiguró en un gesto de dolor.

—No puedes afirmar que ella no me quiere, ni siquiera yo estoy seguro de ello, ella es a su manera una chica fabulosa —la tomo del rostro para obligarla a que me mire— ¿Qué es lo que sabes?

—Sé que ella está acostumbrada a tener todo lo que quiere, se nota en su manera de ser, no confío en ella, no voy a fingir que me gusta, porque desde que la vi algo en ella no termina de convencerme Kenneth, la veo como una mala persona —se cruza de brazos y escapa su rostro de mis manos.

Hay algo más, pero no lo entiendo, mi hermana jamás me ha dicho una mentira, es más, siempre ha salido de ella misma venir a contarme cada uno de sus problemas, no entiendo por qué ahora se empeña en hacer esto.

—Adir...

Mis palabras fueron interrumpidas por el sonido del timbre, me apresuré en ir a atender, aunque no estaba seguro de quién podría ser. Cuando abrí a la puerta me encontré con el rostro del hombre que se había hecho llamar mi padre por tantos años, no tengo la menor idea como nos había encontrado, aunque en el fondo siempre supe que algún día averiguaría en donde estábamos, porque ese trabajo jamás le ha quedado grande.

Nos mudaríamos, después de esto no iba a permitir que volviera a pisar en nuestro apartamento. Se apoderó de mí la rabia, avancé hacia él con la mirada encendida fuego, pero mi hermana de la nada se metió en medio, impidiendo que cometiera una locura.

—Kenneth, te pido por favor que te tranquilices, tengo una razón para estar aquí y aunque te disguste voy a entrar, tenemos una conversación pendiente desde hace mucho tiempo —se atrevió a decir con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Mi hermana sin decir ni una palabra me apartó, se hizo a un lado para permitirle pasar y ahora era yo quien no estaba entendiendo que era lo que pasaba.

—¿Por qué le permites entrar Adira? —pregunté en un tono teñido de furia.

La puerta estaba a punto de cerrarse cuando una mano se apoyó en la puerta y seguido de eso vi pasar a una persona que era completamente diferente a lo que recordaba, ya no reconocía a esa persona que alguna vez había sido mi hermano.

Pasó y en pleno silencio apoyó su espalda contra la puerta que apenas había cerrado, los tres cruzamos una mirada, una inútil mirada que carecía de emociones para luego fijarla en nuestro padre.

—¿Por qué están aquí? ¿Qué es lo que está sucediendo? —pregunté con la furia apoderándose de mí.

—Escucha Kenneth, considero que va siendo hora que sepas algunas cosas importantes —se para frente a mí— Todo este tiempo en el cual estuve interfiriendo para que no tomaras un trabajo normal, estuve tratando de que te unieras a mí, porque tienes un buen futuro como heredero de todo lo que poseo.

—Te lo he dicho antes, no me interesa, no quiero nada de lo que tienes, de toda esa suciedad, todo lo que has conseguido es a base de sufrimiento, del sufrimiento de personas inocentes y yo no quiero volverme para nada en alguien similar a ti —espeté tensando la mandíbula.

—Termina de escuchar lo que tengo que decir —me pide en un tono autoritario.

—Fíjate que no tengo ganas, no quiero continuar escuchando ni una palabra que salga de tu boca —dirigí mi mirada a Adira que no pudo evitar bajarla como si fuera culpable— ¿Tienes algo que ver en esto?

—No culpes a tu hermana de nada, esto es un asunto importante, Kenneth —volvió a insistir.

No podía creer que me estuviera traicionando de aquellas maneras, mi propia hermana, ella sabía todo lo que había sucedido y estaba de todas maneras ayudando a mi padre para dar conmigo.

—Es por tu bien Kenneth, no entiendes lo que está sucediendo, tienes que escucharlo y si después de hacerlo no quieres saber nada con él, pues, adelante, pero al menos permite que termine de hablar —me pidió mi hermana con un gesto de súplica.

No me parece nada bien, se está encargando de volverlo todo a su favor, de poner a mis hermanos en mi contra, no sé qué tipo de poder de manipulación posee, pero no voy a permitir que a mí también me afecte.

—Escucha Kenneth, hace mucho tiempo atrás tu madre me engañó —empezó a decir.

Mis manos se volvieron puños, mi madre se había hartado de él, no quería tener nada que ver con él, por eso quiso rehacer su vida, no me importa lo que diga, no tiene derecho de ni siquiera mencionarla.

—No quiero empezar a discutir sobre esto, quiero simplemente llegar a un punto, necesito que escuches —me pidió como si supiera que no iba a aguantar sus palabras— No fue un hombre cualquiera, sino uno que toda la vida me ha odiado, uno del cual he sido siempre enemigo.

—No me importa, te mereces eso y mucho más —sentencié con rabia.

—Cierra la boca de una vez y escucha a padre Kenneth —se pronunció por primera vez mi hermano desde que había entrado.

¿Quién se creía para decirme que debo hacer? Se había marchado, se había desvinculado de nosotros como una especie de castigo, nos había dejado sin importar mis esfuerzos para darle una mejor vida, definitivamente no iba a hacerle caso a estar alturas.

—Kenneth, lo que quiero decir es que ese hombre es el padre de la chica que tienes durmiendo en la habitación, ese hombre te contrató solamente por ser mi hijo, solamente para tenerte cerca y poder en algún momento hacerme daño —terminó por decir en un tono de voz sumergido en la ira.

—¿Quieres verme la cara de estúpido? Los conocí por casualidad, no conocía al señor Óscar, la situación en la que encontré a Lennon no tiene nada que ver, no me vas a engañar —empiezo a sonreír.

—Kenneth, soy yo quien quiere acabar con la vida de esa chica, quiero destruir la vida de ese hombre y el punto débil de él es su hija —confesó.

Me quedé unos segundos paralizado, aterrado por pensar que todo este tiempo ha sido él quien atormenta la vida de una persona inocente. Su confesión tenía algo de sentido, si yo estaba cerca no me harían daño, no lastimarían a Lennon, porque implicaría que tendrían que hacerme daño a mí.

De repente escuché un ruido a mis espaldas, me di la vuelta para encontrarme con Lennon, tenía los ojos abiertos, se veía el miedo en su rostro. Fui impulsivo, quizá sí, pero no podía dejarla allí con mi padre presente, sabían que estaba conmigo, habían venido para hacerme razonar, para llevarla a otro sitio, para acabar con su vida y solamente faltaba que me convencieran.

No iba a permitir que nuevamente mi padre me quitara algo que amaba, no importa si parte de su historia es cierta, no me importa si su padre tiene algo que ver con el mío, nosotros solamente somos dos inocentes, dos personas que no tenemos nada que ver con las decisiones que ellos toman.

Tomé su mano y corrí dentro de la habitación, si mi padre quería acabar con ella tendría primero que acabar con mi vida, no voy a permitir que mate a Lennon, cumpliré con el objetivo de protegerla, incluso aunque ahora mismo el dinero no sea lo que me importa.

Cerré la puerta con el seguro, mi padre gritaba mi nombre al otro lado, puse a Lennon detrás de mi espalda y retrocedimos, hasta llegar a la mesa de noches, donde había dejado el arma que su padre me había dado.

—No dejaré que nadie te haga daño, sé que tienes miedo por lo que acabas de escuchar, pero no voy a dejar que te hagan nada —susurré.

Ella no me dio una respuesta, pero tampoco intentó salir huyendo, solamente se quedó parada detrás de mí, de todos modos quién sabe qué pasaría de ahora en más, tal vez ni siquiera alguno de los dos saldría de allí con vida.

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