Capítulo 11 El cementerio
Habían pasado varias semanas desde aquella noche en la que salimos todos juntos de fiesta, Jasmine ese mismo día por la noche vino a mi casa, vino para decirme que no podía creer que hubiera permitido que Kenneth le hiciera tal cosa a Jacob.
Ella misma me había dejado en claro que era un mujeriego, pero lo que al parecer no había dejado en claro eran sus sentimientos, que la verdadera razón de por qué no quería que yo estuviera con él es que ella lo ama.
Tuvo que suceder toda esta situación para que se atreviera a decirme que llevan un tiempo saliendo, pero el que dudara de mi palabra cuando le conté lo sucedido fue lo que me llevó a romper con nuestra amistad.
No voy a negar que han sido días tristes, tantos años de amistad que se vieron destruidos, pero fue mejor de ese modo, uno no puede confiar en alguien que en cualquier momento te puede estar a punto de clavar el puñal por la espalda.
A pesar de eso, decidí que lo mejor por ahora es mantenerme fuera del alcance de los problemas, he tenido tiempo suficiente para compartir más con Kenneth, despertamos cada mañana y salimos a correr, eso está mejorando mi estado de ánimo, aunque no puedo negar que no es solamente por salir a correr, sino porque él forma parte de mi vida.
Hoy se cumple un año más de la muerte de mi madre, cada vez que llega esta fecha una tristeza profunda me invade en mi interior, aunque sepa que ella nunca va a regresar, que la vida me la arrebató muy tempranamente, cada año siento que un pedazo de mí se va al cielo con ella, porque no hay un día en que no me haga falta.
A veces me pregunto como puede hacerte tanta falta una persona que llegaste a conocer tan poco, pero la realidad es que en un rinconcito de mi memoria siempre está su recuerdo, el recuerdo de la sonrisa tan grande que siempre tenía para darme.
—Lennon —escuché mi nombre saliendo de los labios de Kenneth que se asomaba dentro de la habitación— Ya está listo tu coche, tal y como lo has pedido.
—Muchas gracias, enseguida salgo —le sonrío levemente.
No me he atrevido a decirle a Kenneth a donde quiero ir, solamente le he pedido que le dijera a uno de los empleados que tuviera mi coche limpio para la tarde.
Estas semanas de convivencia hemos reído juntos más de lo que recordaba haber reído al lado de una persona, pero la verdad es que seguimos siendo como el perro y el gato, Kenneth es una persona llena de prejuicios y yo debo de admitir que también amo ver el caos arder en su mirada, ver como siempre desea llevar la razón.
No tengo muy en claro que tipo de relación hay entre ambos, pero ahora mismo es lo que menos me preocupa, quiero mantener las cosas como están hasta el momento.
Me coloqué un vestido negro, siempre el día que voy de visita a llevarle flores a mi madre veo más adecuado ir así vestida, es más que nada por una señal de respeto, ya que cuando mi madre murió mi padre me llevaba así vestida y todos los años era de la misma manera, pero yo soy una fiel creyente de que eso debería de dejar de ser de ese modo.
A los seres amados se les recuerda con amor, con alegría, aunque uno se sienta triste por ya no poder crear recuerdos con esa persona, sin embargo, el color negro se me hace tan apagado, se me hace un color tan muerto, que no me gusta para recordarla.
En cuanto salí Kenneth estaba apoyado en el automóvil, algo había cambiado en este tiempo que empezamos a convivir, empezó a confiar en que no me escaparía a ninguna parte sin él y eso también fue un paso más para nuestra cercanía.
Mi padre aceptó que ya no esté pegado a mí como una extensión, esto porque según sus mismas palabras yo cambié mis actitudes y ahora me estoy comportando más acorde a mi edad.
Él estaba a punto de abrir la puerta del conductor, cuando lo tomé del brazo, cruzamos miradas y me encogí de hombros.
—Yo voy a conducir —le dije a lo que él se cruzó de brazos.
—Estás un poco rara hoy Lennon, ¿está todo bien? —preguntó parpadeando repetidas veces.
Me quedé algunos momentos en silencio pensando si debería de hablar con él sobre esto, pero vi mejor que lo supiera cuando estuviéramos fuera del cementerio, así que solamente asentí.
Conduje mientras que escuchábamos en el reproductor esas canciones que tanto me gusta cantar a todo pulmón, sé que a la vista de la mayoría de mis amigas la música debe ser bailable cuando vas en un coche, pero a mí me hace feliz algo tan simple como cantar.
Cuando llegamos detuve la música y Kenneth al parecer se dio cuenta de que iba a visitar a mi madre, ya que se tornó incómodo, dejó de mirarme y tenía la vista puesta en sus manos.
—¿Puedo pedirte que me esperes aquí? —él levanta la mirada al escuchar aquellas palabras salir de mis labios, un poco incómodo, sin saber que debería de decirme— Es que, voy a tener una conversación con mi madre y no quiero que lo escuches.
—Lo entiendo, pero, no sabemos si es seguro —comenta rascando su nuca.
—Hagamos algo, puedes vigilarme desde la distancia, pero una bastante amplia, quiero estar...
No terminé la frase porque mis ojos se llenaron de lágrimas, él me pasó lentamente la mano por la espalda.
—No te preocupes, mantendré una distancia prudente para que mantengas tu privacidad —me aseguró.
Nos bajamos del coche, caminamos hasta la entrada del cementerio, en cuanto pasamos Kenneth comenzó a revisarlo todo, a mirar las personas que había próximas, pero no había nadie que tuviera una apariencia extraña.
Así que solamente caminé en busca de la tumba de mi madre, cuando ya pasa un año en el que no vas a ver a una persona puede resultar confuso, allí siempre están llegando personas nuevas desgraciadamente.
Me arrodillé ante la tumba, pasé mis manos por la lápida que estaba llena de polvo, no la habían limpiado como mi padre les había pedido, pero no iba a dejar que aquello me arruinara el momento, no había venido a amargarme por un poco de tierra.
—Mamá, ha pasado otro año, es cierto que tendría que haber venido antes, pero la vida da tantas vueltas —lancé las flores marchitas a un lado— Prometo traer algunas lindas flores en un rato, pero quería que habláramos.
En muchas ocasiones me preguntaba si donde fuera que estuviera, ella me escuchaba, me siento como si estuviera hablando con la nada, quisiera recordar al menos como se escuchaba el sonido de su voz, de ese modo al menos podría imaginar una respuesta.
—Tal vez sepas todo lo que ha estado pasando, no tengo la menor idea de como sea todo en el cielo —me limpie las lágrimas que caían por mis mejillas— Pero por si aún no te enteras, han estado por matarme en más de una ocasión, ha sido un año muy difícil, pero creo que todo lo malo siempre trae algo bueno y eso es Kenneth.
Mi voz se quebró ante las palabras y me limpié la nariz con un pañuelo, traté de respirar profundo en busca de la calma antes de continuar.
—Me es muy complicado hablar de esto, quisiera que estuvieras aquí, que pudiéramos hablar de todas esas cosas de chicas, que conocieras a Kenneth, estoy segura de que él te gustaría, es un buen chico, es —me detuve a sonreír un momento— Quizá si todo esto no termina mal pueda traerlo contigo un día.
Me quedé en silencio, la brisa me despeinó el cabello, ni siquiera en medio de aquella conversación me había dado cuenta de que el cielo se había nublado, lo mejor era que me fuera, pero había tantas cosas que quería hablar con ella.
—Sé que antes de hablar de todo esto debería de haberte dicho que papá se encuentra bien, sigue igual de terco, igual de ocupado en el trabajo, pero lo está haciendo muy bien —relamí mis labios secos— Pero no te tienes que preocupar, siempre me tendrá a mí para cuidar...
Estaba a punto de terminar la frase cuando de repente sentí que me tomaban del cabello, levanté la mirada mientras tomaba esa mano helada cubierta por un guante negro, me topé con ese pasamontañas, no podía ver su rostro, solamente unos ojos penetrantes.
Kenneth, necesitaba de él ahora mismo...
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