Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31: Un poquito más de ti (editado)

Taissa no sabía a dónde se dirigía mientras recorría los pasillos. Eran sus pies los que tiraban de ella, pero los dejó- Dejó que la llevaran tan lejos como fuera posible del muchacho rubio que dormía plácidamente.

Sus pasos se oyeron contra las baldosas, casi tan airosos como ella se sentía. Y tan concentrada estaba en huir que no notó a la persona que giraba el pasillo hasta que chocó contra ésta.

—¡Ah, perdón! —exclamó, trastabillando hacia atrás. Taissa alzó los ojos y unos de un tono similar le devolvieron la mirada. Ambos sonrieron —. Eres tú.

—¿Quién si no? —preguntó Jordy. Taissa se encogió de hombros.

—¿Vas a algún lado?

—A ninguno en particular. Acabo de escabullirme de una comida que empezaba a parecer una merienda —Taissa rió —. ¿Por?

—No sé, estoy libre y sin nada que hacer... —Las comisuras de los labios de Jordy se volvieron a elevar.

—¿Te apetece un picnic?

—¿Un picnic? —preguntó Taissa sorprendida por su sugerencia.

—Claro, ¿no querías hacer algo? Pues hagamoslo. Podríamos hacernos nosotros mismos unos sandwiches y comernoslos sobre una manta en el jardín.

—Me gusta la idea, la verdad —confesó ante el pensamiento —, pero sigue nevando.

Él miró por la ventana, dándose cuenta de que era cierto, pero en vez de mostrar una mueca de decepción como Taissa esperaba, le dio una sonrisa juguetona.

—No importa. Así te enseño un lugar.

—¿No habíamos quedado igualmente? Con Dylan.

—Dijo de hacer la reunión antes de cenar, y para eso aún queda, ¿no te lo ha dicho? —Taissa negó, seguramente con la última conversación acalorada que habían tenido, se le había olvidado.

—Entonces está bien, vamos —Taissa se dejó guiar a las cocinas, aceptando su oferta del picnic-merienda.

Ignorando las réplicas de las cocineras, que parecían molestas aunque era poco lo que ellos creían estorbar, no pasó mucho para cuando se rindieron. Jordy cogió un delantal blanco y se lo amarró a la cintura. Taissa vio lo poco que encajaba el delantal sucio con la ropa elegante y no pudo evitar soltar unas carcajadas.

—¿Y tú de qué te ríes? —preguntó éste.

—Tu ropa... digamos que es de un estilo diferente al del delantal —Él se miró y sonrió, dándole la razón.

—Mi madre siempre se ponía uno parecido para hacernos la comida, y mi esposa igual. Así que he supuesto que era lo más sabio que podía hacer.

Sacó los panes y le encomendó a Taissa que los abriera por la mitad para poder echarles ricos embutidos y condimentos dentro, que él iba a escoger.

—¿Esposa? También la mencionaste ese... ese día, aunque en ese momento no sabía que tuvieras una.

—Pues ya ves. Apenas me lo creo yo —Su comentario hizo que Taissa sonriera —. Por cierto, tienes que cambiarte y ponerte algo de más abrigo si pensamos salir ahí fuera.

—¿Es totalmente necesario? —Él se cruzó de brazos y asintió, mirando la fina tela de la ropa de montar. Taissa dejó salir un suspiro —. Pues me cambio cuando hayamos terminado.

—Tranquila, lo hago yo y así no perdemos más tiempo.

—¿No te importa? —Él negó —. Pues vuelvo en diez minutos, ni uno más, lo prometo.

—Te espero en la puerta —Taissa asintió saliendo corriendo por la puerta para ir a su habitación.

Las nuevas ayudas de cámara (tres, y aparentemente sustitutas por aquel día, o incluso tal vez por no tanto, para también darle un respiro a Serena) la recibieron en la salita y la acompañaron unos pasos por detrás hacia el dormitorio, a una distancia protocolaria. Como Taissa se esperaba, Dylan seguía sumido en ese profundo sueño, inmóvil sobre el colchón de plumas y las mantas, y bajo la sábana que antes de salir, le había echado por encima y que no se había movido ni un milímetro.

—Quiero ponerme un vestido de abrigo.

—¿Aquí, señorita? —preguntó una de ellas mirando por el rabillo del ojo a Dylan durmiendo.

—Sí, y rápido —respondió ignorando la figura masculina.

Aunque Taissa no sentía la confianza que había llegado a coger con Serena y Anna, las doncellas hicieron su trabajo de manera rápida y eficiente. Vestida con un atuendo de color azul oscuro, cerrado y de lana gruesa, Taissa cogió unos guantes que le llegaban hasta la muñeca para ocultar el tatuaje, ya que por alguna razón, ultimamente no le gustaba mirarlo, sentirlo sobre su piel. Taissa supuso que porque desvelaba lo que era en realidad, la verdadera razón de por qué estaba allí. La razón por la que aunque se vistiera como una princesa, no parecía encajar.

Frotó la cicatriz de su brazo por encima de la tela, y suspiró por el alivio que le produjo.

Taissa se dejó el sombrero que le había dado Dani y rogó por que las doncellas no hubiesen visto ningún color extraño en su cabello, y si lo habían hecho, que pensaran que era por el reflejo del color del vestido. Se puso unos botines bastante cómodos y con una capa roja sobre su brazo, corrió escaleras abajo. Allí estaba Jordy, en la puerta, con una cesta en la mano, contemplando cómo la nieve caía, y esperándola.

Jordy se giró al escuchar sus pisadas contra el suelo, enderezandose y extendiéndole el brazo desocupado. Taissa se colocó la capa, una parecida a la que él llevaba, y tomó su brazo, adentrándose en la nieve.

—¿A dónde nos llevas? —preguntó cuando cruzaron los jardines que bordeaban el palacio y entraron en la linde del bosque.

—Aguarda dos minutos más y lo verás —Taissa suspiró, haciéndole caso —. Créeme, te gustará... ¡Ah, ahí está! —exclamó. Taissa dejó de mirarlo para centrar su mirada al frente, y aunque al principio el paisaje blanco no dejó que discerniera nada más, pronto su visión se encuadró para observarlo.

Era un quiosco situado en medio del bosque, un edificio arquitectónico circular, que parecía más una escultura puramente artística, hecha de piedra blanca, con una pequeña cúpula no muy exuberante, sino sencilla, pero muy bonita aún así.

Se alzaba sobre una base elevada por tres escalones, y el techo abovedado estaba sostenido por pilares salomónicos, retorcidos como si fueran enredaderas. A pesar de la nieve y del frío, Taissa no pudo evitar soltarse del brazo de Jordy y recorrer los diez pasos que les quedaban para llegar al quiosco corriendo, sus pasos hundiéndose en la nieve. Subió los escalones y comprobó que el suelo del quiosco estuviera libre de nieve o agua escarchada. Dio una vuelta emocionada, haciendo que el borde de la capa se elevase con sus movimientos, y escuchó a Jordy reír mientras se acercaba.

—Milady, ¿me permite? —preguntó haciendo alusión a la cesta de madera que sostenía.

—Por supuesto, milord —le respondió, deteniéndose en el borde del quiosco para dejarle espacio.

Jordy se acuclilló dejando la cesta en el suelo de piedra y la abrió. Cogió la manta de cuadros gris y granate de dentro, y le tendió la cesta, que ella aceptó muy gustosa. Como se imaginó que iba a hacer, la desdobló y la tendió sobre el suelo, luego extendió un brazo en su dirección.

—Las damas primero —Taissa rió mientras se sentaba colocando la cesta delante, y Jordy se sentó enfrente de ella.

—¿Empezamos? —preguntó.

—No me atrevería a decir que no —Fue él el que sacó los bocatas, poniendo uno en el regazo de Taissa. Dijo —. Pruébalo.

Taissa le dio el primer bocado sin dudar y sin mirar qué contenía, confiando totalmente en su gusto. Cerró los ojos mientras sus papilas gustativas saboreaban lo que fuera que comía, y Taissa notó... queso, aunque no sabría descifrar cuál, carne, de ternera, lechuga, y una salsa con huevo, creía... y en su paladar, el bocado supo delicioso.

—Madre mía, me encanta.

—Me alegra —y añadió —, receta de Melanny.

—¿Tu esposa? —pregunto, y él asintió.

—También le encantan a Rob.

—¿De verdad? Tal vez deberíamos haberlo invitado —opinó. La verdad era que pensándolo bien, había sido un poco egoísta al escabullirse ellos solos, sin invitar a nadie.

—No, que o sino la echará de menos y querrá ir a verla antes de... ya sabes, ir a Annwyn, y no puede distraerse.

—¿La conoce muy bien? —preguntó Taissa. Él sonrió con un dejo de nostalgia.

—Y tanto. Prácticamente es quien lo crió —Taissa tosió, casi atragantándose con el pan.

—¿Disculpa? ¿Pero no es... tu mujer? —Él asintió —. Por favor dime que no eres su padre y que yo me acabo de enterar —Jordy rió.

—No, no compartimos la misma sangre, y aún así, se podría decir que somos familia. Melanny y yo lo adoptamos a los 8 años.

—Pues no lo había notado.

—No me extraña, dijo que quería independencia, y yo se la he dado. Así que, mientras estamos trabajando, no somos padre e hijo, sólo compañeros. Aunque jamás escucharás la palabra "papá" salir de su boca, ni ahora ni nunca —Taissa supuso que porque no era su padre biológico.

—¿Y no te cuesta? —Él suspiró —. El no comportarte como su padre, me refiero.

—A veces. De hecho, en ocasiones me dan ganas de no hacerle ni caso... pero bueno, se lo prometí.

—Así que, padre e hijo —dijo todavía incrédula. Él asintió con una sonrisa divertido.

—Menuda familia formáis entre todos —comentó riendo —. Tú y Rob padre e hijo, Dani y Dylan primos, más o menos, y Dani y Chris amigos de la infancia.

—Me lo vas a decir a mí que lo vivo día a día, y a veces, la confianza da asco —Una carcajada salió de su boca después de dar un bocado a su bocata. Luego añadió con una mirada y sonrisa traviesa —. Sólo faltas tú.

—¡Por favor, Jordy, que estás casado! —exclamó, tapándose la boca con una expresión de falsa sorpresa. Él puso los ojos en blanco —. Qué diría la pobre Melanny de ti. Además también está Grainne.

—Hey, que lo decía en serio.

—Anda y no me hagas de celestina —dijo y Jordy suspiró con una sonrisa —. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Ya la estás haciendo —respondió con una sonrisa.

—Ja, ja. En serio, ¿puedo? —preguntó.

—Ya sabes que sí.

—Vale —Cogió una bocanada de aire antes de preguntar —. ¿Cómo supiste que ella era la elegida? ¿cómo supiste que estabas enamorado de ella? —Era obvio que no era lo que se esperaba, pero aún así sonrió.

—Tiene gracia, porque aunque no sé muchas cosas sobre estos temas, sé exactamente cuándo supe que la quería —Se mordió el labio antes de responder —. Teníamos diecinueve años, y nos encontrábamos tirados en la biblioteca del castillo real, preparándonos para lo que sería la prueba final de ese año, rodeados de libros.

»Melanny se había estado comportando extraño, evitándome a veces, lo que me había desquiciado durante días, haciéndome incapaz de concentrarme. Sin embargo, había aceptado mi invitación para estudiar juntos, sobre todo porque iba a ayudarla con lo que todavía no dominaba. Y durante un instante, menor a un segundo, la pillé observándome. No recuerdo exactamente qué le pregunté, pero fue algo como "¿Te pasa algo?", recuerdo claramente cómo negó e hizo una mueca. Se levantó, e iba a irse y probablemente a ignorarme otra vez, y sentí como el mundo se paraba. No quería que se fuera. La sujeté del brazo antes de que se alejara por puro impulso y supe que desde ese instante, que nunca había tenido tanta importancia las pruebas para las que me había volcado, alejándome en ocasiones de mis escasos amigos y de ella, que nada me había hecho sentir como me sentía en aquel momento. Que no quería que se fuera, por nada del mundo. Supe que estaba enamorado de ella en ese mismo instante.

Taissa vio a un Jordy que jamás había visto antes, y fue incapaz de decir nada, porque tuvo miedo de lo relatado, de lo que había sentido al escuchar sus palabras.

"No te vayas" resonaba en su cabeza. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro