Capítulo 2
¿Un tren?
¿Realmente había un tren de última generación frente a él?
Bueno, definitivamente no estaba soñando porque al instante de ver ese gran vehículo que funciona con carbón no dudó ni un segundo en pellizcarse cada dos segundos su rostro, manos o brazos.
Pero nada, no sucedía nada, es más, incluso logró dejarse ya varias marcas rojas por varias veces intentarlo.
Edd muy escéptico aceptó de una forma u otra que había un tren frente a él. De hecho, había gente a bordo y podía verlos claramente por las ventanas.
Algunos estaban dormidos, otros simplemente estaban leyendo, platicando o comiendo frente a la pequeña mesa que tenían.
Edd se preguntó del como era posible que un tren tan bonito y moderno se encontraba en esa estación, estación que desde luego estaba abandonada por el cierre de la línea.
¿Qué debía hacer o decir?
Tal vez tendría que irse e intentar olvidar eso como si fuera un mal recuerdo.
O quedarse a ver qué pasa.
Su curiosidad de saber que pasaba fue tanta que incluso si el lugar ya se encontraba algo oscuro por la falta del sol o si incluso si el frio lo estaba carcomiendo vivo decidió quedarse un poco más de tiempo.
Tal vez el destino escuchó sus clemencias o simplemente fue una coincidencia ya que en esos pocos segundos de quedarse a ver la escena, en eso salió lo que pareció ser un empleado del tren.
El sujeto que salió (y se encontraba dándole la espalda) tenía bonitas ropas como las que su padre suele usar.
Una ropa algo cara pero que mantiene el estilo y seriedad por su trabajo.
La única diferencia era que esas ropas eran de color azul.
El sujeto era algo alto, tal vez tenía una edad de treinta años por la altura al ser sumamente similar al de su padre.
Ese saco azul, esos pantalones del mismo color junto con esos zapatos sumamente brillantes de color negro dejaron un tanto sorprendido a Edd, pero, eso al final no fue nada en cuanto ese sujeto volteó a verlo con un rostro desinteresado.
El aire se escapó inmediatamente de sus pulmones, su cuerpo comenzó a temblar y sus pupilas simplemente comenzaron a temblar.
Ese sujeto, ¡ese sujeto con ropa de oficina no tenía ojos!
Era eso o simplemente eran totalmente negros.
Fuese lo que fuese, Edd simplemente retrocedió con pasos lentos y temerosos al ver como ese sujeto se le quedó viendo.
El chico de prendas verdes estaba tan asustado que, por accidente, en su retroceso para poder alejarse del sujeto, se tropezó con las bancas, lo que obligó a que cayera bruscamente al suelo en un fuerte golpe.
Claro, su miedo opacó por completo el dolor y lo único que hizo fue sentir sus ojos picar del miedo al creer que ese extraño sujeto iría tras él, pero... nada.
El sujeto de ojos totalmente negros y con rostro desinteresado dejó de verlo y lo único que hizo fue girar hacia otra dirección, específicamente hacia la dirección que guiaba al pueblo sumamente activo por un festival.
Edd sin pensarlo mucho agarró sus cosas de la banca y estaba dispuesto a irse hasta que el sujeto de ojos totalmente negros sacó de su bolsillo un hermoso y elegante reloj de bolsillo. Lo que más llamaba la atención es que era uno de esos relojes sumamente antiguos y estaba en excelentes condiciones.
Al principio Edward se sorprendió ya que nunca había visto uno en persona, o al menos no uno de oro puro. Solo había visto fotografías en donde su abuelo protagonizaba dichas fotos.
El efecto de sorpresa duró muy poco y cuando estaba a punto de bajar de la estación para irse al pueblo como un rayo, el sujeto de ojos totalmente negros despegó de forma sorpresiva su vista de su reloj para volverlo a mirar y llamarle la atención.
¿Te vas? —dijo con voz desinteresada —, ¿Te perderás el tren? —
Edd se detuvo en seco.
El sujeto definitivamente le estaba hablando a él y con un movimiento sumamente lento, volteó su cabeza para mirarlo directamente mientras comenzaba a sudar frio.
—¿E-Eh? —parpadeó.
—¿Acaso quieres eso? —dijo mientras guardaba su reloj y metía ambas manos en los bolsillos de su saco azul oscuro —, No te lo recomiendo... tengo entendido que sufrirás como nunca en tu vida. —
Edd nuevamente parpadeó.
¿De qué estaba hablando ese sujeto tan extraño e intimidante?
Antes de que siquiera abriera la boca para responder, un anciano junto con su esposa y nieto pasaron de lado de él con algunas maletas.
—Oh mira cariño —dijo la mujer con una gran sonrisa —, Esos rumores de que el tren pasaría hoy no fueron falsos después de todo. —
—Así es —respondió el señor de tercera edad mientras acariciaba su mano —, Me alegro que llegáramos a tiempo. —
—¡Abuelo, abuelo! —interrumpió el niño —, ¿Entonces si iremos con mis padres verdad?—
—Oh claro que si cariño —respondió con una risa —, Venga hay que irnos, tus padres ya nos deben estar esperando y se nos hizo algo tarde. —
El sujeto de inexistentes ojos sonrió de lado y con mucha caballerosidad se hizo a un lado de la puerta con pequeños escalones para permitir la entrada del pequeño trio de personas.
—Sean bienvenidos —respondió con un pequeño saludo al agarrar su gorra —, En unos momentos nos pondremos en marcha. Por favor, siéntanse cómodos y no duden en pedir algunos aperitivos por si tienen hambre. —
—Aww... —respondió la mujer al acariciarle la mejilla —, Que guapo y amable joven. Muchas gracias por la hospitalidad. —
El sujeto con cuencas totalmente vacías sonrió con vergüenza y solamente desvió mirada por las palabras, aunque fue más por sentir la mirada molesta del señor que por la pena.
Cuando la pareja con el niño se subió con sus pocas maletas de viaje al tren, el sujeto que les atendió aprovechó el momento para quitarse su gorra y poder calmar un poco el dolor de su cuero cabelludo por haber llegado a tener por mucho tiempo la gorra puesta. Pero al hacer eso, Edd pudo apreciar por completo el peinado del sujeto.
Lo primero que se le vino a la mente fue una piña, la cabeza de una piña para ser exactos.
—¿Entonces te iras? —preguntó al interrumpir sus pensamientos.
—¿E-Eh? ¡Oh! —dijo sorprendido —, S-Si... n-no es como que si me hubiera quedado para esperar al tren —pausó —. En especial si es una línea del tren totalmente abandonada...—
—¿Abandonada? —habló con burla —, No se quién te dijo eso, pero esta línea no está abandonada. Solo que se le da muy poco uso y hay fechas especificas en donde se suele usar —bostezó—. Hoy, por ejemplo, es uno de esos días. —
—Oh vaya... —respondió torpemente —, B-Bueno, es sorpresivo eso ya que es la primera vez que lo escucho p-pero okay —dijo mientras retrocedía —, La verdad no estaba esperando al tren, la verdad es que me tengo que ir a mi hogar —rió nerviosamente mientras señalaba con su pulgar hacia atrás —. Mi madre ya se habrá preocupado por mi y tengo que llevar estas botellas de leche para la cena. —
El sujeto de cuencas vacías lo miró sin expresión alguna y todo pareciese que no le importaba ni lo más mínimo las palabras del chico.
En cuanto se volvió a poner su gorra, el sujeto volvió a sacar su reloj de bolsillo para ver la hora.
—Cinco minutos restantes... —susurró para si mismo —, Es mejor que las ultimas personas lleguen o se perderán el tren y, bueno, eso no es bueno. —
Edd rió en voz baja para si mismo y con un pequeño movimiento, enfocó plenamente su mirada hacia el camino del pueblo, pero, al hacer eso, vio con suma sorpresa como uno de sus vecinos con maletas se encontraba caminando hacia la dirección del tren al igual que otras personas que no conocía pero que sin duda eran del pueblo.
Todas tenían maletas consigo.
Todo pareciese que se iban de viaje.
Algo... raro.
Considerando las fechas claro.
Edward no sabía cómo era posible que esa gente supiera que el tren había llegado y más cuando se supone que esa línea del tren estaba abandonada.
Incluso se llegó a creer que esas personas eran parte de algún culto secreto o algo parecido y que ellos solamente sabían acerca de ese tren.
Era una situación sumamente extraña y ajena para él, pero, como su personalidad suele ser al saber que algo no estaba bien, él optó por ignorar todo y continuar con su camino.
—Así que el señor no me mintió sobre el tren...—
Edd paró en seco.
¿Acaso era...?
Al pensárselo mucho, Edward giró su cabeza para mirar hacia atrás y, al reconocer al chico con cabello en forma de cuernos, inmediatamente pareció que todo se puso en cámara lenta.
Tord no solo se encontraba dirigiendo hacia el dicho tren junto con las pocas personas, sino que también llevaba consigo su mochila de cartero y una maleta.
¿Él se iba?
¿Justamente se iba en plena noche del festival de la luna?
—¿Y que hay de tu vida jovencito? —preguntó un señor al oji dorado mientras caminaban.
—¿Yo? —arqueó la ceja.
—Si tú —risilla —, ¿Qué piensas hacer? —
—Tener una nueva vida supongo —se encogió de hombros —, Empezar de cero. —
—Oh —sonrió —, Ya veo, yo solo quiero descansar. Eh trabajado mucho tiempo como mecánico.—
Edd estaba sorprendido por lo que escuchó a la distancia.
¿Nueva vida?
¿Tord se estaba yendo realmente del pueblo?
No sabía si fue por impulso o si algún ser invisible lo poseyó, pero fue inevitable comenzar a correr hacia él.
Al escuchar como el sujeto sin ojos gritaba que el tren estaba a punto de cerrar sus puertas, instintivamente, Edd aceleró sus pasos. Su desesperación de alcanzar a Tord fue tanta que le importaba muy poco las botellas de cristal que llevaba consigo en su caja de rejas.
—¡Tord! —gritó —, ¡Tord espera! —
El mencionado no logró escucharlo, o al menos no logró entenderle por los fuertes ruidos de la maquinaria pesada del tren.
Edd continuó gritando una y otra vez sin para.
No le importaba para nada quedarse afónico, solamente quería hablar con él, quería ser su amigo, quería sacarlo de esa vida de tristeza y de abusos.
Tanto fue así que ni se dio cuenta de en qué momento se subió al tren y sujetó firmemente el brazo del chico.
La acción tomó por desprevenido a Tord y en cuanto este volteó para saber quién o qué fue el que le impedía su camino, vio con suma sorpresa al chico de ojos color chocolate.
En un principio su rostro mostró confusión total al no reconocer al instante al chico que lo sujetó, sin embargo, su mente no tardó casi nada en procesar todos los rostros conocidos para él.
No es como que fueran muchos después de todo.
Edd jadeaba.
Su rostro se encontraba totalmente rojo por la actividad física que acababa de dar para alcanzarlo y al ser alguien que no suele hacer ese tipo de actividades físicas, la demanda de oxígeno fue dolorosa y muy costosa.
Cuando su cuerpo logró recuperarse un poco, estuvo a punto de hablar hasta que escucho el sonido de las puertas cerrándose de golpe.
Eso lo sacó de su nube y al ver en donde estaba rápidamente entró en pánico.
—¡E-Espera! —gritó al soltarlo —, ¡S-Señor! —
El sujeto de las cuencas vacías que estaba justamente a unos pasos al lado de él lo volteó a ver con su mirada despreocupada pese al miedo que veía claramente por parte del chico.
—S-Señor —tartamudeó después de tragar duro —, Y-Yo tengo que bajar yo no pensaba subir al tren, y-yo me tengo que ir —jadeó —. ¿Puede abrir la puerta? —
Tord al ya no ser sujetado por su excompañero de clases, aprovechó la pequeña situación para irse hasta un asiento vacío.
Algo que fue sumamente fácil ya que cada pequeño vagón se encontraba dividido con varias minis recamaras para dar privacidad a sus pasajeros.
—Ooohh... —extendió sus palabras —. Cierto, tú no pensabas subir... —pausó —, Lastima—se encogió de hombros —, Ya estás adentro, y aquí te quedaras...—
—¡¿E-Eh!? —
—Ya me escuchaste chico —bostezó —, Es imposible abrir las puertas una vez cerradas.—
Edd estaba en shock por lo que escuchó.
Tenía que ser una broma de muy mal gusto. Si, seguro era eso. No había forma que lo obligaran a subirse a un tren que iría a quien sabe donde por quien sabe por qué razón.
—¿E-Está bromeando verdad? —rió nervioso —, ¿V-Verdad? —
El sujeto de ropas formales no cambió para nada su expresión.
En su lugar, sacó de un pequeño cajón del pequeño túnel de hule (lo que suele ir entre cada vagón y que permite que se lleguen a doblar en cada giro) una botella de vidrio con un alcohol sumamente desconocido para el chico de quince años.
—¡Hey! —gritó nervioso y molesto —, ¡O-Oye no estoy bromeando! —
—Yo tampoco chico —dijo casualmente mientras traspasaba hacia el otro vagón por la pequeña puerta —, Ya estás aquí encerrado y no podrás salir hasta que lleguemos a nuestro destino. —
Edd sintió el miedo carcomerlo vivo por segunda ocasión.
No, él no podía irse así porque sí.
Su familia lo esperaba en casa y simplemente irse a otro lugar en un tren desconocido era algo que no podía tomar a la ligera.
En cuanto el tren comenzó a avanzar, Edd rápidamente miró a todos lados para buscar una salida.
Pero no había nada.
Todo estaba muy bien cerrado y al intentar abrir la puerta con sus manos se dio cuenta que realmente estaba la puerta como muy bien cerrada como si fuera una dura pared de concreto inamovible.
Evidentemente, Edward no se quedó corto en intentar abrir las ventanas, pero al final, eso fue igualmente inútil ya que prácticamente obtuvo el mismo resultado.
En cuanto el tren comenzó a tomar más y más velocidad, Edd nuevamente se dirigió hacia donde estaba hace unos instantes para volver a intentar con la puerta, pero, al ver una hacha en la misma pared en donde el sujeto con ropas formales había sacado su botella de alcohol, no tuvo que pensarlo mucho para tomarla y comenzar a golpear la puerta.
El fuerte y estrepitoso sonido del hierro chocar contra el metal llamó la atención de varias personas y estas al asomarse por sus pequeños cuartos vieron con el ceño fruncido al chico que se encontraba armando el escándalo.
De no ser por el mismo sujeto de cuencas vacías, Edd tal vez podría haber continuado con su desesperado intento por escapar.
—¡¿Qué coño estás haciendo?! —gritó totalmente molesto a la vez que le arrebataba la herramienta peligrosa.
—¡Escapar! —gritó con lágrimas en los ojos —, ¡Yo no pertenezco aquí, yo no iba a subir el tren! ¡Mi familia me espera en casa! —
El sujeto lo miro con rostro molesto por sus palabras.
—Escucha niño —dijo mientras guardaba el hacha —, Estas puertas no se abren hasta que lleguemos a una estación. Están diseñadas para evitar abrirse en el camino para evitar que una persona salga del tren ya que es muy peligroso cuando vamos a una velocidad muy rápida —cruzó los brazos de forma firme—, Romperte los huesos es poco por lo que sucederá después. —
Edd sintió su furia crecer, sin embargo, sabía que no podía hacer nada.
—Tampoco puedes irte a otra estación — cruzó los brazos —, Ya te dije, te subes, nos acompañas todo el viaje. —
—P-Pero... mi familia, mi vida...—
El de ropas azules "rodó los ojos".
—Escucha — suspiró —, Incluso si yo quisiera, tú no podrías salir de aquí. —
Tomando por sorpresa al adolescente, el sujeto de cuencas vacías tomó de forma firme el hacha de hierro que hace unos instantes dejó en su lugar y, con todas las fuerzas que sus brazos le permitiesen, golpeó de forma dura pero firme el vidrio de la puerta, lográndolo romper.
El vidrio fue tan resistente que solamente logró romper lo necesario para que la cabeza de la hacha traspasara.
Edd sin duda se sorprendió por el repentino cambio de actitud del sujeto con aroma a alcohol, pero, al ver que realmente había roto el vidrio no pudo evitar sentir un alivio.
Si, tal vez solo tendría que seguir golpeando el vidrio para abrir lo necesario para poder escapar de ese tren que se encontraba alejándose del pueblo, de su hogar.
—Puedo sentir que estás feliz de ver el vidrio roto —dijo aún sin mirar y seguir sujetando la hacha—, Pero te recomiendo que no te hagas falsas ilusiones. —
Antes de que siquiera Edd intentara en decir algo, un fuerte sonido sumamente fuerte e indescriptible para él se empezó a escuchar.
El vidrio, el vidrio de la puerta se estaba regenerando, o eso creyó hasta que vio con suma claridad del cómo se encontraba volviendo armar como si alguien hubiera puesto el tiempo en reversa.
Los trozos de vidrio pareciesen tener vida propia y tras unos cuantos rebotes casi al unísono y monótonos, estas regresaron a su lugar de origen como si simplemente fueran unas piezas de rompecabezas.
Todo fue surrealista para Edd, no podía creer que el vidrio que hace unos instantes se rompió tiempo atrás se volviera a armar como un rompecabezas y volviera a tener la misma imagen sin daños.
—¿Ves? —dijo en cuanto fue empujado por el vidrio —, No importa lo que hagas, es imposible irse del tren hasta que termine su recorrido. —
Suspirando nuevamente, el sujeto con molestia notoria volvió a dejar la hacha en su lugar y acomodó de forma rápida las mangas de su saco.
—P-Pero... —tartamudeó con manos temblantes mientras señalaba la puerta en perfecto estado —, E-Eso es im-imposible...—
—Aquí lo que es imposible es posible —comentó al darle la espalda —, Aquí no es nada normal chico. Toda la lógica de la física o cualquier mierda que te enseñaran en la escuela no sirve aquí, por eso este tren es un secreto. —
Edd no sabía que hacer o decir.
¿En que lio se había metido?
—Si me necesitas, no dudes en llamarme con el nombre de Tom. —
Y terminando con esas ultimas palabras, Tom volvió a desaparecer de la vista al traspasar nuevamente la puerta en donde hace unos instantes atrás había ido.
Edward al estar totalmente solo miró a sus alrededores.
Las personas que lo estaban viendo tiempo atrás pareciese que les dejó de importar el escándalo y simplemente volvieron a meterse en sus asuntos.
Eso estaba bien.
No quería que la gente lo viera llorar en silencio.
Estas gotas de tristeza, dolor y miedo pasaron de ser unas simples e insignificantes gotas a una catarata sumamente voraz y rápida. Por lo tanto, al haberse acumulado en su barbilla, provocaron que la gravedad hiciera lo que mejor sabía hacer.
¿Qué va ser de él?
Fue lo que pensó el pobre chico abandonado en ese pasillo casi tenebroso por la falta de vida.
Lo único que quería hacer era hablar con Tord.
Tord.
El chico aun con lagrimas en los ojos intentó calmarse por la extraña situación y al ver que el chico de ojos dorados no estaba por ningún lado (o al menos para su vista), no pudo evitar entrar nuevamente en pánico.
¿Dónde estaba él?
Prácticamente él se quedó atrapado en ese tren por intentar hablar con él, sería muy desilusionador perder el rastro del causante de su situación.
Tras haberse limpiado el rastro de lágrimas, el castaño se puso a esperar con tranquilidad en el pasillo para que sus ojos se volvieran a poner en un tono "normal" después de haber llorado por lo que fueron varios minutos.
Vacilante y un tanto nervioso por estar en un lugar desconocido, Edd comenzó a caminar por el pasillo del tren algo estrecho al creer que ya había logrado que sus ojos no estuvieran rojos y de que su voz no esté rota.
Cada vez que pasaba por una puerta diferente, giraba la cabeza una y otra vez a cada costado para ver si Tord se encontraba en alguno de esos pequeños cuartos para los pasajeros.
No fue hasta que llegó al doceavo conjunto de mini cuartos en donde pudo encontrarlo.
A comparación de todas las puertas por las que había pasado, esa se encontraba entre abierta más no cerrada como las demás por estar ocupadas o vacías.
¿Fue una señal de que pasara?
¿Fue un accidente o coincidencia del destino?
Fuera lo que fuera, Edd prefirió tocar el vidrio de la puerta para llamar la atención del oji dorado para pedir el paso y no tomarlo por sorpresa, sin embargo, este no reaccionó ante el ruido.
O estaba realmente interesado con la maravillosa vista del bosque cubierto de nieve o simplemente miraba hacia el infinito sin importarle cualquier cosa de los alrededores.
—¿Tord? —
—¿Qué haces aquí? —
Edd no sabía de qué sorprenderse; si de la forma brusca en la que le habló o si este le respondiera al instante como si ya hubiera esperado desde hace rato que le hablara.
—¿P-Puedo pasar? —
—No soy el dueño del tren —resopló —, Por mi haz lo que quieras. —
¿En verdad era Tord?
¿En verdad era ese chico tímido y casi mudo que "conocía"?
Bueno, esas preguntas solamente se llegaron a enlistar en su lista imaginaria de preguntas que se fueron formando por todas las cosas extrañas que fueron sucediendo desde que despertó.
Vacilante, miedoso e incluso nervioso, Edward abrió la puerta y se sentó frente a Tord, específicamente frente a él del otro lado del sillón.
De no ser por la caja de rejillas con botellas de leche, esa mesa blanca que los separaba hubiera estado totalmente vacía y dejando un ambiente sumamente incomodo, más de lo que ya estaba claro está.
Y ese silencio que se formó en el ambiente no fue para nada cómodo para ambos.
En especial para Edd, ya que no sabía que hacer o decir después de haber seguido al oji dorado que estaba frente a él y más por el tremendo espectáculo que dio por intentar salir de ahí.
Pero, pese a todo lo sucedido hasta el momento, solo había una pregunta que seguía rondando por la cabeza del castaño.
—¿Y a dónde vamos? —preguntó directamente sin rodeos.
Las palabras sonaron en un sonido muy bajo, casi como un susurro inexistente y eso por muy duras y apenas logró llegar a los tímpanos del chico que estaba frente a él.
Curioso, confundido y sumamente extrañado por la pregunta, Tord finalmente movió su cuerpo rígido para voltearlo a ver con el ceño fruncido y molesto.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —respondió, finalmente.
—B-Bueno... —tragó duro —, Y-Yo solo desperté de una siesta en una estación abandonada y de repente hay un tren en muy buenas condiciones frente a mí en una línea del tren supuestamente abandonada ¿Cómo no voy a preguntar en dónde vamos? —pausó —, ¡O mejor aún! ¡¿Por qué nadie parece importarle que un vidrio se vuelva a armar cuando fue roto en mil pedazos por una hacha?! —
Tord mostró sorpresa por eso último, sin embargo, al igual de la forma fugaz en la que llegó su sorpresa, esa igualmente se fue.
—Solo puedo responder una... —dijo con rostro desinteresado —, Y es la primera. —
Y como si Tord hubiera querido dejar un ambiente dramático, este se quedó en total silencio mientras lo miraba directamente a los ojos con sus parpados a mitad de tapar sus ojos.
En verdad estaba de mal humor.
—¿Y bien? —dijo Edd, ante semejante silencio —, ¿A dónde vamos? —
—A empezar una nueva vida. —
—¿Nueva vida? —arqueó la ceja —, ¡Eso no responde mi pregunta! —exclamó totalmente alterado —, ¡Eso solo me está dejando más dudas! —
—¡Escúchame maldito idiota! —
Tomando por sorpresa a Edward, Tord se levantó de su sillón para tomarlo bruscamente del cuello de su ropa y alzarlo un poco.
Tal acto inesperado y brusco fue suficiente para que el corazón y los ojos del castaño comenzaran a temblar y en cuanto la gorra del chico de ojos cafés tocara el suelo, Tord continuó hablando.
—¡¿Quién te crees como para poder entrar aquí y exigirme respuestas cuando tú deberías ser el que tendría que dármelas?!
—¿Y-Yo? —
—Si —gruñó —, ¿Por qué coño me seguiste? Estaba claro que tu no querías subir al tren, escuché tu maldita conversación con ese sujeto. —
Edd sintió su miedo transformarse en vergüenza y Tord al notar eso al instante no pudo evitar resoplar para después soltarlo y desplomarse al sillón con extrema flojera.
Como si las cosas no se pudieran poner más extrañas entre los dos, Tord suspiró varias veces con ojos cerrados antes de volver a abrirlos y mirarlo directamente con un rostro nuevamente neutro.
—Lo siento —dijo al desviar la mirada hacia la ventana —, Estos últimos días no fueron muy buenos que digamos...—pausó —, Ahora que lo pienso, técnicamente ningún maldito día desde hace años lo son. —
El cuerpo del oji dorado se desplomó más de lo que ya estaba y de no ser por el pequeño espacio del cuarto posiblemente este hubiese llegado hasta el suelo como si se hubiera derretido.
—Respondiendo tu pregunta...—exhaló —, No tengo ni la más remota idea de a donde vamos. Solo sé que este tren podría ayudarme a hacer una nueva vida.—
—¿Nueva vida? —respondió al volverse a sentar —, ¿E-En verdad piensas irte? —
Tord asintió con rostro neutro.
—P-Pero... ¿y tu madre? —
—Ella ya no está. —
—¿C-Cómo? —abrió los ojos sorprendido por lo que escuchó.
—Mi madre murió. No... —negó con la cabeza mientras intentaba evitar que su voz se quebrara —, La asesinaron, asesinaron a mi madre. —
Su pequeña misión de evitar llorar fue en vano y tomando por sorpresa a Edd, sus lágrimas comenzaron a salir como una llave del lavabo dañado.
Sus sollozos llenaron por completo la pequeña habitación y su vergüenza de llorar frente a su compañero de clases fue tanta que no pudo evitar ocultar su rostro con ambas manos a la vez que se recargaba en ellos en la mesa.
El castaño con bonita gorra (que acababa de recoger del suelo), sintió demasiada pena por Tord.
No sabía que decir o hacer frente a esa situación, tampoco sabía si había alguna forma de animarlo ya que él mismo no ha perdido a ningún familiar.
¿Cómo podría animar a alguien que prácticamente lo perdió todo en unos cuantos años?
Tal vez no tenía las palabras indicadas para animarlo, pero, su conciencia le susurró que le diera afecto.
Y eso hizo al momento de sentarse a su lado y abrazarlo con cariño mientras usaba una de sus manos para acariciar su cabellera castaña.
El tiempo pareció ser eterno.
El sonido del tren pasar por los rieles, los sollozos y el sonido de las botellas temblar en la caja de rejas duró por varios minutos.
En todo ese tiempo, Edd se dio cuenta de varias cosas; la primera era que Tord estaba muy, pero muy frio, casi como si estuviera mojado, la segunda era que tenía un aroma a humedad y de que tenía su mano derecha algo roja.
—¿Por qué estás aquí? —susurró con voz aún rota y con su rostro aún oculta—, ¿Por qué haces esto con un maldito demonio como yo? —
—No eres un demonio —dijo con palabras firmes —, Y estoy aquí porque quería hablar contigo. —
Tord aun con sollozos se fue destapando el rostro y cuando volteó a ver al castaño con ojos color chocolate no pudo evitar fruncir el ceño en confusión total.
—¿Hablar de qué? —
—Bueno... —vaciló mientras lo soltaba —, Veras Tord, sé que realmente somos desconocidos tú y yo. Solo sabemos el nombre del otro y eso porque la profesora nos pasaba lista pero...—
—¿Pero...?—extendió sus palabras mientras se limpiaba el rostro.
—Yo realmente quería conocerte más. Yo quiero que seamos amigos. —
Amigos.
— — — — — — — — — — — — —
Notas:
La tarea no me deja vivir en paz... :'v
Arrhe, ya quedan dos capítulos para que termine este fic.
Si, muy corto lo sé pero eso ya estaba planeado.
¡Nos leemos luego mis queridos lectores!
Pd: Huelen a fresa UwU
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro