Advertencia: Yūji doncel, mpreg.
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—¿Qué crees que esté pensando?

A lado suyo, Satoru se encuentra encantado mirando la regordeta panza de su amado Yuu, aquel que se deja abrazar y besar como siempre ha deseado en una pareja.

—En nada, seguro que está cómodo en la casita que mamá le hizo. —Yūji le da un pequeño golpe en el brazo, algo que apenas puede ser considerado un manotazo.

—Soy su papi en dado caso.

—No, ese soy yo para ti. —Diablos, Satoru ahora está más que cariñoso dando besos por detrás de su oreja y descendiendo por su cuello. Empieza a sentir algo similar al bochorno, mas ese tacto es agradable.

—Tengo ocho meses, espera a después que nazca.

—Un mes sin nada de nada, muero de ganas...

—También yo, pero contando la recuperación creo que habrá que practicar la paciencia. —El sonido de tristeza de parte de Gojo ya no es una manipulación adorable para Yūji, simplemente se conoce esa táctica para conseguir lo que quiere y, para su mala suerte, ya no funciona.

Satoru deja su intento por la paz al ver los labios abultados de su lindo esposo.

—Bieeeeen... —Caprichoso. Termina dándole un beso de consolación.

—¿Ya decidiste cómo llamar al bebé? —Habían pactado que aquel que ganara en piedra, papel o tijera lo haría. Sí. Una contienda muy madura de la que Gojo hizo trampa.

—He pensado en Yuu. —Itadori abulta los labios de nuevo—. ¿Qué? Es tierno, sería que heredera tu nombre.

—No quiero, en dado caso ponle Satoshi. —Satoru hace una mueca de disgusto.

—Suena a alguien muy mamón.

—¿Satoru no te da esa impresión?

—No, en lo absoluto, de hecho Yūji sí que lo es porque tengo argumentos y pruebas de sobra. —Jum. Punto para Satoru. Acaba de dejar a su esposo con las mejillas coloradas.

—Dime que esas fotos están en una carpeta privada.

—¡Claro que sí! —El albino abraza con algo de fuerza a su esposo—. No permitiré que otra persona vea a mi bonito Yuu hacer tan bonitas caras.

—Satonto. —Enseña la lengua, infantil. Al nombrado sólo le ocasiona gracia al verlo hacer tan adorable acción.

—Satoji.

Aquello llama la atención del joven de cabellos rosa—. ¿Eh?

—Quiero que se llame Satoji.

La unión entre sus nombres, una decisión que le ha tomado alrededor de seis meses. Sato de Satoru y ji de Yūji. La mezcla perfecta que el gran Gojo ha creado, aunque no entiende porque su esposo está con el ceño arrugado. ¿Qué tiene?

—Ya entendí.

—¿No crees que es la mezcla perfecta?

—¡¿Ah?!

Yūji se levanta a toda prisa de la cama con un enfado que opaca al de Ryōmen. En serio que son familia esos dos.

—¿Por qué estás tan enoja-?

—¡Pues sean muy felices Toji y tú! —interrumpe para después cerrar la puerta.

¡¿Qué?!

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