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Final #5 Libertad.

El suelo era demasiado frío. Mi cuerpo semidesnudo consumía toda aquella frialdad que de el provenía. No sentía mis piernas, en realidad no podía sentir ninguna de mis extremidades; todo me dolía, pero las lágrimas no salían. Solo crecía cada vez más la rabia que sentía. Él se había ido a fumar afuera, pensando que me había quedado dormida, por lo que me levanté lentamente y como pude agarré el arma que estaba sobre una mesa de madera.

Mi intención era clara, deshacerme de él para después huir y no mirar hacia atrás. Pero en ese preciso momento, sonó su teléfono, así que me tuve que volver a acostar, simulando estar dormida. Él se acercó a tomarlo.

-‌¿Hola? -empezó.

-¿Dónde está Zoe? -se oyó la voz de un chico al otro lado.

‌-Oh, hola hermanito.

«¿Kyle?»

-Ya veo que lograste escapar. Creo que la próxima vez si tendré que matarte con mis propias manos.

-Responde, psicópata, ¿¡dónde está!? -gritó, provocando que separa el celular de su oído.

‌-¡Hey! -lo volvió a acercar-. Eso a ti no te interesa -respondió, comenzando a reír-. Ella es mía, ¿lo entiendes? -reforzó su tono-. Además, ¿por qué te preocupa? ¿Acaso te gusta?

‌«¿Eh? ¿Gustarle?»

-Solo quiero alejarla de ti. Por favor, Elliot, déjala ir, va ser mejor para todos, incluso para ti.

‌-¿Crees qué me importa lo que digas? Para mí lo mejor es estar con ella, porque me pertenece, y tú no harás nada al respecto -colgó.

‌-¿Elliot? ¡Elliot! -dejó el teléfono en la mesa con molestia-. Demonios -revolvió un poco su cabello para luego acercarse al hombre tras la pantalla-. ¿Lo tenemos?

‌-Los tenemos -dijo él oficial.

‌-Iré por ti, Zoe.

EN LA CABAÑA.

‌-¿Quién se cree? Ja -dejó el móvil sobre la mesa, volviendo a fumar.

Me levanté de nuevo para esta vez sí tomar el arma, pero esta no estaba ahí.

‌-¿Pero qué...? -murmuré, confundida.

‌-¿Estás buscando esto? -su voz resonó a mi espalda, sobresaltándome, al girarme él enseñó el arma colgando de sus dedos-. ¿En serio tratabas de matarme, Zoe?

‌-Eso quería -musité, levantándome a su par, reuniendo las pocas fuerzas que me quedaban para enfrentarme a él-, pero tú tienes el arma. Así que, mátame. ¿¡Crees que quiero seguir viviendo para ser tu juguete sexual, ah!?

‌-Lo quieras o no, lo vas a ser. No dejaré que alguien más te toque -se acercó un poco más-. Yo seré el único que pueda hacerlo.

‌-Entonces, escaparé primero.

Agarré una de las sillas y, con todas mis fuerzas, se la lancé, sintiendo una mezcla de adrenalina y miedo recorrer mi cuerpo. Sin perder más tiempo, salí corriendo hacia el bosque, con el corazón latiéndome en la garganta.

-¡Zoe! -gritó, y al volverme, vi cómo la sangre comenzaba a brotar de la herida que le hice, provocando que entrara en pánico.

No podía detenerme. Corrí lo más rápido que pude hasta que finalmente llegué a la carretera. Levanté las manos, gritando a los autos que pasaban a toda velocidad, pero la mayoría seguía su camino sin detenerse. Solo uno se detuvo, pero no era el rescate que esperaba.

-Hola, preciosa -dijo un hombre desde la ventanilla, su voz era seductora, pero había algo inquietante en su tono-. ¿Qué haces sola en este bosque, y con tan poca ropa, eh?

«Mierda... estoy en ropa interior.»- Intenté mantener la calma, retrocediendo mientras trataba de cubrirme con las manos-. Solo... siga conduciendo.

-Tranquila, no te haré nada -respondió, saliendo del auto y acercándose a mí con una sonrisa que no prometía nada bueno.

-Aléjese de mí -dije, tratando de sonar firme, aunque el miedo se apoderaba de mí.

De repente, un disparo resonó en el aire, y vi cómo el hombre se desplomaba con una mueca de dolor en su rostro-. ¡Ah! Mierda.

-Dios mío -murmuré, temblando de horror.

-Zoe, ¡vuelve aquí! -gritó Elliot, acercándose rápidamente por el camino.

-No, no, no -seguí corriendo, aunque mis piernas se sentían como de plomo, cada paso me costaba más.

Mis fuerzas estaban casi agotadas, el cansancio comenzaba a apoderarse de mí, pero eso no iba a detenerme. Tenía que gritar, tenía que pedir ayuda.

-¡Ayuda, ayuda, por favor! ¡Alguien, ayúdame! -grité con todas mis fuerzas, mi voz resonando en el vacío del bosque, esperando que alguien, en algún lugar, pudiera escucharme.

A lo lejos, el sonido de sirenas de la policía comenzó a escucharse, y una chispa de esperanza se encendió en mí.

-¡La policía, aquí! -grité, pero Elliot disparó al cielo, haciendo que me quedara inmóvil.

-No te muevas -ordenó con voz fría, acercándose más.

-Elliot, por favor... -intenté razonar con él, pero mi voz temblaba.

-¡Cállate! -gritó, posicionándose frente a mí con la pistola apuntando a mi cabeza-. ¿¡Por qué causas tantos problemas, eh!?

-Solo quiero que me dejes en paz -respondí entre sollozos, las lágrimas rodando por mis mejillas.

-Tú... ay, mi Zoe -murmuró, deslizando el cañón del arma por mi rostro, su mirada oscura y posesiva me llenaba de terror-. Siempre estarás conmigo, y nadie...

-¡Elliot! -una voz firme interrumpió el momento, y él se dio la vuelta. Sus ojos se encontraron con los de Kyle, que avanzaba hacia nosotros, decidido.

-Kyle -dijo Elliot con fastidio-, eres un maldito entrometido, ¿lo sabes?

-¡Solo deja ir a Zoe! -gritó Kyle, con determinación y enojo-. Aquí está la policía, no te busques más problemas.

-¡No me importa la policía! -exclamó Elliot, con desesperación en su voz-. ¡Por mí, muéranse todos, pero déjame vivir con Zoe en paz!

-¡Pero ella no quiere estar contigo! ¿¡Qué acaso no lo entiendes!?

-¡Pero ella es mía! -gritó su hermano, aferrándose a esa frase con todas sus fuerzas-. Si no estamos juntos en la vida, lo estaremos en la muerte -me apuntó, sus ojos llenos de una posesividad aterradora.

-¡Baje el arma! -gritó uno de los oficiales desde la distancia.

-Elliot, por favor -le rogué entre lágrimas, mi voz temblorosa.

-Shh, no tengas miedo, cariño -susurró, su tono parecía un intento de consuelo, pero solo incrementaba mi terror-. Siempre estaremos juntos.

-¡Baje el arma o disparamos! -volvieron a advertir los oficiales.

-Te amo, Zoe -susurró en mi oído, y cerré los ojos con fuerza, mi corazón latía desbocado.

«No quiero... no quiero morir... no ahora, por favor.»

En un instante, el dedo de Elliot comenzó a apretar el gatillo, y un disparo resonó. Pero no fue en mi dirección, sino en la de Elliot, quien cayó de inmediato al suelo con la sangre recorriendo su rostro. Mis ojos se abrieron despavoridos y vi a Kyle a lo lejos, sosteniendo un arma.

-¿Ky-Kyle? -mis ojos se ensancharon, la sorpresa y el alivio se mezclaron en mi pecho, confundiéndome.

-Elliot -murmuró Kyle, atónito ante la escena.

-¡Suéltalo, señor! -gritó uno de los agentes, y Kyle dejó caer el arma, permitiendo que los oficiales la recogieran y le pusieran las esposas.

-¡Kyle! -corrí hacia él-. Oigan, ¿por qué se lo llevan? -pregunté, sujetando sus manos con desesperación.

-Está muerto, señor -dijo un agente al acercarse, su voz grave y serena mientras se unía a sus compañeros para recoger el cuerpo.

-Lo siento mucho -comenzó el que parecía ser el jefe de la operación-. Pero, a pesar de que fue para protegerla, él mató a una persona, así que lo llevaremos a la comisaría y después a juicio -explicó, su tono profesional contrastando con el caos emocional que sentía.


-No pueden hacer eso, él solo quería salvarme -imploré, intentando frenar el avance de los oficiales, desesperada por proteger a Kyle.

-Lo sentimos, señorita, pero es la ley. Llévenselo -ordenó el oficial al resto.

-¡No, no lo hagan! -grité con todas mis fuerzas, pero mis palabras parecían perderse en el aire.

-Hey -intervino Kyle, su mirada serena aunque herida-. Estoy bien, tú ve al hospital, ¿vale? No te preocupes por mí.

-Pero...

-¡Zoe! -su voz resonó con urgencia, sobresaltándome-. Por favor, no hagas esto. Solo ve al hospital para que te revisen, ¿ok?

-... Está bien -respondí, sin más opción, sintiendo cómo el miedo se apoderaba de mí mientras soltaba sus manos, dejándolos llevarlo a la comisaría.

Mientras que a mí me cubrieron con una manta y me llevaron hacia la ambulancia.

EN EL HOSPITAL.

Había pasado horas inmersa en el silencio de aquella sala de consulta, hasta el punto de resultarme abrumadora. Me habían tomado múltiples pruebas y curado mis heridas con cuidado, pero solo pensaba en ver a mi padres y abrazarlos con fuerza. Quería salir de ahí.

El doctor que me estaba tratando, con su bata blanca y expresión grave, rompió el silencio de una manera devastadora.

-Sé que será difícil para usted aceptar esto siendo tan joven pero, lamentamos decirle que se ha vuelto infértil -anunció, y cada palabra me atravesó como una puñalada.

-¿Qué...? -mi voz temblaba al intentar procesar la noticia-. ¿Cómo que infértil? ¿¡Qué quiere decir con eso!?

-Por favor, tranquilícese -continuó, intentando calmarme-. Ha sufrido dos violaciones bastante agresivas para su cuerpo, lo que ha dañado seriamente su sistema reproductor. Así que es muy poco probable que pueda tener hijos en el futuro.

-Ja... Ese maldito -cerré los ojos con fuerza, aguantando las ganas de llorar por lo dicho. Las acciones de ese chico ahora no solo dañaban mi mente, sino que, ahora, mi cuerpo también sufría las desgarradoras consecuencias-. ¿No... No hay ninguna posibilidad de que pueda tenerlos, por mínima que sea? -pregunté, el miedo haciendo que mi voz se quiebre.

-Podría haber una pequeña posibilidad, pero es extremadamente improbable. Lo siento mucho.

Aunque nunca me había planteado seriamente la idea de ser madre, el hecho de no poder tener un hijo en el futuro me desgarró el corazón. La imagen de un pequeño ser en mis brazos se desvanecía ante mis ojos mientras iba aceptando la realidad.

-... Bien -dije, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar-. ¿Cuándo... Cuándo me dará de alta?

-Dentro de unas horas. Primero, coma algo y descanse, ¿de acuerdo?

-Sí, gracias, doctor.

-De nada -respondió, dándose la vuelta para salir. En ese momento, no pude evitar que las lágrimas fluyeran.

Todo lo que me ocurría dolía. La violación, la injusticia de que alguien inocente como Kyle tuviera que sufrir por intentar protegerme, la posibilidad de perder el sueño de una familia. La vida parecía haberme dado la espalda una vez más.

Poco después, mis padres llegaron al hospital, y me llevaron a casa. Pasé días en un estado de semiinconsciencia, tratando de recuperarme por completo, sin poder ver a Kyle hasta que llegó el día de su juicio.

-Declaro al acusado culpable de homicidio en defensa propia, con una sentencia de un año y medio de prisión -anunció la jueza, su voz resonando en la sala como un eco de desolación.

La realidad de lo que había sucedido se asentó sobre mí, aplastándome. La justicia, tan frágil y distante, parecía un consuelo vacío en medio de tanto dolor.

FUERA DEL JUZGADO.


-¡Kyle! -grité, corriendo hacia él y envolviéndolo en mis brazos con desesperación.

-Aléjese, señorita -me ordenó el guardia, separándome de él con firmeza.

-¿Pueden darme solo cinco minutos con él? Por favor -su resistencia era palpable, pero tras un largo suspiro, finalmente asintió.

-Está bien, pero que sea rápido.

-Gracias -dije, mientras se alejaban un poco. Volteé mi mirada hacia Kyle-. ¿Estás bien? -tomé sus manos, aún esposadas, entre las mías, buscando consuelo en su contacto.

-Lo estoy, no te preocupes -respondió, pero su voz carecía de la firmeza que intentaba proyectar. Sus ojos, ligeramente enrojecidos, hablaban de la angustia que estaba tratando de ocultar.

-¿Cómo puedo no preocuparme si mira cómo estás...? No debiste disparar, Kyle -mi voz se quebró, llena de tristeza y preocupación.

-Si no lo hacía, él te iba a disparar a ti -replicó, su tono defensivo y firme-. No podía permitir que eso pasara, Zoe.

-Pero ahora vas a ir a prisión, y yo... -la impotencia me ahogaba.

-Hey -dijo, tomando mi rostro entre sus manos con una seguridad que buscaba calmarme-. Voy a estar bien. Tú solo cuídate y sigue con tus estudios, ¿ok?

-¿Cómo puedes pedirme que estudie en esta situación? -las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, calientes y pesadas.

«¿Por qué tenía que ir a ese horrible lugar por ayudarme?»

«¿Por qué me duele tanto pensar en lo que podría ocurrirle ahí dentro?»

«Todo está mal, nunca debí haberlo involucrado...»

-Porque confío en ti -me sacó de mis pensamientos con su voz suave, mientras con sus pulgares limpiaba las lágrimas que corrían por mis mejillas-. Sé que podrás seguir adelante y superarte. Solo no repitas el curso, ¿vale? -sonrió.

Era una sonrisa genuina, una de esas que, a pesar de rara, realmente brillaba, y me llenó de una calidez que me hizo sentir un poco más fuerte.

-Está bien, y prometo que te vendré a ver todos los días. No te librarás de mi tan fácil -le aseguré, sintiendo que mis palabras eran una promesa que debía cumplir.

-Eso me haría sentir mucho mejor -respondió, y su risa, aunque leve, resonó en mi corazón como un eco de esperanza.

Lo abracé de nuevo, aferrándome a él como si fuera un salvavidas. No quería que lo separaran de mí, no quería que se lo llevaran. Quería seguir escuchando sus regaños sobre mis estudios, quería que me obligara a seguir adelante, que se enfadara conmigo cuando no entendía algo.

Pero, sobre todo, quería que estuviera a salvo.

«¿Cómo podría continuar con mi vida si él está en prisión por mi?....¿Cómo?»-. Después de separarnos, se lo llevaron.


Desde ese día, luego de la universidad, me aseguré de visitarlo todos los días. Le llevaba sus libros favoritos para que pudiera leer y estudiar, además de comida y algunas cosas necesarias. No lo hacía sola; su madre también lo visitaba con frecuencia, mientras que su padre prefería mantener su distancia.

Le guardaba cierto rencor, pues él había sido el causante de la muerte de su hermano; su hijo favorito, y no parecía interesado en visitarlo. Aun así, su madre se esforzaba por disculparse conmigo por lo que Elliot me había hecho. Mientras que yo no podía hacer más que decirle que no tenía que disculparse; de cualquier manera, ella había perdido a su hijo a manos del otro por mi causa, y ese dolor era suficiente para cualquier persona.

Los días en que solo yo iba a verlo, nos pasábamos horas hablando de todo. Con el tiempo, nos conocimos mucho más de lo que jamás imaginé. En esos momentos, la tristeza y la culpa se desvanecían, y nuestras risas llenaban el aire.


UN AÑO DESPUÉS, EN LAS PUERTAS DE LA PRISIÓN.

Las grandes puertas de hierro se abrieron, y el sonido metálico resonó como un eco de libertad. Kyle salió, respirando profundamente, como si se deshiciera de años de encierro.

-Ah, por fin soy libre -declaró, una sonrisa iluminando su rostro.

-¡Kyle! -me abalancé hacia él en cuanto lo vi-. Estoy tan feliz de que ya hayas salido -exclamé, mi alegría desbordando en una amplia sonrisa.

-Lo sé -respondió, separándose un poco de mí-. No parabas de decirlo en la llamada que hicimos ayer.

-Mm, qué puedo decir, me he acostumbrado a tu compañía -dije, sonriendo de regreso.

-Pero bueno, ¿a dónde quieres ir primero ahora que estás fuera? -le pregunté, ansiosa por celebrar su libertad.

Él fingió pensarlo un momento, observando cómo el auto de su madre se acercaba por el aparcamiento.

-Solo quiero tomar un baño e ir a la biblioteca -dijo con simpleza.

-¿Es en serio? -fruncí el ceño, un poco sorprendida-. ¿Acabas de salir y ya quieres ir allí? -le reproché, dejando escapar un pequeño berrinche.

-¿Tienes algo diferente en mente? -preguntó, alzando una ceja con algo de diversión.

-Por supuesto -respondí, justo cuando sonó la bocina del auto detrás de nosotros. Vi la mano de su madre asomándose por la ventanilla-. Deberías ir primero a tu casa, darte un baño y cambiarte de ropa. Ya nos veremos después.

-Vale, ahora tengo curiosidad por saber a dónde me llevarás -dijo, acariciando suavemente mi cabello, un gesto que me llenó de calidez.

En ese momento, supe que, a pesar de todo lo que habíamos pasado, estábamos listos para enfrentar lo que viniera a continuación.

-Well, you'll have to wait for the surprise ~ -(Bueno, tendrás que esperar por la sorpresa ~) -él rió, negando con la cabeza al escucharme.

-Vámonos ya -dije, comenzando a caminar a su lado.

Ambos nos dirigimos hacia el auto de su madre. Me dejaron en mi casa antes de continuar hacia la suya. Una hora más tarde, acordamos encontrarnos en el mismo club al que habíamos ido a ver una película la última vez. Cuando lo vi, una sonrisa se dibujó en sus labios, y no pude evitar sentir un cosquilleo de alegría.

-¿En serio? -me miró, la sonrisa aún en su rostro.

-¿No quieres ver la segunda parte de 365 días? -le pregunté, con un toque de picardía.

-¿La van a proyectar hoy? -asentí con entusiasmo-. ¿Qué estás esperando entonces? ¡Camina! -dijo, tomando mi mano y arrastrándome casi sin esfuerzo.

-¡Ya voy! -logré decir, riendo.

En cuestión de segundos, ya estábamos dentro. Tomamos prácticamente los mismos asientos que la última vez; el lugar no había cambiado mucho en un año, aunque había ganado popularidad.

Kyle tampoco había cambiado. Seguía siendo ese nerd exigente que una vez fue mi tutor, el chico que sacrificó un año de su vida por salvar la mía. Aquel castaño de ojos cafés que, día tras día, complicaba mis pensamientos y sentimientos.

Después de la película, decidimos dar un paseo por la playa. El olor a mar, el suave murmullo del viento y el vaivén de las olas creaban un ambiente de tranquilidad que disfrutaba profundamente.

-¿Cómo estuvo? -pregunté, rompiendo el silencio.

-Tal como la imaginé. Sigue siendo obscena, pero me gusta -respondió, riendo.

-Me pregunto por qué te gusta tanto -dije, sonriendo.

-Creo que es deducible. Es muy diferente a las películas que he visto, a las que estaba acostumbrado. Antes solo me concentraba en mis estudios -confesó-. Así que tiene algo extraño que me atrae mucho.

-... Tú también -murmuré, deteniéndome para mirarlo a los ojos. Las palabras escaparon de mis labios sin pensarlo.

-¿Qué? -se giró hacia mí, confundido.

-Ok -suspiré, acercándome un poco más-. Todo este tiempo que estuviste en prisión... no podía dejar de... pensar en ti -confesé, notando su sorpresa.

-Sin importar lo mucho que me dijeran que eras la viva imagen de Elliot, solo tú estabas en mi mente, Kyle -finalicé, pero su mirada de asombro se desvaneció, enfocándose en el suelo.

-No debiste haberme dicho eso -comenzó después de un breve silencio-. Sabes que es una locura, ¿no? -ahora sí logró mirarme, con una seriedad que me hizo sentir vulnerable.

-Lo sé, pero no puedo quitarme esta idea de la cabeza... ¿o acaso tú no sientes lo mismo? -empecé a sentirme nerviosa.

«¿Y si me rechaza? ¿Qué haré si lo hace?»

-No te creas -respondió-. Tampoco paré de pensar en ti, ni por un segundo. Pero ver mi cara cada día podría hacerte mucho daño, y lo que menos quiero es que sufras.

-Vale, pero... ¿y si lo intentamos? -me acerqué un poco más-. Aunque tengas su apariencia, mi corazón y mi mente saben que no eres Elliot.

-No creo que sea una buena idea, Zoe -se alejó un poco, su mirada llena de preocupación-. Has pasado por mucho y yo no...

-¿Por qué tiene que ser una buena idea? -lo interrumpí-. ¿Por qué tiene que ser lógica? ¿Por qué tiene que ser correcta? ¿No podemos simplemente vivirlo y ver qué pasa?

Él guardó silencio, retirándose las gafas un momento para frotar sus ojos antes de volver a mirarme.

-¿Estás segura de esto? -preguntó, su voz suave y cautelosa.

-No, pero hace un año pensé que moriría sin amar a alguien de verdad y sin ser feliz. Así que no quiero perder esta oportunidad.

-Entonces -dijo, tomando mis manos con una suavidad que me hizo sentir especial-, ¿realmente quieres salir conmigo, señorita Lambert?

Sonreí y asentí, sintiendo un torrente de emoción en mi pecho.

«Nunca pensé que podría emocionarme tanto ante una simple frase...»

-Claro que sí, joven Conway -respondí, abrazándolo con fuerza.

Él comenzó a darme vueltas en el aire, nuestras risas resonando como una melodía alegre en el aire. Era un momento perfecto, lleno de alegría y despreocupación. Finalmente se detuvo, y me separé un poco, aún sin poder borrar la sonrisa de mi rostro. Su mano se posó suavemente en mi mejilla mientras se acercaba, uniendo nuestros labios en un beso que sentí como un pequeño milagro.

La sensación era diferente; el sentimiento era único. No se parecía en nada a lo que había experimentado con Elliot. Kyle era más cariñoso, más auténtico. Su calidez me envolvía, y me hizo sentir querida y protegida, como no lo había hecho en mucho tiempo. Cuando nos separamos, nuestros ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y felicidad, y las sonrisas brotaron de inmediato.

-¿Crees que tus padres lo acepten? -preguntó, acariciando mi mejilla con ternura.

-Al principio puede que no lo entiendan, pero poco a poco lo aceptarán -respondí, tratando de tranquilizarlo. Kyle soltó un leve suspiro, y nuestras narices se rozaron en un gesto que me pareció íntimo y especial.

-No sé cómo pude enamorarme de ti -dijo, entrelazando su mano con la mía-. Pero no me arrepiento de eso.

-Yo tampoco -me incliné un poco, dándole un pequeño beso-. ¿Quieres ir ahora?

Comencé a caminar a su lado, sintiendo que cada paso era un avance hacia un futuro que anhelaba.

-Tarde o temprano sucederá, ¿no? Así que creo que mientras más rápido, mejor -dijo, un toque de nerviosismo en su voz.

-Sigue siendo optimista; seguro le agradas a mi padre -le respondí, aunque lo decía en serio, no pude evitar añadir un tono burlón al final.

-Miénteme que me gusta, Lambert. Miénteme que me gusta -replicó, con un toque de sarcasmo que me hizo reír de nuevo.

Era cierto que podría ser un camino complicado, lo sabía. Pero no tenía por qué ser infeliz por su apariencia. La felicidad que sentía al tenerlo a mi lado superaba cualquier duda que pudiera surgir. En este momento, todo lo que importaba era la conexión que compartíamos.

Mientras caminábamos, una brisa suave acarició nuestro rostro, y su risa resonaba en el aire, llenando el espacio con una energía que me hacía sentir viva. A cada paso, el peso de mis inseguridades se desvanecía, y la posibilidad de un futuro juntos se llenaba de colores y esperanzas.

Todo podría ser difícil, pero estaba decidida a enfrentar lo que viniera. Con Kyle, sabía que podía dejar atrás el pasado y abrir mi corazón a lo que realmente significaba, la felicidad.

Y finito...

Gracias por llegar al final de mi historia, de verdad aprecio mucho el que hayas llegado hasta aquí.

Para mí es muy importante que las personas disfruten de lo que hago, ya que es una gran motivación.

Y espero que hayan más personas que quieran adentrarse en mi mundo, para conocer la historia de Zoe Lambert.

(Por cierto, hay un extra que creo que sería bueno leer para entender un poquito más la historia 😁)

💜

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