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#3 Casi-amigos.

Me preparé para ir a la universidad. El uniforme que llevaba puesto era parecido al de Kyle, pero claramente el mío tenía una falda. A decir verdad, no me gustaba llevar una vestimenta determinada por obligación, pero eran las reglas de la institución a la que asistía. Mis padres querían que entrara a esa universidad privada por su prestigio y demás, así que me esforcé lo suficiente para hacer que me aceptaran con calificaciones sobresalientes.

Aunque ahora mi estancia ahí pende de un hilo si no las mejoro.

Cuando salí, la silueta de Kyle frente a mi casa me recibió; llevaba su uniforme de siempre y sus característicos rulos color miel, junto a sus anteojos.

‌—¿Pero qué...? —musité, confundida por su presencia—. ¡Hey, Kyle! —lo llamé, acercándome lentamente hasta su posición.

‌—Buenos días, Zoe —mostró una pequeña sonrisa junto a su saludo.

‌—Buenos días, ¿qué haces aquí?

‌—Vine a buscarte —respondió, simple, sin ánimos de dar más explicación que eso. Parpadeé varias veces por la confusión.

‌—¿Por qué harías eso? No creo que tú casa esté cerca de aquí —señalé a la zona con ambas manos.

‌—Lo sé, solo quería buscarte para hacerte un test mental.

‌—¿Un qué? —ladeé un poco la cabeza, con confusión.

—Solo son preguntas y respuestas, nada más —rectificó con tranquilidad.

—Oh, por un momento pensé que me querías como rata de laboratorio —bromee, aunque realmente lo pensé, mientras él negando levemente.

—Nunca haría eso. Solo quiero ver cómo estás —su voz se suavizó un poco, por lo que me tomé un momento para pensarlo.

‌—Ok, empieza cuando quieras —accedí, dando paso a que empezaramos a caminar.

‌—Bien, primera pregunta: ¿Tienes pesadillas o logras dormir en las noches? —inquirió, reflejando curiosidad en su mirada.

‌—Mm, tengo pesadillas, pero tomo pastillas para dormir —respondí con sinceridad. Realmente, desde lo sucedido, no hubo un día que cuando cerrara los ojos viera algo más que no fuera el rostro de ese chico.

‌—Deja de tomarlas —me ordenó, con brusquedad y seriedad en su voz. Lo miré desconcertada.

‌—¿Por qué? —fruncí levemente el ceño al preguntar.

‌—Porque te puedes volver dependiente de ellas y podrías dejar de dormir si no las tomas o tener abstinencia —respondió, con la misma seriedad y precisión.

‌—Vale...

‌—También podrías tener mareos —me interrumpió con rapidez—. Aturdimiento, el cual puede llevarte a caídas, dolor de cabeza, náuseas o diarrea.

‌—No tienes que ser tan específico, ¿sabes? — hice una expresión de asco.

‌—O...

‌—¡Bueno, vale! —lo interrumpí; me estaba sintiendo regañada de alguna manera—. Ya entendí que no las puedo seguir tomando. Ahora, ¿podemos pasar a la siguiente pregunta?

Él dudó por un momento, pero luego asintió, como si no tuviera otra opción.

‌—Está bien. Entonces, responde está:¿cuántos baños tomas al día? —lo miré con cierta incredulidad por segundos.

‌—¿Es en serio?

‌—Responde —ordenó. Yo suspiré y me digné a responder.

‌—3 veces al día como máximo. Normalmente las tomo durante la mañana, cuando llego a la casa y luego por la noche —expliqué, con una voz cansada.

Frecuentaba mucho más el baño desde que mis pesadillas comenzaron. Obligándome a llorar en la ducha para sacar esas imágenes de mi cabeza y para no ser escuchada. A veces, sin darme cuenta, arrañaba mínimamente mi piel en el proceso, queriendo borrar las huellas que sus manos dejaron en ella.

Recordar lo mal que estaba al principio me provocó un nudo en la garganta.

‌—Deberías detenerte, solo te puedes bañar una vez al día —irrumpió en mis pensamientos su voz, siendo como una orden o tal vez, una advertencia—. Si lo haces en repetidas ocasiones, tu piel se resecará y puedes contraer dermatitis. Supongo que es difícil para ti detener esos hábitos que has adoptado, y sé que debes tener una razón para hacerlo, pero no es bueno para tu cuerpo. Podrías hacerlo máximo dos veces al día.

‌—¿Podemos parar con esto? —le pedí, al detenerme, él guardó silencio y me observó. Entendía su intención perfectamente, pero no quería seguir escuchando cosas que me recordaran los cambios que me he visto obligada a hacer—. No puedes tomarte la autoridad de controlarme o ordenarme, Kyle.

‌—Lo hago por tu bien, y para saber si aún sigues con secuelas muy comunes después de una violación —justificó, suavizando su mirada y su voz—. Estoy estudiando para ser médico al igual que tú, Zoe, así que debes comprender mi preocupación. Solo te quiero ayudar.

—Pues no me gusta tu forma de ayudar, ¿vale? —lo corté, sintiendo  mis ojos arder; posiblemente porque estaría a punto de llorar—. Me he vuelto así no porque quiera, sino porque siento que es la única manera de protegerme y de olvidar. Aunque no ayude y solo empeore mi situación, no puedo cambiar de la noche a la mañana solo porque lo dices.

—Zoe, por favor...

‌—Solo caminemos en silencio, ¿quieres? —lo interrumpí, secando las pequeñas lágrimas que corrieron por mis mejillas—. No quiero ni pretendo recordar lo que pasó —le dije con firmeza, a pesar del temblor de mi voz, para comenzar a caminar dándole la espalda.

No quería ser tan dura con él, pero no podía seguir escuchándolo. Si aún no logro acostumbrarme al hecho de que él sea el hermano gemelo de Elliot, mucho menos me acostumbraré a que con sus órdenes y advertencias quiera cambiarme o arreglarme. No estoy lista para eso.

‌—Lo siento —su voz se oyó como un susurro a mi espalda; a pesar de que estaba a unos cuantos pasos de mí, logré escucharlo, suave y tranquilo—. Solo trato de arreglar el error que cometió mi hermano. No quería hacerte sentir así.

‌—Yo.... te agradezco el esfuerzo pero, por mucho que trates, eso nunca lo voy olvidar —dije, sin darme la vuelta para mirarlo.

Sin dejar que dijera otra palabra, me adelanté, dejándolo unos pocos metros atrás. Sé que él se preocupa pero, ya tengo suficientes problemas en mi vida que debo solucionar, y los quiero tratar con tiempo, con mí tiempo.

Al llegar al instituto, pasamos el día en la biblioteca estudiando historia de la medicina. Leímos libro tras libro por aproximadamente dos horas, en silencio y sin siquiera mirarnos. Podía  sentir la incomodidad que se había plantado entre nosotros, era espesa y silenciosa, pero él procuró darme mi espacio durante toda la tutoría. Y de alguna forma, se lo agradecí.

Después me dio una hoja de prueba para aplicar lo que acababa de leer. Eran muchas preguntas, unas que  conocía y otras que me costó recordar hasta la primera parte. Por lo que solo llegué a 88/100.

Después de eso, estuvimos estudiando por más tiempo. Aún se sentía la leve tensión entre nosotros, pero ninguno habló al respecto, solo nos limitamos a leer y tomar notas. Unas horas más tarde caminamos hacia mi casa, en completo silencio, de nuevo.

‌—Zoe —me llamó, su tono volviendo a ser suave y delicado. Extrañamente podría acostumbrarme a su voz tan tranquila en vez de a su usual seriedad e inexpresividad.

‌—¿Mm? —me di la vuelta lentamente, viéndolo directamente.

‌—Bueno.. —desvió un poco la mirada, como si estuviera nervioso o indeciso—. Me-me dijeron que hay un lugar bastante popular cerca, en donde proyectan películas de todo tipo y.... ¿te gustaría ir a ver una?

‌—¿Eh? —la confusión y la sorpresa en mi rostro lo decían todo; era muy raro que me propusiera eso siendo, bueno, él—. Creo que ese lugar tiene nombre, y es "cine"

—No me refiero al cine —se apresuró a responder, cada vez más nervioso—. Unos... unos chicos en la universidad estaban promocionando un nuevo club de películas. Por eso quería que fuéramos a verlo juntos —aclaró, disminuyendo el tono de su voz en la última frase. Sonaba más que extraño oírlo hablar así, por lo que me costó asimilar lo que decía, y mi silencio creo que lo desesperó.

—Si no quieres no importa —se apresuró a continuar—. De cualquier manera es una tontería; solo intentaba hacer que no estuvieras incómoda.

—Hey, no es una tontería, solo pensaba si de verdad tú querías ir conmigo —dije, señalándome; sí me asombró un poquito lo que dijo.

‌ —Bueno... sí. Osea no en plan cita pero.... tal vez como... ah .... ¿casi-amigos? —cada vez era más evidente lo nervioso que estaba, y no pude evitar reírme un poco por su reacción. Se notaba que era algo que nunca me ha hecho.

‌—Oh, depende, ¿cuál van a poner?

‌—Ah... pues... no lo sé. ¿No hay que ir primero allí para poder saber que pondrán? —preguntó, confundido.

‌—No, puedes verlo por internet en la mayoría de los casos. Aunque creo que eso es solo en los cines locales.... Espera, ¿qué acaso no tienes redes sociales?

Él negó levemente, extrañado por mi sorpresa.

‌—Cancelé mis cuentas en aquellas plataformas hace mucho tiempo. No tenía espacio para eso con mis estudios, así que no me servían de nada.

‌—Ok, bueno, veamos.

Saqué mi celular y le escribí a una amiga; que posiblemente sea la única con la que actualmente me llevo para que me dijera cuál película ponían hoy en ese club. Y tenía claro que ella lo sabría, siempre sabe todo.

—Oh, mierda —musité, y mi sorpresa ante su respuesta era más que obvia.

‌—¿Qué pasó? ¿Cuál pondrán? —preguntó, curioso.

‌—Ah, pues. Hoy es cine para adultos, así que no creo que sea tu tipo de película —traté quitarle la emoción.

‌—Solo dime el nombre —insistió, claramente interesado.

‌—Pues.... van a proyectar 365 días —dije, observando como su ceño se fruncía levemente.

‌—¿Cuál es esa? —se mostró confundido al escuchar el nombre.

‌—Oh. No... sabes cuál es. Bueno, que tal si vamos y la vemos. Seguro que te gusta.

‌—Ok.

Nos dirigimos al lugar. La ubicación de este era bastante lejos de nuestra universidad, pero se veía interesante. Habían sillones color marrón bastante cómodos a la vista, frente a una pantalla blanca con un pequeño proyector delante. Tomamos unos refrescos y nos sentamos para verla en tanto varias personas llegaban; muchas en pareja. En el transcurso de esta, Kyle estaba completamente inexpresivo, y en algunos momentos mostraba ciertas expresiones de asombro o desviaba la mirada, avergonzado.

Era fácil deducir que no era de los que veía ese tipo de películas con frecuencia, tampoco de los que lograba disimular su asombro ante los toques y acciones de las personas a nuestro alrededor. Si no estuviera  todo oscuro, hubiésemos visto imágenes que nos traumarían de por vida, por lo menos a él. Creo que no fue buena idea traerlo.

‌—¿No pudiste darme un pequeño aviso, aunque fuese el más pequeño avance sobre lo que trataba la película? —dijo mientras caminábamos hacia la salida, aturdido.

—¿Que la frase “cine para adultos” no te dice nada? —le cuestioné, con obviedad—. Yo te avisé, tú eras el que se moría de la curiosidad.

—Bueno... no pensé que fuera tan explícita —confesó, rascando su cabeza. Suspiré.

—De cualquier manera la terminamos de ver; a pesar de las incontables interrupciones de esa pareja. Eran tan ruidosos que parecían no saber lo que era la vergüenza —recordé, con una expresión de desaprobación por como había sido su comportamiento—. Aunque, a decir verdad, quiero saber si de verdad te gustó lo que pudiste ver de la película. Cómo eras el más emocionado, tu opinión es importante por si debo impedir que esto vuelva a suceder.

Le mostré una pequeña sonrisa de boca cerrada, un voto de comprensión y confianza.

‌—Bueno... es muy obscena a mí parecer, pero en general me gustó— confesó con una sonrisa tímida.

‌—Al parecer te gustan las experiencias intensas, Kyle —bromeé, provocando que ambos riéramos levemente.

‌—Hay muchas cosas que me gustan y pocas personas lo ven interesante, ¿sabes? Generalmente evitan relacionarse conmigo por mi personalidad —admitió, mostrándose más relajado y ligeramente entristecido, envolviéndose en la confianza que empezaba a surgir entre nosotros—. Puedo ser un chico tranquilo pero, no soy un monje, Zoe; también he tenido momentos y pensamientos vergonzosos que preferiría mantener ocultos.

‌—En cierto modo, te entiendo; yo me he vuelto una persona completamente diferente de lo que solía ser. He perdido amigos y amores por temor a lo que podría pasar si descubrían lo que me había sucedido —confesé, recordando aquellos momentos en los que sentía miedo de todo y de todos, en los que quería sumergirme en la soledad para no enfrentarme a los comentarios y miradas juzgonas—. Pero estoy intentando volver a ser yo, aunque sea difícil.

Esa sonrisa que se dibujó en labios, iba con la intención de afirmar mi optimismo y darme ánimos, demostrando mi determinación. Pero ante la misma, la mirada de Kyle se mostró preocupada y, triste.

‌—Zoe... —me llamó con suavidad, captando mi completa atención segundos después—... Gracias por no odiarme.

Musitó, agradecido, a lo que le volví a sonreír.

‌—¿Por qué lo haría? Tú no tienes la culpa de nada —él suspiró un poco y se acercó a mi.

‌—Sé que te es muy difícil ver mi cara y recordar por lo que pasaste, por eso te lo digo.

‌—Mm... tienes razón, a veces me recuerdas a él. Pero tú tienes algo que te hace totalmente diferente. Eliot siempre fue un idiota, así que no te preocupes —asintió con lentitud—. Además, creo que me vendría bien otros de esos consejos que me estabas dando.

‌—¿Segura? —asentí, sonriendo leve ante sus sorpresa—. Bien, pues... debes abrirte más con las personas; el hablar sobre cómo te sientes está comprobado como una forma de deshago que rebaja la tensión emocional. También está el...

Kyle tenía muchas cosas de las que hablar, y yo tenía tiempo para escuchar. Además, aprendí bastante con todo lo que dijo; realmente era un cerebrito que adoraba instruir a los demás. Tiempo después, me dejó en mi casa para luego volver a la suya .

Al día siguiente, sí debía asistir a las clases normales, ya que Kyle tenía algo importante que hacer en la mañana. Pero para mi buena suerte; nótese el sarcasmo, tuvimos un examen sorpresa en el que teníamos que describir enfermedades o adicciones que pueden afectar al cuerpo humano en todos sus aspectos. Incluyendo medidas y diversos métodos de curación, y tenía que llenar mínimo cuatro páginas.

«Mierda, ¡no estudié para esto, Diosito!»

«Aunque.... Kyle me estuvo hablando de muchas cosas relacionadas con eso todo el día de ayer... Aww te amo Kyle.» —me alegré internamente, para empezar a plasmar cada palabra de ese chico en páginas.

Terminé el examen y fui a buscar a Kyle en la biblioteca.

‌—¡Kyle! —lo saludé desde la puerta al verlo sentado en una de las mesas cercanas.

—‌¡SSh! —me cortó la bibliotecaria con una expresión seria, llena de desaprobación.

‌—Oh, perdón. ¡Kyle! —esta vez lo susurré, acercándome con sigilo. Él negó con la cabeza al verme llegar como si me estuviese escondiendo de algo.

‌—¿Qué pasó, fugitiva? —dijo en tono divertido cuando me senté a su lado.

‌—¡Oye! ¿Por qué me dices así, eh?

—Porque solo te mandaron a bajar la voz y actuaste como si te estuvieras escondiendo de la policía —obvió, sin esfuerzo.

—Ay, sí. Como sea, gracias a ti estoy segura de que aprobé el examen sorpresa que hicimos hoy sobre enfermedades y adicciones que nos afectan —le conté, emocionada.

‌—Mm, me alegro por ti —mostró una leve sonrisa que escondía una sensación de orgullo—. Ahora tenemos que estudiar inglés.

Volvió a su seriedad constante.

‌—¿Ah? Lo siento pero yo sé suficiente inglés —dije orgullosa; pasé un curso hace tiempo, así que ya estaba más que adiestrada en esa asignatura.

‌—Prove It —(Demuéstralo.)

‌—Well let's talk about love, what do you think about it, are you sensitive to those issues, have you even been in a relationship? —(Bien hablemos del amor, ¿qué piensas sobre eso, eres sensible para esos temas, siquiera has tenido una relación?)

‌ —That doesn't interest you, but I'll answer you anyway. Having a relationship implies many things and for me the most important thing is studying, and speaking of that, why did you choose medicine if your highest GPA is 3.5? —(Eso no te interesa, pero igual te responderé. Tener una relación implica muchas cosas y para mí lo más importante es el estudio, y hablando de eso, ¿por qué escogiste medicina si tú nota más alta en tu promedio es de 3.5?)

‌—Auch, eso fue cruel, eso fue muy cruel —dije llevando una mano a mi pecho, simulandome dolida.

‌—¿Y tú crees que es de buen gusto recalcarle a alguien que nunca tuvo una relación?

‌—... Sorry. Pero viste que estoy muy bien en inglés. No hace falta que me hagas leer mil libros ni me apliques una comprobación kilométrica.

‌—Perfecto, entonces pasemos a los procedimientos y técnicas en la atención al paciente en los servicios de la salud.

‌—¿Por qué eso?

‌—Tienes que trabajar en tu empatía; no todo se debe decir al vivo y al directo.

‌—¿No deberías trabajar en eso tú?

‌—Lo sé, pero están en juego tus calificaciones no las mías.

‌—¿Perdón? —me hice la ofendida, ya que sí era verdad.

‌—Umhu, empieza leyéndote este libro —me alcanzó uno que tenía de portada a una mujer de suéter amarillo, el cuál se encontraba encima de la mesa.

Nombre del libro: El Arte De La Empatía”.

‌—No me lo puedo creer. A ver —me incliné un poco hacia su lado—. ¿Tú qué estás leyendo?

‌—Algo parecido al tuyo.

Enseñó su libro, Nombre: El Lenguaje Del Cuerpo”.

‌—Ese título se ve muy turbio —solté una pequeña sonrisita al analizarlo.

‌—Estoy trabajando en mi inexpresividad, inculta.

‌—Ay, bueno —posé la mirada en el libro.

Siendo sincera, su contenido se volvía interesante mientras más leía, dándome datos que definitivamente me servirían en un futuro, pero de manera igual me aburría. Terminé leyéndomelo prácticamente todo, hasta el punto en el que me dolieron los ojitos.

‌—Ay, estoy cansada. Creo que ya soy lo suficientemente empática, Kyle, ¿nos podemos ir? —soltó un extenso suspiro por aquel berrinche provocado por mi estrés.

‌—No sé cómo siempre te sales con la tuya —me miró—. Recoge tus cosas anda —le sonreí para comenzar a hacer lo dicho con rapidez y emoción.

Ambos íbamos rumbo a mi casa, sumergidos en una interesante plática. Pero en el camino, nos encontramos con una chica cantando en un rincón; llevaba un vestido rosado claro junto a unas zapatillas blancas y su cabello estaba suelto aunque algo desordenado por la fuerza del aire.

‌—Hola —me le acerqué lentamente, hablándole con suavidad.

‌—Hola —me contestó, sonriendo con timidez.

‌—¿Cómo te llamas, eh?

‌—Am.... soy Daniela, ¿y tú?

‌—Es un gusto, Daniela. Mi nombre es Zoe, tienes una voz muy linda, ¿sabes?

—Gracias, suelo venir aquí para practicar seguido ya que no pasa mucha gente por esta zona —respondió, con vergüenza por el halago.

—Oh, ¿pero no crees que estar sola por aquí sería peligroso? Está oscureciendo.

‌—Mm no, mi novio me vendrá a recoger pronto. Y hace poco tiempo mi amiga se fue.

‌ —Ah, está bien. Mm... entonces, ¿crees qué puedo cantar contigo mientras esperas? —le pregunté con una media sonrisa.

Sí, adoro la música, y en mi humilde opinión y la de todo el que me ha escuchado, se me da muy bien cantar diversos géneros.

‌—Oh, claro —aceptó con emoción—, ¿cuál quieres cantar?

‌—Bueno...

‌—Zoe, tienes que volver a casa —irrumpió en nuestra conversación el tono frío de su voz.

‌—Mmm, cantemos una para
animar a este chico gruñón —lo señalé con diversión, él solo negó con la cabeza ante mi actitud—. ¿Te parece?

‌—Va, ¿te sabes esta?

Me susurró el nombre de una canción al oído.

‌—Esa me encanta.

‌—Entonces empecemos: 1, 2, 3.

Comenzamos a cantarle una canción de amor a Kyle...

Solo mantente a mi lado por favor,
Enséñame todo lo que es la pasión,
Siénteme muy dentro de tu frío corazón,
Sueña conmigo cada noche y cada día,
Tenme presente como tú mayor alegría,
Solo conviérteme en la razón de tu sonrisa...”

Y por mucho que trató, no pudo evitar reírse, hasta tarareo una parte de esta, en voz baja pero lo hizo.

‌—¡Adiós, cuídense!

‌—¡Ustedes igual! — nos despedimos con alegría. Su novio había llegado así que nos fuimos primero.

Comenzamos a caminar retomando el camino hacia nuestro destino. Y entre el silencio que se mantenía, miré de reojo a Kyle, este tenía una pequeña sonrisa en sus labios.

‌—Ay, te vi~ —le dije canturreando entre un suspiro, este aclaró su garganta.

—No sé a qué te refieres —volvió a su expresión seria.

‌—No te hagas, yo te vi sonreír y cantar también —lo apunté, el empezó a negarlo con la cabeza.

‌—No, no lo hice.

‌—Oh si lo hiciste yo te vi —insistí, esta vez señalándome.

—‌Ya dije que no lo hice.

‌—Y yo digo que sí —comencé a acercarme a él haciéndolo retroceder. 

‌—¿O-Oye qué haces? Si sigues acercándote nos vamos a caer. Para.

‌—Eres más alto que yo. Puedes apartarme si quieres —no detuve mis pasos, solo me aproximaba cada vez más, intentando intimidarlo para que lo aceptara—. O puedes simplemente admitir que lo hiciste.

‌—Vale, lo admito, pero pa..

Kyle se tropezó con sus propios pies y cayó sobre el césped. Pero antes de hacerlo, se agarró de mi brazo y caí encima de él.

‌—Ah, carajo. ¿Por qué te sujetaste de mí, eh? —le pregunté, sintiendo un leve ardor en la palma de mi mano y la fuerza de la suya presionando mi brazo. Pretendía seguir regañandolo hasta que noté su expresión de dolor—. ¿Kyle? ¿Estás bien?

‌—.. Por favor.... quita... tu rodilla.... de mi... —musitó, entrecortadamente, y ahí me dí cuenta de a lo que se refería.

—‌Oh, por dios —tenía mi rodilla encima de sus partes, así que me levanté rápidamente‌—. Lo siento mucho, Kyle —lo ayudé a reincorporarse.

‌—No te preocupes.... el dolor se me pasará pronto.... o eso creo —su voz era pausada y algo ronca; creo que en verdad le dolió.

‌—¿Te llevo al hospital?

‌—No es para tanto. Mejor te llevo a tu casa, ¿si? Ya después tomaré un taxi.

‌—Está bien —puse su brazo sobre mis hombros y empezamos a caminar.

Notis: En mis historias, en vez de canciones de verdad, lo que suelo poner son fragmentos de versos o cosas que se me ocurren. No son canciones..

¡gracias por leer!

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