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Capítulo 4: Unión (Parte 2)

(AVISO IMPORTANTE: Este capítulo se divide en dos partes, y este segundo es el fragmento final y más explícito de todos. Si sigues leyendo, es bajo tu propia responsabilidad. Si esto es lo que buscas... Bienvenido/a >:3)

Mi cuerpo, apenas cubierto por las húmedas sábanas, tembló al ver al verdadero Sebastian asomarse por la puerta. Con una mueca de desconcierto en el rostro, se limitó a observar mi débil silueta sudorosa y mojada mientras yo gemía, esta vez ruidosamente.
Con los ojos como platos, se acercó lentamente a mí.
-¿Bocchan...? ¿Qué ha...?
Se calló al percatarse de que ese líquido que mojaba mi cama no era agua.
-¿Ha estado tocándose, señor? -dijo, a punto de soltar una risita. Qué odioso.
En respuesta, le agarré del traje, atrayéndole hacia mí.
-Cállate y hazme tuyo. Ahora. -le ordené.
-...Está haciendo que me excite, maestro -murmuró, justo con el mismo tono de voz con el que me hablaba mi imaginario torturador.

Besándole como nunca lo había hecho antes, le intenté quitar la camisa a arañazos. Estaba... impaciente.
Jadeando, me separé de él, y Sebastian se despojó por fin de toda su ropa mientras me seguía envenenando con sus labios.
-Bocchan... Oh, bocchan... -susurró-. No sabe cuánto tiempo he estado esperando este momento... -en ese momento noté como algo me empujaba en mi parte trasera, y solté un largo pero leve gemido.
-Hazlo de una vez... Sé que lo estás deseando -sonreí-. ¿O es que no me quieres...?
Sebastian me lanzó una mirada ardiente, igual que todo su cuerpo; musculado, aunque no en exceso, y sobre todo, seductor. Apoyando los brazos en la cama, me embistió sin previo aviso, causando que ahogara un grito. Debo decir que de todas las sensaciones que he experimentado en mi vida, esa fue de las mejores. Antes de la segunda embestida, pegué un chillido, y me agarré a las mantas de nuevo.

A la tercera, al ver que no paraba de gemir fuertemente, me preguntó preocupado:
-¿Está bien, bocchan...? ¿Le hago daño? -jadeó.
-...Sigue -le pedí.
Siguió moviendo las caderas al son de mi quebrada voz. Me besó el cuello, y empezó a ir más rápido. Cada vez que se movía, me iba acercando más a mi sensación de clímax. Le abracé con todas mis fuerzas, intentando silenciarme mientras le mordía. Su sangre me recorrió los labios, dejando pasar los sonidos que no cesaba de emitir. Sebastian me hacía sentir demasiado bien para parar...

Noté que él estaba a punto de acabar, por la forma en la que lo hacía y sus sensuales jadeos. Grité, a punto de estallar.
-¡Sebastian! ¡SEBASTIAN! -gemí-. ¡Te amo, Sebastian...! ¡¡Sebastian...!!
-Maestro... ¡Maestro! -le oí decir.
Jadeando al unísono, finalizamos justo a la vez. Noté cómo me llenaba de él, y grité de placer.
-¡Ciel...!
Abrí los ojos, sorprendido. Era la primera vez que me llamaba por mi nombre real.

En ese momento supe que me amaba de verdad. La forma en que lo dijo... Quizá sea un ingenuo, pero le quería demasiado.

-Sebastian... uugh... -dejé caer mis manos, agotado. No me importaba la manchada cama, ni que él no se hubiera molestado en hacerlo fuera de mí; lo que más deseaba en ese momento era caer dormido a su lado, y despertar a la mañana siguiente abrazando a la persona que más quiero en este mundo; Sebastian.

-...Te amo, Ciel... -murmuró. Suspiré de felicidad, estrechándole con fuerza.
-Yo también, Sebastian... Yo también -rocé sus labios, pidiéndole sutilmente otro de sus mágicos besos.
Mientras nuestras bocas se fundían juntas, ambos fuimos cayendo dormidos poco a poco.

***

Vi cómo los primeros rayos de sol de la mañana se colaban por la ventana de mi habitación. Seguía abrazado a Sebastian, y éste me sonreía dulcemente.
-¿Ha dormido bien, bocchan? -me dio un beso en la frente. Se lo devolví en el pecho, apoyándome en su torso-. Ahora le puedo preparar su té habitual si lo desea...
-Te prefiero a ti -reí-. Quédate aquí conmigo. Es una orden.
-Como usted quiera, maestro -murmuró en mi oreja, mordiéndola ligeramente. Le reproché, risueño. No me sentía tan feliz desde hacía años.
-Veo que vuelve a sonreír, bocchan -me dijo con voz tierna.
-Idiota -le besé de nuevo. Me estiré, suspirando. Observé la intensa luz que provenía del exterior, y me tumbé, dándole la espalda a Sebastian. Noté que se apoyaba en mis piernas cuidadosamente.

-Hace un día maravilloso, ¿no cree, maestro? -me preguntó.
-Sí... Sobre todo porque estás tú conmigo...
Me fui a girar para verle de nuevo, pero de repente sentí como si mi corazón se saliera de mi cuerpo y me dejara sin aliento alguno.
En lugar de Sebastian, un gato negro estaba acurrucado en mis piernas, y en cuanto se percató de mi mirada de horror, saltó y salió corriendo por la puerta.

Con un terrible pánico arañándome la garganta, me quedé inmóvil, sin articular palabra.

Bueno, este es el final del fanfic. ¡Muchísimas gracias a todos los que lo habéis seguido hasta aquí! ^-^ Estad atentos, porque habrá más historias relacionadas con esta misma, y espero que todas os gusten mucho :3 ¡Un abrazo a todos! :)

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