Capítulo I
Mi abuela, me dio de comer al apenas llegar, siempre es así cuando llegan visitas, les sirve de comer. Cuando yo llegue eran la ocho de la noche por lo que me sirvió sopa a lo que yo comencé a comer gustosa, la necesitaba más que nunca ya que el frio me llegaba hasta los huesos.
Mientras comía, pude sentir la mirada de interrogatoria de mi abuela, era obvio que sería así ya que llegue tan inesperadamente y aún más cuando llevo todas mis cosas conmigo.
-Yana, dime el porqué de tu inesperada visita- Me preguntó mi abuela, lo cual espere desde el principio.
-Abuelita, tuve muchos problemas en casa, mi madre no cree lo que le digo, que su esposo ha intentado abusar de mi muchas veces. Yo ya estaba harta de todo que incluso pensé en la muerte. ¡Ah sido horrible!- dije entre lágrimas.
-Esa mujer, como pensó en casarse sin conocerle bien, exponiendo a su hija al peligro – Dijo, se notaba enojada- Pero no te preocupes, en memoria de mi hijo, prometo cuidarte y apoyarte en todo Yana y sí que no te preocupes, pronto tu madre se dará cuenta del gran error que ha cometido, mira que todo en esta vida se paga.
-Muchas gracias abuelita- Dije contenta, mientras me secaba las lágrimas- Gracias a ti poder salir adelante y también gracias el- Miro al gato que se encontraba durmiendo abrazado del peluche junto a la estufa.
-Que gato más especial, su color es raro, lo hace único ¿Cómo fue que lo conseguiste? ¿Una amiga te lo dio?
- Sabes abuelita que yo no tengo amigos, encontré a este gatito hoy en la tarde. Abuelita ¿No te molesta que me lo quede? Es que siento que me necesita, al pobre lo abandonaron.
-Claro que se pude quedar, eres igual que mi hijo, él amaba los animales- Dijo nostálgica.
-Muchas gracias abuelita, eres un sol- me levanto de mi asiento para abrazarla.
-No hay de que hija y dime ¿Cómo le llamaras?
- No sé, no he pensado en eso.
- Debe tener un nombre ¿No?
- Creo que... Algodón de azúcar.
- ¿Por qué ese nombre?
-Es que es suave y esponjoso como un algodón, además que es dulce ya que es muy tranquilo.
-Sí, su nombre es único al igual que él, me parece bien- Dice sonriente.
- Abuelita ¿Me darías un poco de leche para él? Debe estar hambriento.
-Claro, está en el refrigerador, pero entíbiala primero antes de dársela.
-Sí, abuelita.
Entibie la leche como me había dicho mi abuelita y se la di a Algodón de azúcar, pero el solo me miraba y no quiso beberla, mi abuelita me dijo que lo dejara, que después bebería solo y sí que me fui a sentar de nuevo para terminar de comer mi sopa. Después ella me sirvió pastel, que siempre tiene ya que ella tiene una dulcería, cuando iba a comenzar a comer, el gato salto a la mesa y comenzó a comer de él, mi abuelita le miraba con reproche.
-Qué problema, tendrás que educar a tu gato.
- Lo se abuelita, pero mira está comiendo, está muy hambriento.
-Lo veo mi niña, pero eso le hará daño- Dice con preocupación.
-Sí, entonces no dejare que continúe comiendo pastel- Tome al gato con ambas manos, para bajarlo pero el regañaba y me rasguño para que lo dejar en paz, al estar libre de mí, volvió a comer.
-Es terco, pero si llega estar enfermo ya no tendremos culpa.
- No creo que le haga tanto daño abuelita, pero el sí que hace daño ¡Auch! Que gran rasguñó me ha dado- Dije mirándome mi mano, que sangraba.
-Espérame un momento, iré por el botiquín- Sale con prisa de la cocina, dejándome a solas con el felino.
Algodón de azúcar deja de comer el pastel y salta a mi regazo comenzando a lamer mi herida, la cual tenía reposándola en una de mis piernas, su lengua áspera, hacia que ardiera la herida. Mi abuelita regresa con el botiquín en sus manos y el gato salta, para abrazar al oso y cerrar sus ojos.
-Al parecer, le agrada mucho ese peluche ¿Era tuyo?- Dijo mi abuelita, mientras desinfectaba los rasguños.
- No, no es mío, ese peluche estaba junto a él cuando le encontré, de seguro debe haber sido de su anterior dueño, creo que por eso no se despega de él.
-Es muy tierno, mira como le abraza.
- Si, se ve muy tierno pero parece cambiar cuando le negamos algo, como ahora, que no bebió la leche pero si se lanzó hacia mi pastel.
-Por lo menos no se lo comió todo, porque o sino enfermería.
- Si.
-Es mejor que vayas a descansar, debes estar muy agotada.
- Si abuelita, tienes razón, iré a descansar ¿Puede dormir conmigo? – Dije suplicante, refiriéndome al gato.
- Si no hay problema.
Cargue al gato y me dirigí a la habitación en la que siempre duermo, cada vez que vengo aquí. Recosté al gato en la cama junto al oso y deje la mis cosas en un rincón, para salir y dirigirme al baño para alistarme para descansar.
(...)
Pasaron 3 meses, desde que me vine a vivir aquí, he estado muy tranquila y muy felizmente, comienzo a creer que estuvo bien seguir viviendo ya que mi vida ha mejorado bastante. De hecho entre a la preparatoria de este pueblo y la verdad es que he sido bien recibida, ahora tengo lo que jamás he tenido "Amigos", pero la verdad es que todos son muy amables, todo es muy diferente a donde yo estaba con anterioridad, aquí todos se respetan en cambio allí no.
Rina, Hiro y Sasuke, se han convertido en mis preciados amigos. Es muy divertido estar con ellos, es como si al haber llegado aquí se hubiera iluminado mi vida que era tan sombría.
Hoy los invite a casa, nunca habían venido y como yo siempre voy a las suyas decidí invitarlos, mi abuela acepto gustosa. Haríamos nuestros deberes y después haremos palomitas para ver una película.
Al acabar de hacer las tareas, después de preparar las palomitas, nos pusimos a ver una película como habíamos planeado. Fui sorprendida por Algodón de azúcar, quien salto a mi regazo, para recostarse como siempre lo hace.
-¡Kawaii! Nunca nos dijiste que tenías un gato- Dijo emocionada- Pero no debes teñirle el pelo, es malo para su piel.
- No, la verdad es que es su color natural, yo nunca haría eso, lo considero como un maltrato animal- Le respondí.
- ¿Puedo acariciarlo?- Me suplica y yo asiento.
Rina intento acariciar al gato, pero no pudo ya que este le rasguño y hacia ruidos extraños como cuando los gatos están furiosos, bueno es que de verdad lo estaba.
-Disculpa, nunca creí que Algodón de azúcar haría eso, él no es arisco es muy cariñoso, me extraña mucho de él, por favor perdóname y déjame curarte- Dije preocupada.
- Descuida, solo fue un rasguño, los gatos son así, de hecho mi gato es celoso pero solo escapa de los extraños.
-Insisto, déjame curarte, iré por algo, regreso de inmediato- Tome a Algodón de azúcar para bajarlo e ir por desinfectante.
Al regresar, me sorprendí mucho de cómo Algodón de azúcar miraba a mis amigos, esa mirada era siniestra, que daba escalofríos, le reste importancia y comencé a desinfectar los rasguños que le había dejado el félido a Rina.
(...)
Mis amigos se habían ido, la pasamos bien, excepto por mi gato que daño a Rina. Después me puse a leer un manga, recostada encima de mi cama, siento como Algodón de azúcar sube, recostándose a mi lado y comenzar a morder una de mis manos, era doloroso, mordía muy fuerte pero regañaba mientras lo hacía, porque al parecer no conseguía lo que quería; quería hacerme más daño.
-Algodón de azúcar, deja de hacer eso- Me lo quite a penas e incluso por la fuerza, provoque que desgarrara un poco mi piel, que la sangre comenzó a salir algo abundante, el gato regreso a mi mano y comenzó a lamer la sangre que Salí de la herida, la cual se la aparte de inmediato. Siempre es así, lame mis heridas y parece encantarle mi...."Sangre" Algo más escalofriante, además de su actitud y su mirada siniestra. Bajo las escaleras, para ir al baño y curarme, la sangre goteaba y el gato me perseguía, lamia cada gota que caía en cada escalón y en el piso. Al terminar de curarme, me dirigí a la cocina y saque unas galletas de la alacena, el gato se paró en dos patas, apoyándose en una de mis piernas y enterrando sus uñas en ella, afortunadamente usaba pantalón, porque si fuera falda sería más doloroso.
-No, galletas no, por favor siquiera un vez come lo que te doy, come alimento que especial para los gatos como tú, come atún a los gatos les encanta eso ¿Por qué tu no lo haces? ¡¿Por qué eres tan extraño?! - Le dije ya harta de todo, como si pudiera entenderme lo cual era ilógico, el gato enterró mas las uñas en mis piernas y comenzó escalar en mí tan dolorosamente, no le negué a pesar de que doliera, maullaba tan terrífico que arroje las galletas al piso, entonces el bajo y me sentía aliviada. Debía darle de comer las galletas, una por una que parecía su esclava, pero era la única forma de que me dejara en paz aquel gato.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro