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Especial 4: Mi perfecta familia imperfecta

Cuando nació Emma, fui el hombre más feliz sobre la tierra.

Lo que no supe es que esa maravillosa y hermosa hija mía heredaría la peor parte de mi amada esposa; la ironía y grosería de Ladybug conmigo. La genética es muy caprichosa.

Todo empezó con el primer "No" rotundo que le dije. No me gusta ser malo con ella y cuando le decía "no" siempre me sentía mal, pero esa vez no había más remedio. Empezó a llorar desesperadamente. Comprendo que era pequeña y tenía dos años ¿Pero le tenía que dejar pintarme el blanco de los ojos con rotuladores?

A partir de entonces empezó a ser grosera conmigo. He de reconocer que es muy ingeniosa a la hora de insultarme o hacerme daño. Aún recuerdo un día en el que íbamos a salir a comer fuera y vio a Marinette maquillándose, en ese momento Emma tenía cuatro años.

-Papá -Me llamó tirando de mi camisa- ¿Por qué mamá se maquilla?

-Para verse más guapa.

-¡Pero ella es ya muy hermosa!

-Eso mismo le digo yo, -Le respondí, Marinette puso los ojos en blanco y siguió preparándose- pero ella sigue queriendo maquillarse.

-Papá, ¡deberías maquillarte! -¡Me acababa de llamar feo! Y Marinette estalló a reír a carcajada limpia.

-¡Oye! ¡Que yo era modelo! -Le dije indignado.

-Eras.

Y su curiosidad me abrumaba. Un día vió en la televisión unos dibujos animados en los que salían dinosaurios.

-Papá ¿A qué saben los dinosaurios?

-No lo sé, nunca los he probado.

-¿Ni si quiera cuando eras pequeño?

-¡Que no soy tan viejo!

Qué tristeza para mí, siempre encontraba el modo de llamarme feo o viejo. Pero fue más hiriente el día en el que Marinette volvía del hospital después de dar a luz a Hugo:

-Vamos a limpiar la casa y a dejarla bonita para mamá.

-A ella no le importa cómo se ven las cosas.

-¿Qué quieres decir con eso? -Grave error preguntar.

-Porque se casó contigo.

Esa misma semana, recibimos muchas visitas para ver a Hugo, nos felicitaban a Marinette y a mí, cosa que pareció molestar a Emma.

-¿Por qué os felicitan a los dos si es mamá la que ha hecho el bebé?

-Ey, que yo también ayudé.

-¿Cómo? -Me miró fijamente, como diciendo que soy un inútil.

-Eh... -Pensé un momento la respuesta- Yo leí las instrucciones.

Duele que tu hija te diga y piense esas cosas de ti. Por suerte, no era así solo conmigo. ¿Sabéis cuando somos pequeños y "odiamos" a todos los del sexo contrario? Pues con cuatro años a Emma no le gustaban los niños.

Por ejemplo, un día vimos pasar a una ardilla corriendo por la carretera con coches en marcha.

-Emma, debes mirar a los dos lados antes de cruzar, si haces lo que esa ardilla, podrían atropellarte.

-Yo soy chica. Era una ardilla chico. -Dijo convencida.

-¿P-por qué? -Me desconcertó realmente su afirmación que, aparentemente, no tenía que ver con lo que le había dicho.

-Era estúpido.

O cuando nos contaba lo que había pasado en la escuela.

-Hoy en el cole un niño me ha dicho que le gusto. -Dijo ella en el coche volviendo a casa.

-¿Y él a ti te gusta también? -La miré por el retrovisor.

-Cuando colorea se sale de las líneas. Tiene que madurar.

Esa es mi chica. Y otra vez, comiendo en casa, como siempre, nos contaba a Marinette y a mí lo que había hecho ese día en el cole.

-¿Aún juegas con Jacques? -Le pregunté, Jacques era un amigo con el que jugaba siempre en el cole.

-En el recreo me he peleado con él.

-Oh, -Dijo curiosa Marinette- ¿Por qué? ¿Qué pasó?

-Él quería bebés. Yo dinosaurios.

Con el colegio, siempre tenía algo que contar después en casa. Su inocencia una vez hizo que quedara yo mal ante los ojos de su profesora. Un día me vio jugando a la consola en casa mientras Marinette estaba con Alya comprando.

-No tienes amigos para jugar con eso.

-Tengo a tu madre y a Nino.

-Siempre le digo a mi profe que juegas contigo mismo.

-Gracias hija. -Dije medio llorando y con ironía- Menos mal que te tengo a ti, que te preocupas por mí.

Con el tema de los chicos casi siempre estábamos de acuerdo. Sobretodo cuando tenía cinco años.

-Algún día sentirás cosas por los chicos. -Le dijo Marinette estando los tres en el sofá.

-Ya los tengo. -Nos sorprendió a los dos.

-¿De verdad? -Le pregunté.

-Me hacen sentir enferma.

Una vez incluso me sugirió construir un fuerte al rededor de nuestra casa.

-Quiero un fuerte.

-¿Para alejar a los chicos malos?

-Para alejar a todos los chicos.

-Yo soy un chico.

-Tú eres un papá, no eres un chico. Tú pagas el fuerte.

Y habían veces que me hacía tenerle miedo. Realmente he temido por mi vida más de una vez por sus comentarios. Cuando ya tenía seis años, vimos una película en la que al protagonista lo mataba su propio hijo.

-La película ha estado muy bien. -Dijo Marinette subiendo al coche para volver a casa después del cine.

-Sí, me ha encantado el trasfondo del protagonista y el villano. -Le respondí.

-Sí, mi favorito era el malo. -Intervino Emma.

-¡Pero si mata a su propio padre!

-Por eso mismo.

Esa noche no dormí por miedo a que me hiciese una visita. Marinette siempre me ha insistido en que Emma sólo bromeaba, lo sé, pero toda broma tiene una parte de verdad ¿no? Y para colmo, una vez me preguntó por el cielo.

-Papá ¿Qué pasa cuando mueres?

-Que vas al cielo.

-No, no, que pasa cuando tú mueres. ¿Me podré quedar con tu consola?

-¡La consola es mía! -Gritó Marinette desde otra sala. Y pasó algo que ocurría muy pocas veces, Emma y yo estuvimos de acuerdo.

-Hay que deshacerse de ella.

-Es mi mujer, la quiero. -Respondí- Tenemos que pensar en algo para que parezca un accidente.

Y otras veces me aprovechaba de jugar con ella.

-¡Ahora yo te congelo!

-Princesita, no puedo, estoy ocupado.

-¡Adrien! -Me llamó Marinette- ¡Ve a sacar la basura!

-¡No puedo princesa, estoy congelado!

Y otra cosa era lo de "princesita," una vez me cuestionó el mote cariñoso con el que la llamaba.

-Desearía ser una princesa de verdad.

-¡Eres mi princesita! -Luego señalé al rededor, estábamos en el salón de casa- Todo esto es nuestro reino.

-Pues este reino apesta.

-No hables así de nuestra casa. -Dije con lloriqueos fingidos.

-Tú siempre dices que hay que decir la verdad. Yo solo hago lo que me has dicho.

-Sí, pero nuestra casa no apesta.

-Es lo que pienso ¿Tú quieres la verdad o la mentira? -Touché.

Y otra vez, se volvió a molestar por lo de princesita, argumentando, que ya no tenía la edad.

-Soy grande para que me llames "princesita"

-Siempre serás mi princesita. ¿Cómo si no te debería llamar?

-Reina.

También se llevaba muy bien con su abuelo, o sea, mi padre. Casi siempre estaban de acuerdo. Recuerdo, en el segundo cumpleaños de Hugo, tenía a mi hijo en brazos y le dije a mi padre:

-Ahora que tengo hijos, -Dije mirando a Emma mientras mecía a Hugo- sé lo que se siente al ser padre.

-¿Una decepción constante?

-¿Qué?

-He dicho que te quiero. -Emma y él chocaron los puños.

Y cuando Emma empezó a saber usar el PC con ocho años, para darle una lección, busqué "¿Cómo dar en adopción a tus hijos?" Y dejé la pestaña abierta. ¿Su reacción? No fue exactamente lo que esperaba.

-¡Mamá! -Lloró en el regazo de Marinette- ¡Papá quiere deshacerse de Hugo y de mi!

-¿Qué dices cariño? -Respondió ella acariciándole el pelo- Si papá os quiere más que a nada en el mundo.

-¡Pero en el PC buscó como hacer para que otros papás nos adopten!

-Es una broma mi amor, no se quiere deshacer de ti.

-Yo solo te quiero a ti ¿Y si nos deshacemos nosotros de él?

-Trato hecho.

Sí, durante una buena temporada parecía que quería deshacerse de mí.

Y lo decía abiertamente a cualquiera. Marinette trabaja en casa como modista, un día vino a casa una nueva clienta y me presentó a ella.

-Él es Adrien, mi primer marido.

-¿Cómo que primer marido? ¿Piensas deshacerte de mi? -La señora riendo por mi reacción y, de la nada, aparece Emma.

-Yo lo haría. -Marinette y la señora riendo, yo avergonzado y Emma satisfecha.

A veces para conseguir algo, intentaba subirme la moral a costa de Marinette.

-Papá, quiero más chuches.

-¿Qué ha dicho tu madre?

-Que no.

-¿Entonces si ella te ha dicho no, por qué debería yo decir que sí?

-Porque ella no es tu jefe.

Era una trampa, estoy seguro. Igualmente, si Marinette dice algo, más te vale no llevarle la contraria.

Y otras veces, Emma parecía preocuparse por el dinero. Bueno, más que preocuparse intentaba convencerme de comprar algunas cosas. Lo cual es normal en niños, pero ella... Unos días después de cuando Marinette y yo volvimos de la luna de miel, estaba acompañando a Emma a sus clases de judo, cuando pasamos por delante de una tienda de animales.

-¿Me puedes comprar un pececito de colores?

-No

-¿Es muy caro? ¿Os habéis gastado todo el dinero en el viaje?

-Ese no es el problema.

-Si ahora somos pobres, puedes comprarme un pececito blanco.

-¡Que no es por eso!

Y ya cuando empezó Hugo a hablar...

-Queremos más caramelos. -Dijo Hugo extendiendo las manos para que le diese más.

-No, os pondréis malos.

-Pero primero nos pondremos felices. -Remató Emma.

-Sí, danos más.

-He dicho que no. Se os caerán los dientes.

-Mejor. -Respondió Emma de nuevo- Así viene el ratoncito Pérez y nos da dinero para más chuches.

No había modo de ganar. Emma siempre tenía algo con lo que responder. Sin duda salió a su madre.

O cuando llegó el verano, con nueve años, ya era toda una antisistema en casa.

-¿Qué queréis hacer este verano? -Les pregunté a ella y a Hugo- ¿Natación?¿Baile?

-Nada. -Respondieron ambos.

-No podéis no hacer nada durante tres meses.

-Míranos. -Se puso las gafas de sol y se tumbó en la hamaca del patio de casa, Hugo la siguió.

Tenía miedo por que mis tres hijos fueran así, si los tres fuesen tan groseros conmigo no sé si aguantaría cuerdo. Por suerte, aún me quedaba Louis, el incorrompido, pero claro, en ese momento sólo tenía unos meses.

Y a veces, cuando Marinette no estaba en casa, los tres nos poníamos de acuerdo.

-Tenemos que comprar helados. -Dijo Hugo.

-Todavía quedan en el congelador. -Respondí.

-¿Y por qué no nos los estamos comiendo? -Insinuó Emma.

-No lo sé. -Respondí, y corrimos los tres al congelador.

Sí, cuando se trataba de comida, la mayoría de veces estábamos de acuerdo.

-¿Podemos hacer una tarta de cumpleaños? -Preguntó Hugo.

-Pero no es el cumpleaños de nadie.

-Pero la tarta no lo sabe. -Respondió Emma con una de sus ingeniosas respuestas.

-Sí, vale, tienes razón. -me dejé manipular ¡Era tarta!- Hagamos tarta.

Y cuando Louis ya tuvo cinco años, Marinette y yo nos dimos cuenta de que él era el más parecido a mí. Mi mismo sentido del humor pero en miniatura. Me sentí muy orgulloso de él el día en el que tuvimos que ir los cuatro al hospital. Marinette estaba de viaje de negocios y desgraciadamente, pasó algo con Emma, ella tenía trece.

Yo estaba en lo alto de las escaleras plegables para cambiar una bombilla fundida. Hasta que vino corriendo Emma desesperada y asustada.

-¡Papá necesito a mamá! -Dijo alarmada.

-Ya sabes que no está aquí, puedes decírmelo a mi.

-M-me ha venido...

-Princesita, se más clara. -No pensaba mucho en lo que me decía por estar concentrado en la bombilla- Hugo, dame la bombilla nueva.

-¡Papá el periodo! -Dijo dando un golpe a la escalera. En ese momento, perdí el equilibrio y caí de forma fea sobre la isla de la cocina- ¡Papá! ¿¡Estás bien!?

-Vale... -Dije levantándome con dolor del suelo- Emma, ya sabes cómo va la cosa. Tu madre te explicó cómo se ponía una compresa, ve a nuestro baño, las tiene en el segundo cajón. En cuanto vuelvas, iremos al hospital. -Se fue corriendo y volvió en un minuto.

-¿Estás bien papá? -Dijo Hugo intentando ayudarme.

-Sí, tú ponle la chaqueta a Louis, nos vamos.

Cuando llegamos al hospital, una enfermera nos vino corriendo a atender visto que tenía un buen moratón en la cara y claramente un brazo roto.

-¿Qué es lo que le ha ocurrido? -Preguntó asombrada la enfermera, no todos los días llegaba un padre en un estado tan grave rodeado de tres niños completamente intactos.

-A mi hija le ha venido la regla.

-¡Ha sido una gatástrofe! -Gritó Louis. En ese momento, empecé a llorar.

-Estoy tan orgulloso de ti, hijo mío.

Sí, la enfermera estaba flipando.

Al final resultó que tenía un brazo roto y un esguince en la pierna. El médico me ordenó quedarme una noche en observación por el golpe en la cabeza. Me vi obligado a llamar a Marinette para informarle lo que había ocurrido. Cogió el primer vuelo que había a París y vino al hospital.

-¿Cómo ha podido pasar esto? -Preguntó entrando al cuarto del hospital.

-Marinette, -Lloré- estoy tan orgulloso.

-Vamos Adrien, que le haya venido el periodo a Emma no es nada del otro mundo.

-No princesa, Louis tiene mi humor.

-Oh, no.

-Mamá, creo que este periodo será duro para todos. -Dijo mi maravilloso Louis con un juego de palabras magnífico tirando de la falda de su madre.

-Cariño, quiero mucho a tu padre, pero por favor, te suplico, -Se arrodilló para estar a la altura de Louis- te imploro; no tengas su sentido del humor.

-Oh, vamos, si te encanta. -Repliqué- Puedes negarlo todo lo que quieras, pero en el fondo te encanta mi sentido del humor.

A los pocos minutos, llegó el médico que me había mirado el golpe de la cabeza.

-Bueno, señor Agreste, -Dijo él mirando el expediente médico- parece que no tiene nada, mañana le damos el alta.

-¿Eso significa que estará igual que antes?-Preguntó Emma al médico. Pensé que por lo menos, algo se preocupaba por mí.

-Sí, tu padre está perfectamente. -Respondió el médico saliendo del cuarto.

-Vaya hombre, seguirá siendo igual de idiota. -No, mi hija no se preocupaba por mi bienestar.

Acto seguido, Marinette se puso en pie y le dió unas palmaditas en la espalda a Emma.

-Hija, hay cosas que simplemente no tienen cura. -Suspiró- Y una de ellas es la idiotez de tu padre.

-¿Por qué mamá y Emma siempre dicen esas cosas de papá? -El pequeño Louis atinaba siempre con sus comentarios, él, era el más dulce de todos- A mi me gusta así. No cambiaría a nadie de nuestra familia.

Todos reímos por lo dulce y cariñoso que había sido ese comentario.

-Vale, sí, tienes razón. -Emma sonrío de lado con los brazos cruzados- Si papá y mamá fueran distintos, esta familia sería muy aburrida.

-Precisamente es el ser idiota es lo que hace que lo queramos. -Intervino Hugo. Gracias, hijo mío, tú sí que me quieres.

-Tenemos unos hijos maravillosos. -Me susurró Marinette con un abrazo.

-Ya sabes, las cosas improvisadas son las mejores.

-Sí, son lo más maravilloso que hemos hecho.

A pesar de que se metan mucho conmigo, sé que me quieren, nos queremos. Tengo una hija y un hijo a los que nunca podrán herir por su ingenio, al igual que su madre y otro que tiene mi mismo sentido del humor.

No somos una familia perfecta, eso seguro, pero nos queremos y siempre será así. Mi vida es perfecta junto a mi amada y mis hijos.

No necesito más.

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Comentario 💬 y estrellita 🌟 si os ha gustado!!

Buenaaas!!

This is the end!

Si, este ha sido el último especial que vaya a haber de "El gato de Marinette"

Se terminó para siempre este fic.

Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado tanto leyendolo como yo escribiéndolo.

He de decir que muchas de las situaciones de este especial han sido inspiradas en un padre twittero americano 👌

Cómo me he reído!!!

Muchas gracias a todos los que habéis siempre seguido este fic, gracias a los que me habéis dado ánimos, gracias a los que habéis tenido paciencia esperando capítulo tras capítulo.

Sabéis que me hace reír más que las situaciones del fic? Vuestros comentarios, asi que los espero para reírme un buen rato 😂😂👌👌❤❤

Y aunque no responda a todos, los leo absolutamente todos y cada uno de vuestros comentarios!! ❤

Os animo también a echarle un vistazo a los otros fics que estoy escribiendo ahora mismo:

🔸La reinvención de Chloè

🔹Cambio drástico (cómico también como este)

🔸Teen Bride (una historia manga no mía adaptada a formato novela con la protagonista como Chloè {Chloè se casa a la fuerza y debe afrontar un amor no correspondido}, comedia, desamor, etc)

Os quiero a todos!!!

Cia-ciaoooo 👋👋👋👋

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