
Capitulo tres
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El Gato De La Guardiana
Capitulo tres
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No sabía a qué hora se había quedado dormido, desde que había dejado a los Kwamis cuchicheando sobre las posibles consecuencias por los actos de sus portadores, pero lo que sí tenía claro era que había dormido terriblemente mal, pues las ojeras debajo de sus ojos eran tan notorias que Nathalie casi puso el grito en el cielo cuando fue a ver por qué demoraba tanto en levantarse.
Suspiró porque sabía que la asistente de su padre estaba algo enferma y encima él le daba ese tipo de sustos. Sin chistar, dejó que la mujer de gafas trajera un par de comprensas frías para colocarle en los ojos y así desinflamar el llanto nocturno del que había sido víctima, además de pasarle un roll-on en sus ojeras para calmar la inflamación.
—Nathalie... —susurró aun con los ojos cerrados, cuando percibió que la mujer no estaba del todo bien—, yo puedo seguir, deberías volver a descansar.
—No me pagan por descansar, Adrien —respondió, sin dejar de deslizar el corrector de ojeras por debajo de los ojos—. Si tu padre te ve así, se enojará. ¿Qué fue lo que te pasó?
—Tuve pesadillas toda la noche —respondió, apretando los labios—. Una peor que la otra.
—Entiendo —cerró el roll-on y le quitó las compresas de los ojos, observando que si bien aún quedaban rastros en su rostro, parecían más de cansancio que por haber estado llorando. Con una sonrisa melancólica en sus labios, miró al joven que corrió al baño para acomodarse el cabello, preguntándose qué era lo que lo tenía así, ¿le habría pasado algo en la escuela? Seguro que no, pues su guardaespaldas se lo hubiera hecho saber. También podría ser que estuviera preocupado por ella, a pesar de que había tratado por todos los medios de que Adrien no la viera en cama ni con las muletas, juntando todas sus fuerzas para permanecer estoica ante él.
—Ya me voy, Nathalie —le dijo, tomando el bolso que usaba para ir al colegio.
—¿No vas a desayunar? —preguntó, siguiéndolo con la mirada.
—Solo tomaré el jugo, gracias —contestó, por lo que la asistente se puso lentamente de pie para ir a la cocina por el vaso de jugo para el joven.
Ese fue el momento en el que Plagg aprovechó para salir de su escondite e ingresar al bolso de su portador.
Cuando llegó al colegio, respiró profundamente antes de despedirse de su guardaespaldas y salir del automóvil. Iba a cerrar los ojos para respirar una vez más, cuando vio pasar a Marinette. Sus ojos se veían claramente rojos del llanto y pasó tan rápido hacia los brazos de Alya, quien la esperaba para consolarla, que ni siquiera lo registró.
—Bueno, el zorro sigue siendo más útil que el gato —susurró Plagg, asomándose y causando que Adrien frunciera el ceño en señal de molestia. Al ver su reacción, solo sonrió y volvió a ocultarse.
Adrien vio la escena sintiéndose extraño, pues la escena frente a él era prácticamente como ver a Ladybug siendo consolada por Rena Rouge, mientras Carapace trataba de ayudar de alguna forma... Y luego estaba él, Chat Noir, lejos de esa burbuja de confianza.
Sacudió la cabeza. En ese momento, él no era Chat Noir sino Adrien Agreste y sí pertenecía a esa burbuja, así que avanzó los pasos hacia sus amigos para preguntar qué era lo que había sucedido.
—¡Hola! —saludó, fijándose en ambas amigas y tratando de suavizar su rostro para que no se notara que sabía lo que sucedía— ¿Qué pasó?
Al escuchar su voz, Marinette se tensó y quitó el rostro del cuello de su amiga. El rubio sintió que su corazón se estrujaba ante la imagen frente a él.
—¡Marinette!, ¿qué pasó? —dijo, extrayendo de su pantalón un pañuelo para pasárselo— ¿Te lastimaste? ¿Te duele algo?
—El alma —dijo con la voz entrecortada, tomando el pañuelo que le alcanzaron. Adrien miró a sus amigos: Nino realmente parecía no saber nada y Alya lo miraba de una forma tan sospechosa que lo inquietó. No había forma de que ella supiera la verdad, ¿o sí?
—¿Por qué no hablas con Adrien? —sugirió Alya, dando un paso atrás para alejarse de su amiga y rodear a Nino por la cintura—. Es hombre, quizás pueda orientarte mejor.
—¿Qué? —dijo espantada, pero por alguna extraña razón, Adrien pareció iluminado por ello.
—¡Claro! —la miró con tal sonrisa que Marinette sentía que era demasiado para su delicado estado mental— Si puedo ayudarte, Marinette, déjame hacerlo.
—Gracias...
...
Ingresaron al colegio y las clases continuaron como si nada, aunque podía escuchar claramente los suspiros de su compañera detrás de él. Era la hora de literatura con la profesora Bustier, cuando el director Damocles apareció en el salón para informar que la educadora estaría ausente durante el día por motivos personales, a pesar de que todo el salón ya sabía que sus "motivos personales" pronto tendrían nombre y apellido, y una mamá maravillosa.
Tras avisarles de su jornada libre, el director se fue, dejando a todos los estudiantes cambiando de asiento para charlar entre ellos. En ese momento, Adrien se armó de valor y se paró al lado de Marinette, quien lo miró confundida, pudiendo ver esos ojos celestes que tanto adoraba tras el antifaz rojo, pero que ahora lucían una gruesa línea del mismo tono, producto de las lágrimas. Se inquietó por que estuviera así por él, pero... ¿por qué estaría tan mal si era ella quien lo dejaba siempre de lado? ¿Habría algo detrás? ¡Tenía que saberlo!
—¿Adrien? —éste salió de sus pensamientos al verla fruncir el ceño, confundida por su actitud. Él solo sonrió y le extendió su mano.
—Ven, aprovechemos la hora libre antes del almuerzo para conversar.
Marinette solo afirmó con la cabeza, antes de seguirlo fuera del salón.
...
Ambos se sentaron en un banco del patio del recinto educativo, con cierta distancia, cada uno casi al borde del asiento, en total silencio, tratando de ver cómo abordar el asunto. Adrien, al ver que Marinette solo jugaba con sus uñas como si raspara esmalte invisible de ellas, decidió iniciar la conversación.
—¿Tan grave es, que has llorado tanto? —interrogó sin mirarla, mientras se dedicó a observarse las manos, jugando con el miraculous en forma de anillo que portaba en su mano derecha.
—Es que se trata de alguien muy importante para mí —dijo, dejando caer los hombros, suspirando—. No pensé que fuera así, ¿sabes? Anoche, tras pensarlo mucho, me di cuenta de que lo lastimé tanto... —se cubrió los ojos con las palmas de sus manos—... Soy tan idiota.
Adrien la miró y se acercó un poco a ella.
—¿Puedes ilustrarme un poco? Quizás pueda aconsejarte qué hacer.
Marinette lo observó y pudo ver en la mirada verde de Adrien, que buscaba sinceramente saciar su curiosidad.
—Tengo un secreto —le confesó, finalmente. Adrien se sobresaltó, pensando que iba a revelarle que era Ladybug, pero al verla suspirar, supo que se refería a otro secreto—. Es algo que no puedo decirle porque es realmente una pesadilla.
El rubio la vio tan perturbada que se preguntó que más habría aparte del asunto con los portadores, ¿Qué otro secreto le escondía? Aspiró profundo antes de continuar indagando.
—Oh, ¿Y qué es eso que no puedes contarle? —Marinette le dio una mirada tan aterrorizada, que comprendió que era algo que no podía decirle—. Acaso... —se cruzó de brazos—, no sería mejor que lo supiera.
—Tengo miedo de cómo pueda reaccionar —le confesó—. Si le cuento... y le afecta tanto que mi pesadilla se vuelve real... ¿qué voy a hacer? —bajó la mirada a sus manos que no tardaron en convertirse en puños—. Tengo tanto miedo de volver a ver sus ojos verdes, de ese tono celeste...
Adrien alzó la ceja derecha, aún más confundido. ¿Ojos verdes que se tornan celestes? ¿Cuándo le pasó eso? ¡Ahora estaba más preocupado!
—Hablas como si tu amigo hubiera sido akumatizado —dijo con algo de diversión en sus palabras, pero Marinette no se rio— Oh... Oh... —ahora sí que estaba completamente perdido y preocupado.
—Adrien, no puedo permitir que eso pase... —exclamó con tanto pesar que el chico se inquietó aún más, sintiendo su corazón atravesado por sus ojos celestes—. No importa cuánto me odie en este momento, antes muerta que volver a... —y en eso calló abruptamente—. Yo, lo siento.
—No, no —dijo Adrien, agitando sus manos frente a él, tratando de no mostrar lo alterado que estaba—. No te preocupes...
—Él es muy importante para mí, Adrien y no sé qué sería de mí sin él... —volvió a tomarse las manos, refregándoselas como si buscara entrar en calor—Ya se lo he dicho, pero han pasado tantas cosas últimamente que al parecer que ya no me cree. ¡Pero lo digo en serio! —lo miró con lágrimas en los ojos—. ¡Te juro que realmente lo hago!
Decir que esas palabras no le habían calado hondo, era realmente una mentira. A pesar de haber pasado toda la noche sintiéndose una completa basura, odiando su situación, y pensando que no valía, ahora se daba cuenta de que no era así, porque ella, Marinette, su amada Lady, no sabía que a quien le estaba diciendo esas palabras, era a Chat Noir... Sin pensarlo mucho, lanzó sus brazos y la envolvió en ellos, acercándosela al pecho.
—¿Adrien? —susurró, completamente sonrojada por el movimiento de su amigo— ¿Qué haces?
—Algo que ambos necesitamos mucho—respondió, cerrando los ojos y acomodando su mejilla sobre la cabeza de la muchacha—. Pero escúchame... —le dijo, sin soltarla—... Creo que es mejor saber la verdad, que estar en incertidumbre. Si ese secreto tiene que ver con él, si has estado protegiéndolo de lo que vaya a pasar, debes decírselo... ¿No crees que es mejor decir la verdad que omitir y darle las alas para que piense cualquier otra cosa? ¿No crees que él pueda estar sintiendo que no vale, que no le importas o que no es suficiente?
—¡Pero lo es! —dijo, separándose un poco—. Adrien, yo puedo perder todo, mis amigos, las horas de juego con mis padres... pero no puedo perderlo a él.
El joven modelo no respondió y solo volvió a acercarla contra su pecho, tratando de calmarla y calmarse a sí mismo.
Ver a Ladybug vulnerable siempre fue difícil de soportar...
Pero ver a Marinette tan vulnerable lo estaba matando...
Todo su pesar, toda su rabia había desaparecido con los sollozos que ella estaba soltando contra su hombro.
Se separó de Marinette y le sonrió, mientras ayudaba con sus pulgares a limpiarle los rastros de lágrimas de sus mejillas.
Estar tan cerca del amor de su vida, sabiendo que era tan importante para ella, lo hicieron darse cuenta de que no podía seguir perdiendo tiempo.
—Todo estará bien —le aseguró.
Y cuando vio que Marinette le devolvía una hermosa sonrisa, aun con el rostro lleno de lágrimas, su corazón se aceleró y tomó una decisión: aparecería en su balcón y no se iría hasta que ella le dijera toda la verdad... aunque fuera algo que no pudiera decirle... ¡Si fue akumatizado, debía saberlo!
Y de esa noche no pasaría. Iría a pedir respuestas y trataría de comportarse para que ella le dijera todo lo que él necesitaba saber...
...Para así poder convertirse en todo lo que ella necesitaba.
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¡Hello!
Y aquí estamos con otro capitulo de este fic, que si bien, iba a traerlo ayer... me olvidé de pasárselo a mi beta para que le vea que no se me haya ido ningún dedazo... así que todo se atraso 😊 Pero aquí estamos...
Adrien sabe una verdad a medias, y ahora Chat Noir irá por el resto...
¿Podrán finalmente aclarar todos sus malentendidos?
¡Pues, lo sabrán cuando esta historia continúe!
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¡Nos leemos!
¡Muchísimas gracias por leer!
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Aquatic~
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24 de julio 2021
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