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Capitulo ocho

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El Gato De La Guardiana

Capítulo Ocho

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Adrien despertó esa mañana con todas las energías del mundo, de hecho, estaba bajando las escaleras cuando Nathalie apareció en el descanso, sin poder ocultar los bastones que la ayudaban a mantenerse de pie. Adrien no comentó nada, solo le dio una sonrisa y le indicó que estaba listo para desayunar.

—Adrien, yo... —Nathalie trató de explicarse.

—No te preocupes, Nathalie —le dijo, tomando asiento en la mesa del comedor—. Ya me imaginaba que esto iba a pasar, seguro tienes la misma enfermedad que mamá... —al decir esto, todas las energías con las que había despertado, parecieron abandonarlo en un suspiro.

—No —negó—. No tengo la misma condición que la señora Emilie. Yo no voy a... —no pudo terminar de hablar, puesto que Adrien parecía no querer escuchar el término de esa frase—. Voy por tu desayuno.

Cuando Nathalie salió de su campo de visión, Adrien se pegó en ambas mejillas.

—¿Por qué te pegas? —susurró Plagg, desde dentro de su camisa.

—No quiero pensar que Nathalie va a terminar como mi mamá... Realmente quiero salir de casa cuanto antes.

—Estoy contigo —le recordó el Kwami, antes de volver a esconderse cuando el chef apareció con la bandeja de su desayuno, seguido por Nathalie.

...

Tras desayunar, se despidió de la mujer y subió a su habitación para recoger su teléfono celular y enviarle un mensaje a Nino, para preguntarle si podía ir a su casa.

«Lo siento, viejo. Hoy es día de Alya

Frunció los labios ante aquella respuesta. ¿A dónde podría ir? En eso, vio el cuaderno que Kagami le había entregado y tuvo una idea. Tras contestarle a Nino que no importaba y que ya vería qué hacer, entró a su cuarto de baño y revisó su closet. Sacó un conjunto deportivo negro con detalles plateados de la colección de su padre y se cambió el atuendo habitual, por ese otro. Luego, tras colocarse una gorra sobre sus cabellos rubios, tomó su bolso, guardando el cuaderno de Marinette en su interior.

—¿Iremos a ver a la maestra? —preguntó Plagg, antes de entrar al bolso de su portador.

—Sí, quiero verla —respondió y salió de su habitación, bajando las escaleras de forma rápida.

—Adrien —la voz de Nathalie lo sorprendió cuando estaba a punto de abrir la puerta de la entrada— ¿Por qué vas vestido así?

—Es que no quiero llamar la atención. Iré a la casa de Nino y quiero usar el metro—le explicó, esperando que no le dijera más nada, pues no quería ir con su guardaespaldas donde Marinette—. Bueno, me...

—Aguarda —le pidió, haciendo que el rubio apretara los ojos antes de girarse hacia la mujer—. ¿Tienes efectivo para el transporte?

Adrien no pudo evitar ladear un poco la cabeza, sorprendido y dibujó una sonrisa en sus labios, por la libertad concedida.

—Sí —afirmó, acomodándose la tira de su bolso sobre el hombro—. Tengo dinero de sobra hasta para almorzar fuera.

—Está bien —afirmó con la cabeza, dándole a entender al muchacho que no tendría ninguna restricción el día de hoy—. Sabes que debes enviar una foto de lo que comas en la calle.

—Lo recordaré —contestó, para finalmente salir de la casa, y no fue hasta que cruzó el portón de la mansión, que pudo respirar profundo. Iría a ver a Marinette como Adrien y luego, como Chat Noir, y sonrió pensando los escenarios, mientras cruzaba por la senda peatonal hacia la estación del metro, frente a su casa.

...

Salió de la estación del metro en la esquina del colegio, la misma que daba a la panadería de Tom&Sabine, su destino. Apretó la correa de su bolso con ambas manos antes de dignarse a cruzar la calle que tenía el semáforo prendido para tal acción, y aspiró profundo antes de abrir la puerta y hacer que la campanilla, anunciara su entrada.

No sabía cómo iba a aparecer frente a Marinette sabiendo de sus sentimientos por él, pero ésta era la gran prueba.

—Adrien —exclamó Sabine desde la caja en cuanto lo vio—, ¿Cómo estás?

—Buenos días, señora —hizo un gesto con su cabeza, acercándose hasta donde ella estaba—. Estoy bien, gracias, ¿y usted?

—Bien —respondió, mirándolo con una sonrisa, sin poder evitar notar que estaba algo nervioso, pues parecía que estrangulaba la correa de su bolso.

—¿Está Marinette? —ante la pregunta, la mujer frente a él hizo un gesto en el rostro que no supo identificar. ¿Lástima? ¿Frustración?

—Mi hija no está —le dijo, en medio de un suspiro—. Salió con Alya y dijo que iba a pasar todo el día con ella.

—Oh —fue lo único que pudo soltar, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Sabía que aquello era una vil mentira, pues Alya estaba con Nino en su día especial, así que era obvio que la había usado de excusa para poder salir de casa. Ahora que podía ver la utilidad de que la morena supiera la identidad de Marinette, afirmó con la cabeza ante esa resolución.

—¿Necesitabas algo de ella? —la voz de Sabine lo regresó a la panadería e inmediatamente buscó en su bolso, el cuaderno de notas que Marinette le había entregado por medio de Kagami, para dejarlo en el mostrador.

—Quería regresarle esto. Ella me hizo el favor de tomar notas, ayer que no asistí a clases y quería agradecerle.

—Ay, no te preocupes —Sabine tomó el cuaderno y lo abrazó contra ella—. Es lo menos que puede hacer por sus compañeros, como la representante que es.

—Sí —apretó los labios ante la mirada curiosa de Sabine ante ese "sí" con tono sarcástico que le salió sin querer—... Bueno, eso es todo. Gracias por... —iba a girar para salir, pero la voz de Tom lo detuvo, pues salía con una humeante bandeja de Chouquettes.

—Aguarda, Adrien —le indicó la bandeja con sus bocadillos favoritos, ante los que fue inevitable que se le hiciera agua la boca—. Llévate un par, sabemos que son tus favoritos.

Iba a preguntar por qué lo sabían, pero debió suponer que las caras de Sabine ante el hecho de que Marinette no estuviera, significaba que ambos padres sabían de los sentimientos de su hija por él. Ante ese hecho, no pudo evitar bajar la mirada, algo apenado por aquello.

Sabine tomó una bolsa de papel, le echó un par de Chouquettes y se los pasó.

—Ven a vernos pronto —le dijo, en cuanto tomó la bolsa, aun con la mirada gacha.

—Nos vemos, entonces —respondió, escapando de la mirada de los padres de su lady. ¡No sabía con qué cara los miraría de ahora en adelante, si sabían de los sentimientos de su hija por él!

Caminó un par de pasos y se escondió entre las columnas del edificio, donde abrió la bolsa con los bocadillos. Aun salía vapor de ellos, pero tomó uno para entregárselo a Plagg que lo aceptó sin dudar, mientras él se echaba uno a la boca. Estaba tan caliente, que tuvo que dejar escapar el calor de su boca, pero estaban completamente deliciosos. Al terminar, tiró el envoltorio en la basura y se transformó en Chat Noir para ir a buscar a la Catarina por los techos de París.

...

Estuvo un par de minutos saltando de techo en techo, hasta que finalmente la encontró sobre un edificio mirando a la nada, como si estuviera con miles de cosas en la cabeza. Luego de la conversación que tuvieron, ahora sabía que en realidad era así, y la observó por un momento, hasta que decidió acercarse. Usó su bastón para saltar y llegó a su lado.

—Buenos días, estimada Catarina, ¿Cómo estás hoy?

—Buenos días —respondió, antes de dejar de ver la gigantografía y observar a su compañero—. Podría estar mejor, pero por alguna razón, me siento aliviada.

—Es que compartir el equipaje, ayuda mucho —le recordó, señalándose y ella le sonrió, volviendo la vista a lo que contemplaba. Chat le siguió la mirada y no pudo evitar que la mano cubriera su boca antes de hacer algún comentario. Ahora entendía el otro punto en la elaborada ecuación en la que estaba, pues cuando Ladybug se quedaba, a veces, admirando el paisaje frente a ella, perdida en sus pensamientos... lo que solía mirar eran las gigantografías de Adrien que estaban por toda la ciudad. Eso lo hacía sentirse bastante inestable. ¿Feliz? Sí. ¿Cómo un estúpido? También.

—¿Y por qué no te confiesas? —le preguntó de repente, haciendo que ella pegara un pequeño salto, antes de mirarlo con verdadero terror en sus ojos—. ¿Qué? ¿No son amigos?

—Claro que lo somos... —afirmó, encogiéndose de hombros, para rodear sus piernas y colocar el mentón entre sus rodillas—... y por eso es que no puedo, además, con la misión a cuestas, tampoco podría, porque fue por eso que falló mi relación con Luka.

Esa afirmación hizo que algo dentro de Chat Noir se removiera completamente. Había visto al amor de su vida con otra persona y él mismo los apoyaba... Y se llevó el puño a su frente, al recordar que Marinette lo vio con Kagami y también los apoyó.

Qué vida más cruel estaban cruzando.

Pero todo eso ya era parte del pasado, así que sacudió la cabeza para volver a la escena.

—Quizás con... —pensó un par de segundos la manera de mencionar a Luka sin que pareciese que lo conocía—... el portador de Sass, las cosas simplemente no se dieron... pero puede que con el chico Agreste, sí.

—Ay no, Chat, ¿tú también? —exclamó, como si aquello fuera un suplicio para ella.

—¿Yo también? —se dijo, señalándose confundido por la exclamación.

—Toda la gente que me conoce, sabe que estoy enamorada de él... —le explicó con un gesto de sus manos, señalando de un lado al otro—. Desde la hija del alcalde hasta su ex novia, incluso mi ex... —le comentó—... Y todos se la pasan preguntándome, bueno, todos menos Chloé, que cuándo voy a hablar con él, que esto, que lo otro... Ya estoy cansada. —se llevó ambas manos a su rostro—. Quizás no estamos hechos el uno para el otro como todo el mundo cree.

Chat simplemente la miró en silencio.

Oh, si supiera.

Claro que estaban hechos el uno para el otro y la prueba más clara estaba en que ambos manejaban a la perfección sus miraculous, los cuales se complementaban. Habían nacido el uno para el otro y los miraculous solo actuaron como enlace para que su destino se cumpliera.

Él iba a encargarse de que estuvieran juntos en el futuro.

—Bueno... —dijo de golpe, poniéndose de pie. Chat Noir la observó asustado, puesto que tenía los puños apretados y la mirada seria.

—¿Pasa algo?

—Recordé que debo llevarte a un lugar —le informó, pero cuando lo vio, no sabía qué cosa había dicho que ocasionara que Chat sonriera de esa forma tan irritable.

—Me vas a llevar a un lugar donde estaremos ¿los dos solitos? —algo en la voz del superhéroe irritó completamente a Ladybug.

—Sígueme —le ordenó con dureza en su voz, para luego lanzar su yoyo.

Chat Noir solo sonrió encantado.

—Detrás de ti, como siempre —exclamó, antes de ir tras ella.

Y Ladybug no lo diría, pero escuchar nuevamente a ese Chat bromista, la hacía sentir en paz y en casa, al mismo tiempo.

...

Recorrieron un poco, hasta que llegaron a un edificio deshabitado de tres pisos. Chat la miró, tratando de entender a dónde lo estaba guiando, hasta que entró en él como si conociera el lugar, exclamando un nombre que lo sorprendió.

Él conocía ese nombre.

Y efectivamente, quien apareció era Su Han, el guardián celestial.

—Bien, maestro, ya lo traje —le informó, señalando a Chat Noir—. Decidí usar mi condición de guardiana e informarle de mi verdadera identidad.

—Es decir que no sabes quién es —la interrumpió, sin dejar de mirar a Chat Noir con sus ojos castaños. El superhéroe estaba empezándose a sentir algo intimidado por esa mirada, pero si había sobrevivido a la de su padre, podría con esa también.

—Así es —respondió, y ante esas palabras, el guardián la miró, finalmente.

—Entonces... —con un gesto de sus dedos derechos, le indicó la salida—... puedes retirarte, Marinette, yo me encargaré de él.

—¿Qué? —exclamó confundida, señalándose— ¿Quiere que me vaya?

—Es lo que dije —respondió. Ambos superhéroes se miraron y tras ver como Chat solo se encogía de hombros sin decir nada, decidió retirarse.

—Está bien, me retiro —le dio una última mirada a Chat, que elevó ambos pulgares para demostrarle que podía confiar en él. Ella afirmó antes de acercarse a la ventana y lanzar su yoyo para salir de allí.

Cuando ambos hombres se quedaron solos, Su Han volvió a mirar a Chat Noir, colocando sus manos en la espalda.

—¿Eh? —soltó Chat Noir ante aquella posición tan relajada, pero a la vez observadora.

—Déjame ver quién eres bajo la máscara —aquello lo incomodó, pero sabía que no podía negarse ante el pedido del guardián, así que dijo las palabras mágicas y Plagg fue liberado, quedándose flotando sobre su hombro.

—Oh, pero miren quién está aquí —comentó Plagg, como si viera a un viejo amigo—. Maestro, gusto en verlo después de tanto tiempo.

—Plagg —fue lo único que le respondió el guardián, quien luego observó a Adrien fijamente, como si su rostro le fuera conocido de algún lado.

—Todo París está empapelada con su rostro —le explicó Plagg, a lo que Adrien decidió presentarse formalmente.

—Buenos días —con una forma recta, hizo una reverencia—. Soy Adrien Agreste, portador del Miraculous de la Destrucción.

—Oh, entiendo —Su Han, se acarició el mentón sin dejar de mirar al joven que aún le reverenciaba—. Puedes erguirte —y añadió —. El que seas famoso en este lugar explica la problemática de que se sepa tu identidad en un sitio donde todos te conocen.

—Y no solo eso... —dijo Plagg, que disfrutaba del pedazo de camembert que Adrien le entregó ni bien volvió a enderezarse—... la guardiana está loca por él, son amigos en su forma civil.

—Oh... —soltó, parpadeando un par de veces—, supongo que está destinado que cada vez que están activos, ambos portadores tengan este tipo de enredos.

—Qué puedo decir... somos tan opuestos que generamos atracción —exclamó Plagg, acariciando el trozo de queso que le quedaba, antes de comérselo.

—Me extraña que no hayas causado ningún desastre —indicó, acercándose a su bastón, en donde tenía la brújula de los miraculous.

—Encontré un buen portador —respondió orgulloso—. Adrien es atento, me da mi lugar y me consiente lo suficiente para que mi yo travieso descanse, sin que Tikki tenga que estar manteniéndome a raya —Adrien sonrió ante las palabras del Kwami—. Es un excelente portador, creo que nunca me había encariñado tanto con uno.

—¡Plagg! —soltó Adrien con lágrimas en los ojos mientras lo acariciaba. El ser diminuto se dejó consentir, pero al sentir la mirada del maestro celestial, volvió a su pose de ser supremo.

—Así que lo que sea que intente, mientras no sea separarme de mi portador, está bien.

—No quiero separarte de tu portador —le indicó, haciendo girar su báculo en las manos—. Lo que quiero es entrenarlo y que aprenda todo lo que debe saber un guardián.

—Pero no quiero reemplazar a Marinette —exclamó Adrien, desesperado ante la idea de convertirse en el guardián, porque eso significaba que ella debía olvidarlo.

—No es para reemplazarla —dijo, golpeando la punta de su bastón contra el suelo—. Ella necesita alguien a su lado que la ayude y no conozco a su amiga, pero quien debe tener ese lugar eres tú —Adrien no pudo refutar nada contra eso, pues era algo que sentía también—. Convertirte en el gato de la guardiana es más que protegerla de ataques, sino saber cómo organizarte, cómo liderar ante algún error que ella cometa. ¿Puedo contar contigo?

Adrien se miró con Plagg y luego ambos asintieron.

—Muy bien, Adrien, Chat Noir... empecemos la lección.

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Y finalmente Su Han ha hecho su entrada. Adrien será entrenado por el guardián celestial. ¿Qué cosas se destaparán con este entrenamiento? ¡No se lo pierdan! ¡Cuando este fic continue!

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Bueno, hablando de otra cosa, este fic realmente no era lo que tenía planeado. La cosa era algo corta, de Marinette revelándose, Adrien entrenando, pero con los hechos de esta temporada se me fue añadiendo cosas, dándole otro ritmo, pero finalmente termine llegando al objetivo principal, que Su Han cumpla con ese Rol que Marinette no le da a Chat Noir por su miedo a Chat Blanc, así que espero que me acompañen en los dos últimos capítulos de este fic, antes del epilogo. 😊

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¡Nos leemos!

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Muchísimas gracias por leer y por todos sus mensajes.

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Aquatic~

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13 de Septiembre de 2021

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