Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo Doce

┏─━─━─━∞◆∞━─━─━─┓

El Gato De La Guardiana

Capítulo 12

┗─━─━─━∞◆∞━─━─━─┛

Marinette estaba en un conflicto entre sus sentimientos y sus pensamientos.

Tras la partida de Chat Noir con Kaalki, había intentado comunicarse con el guardián de los Miraculous, pero no había obtenido respuesta alguna, lo que la había alterado aún más.

Sentía impotencia y rabia porque presentía que algo grande iba a pasar y la estaban dejando al margen, pero sabía que si interfería, podría poder en riesgo lo que sea que estuvieran haciendo o planeando.

Estaba tan agobiada que no había podido cenar, pues sentía el estómago revuelto de los nervios, y cuando quiso acostarse a dormir, los peores escenarios aparecieron en su mente cortándole el sueño y haciendo que las lágrimas salieran de sus ojos sin que pudiera detenerlas.

No sabía que haría si no volvía a saber de Chat Noir... ni de que sería de su vida si algo le pasaba a Adrien Agreste.

Cerca de las cuatro de la mañana, su madre se asomó a su habitación al sentirla sollozar. Al parecer la había escuchado y no sabía cómo, pero en ese momento no le importó, bajó de su cama y la abrazó, dejando que la arrullara como si fuera una niña pequeña, para que así pudiera alejar su mal sueño con palabras alegres y tranquilizadoras.

Cuando despertó al día siguiente, estaba en su cama rodeada por los Kwamis que parecían haber velado el resto de su sueño.

—¿Cómo llegué a mi cama?

—Tu papá —le explicó Tikki, apoyándose contra su rostro para confortarla—. Dijo algo acerca de que le recordaba los viejos tiempos el que te quedaras dormida en brazos de tu mamá, y luego te acostó.

Marinette apretó los labios tratando de aguantar las ganas de llorar, tomó su teléfono celular y notó que tenía un par de llamadas de Alya, además casi pega un grito al percatarse de que ya eran las once de la mañana y no había ido a clases... Seguramente sus padres habían dejado que faltara para que descanse.

Se recostó en su cama y no sabía si estar alegre o triste: Alegre porque había dormido bastante, sin pesadillas de por medio; y triste porque ahora que estaba despierta, temía que otra ola de preocupación la asaltara.

—¿Por qué no diseña algo para mañana? —le aconsejó Wayzz, haciendo que Marinette lo mirara, como analizando sus palabras.

—Es verdad —Longg, a su lado, estuvo de acuerdo con el Kwami en forma de tortuga—. Recuerde que mañana tiene una cita y querrá verse bien.

—¡Y no es cualquier cita! ¡Saldrá con Adrien! —exclamó Ziggy, riéndose de forma burlesca.

—Tienen razón —Marinette salió de su cama con decisión—. Tengo un par de cosas que me gustaría hacer para mañana.

—Usted puede, maestra —dijeron los pequeños, casi a coro. Marinette les sonrió, antes de saltar de su cama hacia el suelo y acercarse a su escritorio. Era hora de diseñar.

...

Durante la tarde, Marinette estaba masticando un trozo de zanahoria, que sobró de las verduras que había subido para los Kwamis, mientras miraba la blusa que había montado en el maniquí. Aunque el miedo de que mañana no pudieran salir, parecían abordarla por momentos debido al misticismo de Chat Noir, había tratado de concentrarse en cosas positivas, como lo que había creado: una blusa negra con flores blancas y rosadas, de cuello redondo y mangas acampanadas abiertas, cerradas con un lazo a mitad de ésta.

Estaba encantada con lo bonita que había quedado. Podía acompañarla perfectamente con una falda o un short blanco, y ella tenía la prenda indicada en uno de sus cajones: un short ancho, que daba la impresión de que fuera una falda, y lo mejor era que tenía bolsillos lo suficientemente anchos para guardar su teléfono celular. En sus pies llevaría sus balerinas normales, pues combinaba con ambas piezas.

Tras decidir el outfit del día y con la aprobación de los Kwamis, desmontó la blusa para empezar con la costura. Estaba a punto de sentarse, cuando sonó su teléfono celular.

Se sorprendió al notar que era un mensaje de Adrien.

«¿Estás bien?» —Iba a responder, cuando llegó otro mensaje —«Nos preocupamos de no verte en clases»

«Estoy bien, gracias. Solo necesitaba dormir.»

«Me alegra leer eso. Ya estaba imaginando que me cancelarías la cita de mañana» —Marinette no supo si reír o llorar al ver el emoticón de un pequeño gatito con los ojos llorosos.

«De hecho, estoy trabajando en lo que me pondré mañana» —contestó, y mientras esperaba la respuesta del chico, prendió la máquina de coser y montó los lados de la tela, antes de ponerla bajo el gancho de la aguja.

«Ahora estoy más impaciente por verte mañana» —cuando ese mensaje apareció en la pantalla de bloqueo, Marinette casi pisa mal el pedal de la máquina, haciendo que la aguja patinara en la tela sin coser nada. Tomó el celular y observó —«Tenía clases de esgrima, así que aproveché para dejarte los apuntes del día. No creo que estén tan prolijos como los tuyos, pero espero que te sirvan»

¿Había leído bien? ¿Adrien le dejó sus apuntes? Quería gritar de la emoción, pero se contuvo para responder.

«Gracias por el detalle. Mañana, cuando pases a recogerme, te los devolveré. Nos vemos»

«Nos vemos mañana. Te confirmaré la hora, temprano.»

«Ok» —respondió, acompañado de un emoticón que mostraba ambos pulgares en alto.

Adrien, que se encontraba en el vestuario del colegio, sonrió y guardó su teléfono celular. Le alegraba notar que, al menos por teléfono, Marinette parecía animada, pensando en su salida de mañana, en qué ponerse y otras cosas normales de una chica de su edad.

Aun así, no podía sacarse de su cabeza cuál había sido el motivo para que Marinette faltara a clases... ¿Sería su conversación con Chat Noir? ¿Se habría dado cuenta de que algo le estaba ocultando?... Pero ¿cómo podía decirle que junto a Plagg, había descubierto que su padre era Shadow Moth y que ocultaba los miraculous bajo su pañuelo rojo? ¿y que, además, Su Han usaría a Kaalki para recuperarlos? No, no podía decírselo porque no quería que ella pasara por ese estrés. Ya era suficiente con que uno de los dos estuviese afectado por la verdad.

Al menos, le tranquilizaba saber que estaba enfocada en otras cosas, siempre mirando hacia adelante.

—¿Por qué traes esa cara de muerto? —le preguntó Kagami, dejando su bolso deportivo al lado del rubio, que tenía la mirada baja— ¿Pasó algo?

—Creo que voy a hacerte caso, Kagami —le dijo a la chica, mirándola con decisión—. Si bien, soy bastante indeciso, estoy seguro de una sola cosa: Quiero que Marinette sea feliz, y si es a mi lado, voy a pelear por eso.

—¿Y qué piensas hacer? —preocupada, se sentó a su lado, corriendo el bolso—. ¿Hablarás con tu padre?

—Sí, lo enfrentaré de una vez por todas y no me rendiré hasta hacerlo aceptar lo que pienso —Kagami lo miró con una sonrisa y le palmeó las manos con la suya.

—Tú puedes, Adrien. Confió en ti.

...

Cuando la clase de esgrima terminó, Adrien esperó a que salieran sus compañeros y Kagami, para hablar con Plagg.

—Entonces, traerás al guardián a mi habitación. Hoy acabaremos con esto.

—Pase lo que pase, yo estoy contigo —le recordó el pequeño Kwami, antes de afirmar con la cabeza e irse. Adrien aspiró profundamente, antes de salir del establecimiento hacia el auto.

—Necesito pasar a un lugar, antes —le indicó a su guardaespaldas con una sonrisa. El hombre robusto solo afirmó con la cabeza y se dejó guiar por el chico. Al llegar, éste salió con rapidez, indicándole que regresaba pronto.

Y efectivamente, tardó solo un par de minutos en volver con una cajita negra que miraba con cierta melancolía.

—Shhh —le pidió a su chofer—. Le compré un regalo a Marinette y se lo daré mañana —dijo con emoción. El guardaespaldas solo atinó a poner el auto en marcha, mientras Adrien apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento y cerró los ojos, preparándose para lo que se le avecinaba.

...

Adrien sintió que todo lo que pasó en la mansión desde que regresó de su clase, sucedió en cámara rápida. Despedirse de Plagg podría parecer un acto sumamente altruista, pero en realidad fue por puro miedo a que su padre se desquiciara al descubrir que sus miraculous ya no estaban, como si, por arte de magia, hubieran desaparecido. Seguramente pondría de vuelta toda la mansión para buscarlos.

Y al parecer estaba en lo cierto, pues despertó de golpe después de que el gorila entró a su habitación, prácticamente derrumbando la puerta que estaba cerrada.

Los gritos de su padre se escuchaban por todos lados, así que salió de su cama. Al verlo, el guardaespaldas cerró los ojos y bajó la mirada, lo que interpretó como un gesto de disculpa, pero eso cambió cuando éste lo tomó por los hombros para que permaneciera quieto, mientras Gabriel, hecho una furia, entraba a su habitación y empezaba a revolver todo. Vio como el colchón de su cama no tardó en salir disparado, seguido de sus libros y diplomas, luego de ser sacudidos.

Adrien nunca había visto a su padre tan fuera de sí, por lo que realmente empezó a sentir mucho miedo.

—¿Qué pasa? —exclamó, tratando de moverse, aunque su guardaespaldas no se lo permitió—. ¿Qué busca?

Gabriel no respondió, pero se acercó a Adrien y tomó su mano derecha.

—Me han robado —respondió—. Las cámaras de seguridad no han reportado ningún movimiento extraño, así que el ladrón debe estar aquí mismo.

—¿Está diciendo que cree que te le robado? —se sentiría ofendido si no fuera verdad, pero trató de sacar todos sus dotes actorales para mostrarse sumamente afectado— ¿Por qué le robaría yo?

—Quizás porque me has engañado todo este tiempo y en realidad eres Chat Noir —lo acusó, haciendo que Adrien tragara con dificultad.

—¿Chat Noir? —sacudió su cabeza—. ¿Cómo podría ser yo un superhéroe?

—¡No estoy para juegos, Adrien! —dijo sumamente enfadado, casi perdiendo la paciencia— ¡¡¿Dónde están mis miraculous?!!

—¿Tiene Miraculous? —aspiró profundo y trató de moverse, pero el agarre de su guardaespaldas se lo prohibió— ¿Cómo es eso posible?

—¡Ya deja de hacerte el tonto! —protestó, golpeando la mano de Gorila para que dejara a Adrien libre— ¿Dónde está el Broche de Moth y el prendedor del Pavo Real?

—No lo sé padre, yo... no... —trató de sacar la voz, pero la ira de su padre le cortó el habla.

—¿Dónde lo tienes? ¡Dime! —lo tomó de los hombros y lo sacudió—. Si no me dices donde metiste mis miraculous, entonces tendrás que decirme donde está tu Kwami.

—No sé de qué me habla... ni siquiera sé que es un Kwami —respondió con tanto miedo que Gabriel pareció serenarse un poco, acomodándose el cabello y las gafas, para tomarle de nuevo la mano derecha.

—Éste tiene que ser el anillo de la destrucción... Plagg. —le dijo, haciendo que Adrien lo mirara con verdadero terror—. Di, "Renuncio a ti, Plagg"

—Le repito, no tengo idea de qué me habla, pero está bien —suspiró—. "Renuncio a ti, Plagg" —Gabriel tomó el anillo y no pasó nada, siguió igual de plateado como siempre, sin tornarse oscuro.

Gabriel revoleó el anillo que salió disparado a vaya a saber dónde, mientras que Nathalie, con mucha dificultad, apareció en la habitación para ayudar con la revisión, pues ella tendría más cuidado con las cosas del chico.

Cuando abrió el cajón de camembert, agradeció la idea del Kwami de acabarse el queso y limpiar aquel rincón. En ese momento, lo echaba tanto de menos, pero al menos estaba a salvo, lejos de todo ese caos.

—¿Dónde escondiste los miraculous? —protestó, volviéndolo a tomar de los hombros—. Estoy seguro que compraste ese anillo hoy, cuando fuiste a la joyería.

—No compré eso. El anillo lo tengo desde que me lo vio la primera vez —respondió, sintiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas—. Fui a comprarle un regalo a Marinette... Mañana quería invitarla a salir y...

—Es verdad —confirmó Nathalie y ambos voltearon a verla. Ella tenía la caja negra de la joyería en una mano, y en la otra, un colgante con una flor de cerezo.

—¿Ve? —insistió, al ver como Nathalie volvía a guardar el colgante—. Padre, no entiendo nada, ¿qué es lo que pasa? Es que acaso usted es...

Gabriel finalmente lo soltó, cayendo arrodillado sumamente derrotado.

Adrien se movió, sin mirar a su padre, para acomodar el colchón de su cama y luego, ir a levantar los trofeos y diplomas. Nathalie trató de ayudarlo, pero Adrien no la dejó, de hecho, la tomó de los hombros y la hizo sentarse en su silla de escritorio.

—Yo puedo —dijo, con una sonrisa que apenas le duró unos segundos, y empezó a acomodar sus cosas nuevamente. Tomó uno de los cuadros que tenía su primer diploma de esgrima y apretó sus manos contra el cuadro de madera que tenía todo el cristal roto—. ¿Qué es esto...? —farfulló, sintiendo que su garganta le ardía—¿Entonces era el villano que atemorizaba París?... ¿Por qué es que hicieron todo esto? —tras un par de minutos en completo silencio, en los que Adrien siguió ordenando las cosas que su padre revoleó por toda la habitación, Gabriel respondió, haciendo que su hijo abriera los ojos con sorpresa.

—¿Qué dijo? —dejó el libro que estaba ordenando sobre el escritorio y llegó en dos zancadas hasta su padre, que aún se encontraba sentado en el piso.

—He hecho todo esto por tu madre... para recuperarla —confesó, finalmente.

—¿Por mi mamá? —exclamó y no pudo evitar mirar a Nathalie que lo miraba con tristeza. Ahora no tenía dudas de que la pobre estaba así por haber sido Mayura. Apretó tanto los puños que estaban empezando a ponerse muy rojos. Quería explotar, romper algo.

—Adrien... —susurró la mujer, que se había quitado los lentes y mantenía sus dedos índice y pulgar sobre su vista.

—¿¿Por qué usó esas joyas para el mal?? —la impotencia y rabia que cargaba estaba generando un vaivén en su cuerpo—. Si querían ayudar a mamá ¿por qué lo hicieron por esa vía? —se llevó la mano a la cabeza y apretó parte de su cabellera rubia entre sus dedos—. ¿Por qué no buscaron ayuda? ¿Por qué atemorizar París por esto?

—¡Es que no lo entiendes! —protestó Gabriel, poniéndose de pie—. La vida de mi esposa se fue apagando frente a mí, no sabía qué hacer y en lo único que pensé fue que los miraculous de la creación y destrucción podrían ayudarme a volver al viaje que ambos hicimos al Tíbet, tomar otra ruta y así no encontrar jamás ese Grimorio con los miraculous que la llevaron al coma profundo en el que está.

—Los usaron y... —Adrien se cubrió la boca con el puño al enterarse que su madre no estaba muerta, sino que todavía estaba en coma.

—Fue tu madre... —lo interrumpió de manera cortante—. A ella le gustaba crearte animales, figuras animadas para que te entretuvieras y se obsesionó. Todo para mantenerte distraído.

—Ah, lo que faltaba... —se quejó, volviendo a apretar sus cabellos entre los dedos—... Que me quiera echar la culpa de lo que mamá hacía. Si me hubieran dejado tener una vida normal, no hubieran necesitado distraerme... Hubiera tenido vida social, amigos.

—Era lo mejor para ti —contestó Gabriel.

—Lo mejor para mí, claro... Resulta que ahora es mi culpa que mamá usara el miraculous del pavo real y terminara en coma.

Y en eso, una nueva realidad se abrió ante Adrien, una que lo hizo retroceder un par de pasos. Si el miraculous estaba dañado mientras lo usaba su madre y luego, Nathalie... ¿por qué su padre no presentaba síntomas? ¿Acaso lo repararon cuando atacaron a Fu? ¡Claro, Fu! Fue su propio padre quien había puesto en jaque al guardián y seguro terminó descubriendo cómo repararlo.

Cubrió su vista, sin ser capaz de creer la clase de padre que tenía. Claro, él no usó el miraculous hasta que estuvo reparado... pero no le importó que Nathalie lo usara y deteriorara su salud por ayudarlo.

Sin soportarlo más, pegó tal grito que retumbo en toda la habitación.

—¡¿Qué hice para merecer esta familia?! —se volvió para enfrentar a su padre—. ¡Es que han estado haciendo todo mal!

—Es que nunca me entenderías —Gabriel parecía haberse resignado, puesto que tenía la mirada en la nada, como si estuviera ido—. Uno comete muchas locuras en nombre del amor...

—Ja —se burló, alejándose de su padre para luego volver hacia él para señalarlo—, ¿cree que no lo sé? Lo sé, lo sé mejor de lo que piensa. He tenido que ver a la chica que amo, colapsar miles de veces, llorar, romperse frente a mí y lo único que puedo hacer es mirar. Ahora ni siquiera puedo pedirle que sea mi novia porque... —lo señaló con ambos puños y abrió los dedos en un gesto completamente despectivo—... lo tengo como padre.

Todos se quedaron en silencio, Adrien se acercó a su cama y se sentó, agachando la mirada con ambas manos en la nuca. Necesitaba tranquilizarse, su corazón se sentía roto y ni siquiera estaba pensando lo que decía, así que aspiró profundo y exhaló con lentitud.

—Si mi mamá aún está en coma y no murió, ¿dónde la tienes? —preguntó. Gabriel miró a Nathalie antes de responder y la asistente le hizo un gesto con la cabeza. El diseñador se dirigió al guardaespaldas para que se llevara a Nathalie, luego regresó la mirada a su hijo y se acercó a la cama, sentándose a su lado.

—En la casa —informó, entrelazando los dedos de sus manos. Adrien lo miró con sorpresa—. En el sótano.

El muchacho de ojos verdes iba a decir algo, pero optó por volver a bajar la cabeza, apretando el cruce de sus dedos sobre la nuca. Cerró los ojos y agradeció no tener a Plagg con él en ese momento, pues tenía ganas de usar el cataclismo en toda la mansión.

—Llévame.

—¿Qué?

—Llévame con mamá —volvió a pedir.

Gabriel se debatía en si consolar o no a su hijo. Había actuado sin pensar y lo había lastimado en el proceso, y él era lo único que tenía de Emilie. Cerró los ojos y se puso de pie.

—Sígueme.

Adrien nunca había estado en el sótano de la mansión, ni siquiera sabía que había agua bajo ella, seguramente alguna extensión del río Sena, pero ahora estaba ahí, en un puente metálico que sonaba con cada paso que daba, con agua bajo sus pies y algo frente a él, rodeado de flores y mariposas blancas.

Aun no terminaba de cruzar el puente cuando notó una urna y una figura conocida dentro de ella. Buscó rápidamente la mirada de su padre, pero éste miraba al frente, a su esposa. Adrien sintió más rabia que antes, ¿cómo pudo estar su madre en la casa todo este tiempo?

—¿Acaso olvidó que era mi madre? —dijo, con reclamo, sintiendo que sus ojos se nublaban por las lágrimas—. Si hubiera sabido que estaba aquí... al menos la hubiera sentido conmigo —se llevó la mano al pecho y arrugó la tela de su polera negra con ella—... hubiera podido contarle de mi vida, que ahora tengo amigos, que toco en una banda o incluso que estoy enamorado. —finalmente, con esa última frase, logró que su padre lo mirara—. No le mentí cuando dije que conocía el miedo de perder a la persona que amo o de verla sufrir y no poder hacer nada. Yo estoy enamorado de Marinette, padre y no dejaré que ni usted ni nadie me lo impida —y antes de que pudiera escuchar la respuesta de su padre, terminó por decidir cortar la distancia entre la urna que encerraba a su madre y él, elevó su mano al vidrio a la altura del rostro de una de las mujeres que más amaba en su vida y la deslizó como si estuviera acariciándola—. No te preocupes, mamá, yo voy a arreglar esto —apoyó su frente contra el vidrio y sonrió—. Confía en mí y en la chica que quiero.

Se separó y se volvió hacia su padre.

—Yo arreglaré esto —le informó.

—¿Y qué puedes hacer tú?

—Seguro que mucho más de lo que usted ha conseguido en todo este tiempo —y tras pasarlo, informó—. Voy a salir.

—Pero es de madrugada.

—No me interesa —respondió—. Necesito salir de esta casa. Me llevaré al chofer.

...

Adrien ingresó a su habitación, se cambió de ropa, tomó su bolso para guardar el regalo de Marinette y bajó las escaleras con rapidez.

—Lamento hacerte conducir a esta hora —le dijo a su guardaespaldas, pero el hombre de aspecto gorila, solo negó con la cabeza para abrirle la puerta y llevarlo a donde fuera que necesitaba ir.

El chofer lo dejó a unas cuadras de la casa de Su Han, puesto que no quería revelarle el lugar exacto.

—Mañana ven por mí a las diez, iremos a lo de Marinette y luego, como habíamos acordado, a Giverny —tras ver el gesto de consentimiento, se bajó y apuró los pasos hacia la residencia del guardián.

Cuando Su Han abrió la puerta y lo dejó pasar, Plagg apareció para pegarse al pecho de Adrien, haciendo que éste cayera al suelo, rompiendo en llanto.

Se sentía completamente destruido.

...

Al día siguiente, su rostro mostraba claramente las huellas de su fatídica noche, pero trató de animarse lo más que pudo. Sería un día importante: tendría una cita con Marinette, iba a declarársele apropiadamente y decirle que era Chat Noir.

En cuanto le entró la llamada de su guardaespaldas, se despidió de Su Han y le agradeció por todo. Se encaminó al mismo lugar donde lo había despedido la noche anterior, se montó en el auto y cerró la puerta.

Mientras se ponía en marcha a lo de Marinette, le envió un mensaje.

«Buenos días, ¿estás lista? ¡Voy para allá!»

Bajó el teléfono, pero éste no tardó en sonar. Sonrió cuando vio un sticker de un emoticón azul, completamente espantado.

«¿Ahora? ¿ya?»

Adrien envió un gif que afirmaba con la cabeza y Marinette volvió a enviar el sticker espantado.

«Podrías invitarme a desayunar a tu casa mientras espero» envió para ver qué respondía, pero solo recibió un sticker de una niña con las manos entrelazadas y una estela de luz detrás.

«Claro, desayunas con mis papás mientras me preparo. Gran idea. Te esperamos

Wow, eso había salido mejor de lo que esperaba.

Cuando Adrien llegó, la panadería estaba cerrada, así que ingresó por la puerta trasera, subió las escaleras hasta el departamento, tocó el timbre y esperó a ser atendido. No tardó en aparecer Sabine, quien se corrió de la puerta para dejarlo pasar, mientras Tom estaba en la cocina, con un bol en las manos, preparando hot cakes.

—Marinette nos avisó que venías antes de tiempo, así que prepararemos unos hot cakes, ¿está bien? —preguntó el hombre, sin dejar de batir.

—Sí, claro —Adrien agitó las manos frente a él, algo incómodo—. Yo me autoinvité, así que lo que hagan está bien —contestó. Sabine solo lo tomó del hombro para conducirlo a la mesa y servirle un vaso de jugo. Adrien lo tomó, rodeándolo con ambas manos—. Yo quería decirles algo... —cuando levantó la vista del líquido naranja, observó que ambos adultos lo miraban—. Verán, hoy... yo quiero... —bajó la mirada avergonzado, pero se armó de valor para volver a enfrentarlos—... pedirle a Marinette que salga conmigo, formalmente.

Sabine y Tom se miraron, con la boca abierta, pero ninguno fue capaz de decir nada. Tom le pasó el bol a Sabine que siguió mezclando y se sentó frente al rubio.

—¿Vas en serio? —Adrien afirmó.

—Sí.

—Pues Marinette es nuestra preciosa hija, nuestra única hija, así que cuídala —le indicó y extendió su mano hacia el muchacho—. Haz feliz a nuestra pequeña y aquí siempre tendrás un hogar al que puedas acudir.

—Gracias —dijo, dándole la mano para cerrar el trato entre ellos. Sabine los miró con una sonrisa, mientras empezaba a preparar los hot cakes.

—¡Ya estoy lista! —exclamó Marinette de repente, haciendo que los tres miraran a la escalera. Cuando la trampilla se abrió, se vieron los pies de Marinette, y luego a ella dándose algo parecido a un tropezón, que hizo que terminara saltando abruptamente para no caer. Una vez abajo, empezó a acomodarse su atuendo, sin percatarse de que Adrien estaba ahí, prendado de ella. Llevaba la blusa que había confeccionado, junto con un short blanco con bolsillos grandes a ambos lados y el cabello suelto.

Siguió arreglándose hasta que escuchó que una voz conocida exclamó «hermosa». Levantó la cabeza y se encontró con Adrien frente a ella.

—¿Ya llegaste? —se rascó la nuca, algo avergonzada por la escena que protagonizó.

—Sí —Adrien solo pudo sonreír y Marinette le regresó la sonrisa. Ambos estaban tan perdidos en la mirada del otro, que apenas notaron que los adultos los observaban.

Tras un desayuno tranquilo, Adrien tomó la mano de Marinette y la condujo con él hacia el automóvil que los llevaría a su destino.

Durante el camino, Marinette iba bastante emocionada viendo el paisaje por la ventanilla, mientras Adrien no podía evitar mirarla.

Hacía unas horas se sentía derrotado, pero con solo verla tan feliz, parecía como si las piezas de su pobre corazón estuvieran armándose nuevamente. No pudo evitar suspirar y Marinette buscó rápidamente su mirada.

—¿Adrien?

—¿Marinette?

La chica parecía querer decirle algo, pero no se atrevió, simplemente bajó la mano que tenía en su regazo, sosteniendo el sombrero que llevaba para cuidarse del sol, y la acercó a la de Adrien, entrelazando sus dedos con los suyos, antes de volver la mirada al paisaje de la ventanilla. El rubio no dijo nada, pero sentía sus mejillas arder, optando también por dirigir su mirada a la ventanilla, apretando los labios de la emoción.

Cuando llegaron a su destino, Marinette se colocó el sombrero sobre sus cabellos y se acomodó la mochila negra que traía en la espalda, antes de tomar la mano que Adrien le ofrecía para bajar del auto.

Recorrieron a pie varias partes de la ciudad. Los paisajes llenos de colores tenían a Marinette tan maravillada, que tomaba fotografías de cada cosa que veía.

Adrien la seguía un paso atrás, con las manos en la espalda y una sonrisa en sus labios.

Iban pasando por unas casas, cuando Adrien se detuvo frente a una de ellas, observándola.

—¿Te gusta? —preguntó Marinette, viendo la casa blanca de dos pisos, rodeada por una enredadera de flores rosadas.

—Me gustaría vivir en un lugar así —respondió, sin mirarla, dejándose llevar por lo que sentía en ese momento—. Este pueblo parece perdido en el tiempo, ¿no te da una sensación de paz? Es como vivir en un cuento.

Marinette sonrió y se le acercó, apoyándose con la mano derecha en el hombro de Adrien para ponerse de puntitas de pie, haciendo que el muchacho se inclinara un poco hacia ese lado, colocó la mano izquierda alrededor de su boca y le dijo:

—Me veo viviendo aquí en unos años, sin problema —y tras decir eso, le dedicó una mirada tan hermosa al rubio, que éste sintió que se deshacía completamente. La observó alejarse y luego, se puso en marcha para alcanzarla.

Vivir en un lugar así, lejos de todo el ajetreo de París, podría ser una bonita meta.

...

Detuvieron su paseo para almorzar y fue ahí cuando Adrien puso sobre la mesa, la cajita negra que había comprado en la joyería.

—¿Y eso? —preguntó Marinette, observándola con mucha curiosidad.

—Bueno, es sábado —ante eso, los ojos azules de la chica brillaron emocionados y se humedecieron cuando vio el colgante dentro de él.

—¿De verdad, es para mí? —Adrien afirmó, poniéndose de pie para ayudarla a colocarse el colgante. Marinette llevó la mano al dije en forma de flor, maravillada.

—Estoy tan contenta —exclamó tan entusiasmada que ni ella podía con tanta emoción.

—Y yo más al verte feliz.

Marinette solo podía sonreír. Todo parecía salido de un sueño del cual no quería despertar jamás.

En la segunda parte de la cita, ambos se dedicaron a sacarse fotos, juntos, en los diferentes lugares a los que llegaban, disfrutando de estos al máximo, sobre todo del lago de nenúfares que estaba lleno de flores de loto de diversos colores.

Estaba atardeciendo, cuando Adrien le preguntó a Marinette si podían detenerse en unas bancas que estaban en esa parte del pueblo, donde no parecía haber tanta gente como en los demás lugares. Una vez sentados, Adrien buscó en su bolso, y le pasó a Marinette otra cajita antes de ponerse de pie.

La sonrisa emocionada que tenía la chica al ver el obsequio, desapareció cuando descubrió lo que contenía.

Rápidamente buscó la mirada del chico, pero éste le daba la espalda.

—¿Cómo los recuperaste?

—Fue bastante fácil —dijo, cruzándose de brazos, como si buscara protegerse—. Estaban en mi casa.

—¿Qué? —Marinette se quitó la mochila y guardó la caja que contenía los tres miraculous, antes de ponerse de pie— ¿En tu casa? ¿Eso quiere decir que tu padre era...?

Adrien finalmente volteó a verla.

—¿No vas a preguntar por qué yo tengo los miraculous?

Marinette buscó sus manos y las tomó entre las de ella, negando con la cabeza.

—Ya sé quién eres, Chaton —le respondió y en ese segundo, Adrien sintió que volvía a quebrarse. Marinette retrocedió un par de pasos para que volvieran a tomar asiento.

—¿Cuándo? —preguntó preocupado, pero Marinette solo apretó las manos del muchacho con las suyas y sonrió.

—Lo supe cuando me dijiste que ganaste premios en esgrima —Adrien corrió la mirada, avergonzado de aquello—. Lo dudé, por un instante, pero todas las pistas estaban ahí, frente a mí, y eso hizo que esos vacíos tuvieran sentido... Eras tú... —se movió sutilmente hacia adelante para apoyar su frente con la de él—... Mi compañero, mi amigo... mi amado Adrien era también mi querido Chaton.

—Marinette... —dijo, sintiendo que le picaban los ojos, producto de las lágrimas que empezaron a formarse en ellos—. Creo que ya sé porque me akumaticé —dijo, quitando las manos de Marinette para ser él, quien tome las manos de la chica—. Mi padre era Hawk Moth, así que seguro me usó, nos usó y yo colapsé cuando supe todo lo que escondía. Creo que anoche cuando discutí con él, si existiera un villano, seguramente hubiera terminado akumatizado otra vez.

—¿Quieres contarme? —Adrien elevó sus manos y se las besó.

—La versión corta —suspiró, pues lo que menos quería, era recordar todo lo que había vivido horas atrás—. Plagg encontró el lugar donde mi padre guardaba los miraculous cuando se entraba a bañar, así que por eso te pedí a Kaalki, porque sabía que con él iba a poder teletransportarme a su habitación y tomar los Miraculous sin que se diera cuenta. Ya después todo fue caos... gritos, mi papá dio vuelta mi habitación, nada le importó, todo lo que he logrado estos años le valieron nada... mis diplomas, mis trofeos, todo terminó quebrado en el suelo... —sintió que la garganta se le apretaba de solo pensarlo— Es como si yo no valiera nada.

—Adrien, no —liberó sus manos para tomarlas ella, nuevamente—. Sí vales, para mí vales mucho y lo sabes perfectamente —le recordó—. Te lo dije sin saber... Te amo —declaró con tal seriedad que Adrien solo pudo aspirar profundo.

—Y yo a ti —dijo, pegando su frente a la de ella—. Yo también te amo, M' Lady... pero —negó con la cabeza, separándose de ella—... mi familia es un caos, Marinette, ¿Quién me garantiza que no termine arrastrándote conmigo al lodo?

—Adrien... —elevó su mano y acarició la mejilla del chico—... ¿Sabes? Tú eres como mi flor de loto.

—¿Cómo? —preguntó, sin poder comprenderla. Ella solo sonrió, tomando el rostro del muchacho con ambas manos, deslizando sus pulgares por las mejillas, causando que el rubio se ruborice por aquel contacto.

—La flor de loto es preciosa y maravillosa —le explicó, volviendo a pegar sus frentes—. Tiene la capacidad de crecer así, como tú, pese a las situaciones tan difíciles a la que es expuesta y el fango que la rodea. Es increíble, igual que tú, Adrien. —cerró los ojos, dejándose llevar por lo que decía y él la imitó—. Tú eres tú, y lo que haya hecho tu padre no tiene por qué afectarnos a nosotros. Yo te quiero por lo que eres y por lo que significas para mí.

—Mi Buginette —susurró, abrazándola con fuerza—. Gracias por hacerme sentir así de especial.

—Es lo que tú siempre haces conmigo, Chaton —contestó, abrazándolo también con la misma fuerza—. Ya que acabaste con mi pesadilla de raíz, no tengo miedo a estar contigo, quiero estar contigo —le confesó.

—Y yo quiero que lo estés —Adrien se separó, tomó a Marinette del rostro y se quedaron un par de segundos mirándose fijamente, ambos sonrojados, con el corazón acelerado y los ojos llenos de lágrimas. No lo pensaron mucho cuando sus labios se juntaron finalmente, en un mágico beso de realización.

Marinette se mantuvo un par de segundos con los ojos cerrados después del beso y lo abrazó, fuerte.

—Ahora estamos juntos de aquí en adelante—le recordó, separándose y manteniendo las manos en los hombros masculinos—... como el dúo de París —sus manos bajaron hacia las manos del chico y las tomó, dándole un pequeño apretón—... y como civiles. Enfrentaremos todo, juntos. ¿De acuerdo? —le dijo. Adrien solo afirmó, mientras Marinette soltaba sus manos, para tratar de limpiarle las lágrimas que caían de sus ojos verdes, a pesar de que ella estaba en la misma situación.

—Claro que sí, M' Lady, después de todo... Soy el Gato de la Guardiana.

.

.

.

.

.

¡¡Y terminó!!

No se imaginan lo que fue sacar este capitulo...

Practicamente reescribí la mitad del capitulo mientras estábamos editándolo Jajajaja

Pero quedó hermoso y estoy muy satisfecha con el resultado final.

Espero que para ustedes también haya sido igual.

.

Solo falta el epilogo que espero tenerlo antes de que se emita Ephemere el domingo.

.

Gracias a todos por su apoyo, gracias por acompañarme siempre aunque me tarde ;o;

Son los mejores 😊

.

Este capítulo tuvo 5724 palabras... ¿recuerdan que iniciamos a 1200? xD Casi es como 5 capitulos lol xD

.

¡Gracias a mi beta como siempre, por la guía y ayudarme a canalizar bien mis ideas, que a veces salen bien enmarañadas xD!

.

¡Nos estamos leyendo pronto!

.

Aquatic~

.

01 de Noviembre 2021

PD: 


El look de Mari lo dibujé pero no encuentro mi dibujo, así que le dejo imagenes de referencia.

la blusa es algo así pero en negrito jajaja 


Y el lugar de la cita es algo así, si pueden buscar imagenes de Giverny, es hermoso ;o; 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro