Sus manos aprendieron arte,
más sus huellas la inmortalizaron.
Aprendieron, a tamborilear la mesa y refugiarse bajo el ritmo de su propio tiempo;
aprendieron, a medir distancias con los dedos recogidos.

Mamá, le enseñó a encontrarse a sí misma,
papá huyó fuera del mundo y cayó sobre otra luna.
Sus manos aprendieron arte
y abrían ventanas frente al espejo.

Palidecía recostada sobre las cartas que se enviaba
y el vino tinto imitó el reflejo de su llanto.
Sus manos, lastimadas,
extendieron su corazón frente al armario donde se esconde la adolescencia.

Es bella, el agua se desliza entre sus dedos.
Es lista, se recuesta sobre la palma de su mano.
Y el mundo es ciencia cuando decide tomarlo,
enrollarlo y prenderle fuego.

En un gesto a la cintura, en otro, a no ver sus labios,
en uno más a exhibir su rostro y de cualquier manera
al moverse,
crear.

Sus manos aprendieron
a hacerla arte.

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Coméntame sobre ese amor por el cuál ahora ves el mundo diferente.

GRACIAS