No estoy despierta.

Nunca estoy despierta.

Mis ojos están abiertos, pero no puedo ver. La luz llega a mis pupilas, pero mi cerebro no procesa las imágenes; el mundo es amorfo, irreconocible.

Mis manos se abren y se cierran sobre los objetos, pero no se sienten reales, tangibles, como si estuviera soñando.

¿Estoy soñando?

Estoy durmiendo.

No estoy despierta.

¿Alguna vez estuve despierta?

El mundo gira y gira y gira a mi alrededor y las personas se mueven y corren y ríen y yo también me muevo y corro y río pero para que tenga sentido no tengo que pensar en por qué yo también tengo que hacerlo. La corriente me arrastra y no quiero alejarme de ella porque si lo hago no sé qué es lo que podré encontrar.

Mis piernas no se mueven, floto sobre el pavimento como el fantasma de un cuerpo que acaban de matar y su sangre tibia se escurre por el suelo de algún lugar olvidado. Si pienso mucho en lo que mi corazón siente, no podré entender qué sucede.

Estoy soñando.

¿Estoy durmiendo?

¿Estoy despierta?

¿En qué momento me puse a dormir?

La tierra bajo mis pies tiene olor a sal y el agua sabe a primavera.

Tengo plumas en los dedos, pero los demás no. Nadie parece notarlo.

Las personas caminan con los colores del atardecer en la mano.

Yo tengo un cielo gris debajo de las uñas.

Estoy soñando.