Capítulo 4.
Cuando suena la alarma me incorporo y busco el móvil para quitarla. Me quedo sentada unos minutos en el sofá y me levanto. Al final me quedé dormida.
Voy a la cocina y bebo un vaso de agua y subo a mi habitación para preparar las cosas.
Entro al baño de mi habitación y me miro en el espejo. La camiseta básica negra y los pantalones de chándal grises están bien. Me echo un poco de base, el rímel y colonia. Cojo la mochila que tengo encima de la silla del escritorio y meto algunas cosas de clase. Bajo y miro el móvil. Solo me quedan cinco minutos.
Voy al salón a apagar la tele y de repente alguien llama a la puerta dando golpes. Me acerco a abrir y veo que es Derian.
-Hola –dice sonriente- ¿Nos vamos?
-Hola. Sí, espera que coja la mochila y salgo.
-Te espero en el coche.
Se da la vuelta y baja las escaleras del porche. Cojo las llaves y las meto en la mochila, que la dejé en el sofá.
Cuando estoy a punto de abrir la puerta del copiloto del coche de Derian, escucho el motor de un coche que he tenido la oportunidad de conocer hoy. Me giro y no me hace falta adivinar quién es el que está dentro. SJ me mira a los ojos como si estuviera entre enfadado y celoso.
Acelera aún con el freno puesto y las ruedas empiezan a echar humo. Quita el freno y acelera pasando por mi lado. ¿Qué hará otra vez aquí?
Entro en el coche de Derian y la preocupación se debe notar en mi cara ya que Derian pregunta qué ocurre. Me mira y sabe que me pasa algo pero no sigue insistiendo, y se lo agradezco.
-Nada, tranquilo.
Gira la cabeza al frente y arranca.
El camino es silencioso. La música al menos me ha distraído un poco de mi principal preocupación. ¿Qué haría SJ en la puerta de mi casa? ¿Cuándo había vuelto? ¿Habrá venido a advertirme otra vez que no le contara nada a nadie? Dios, con lo a gusto que estaba yo antes de conocerle.
El coche frena en frente de una casa que más que casa es una mansión.
Derian aparca el coche y entramos en el jardín delantero. Subimos las escaleras del porche y abre la puerta. Por dentro es aún más grande. En la entrada hay una pequeña niña de un año o un poco más. Es de pelo castaño claro y los ojos azules. Está sujeta al armarito que hay en la entrada con un espejo. Al ver a Derian empieza a reírse y a mover la mano derecha. Es tan bonita que dan ganas de achucharla. Derian se acerca a ella y la coge en brazos la pequeña empieza a moverse como si estuviera bailando.
-Hola princesita –dice él mientras que deja un beso en la mejilla de la pequeña. Esta se mete un dedo en la boca y sonríe.
La niña me mira y empieza a poner caras como preguntándole a Derian que quien era yo. Su boca forma una o mientras que me mira y levanta sus manos.
-Ella es Darlene –la pequeña me mira y sonríe. Él me mira y mueve en sus brazos a la pequeña.
-Noa, ¿Dónde estás? –se escucha una voz en el interior de la casa pero no sé de dónde viene.
Se escuchan pasos por la parte de abajo y aparece una mujer rubia de ojos marrones vestida muy elegante con una falda de tubo negra y una blusa de un color verde agua. Derian y la pequeña Noa no se parecen a ella. Bueno, él tiene su misma nariz.
La mujer se acerca a nosotros y coge a la pequeña de los brazos de Derian. Deja un beso en la cabeza de Noa y nos mira.
-Mamá, esta es Darlene, la compañera de la que te he hablado esta tarde.
Su madre me mira y asiente sonriendo. Supongo que me daría la mano pero con la pequeña en brazos no puede. Yo sonrío al igual que ella.
-Hola señora Baker –digo.
-Oh querida, llámame Ashton. Os prepararé algo mientras que hacéis el trabajo. Al menos os dará energía –sonríe y desaparece por una de las puertas que hay.
Derian va hacia las escaleras y yo le sigo. Giramos a la izquierda y luego a la derecha hasta llegar a la última puerta.
Entramos y la verdad es que me sorprende verla tan recogida. La mayoría de chicos la tiene desordenada y con todo por el suelo, pero él no. Él es una excepción, al menos en este caso.
La habitación es grande y de un color azul. De frente hay una ventana bastante grande. A la derecha hay un escritorio y una puerta al lado de este. A la izquierda está la cama, que es de matrimonio o incluso más grande. Un armario empotrado en la pared en frente de la cama y un espejo de cuerpo entero.
-Vaya, está bastante... -no termino la frase.
-Ordenada, lo sé –dice cortándome.
-Sí. Si te digo la verdad esperaba ver posters de chicas medio desnudas en las paredes. Y verlo todo tirado por el suelo. Me sorprende
-No todos somos de esos.
-Lo sé –agacho la cabeza y miro mis zapatillas.
Derian cierra la puerta, ya que he pasado yo primero y coge el portátil que hay encima del escritorio para ponerse encima de la cama. Yo voy al escritorio y pongo la mochila encima de este sentándome en la silla de al lado. Miro a Derian y este está poniendo la contraseña del ordenador. Cuando termina, me mira y da palmadas a su lado en la cama. Me levanto y me pongo a su lado.
-Empecemos –abre un nuevo archivo donde empieza a escribir el título del trabajo. Coge el libro y me lo pasa.
Empiezo a buscar los puntos del tema y voy mirando información del libro mientras que él busca por internet.
Tras unas dos horas y después de una bandeja de galletas con pepitas de chocolate, llevamos medio trabajo. Hemos avanzado bastante la verdad.
Me levanto de la cama y me estiro haciendo que mi camiseta se suba un poco y deje al descubierto parte de mi vientre. Me coloco y coloco la camiseta donde debería de estar, todo esto bajo la mirada de Derian.
Tiene los ojos ligeramente fruncidos y una media sonrisa en su boca. Me mira de arriba a abajo y cuando llega a mi cara, mis ojos se cruzan con los suyos. Le miro como si estuviera pidiéndole explicaciones y ríe. Su risa es agradable, aunque en estos momentos me parece insoportable.
-Lo siento si te ha molestado que te mirase –dice aún con la sonrisa en sus labios.
-No me ha molestado que me mirases, si no el modo en que lo hacías.
-Lo siento, pero soy hombre –dice intentando excusarse.
Dios, siempre tienen la misma excusa. Pongo los ojos en blanco y cojo mi mochila del escritorio. Guardo las cosas y me la cuelgo.
Derian se levanta de la cama y se pone delante de mí en medio de la habitación. Intento esquivarle pero se vuelve a poner en mi camino. Bufo y ruedo los ojos. Me coge la cara y hace que le mire directamente a los ojos.
-Perdóname, ¿vale?
-Mira Derian, yo no soy como todas las demás que van detrás de ti y de tus amigos. No necesito ir detrás de un tío para sentirme bien y sentir que valgo la pena. Nunca me verás ir detrás de alguien. Y tampoco me gusta que me miren como si fuera sólo físico. Como si fuera la típica chica que todos se llevan a la cama, porque te aseguro que no es así –me suelto de su agarre de mala gana.
-Vale, lo entiendo, y perdón. Ninguna chica jamás me habría dicho lo que tú me has dicho, y eso me gusta. Sé que vales mucho –se acerca a mí.
-Me alegra saber que te ha quedado claro –me separo de él y le esquivo para llegar a la puerta.
-No te vayas todavía, es pronto aún –dice a tan solo unos dos metros de mí. Le veo por el rabillo del ojo.
-Tengo que estar en casa ya –no me giro pero le sigo mirando.
-Te llevo, y no me digas que no. Te lo debo –y sé que se refiere a lo que ha pasado antes.
Bufo y me cruzo de brazos girándome a mirarle. Se está cambiando de camiseta. Y hay que reconocer que tiene unas espaldas que madre mía... Cuando se gira miro para otro lado rápidamente como si estuviera distraída aunque sé que me ha visto. Él sonríe y yo abro la puerta para ir bajando.
Me despido de Ashton y de la pequeña Noa y salgo detrás de Derian. Me dirijo al coche y entro en el lado del copiloto. Derian entra y arranca.
Al llegar a casa me despido de Derian con dos besos y veo que hay un coche que no conozco.
Cuando entro escucho jaleo en el salón y al asomarme veo a mis padres hablando con Alfred y su hijo, SJ.
-Hola –saludo. Alfred y SJ se giran ya que están de espaldas en el sofá. Alfred se levanta y viene a darme dos besos y después de él lo hace SJ. Este poniendo su mano en mi espalda, muy abajo. Cuando me separo de él le miro mal.
-Hola hija. Esta noche cenarán aquí Alfred y SJ.
-Genial. Voy a dejar la mochila y ahora bajo –me dirijo a las escaleras y las subo lentamente. No quiero bajar, no quiero cenar con ellos. Bueno, con él. No le aguanto.
Cuando llego a la habitación pego un grito, no muy alto, frustrado. Me echo el pelo para atrás y me tiro en la cama boca arriba.
No me libro de él ni en mi propia casa. He de reconocer que cuando ha puesto su mano en mí, algo en mi interior se ha revuelto. No sé por qué pero me ha provocado nervios. No voy a preguntarle el por qué estaba antes en mi puerta. No quiero saber la respuesta.
Me va a hacer la vida imposible. Lo veo venir. Pero lo que él no sabe es que conmigo no lo tendrá tan fácil. Si quiere jugar, le enseñaré cómo hacerlo.
Escucho que abren la puerta y me incorporo apoyando los codos en la cama. Miro en dirección a la puerta y veo que SJ está ahí, de brazos cruzados. Me está mirando y cierra la puerta con su pie izquierdo. Ruedo los ojos y me vuelvo a tumbar dejándome caer en la cama. Escucho sus pasos y me tenso poco a poco.
-Bonita habitación. No parece que sea de una niña –dice dando vueltas en el medio de la habitación y observando todo.
-De niña tengo lo que tú de inteligente, gilipollas –digo sin mirarle y todavía tumbada en la cama.
-Wow... tranquila fierecilla. Estás muy brava –se gira y me mira.
Le miro y pongo mala cara. Este tío es subnormal.
-No me llames así –él empieza a sonreír.
-¿Estás enfadada? –pone voz de bebé.
Se acerca a mi cama y me mira desde arriba. Me incorporo y me levanto de mala gana cuando él se pone delante de mí impidiendo que me mueva. Estamos muy cerca, demasiado para mi gusto.
Cierro los ojos y me empiezo a poner igual de nerviosa que antes. SJ se acerca más y noto su respiración en mi cuello. Deja un beso en este y abro la boca para dejar escapar la respiración que se había quedado en mí. Empieza a recorrer la zona con sus labios y llega a mi oído. Respira y el aire que me llega hace que se me erice la piel.
-Toda fiera termina siendo domada –dice en un susurro.
Su voz ronca hace que me recorra un escalofrío. Se separa de mí y sonríe. Me ha dejado muy descolocada, pero él quiere jugar, ¿no? Pues juguemos. Le miro a los ojos y tiene una mirada neutral. Me acerco a él lentamente y pongo mi mano derecha en su pecho. Está firme, se nota que va al gimnasio. Mi otra mano la dejo en su abdomen y empiezo a frotar mi mano derecha mientras que me acerco a su clavícula, ya que es ahí a donde llego. Dejo un beso en ella y meto mi mano izquierda por debajo de su camiseta. Él me rodea la cintura con sus brazos y me pega a él haciendo que mi mano izquierda pase a su espalda. Paso la mano de arriba abajo y gruñe. Es un sonido ronco y grave. Subo mi mano derecha a su cuello y hago un poco de fuerza para que baje su cara a la altura de la mía. Empiezo a dejar besos en su cuello y paso a su mandíbula hasta llegar a la comisura izquierda de su boca. Dejo un beso en ella y me dirijo a su oído. Su respiración es irregular y algo agitada.
-Recuerda que la naturaleza de una fiera estará siempre en su interior –digo bajito y muerdo el lóbulo de su oreja. Me separo de él quitando sus manos de mi cintura y aflojando su agarre me deja ir. Salgo de la habitación y le dejo sólo.
¿Quería jugar? Pues hemos jugado. No soy así, pero a mí que no me intenten vacilar, porque señoras y señores, pueden perder. Primero Derian con sus miradas y ahora SJ con sus comentarios y sus juegos. ¿No se dan cuenta de que somos personas? ¿Qué tenemos sentimientos? A uno le he cantado las cuarenta y al otro le he enseñado que con Darlene no se juega.
Bajo al salón y me siento en un sofá mientras que meinvolucro en la conversación de mis padres y Alfred.
Bueno bueno, esto va cogiendo forma y los capítulos empiezan a ser más largos jajaja.
Aquí os dejo otro y espero que os guste. En multimedia tenéis a Noa. Votar y comentar. Un beso amores :)
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