Capítulo 24.
Me despierto con malestar. Me duele todo el cuerpo, como si me hubieran dado una paliza. Estoy destemplada y me molesta hasta el respirar. Me acuerdo de lo que pasó ayer y mi cabeza empieza a dar vueltas. Hacía mucho que ya no tenía las pesadillas. En realidad han vuelto a aparecer cuando SJ llegó al pueblo. Es como si fuera un recordatorio de lo que me puede pasar si vuelvo a caer en lo mismo. Si vuelvo a cegarme por alguien de la manera en que lo hice. Pensar eso me aterra. El corazón empieza a latir con fuerza, desbocado, como si quisiera abandonar mi cuerpo y salir corriendo. Me levanto de la cama y me meto en la ducha. El agua caliente destensa mis músculos. Cuando salgo me seco el pelo y me pongo cómoda. Hago la cama y coloco todo. Cuando bajo están mi madre y mi abuela en la cocina y los hombres, SJ, su padre, mi abuelo y mi padre, en el salón hablando de coches o algo de eso. Doy los buenos días y voy a la cocina para desayunar. Me hago un buen café calentito.
-¿Qué tal has dormido hija? –mi abuela coge una olla y echa agua.
-Me duele todo. Parece que todo vuelve a empezar –dejo la taza en la encimera.
-No cariño. Eso no va a volver a pasar. No dejaremos que pase –se acerca a mí y me da un beso en la sien. Me bebo lo que me queda de café.
-Lo mejor será que te despejes un poco. Hoy no hace mucho frío así que puedes salir a dar una vuelta o sentarte a leer un rato –mi madre sigue pelando unas cuantas patatas.
-Sí, eso haré –me tomo el último trago y lo dejo en el fregadero.
Subo a mi habitación para coger el libro, el móvil y los auriculares. Cuando bajo en el salón solo están mi padre y mi abuelo viendo algún documental en la tele. Salgo al porche y SJ y su padre están hablando. No llego a escuchar lo que dicen pero Alfred parece nervioso. No notan que estoy ahí hasta que me siento en la barandilla del porche y la madera cruje bajo mi peso. Yo hago como si nada y me coloco los auriculares. Pongo una lista de reproducción y sigo leyendo el libro. SJ se acerca a su padre, parece nervioso también. Le señala con el dedo índice y luego le da dos golpes con el mismo dedo en el pecho. Su padre pone las manos en su cintura y suspira mirando al techo. SJ se separa de él y después de echarle una mirada fría y distante se va camino a saber dónde. Yo "sigo" con mi libro cuando Alfred pasa por mi lado. Se para y posa su mano en mi hombro.
-¿Estás mejor? –su mirada es cálida, como si él fuera mi padre y yo su hija.
-Sí, solo fue una pesadilla –intento que no se note lo afectada que estoy. Sonrío.
-Parece que ayer te afectó mucho. Se podía ver el miedo en tu mirada, pero me alegro de que estés mejor –aprieta su agarre y sonríe. Asiento e imito su gesto.
Se va y me quedo sola en el porche. El aire limpio y fresco me relaja. Una sensación extraña recorre mi cuerpo, una mezcla entre nervios y tranquilidad, no sé, algo raro. Respiro profundamente y sigo con mi libro. Al cabo de unos minutos escucho las pisadas de alguien. SJ viene cabizbajo fumándose un cigarro. Si no llega a ser por él, por su agarre me hubiera caído al suelo. Sentí el calor de su cuerpo como si fuera otra parte de mí y eso no me gusta. No quiero volver pasar por lo mismo.
SJ sube las escaleras y se pone a mi lado. El olor a tabaco mezclado con el de su colonia inunda mi nariz. Cierro los ojos e inspiro profundamente.
-¿Qué tal estás? –apoya su mano izquierda en la viga en la que estoy apoyando mi espalda.
-Mejor, gracias –carraspeo.
-No seas boba. Cuando te pasó en mi casa creo que no fue tan exagerado. ¿Has hablado con alguien de las pesadillas? Algún especialista o algo –evito mirarle a toda costa.
-Sí, hacía tiempo que no me pasaba. Pero ya estoy bien –le miro y me levanto cogiendo todo para irme a mi habitación –Ahora si no te importa quiero irme a mi habitación.
- ¿Por qué eres así Darlene? –me acorrala contra la viga.
-¿Así como? –le miro a los ojos, desafiándole.
-No lo sé. Primero eres dulce, parece que te dejaras querer aunque sea un poco. Sin embargo otras veces eres tan fría y distante que a veces pienso que ni siquiera tienes corazón. Y si tienes, estará congelado, con un caparazón que no se rompe tan fácilmente.
-Será porque no quiero que nadie me haga daño, no lo sé, piénsalo –le digo con ironía. Intento salir de su acorralamiento. Se acerca aún más –Deja que me vaya SJ. Por favor.
Tras pensarlo unos segundos buscando mi mirada se aleja. Pone sus manos en su cadera mientras que mira al techo. Se muerde el labio. Me acerco a la puerta y antes de que pueda abrirla me llama. Me paro en seco y le miro por el rabillo del ojo.
-Serás fría como el hielo, pero en las manos correctas te derrites –su sonrisa ilumina su cara.
Entro y subo a mi habitación. Dios, no sé cómo se las apaña para hacer que me olvide de todos mis problemas, de todo lo que me hace daño. ¿Y si con él no es igual que antes? ¿Y si él no es igual? Dios, juro que me encantaría intentarlo con él pero no puedo. Tengo miedo de que él sea igual. O de que juegue conmigo. Tengo miedo de que me diga que no siente lo mismo, que solo me use y me tire como si fuera un objeto. Miedo a que me destroce de tal manera que no pueda sentir nada, por nada ni nadie, a que me vuelva de hielo, definitivamente. Pero puede que yo esté equivocada y él no sea así.
Me río de mí misma. Como no va a ser así si cuando tuvo la pelea con Derian ahí estaba Lessy con él. El día de la carrera también. La coge y la deja cuando quiere y yo no quiero eso para mí. Yo no quiero ser como las demás. Prefiero que piense que no tengo corazón a que me destroce.
Una vez en mi habitación me descalzo y me pongo en la cama a leer. Estoy enganchada al libro que estoy leyendo y no puedo parar de leer. Y ahí está mi madre diciendo que baje a poner la mesa. ¿Tan pronto? Miro la hora y veo que son las dos y media de la tarde, hora de comer. Bajo, coloco el mantel, los cubiertos y demás y espero a que repartan la comida para llevarla a la mesa.
Una vez en la mesa, empezamos a comer. Nadie dice nada. SJ está en frente de mí. Me pone nerviosa que me mire a cada rato.
-Está buenísima –Alfred elogia a mi madre y mi abuela mientras que se lleva otro bocado a la boca. La verdad es que la comida está deliciosa.
-Muchas gracias Alfred. Por cierto, esta mañana he hecho un bizcocho de limón. Luego a media tarde si queréis un trozo está en la isla de la cocina. O bueno, cogedlo cuando queráis –mi madre como siempre.
-Me parece perfecto –mi padre coge un trozo de pan y lo pringa en el plato.
Yo no estoy muy por la labor así que lo único que hago es darle vueltas a la comida. De vez en cuando me llevo un poco a la boca y le doy otras cuatro o cinco vueltas. Bebo agua y noto unas patadas debajo de la mesa. Miro a SJ y este frunce el ceño bajando la mirada a mi plato y volviéndola a subir para mirarme a los ojos. Niego con la cabeza y sigo dándole vueltas a la comida. SJ parece coger el teléfono y con las manos debajo de la mesa empieza a teclear. Me vibra el móvil y lo miro. Un mensaje de SJ.
"Come"
Ruedo los ojos y guardo el móvil. Me levanto de la mesa cogiendo mi plato y mi vaso para llevarlo a la cocina. Una vez allí empiezo a colocar las ollas y los demás utensilios en el lavavajillas. Cuando coloco lo poco que hay me pongo con la vitrocerámica. Al menos me entretengo. Los demás van trayendo los platos, vasos y cubiertos y yo los voy colocando. Después de una media hora termino de fregar toda la cocina y decido irme a mi habitación. Cuando estoy a punto de sentarme en la cama para leer un rato llaman a la puerta.
-¿Darlene? –SJ da otro toque en la puerta.
-¿Qué quieres? –ruedo los ojos.
-¿Puedo entrar?
-¿Para qué? –alzo una ceja.
-Quiero hablar un rato. Déjame entrar.
Suspiro y me levanto para abrir la puerta. SJ entra y se sienta en la cama esperando a que yo haga lo mismo. Me acerco a la cama sentándome a la cabecera. Apoyo la espalda en la pared mientras que encojo mis piernas.
-¿Por qué tienes esas pesadillas? –me mira fijamente.
-¿A caso te importa? –dejo el libro encima de la mesita y le miro.
-Por algo te he preguntado. Sé que no son solo pesadillas.
-¿Resulta que ahora también eres psicólogo o algo? –frunzo el ceño –Primero narco, luego boxeador, después compites en carreras ilegales y ahora psicólogo. Vaya –abro los ojos –cada día sales con algo nuevo. ¿Qué será lo próximo? ¿Astronauta, bailarín, chef? –se empieza a reír mientras que niega con la cabeza.
-Tienes una imaginación increíble pero te sorprenderías al ver de lo que puedo llegar a ser capaz –se acerca a mí.
-Gracias por el halago –se me seca la garganta y el nudo vuelve a aparecer –Contigo nunca se sabe qué puede pasar. Tan pronto tratas a la gente bien y luego como si fueran una mierda, así que permíteme decirte que de ti no me sorprende nada.
-¿Por qué dices eso? –frunce el ceño y me mira extrañado.
-Empecemos por el principio, el día de la pelea fuiste con Lessy y después de verme te la comiste a besos, luego cuando casi matas a Derian me alejaste de él y me dijiste que por qué lo hacía, que por qué te hacia eso para luego decirme más tarde que habías pasado unas buenas horas con Lessy descargando lo que no pudiste en el círculo. El día que apareciste cuando me castigaron te acercaste a decirme algo y terminaste admitiendo que para ti yo era una niñata. Luego cuando fuimos a recoger el dinero del encargo fui tu muñequita de ese día, según tú para que no vieran que te importaba o a mis padres, terminaste tratándome como un objeto. Al día siguiente me trataste como si nada, indiferencia total. Otro día te acompañé a casa de tu tío y en el camino me dijiste que me separabas de ti para no hacerme daño, que estaba celosa y encima me tuve que hacer pasar por tu novia –con cada mención enumeraba con los dedos –¿quieres más?
-Mira Darlene, no sabes nada de lo que me pasa. Después de todo intento hacerte comprender el porqué de mi comportamiento, pero pareces no hacerme caso. No sé qué decirte ni qué hacer para que no te enfades, aunque reconozco que me encanta verte fuera de tus casillas –se ríe –Eres peor que una caja de cerillas en una gasolinera. No sé qué te pasa conmigo y estoy harto de este juego. Provocas, te echas para atrás y luego te enfadas. Estoy cansado. ¿Qué te pasa conmigo?
A la mierda. Prefiero ser sincera con él y decirle todo a seguir con esta incertidumbre. ¿Quiere saber lo que me pasa con él? Pues ahí va.
-¿Qué tú estás cansado? No cariño, la que está cansada soy yo. Estoy cansada de que juegues con mis sentimientos. Vale que no tenga veintitantos pero tampoco es para que me trates como a una niña cuando creo haberte demostrado con creces que de niña no tengo nada –le miro enfadada –Joder, he estado contigo en más de una cuando ni siquiera tendría que hacerlo, cuando me podría haber ido sin problema, pero no, ahí me quedé. He mentido por ti, te he encubierto y todo para que no te pasara nada, y ¿encima me preguntas que qué me pasa contigo? –abre los ojos de par en par –me pasa que desde que apareciste me has complicado la vida. Intenté por todos los medios alejarme de ti, olvidarte, borrarte de mi vida pero no puedo. Eres como un imán al que siempre vuelvo. Me haces de rabiar, me llevas al límite de mi paciencia y aun así sigo volviendo a caer en tu juego. Me pasa que no te puedo sacar de mi cabeza –su cuerpo se tensa –Cuando estoy contigo, cuando hablamos, siempre quiero saber más. Por qué me tratas así, por qué me alejas de ti, por qué besas a otra delante de mí. Es verdad que yo hice lo mismo con Derian, pero lo hacía para engañarme a mí misma, para hacerme creer que no me importabas cuando por dentro me sentía más vulnerable que nunca. Me encantaría poder levantarme mañana y decir "Ya no me importas" pero es imposible. Cuando paso un día sin verte o sin saber de ti me como la cabeza pensando en si estarás bien, si no te ha pasado nada respecto a tu trabajo. Todo lo que hice fue para no caer, para no pillarme por ti y que luego todo se fuera a la mierda y terminara doliéndome hasta el alma. Eso es lo que yo no quería, no quería quererte, pero veo que una no puede elegir no enamorarse. Reconozco que jugué, jugué para enseñarte como se hace. Y ahora veo que te has dado cuenta. Jugué contigo, jugué con Derian, incluso jugué conmigo, engañándome una y otra vez, reprimiendo todo lo que sentía, todo lo que me afectaba tu presencia, el pensar en ti, tú. –Me sincero con él –Ahora dime ¿quién tiene más motivos para estar cansado?
-Nunca te pedí que mintieras por mí ni que me encubrieras –se levanta de la cama y se pasa las manos por el pelo una y otra vez mientras da vueltas por la habitación –Sé cuidarme solito, he salido de muchas sin tu ayuda y creo que puede seguir así la cosa. Reconozco que me puse celoso al verte con Derian y por eso le di la paliza. No te das cuenta de nada Darlene. Me importas ¿vale? –se acerca a mí y se agacha para estar a mi altura ya que sigo sentada en la cama. Apoya los brazos en mis rodillas y me mira a los ojos –me importas demasiado como para ponerte en peligro. Me has demostrado mucho, sí, pero sigues siendo una niñata –bufo y giro la cabeza para no mirarle. Intento levantarme pero pone una mano en mi barbilla girando mi cabeza para devolver la mirada a mis ojos –mí niñata. Admito que juegas bien fierecilla y conseguiste ponerme celoso, muy celoso –su voz suena ronca y profunda –pero creo que yo gané esa batalla –ríe de lado –Me encanta la forma que tienes de provocarme, tu forma de seducir sin darte cuenta, cuando te enfadas –se acerca un poco más –me vuelves loco. Por eso te alejo, porque no creo poder aguantar mucho más. No debería siquiera pensarlo.
-¿Qué te lo impide? –le miro fijamente a los ojos –No me lo digas. Tengo solo diecisiete años, ¿no es eso? –niega con la cabeza –Entonces dime. Dímelo porque te juro que no lo entiendo.
-Tu edad es el menor de los problemas...
-Pero lo es –le vuelvo a cortar.
-Joder Darlene, te saco siete años, pero eso es el menor de los problemas. No te quiero meter en esto, tú misma me lo dijiste más de una vez. No quiero pensar que algún día te puedan hacer daño por mi culpa, no me lo perdonaría. Si te hacen algo yo... -acaricia mi mejilla –Luego están tus padres. ¿Cómo verían el que su hija estuviera con un tío mayor que ella? O peor aún, ¿qué pasa si se enteran a qué me dedico? ¿Les mentirías por mí? ¿A ellos también? –se aleja de mí levantándose volviendo a dar vueltas por la habitación –No tardarían ni dos segundos en separarnos y hacer lo que fuera por protegerte y créeme que yo también lo haría.
-Si tanto te preocupan mis padres relájate porque ellos sí que no son un problema. Solo quieren lo mejor para mí, verme feliz. Por mi edad tranquilo, en menos de un mes cumplo los dieciocho y no te pueden meter en la cárcel por pedófilo. En cuanto a lo que te dedicas, no tienen por qué enterarse y no les mentiría, les omitiría la verdad. No quería estar en esta mierda, pero ya estoy dentro quieras o no. Para tu tío soy tu novia, para los de la entrega fui tu muñequita...
-No vuelvas a repetirlo, por favor –se gira a mirarme como si estuviera enfadado, dolido.
-Es la verdad SJ. Te estoy diciendo que me da igual todo. Tu trabajo, mi edad, mis padres, lo que piensen esos tíos. Me importas tú –me acerco a él –me da igual Lessy, Derian, todo. Sé sincero y dime que tú no quieres nada conmigo. Deja de poner excusas y dímelo a la cara, mirándome a los ojos –me pego a su cuerpo y levanto la cabeza para mirarle a los ojos –hazlo SJ. No le des más vueltas a las cosas y si no quieres nada dímelo aquí y ahora. No quiero más mentiras ni más juegos. Sé sincero por favor.
-Darlene... -aparta la mirada pero hago lo mismo que me hizo él a mí. Giro su cabeza para que vuelva a mirarme a los ojos.
-Dímelo SJ –el nudo en mi garganta no me deja casi respirar.
-A la mierda –y se lanza a mis labios con urgencia.
Pasa sus manos por mi cintura y me abraza. Sus labios se mueven con dureza sobre los míos. Su respiración es acelerada y descontrolada mientras que sus brazos recorren mi espalda de arriba abajo. Apoyo mis manos en su cuello y le atraigo más a mí. Me pego completamente a él y le sigo el ritmo del beso. Pone su mano en mi trasero y aprieta. Bajo una mano por su brazo apretando el bíceps tenso por la fuerza de su agarre. La otra mano la sube a mi nuca enredando sus dedos en mi pelo para acercarme más a él. Gruñe cuando nuestras lenguas se encuentran y empiezan a jugar. Siento mi corazón latir con más fuerza que nunca y la sangre circular a toda velocidad por mi cuerpo. SJ empieza a andar sin separarnos. Me choco de espaldas con la pared y gimo al sentir el golpe. Estoy acorralada entre su cuerpo y la pared. Pongo mis manos en su cadera y le acerco más a mí. Sus dos manos están en mi trasero y lo agarra con fuerza. Con cada apretón tiro del bajo de su camiseta hacia mí y meto mis manos debajo de esta para sentir su piel. Está ardiendo. Empuja su cuerpo contra el mío y noto su excitación. Sonrío y le beso con más ganas aun. El calor empieza a apoderarse de mi cuerpo. Se separa de mí lentamente y me mira a los ojos. Su pecho sube y baja muy rápido al igual que el mío. Tiene los labios hinchados y las pupilas dilatadas. Sigue con las manos en el mismo lugar, yo tampoco las he movido. Acerca mi cadera a la suya y vuelvo a notar su excitación mientras que él sonríe.
-Creo que ya te ha quedado claro lo que quiero, ¿no? –dice con la voz ronca.
-Sí, muy claro –sonrío –ahora solo te pido que no me apartes de ti.
-Nada me puede separar de ti. Es imposible. Espero que puedas confiar en mí y que algún día me cuentes lo que sucede dentro de esa cabecita tuya –da unos toques con su dedo índice –No te digo que sea hoy o mañana pero espero que sea pronto –vuelve a sonreír –Y ahora si no te importa, tengo que ir al baño a resolver un asuntito –mira para abajo, donde nuestros cuerpos siguen aún pegados. Me río y saco las manos de su camiseta. Se separa y puedo ver el bulto de sus pantalones.
Se da la vuelta y se dirige a la puerta de la habitación –Hoy me voy pero te juro que a la próxima no te me escapas. Nos vemos luego fierecilla.
Se va de la habitación y cuando cierra la puerta voy al baño para refrescarme un poco. Abro el agua y me mojo las manos. Las llevo a mi nuca y me miro en el espejo mientras que muevo el cuello de un lado al otro. Sonrío al recordar el beso. Me mojo la cara y más tarde me seco. Salgo del baño y me tumbo en la cama. No dejo de pensar en él. Al fin reconoce, aunque sea con hechos, lo que siente. Al final he decidido arriesgarme con él. Intentarlo será difícil. Confiar en alguien de esa manera otra vez me aterra pero tengo que intentarlo porque estoy pillada por él hasta los huesos. Me es imposible separarme de él. Espero que esta vez sí funcione y no acabar con el corazón tan destrozado que al final parezca que no tengo uno.
Bajo a la planta de abajo y me siento al lado de la chimenea. Mi madre está haciendo café, mi abuela está en la cocina con ella y los demás supongo que estarán en el porche o algo. Al final no vi si había piscina en la casa. Me levanto del suelo y me dirijo otra planta más abajo. Abro una puerta corredera y la veo. Es bastante grande y el agua está perfecta. Hay ventanales pequeños pegados al techo de la piscina donde se ve el exterior de la casa. La temperatura ideal para darte un baño con tres grados bajo cero fuera de casa. Veo una puerta que hay a la derecha y me dirijo a ella. La abro y es la sala donde se regula la temperatura de la piscina, donde está el cloro y los demás útiles para esta. Salgo y cierro la puerta tras de mí. Subo a la planta principal y SJ está en el salón viendo la tele. Tiene el pelo húmedo. Me acerco a él por la espalda y le doy un beso en la mejilla. Sonríe y me mira.
-¿Dónde estabas? –se mueve a la derecha haciendo espacio en el sofá para mí.
-Abajo viendo la piscina. Está bastante bien –me siento a su lado pero manteniendo las distancias.
-Habrá que usarla –se ríe y yo hago lo mismo. SJ mira en dirección a la puerta y cuando deja de hacerlo se acerca a mi oído –Esta noche podríamos probarla.
Se me eriza la piel. Un escalofrío recorre mi espalda. Le miro a los ojos y me acerco lentamente a él. Nuestros labios casi se rozan.
-Me parece perfecto. Esta noche probamos la piscina –dejo un beso en sus labios y me separo antes de que llegue a más. Me río y SJ niega con la cabeza.
Nos ponemos a ver la tele mientras que van llegando poco a poco al salón los demás. Mi madre trae una bandeja con tazas, una jarrita con café y otra con leche. Nos cogemos una cada uno y nos la bebemos entre risas y conversaciones varias. A SJ le llega un mensaje al móvil y cuando lo lee le cambia un poco el semblante. Intenta seguir como antes pero yo sé que algo le pasa. Le miro y espero a que él me mire. Cuando lo hace le pregunto que si está todo bien y él dice que sí, aunque no le veo muy tranquilo. Se levanta dejando la taza en la mesa diciendo que tiene que salir fuera un momento. Espero unos segundos y salgo detrás de él. Está hablando por teléfono. Parece nervioso. Tiene el cuerpo tenso y no deja de moverse de un lado a otro. Me acerco a él por la espalda lentamente y cuando estoy a unos centímetros se gira y estira su brazo haciendo un gesto con la mano para que termine de acercarme. Le tomo la mano y me acerca a él pegándome a su pecho. Le abrazo buscando el calor de su cuerpo ya que fuera hace frío y no llevo chaqueta. Termina de hablar por teléfono y se lo guarda en el bolsillo del pantalón.
-¿Todo bien? –me acurruco más en su pecho.
-Sí. Han tenido un problemilla con el pago de la entrega de hoy pero ya está todo solucionado –pasea sus brazos por mi espalda.
-Está bien. Vamos dentro que hace un frío de muerte aquí –me separo de él y empiezo a andar.
-Yo te caliento encantado cariño –me giro y veo como ríe.
-Eso déjalo para esta noche –digo mirándole provocativa y mordiendo mi labio inferior. Niega con la cabeza mientras rueda los ojos y mira al cielo. Río al ver su reacción y entro.
Siento haber estado tanto tiempo sin subir nada pero entre exámenes, falta de inspiración y todo me ha sido imposible escribir. Espero que os haya gustado. Votad y comentad que os ha parecido. Muchas gracias como siempre por leer, comentar y votar. Un beso enorme.
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