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Capítulo 05

Cuando el frío comenzó a colarse en su departamento Bucky no le prestó mucha importancia, pero luego de cerca de una hora se dio cuenta que si la temperatura continuaba bajando iba a necesitar más que sólo un abrigo para mantenerse caliente. Se acercó a la calefacción para comprobar sus sospechas que el aparato había dejado de funcionar y no se trataba de alguna grieta en su departamento.

No tenía teléfono por lo que su única opción era ir a buscar a la Sra. Abbott para informarle sobre el desperfecto y rogar que pudiera llamar a alguien para que lo arreglara rápido. Sin embargo cuando llegó a la primera planta notó que varios de los residentes se encontraban saliendo del edificio en compañía de personas más jóvenes.

―Hijo, ¿has estado congelándote en tu departamento todo este tiempo? ―cuestionó la casera con preocupación―. Todo el sistema se ha malogrado y no hay forma que lo arreglen hoy, vas a tener que ir a pasar la noche con algún amigo, en el canal del clima informaron que va a haber una baja de temperatura fuerte en unas horas.

―¿No puedo quedarme? ―preguntó consternado, no quería tener que buscar un lugar donde quedarse.

―Claro que puedes, pero no lo recomendaría, va a hacer frío ―sugirió la mujer para luego soltar un suspiro―. ¿Qué pasa con los jóvenes? Ponen una cara de horror cuando les digo que vayan a quedarse con alguien, Judy tampoco quiere pasar la noche con algún amigo ―explicó llamando la atención de la mencionada, que se encontraba hablando con uno de los vecinos que pasarían la noche fuera, para comentarle que no se quedaría sola en el edificio.

―Puedes quedarte conmigo si quieres, nos podemos hacer compañía ―ofreció Judy con buen humor.

―Si la policía los encuentra mañana congelados no pienso hacerme responsable ―renegó la casera negando con la cabeza en desacuerdo.

―Es una exagerada ―opinó Judy cuando la mujer se alejó para terminar de atender al resto de inquilinos que estaban siendo casi evacuados por sus parientes o alguna amistad―. Mi departamento está bien preparado; las ventanas están cubiertas por plástico aislante, mis cortinas son pesadas, casi todo está alfombrado y traje mi calentador eléctrico que normalmente lo dejo en la sala de profesores del colegio.

―No quiero importunar ―replicó él, pero por la expresión que ella tenía sabía que rechazar la invitación iba a ser una batalla perdida.

―Mi sillón es cómodo ―agregó cuando comenzaron a subir las escaleras―. Aunque igual te recomendaría que trajeras tu abrigo, nunca se sabe qué tan frío se llegue a poner.

Judy no exageraba al decir que su departamento estaba preparado, si bien la temperatura era baja, no se comparaba con la que se sentía en el resto del edificio. Cuando cerró la puerta detrás de él, Bucky vio como la mujer colocaba una especie de cojín alargado muy colorido en el piso para bloquear por completo la ranura del suelo.

―Lo hice cuando apoyé en una clase de manualidades en el colegio ―explicó con cierto orgullo, era la única cosa que había cosido en su vida.

―Sé que es.

Cuando él creció la calefacción no se encontraba al alcance de la mayoría de la población e incluso quienes podían acceder debían de tener cuidado ya que la fuente de energía solía ser carbón o madera. En la época más dura de la Gran Depresión su familia optó por aislar la vivienda lo más posible y utilizar el dinero que ahorraban para comida, por lo que bloquear las ranuras por donde el aire podía colarse no era nada nuevo para él.

―Entonces... ―habló ella dirigiéndose a la cocina―. ¿Netflix y papitas?

Bucky asintió, luego de un par de meses trabajando en la fábrica había logrado comprender que era algo que mucha gente solía hacer para pasar el rato cuando se quedaban en casa. Al momento en que se sentó en el sillón frente al televisor se dio cuenta que ya no se sentía incómodo en presencia de Judy, con el paso de las semanas se había acostumbrado a ella. Quizás se debía a que la mujer no había tratado de ahondar en su pasado o el que ella hablara mucho compensaba lo poco que él decía y les permitía tener algo cercano a una conversación normal. Sin embargo el miedo no había disminuido, más bien temía llegar a sentirse demasiado cómodo al punto de bajar la guardia y que ella viera algo que no debía.

Aún tenía pesadillas, pero estas comenzaban a distanciarse entre ellas, ya no eran tan frecuentes como cuando recién recuperó control sobre su cuerpo y mente. En sus sueños seguía reviviendo los horribles crímenes que realizó como el Soldado de Invierno y cada vez era capaz de armar mejor el rompecabezas de memorias desordenadas que llenaban su cerebro. Pero lo que aún le ocasionaba una mayor angustia eran sus recuerdos de James, esa era una vida que no podría recuperar y le dolía en el alma, porque era capaz de reconocer que pese a todas las complicaciones había sido un hombre feliz.

―¿No vas a contestar? ―preguntó Bucky cuando sintió por tercera vez el celular de Judy y ella sólo atinó a mirar la pantalla en donde aparecía el número sin contestar.

―No ―respondió, tratando de sonar lo más natural posible―. Es mi mamá, hablé con ella en la mañana, no deja de disculparse por las llamadas de después de Navidad.

Bucky no comentó nada, aún no comprendía cuál era el problema con la señora, pero era Febrero y le parecía curioso que estuviera disculpándose por algo que sucedió a finales del año anterior.

―Mi mamá tiene un problema con el alcohol y la depresión. ―No estaba segura qué tan correcto era compartir la información con Bucky, pero sentía que necesitaba liberar algo de la tensión que su situación familiar le provocaba y hablar le servía―. Por momentos pareciera que realmente está logrando una recuperación, pero siempre recae y este año fue bastante fuerte.

Bucky asintió, comprendiendo un poco más la situación, pero siéndole difícil imaginar una madre con ese tipo de problemas, divorciada y que aún estuviera en la vida de sus hijos. No pensaba juzgar, pese a que si fuera él quien tuviera un padre viviendo esos problemas jamás se hubiera mudado lejos como Judy lo había hecho. Aunque podía imaginar que su vecina no tendría la actitud tan alegre y positiva en el día a día si tuviera a su madre a una distancia corta, quizás simplemente se alejó para no hundirse con ella. Eso era algo que podía comprender, no todos los problemas se podían solucionar y a veces la única opción era alejarse lo más posible.

―Ya es algo tarde ―comentó Judy, decidiendo que era mejor no atormentar más a Bucky con sus problemas―. Quédate con las mantas por si baja más la temperatura, yo voy a terminar una traducción antes de acostarme.

Cuando ella se retiró a su habitación, Bucky apagó las luces y se recostó en el sofá boca arriba. Cerró los ojos tratando de dormir, pero el nuevo ambiente no le permitía relajarse pese a que trataba de convencerse que era seguro estar ahí. Logró conciliar el sueño, pero su dañado cerebro decidió que era una buena ocasión para hacerle revivir uno de los tantos horribles recuerdos reprimidos de su vida como el Soldado que ocurrió en una fría noche como en la que se encontraba.

Se vio ingresando a un pequeño departamento a través de una ventana, no tenía control alguno sobre sus acciones, pero presentía lo que iba a ocurrir pese a que no tenía memoria del evento. Avanzó sin provocar el más leve sonido a pesar de su notable musculatura y el peso extra que llevaba gracias a su brazo de metal. Abrió con cautela la primera puerta que encontró e ingresó sin perder el ritmo, acercándose hasta llegar al costado de una cama en donde dormía una pequeña niña completamente ajena a la sentencia de muerte que pesaba sobre su cabeza. Bucky trató de cerrar los ojos, de no ver, pero le era imposible, tal y como las veces anteriores que revivía momentos de su vida como el agente más letal de HYDRA, iba a tener que ver todo lo que hizo.

El cuello de la pequeña se quebró con una terrorífica facilidad y sin inmutarse su cuerpo siguió su camino, dirigiéndose a la habitación del frente en donde descansaba un muchacho que por su apariencia estaba acercándose a la edad de abandonar el hogar de sus padres. El joven llegó a abrir los ojos para ver la silueta de su asesino, pero tal y como su hermana la vida lo abandonó con rapidez, quizás de haber sido unos meses mayor se hubiera salvado de estar presente esa noche.

Por último ingresó a la alcoba de los padres. Se encargó de la mujer con asombrosa velocidad, pero permitió que el esposo despertara y viera lo que estaba ocurriendo. Sus órdenes habían sido claras; eliminar a toda la familia de un científico que se sospechaba sustrajo información clasificada de la organización con miras a venderla a un buen postor y encargarse de él luego de que viera lo que sus acciones ocasionaron.

El hombre reconoció al Soldado de Invierno y aterrorizado trató de huir. Vio las puertas abiertas en los cuartos de sus hijos y se tropezó debido a la impresión al momento de darse cuenta que no sólo iba a morir sino que fue el causante de la muerte de sus seres queridos.

Bucky trató en vano de alejarse de la escena, se sentía asqueado de sus acciones y de su completa incapacidad para detenerse, sabía que en el momento en que ocurrió ese evento su cuerpo ni siquiera dudo al momento de matar a la pequeña niña. Quería gritar, ordenarle al Soldado que se detuviera, pero era incapaz. Estaba a merced de su propia debilidad, porque en el fondo de su ser se culpaba a sí mismo por todo, no había excusa que valiera para el camino de muertes que dejó a su paso.

Vio como su cuerpo avanzó hasta el marco de la puerta de la habitación principal y extendió su brazo con una pistola con silenciador en la mano para acertar una bala en el cráneo de la última vida que tomaría esa noche.

―¡Bucky!

El grito lo devolvió a la realidad de golpe. Notó a Judy arrodillada junto a él con una expresión que dejaba claro que decirle que había tenido una simple pesadilla no iba a convencerla. Sintió una ola de sudor empapar su cuerpo y un temblor incontrolable recorrer cada uno de sus músculos.

―¿Necesitas algo? ―preguntó ella, eso era más útil que perder el tiempo averiguando si estaba bien cuando era obvio que no lo estaba.

―Agua ―pidió, más que para saciar su sed para alejarla de él.

No tenía idea cómo había logrado controlar su cuerpo para no lanzarle un golpe al momento de su brusco despertar o durante la pesadilla, sin dudas debía de haber estado revolviéndose en el sillón. Se puso de pie sin darle oportunidad de que regresara y avanzó hasta la puerta con la intención de volver a su departamento, ya estaba amaneciendo y seguro en unas horas repararían la calefacción en el edificio, podía aguantar hasta que eso sucediera.

―Bucky...

―Estoy bien ―soltó tratando de sonar lo más convincente, pero el tono de su voz revelaba su verdadero estado―. Sólo necesito estar solo ―agregó antes de salir y dejar a Judy con un vaso de agua en la mano y miles de preguntas.

Nota de autora: Ya era hora de volver a dejar ver que Bucky no anda bien. Ha mejorado un poco en cómo interacciona, al menos con Judy, pero eso no quita que aún tenga un largo camino por recorrer. El Soldado no va a ir a ningún lado y este fue un recordatorio para Bucky, y uno bueno en medio de todo, bien pudo haberla golpeado o matado si se levantaba sin percatarse dónde estaba.

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