Capítulo 23 Renovación
Capítulo 23.
Renovación
Elsa corrió por los pasillos y, sin ser vista, llegó a las llanuras cubiertas de hierba que conducían a una zona sombreada por los árboles, ya el sol comenzaba a ocultarse y en el centro había una lápida de tamaño mediano con los nombres de sus padres y fechas. Se acercó a la lápida de su padre y se arrodilló frente a ella, se sentó en la tierra sin importarle que su vestido se ensuciara, respiró hondo antes de que pudieran salir las palabras de su boca. Tomó con sus manos montones de tierra y los apretó en sus manos cómo si quisiera liberar todo el estrés, la tristeza y las lágrimas que llevaba acumuladas por tantos años.
Ella cerró los ojos recordando el sonido de la voz de su padre mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.
—Te odié, te odié, no sabes cuánto… te odié por siempre tenerme encerrada y no dejarme mirar el mundo qué pasaba frente a mis ojos… y ahora… ahora ya no más… ya no puedo seguir con esto —las lágrimas seguían brotando mientras se abrazaba a sí misma permitiendo decirle todo lo que nunca se atrevió.
Siempre se había sentido tan sola, sus padres por mucho que lo intentaron estaban demasiado ocupados con las responsabilidades con el reino y con lo que había que lidiar con ella y por supuesto apenas podía asomarse por la ventana. Pero cuando Hans entró en su vida fue cómo si hubiera encontrado una luz una vez más, había encontrado una esperanza, otra razón para seguir adelante, para seguir viviendo.
Y ahora esa luz sentía que se había apagado.
Estaba atrapada con dos padres en una tumba, una hermana que a pesar de estar siempre a su lado no merecía ser arrastrada a su miseria y esencialmente, estaba sola.
—Voy a quedarme aquí hablando contigo hasta que amanezca… como siempre lo he hecho y cómo siempre no tendré respuesta. No puedes sanar mi infancia, ni mis sueños rotos, ni mis recuerdos. Pero hay una cosa que puedo hacer… ya no quiero que sigas cargando con esto y yo tampoco — se limpió las lágrimas—. Te perdono —dijo y más lágrimas salieron de sus ojos—. Te perdono papá, te perdono. No sigas cargando con esto. Te perdono, te perdono, te perdono, te perdono, papá.
Pasaron así minutos o quizá horas, hasta que de pronto sintió como alguien la llamaba por su nombre, se giró y pudo ver que se trataba de Hans, quien la miraba con un rostro consternado. Ella se levantó y corrió a sus brazos. Sintiendo cómo le hacía falta sentir ese abrazo cálido y lleno de reconforte para su alma. Le abrazó con fuerza y él le respondió de la misma manera. Mientras ella lloraba él acarició su espalda haciéndole saber que él estaba ahí para ella.
Mientras sus brazos seguían rodeándola, las lágrimas fluían con más libertad, en ese momento se sintió segura. Era seguro llorar y no ser rechazada, era seguro relajarse y dejar salir su dolor. Había llorado antes pero esta vez se permitió llorar hasta sentirse agotada, sus brazos se sintieron cómo seguridad, cómo una manta cálida en un día frío. Ella había necesitado llorar, llorar de verdad y el tenerle ahí en ese momento, era un tesoro muy preciado.
—¿Segura que no tienes dudas? —preguntó él sin dejar de abrazarla, susurrando más cerca de su oído.
—Ninguna.
Se podía percibir en su voz una tranquilidad y seguridad que a Hans le hizo sonreír.
—Necesitamos algo más en qué creer.
Elsa poco a poco se separó del abrazo y sin dejar de tomarse de las manos lo miró a los ojos intensamente.
—¿Eso quieres? —preguntó ella con los ojos brillando de anhelo.
—Por supuesto… quiero creer en nosotros.
Ella sonrió con alegría renovada y lo abrazó nuevamente.
Ambos se encaminaron hacia el castillo, sin prisa, solo disfrutando de la compañía del otro.Y aunque poco hablaron durante el camino,no era un silencio incómodo,sino todo lo contrario, se podía percibir una paz y tranquilidad que hace mucho ambos no tenían.
...
¡Hola de nuevo, es un placer informarles que ya tengo listos los últimos capítulos, prometo subirlos pronto!
¡Nos leemos!
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