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Capitulo 1 Conociéndote

Capitulo 1 Conociéndote.

Disclaimer. Los personajes que aquí aparecen son propiedad de Disney, lo demás es invención mía.


Los sirvientes de Arendelle iban y venían de un lado a otro, llevando floreros, vajilla fina, adornos, y todo cuánto estuviese pendiente de arreglar para la fiesta que se daría esa noche.

Era el aniversario de bodas de la reina Iduna y el rey Agnarr, y se había decidido celebrarlo por todo lo alto invitando a toda la Corte y a reinos aliados.

La joven princesa de cabellos blancos miraba con aburrimiento la decoración del salón principal, deseando que su pequeña hermana despertara pronto de su siesta para poder jugar juntas, sin embargo Anna acababa de recuperarse de un resfriado y era poco probable que estuviera de ánimo para jugar, por lo que con eso en mente no le quedó más remedio que seguir aburriéndose como ostra en el salón.

Intentó entretenerse por un largo rato en que se dedicó a observar cómo Gerda arreglaba los floreros con las flores que a su madre más le gustaban, pero después de unos veinte minutos eso perdió el chiste. Así que dirigió su mirada a la ventana contigua y logró percatarse de la llegada de múltiples visitantes reales. Algunos los conocía de vista o simplemente de los anuarios de la biblioteca.

-Vaya, debe ser complicado memorizarse todas las alianzas y enemistades de todos esos reinos -pensó en voz alta sin dejar de observarlos.

Pero luego se detuvo a pensar que ella sería reina algún día, debido a ser la mayor de las hermanas. Entonces se mortificó al darse cuenta de que ella también tendría que estar al tanto de la situación política de todos los reinos aliados y conocidos. Y no solo eso, sino también las alianzas, enemistades entre ellos.

Mordió su labio inferior nerviosa y preocupada a la vez, por la gran responsabilidad a la que la había destinado su nacimiento, pero poco le duró el sentimiento pues al mirar nuevamente por la ventana, un niño de cabello pelirrojo bien peinado capturó su atención y no fue por su fina vestimenta o su apuesto semblante sino por su rostro triste y una fina capa de lágrimas que le pareció vislumbrar en su mirada.

Detrás de él vio a varios muchachos, que pensó podrían ser sus hermanos por su cabellera roja en común, algunos platicaban entre sí, pero dos de ellos, que eran idénticos, dieron un empujón al chico que lo hizo caer al piso.

-Aprende tu lugar, gusano- regañó uno de sus hermanos de aspecto corpulento y mala cara.

-¡Cuándo aprenderás que tu lugar es atrás de nosotros no al frente! -secundó otro de sus hermanos.

El chico se levantó rápidamente fingiendo que nada había ocurrido y siguió su camino junto a sus hermanos, quienes al pasar junto a él le fueron plantando un golpe en la cabeza, logrando descolocarlo y dejarlo atrás.

Elsa observó cada gesto de esos jóvenes pelirrojos con tal reprobación que al sus manos tocar el alféizar de la ventana, se empezó a congelar. Asustada apartó las manos y salió corriendo rumbo a su jardín privado, lejos del bullicio y de los extraños.

Salió por la puerta de atrás y caminó un largo corredor rodeado de enredaderas verdes y flores que al soltar su suave y delicado aroma lograron tranquilizarla.

Dio una respiración honda y disfrutó del suave aroma a rosas sin dejar de avanzar y llegar a la entrada secreta de su jardín, deslizó una cortina de enredaderas y suspiró al encontrarse en su lugar seguro, contenta extendió sus brazos y giró dando varias vueltas hasta marearse, riendo se sentó aun sintiendo todo dar vueltas a su alrededor.

Hans estaba harto de tener que soportar a sus hermanos que incluso en una celebración real no paraban de molestarlo.

Así qué decidió alejarse de su familia, al fin y al cabo nadie notaría su ausencia.

Caminó por varios pasillos dentro del castillo, teniendo cuidado de no ser visto. Paseó por varios salones mirando los retratos de los antiguos reyes de Arendelle, hasta que se encontró con un pequeño rastro de hielo en el suelo.

Curioso por saber a qué se debía ese extraño fenómeno en pleno verano, comenzó a seguir el rastro hasta llegar a un hermoso jardín donde observó a una niña jugar.

-¡Wow! ¿Qué es este lugar? -emitió de pronto una voz detrás de Elsa.
Al instante se giró y reconoció al mismo niño pelirrojo que había visto a través de la ventana, eso, por algún motivo, no hizo que sus poderes se descontrolaran, no sintió miedo, sino más bien curiosidad por saber el porqué del maltrato que sufría y mucho más lo estuvo al notar un moretón en su mejilla.

El niño se maravilló al ver a su alrededor tan lindo jardín, llenó de flores, arbustos con figuras infantiles y una fuente en el centro.

-¿Estás lastimado? -preguntó la niña, acercándose a él y tímidamente extendió su mano hacia su mejilla lastimada.

-No es nada -respondió algo hosco.

Ella comprendió su rechazo, aún ni siquiera sabían sus nombres, era normal que no se sintiera seguro, por lo que solo sonrió y tomó ambas esquinas de su vestido haciendo una leve inclinación mientras se presentaba.

-Soy la princesa Elsa de Arendelle.

El niño abrió los ojos sorprendido y se disculpó por su comportamiento hosco, para después presentarse con propiedad.

-Príncipe Hans de las Islas del Sur -declaró tomando la mano de la niña depositando un beso en su mano, con galantería, tal y como lo aprendió de su hermano Lars, el único de sus hermanos que parecía no odiarlo.

Elsa retiró su mano sonrojada y señaló de nuevo el moretón del niño.

-¿Qué te pasó?

El desvío la mirada, recordando el puñetazo que su hermano Roni le plantó en la cara, solo por tener la mala fortuna de toparse en su camino y que este descargara su furia sobre él.

-No es nada, princesa.

-¿Por qué dejas que te maltraten? -cuestionó y él se ruborizó al saberse descubierto. No supo que responder y solo se alzó de hombros restándole importancia.

-Soy el menor de 13 hermanos, supongo que es normal -le sonrió con tristeza.

-Yo soy la mayor y nunca trataría mal a mi hermanita... yo la cuido y cuando ella tiene pesadillas dormimos juntas.

El asintió con tristeza, sintiendo envidia al no tener esos lazos de hermandad como ella.

Elsa tiró de su mano y lo llevó junto a ella a sentarse bajo la sombra de un manzano. Y tomó un libro que había dejado olvidado horas antes, no sabía por qué pero algo dentro de ella le pedía a gritos hacerlo sentir mejor.

-Mira, este libro es sobre aventuras, tal vez te guste -señaló el título y al le pareció interesante-. "Los cuentos de Flynnigan Rider".

Y con eso ella comenzó a relatar los orígenes del rico y poderoso protagonista, capturando la atención del niño.

Pasaron así varias horas, en las que leían y comentaban las aventuras del libro. Sintiéndose como amigos de toda la vida.

-Me gustaría ser como él, ser especial -confesó Hans- Me gustaría tener poderes y darle su merecido a mis hermanos -dijo con una risa, imaginando todo lo que podría hacerles.

-Pero eso no está bien -dijo Elsa, frunciendo el ceño-¿Porque no mejor le dices a tus papás?

El negó con la cabeza fervientemente -¡Eso sería peor! ¡Tampoco me quieren! De hecho, nadie en mi familia me quiere -le sonrió con tristeza-, bueno, mi hermano Lars es el único que me trata bien pero de ahí en fuera solo soy un estorbo para ellos.

La princesa no supo que responder ante esas palabras tan crudas, y solo se limitó a trasmitirle todo su apoyo posando una mano sobre su hombro.

-A mí me agradas.

El alzó los hombros. -Eres la primera, gracias -desvío la mirada algo sonrojado y se aclaró la garganta-. A mí me encantaría tener poder de la fuerza sobrenatural y a ti ¿cuál te gustaría?

Elsa se puso nerviosa e intentó cambiar de tema pero eso no pasó inadvertido para el príncipe, quién levantó una ceja suspicaz.

-¿Por qué te pones así? ¿tienes algún poder?

Elsa Abrió los ojos horrorizada- ¡No, claro que no! ...yo no tengo ese poder -dijo tartamudeando.

-¿Qué poder? - preguntó él, cada vez más curioso, pero pronto su atención se desvío a la fina capa de hielo que se formó en el suelo, cuando Elsa lo tocó con sus manos.

Hans se sorprendió al darse cuenta del tipo de poder que ella tenía y aunque al principio quiso salir corriendo al ver los ojos azulados de la niña puedo ver el mismo miedo que él tenía cuando era maltratado por sus hermanos e incluso su padre, así que aclaró su garganta y trato de hablar con normalidad, cómo si ese hecho no lo hubiera sorprendido.

-Tienes el poder del ¿hielo?

-¡No! -dijo rápidamente y bajó sus manos para abrazar sus rodillas-, yo... no quiero hablar de eso, por favor.
Él asintió no muy convencido, pues tenía muchas preguntas que hacerle, sin embargo se sentó a su lado por varios minutos sin decir nada hasta que finalmente la princesa volteó a verlo mientras limpiaba una lágrima traicionera.

-¿Sigues aquí?

-Obvio... a no ser que creas que soy un fantasma.

Ella soltó una risita.

Hans se incorporó y tomó de la mano a la princesa para luego decirle expectante:

-¿Tienes el poder del hielo?

-¿No me tienes miedo?

-¡Estás bromeando! ¡Es fantástico!

-¿De verdad lo crees?

Hans asintió entusiasmado y le ánimo a mostrar sus poderes. Pero ella se retrajo y negó con la cabeza.

-No, no quiero.

-¡Oh vamos!

Elsa se negaba a ceder provocando que el principito se fuera sobre ella atacándola con cosquillas en sus costados.

Entre risas dolorosas Elsa soltó un "no" muy alto al tiempo que lo agarraba de la mano causando que la mano del niño se congelará al instante.

Hans gritó de dolor horrorizado y Elsa gritó por ayuda mientras recostaba la cabeza del niño en su regazo.

-Perdón, perdón...no quería hacerlo.

-Estoy...estoy bien princesa -dijo a duras penas, sintiendo el frío recorrer su cuerpo-. ¿Ves? Te dije que es genial.

-¡Ayuda, papá! ¡Mamá! -no paraba de pedir ayuda y podían oírse a lo lejos pasos acercarse-, ya vienen, estarás bien.

-No le digan a mi padre, copito...me va a castigar si se entera de esto.

-¿Copito?- preguntó limpiando sus lágrimas.

-Tu eres como un copito de nieve -sonrió débilmente para después caer en la inconsciencia.

-¡Hans! -gritó desesperada.

-¡Elsa! ¿Qué pasó? -sus padres entraron corriendo junto a Gerda.

-Yo...yo no quise hacerlo ¡Te lo juro papá!

-Alisten mi caballo- ordenó a su sirvienta quien corrió rápidamente.

-Elsa ¿Qué pasó? - preguntó preocupada la reina y su hija corrió a abrazarla .

-Fue un accidente, no quería hacerlo-decía sollozando, pegada a las faldas de su mamá.

El rey cargó al niño en brazos y junto a su esposa e hija que insistió en acompañarlos se dirigieron al bosque en busca de los trolls, ya que sabían de la magia curativa de esos seres.

Llegaron y el rey explicó la situación a Gran Pabbie, quien lo escuchó apesadumbrado por el descontrol de magia de la princesa.

El rey Agnarr acercó al niño a gran Pabbie y el cerró los ojos mientras pasaba una mano por su brazo, al instante el hielo se evaporó y Hans abrió los ojos sintiendo como el calor volvía a su cuerpo.

-Si su magia sigue descontrolándose de esa manera llegará al día en que congelará el corazón de alguien, y para eso no podré hacer nada -el troll miró al niño y luego propuso- recomiendo suprimir todos los recuerdos de magia, eso sí dejaré la diversión y los buenos recuerdos.

-No -se opuso el rey ante cualquier represalia con Las Islas del Sur si se llegasen a enterar del incidente-. Suprima todos los recuerdos ¡Que no recuerde nada!

-Pero, papá ¡es mi amigo!

-¡Basta, Elsa! Esto se está saliendo de control no podemos permitir que esto se sepa.

El niño estaba muy débil para poder responder sin embargo sintió como Elsa lo abrazó y le depositó algo en su mano, sin que su padre se diera cuenta.

-No me olvides, porque yo no te olvidaré -le susurró al oído con lágrimas corriendo por sus mejillas.

Después de eso el troll pasó ambas manos por la cabeza de Hans y todo se volvió obscuro para el niño.

-Está hecho, pero escúchame, Elsa -dijo El troll dirigiéndose a la niña- tu poder seguirá creciendo con el paso de los años y aunque es muy hermoso también es letal. Debes aprender a controlarlo o, de lo contrario, el miedo será tu mayor enemigo.

Elsa observó a su amigo y después regreso la mirada a sus propias manos, con horror .

-¡Papá! -sollozó abrazándose a él.

-Ella aprenderá a controlar su magia, pero hasta entonces cerraremos las puertas del reino evitaremos que tenga contacto con las personas incluyendo Anna.

-Pero papá... -replico la niña, triste.

-Es por su bien, Elsa... algún día lo entenderás.

El rey agradeció al troll y todo el camino de vuelta al castillo meditó en qué debía hacer .

Decidió decir que el niño se perdió en el castillo y se cayó de un árbol lastimando su brazo, pero que ya estaba siendo atendido por los médicos de Arendelle.

El rey de Las Islas del Sur agradeció su hospitalidad pero por dentro estaba decepcionado de su hijo porque nuevamente los hacía quedar en ridículo en un reino ajeno.

Tendría que castigarlo apropiadamente al llegar a su castillo.

¡Hola!
Este es el primer longfic Helsa que escribo, espero les guste y me acompañen en esta aventura.

Gracias a Natalex_12 por la corrección al capitulo.
Gracias a LadyWestergaard por animarme a escribir este helsa.

¡Nos leemos!

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